Martita: Los libidinosos y el cine.
Cuando de paseo por Madrid mis ansias de buscona me llevan a esta aventura de sexo y placer con dos desconocidos en un cine. Nuca mas vi a mis amigos, si lo leen los recuerdo con pasión y ternura.
Domingo de tardecita, Gastón, caminaba por la Gran Vía cerca de la Plaza de España, la vio al pasar, espléndida, cachonda, paseando mirando escaparates, distraída, elegante bella.
Maria Marta: Había concluido la conferencia, mi exposición salió de maravillas y estaba animada, vagabundeando distraída por Madrid, en la zona del hotel donde me hospedaba y se había realizado el congreso. Sin prisa, mirando vidrieras, observando la gente pasar, me quedan dos días en la ciudad, tenía boleto marcado para el martes para volver a Buenos Aires. –Me dije- Tiempo para visitar el Museo del Prado y hacer algunas compras…
Gastón: Entré en una cafetería, la rubia se topo conmigo en la puerta, la deje pasar. Nos sentamos en mesas contiguas junto al ventanal del bar. La miré con detenimiento, tenía cierto aire de nieve y volcán, atractiva hermosamente bella pero fría y distante, pelo largo recogido con una tiara, su falda dejaba ver dos piernas largas y bien torneadas hasta los muslos, collar de perlas, boca pintadita de rojo, zapatos negros de taco y un escote provocativo debajo de la camisa, todo un bombón circundado por una atmosfera de perfume intenso y provocativo. Burguesa conchuda – pensé – no me engañas adoras la polla.
Maria Marta: El chaval me escrutó como con un escáner hurgando bajo mis ropas, su vistazo lascivo me recorrió toda, las piernas deteniéndose en mis muslos, la comisura del escote, mi carita y mis ojos verdes. No le presté mayor atención -al principio -normalmente a mis cincuenta, todavía provoco miradas de lujuria y deseos, se marchar ondulando las caderas y venero la vibración de ser codiciada. – ¡Me agrada, Mmm¡ -
Gastón: Cruzamos miradas varias veces pidió un café y encendí un cigarrillo. Tenía un imán de hembra en ardor que hacía que no pudiera apartar mi vista de ella. Cuando cruzo las piernas sus muslos me hechizaron sentí que la anhelaba con locura.
Maria Marta: El chongo me hecho el ojo, como evaluando el regodeo que podía sacar de mi cuerpo, soporté la ojeada que me penetraba e hice lo mismo, lo mire descaradamente. Para incitar dl truco del cruce de piernas dejando ver lo más permisible de mí entrepierna. Estaba atrayente el mozo, me pueden los tipos bien vigorosos, lanzados, y ese sin duda no disimulaba que me apetecía y quería gozarme - me reí - se le cae la baba por mamita, es un adicto como yo, que calentón.- bah, puto¡ -
Gastón. Divina la rubia, me calentaba su aire de gozadora perdida, las miradas que me echaba, su sonrisa, su figura me tenia encandilado, toda una burguesita, pelo largo lacio, carita delicada, ojos verdes, un poco más baja que yo, de unos cuarenta y tanto bien llevados… Vestía una falda blanca con botones delante y una camisa azul con los broches hasta el escote bien abierto, un movimiento que realizó me hizo vislumbrar parte de su sujetador bermellón con puntilla negra y parte social de sus pechos. Sentí un cosquilleo entre mis piernas y tuve que tocarme sin disimula ella me vio y se rio de mi necesidad de apretujar mi palo y sobarlo se hizo incontrolable, casi me estaba pajeando.
