Martita, recorrido hacía la perversión. 01.

Mujer casada intenta su satisfacción sexual dentro del matrimonio.

Martita, episodio 01:

Esta es la historia de una mujer normal que ha llegado a una edad madura, 45 años, y que descubre en ese momento una nueva dimensión del sexo.

Se llama Marta, está casada desde hace 24 años con Pedro, tiene un hijo de 23 y una hija de 21 años. Su marido tiene un año más que ella, es bien parecido, con buen físico, además tiene una buena conversación, aunque un poco cabezón. Marta mide 1,67, es rubia natural y suelo llevar el pelo largo y rizado, tiene un físico con muchas curvas, un pecho precioso de 95 y un culo de infarto, es muy voluptuosa. Su forma de vestir es elegante y discreta, casi siempre va con trajes de chaqueta y falda, unas veces debajo de las rodillas otras por encima, pero nunca minifalda, usa zapatos de tacón pero no muy alto. Sin ser guapa, en general, es atractiva.

Empezó a trabajar en una oficina de un banco hace 10 años, gracias a los contactos de su marido que es un directivo de una empresa que trabajaba con dicho banco. Hace 1 año fue trasladada a la central de dicho banco, con un sueldo bastante bueno. Estaba en una sección formada por unas 30 personas de entre 30 a 50 años, casi todos. El jefe de la sección y un adjunto tendrían cerca de 60 años y otro jefe intermedio andaría por los 50.

Y ahí comenzó el cambio de Marta. Para empezar el trato entre los compañeros era muy cercano, o eso parecía, se celebraban los cumpleaños, a veces los santos y el comienzo de la primavera, el verano o las Navidades, en ocasiones incluso la vuelta de estas épocas.

Al final, siempre quedaban los jueves, tanto si hubiese algo que celebrar o no. Los jueves al salir del trabajo a las 6 de la tarde, quedaban en un bar cercano y aunque no iban todos, como poco solían estar entre 10 o 15, siempre estaban los 3 jefes, los separados, divorciados, solteros y los casados con hijos mayores, mujeres eran normalmente 2 a 5. También se celebraban fiestas del edificio central para todo el personal en Navidades y para el personal y sus parejas se realizaba una fiesta de disfraces en carnaval, a estas casi no faltaba nadie a no ser que estuvieran enfermos.

A Marta, desde el principio la dijeron que era necesario que estuviese en las salidas de los jueves para que conociera mejor a sus compañeros. Y ella lo hacía, no le gustaba mucho eso de estar de bares y las conversaciones casi siempre eran muy picaronas. Pero aguantaba como podía, hablaba poco y se solía escapar con los primeros que se iban. Alguna vez se quedaba alguna mujer y unos cinco hombres que seguían hasta altas horas. Su marido la animaba a que se quedara más tiempo, para que se integrara mejor en el grupo, pero después de un mes y cuatro salidas seguía sin gustarle nada, sobre todo porque, como la veían tan cortada, empezaron a llamarla Martita. De niña la llamaban así y nunca le gustó y ahora con 44 años volvían a llamarla así, era desesperante.

Como os imagináis, yo soy uno de los compañeros de Martita, exactamente, soy el jefe intermedio. Estoy separado desde hace más de 10 años y tengo 49 años, soy un tipo muy normal, mido 1,76 y un poquito de barriguita, soy un maduro resultón. Yo era de los que me quedaba hasta tarde y hablábamos un montón de Marta, la verdad es que era la Tía mas buena que había trabajado en nuestra sección. En un principio nos pareció muy normal, pero según la observabas día a día, te dabas cuenta de sus encantos, aunque vestía de manera muy formal y mojigata. Los que nos quedábamos a últimas horas la criticábamos bastante, nos parecía muy estirada y además parecía muy ambiciosa, ya que le gustaba destacar en exceso en el trabajo, sobre todo delante de los jefes. También se notaba que no le gustaba nada las salidas de los jueves. Los Tíos siempre acabábamos diciendo lo que haríamos con su culazo y sus tetas, si lo tuviéramos a mano, claro.

