Más Cardinales Mortales. Oeste. El comienzo

Los inicios de Jessika Hot...

CAPÍTULO 1º

CHICA NUEVA EN LA CIUDAD

Noviembre del año 1999. Ciudad de New York.

Vemos a una guapa jovencita de claros rasgos latinos caminar por las calles de la ciudad, con aspecto de andar un tanto perdida.

Hace tan sólo dos días que llegó a la ciudad del Hudson procedente de Bogotá, la capital de Colombia, su país natal, y ahora busca encontrarse con un hombre llamado Klausen, al que conociese durante su vuelo en avión.

―¿Perdone, me podría echar una mano? –Inquiere acercándose a un agente de Policía uniformado, que sonríe al fijar sus ojos en el fabuloso par de mamas de la muchacha.

―¡Por supuesto, joven! –Exclama el Policía mientras nota como su miembro se pone duro como una roca contra la finísima tela de sus pantalones de uniforme―. ¿En qué puedo ayudarla?

―¿Me puede decir cómo llegar al Manhattan Mall? –Jessica sonríe mostrando sus dientes, blancos y perfectos y enamorando al momento al uniformado servidor de la Ley.

―Claro. Tendrá que coger el autobús en aquella parada de allí –El Policía también sonríe al tiempo que señala la parada del bus.

―¡Muchas gracias! –Nuestra guapa protagonista se despide del agente y se aleja hacia la parada sin dejar de sonreír.

―¡TIENE QUE COGER EL TRES! –Le grita el simpático Policía antes de perderla definitivamente de vista.

Lo más seguro es que esa noche se masturbe pensando en su increíble par de tetas.

Veinte minutos más tarde, Jessica camina entre la multitud que pulula por el centro comercial en busca del llamado Klausen.

De repente, y cuando ya casi ha decidido darse por vencida, una voz con marcado acento germano la llama…

―¡Por aquí, señorita Montoya, por aquí!

―¡Hey, hola! –Saluda con una amplia sonrisa al maduro y atractivo caballero alemán, que la espera sentado en una pequeña cafetería del lugar―. Discúlpeme la tardanza, creo que me perdí –Jessica lanza una tímida risita y luego toma asiento en la mesa, frente al hombre, que le sonríe al tiempo que hace un gesto a uno de los camareros para que se acerque.

―Si no recuerdo mal –comienza a hablar Klausen sin apartar los ojos del pronunciado busto de la joven―, me dijiste que eras colombiana.

―Sí, señor. De Bogotá –Jessica comienza a sentirse un tanto incómoda en presencia de este hombre, que no hace otra cosa que mirarle los pechos.

―¿Y qué te trae a los Estados Unidos? Si no es mucha indiscreción, claro.

―Lo cierto es que me vine huyendo un poco de mi pasado, señor… ―Hay un claro deje de tristeza en la voz de la bonita muchacha.

Entonces, Klausen hace algo que la deja un tanto confusa y sorprendida…

El alemán estira una mano y toma una  de las suyas al tiempo que le dice…

―Tengo algo que ofrecerte; algo que cambiará tu vida para siempre. ¿Quieres escuchar qué es?

―Y―yo… ―Jessica se muerde el labio inferior en claro gesto de duda. Seguidamente y con voz firme y decidida logra añadir―: ¡Le advierto, señor, que yo no soy ninguna fulana!

―¡Por supuesto que no, querida mía! –Replica Klausen lanzando una divertida carcajada ante la vehemencia de la jovencita.

Después saca una tarjetita y se la tiende por encima de la mesa diciéndole…:

―Toma, tienes dos días de plazo para pensártelo. Ahí tienes mi número por si decides llamarme; te aseguro que no te arrepentirás.

―G―gracias, señor –Jessica, con gesto tímido, toma la tarjeta y se la guarda en su bolsito de mano.

Luego se levanta de la mesa sin haber tocado su consumición.

―Una cosa más –dice Klausen agarrándola del brazo.

―¿S―sí?

―Llámame de tú. Presiento que vamos a ser grandes amigos.

CAPÍTULO 2º

LA HISTORIADEJESSICA MONTOYA

Esa noche, la bella muchacha procedente de Colombia se dormirá pensando en la propuesta del agradable caballero alemán.

A pesar de la simpatía y cordial trato del tal Klausen hay algo en él que no termina de gustarle. Tendrá tiempo de averiguar qué es, ahora necesita descansar y reponer fuerzas, mañana le espera un duro día buscando trabajo en New York.

Pero. ¿Quién es Jessica Montoya y qué la ha traído a Los Estados Unidos, a New York?

La respuesta es sencilla.

Tal y como le dijera a Bertran Klausen, llegó a New York huyendo de su pasado, un pasado aún demasiado cercano y terrible en el que tuvo el infortunio de conocer a un hombre horrible, un criminal malvado y ambicioso que hizo de su vida un infierno hasta que decidió denunciarlo antes de escapar de su país natal, lejos de todo, lejos de su familia y, lo que es más triste y terrible si cabe, embarazada de pocas semanas. Tanto es el miedo que le tiene a este hombre.

Pero ahora está en New York, dispuesta a empezar de cero, dispuesta a darle a su futuro hijo una vida mejor, lejos de su padre biológico, ahora por fortuna entre rejas donde ya no puede volver a hacerle ningún daño.

Son las dos y media de la madrugada y la joven colombiana sigue dando vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño.