Maria Marta: Divinos - Aclaremos - yo soy una gozadora, mi penuria de ser apetecida y anhelada es casi permanente -les cuento un secreto, amigos míos- yo tengo un culo perfecto desde niña, bien paradito, abierto, soy alta, delgada, siempre maquillada, buenas piernas pero poco volumen de senos, esto me llevó hace unos años a hacerme los pechos, es que tenia buenos pezones, bien marcados por unos pináculos duros en el recuadro de unas aureolas rosadas muy sensibles, pero a la vista no abultaban lo suficiente. Hoy 350 gramos de silicona en cada mama, me deja unas tetas perfectas para mi tamaño y me dan esas medidas que los hombres añoran, tengo 95 de caderas de 63 de cintura y 95 de busto. Es que lo que natura no dio, la voluptuosidad la necesidad de ser deseada y un buen cirujano prestan, además gane en sensibilidad…
Como señala el cirujano plástico, esa mujer había nacido para exhibir la parte social de los pechos. Su deseo de ser mirada, deseada la magnetiza, adora que la miren que se enardezcan por ella - Solo sé que soy una gozosa y me muero por mostrar las tetas – parece ser su lema de vida. -¡divino¡-
Maria Marta. El sostén de media copa deja mis pechos paraditos y apuntando al centro cardinal del placer, las lactas son una bella e irresistible trampa para atrapar presas, son un imán caza miradas. Lo sé y me da cosquilleos hacerme apetecer, desear, cuando me percato que me miran, me mojo - ¡hay de mi¡
Gastón. La yegua pidió la cuenta, pago y se dispuso a irse al pasar me saludó con un – buenas tardes caballero – y me toco el hombro, me estremecí de codicia, salió, vi que continuaba a la derecha por Gran Vía hacia Callao. Pagué y salí detrás de ella. Apuré el paso, la ubiqué y me dispuse a observarla marchado a escasos metros detrás, disfrutando del contornar de sus caderas, estaba fabulosa, su culito se balanceaba. Marcadito y abierto por una tanga que seguramente llevaba metida hasta el fondo en la raja. Puta deliciosa. Te parto en dos.
Maria Marta: Bueno al hotel Martita - me dije - cuando por el reflejo de una vidriera vi que el joven me seguía a prudente distancia, disfrutando de mi caminar como si paseara conmigo… Compórtate mujer – me mordí los labios – en algún momento sentí deseos de él, de ser culiada, fue cuando mis grupas comenzaron a ondular provocativa como colegiala en celo, lo quieres atraer puta - me sonreí - tratando de alejar mis malos pensamientos soñando ya como sería se cuña enterrada en mi cuerpo. -¡guau¡-
Gastón. Vi como la yegua divina se detuvo ante un escaparate, me percaté de esta circunstancia, cuando me di cuenta ella me miraba estaba frente a mí con una risita maliciosa, la saludé, disimulé un poco y continué unos pasos hasta la esquina con San Bernardo giré hacia la plaza de Santo Domingo y espere que pasara en la entrada del cine Arlequín. Me detuve estimulado por la situación de encuentro y desencuentro la busqué entre la gente con la mirada para ver si venia.
Maria Marta: Salgo siempre a cazar fuera de mi territorio, lejos de mi labor, colegas y clientes, es una forma de preservar a la profesional de buena familia y la damita que se supone soy. No puedo ni quiero mesclar trabajo con instintos. Todo cambia lejos de casa, me transformo, cuando nadie me conoce la fémina gozadora que hay en mí se suelta, me domina. La que durante la semana se calma masturbándose o saliendo de vez en cuando con amigas o amigos de joda, (pocos y selectos) da rienda suelta a sus bajos instintos, necesito hacerme gozar, absorber y dar placer, sentir el ligamen de un macho en mi interior, muy interiormente de mi, follar, sacar el esperma con mi boca y saborearlo. - ¡guau¡ -
Maria Marta: Suelo irme los fines de semana a Punta o Piriàpolis donde mamá tiene una casa de veraneo, sola o con mi amiga Carlita en busca de regodeo, me encanta intimar con ocasionales desconocidos. No me da vergüenza exponer que también he cobrado como prostituta cara donde amigos me consiguen clientes en los hoteles, turistas o gente de paso y otras he pagado un chongo o parejas para que me complazcan, pero el motivo siempre es el fuego fatuo, la necesidad de goce, placer y probar todo. - ¡Mmm¡ -
Gastón. Efectivamente, en ese momento la puta deliciosa llegar hasta el escaparate del cine, verla llegar iluminó la tarde.
