Mas alla del atlas - 2

Joven industrial secuestrado en Marruecos

MÁS ALLA DEL ATLAS – 2

Después de aquella visita, y antes de volver a dejarme solo, me echaron un cubo de agua fría por encima y me dijo, aprovéchala porque es la única agua que vas a beber en varios días. Cerraron la puerta y me volvieron a dejar solo, no recuerdo cuanto tiempo me tuvieron en esa situación, en aquel cuarto hacia un calor espantoso, el agua que me habían echado por encima se había evaporado hace tiempo, y el cuerpo, aun a pesar de estar desnudo lo tenía completamente empapado de sudor, me es estaba deshidratando. Trate de relajarme, de pensar en algo que no me recordase donde estaba, era imposible, atado a una silla, con la boca cubierta por una cinta americana, desnudo y sudando, lo único que me venía a la mente era como salir de aquel infierno.

No sé el tiempo que paso, abrieron la puerta, entraron dos hombres, uno se acerco y de un golpe, me arranco la cinta que cubría mi boca, con ella me arrancaba la barba de varios días,  el otro me dijo.

-          ¿Tienes sed? Me supongo que sí, pero si quieres beber, tendrás que pedirla con humildad rogando que te demos de beber, si no lo haces, seguirás teniendo sed, hasta que ruegues tan solo por unas gotas de agua. Además para beber, tendrás que cumplir con una serie de condiciones que te daré, de momento te voy a dar esto. Para ayudarte a pensar.

El que me había sacado la cinta de la boca, se acerco con una jeringuilla que tendría una capacidad de unos 75cc. Me la metió en la boca y me insuflo su contenido de un solo golpe, casi me ahoga, no me daba tiempo a tragar aquella pequeña cantidad, que me metía a presión, luego me volvió a poner la cinta en la boca y se marcharon. Aquel poco de agua no había sido lo suficiente para saciar mi sed, parte de ella se había escapado por la comisura de mis labios, pero había humedecido mi boca y algo mi garganta.

No sabía qué tiempo había pasado desde aquella jeringuilla de agua que me habían dado, me supongo que uno o dos días, y volvieron a entrar en aquel cuarto.

-          ¿Qué, tienes sed?, quieres beber?

Yo moví la cabeza afirmativamente.

-          Si te doy agua, vas a obedecer a todo lo que se te mande sin oponer resistencia ni malas caras?

Nuevamente moví la cabeza afirmativamente.

Entonces uno de aquellos hombres, se acerco, me quito la cinta de la boca y me dio una botella, que me puso en la boca, yo desesperadamente la abría para que derramase en ella el agua que necesitaba. No me dejo beber mucha y me dijeron.

-          Te vamos a soltar de la silla, y te voy a poner unos grilletes en los pies y un collar al cuello, todo ello unido por una cadena. Ahora te traerán un cubo un cepillo y una pastilla de jabón, con todo ello, fregaras el suelo hasta dejarlo tan limpio que te puedas ver en él, si no está como te digo te volveré a atar y a quitarte el agua, si necesitas más agua para fregar la pides, pero piensa que te estaremos vigilando no podrás beber esa agua si no quieres morir, el ella estará disuelta una botella de legía, entendiste?

Volví a mover la cabeza afirmativamente, antes de soltarme de la silla, me pusieron un collar al cuello, con una cadena que se bifurcaba a la altura de las rodillas y terminaba en unos grilletes que me sujetaron a los pies, entonces me soltaron de la silla la retiraron, trajeron un cubo con agua un cepillo y una pastilla de jabón, me lo dieron y se marcharon, cerrando la puerta.

Allí me volví a quedar solo, sentado en el suelo, desnudo y pensando porque me había pasado esto a mí, yo que nunca me había metido con los marroquíes, que les había dado trabajo a los que fueron a pedirlo, que monte una empresa en Marruecos, aprovechando las facilidades fiscales que daba el gobierno Marroquí, eso sí, como catalán, la pela es la pela, que tenía amigos marroquíes, y sin más me puse de rodillas a fregar aquel suelo frotando con jabón y cepillo, con un agua llena de lejía que me daba más sed, por no poder beberla, tuve que pedir tres veces más agua para el cubo, ya que aquel cuarto tenia mas mierda que el establo de los camellos.

Cuando termine, vinieron a ver como había quedado, al parecer el resultado fue satisfactorio, en compensación, me trajeron un poco de cuscús y una jarra con agua, esa fue toda mi comida en 5 días, según mis cálculos, que estaba en aquel lugar, al probar el cuscús, lo escupí, estaba saladísimo, parecía salmuera, si comía aquello en una sentada, tendría que beber 50 litros de agua para poder disolver toda aquella sal de mi organismo, era el suplicio de Tántalo, tener la comida delante y la bebida y no poder comer ni beber si no quería poner mi vida en peligro, no tuve más remedio que comer en muy pequeñas cantidades para que la misma saliva que producía mi boca, pudiese disolver la sal, sería una cantidades como una cucharadita de café, y por lo tanto el agua racionarla lo máximo posible.