Por fin, y cansada de dar vueltas en el lecho, decide vestirse y salir a dar una vuelta por la ciudad.

Se pone unos jeans y una camiseta ajustada y sale a la calle en busca de algún local donde pasar un rato y conocer gente y el ambiente de la noche Neoyorquina.

Lleva andados unos cinco minutos, cuando llegan hasta ella los acordes de una popular bachata colombiana y se dirige hacia donde viene la melodía, encontrándose pronto en un pequeño local de copas ambientado con ritmos latinos, ritmos de su tierra.

No han pasado ni diez minutos de su estancia en el garito, cuando un atractivo joven se le acerca y la aborda con total descaro.

―¡Hola! Eres nueva por aquí, ¿verdad?

―Sí –Jessica sonríe tímidamente.

―¿Cómo te llamas? –Inquiere el guapo joven, gritando para hacerse oír debido al fuerte volumen de la música―. Yo me llamo Joseph, pero los amigos me llaman Joey.

―Yo Jessica. Encantada –la joven y guapa colombiana se inclina para besar al tal Joey en la mejilla, momento que él aprovecha para acariciar sus grandes pechos por encima de la ajustada camiseta―. ¿Mmm? –Murmura la muchacha al notar las manos del joven sobre sus mamas, haciendo que éste se ponga rojo de vergüenza y retroceda unos pasos, alejándose de ella.

―Y―yo lo siento… N―no pretendía… ―Se disculpa Joey, rojo como un tomate.

―Tranquilo, no pasa nada –Jessica sonríe y se encoge graciosamente de hombros.

Pasará el resto de la velada con su nuevo amigo, que resultará ser el hijo de un importante magnate financiero neoyorquino.

―¿De dónde eres? –Pregunta el muchacho mientras bailan siguiendo el ritmo de un merengue.

―¿De dónde dirías tú que soy? –Jessica se siente a gusto con el joven americano, y así se lo hace ver, arrimándose a él cada vez que las circunstancias se lo permiten.

―Pues… ―Joey rodea con su brazo libre la cintura de la joven colombiana y la atrae hacia sí―. ¿Venezolana?

―¡Nooo! –Nuestra protagonista ríe divertida mientras deja que Joey la bese dulcemente en el cuello―. Soy de Colombia.

―Ahá; ¿y qué haces aquí, tan lejos de tu tierra?

―Bueno, digamos que buscaba algo mejor –ahora es ella la que se alza sobre sus zapatillas para besar al joven en los labios.

―¿Y lo has encontrado? –Inquiere el muchacho estrechando a Jessica contra su cuerpo.

―De momento, te he encontrado a ti –responde la bella y joven colombiana volviendo a besar a su nuevo amigo en la boca, esta vez más larga y profundamente.

CAPÍTULO 3º

LA PROPUESTA

Son las 12:00 del mediodía cuando la joven Jessica Montoya llega al lugar donde ha quedado con Klausen.

No sabe muy bien por qué, pero está dispuesta a escuchar lo que el caballero alemán tiene que decirle.

Lo cierto es que se siente bien después de haber conocido al joven Joseph y quizás eso sea lo que le ha dado fuerza y ánimos para quedar con Bertran Klausen.

―Ah, señorita Montoya –cuando el germano llega al sitio, lo primero que hace es entregarle un enorme ramo de rosas rojas y blancas―. Está usted más hermosa si cabe que el otro día.

―¡Muchas gracias, señor Klausen! –Replica ella al tiempo que aspira el embriagador aroma de las flores.

―¿Eh? –Klausen enarca las cejas, fingiéndose ofendido―. Llámame de tú, por favor.

Ella no responde, se limita a sonreír y luego toma asiento en el banco del parque, en espera de lo que el germano tiene que decirle.

―¿Te gustaría ganar mucho dinero sirviendo a una buena causa?

―Y―yo… ―Balbucea Jessica visiblemente confundida ante lo que acaba de oír.

Luego, se levanta del banco y comienza a alejarse en dirección a la salida del parque.

―¡ESPERA! –Le grita Klausen saliendo en pos de ella.

―¡Puede que sea joven! –Replica la muchacha alzando levemente el tono de su voz―. ¡Pero no soy tonta!

―¡Nadie ha dicho que lo seas! –Klausen la alcanza y la toma del brazo, quizás con más brusquedad de la pretendida, para obligarla a detenerse y mirarlo a la cara―. Tan sólo escúchame, y luego decides. ¿Vale? Escuchar no te hará ningún daño, y sí mucho bien –el alemán muestra su perfecta dentadura en tranquilizadora sonrisa, logrando su cometido, que la joven colombiana lo escuche.

Después de media hora de intensa charla, Jessica Montoya se le queda mirando boquiabierta.

Y por fin, habla…

―¿¡Me está diciendo que quiere que me convierta en una asesina!?

―Dicho así, suena bastante mal –replica Klausen con el ceño ligeramente fruncido.

―¡A ver! –Jessica parece dispuesta a largarse de nuevo, tan sólo las nuevas súplicas del súbdito germano la persuaden de hacerlo.

―Los objetivos que se te asignarán serán siempre criminales a los que, por uno u otro motivo, la Justicia ordinaria no puede tocar; en su gran mayoría gente corrupta, traidores a su país, y asesinos. En otras palabras: Gente indeseable.