Maria Marta: El muy verraco estaba para comerlo, era un precioso hombre, recio y decidido, de esos que seguro te cogen hasta el alma, pero que digo, ¡NO¡ ¡ hay puta¡ ¡Martita¡ -estoy haciéndome fantasías, con ese pingo- ya me imaginaba su ligamen en la boca, absorber sus jugos haciéndolo mío, no tengo perdón de dios por regalona. –Hay exclamé- está parado en el escaparate de la vidriera, como decidiendo si entras al cine. El muy pillo resulto un calentón divino. -¡cielo santo¡ -
Gastón. Pasó un minuto más o menos y no aparecía - joder, pensé - justo en ese momento se apersonó por mi derecha, mirándome de fijamente, mordiéndose el labio inferior y una mirada inconfundible de deseo, no me moví, paralizado con la mirada fija en sus tetas. Me tiro un beso llevando un dedo a su boca de freza y el aroma a Paloma Picasso me trasmuto nuevamente hasta el alma.
Maria Marta: Aquí está, lo encaro, -pensé- le pregunto una dirección -me animo- me muerdo de deseo, le tiro un besito y sigo? no lo miresMartita, no seas buscona, ya te sale la puta a la menor rascada, no seas puta –me diría mi madre- le regale mi mejor sonrisa de niñas tonta… para que sin decir palabra se diera cuenta que tengo ganas de él? … Es que lo apetezco dentro de mí. – ¡Sii¡ -
Gastón. Vi como se quedaba mirando el cartel del cine y se dirigió a la boletería a sacar un boleto.
Maria Marta: Un cine. Como aquellas salas de matiné continuada, función de domingo de dos a siete. Recuerdo el Colonial, calle Mitre en Avellaneda, con olor a garrapiñada y mugre, sensaciones de la niñez más tierna, donde aprendí a soñar. Las evocaciones se agolparon en mi mente a hurtadillas los recuerdos, franeleo, los primeros chupones “Buenas Noches Alejandro” en la pantalla y yo sorbiendo la chota de mi noviecito descargándose el buey en mi boquita, “Emanuel” y como me masturbaba en el cine, con esa puta y envidiaba como la cogían o cuando dieron “Tiburón” y terminé en un rincón de la tertulia trincada por tres compañeros de liceo que me recogieron toda la tarde por mi mas recónditos agujeritos, mi primer sexo grupal. El despertar al vicio del sexo. Cuantos recuerdos. – ¡Madre mía¡ -
Gastón . Me fui a la otra cartelera e intenté controlar sus movimientos mediante el reflejo del cristal, dudó, miró hacia donde yo estaba esperando que fuera a hacer, no sabía si de pronto se volvería para decirme algo, o si se dirigiría a hablar con la taquillera. En ese momento se dirigió a la taquilla y pensé, va a entrar la sigo…
Maria Marta: Entro, si entro y vemos si me sigue, es que el gato cayo con mamita –suspiré- vemos que pasa, lo quiero para mí, me animo, sí, me están dado cosquilleos… y si no entra, no importa, me como el acomodador un macho de la sala o me masturbo en la oscuridad así me calmo. Necesito placer, necesito placer dioses. – ¡Sii¡ -
Saqué boleto en la taquilla y entre yo también a la sala, me temblaba todo el cuerpo la presentía ensartada en mi pene.
Maria Marta: Ya habíamos caído en el juego de la seducción. Todas las defensas, todos los atalayas de pudores cedieron al deseo de intimar. ¿Dónde está mi regalo Madrileño?- pensé con un estremecimiento - ¿me vio entrar? Vendrá detrás de mí, calma mis deseos por favor. – ¡Haceme tuya¡ -
Gastón. Estaba nervioso y excitado, no podía creer como se venía desencadenado todo y que la rubia puta estuviera dando una invitación explicita a entrar con ella.
Maria Marta: Ya la dama había quedado en el congreso para las fotos y la gozadora dominaba mi mente y mi cuerpo. Quiero delicias hadas del placer, que me lo hagan. -¡guay¡ -
Gastón. En el pasillo busco con la respiración agitada, mis resuellos de verraco en celo al olor de la feromona de la hembra, como lobo acechando una gacela, la quiero hacer llorar de calentura, que ruegue por mi pija.
