Más allá de la vida hay más vida I

Primero - Halloween amoroso :3

Ella se hacía llamar Brand porque su nombre no le gustaba y si algo no le gustaba, ella solo lo cambiaba y ya. El nombre que estaba escrito en su carta de nacimiento era Brenda. Era una chica normal en varios aspectos: tenía buenos amigos, le gustaba el deporte, dibujar y escribir, el único e insignificante detalle que la diferenciaba de los demás era que ella podía hablar con los muertos.

Brand pasaba gran parte de sus noches rondando el cementerio de su pueblo, ayudando a los fantasmas a cruzar hacia el otro lado, contando historias en el panteón de los niños y resolviendo otros problemas: daba largas charlas sobre por qué los muertos ya no comen, ni duermen, ni mucho menos sienten dolor. Mientras los más dramáticos se retorcían en sus tumbas, ella esperaba cruzada de brazos el final del acto y luego les explicaba las razones de por qué ya no podían sentir nada. Estaba acostumbrada a ese tipo de cosas, por eso, cuando un anciano y verdoso espíritu se le apareció una noche gritando al eco del cementerio una especie de lamento, ella simplemente, ajena del momento, le dijo que tenía que descansar en paz.

Siete noches que nunca acabarán, hasta que evites el desastre, siete noches deberán pasar. Una y otra vez, otra y una vez hasta que resuelvas los errores de quien no te quiere hacer daño.

Brand lavaba sus dientes aún con los ojos cerrados. Su cabello rizado parecía tener vida propia y algunos mechones le acariciaban los ojos y la nariz.

  • Que pintas tienes cuando te levantas – le dijo Nancy, su hermana pequeña.

  • Nunca te vas a cansar de aparecerte aquí cada día para decirme lo mismo – dijo Brand.

Nancy tenía los mismos rizos que su hermana, pero de un castaño más claro, casi rubio. Claro, eso no lo podía notar a simple vista Brand, porque ya habían pasado tres largos años desde que Nancy había muerto. Y con su partida, había llegado el extraño don de poder ver a los, no muy deseados, espíritus.

  • Hermanita – le dijo Nancy – que tengas un lindo día – y desapareció.

Brand estaba acostumbrada, le gustaba de cierta manera que su hermana apareciera de vez en cuando a saludarla, pero le preocupaba el hecho de que aún estuviera vagando entre los dos mundos. Y por más que había intentado hacerla cruzar al otro lado, su hermana siempre le decía que aún no era su tiempo.

Decidida a pasar sus vacaciones en grande, sin tantas visitas nocturnas al cementerio, decidió vestirse deportiva y salir a correr. Amarraba las trenzas de sus zapatos cuando un gélido viento irrumpió en su habitación y lanzó al suelo los papeles y libros que Brand tenía sobre su escritorio.

  • ¡Les he dejado muy claro que no permito visitas en mi casa, mucho menos en mi habitación! – exclamó molesta.

  • p-perdón – dijo el fantasma que acababa de llegar.

Brand resopló mientras recogía sus cosas del suelo y las volvía a poner en su lugar. Estaba un poco sorprendida por la fuerza de aquel espíritu, pero su sorpresa fue más grande cuando, al levantar la mirada, se encontró con una joven muchacha que flotaba sobre sus pies, con el cabello rojo intenso en llamas y los ojos perdidos de miedo. Temblaba y se abrazaba a sí misma.

  • por dios – dijo en voz baja.

Normalmente, a Brand no la visitaban espíritus jóvenes y mucho menos con tanto color. Todos siempre eran pálidos y parecían tener años intentando encontrar su lugar. Brand solo pudo deducir una cosa: esa chica acababa de morir.

  • no sé qué acaba de pasar – dijo con voz temblorosa, mientras se deslizaba a los lados y tumbaba más cosas.

  • deja de moverte – le dijo Brand – primero – agregó con una sonrisa.

  • ayúdame – le suplicó.

Brand asintió, mientras se preparaba para dar su discurso.

  • acabas de morir – soltó. Si bien Brand no tenía mucha delicadeza, trataba de ser amable con ella.

La chica se precipitó sobre las paredes, haciendo caer sillas y lámparas. La luz pestañeaba y un horrible olor a desagüe inundó la habitación.

  • no entres en pánico – le dijo para intentar calmarla, pero la chica no la escuchó.

La habitación empezó a temblar y de repente, el espíritu desapareció.

Brand suspiró, su habitación estaba hecha un desastre, sin embargo, se terminó de atar las trenzas de sus zapatos y salió.

Mordió un pan tostado, se despidió de su mamá y cuando la brisa de la mañana le cubrió el rostro, sonrió. Y empezó a correr.

“No tengo razones, ni espacio para las preocupaciones. Nada podría robarme la libertad que siento ahora mismo”

Los árboles pasaban por sus ojos y seres pálidos y verdosos también. Niños, jóvenes, adultos, ancianos, perros y gatos.