Este jueves, a las 4 de la madrugada, ya se habían ido todos menos el jefe que se llama Juan, el adjunto Javier, Raúl que es uno de los empleados al que llamamos Raulón y yo que me llamo Miguel. Y claro a esas horas ya estábamos un poco alcoholizados, y criticábamos a Martita: que si era tan seria porque le hacía falta un buen polvazo, que si su marido no le daba la caña necesaria, etc.

Raulón se había obsesionado con sus tetas y nos aseguro que conseguiría tirársela, nosotros le vacilábamos que no era capaz, que era demasiada mujer para él, demasiado fina para lo bruto que era él, que ni siquiera le miraba en la empresa, bla bla bla. Se pillo un mosqueo de narices y volvió a asegurar que no solo se la tiraría, sino que la convertiría en la mas putita de la casa (como comúnmente llamamos al banco).

Ciertamente si existía alguien que podría acostarse con ella era Raulón, ya que tiene 40 años, mide 1,85, está cachas, ojos verdes, tiene mucha labia, aunque cuando los temas se volvían picarones decía muchas burradas, además, lo más importante, es que tiene un pollón de 20 cm, por eso le llamábamos Raulón, y nos dábamos cuenta que las tías disimuladamente le miraban la entrepierna, porque aun en reposo se le notaba un montón. De todas formas nos hizo prometerle que le echaríamos una mano para conseguirlo, porque la verdad es que incluso para él, lo veía muy complicado.

Marta ya estaba cansada de las salidas de los jueves, no es que tuviera muchas cosas que hacer en su casa. Su marido Pedro, solía llegar tarde y como mucho cenaba y se iba pronto a la cama, ni siquiera los fines de semana le hacía mucho caso, salían a comer o cenar con algunos amigos o familiares, y el resto del tiempo, ella realizaba labores de la casa y el, después de la semana laboral tan exhaustiva, estaba casi siempre descansando. De todas maneras lo tenía en un pedestal, era muy agradable e inteligente y la trataba con cariño. Ahora, además, los hijos eran mayores y los veía muy poco entre la universidad y las salidas de los fines de semana.

Sexualmente, la cosa no iba bien, aunque disfrutaba un montón del sexo, lo hacían una vez al mes, exactamente el primer sábado del mes, pero en cuanto surgía cualquier problema se lo saltaban. Marta estaba caliente todo los días del mes y había intentado hablar con su marido cuando no estaban sus hijos, pero el siempre le decía que era algo temporal que ahora estaba así por el estrés del trabajo, que pronto cambiaría, pero así llevaban 4 años.

Al final se había acostumbrado a hacerlo esa vez al mes y se preparaba a conciencia para ello, ya que descubrió que los sábados que tocaba, si salían con amigos y su marido tomaba alguna copa de más, hacia el amor más salvaje y tardaba mas en llegar. Las primeras veces le resultó un poco violento, pero a fin de cuentas así solía llegar a tener varios orgasmos, algunos de ellos seguidos y se quedaba satisfecha durante unos cuantos días. Solía ponerse la ropa interior blanca y de encaje, en las últimas ocasiones se ponía un corpiño, también blanco. En esas sesiones él la trataba de manera muy dominante y ella se dejaba hacer, comportándose complaciente y sumisa.

Parecía increíble que comportara así, porque fuera de esas ocasiones ella era muy mandona y organizadora, daba la sensación que la persona dominante en la pareja era ella. Pero ahora, con ese sexo tan animal sentía unas cotas de placer fuera de lo común, por eso intentaba, por todos los medios posibles, quedar a cenar fuera con amigos y desde el momento en que se ponía la ropa interior tan provocativa, cambiaba su carácter y hacia todo lo que le pidiera su marido y nunca le llevaba la contraria.