Maria Marta: Si, lo observé sentía su avidez a flor de piel, ensaye la mejor de mis sonrisas, esa que implora cariño, deleites del cuerpo, que le dicen soy una hembra a tu merced, para que hagas de mi lo que quieras.-¡Dioses del placer¡ -
Gastón. La película era de esas de acción y la sesión no numerada entré por la puerta de la derecha, no sabía por cual habría entrado ella. Desde el pasillo lateral de la sala no la localicé, habría como 15 personas y estaban acabando los anuncios previos.
Maria Marta: Una atomizada de perfume, el retoque de los labios pero todo para hacer tiempo para ver si me seguía y donde se sentaba. – ¡Chas¡ -
Estaba por comenzar la película, las luces se fueron apagando lentamente.
Maria Marta: Me fui a la última fila, de 5 butacas, la pared detrás y la cortina la dejaban medio oculta, pedí permiso a un señor sentado en el asiento de la punta, un rapado de mediana edad. Había poca gente en la sala - ¿Donde se ha metido mi chongo? - La película empezaba. Dios si no viene le hago un puñete al pelado de la de la punta de la fila – pensé - necesitaba ser un juguete sexual. De pronto lo vi aparecer por un lateral – le chiste – y vino a sentarse a mi lado. – ¡por favor, quiero¡-
Gastón. Ella me llamo, estaba en la fila del fondo, me senté a su lado, no podía creer lo que estaba pasando.
Maria Marta: Si viene, viene… - Lo vi en la penumbra - ven con mamá papito, ven – me decía a mis adentros – mamá te ordeña- lo llame y vino. - ¡ah¡-
Gastón. Ella observó mi llegada, miró hacia el hombre que ocupaba nuestra fila lo saludo con la mano y me recibió con una sonrisa
Maria Marta: El pelado trataba de entender los movimientos de enroque de ese ajedrez del encuentro que jugábamos los dos curioso y atento. Reina mueve a peón - cuento algo - solo una cosa adoro más que el sexo con desconocidos, el hacerlo en lugares públicos y la complicidad de que me estén mirando y el pelado ya era mi cómplice, nos mirábamos y compartíamos sonrisas…
Gastón. No hablamos No hablamos ni nos miramos, yo estaba nervioso sin saber qué hacer, tenía la boca seca, tenía una erección, sudaba mi mano apoyada en el brazo del asiento.
Maria Marta: Suspiré, por fin coincidían en el laberinto de la vida, en un mismo punto, en un mismo instante, en un Borgeano cuento: Los deseos, la mente, los cuerpos, las almas. - ¡oh¡ -
Gastón. No sabía qué hacer, separar un poco las piernas y roce su espacio, ella las apretó con las mías y me ofreció su boca con un precioso gemidito de placer…
Maria Marta: Estábamos algo expuestos, entre los asistentes al cine, si muchos se daban cuenta esto terminaba en un escándalo o en una orgia, pero abrí mis piernas sin disimulo, corro mi tanga, por necesidad y reflejo en una invitación a que viniera sus manos a mi sexo, por ahora solo el pelado nos veía y lo estaba disfrutando la situación de ser testigo presencial de nuestros amarracos, de cómo me gozaban. -¡adoro eso¡ -
Gastón. De pronto noté que su mano llevaba la mía húmeda abierta y sumergí mis dedos en ella, vi su mueca de regocijo y su berreo entrecortado y como la hundió mas y mas con sus mano dentro de ella.
Maria Marta: El placer la sensación de sus dedos hurgando mí matriz, detoné con una electricidad asonante mientras comía su boca ávida y desesperada, hacía rato que esperaba y deseaba eso. - ¡Mmm¡ -
Gastón. Exploro toda su concha con mis dedos, siento como se abren sus labios vaginales y sus espasmo como un temblor de terremoto, un volcán en erupción…
Maria Marta. Eso mi sátiro, eso, escale, entre, deme sus deditos por favor, eso no te detengas… ¡Mmm¡
Gastón. Ella aparto su tanga, separo sus piernas y le mostro su leguita viboreando al pelado que miraba absorto tocándose su miembro sin disimulo.