La joven vuelve a quedar callada durante un leve instante. El ceño fruncido en actitud pensativa.

―¿Y dice que ya hay otras chicas en eso que usted llama la Compañía? –Pregunta por fin sin desfruncir el entrecejo.

―Así es     ―Klausen asiente con un ligero cabeceo al tiempo que esboza una sonrisa cargada de confianza, consciente de que tiene a la muchacha prácticamente en el bote.

Luego, y tomando la mano de Jessica, le dice…

―Seguro que te llevarás de maravilla con ellas en cuanto las conozcas; la mayoría son chicas como tú, de Latinoamérica.

―¿Y dónde se supone que se reúne este selecto club de señoritas? –Inquiere la joven dando a su voz un claro matiz burlón.

Cinco minutos más tarde, se despiden después de que Klausen haya dado a Jessica la dirección donde se ubican las oficinas de la Compañía.

Esa tarde volverá a quedar con Joseph.

Harán el amor y tendrán una pequeña bronca. La primera pero no la última, por la negación del joven a hacerle un cunilingus.

CAPÍTULO 4º

DENTRO DE LA COMPAÑÍA

―Sí, mamá, estoy bien. Esto es muy bonito y ya he hecho algún que otro amigo―. Jessica Montoya habla con su madre desde una cabina. Se ha gastado mucho dinero en esta llamada, pero oír la voz de su progenitora la hace bien. Como es lógico, no tiene pensado contarle nada sobre la Compañía y lo que, supuestamente, va a hacer si al final decide trabajar para ellos.

Tras unos diez minutos de conversación, se despide de su madre, dándole recuerdos para su padre y sus hermanos.

Son las dos de la tarde, y ha quedado con Klausen en el Manhattan Mall a las tres y media, tiene hora y media para comer, coger un autobús y llegar al centro comercial, y lo cierto es que está súper nerviosa.

Cuando llega al lugar, Klausen la está esperando en el mismo local donde quedasen la primera vez.

Lo acompaña una guapísima pelirroja, algo más alta que nuestra protagonista, y dueña de un cuerpo espectacular. También es algo mayor que ella, al menos ocho años.

―¡Hola, querida! –Saluda el germano acercándose a Jessica para besarla cariñosamente al tiempo que roza sus fabulosos pechos ligeramente con su mano―. Te presento a Leticia Ferreira –añade luego haciendo un gesto a la pelirroja para que se acerque.

―Encantada –dice la tal Leticia con un marcado acento, que nuestra protagonista identifica al instante como brasileño.

Jessica sonríe tímidamente y acepta la mano que le tiende la bella mujer.

―Leticia será tu compañera y entrenadora durante los primeros días –explica Klausen con una gran sonrisa en su bronceado semblante. Bronceado de cabina de rayos UVA, claro está.

Después, y para asombro de la colombiana, el alemán se despide de ambas, dejándolas solas en la cafetería.

Una vez se ha marchado Klausen, Leticia dedica a Jessica una amplia sonrisa antes de preguntarle…:

―¿Ya te han explicado de qué va todo esto de la Compañía, cariño?

―El señor Kla… Bertran me contó que se dedicaban a eliminar elementos peligrosos.

―Eso es. Somos, por así decirlo, una empresa de eliminación de basura de alto nivel –dicho esto, la bella brasilera lanza una sonora carcajada que hace que varios clientes del local se giren para mirarlas.

―Yo no sé si seré capaz de hacer nada de eso… ―Jessica dedica a la pelirroja una mirada cargada de duda y escepticismo.

―¡Tonterías! –Replica Leticia haciendo un significativo gesto con su mano izquierda―. Te puedo asegurar que cuando empieces y le cojas el gustillo, no podrás parar. Además, te permite conocer gente muy interesante –la brasileña dedica a nuestra protagonista una amplia sonrisa antes de añadir―: Lo malo es que a la mayoría de ellos tendrás que eliminarlos. ¡Pero, hey! Eso no quita que no te lo puedas pasar de puta madre mientras trabajas.

―¿Te has enamorado alguna vez de alguno de tus objetivos?

―Por supuesto. Pero al final siempre acaban igual. Y a ti no te aconsejo que lo hagas.

―¿Por qué?

―Me caes bien, preciosa. No me gustaría que lo paLauras mal por culpa de algún jilipollas.

―Vaya…, gracias –replica Jessica sintiéndose ella también a gusto con la guapa brasileña.

―¿Quieres conocer al resto de tus compañeras? –Pregunta entonces Leticia alzándose de su silla tras haber pagado las dos consumiciones.

―¿A―ahora? –la colombiana hace un significativo mohín con los labios, mas luego sonríe y acepta la proposición.

Poco después, y antes de subir a un precioso Jaguar último modelo, la brasilera le tapa la cabeza con un saco de tela totalmente opaco al tiempo que le dice.

―Si al final decides unirte a la trouppe, ya tendrás tiempo de aprender cómo llegar al cuartel general.

―De acuerdo –responde Jessica totalmente resignada.

Menos de cinco después, Leticia le quita la capucha y le dice al tiempo que le dedica una amplia sonrisa.

―Hemos llegado. Este es el cuartel general de la Compañía en New York.

―¡Uau! –Exclama la guapa jovencita colombiana, sinceramente sorprendida de lo que está viendo.