Normalmente lo hacían en la cama, con la luz apagada, ella tumbada boca arriba y el se ponía a su lado y comenzaba a besarla, la acariciaba suavemente los pechos por encima del camisón, después metía la mano por los laterales y se los amasaba un buen rato, los tenía muy sensibles, y solía estar cerca del orgasmo, después la ponía de lado, poniendo su culito hacia él, la bajaba las bragas y se la metía en su coñito desde atrás. Si le seguía amasando las tetas llegaba al orgasmo sin problemas en caso contrario se quedaba a dos velas, así que intentaba por todos los medios que se las agarrara.

Cuando salían los sábados y él tenía alguna copa de mas la cosa cambiaba, se transformaba, nada mas entrar en la habitación comenzaba a besarla con mucho deseo y estando de pie se ponía detrás de ella y la seguía besando, ella con la cabeza ladeada. Normalmente sus brazos los tenia cruzados delante de su cuerpo, pero se los hacía bajar y comenzaba a tocarla los pechos por encima de la ropa, le quitaba la chaqueta y le desabrochaba la blusa, la dejaba de besar y comenzaba las caricias de la tetas alrededor del sujetador, por encima, las sopesaba, hasta que metía las manos desde arriba hacia los pezones, a ella le volvía loca.

El, cuando ya tenía sus pezones entre sus dedos los acariciaba frenéticamente, y ella suspiraba como una loca. Le bajaba la copa del sujetador, dejando al descubierto casi todo su pecho desnudo pero sujeto desde abajo por el sujetador, así quedaban las tetas erguidas, le quitaba la blusa, y volvía a manosear sus pechos como un poseso y le pellizcaba los pezones, ahí en ocasiones llegaba al orgasmo, lo hacía inflando su pecho lo mas que podía, contraía su pelvis, que hacía que sacara hacia atrás un poco su culito y que notara la erección de su marido, él al notarlo, soltaba un pezón y le ponía la mano abierta en el bajo vientre, justo encima del monte de venus, sobre la falda, y se lo presionaba para que sacara mas el culo hacia atrás y que sintiera todo su pene entre sus nalgas. Ella no paraba de convulsionarse y él seguía pellizcando con una mano uno y otro pezón y con la otra haciendo fuerza la movía para que se frotase su pene erecto con el culo de ella.

Cuando ella se calmaba un poco, la tiraba en la cama boca abajo y la llevaba hacia el centro de la cama, colocando la cabeza en un borde. Como solía ponerse en estas salidas faldas estrechas y un poco por encima de la rodilla, la dejaba con las piernas estiradas y juntas, y empezaba subiendo sus manos por las piernas desde los pies, al principio llevaba pantys, pero al poco tiempo, para excitarse más, decidió ponerse siempre medias y liguero en invierno y las braguitas por encima del liguero y eso que le daba mucha vergüenza comprarlo.

Su marido subía sus manos por las piernas hasta la falda, entonces una de las manos la metía por dentro de la falda, la otra la cogía por la cintura y la tiraba hacia arriba, para que quedara su culito en pompa, ella al principio se resistía y el sacando su mano de debajo de la falda le propinaba unos azotes en el culo, mientras con la otra mano seguía haciendo fuerza en su cintura para que le quedara subido su culo, en pompa, la primera vez sorprendida y asustada se quejo:

  • Martita. Que hacesssssss. – le increpó.

  • Pedro. Psiii, se buena, sino seré yo malo, muy malo.- dijo con mucha seguridad.

  • Martita. Pero que dices, estás loco - mientras se intentaba dar la vuelta.

  • Pedro. Psiiiiiiii. -  mientras volvía a propinarle dos azotes incluso más fuertes.

En ese momento se callaba y temerosa ponía su culito en pompa. Así estuvo en tres o cuatro ocasiones y comenzó a cogerle el gusto y asumió su rol de tímida y sumisa en cuestiones de sexo. Y ahora, aunque sabía lo que él quería que hiciera, simulaba e incluso le provocaba para sentir esos azotes.

  • Martita. Le gusta a usted asi? - subíendo un poco su culito y tratándole de usted.

  • Pedro. Hasta que tengas el culo en posición te seguiré azotando.