Maria Marta: Por misericordia… seguí así, - murmure para mí - me estoy rasgando para ti ¡Mmm¡ suspiré en un sollozo, vibrando mi cuerpo para incrementar el placer del roce de su mano dentro de mi organismo. –¡Cielo santo¡ -
Gastón. Separó las piernas y empecé a empalar mis manos con violencia hasta el fundo de su canal, chorreaba jugos y media más la muy puta, dios que delicia como se dejaba hacer, golosa, puta, gozadora.
Maria Marta: ¡Hoo¡... ¡Mmm¡ sus dedos, me dividían la cuca sin misericordia, los muslos me cosquillaban, como un caracol de fuego en el cuello me escaldaban sus lambetazos y chupones, sus manos rasgaron mi tanga con furia para entrar mejor en mi y la mano tibia de babas y jugos ingreso en mi canal hasta la muñeca, me habían metido los cinco dedos en mi cuerpito y yo desesperada los estofaba con un comezón delicioso. – ¡Así macho, así¡-
Gastón. Estaba completamente excitado, ella también forcé la mano ensalivada y vi como iba entrando toda en su vagina, que dilatación dios, como se le abría la concha que placer. Se comió mi mano completamente rajada. Como goza la gran puta.
Maria Marta: El pelado se había acercado de butaca en butaca al festín, estaba ya alado con su verga en las mano y la sacudía suavemente en una bella paja, me desprendí la camisa para regularle la visión de mis pechos que saque del sostén y se los ofrecí con un mohín de placer, las aureolas rosadas de mis pezones al descubierto, pase mi lengua por los labios mis tetas ansiosas de punzantes deseos de aprestes y sobadas. Me ofrecí como un tributo a esos machos que me provocaban este arrebato de locura. – ¡Tomas papito chupa, chupa¡ -
Gastón. Vi que venía el pelado al festín, fue como que ella lo invito a participar y de pronto éramos tres, ella me pregunto – te importa- yo sorprendido igual, le dije que no, así el pelado no iba a joder y podríamos seguir con lo nuestro, había hembra para los dos. Mucho jamón para dos huevos – pensé - .
Maria Marta: Mi mano ansiosa se apodero del glande del madrileño, me puse de rodillas entre las dos filas. Que codicia divina, que situación que se había precipitado en el juego de los sentidos, tenía dos sátiros para mí. Me dio un escalofrió, como una loca que esta fuera de sí estaba hocicando el arpón de ese macho, ansiosa por mamarlo, lactarlo y beber su leche y sabía que tenía otro esperando su turno.- ¡ah me van a destrozar¡ -
Gastón. Su boca atrapo mi glande, empezó a lengüetear y chupar entre gemidos, el pelado le acariciaba la vagina abierta por mis dedos y metía los de él en ella
Maria Marta: Requerían ese falo sublime, con los ojos entrecerrados mi trompita roja, mojada, mi voz jadeante y estimulada busque mi alimento a tientas, la chupaba con regodeo el madrileño me tomaba la cabeza y el pelado apretaba y sobaba mis tetitas ¡MMM me duele¡ -¡ah¡ - , me duelen pensaba pero necesitaba esos martirios para agudizar el encanto de mi boca…
Gastón. Dios como mamaba, su belleza, su putismo insaciable, el pelado, la situación, todo me llevaba a la locura nunca había sentido tanto deseo en mi vida, la rubia me mamaba y masturbaba al pelado con una de sus manos.
Maria Marta: Dios, como agoniza una mujer por dos falos rígidos y palpitantes, cuando está bien excitada, mamaba uno y el otro en forma alternativa, acariciándolos con dulzura, los escupía, los mimaba rozándolos en mi cara, podía diferenciar sus sabores y su grosor el largo del cilindro al envainarle hasta la garganta la bolsa de los huevos duros y bellos que parece explosionar por el deseo que acariciaba desesperada…
Los dos machos gozaban con el regalo que la vida les había dado, enardecidos como bestias devorando su presa , me la chupaba, se la clavaba hasta la garganta, las escupía las besaba y berreaba entre súplicas y lloriqueos.