Luego, me trasladaron a otra habitación similar a la anterior, y me dijeron que hiciese lo mismo, fregar el suelo y dejarlo completamente limpio. Así me tuvieron durante 10 días, fregando todos los suelos del lugar donde me tenían retenido, las raciones de comida siempre eran las mismas, pero notaba que ya no eran tan saladas.

Un día me dieron una chilaba y un Hidjab, pañuelo para cubrir la cabeza, que utilizan las mujeres marroquíes y por general todas las musulmanas y me mandaron salir. El sol me molestaba los ojos, seguía con el collar en el cuello y los grilletes en los pies, y me mandaron recoger leña de los alrededores del lugar, no había ninguna vivienda en varios kilómetros a la redonda, no estábamos en el desierto, más bien a la ladera de alguna montaña, la vegetación eran arbustos, cerca de la casa donde me tenían había un pozo, me mandaron sacar agua de él y llenar unos aljibes en el interior de la casa, todas las labores que me mandaban eran propias de las mujeres marroquíes, ya se sabe que en el mundo árabe-musulmán la mujer esta relegada a labores domesticas y sometida a la voluntad de su esposo o jefe de familia, la ropa que me habían dado eran de mujer, en si no me importaba, ya que al estar desnudo, si salía al exterior sin cubrirme el sol me quemaría el cuerpo, además con la chilaba me cubría las cadenas de los pies y el pañuelo el collar del cuello .

Cuando termine de hacer lo que me habían mandado uno de los hombres que me vigilaba me llevo a un cuarto y me dijo.

-          Desde hoy, trabajaras aquí, obedecerás a todo lo que te diga la mujer que vendrá dentro de un momento, le ayudaras y aprenderás a cocinar la comida nuestra, no intentes escapar, ya que no durarías ni una hora fuera del lugar, te tenemos preparado un destino que cuando llegues a él disfrutaras el resto de tu vida.

En eso entro una mujer, ya mayor, vestida con una chilaba y un hidjab, su aspecto era el de una mujer del campo, curtida en el trabajo del hogar, gruesa, tez oscura, típica de las mujeres marroquíes del campo, se llamaba Mahira,  ella no hablaba español ni francés, solo marroquí, me daba órdenes, pero yo no la entendía y al no obedecerla, me golpeaba con un cinturón de cuero en las piernas y la espalda, poco a poco fui captando lo que quería que hiciese, todas sus ordenes se relacionaban con las labores domesticas, lavar la ropa, cocinar, limpiar etc. llegue a comprender que me tenían como a una muchacha de servicio, para hacer todas las labores más pesadas del hogar.

Me retenían por la noche en un cuarto donde enganchaban las cadenas a una argolla que estaba en la pared para evitar que escapase.

Ya no se cuanto tiempo permanecí en esa situación, tal vez meses, aprendí la cocina marroquí, las costumbres ya no solo de los hombres, sino de las mujeres, me trataban como a una mujer al servicio de los hombres, pero afortunadamente no estaba al servicio sexual. Un día me llevaron a otra casa, más grande, y me metieron en una habitación más cómoda que la que había tenido hasta la fecha, por lo menos tenía una colchoneta donde poder dormir, y un sitio donde poder hacer mis necesidades. La alimentación era mejor dentro de la cocina marroquí. Al cabo de unos meses, note unas sensaciones raras en todo mi cuerpo, la barba no me crecía con la fuerza que lo hacía antes, y mi piel la encontraba más suave, lo achaque al régimen alimenticio, tal vez la mayor ingestión de productos naturales hacían que mi cuerpo se depurase mas naturalmente, desintoxicándose de todos aquellos productos químicos que les ponen a los productos industriales en los alimentos.

Mi vestimenta, seguía siendo la de una mujer, y mi comportamiento ante los propietarios de la casa tenía que ser igual, o me exponía a recibir soberanas palizas. A la casa acudían con frecuencia una serie de personas que por lo general permanecían un fin de semana, siempre que acudían tenía más trabajo, hacían lo imposible para que estuviese limpiando etc., demostrando que sabía hacer mi trabajo.

En aquella casa, permanecí un año, un día unos señores me llevaron a otra casa, similar para hacer las mismas labores, de limpieza, cocina, un día el amo de la casa me llamo y me dijo.

-          He comprobado, que en todo este tiempo, aprendiste muy bien nuestras costumbres, te estás convirtiendo en una perfecta mujer marroquí y por ello voy a premiarte ya sabes cómo se porta la mujer en este mundo, pero necesitas ser mas mujer.

Aquellas palabras, me asustaron, algo me vino a la mente, que querían hacerme, tal vez….

CONTINUARA