―¡Ven! –Antes de que pueda decir algo más, la brasileña la toma de la mano y la arrastra hacia un rincón donde charlan dos bellas muchachas, ambas más o menos de su edad. Una de ellas de raza negra, la otra, como ella, de origen latino.

Una vez llega a la altura de las dos jóvenes, Leticia da un par de fuertes palmadas.

―¡A ver, chicas, atended un momento!

―¡Buenas, agente Letizia Hot! –Saludan las dos guapas muchachas casi al unísono.

―Os presento a Jessica. Se está pensando el unirse a la Compañía, quiero que le enseñéis todo esto y le contéis vuestras propias experiencias con nosotros. ¿Ha quedado claro, chicas?

―¡Como el agua, agente Letizia Hot! –Responde la joven latina dedicando a Jessica una amplia sonrisa.

Y así, la joven Jessica Montoya conoce a sus nuevas compañeras de trabajo, dos jovencitas como ella con las que, con el paso del tiempo, llegará a trabar una fuerte amistad, sobretodo con la latina, llamada Blanca, también procedente de Colombia, de Cali para ser precisos, y que, como ella, llegó a los Estados Unidos hace dos años huyendo de su pasado y de un hombre malo y cruel, su padre…

CAPÍTULO 5º

CHARLA ENTRE KLAUSEN Y LETIZIA HOT

―¿Qué te parece la nueva adquisición? –Inquiere Klausen a Leticia mientras ésta pajea su grueso miembro y lame su hinchado glande con glotonería y lascivia.

―No sé… ―La brasileña alza la cabeza y dedica al alemán una gran sonrisa―. Parece buena chica, fácilmente manipulable –luego, vuelve a centrar toda su atención en el gordo falo del germano, que gime de placer mientras pellizca los duros pezones de ella.

Luego, Letizia se coloca en posición para ser penetrada por el alemán, que jadea mientras su grueso falo va introduciéndose lentamente en el húmedo sexo de la brasilera.

―Mmm… ―Gime la joven una vez ha sido totalmente ensartada por el miembro de Klausen―. Me encanta sentir tu gorda polla en mi coñito, mi amor.

De repente, y para sorpresa del germano, lanza una carcajada al tiempo que comienza a cabalgarlo.

―¿De qué te ríes? –Inquiere Klausen un  tanto mosqueado.

―Pensaba en lo excitante que sería ver como te follas a la putita nueva y te corres luego sobre esas grandes tetas suyas. Mmm… Sólo de pensarlo creo que voy a tener un orgasmo…

―¿Te gustaría eso? –Klausen, excitado también por las palabras de su bella amante, la toma por los hombros para hacer más fuerza en su mojada y estrecha vagina con su recio pene―. ¡SEGURO QUE TE ENCANTARÍA VER COMO ME FOLLO A ESA PUTITA COLOMBIANA! ¿VERDAD, PUERCA? –Grita luego notando como un torrente de semen espeso y caliente sube por su miembro y se desparrama por el interior de la caliente brasileña, que lanza auténticos aullidos de puro placer al sentirse inundada por el cálido esperma.

Una vez han terminado de hacer el amor, ambos amantes se visten con cierta parsimonia.

―¿Cuándo piensas darle su primera misión? –Pregunta Klausen mientras pellizca uno de los oscuros y duros pezones de Letizia.

―No lo sé –responde ella dando un manotazo al hombre en la mano―. Eso no depende de mí sino del Gran Hombre.

―¿Qué edad tiene el viejo, cincuenta, sesenta años?

―No lo sé –replica Letizia encogiéndose ligeramente de hombros antes de añadir haciendo una extraña mueca―. Todo lo que sé es que nadie lo traga.

―¿Acaso tú sí? –Ahora es el turno de Klausen de hacer otra mueca al tiempo que atrae hacia sí a la hermosa hembra para besarla en la boca, con pasión y frenesí, llegando a morderle el labio, motivo por el cual, la brasileña se aparta de él, no sin antes propinarle un fuerte bofetón por haberle hecho daño.

―Lo que yo piense o deje de pensar del viejo es cosa mía –replica luego la mujer, al tiempo que vuelve a lanzarse a los brazos del alemán.

Luego, y dedicando al hombre una peculiar sonrisa le dice…

―Si me llego a enterar alguna vez que te has acercado siquiera a la nueva puta colombiana, te corto los huevos y hago que te los tragues –a pesar de que sus labios sonríen, la mirada de sus ojos es fría como el hielo, y Klausen puede notar como se forma un nudo en su garganta.

Aún volverán a hacer el amor una vez más antes de despedirse y marchar cada uno por su lado.

Klausen a tomar el próximo avión con destino a Miami, lugar donde nació la Compañía.

La agente Letizia Hot a buscar a la joven Jessica Montoya. Aún queda por presentarle al Gran Hombre para que éste le asigne su primera misión. Misión que, como en otras ocasiones, será compartida con ella misma.

CAPÍTULO 6º

CONOCIENDO AL GRAN HOMBRE

Al día siguiente, Jessica Montoya vuelve a quedar con Leticia Ferreira, esta vez para conocer al que, según parece, va a ser su jefe a partir de ahora.

Siguiendo el molesto pero ya conocido ritual, hace el trayecto de su pensión hasta el cuartel general de la Compañía con la cabeza cubierta por la negra y opaca bolsa de lona.

―¿Señor, podemos pasar? –Pregunta la brasileña tras golpear la puerta del despacho del Gran Hombre con los nudillos.