MM. Hay Satán, un orgasmo apretado y silencioso empezó a subir por mi espina dorsal, una de mis mano masajeaba mi clítoris la otra en mi boca y las de él prendidas de mis seños me estrujaba, pellizcaba y me sobaba. Mi necesidad de ser ultrajada y el placer me hacia llorar en silencio. – esooo¡ -
Gastón. La tocaba como podía ya que no era una posición cómoda pero, sus suspiros eran casi jadeos... yo notaba más calor deslizándose en forma de humedad por mi mano... bajé mis dedos y comprobé que el escaso vello que cubría sus labios estaba empapado. La pongo en la butaca como pude y ella dócil se dejo acomodar, de costado con las piernas abiertas, yo detrás y el pelado de frente. Le iba perforar la pinocha a la maldita.
Maria Marta: La sentí, cuando me invadió sin miramientos, me la puso suavemente pero sin pausa, prendido de mis caderas par afirmase mejor, se fue deslizando por el canal de mi concha, me envainó hasta el fondo, Exclame un quejido de delectación ese tronco me difería toda. El madrileño clavándome por mis ancas, metido en mi vagina y el pelado de frente dándome su miembro en la boca, concierto de cuatro manos prendidas de mis ancas y apretando mis seños. Mi cuerpo como atizado por una picana eléctrica se contraía en espasmos, mis piernas, mi vagina, los músculos de mi pubis temblaban, me sofocaba, imploraba, traspiraba, me empapaba con los jugos de mi concha tratando de no gritar o moverme demasiado para no hacer ruido. – - dame papito, dame¡ -
Gastón. La serruche sin piedad, entraba y salía de su vagina primorosa. Bajé hacia la zona donde su sexo se une al ano, noté que le salía un néctar sin control, estaba acabado la muy puta, el pelado se la enterraba en la boca y le pegaba cachetaditas y ella gemía de ardor y gozaba, le metí un dedo en el culo y el esfínter se abrió tentador, rosadito y bello.
Maria Marta: No por favor macho – pensé - por el culo no... Pero por miedo a gritar, pero me moría de ganas de tenerla en mi culito, voy a gritar y me van a terminar clavando todos los hombres del cine, me voy a poner culo para arriba y a dejarlos que me sometan, no amor el culo no… voy a llorar fuerte papitos, pero no resisto las ganas de ser sodomiza. No quise evitarlo, me abrí los mas que pude, separé mis nalgas y me entregue como una esclava sumisa, el dijo eso puta, eso - la presión sobre mi puertita, las conmoción de que te están abriendo, atomizando las paredes del culo, la punta del glande como un ariete en tu puerta, me empalo de una estocada profunda. El dolor de su aguijón en mi alma, el comezón de sentirla deslizase en mi interior, como te va empalado, el picor de carne turgente y la sensación de que ese arpón me rompía el culo, aluciné enajenada cuando toco fondo y llore de deleite cuando el macho tomo ritmo y comenzó a entrar y salir de mi culito… - Hay me duele malo, despacito por favor¡ -
Los machos estaban frenticos, poseídos, fuera de sí, la cogían con violencia, la sometían, Martita era su presa sumisa y consentida, la estaban devorando a pijazos.
Maria Marta: El pelado hundió el poste de él en mi boca, Venus, delicia, tenía un macho en mi culo destrozando mi esfínter y haciéndome gozar y bramar de dolor y el hedor y sabor de otro macho atosigándome con su picha dura en mi boca. - ¡me ahogo, Mmmm¡ -
Gastón. Ella gemía tenía dos machos en su cuerpo, la estábamos perforando y taladrando sin piedad. Como nos comía la puta, su dilatación y placer eran indescriptibles.
Maria Marta: Quiero ser poseída, quiero, la energía, sacarles la leche verracos divinos, - gimoteé – soñaba los miembros estallando dentro mío, temblaba, mordía, como gata en celo, los arañaba suavemente, ellos me insultaban bajito y me daban con más ímpetu, casi con violencia y me decían cosas lindas y groserías yo acababa un órganos detrás de otro y decía cosas incoherentes, estaba en el cielo delirando. – ¡berreo, lloro, grito¡ -
Gastón. Nunca me habían tenido una cogida así, tanto morbo, tanto deseo acumulado y la bombeaba sin piedad, las paredes de su culo dilatadas, mi pene entraba y golpeaba en el fondo del canal de su intestino. Ella como en trance gozaba como loca.
