Más cine, por favor.

Javier no se esperaba la jugada de Beatriz en su primera cita...

Digamos que, en realidad, no me llevó al cine para ver la película. Tampoco para que la metiera mano, que ya se lo que estáis pensando.

Beatriz era mucho más sutil, mucho más lasciva. La conocí en persona ese mismo día, después de hablar horas y horas por una de esas aplicaciones de ligoteo. Así de entrada parecía una chica comedida, equilibrada, lejos de aparentar ser la que fue aquella tarde en la sala de proyección. Acordamos ir al cine en nuestra primera cita.

A mi me pareció un poco raro. Lo normal es quedar a tomar una cerveza, charlar, conocerse y ver que surge. Pero cierto es que muchas de nuestras conversaciones habían girado en torno a si me gusta tal o cual película, o si soy mas de cine de acción americano o de pelis de autor europeas. Así que su propuesta me sorprendió, aunque no tanto. No pretendía llevarle la contraria ahora que iba a quedar conmigo tras tantas semanas currándomelo.

Cuando llegó, nada podía hacerme sospechar el festival de lujuria que iba a vivir aquella noche: nada de ropa ceñida ni ajustada, nada especialmente insinuante. Zapatillas Vans, vaqueros sueltos y jersey de punto. Vamos, que me lo tuve que imaginar yo todo… Ya sabía por las fotos lo bella que era. Su pelo mas bien corto y moreno y su sonrisa tímida, sus dulces 34 años que me volvían loco. Aunque su silueta desnuda no terminaba de imaginármela ni en las fotos ni al natural.

Creo que fue especialmente cuidadosa eligiendo que imágenes subir a la red. Normal, hay tanto pajillero descerebrado por el mundo…

Pasamos al interior de la sala. Ella me miraba y me sonreía tímida. Hablaba poco, yo me sentía mitad raro, mitad disfrutando de una presa fácil. Una jovencita poco experimentada que sospechaba sería pan comido llevarme al huerto. Hasta los anuncios todo fue mas o menos así, pero al poco de empezar la película se me acercó al oído y me dijo:

-¿Por qué me has traído al cine en la primera cita?

-¿Cómo?- le dije yo sorprendido- -Tú me dijiste por el chat que…-

No me dejó acabar y me volvió a hablar muy bajito al oído:

-Yo lo quería era que me llevaras a cualquier sitio que estuviéramos solos y me follaras duro…-

Me quedé sin palabras. Pensando si lo que escuchaba era real o sería mi sucia imaginación.

-Tenía muchas ganas de quitarme el sujetador para tí y restregarte mis tetas por la cara…- siguió Beatriz.

-Esto…yo pensé…no sabía…- yo no paraba de decir tonterías mientras ella seguía insinuándose.

-Pensaba que tenías unas ganas locas de chuparme el coño, de meter tus dedos en mi vagina hasta que me corriera como una perra sucia…No sabes la cantidad de veces que me he masturbado mientras chateábamos, ni la de veces que me he imaginado como sería tu polla…si me cabrá en la boca, si será pequeña, cual será su sabor, si sabrá portarse bien, si querrás abrirme el culo con ella…

No pude escuchar más,-¡Vámonos a mi casa!-le dije.

-De eso nada-contesto ella. -Has preferido pagar una entrada e invitarme al cine, así que vamos a ver la película hasta el final, que no está la vida como para tirar el dinero…quien sabe…tal vez luego, después del cine te dejaré desnudarme con violencia para que me comas ahí abajo como solo un buen hombre lo sabe comer, ansioso pero contundente, voraz pero con calma-.

-Sospeché entonces su jugada. Había planificado aquel primer encuentro en un espacio a oscuras, rodeado de gente y del que no podía escapar fácilmente. Realmente no quería hacerlo, pero una parte de mi se sentía un pelele empalmado que no podía hacer nada para cumplir los deseos de Beatriz.

Probé entonces a acariciarle la pierna en dirección a su pubis. Si no podía follarla ahí mismo al menos la pondría yo tan caliente como ella me lo estaba poniendo a mi. Iba a saber quien era yo la muy zorra...Me frenó en seco.

-¿Dónde crees que vas? Tienes que comportarte y saber esperar. Disfrutar tu dinero gastada en esta película tan bien realizada-

Ya ni recuerdo que mierda fuimos a ver. Solo recuerdo su voz en mi oído poniéndome cada vez mas caliente y mas empalmado.

-No sabes las ganas que tengo de agarrarte ese bulto duro que te aprieta el pantalón- me dijo. -Te voy a hacer una mamada de volverte loco, de no querer que pare de chupártela, de desear llenarme la boca y mancharme  los labios de leche-.

Empezaba a disfrutar con todo aquello, aunque tenía los huevos a punto de estallarme…

-¿Sabes que me he venido sin braguetas al cine? Si no estuviéramos aquí te hubiera cogido la mano para que me la metieras por la entrepierna. Habrías descubierto entonces como pierdo el control cuando me hacen eso, joder, como me pongo a gemir y a rogarte que me empotres contra la puta pared. Me excitan mucho los hombres como tú, ¿sabes? Llevo mucho tiempo pensando lo que serías capaz de hacerme, tu manera de follar, si me cogerías en volandas para clavármela, cómo me comerías la boca, si disfrutarías poniéndome duros mis pezones oscuros, si te correrías dentro o si eres de los que se vuelve loco por mancharme la cara…-

Me puse la mano en la polla, por encima del vaquero, para calmar un poco mi excitación, pero en cuando se dio cuanta me apartó la mano. Y la muy cerda prosiguió.

-¿Me vas a follar en la entrada de tu casa o vas a esperar hasta llevarme a la habitación? ¿Me vas a comer el cuello mientras me agarras las tetas por encima de la ropa o vas a apretarme fuerte el culo? Yo no sé lo que vas a hacer tú, pero yo pienso sacarte la polla del pantalón a la mínima que te descuides. Me la voy a meter tan dentro de mi boquita que vas a tener que esforzarte para no correrte en el primer asalto. Porque me tienes que durar mucho, cabrón. Te puedes correr las veces que quieras, donde quieras, pero desde que entre en tu casa hasta que me vaya quiero que me mates de placer, que me hagas perder la consciencia, no saber quien soy mientras me pones a cuatro patas y me embistes, no conocer otro territorio que tu cuerpo animal destrozando el mío…-

-Te voy a follar viva en cuanto entremos en casa-le dije, intentando seguirle el juego de excitación que se había propuesto.

-Te voy a follar viva- me contestó ella imitando mi voz con voz infantil, como burlándose de mi. -Tu solo vas a hacer todo lo que yo quiera que hagas. Esta noche me vas a hacer orgasmar las veces que yo te diga. También por el culo, por supuesto. Ese rabo tieso tuyo tiene que entrar también por detrás. Que me duela y que me guste a la vez, que te corras alguna vez dentro de él, que me sienta dominada por ti, a la merced de tu deseo salvaje y sin limitaciones. Quiero conocer el sabor de tu semen, que se me quede pegado en los dedos, en mi vientre, que empapemos las sábanas con él. Te quiero a ti, Javier, entrando y saliendo una y otra vez de mi, sintiéndome tu esclava, la más puta de tus amiguitas…-

Creo que nunca se me ha hecho una peli tan larga. Salí a la calle después de una hora y cuarenta y cinco minutos de follar con Beatriz en mi imaginación, medio desorientado, como drogado. Dudando si aquello había sido real. Lo que vino después prácticamente ya os lo he contado. Aunque, en este caso a decir verdad, la realidad no superó la ficción…

¿O tal vez si?