Ella, a cada azote que recibía subía un poquito más su culito, pero muy poco y él le metía la otra mano por debajo de la falda y se la iba subiendo. Que visón, ella tumbada en la cama, con la espalda desnuda y el sujetador puesto, la falda subida hasta la cintura con el culo muy en pompa y un poco rojito, el liguero y las braguitas por encima de él. Él con esa visión, incluso la daba algunos azotes directamente en su culo desnudo, ella no podía subir más su culo, a no ser que se pusiera a cuatro patas, pero alguna vez que lo quiso hacer la paro, quería hacer las cosas lentamente, así que ella movía despacio hacia abajo su culo un poco y al recibir el azote lo subía inmediatamente.

Ahora comenzaba a acariciarla su culazo, la parte desnuda y encima de las braguitas, ella estaba muy sensible y le temblaba el culo cada vez que estaba cerca de su sexo. El juntaba la tela de la braguita y se la dejaba como un tanga y seguía acariciándola, ahora con todo su culo al aire, con un dedo o dos, empezaba a subir desde la mitad de los muslos, entre las dos piernas, y subía.

Ella se relajaba y su culo iba descendiendo, en eso recibía otro azote, que la obligaba a dejarlo bien en pompa, ya estaba muy cerca de su braguita y movía su culo despacio de un lado a otro y temblando, porque le subía una corriente por toda su espalda, hasta que le tocaba su sexo por encima de la braguita, provocando pequeñas convulsiones seguidas e intentaba acercar su culo lo mas que podía a ese dedo, poniendo ese culazo mas en pompa si cabe.

Después comenzaba a meterle la mano debajo de la braguita desde el lateral que tenia metido entre su culo, y eso hacía que sintiera como se despegaba la braguita de entre sus cachetes y su sexo y después le volvía a meter la braguita en forma de tanga y estiraba de la parte superior haciendo presión y rozando su clítoris, sentía su sexo totalmente encharcado.

Al cabo de un rato cuando tenía la mano dentro de su braguita, comenzaba a recorrer el canal del culito desde arriba, muy despacio, cuando ella empezaba a sentir que se acercaba a su ano, apretaba su culo y sus piernas y lo bajaba, en ese momento recibía un azote tan fuerte, que daba un respingo dejando su culo lo mas subido posible. Le bajaba las braguitas, despacio, primero descubría el ano, rodeado de pelitos y después se descubría su sexo y se las dejaba a mitad del muslo. Las primeras veces sentía mucha vergüenza por tener su culo totalmente al descubierto, aunque no sabía que su sexo también estaba visible y además se le notaba toda la

humedad.

Que visión tenía su marido. Volvía, de nuevo, a bajar despacio un dedo entre sus nalgas y con la mano derecha le acariciaba su nalga, ella sabía que si bajaba su culo esa mano que la estaba acariciando la azotaría duramente, así que dejaba su culo  erguido y relajado, mientras ese dedo se acercaba a su ano, movía su culo hacia los lados mas por temor que por placer y ya, cuando ese dedo comenzaba a tocar su ano, empezaba a sentir una descarga de corriente por su columna, no entendía que pudiera sentir placer tanto placer en esa parte de su cuerpo. Se entretenía durante un rato, incluso le hacía presión para penetrarle el ano con el dedo, solo un poquito y entonces continuaba hacia abajo, hacia su sexo y estaba deseando que se lo tocara. Su dedo avanzaba entre los labios, separándolos, no introducía el dedo dentro de su sexo, sino que recorría su rajita entre sus labios y seguía bajando hasta llegar al clítoris, la primera vez que lo sintió, llegó al orgasmo, haciendo vibrar su culo con los espasmos, fue delicioso, no sabía que tenía esa zona tan erógena.