Maria Marta: Así brujas del deleite, me servían sin piedad, así dame lo que es mío, soñaba y anhelaba dos ríos de leche tibia que inundaran mi intestino, mi boca. Los sentí venir su eyaculación inevitable, los dos al unísono, de repente se deslizo el liquido seminal como un torrente por el largo de las vergas, lo sentía pasar de los huevos a mi boca desenfrenado, los chijete de liquido seminal salieron a borbotones en mi culito, mi cara y mi garganta, tragué todo lo que pude pero la acabada del pelado fue descomunal, la del semental la sentía calentita en mis entramas doloridas por el fregado del mete y saca y calmaba el ardor que tenía mi concha y mi culo lacerados. – dioses de la lujuria, placer, placer¡ -
Gastón. Me saca la leche, dios. Jadeaba, casi inaudible, la película estaba en su apogeo y el ruido y la música tapaba sus jadeos. . Los labios abultados y húmedos, cálidos me atraían, extendí el dedo índice y lo bajé entre sus labios, presionando apenas para volver a retirarlo, ella, cerrando y abriendo sus piernas como alas de mariposa, aumentaba su placer mientras acababa largo, profundo.
Maria Marta: Meneada, hipersensible, me aleteaban las piernas se atascaban y separaban sin control el hedor a leche me encharcaba el cuerpo y chorreaba esperma por el culito y la cara, perforada, pletórica, dolorida, plena en un armonioum continuo. - ¡hooooo¡ -
G. Saque mi vega, el pelado reclamo el lugar, la rubio se giro en el asiento dándole la grupa al pelado que la tenía ya dura, ella sintió como buscaba sus puertitas y se abrió obediente y explicita, se estremeció, descontrolada, cuando la clavo, h le di mi pija en la boca y ella comenzó a lamerla para limpiar los restos de semen.
Maria Marta: Los putos divinos querían mas, gire en la butaca, como drogada en trance, necesitaba mas cogida, me di cuenta que el que tenía en mi boca era el Madrileño cuando sentí la verga del pelado, más gorda y rugosa por las venas, entrando y saliendo un poco en mi vagina después en mi culo, expuesta, entregada y obediente mamaba entre sollozos. – ¡mas por favor, mas, quiero todo, quiero todo¡ -
Gastón. Como mama la puta, con que delicia y delicadeza, pronto se me volvió a poner dura por sus mimos, las estocadas del pelado la doblaban de placer gemía y lloraba en silencio, yo le fregaba las tetas y me tomaba sus lagrimas lamiéndole las mejillas, para luego ensartarla nuevamente en su boca. . .
Maria Marta: Piedad suplique, suave por favor, pero estaban fuera de control, sentí el peso del cuerpo en mis ancas y el pene dentro de mí por mi vagina, por mi ano siempre hasta el fondo, me retorcía de placer por los ataques, me muero, eso, me deje llevar por la embestidas, estocadas a fondo en mi culito maltrecho y abierto como una flor, estaba en un sopor levitando…
Gastón. Los gemidos apenas susurrados, eran pedidos elocuentes de que no podía mas, los roces de las mucosas, la fricción y la calentura la anonadaban, suplicas que el pelado y yo ignoráramos y le dábamos como si fuéramos a morir ese día.
Maria Marta: Se turnaban para cogerme, ni yo ni ellos podíamos parar. No dejaban de agitarme como una hoja en la tormenta, solo sentí cuando cambiaron los jinetes y el torrente de mas leche dentro de mi – cójanme machos, sacien sus deseos repetía obsesivamente – me ardían las mucosas del culo y la vagina pero estaba sumergida en el adormecimiento del gozo. Entré en el delirio, retemblaba como afiebrada, ese espacio donde la realidad se esfuma y solo estás tú y la manada de sementales adorándote. Abandonada a los placeres de la jauría, estaba sometida, toda dividida, entregada y sumisa, cautiva del apetito de los macho que yo había provocado y quería, estaba hecha para complacerlos y gozar, su regodeo y el mío.- ¡ay de mi, hay de mi¡-
G astón. Ella se dejó caer, desmadejada, presa de temblores que surcaban su cuerpo de un lado al otro, sin poder calmarse, retorciéndose sobre el asiento, respirando agitada entre suspiros. Creo que nos asustamos de su trance, como epiléptica.