La respuesta no se hace esperar. De dentro les llega una voz de persona ya entrada en años.

―¿Así que ésta es nuestra nueva adquisición? –El anciano de cabellos blancos se levanta de su caro y cómodo sillón de cuero, y se acerca a la bonita y joven colombiana―. ¿Cómo te llamas, muchacha?

―Jessica, Señor.

―Y según tengo entendido eres de Colombia. ¿Me equivoco?

―No, Señor. Soy colombiana, de Bogotá.

―Mmm –el anciano queda mirando fijamente a nuestra protagonista a los ojos, y luego hace algo que la deja atónita…

Estira sus arrugadas manos y comienza a sobar sus grandes y bien formados pechos mientras sonríe.

―Estas serán tus mejores armas, jovencita –dice tras realizar esta extraña y molesta operación―. Si aprendes a utilizar tu cuerpo en las misiones, puedes llegar a convertirte en una de nuestras mejores agentes –el viejo sonríe y luego hace un gesto señalando a Leticia―. Estoy seguro de que la agente Letizia Hot será una profesora excelente para ti. Sí, estoy totalmente seguro.

Sintiéndose sumamente incómoda, Jessica se aparta del hombre con una mueca de disgusto en su lindo rostro.

El viejo, al darse cuenta de este detalle, ensancha aún más su sonrisa mientras nota como su miembro se endurece contra la tela de sus pantalones de mil Dólares, cortados y confeccionados a medida por uno de los sastres más prestigiosos de la ciudad.

―¿Ya tiene claro cuál va a ser la primera misión de la agente Jessika Hot? –Pregunta Letizia para cambiar de tema, al darse cuenta de que la joven colombiana se encuentra cada vez más incomoda en presencia del anciano.

El hombre agita la cabeza, como desechando algún pensamiento no demasiado grato y centra su atención en las dos hermosas mujeres.

―Imagino que, como es normal en estos casos, la acompañará usted en sus primeras misiones –dice luego dirigiéndose a la brasileña, que asiente con un ligero movimiento de su pelirroja cabeza.

―Así es, Señor –dice Leticia en tono servil―. Hemos venido a que le conociese y a ver si tenía ya alguna misión que encomendarle.

―Déjame ver… ―El viejo vuelve a su mesa y tras abrir uno de los cajones, comienza a rebuscar en su interior hasta sacar una carpeta de cartulina llena de papeles―. ¡Aquí está!

―¿Qué es eso? –Inquiere Jessica mirando al anciano, que se acerca de nuevo a ellas agitando la carpeta, con una amplia sonrisa en su rostro surcado de arrugas.

―Aquí tengo todas las posibles misiones que encomendar a mis agentes, señorita Montoya –explica el hombre abriendo el cartapacio y hojeando el contenido.

Finalmente, y tras un momento de vacilación, saca un folio con un nombre y unas señas, que tiende a la joven colombiana.

―Tome –le dice al tiempo que Jessica toma el papel―. Aquí tiene los datos de su primer objetivo. Le he escogido algo sencillo para empezar. Y como ya sabe, contará con la ayuda de la agente Letizia Hot.

―Gracias, Señor. Intentaré hacerlo lo mejor posible –la guapa colombiana asiente con un leve cabeceo y una tímida sonrisa.

Una vez fuera del despacho, Letizia se dirige a ella con estas palabras…

―¿Preparada para un poco de acción, cariño?

CAPÍTULO 7º

LA PRIMERAMISIÓNDE JESSIKA HOT

Son las 23:30 de la noche cuando Jessica Montoya y Leticia Ferreira vuelven a quedar para llevar a cabo la primera misión de la colombiana para la Compañía.

Como es más que lógico, la joven de Bogotá está nerviosa y un tanto asustada.

La agente Letizia Hot aparca su Jaguar a las puertas de la discoteca de moda en New York.

―¿Estás segura de que el objetivo vendrá por aquí? –Inquiere Jessica mordiéndose el labio inferior, claro síntoma de los nervios que recorren su voluptuoso cuerpo.

Va a añadir algo más, pero su compañera la ataja con un ligero codazo y un cabeceo, indicándole que mire otra vez, ya que en ese momento la presa acaba de llegar al lugar en un lujoso Mercedes.

―¡Vamos! –A la orden de la brasileña, ella y la joven colombiana salen del coche y se encaminan hacia las puertas de la discoteca.

Ambas van vestidas para la guerra…

Leticia lleva unos ajustados pantalones de cuero negro y un ajustadísimo top con torera que realza su cuerpo perfecto y cuidado a base de gimnasio. Y tacones.

Jessica viste vaqueros desteñidos y un corsé que acentúa sus rotundos senos talla 120. Al igual que su compañera brasileña también calza tacones.

Al verlas llegar, los dos guardias de seguridad hacen un gesto y sonríen.

Nada más dejarlas pasar, el uno le dice al otro…:

―¿Has visto que par de melones tenía la rubia?

―Sí, colega. Se me ha puesto dura nada más verlas llegar –dice su compañero, y ambos rompen a reír, para sorpresa de los que aún esperan en la cola.

Y dentro del abarrotado local…

―Mira, allí está –dice Letizia Hot señalando al objetivo, que baila despreocupado en medio de la pista―. Recuerda su nombre, Vincent Dryden, es un hijo de perra muy vanidoso.