Ahora también llega al orgasmo, pero le esta acariciando el clítoris durante 3 o 4 minutos y al final se lo pellizca, es impresionante ver como le vibra ese culazo. Siente el orgasmo como la primera vez, se notaba que lo hacían de mes en mes. Se veía todo su sexo empapado, es como si se hubiera corrido, entonces Pedro se inclinaba sobre ella, con las piernas de ella entre sus piernas, sin apoyarse, como si fuera a hacer flexiones e iba acoplando su pene en la entrada de su sexo y se lo iba introduciendo poco a poco, ella no bajaba su culo en ningún momento así que el entraba dentro de ella fácilmente, y ella volvía a ponerse a tope con el pene dentro, mientras el comenzaba un mete saca despacio, al cabo de dos minutos aparecía otro orgasmo y sus jadeos ahora sonaban en toda la casa. El sigue dándole duramente, mientras ella no para de convulsionarse. El comienza a levantarle el culo hacia arriba y la pone de rodillas en la cama y sigue con las piernas cerradas, y apoyada la cabeza en el borde de la cama, alguna vez había intentado subir también su cuerpo pero él no la dejaba. Para tener su pene dentro de ella, se pone de rodillas detrás de ella y le da un mete-saca muy duro que hace que ella vuelva a tener el tercer o cuarto orgasmo, mordiendo

la colcha de la cama para reprimir sus gritos. Él suele quedar exhausto, pero aún no se ha corrido, le saca la polla de su sexo, ella lanza un suspiro, se levanta y se dirige al borde de la cama donde ella tiene su cabeza.

De pie delante de ella, la sube la cabeza y ahora si se queda a cuatro patas, con sus piernas cerradas y su cara cerca de la polla de su marido, mira su polla, pegada a ella, es una polla pequeña, unos 13 cm y también es delgada, aunque para ella como es la única que ha visto, le parece enorme, la primera vez se puso colorada como un tomate al verla.

Se fija en ella, pero además de frente tiene un gran armario con puertas de espejo que permiten ver el culo y el sexo de su mujer con sus pelillos. Con esa visión, le pone la polla cerca de sus labios, las primeras veces, a ella de daba mucho asco, encima estaba empapada de su sexo. Le acaricia los labios con su polla y ella mantiene su boca prieta, hasta que la ordena que la abra, ella va despegando poco a poco su boca, mientras se le sigue restregando con su polla la cara, los labios. Al final le mete su capullo y se lo saca de la boca, la primera vez le dijo que chupara como si fuera un chupa-chus sin que le tocara con los dientes y le volvió a meter el capullo.

Se suele pasar bastante tiempo metiendo y sacando de la boca su capullo y la obliga a darle lengüetazos tanto dentro como fuera de su boca. No le gustaba el sabor al principio, pero ahora, ya está acostumbrada y está deseando meterse la pollita en su boca y saborearla. Después de un rato chupándole el capullo, le va introduciendo mas y mas la polla con un lento vaivén de afuera adentro, hasta que tiene la polla totalmente dentro, al principio le parecía enorme y pensaba que eso no le entraba, pero era pequeña y no solo le entraba sino que jugueteaba perfectamente con su lengua. Eso al él le volvía loco y comenzaba un vaivén rápido moviéndole la cabeza a ella, también el inclinaba un poco su cuerpo para tocarle la tetas que ahora colgaban y se balanceaban libremente, le pellizcaba los pezones, ella volvía a estar a cien, pero él ya no puede aguantar más y sacándole la polla rápidamente se corría en su cara.

A Marta le daba mucho asco, pero después de tanto placer, ahora lo aguanta sin ningún problema. Algunas veces, sobre todo las últimas, él intenta aguantar lo más posible su polla dentro de la boca antes de correrse y se corre dentro, aunque saca la polla inmediatamente. La primera vez había sido hace 6 meses y cuando sintió ese sabor en su boca, lo escupió en su mano, un poco asqueada. Ahora todos los meses se está corriendo dentro de su boca, aunque hace el amago de sacársela y ella lo traga pasivamente, tiene un sabor extraño pero le ha cogido el gustillo. Lo peor es que ella aunque ha tenido tres o cuatro orgasmos, aun podría tener un par de ellos más y se suele quedar un poco con las ganas.

Pero bueno no está mal después de un mes de abstinencia y se resigna, que remedio le queda.

P.D. Hasta el siguiente capítulo, si os ha gustado, claro.

Un saludo

Mijarlo