Una multitud rodeaba la entrada de un edificio en construcción, la sirena de la ambulancia llenaba el ambiente ya pesado, la policía delimitaba con cinta amarilla un área que Brand no podía ver y un montón de espíritus curiosos flotaban sobre la gente y murmuraban entre sí.

Brand disminuyó su paso e intentó mirar hacia el otro lado, pero no pudo ver nada. Llena de muy poca curiosidad, frunció los labios y siguió corriendo. Y la libertad duró poco.

Se detuvo a tomar agua en mitad de un parque y se sentó en uno de los bancos a descansar. Miraba de un lado a otro, nerviosa. Le gustaba estar sola, pero esa soledad que sentía, le producía inquietud. Había demasiado silencio.

  • hay algo extraño en el aire, ¿no? – dijo una voz en su nuca.

Brand se sobresaltó y al mirar quien le hablaba resopló – no hagas eso – le dijo.

  • deberías acostumbrarte ya – respondió.

  • ya estoy acostumbrada, pero a nadie en su sano juicio le gustaría que le hablaran en la nuca – espetó – y tu aliento es demasiado frío – concluyó.

  • sí, ajá, perdón – dijo el chico – necesito cruzar, de verdad, estoy cansado, literalmente.

  • tienes que recordar algo que impida que te vayas – le dijo Brand.

  • ya sé, pero no puedo recordar nada – dijo el chico mientras ponía las manos en su cabeza.

  • ¿qué te gustaba hacer mientras estabas vivo? – le preguntó.

  • uhm… recuerdo que tocaba la guitarra… todo el tiempo – dijo mientras dibujaba acordes en el aire con sus dedos.

  • ¿escribías canciones? – preguntó de nuevo.

  • sí, eso creo.

  • tal vez trabajabas en una cuando moriste. ¿Cómo pasó?

  • me caí del escenario – dijo apenado – había bebido demasiado – abrió sus ojos de repente – necesito terminar el concierto – dijo y desapareció.

Brand sonrió mientras negaba con la cabeza. Así eran sus días normalmente.

Empezó a correr nuevamente y el desagradable olor que había sentido en su habitación la volvió a envolver.

  • por dios, que asco – dijo.

A veces veía pasar líneas rojas a su alrededor, se asustó un poco pensando que tal vez se había esforzado demasiado, pero no se sentía cansada, así que siguió corriendo.

Caminó durante la última cuadra con los susurros del viento en sus oídos. Los ecos que pedían ayuda aún le erizaban la piel.

Se duchó rápido y salió a la cocina para comer algo.

  • ¡Brand! – gritó el chico del parque.

Brand se resbaló del susto y cayó al suelo.

  • ¡no vuelvas a hacer eso! – gritó desde el suelo.

El chico intentó ayudarla, pero sus brazos solo traspasaban la piel de la chica.

  • basta, basta – le dijo, alejando sus fantasmagóricas manos de ella que le producían escalofríos.

  • Brand – dijo desesperado – ayúdame a hacer un concierto – le pidió.

Iban a ser unas divertidas vacaciones.

Había sido un largo día. Entre la búsqueda de un sitio para que el músico fantasma diera su concierto y pudiera por fin irse en paz y el nauseabundo olor que rodeaba a Brand, el cansancio se apoderaba de ella. Y mientras miraba el techo acostada en su cama, la chica del cabello rojo volvió a aparecer con su estruendo.

  • perdón de nuevo – dijo esta vez más calmada a la vez que hacía el intento de recoger la silla que había tirado con su llegada, inútilmente.

  • no puedes aparecerte aquí, luego querrán venir todos y eso sería un poco desagradable – le explicó Brand.

  • necesito que me ayudes – le suplicó – no entiendo qué me pasó, no entiendo por qué siempre que quiero buscar respuestas aparezco aquí, nadie puede verme, excepto tú.

  • ¿entiendes que ya no estás viva? – Brand no tenía nada de tacto.

El cabello de la chica se iluminó, igual que su piel transparente, como un suspiro. Ella asintió.

  • ¿no lo recuerdas? – le preguntó, la chica negó con la cabeza – hay un horrible olor que te persigue – le explicó – y me persigue a mi también, has estado todo el día rondándome ¿no es así?

  • pensé que no me veías – le explicó – me sentía muy débil.

  • te pasarán algunas cosas estos días, cosas que nos ayudarán a saber cómo moriste – le dijo Brand – te puedes quedar conmigo mientras, te explicaré todo lo que pueda sobre lo que viene.

  • ni siquiera puedo recordar qué hacía, ni mi familia – le dijo la chica asustada.

  • ¿Y tu nombre?

  • Noa – respondió al instante con un brillo fantasmal en los ojos.

  • Noa – repitió Brand – mientras averiguamos tu vida y… muerte – dijo intentando no sonar grosera – vas a ayudarme a planear un concierto – y sonrió.

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@MyLifeAsThunder

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Damn, los estudios, el trabajo, la tesis, mi mamá, los bachaqueros, los choros, todo caro, todo confabula para que yo no escriba. Pero, es Octubre, Halloween, algo tenía que hacer para darle justicia a mis extraños gustos fantasmales.