Poco después…

―¡HOLA! ¿NOS INVITAS A MI AMIGA Y A MÍ A UN CUBATA? –Sin pensárselo dos veces, la brasileña aborda al tipo que, por otro lado, es bastante guapo y no está nada mal.

―¿EH? ¡CLARO, CLARO! –Exclama el tal Dryden, mirando embobado los grandes pechos de Jessika Hot―. ¡VENID A LA BARRA!

Ya en la barra, mientras beben…

―¿SOIS, YA SABÉIS…?

―¡¡NO, NO SOMOS PUTAS! –Replica Letizia riéndose―. SÓLO DOS CHICAS EN LA CIUDAD EN BUSCA DE ALGO DE DIVERSIÓN –Dicho esto, lleva su zurda al ya abultado paquete de Vincent Dryden, que sonríe y se deja hacer―. ¡JODER, MACHO, MENUDA HERRAMIENTA GASTAS! –Exclama la brasileña, sinceramente sorprendida por el tamaño del miembro del tipo.

―VEINTICINCO CENTÍMETROS DE CARNE DURA PARA VOSOTRAS, SI LA QUERÉIS –Dryden sonríe y acaricia con su mano libre el amplio busto de la colombiana―. DEBE SER UN GUSTO CORRERSE SOBRE ESOS TETONES―; le dedica una sonrisa y un guiño,  Jessica se siente asqueada.

―¿TE APETECE VENIRTE CON MI AMIGA Y CONMIGO A MONTAR UNA PEQUEÑA FIESTA PRIVADA? –Pregunta Leticia sin apartar su mano de la entrepierna de Dryden, que sonríe, encantado de la vida y se deja llevar por la voluptuosa pelirroja hasta la salida de la discoteca.

Diez minutos más tarde, en un lujoso apartamento de la Décima Avenida, en New York…

―¿Q―qué vamos a h―hacer? –Jessica parece nerviosa y un tanto asustada, mientras ve como su compañera comienza a desnudarse y el objetivo de la misión hace lo mismo, y ya tiene su enorme falo en la mano y una lasciva sonrisa en el rostro.

―No vamos a hacer nada que tú no quieras, cariño –responde la brasileña al tiempo que coge el miembro de Vincent Dryden y comienza a lamerlo, mientras con su otra mano acaricia la entrepierna de su joven compañera, que poco a poco comienza a excitarse.

―¿Mmm? –Gime el tipo enarcando una ceja―. ¿Os lo vais a montar para mí, como dos chicas malas?

―¿T―te gustaría? –Inquiere Jessica mientras también se quita la ropa, dejando a la vista sus enormes y perfectas mamas.

―¡Sí! –Exclama Dryden visiblemente complacido al ver como también la colombiana se inclina para lamer su gran falo.

Pronto, el apartamento se llena con los jadeos y gemidos de los tres fornicadores.

De repente tras treinta minutos de intensa sesión amatoria, la agente Letizia Hot hace una seña a su compañera, y ésta, sin que su presa se dé cuenta, saca una larga aguja de metal de entre sus ropas.

―¿D―de qué va esto, chicas? –Inquiere Dryden al ver el fino estilete y la extraña sonrisa en labios de la brasileña.

―Mmm… Digamos que has sido un niño malo, y que hay que castigarte…

―¿¡QUÉ COÑO ESTÁS DICIENDO, MALA PUTA!? –Exclama el tipo intentando zafarse, sin conseguirlo, pues Leticia le propina una tremenda patada en las pelotas, que lo hacen doblarse sobre sí mismo.

―Vincent Dryden –dice la pelirroja mientras clava la fina aguja en el pecho del hombre, a la altura del corazón―. Yo te castigo a morir por pederasta y violador.

Luego se alza del suelo, y sonríe a su compañera.

―¿Ves qué fácil? –Le dice―; un cabrón menos en las calles.

―Y―yo… Y―yo… ―Balbucea Jessica sin poder creer lo que está viendo―. ¡HAS MATADO A UN HOMBRE!

―¡No era un hombre, cariño! –Replica Letizia Hot encarándose con la joven colombiana―. Esta escoria violó a cuatro niñas de catorce años a las que daba clases de gimnasia en el Instituto, pero como su familia es influyente ni siquiera pisó la cárcel.

Como respuesta, Jessika Hot se muerde el labio inferior y permanece en silencio.

―Bienvenida a la Compañía –le dice Leticia besándola suavemente en los labios.

CAPÍTULO 8º

NO ME APORTAS NADA

Han pasado dos meses tras su primera misión y, tal y como le dijera Leticia, lo cierto es que está empezando a cogerle el gustillo a eso de eliminar escoria e indeseables.

Esta mañana, después de hacerse cargo ella sola de un maltratador que acababa de asesinar a su esposa de una paliza y que había salido en libertad bajo fianza por un pequeño malentendido, la encontramos hablando con Joey. Bueno, digamos más bien discutiendo…

―¿¡QUÉ NO TE SIENTES QUERIDA POR MÍ!? –Exclama el joven agarrándola por el brazo y zarandeándola con suma violencia―. ¿NO TE PAGO TODOS TUS PUTOS VICIOS Y TE REGALO COSAS BONITAS Y CARAS?

―¡EL CARIÑO NO ES SÓLO GASTARSE EL DINERO EN COSAS SUPERFICIALES, JODER! –Replica ella, zafándose de un tirón y apartándose de él.