Maria Marta: Me acabé a morir, abrigué un espasmo insondable largo y profundo un chijete de leche salió expulsado de mi vagina, de fondo de mis entrañas, mi clítoris concentro toda la energía de los hombres. Un espasmo cruzó mi cuerpo, por el trillo que va de la vagina a los sesos, pasando por los pezones, la boca, las caderas y el fondo del culo. Me ardía el clítoris, y mis labios menores emanaban una secreción imparable y yo desfallecía fuera de control en la butaca de ese cine… Como explico la delicia del momento, solo las hembras gozadoras en el éxtasis del orgasmo me van a entender… Pegajoso mi líquido se mescló con la leche de los sementales. – ¡diossss¡ -
Gaston Quise acelerar su orgasmo. Se deshizo en mis brazos, respirando exaltada, casi fuera de sí, temblando descontrolada, un liquido blanco y abundante salió de su cuerpo, tiritaba, traté de calmarla besándola y hablándole al oído. Cuando los temblores se detuvieron, ella nos regaló el suspiro más tierno, que jamás haya visto, de una lujuria eternizada, que yo jamás volví a ver en nadie - hay machos, dijo gracias por cogerme así, y por un momento creo que se desvaneció.
Maria Marta. Hay mis dioses del placer, nos calmamos del viaje, tres desconocidos que habían ido al Olimpo en la penumbra de ese cine. Esos machos desconocidos y que nunca más volveré a ver, me regalaron unos orgasmos divinos, nos miramos en silencio mientras nos acomodábamos la ropa… desfallecientes había nacido siente veces, renacida y muerta… mi cuerpo se ablando cesaron los temblores agotada y sedienta, dolorida, oliendo a semen y plena. Plena, plena. - ¡quiero pija, quiero pija¡-
Gastón. Se abrochaba la blusa, yo estaba cachondo perdido, el pelado le acariciaba las piernas, me acerqué a su oído. – Diosa, le dije – me sonrió.
Maria Marta. Me prendí la camisa como pude, guardando mis pechos colorados de ser estrujados, me limpie la cara con un pañuelo que me alcanzo el pelado, sorbí los restos de esperma de mi cuello -¿Te ha gustado? –me murmuró uno de ellos - Sí, mucho, muchísimo. Divinos,me hicieron gozar – les dije - y que pijas duras mis divinos-Tú las has puesto así, rubia. – Me dijeron los dos acariciándome – eres un regalo de la vida dijo el Pelado, y un sueño el Semental. Mis cielo voy al baño a arreglarme – les dije – y les di un besito a cada uno, tome mi cartera y salí del cine. – ¡me arde todo¡
Gastón. Paso un ratito, como no volvía, salimos a buscarla como quien sale en busca de un tesoro. Al salir me quedé petrificado, no estaba, se había ido. Me encaminé a la puerta del cine, salí y la busqué, Gran Vía arriba y abajo, pero nada, no la veía. Me dolían lo cojones y la pija de tanto darle.
Me despedí con el pelado con coño, joder, que hija de puta la golosa, como coge la rubia, un sueño de hembra, no sabemos ni como se llama…
Gastón. Durante media hora más la busqué desde la calle dentro de cada tienda, bar y local ese momento de mi vida no lo olvidaré jamás, tengo que pedirle me devuelva mi corazón.
Maria Marta. Salí del cine, respiré el aire de la tardecita, había pasado como dos horas siendo cogida a mansalva por los dos sementales. Como goce dioses del placer, me sentí en el cielo. Caminé para el hotel, necesitaba bañarme y relajarme había sido algo intensísimo me envolvía el olor del esperma, sin bombacha ni sostén los había perdido en la lucha, los jugos de mi vagina chorreando gotitas de leche, me dolían los pechos, mi culito me inflamaba, palpitaba abierto, mi concha dolorida de tanta fricción, sensitiva, plena, mi cerebro me decía puta te diste el gusto, no eres una dama… eres lo que eres, una gozadora viciosa de sexo.-¡gracias vida por el placer del sexo- Maria Marta