Durante unos instantes, ninguno de los dos dice nada, se limitan a mirarse con expresión compungida él, con el ceño fuertemente fruncido ella.

Por fin, tras este tenso silencio, es Jessica la que vuelve a hablar.

―Además –empieza sin desfruncir el entrecejo―. Yo necesito sentirme deseada y querida en la cama. Y tú, Joey, no lo logras; lo siento en el alma, pero no lo logras.

―¿¡Todo esto es porque me niego a comerte el coño!? –Exclama el joven, clavando en la guapa colombiana una escandalizada mirada.

―Por eso, y por muchas más cosas, Joseph –replica Jessica sosteniendo la mirada de su novio, desafiante y con un punto de cierta altanería en el gesto.

Vuelve a hacerse el silencio entre ambos y, como la vez anterior, es la joven colombiana la que vuelve a hablar, con palabras igual de duras o más que antes.

―También está el hecho de que llevamos dos meses acostándonos juntos y todavía no me has presentado a tu familia –Joey va a decir algo, pero ella lo ataja con un rápido gesto de su mano derecha―; se que es temprano para hablar de nada, siquiera de noviazgo, pero…

Y entonces, cuando la cosa parece que no puede ir peor para el joven Joseph, Jessica suelta la última bomba…

―Además –dice tomando las manos del muchacho entre las suyas―. Estoy embarazada, y después de conocerte, no sé si quiero estar con alguien como tú para sacar adelante al niño que llevo dentro.

―¿E―es mío? –Inquiere Joey con voz temblorosa.

―¿Ves? –Casi grita la bella colombiana, mientras sus bellos ojos castaños lanzan chispas de pura furia―. ¿Eso es todo lo que se te ocurre preguntarme, que si es tuyo?

―¡Mierda, Jessica!

―No, no es tuyo; me vine embarazada de Bogotá, huyendo de un hijo de puta integral.

―¿P―piensas tenerlo? Si quieres, mi padre conoce a un Doctor que…

No puede seguir hablando.

La bofetada es brutal, tanto que llega a girarle la cara.

―¿CÓMO COÑO TE ATREVES A PROPONERME UNA COSA ASÍ, JODIDO HIJO DE PUTA? ¡LÁRGATE AHORA MISMO DE AQUÍ! –Furiosa, abre la puerta del pequeño apartamento y empuja al joven hacia el oscuro rellano y vuelve a cerrar luego tras de sí, aunque no sin antes gritar con todas sus fuerzas―. ¡NO QUIERO VOLVER A VERTE EN MI PUTA VIDA!

Pasados un tiempo, y una vez se ha cerciorado de que Joey se ha marchado, Jessica se deja caer en la cama hecha un mar de lágrimas, al tiempo que musita para sí…:

―¡Jodido capullo! ¿Acaso no te das cuenta de que no me aportas nada?

Más tarde llamará  a Leticia y le propondrá salir de marcha. Lo necesita más que nunca. Agradecería incluso que el viejo la llamase para encomendarle una misión…

CAPÍTULO 9º

EL NACIMIENTO DE LAURA

Y la vida continúa para la joven Jessica Montoya.

Ha pasado el tiempo y ya se ha rehecho del duro revés sentimental y ahora, después de tanto tiempo, está esperando el nacimiento de su primera hija.

Está en el hospital, junto a su compañera Leticia, que la coge de la mano y respira y resopla con ella mientras el atractivo Doctor le insiste en que empuje con todas sus fuerzas, que todo va bien, según lo previsto.

Y por fin, una pequeña y regordeta criatura llega al Mundo y pronto, la sala de partos se llena con sus tremendos berridos mientras su madre la toma en brazos, después de que la enfermera la haya limpiado, y la besa la frente.

―¿Cómo la vas a llamar? –Inquiere Leticia acariciando los castaños y finísimos cabellos de la bebita.

―Laura Lucía –responde la guapa madre sin pensarlo un instante.

―Es un nombre bonito –Leticia sonríe y luego se despide de su compañera, tras pedirle que descanse.

Jessica ya es mamá, y se siente feliz y orgullosa de ello.

Pero éste no es el único cambio en su vida: Meses antes, y por mediación de los altos cargos de la Compañía, y como tapadera a sus actividades asesinas, la metieron en un empresa de alta tecnología neoyorquina donde se maneja a la perfección, y en la cual le han otorgado la baja por maternidad para que pueda cuidar durante el tiempo que haga falta de su pequeña recién nacida.

Por otra parte, su amistad con Blanca Negredo se ha afianzado completamente, convirtiéndose en algo más que amigas íntimas. Por desgracia, el día del nacimiento de Laura, Blanca tenía una misión que cumplir, lo que le ha impedido estar con ella en este momento tan importante y crucial de su vida.

Como era de esperar, Joey intentó volver a su vida, pero ella volvió a rechazarlo con más ímpetu si cabe que la vez anterior.

―Ya cometí un fallo una vez, y me arrepentí –le dijo mientras le arrojaba a la cara el carísimo y precioso ramo de rosas que le había comprado―. No volverá a ocurrir. Si te vuelvo a ver por aquí, haré que seas tú quien se arrepienta.

Luego, le cerró la puerta en las narices mientras en su lindo rostro se formaba una sonrisa de oreja a oreja.

Lo cierto es que ahora la vida le sonríe y no se puede quejar.

En poco tiempo se ha hecho un nombre en la Compañía a base de aceptar misiones y objetivos podría decirse que arriesgados, durante las cuales pudo conocer a infinidad de hombres, a cual más zafio y arrogante, a los cuales no tuvo el menor remordimiento en eliminar no sin antes, eso sí, de disfrutar de un placentero ratito de sexo con la mayoría de ellos.

Ahora que su bebé ha nacido, Jessica Montoya está dispuesta a disfrutar de ella lo más que pueda, y nada ni nadie se lo va a impedir.

Es una calurosa tarde de finales de Agosto y nuestra protagonista se encuentra en una cafetería del Manhattan Mall tomando algo con Blanca.

―¿Sabes qué rumor circula ahora por la Compañía? –Pregunta de repente la joven de Cali antes de dar un largo y ruidoso sorbo a su Coca―Cola Light.

Jessica enarca sus cejas antes de replicar visiblemente divertida y deseosa de saber más.

―¡No! Pero seguro que tú me lo vas a contar ahora mismo.

―Dicen que Leticia está liada con Klausen –tras decir esto, Blanca permanece en silencio, en espera de la reacción de su compatriota.

―¡No! ¿¡Leticia y el “Lobo”!? –Exclama por fin Jessica, haciendo que su amiga y compañera lance una divertida carcajada antes de responder entre risas…:

―¡Sí! Yo tampoco me lo podía creer cuando me enteré.

De momento vamos a dejarlas ahí, disfrutando de su amistad y camaradería y ya volveremos más tarde con nuestra protagonista.

CAPÍTULO 10º

LA GENTE DELESPEJO

Han pasado diez años desde que Jessica Montoya llegase a New York y entrase a formar parte de una organización ultrasecreta conocida simplemente como la Compañía, y las cosas no le van del todo mal.

Hemos de decir que llegó a casarse con un buen hombre que le dio los apellidos a su pequeña Laura Lucía, pero que aquello, aunque duró algo más que su relación con Joey, también terminó por romperse y que ahora vive sola, sin más complicaciones que hacer malabarismos para no descubrir su doble vida como secretaria de día y asesina a sueldo de noche.

También decir que, gracias a su trabajo como asesina a sueldo, su nivel de vida subió lo suficiente como para poder alquilar una pequeña pero cómoda casita en Blooming Groove a unos diez kilómetros de New York.

Es Martes por la tarde, las 18:00 para ser exactos, y acaba de llegar a su casa tras una dura jornada laboral soportando las libidinosas miradas de su jefe sobre sus turgentes y voluptuosos pechos.

Sospecha que su superior se vale de su posición para acosar sexualmente a otras empleadas, pero de momento no tiene pruebas.

―¡Hola, mami! –Su hija, convertida ya en una preciosa niña de largos y ondulados cabellos castaños, sale a recibirla en cuanto ella abre la puerta de la casa.

―¡Hola, mi amor! –Ella se agacha y deja que la pequeña la abrace.

Su hija es lo que más quiere, y por nada del Mundo permitiría que nada ni nadie le hiciera daño.

―¿Hoy también saldrás a trabajar? –Laura clava sus lindos ojos castaños en los de su madre, que le sonríe y vuelve a abrazarla con fuerza.

―No lo sé, mi amor –dice luego la hermosa madre mientras se sienta en el sofá y enciende la tele―, si me llaman, tendré que ir. Pero te prometo estar aquí a tiempo para darte las buenas noches.

―¿Me lo prometes?

―Te lo prometo.

Tal y como se temiesen ambas, una hora más tarde, el móvil “especial” de Jessica Montoya suena.

Es Letizia Hot para pasarle instrucciones sobre la misión de esta noche.

Por suerte, se trata de un trabajo sencillo.

Un traficante de armas que ha evadido, gracias a sus contactos con las altas esferas, demasiadas veces a la Justicia.

Antes de las doce de la noche, nuestra protagonista está en casa, a tiempo para dar a su hija las buenas noches.

Otra de las cosas a las que a aprendido a disfrutar Mónica es del sexo con sus objetivos. Y esta vez no ha sido diferente.

El pobre idiota estaba bastante bueno y le ha proporcionado un buen rato de placer, junto a un par de buenos orgasmos.

Y por fin llega el fin de semana. Dos días que piensa disfrutar a tope con su hija, para lo cual ha pedido a su amiga Blanca que se encargue ella de sus posibles misiones.

Pasea junto a su hija por una concurrida calle comercial de New York, cuando sus bellos ojos castaños se posan en el escaparate de una pequeña librería, más exactamente sobre un pequeño libro, de apenas cien páginas, titulado LA GENTE DEL ESPEJO.

―¿Qué miras, mami? –Inquiere Laura, divertida―. ¡Te has quedado embobá! –Exclama luego lanzando una divertida carcajada.

Pero su madre no responde.

Se limita a entrar en la librería y preguntar por el precio del librito…

FIN

EPÍLOGO

Son las doce de la noche cuando Jessica Patricia Montoya por fin se duerme, después de haberse terminado el libro adquirido en la pequeña librería…

Se duerme con este pensamiento en la cabeza, mientras se acaricia los enhiestos y duros pezones…:

“John Bowman. Si follas igual de bien que escribes… Mmm…”

*TRADUCIDO DEL ALEMÁN