Martina en sus manos
Martina quiere cambiar su vida rutinaria y cómoda, por otra mas cercana a sus verdaderos deseos.
Allí estaba martina frente a la pantalla del ordenador. A sus 40 años nunca se había salido de sus rutinas, primero gran estudiante y luego novia y esposa ejemplar, y madre cariñosa. Todo lo que esperaban de ella. Si a cualquiera que la conociera un poco le preguntaban por ella solo enumerarían bondades y elogios. Y allí estaba, en la oscuridad de la noche, frente al portátil con la mirada puesta en el chat desactivado de aquel desconocido.
Y tenía dudas, y mucho remordimiento, pero también las bragas empapadas casi todo el día pensando en que estaría en ese momento, allí, sola, jadeante y nerviosa. El indicador del chat cambió de rojo a verde , y no tardó en leer la primera frase que la terminó de derrumbar.
- Muy bien zorrita, veo que te has decidido, vamos a empezar.
Aun no sabia muy bien, como acabo en aquella pagina de relatos que la engancharon, y fueron el inicio de sus continuas sesiones de orgasmos solitarios. Después llegó a aquel autor cuyos relatos la llevaban a otro nivel de sensaciones y de placer, y por último se atrevió a contactar con él, algo que fue tan neutro como excitante. Con toda la educación del mundo la emplazó a aquella noche, y a aquella hora.
- ¿vas vestida como te dije?
- Si, un camisón corto y nada más
- Si Amo, puta desobediente y olvidadiza, si vas a desoír mis normas cuando te plazca, dimelo ya y así no perderé el tiempo contigo.
- Perdón amo, lo siento
- ¿bien, has dejado al cornudo durmiendo?
- El no es . . . , Sí Amo
- Menuda golfa esta hecha, a oscuras en tu casa, charlando con un desconocido y deseando que te someta sin límites, porque eso es lo que deseas, ¿no?
- Sí Amo
- Bien, ¿mañana a qué hora estarás libre?
- A las 9 ya se habrán ido todos
- Pues dame la dirección
- Pero - dijo entre nerviosa y sorprendida - ¿aquí? ¿Mañana? ¿ Que vive en la ciudad?
- Mira, pedazo de mierda, como te dije antes no me hagas perder el tiempo, te leo tu correo, “deseo ser suya, ser emputecida y denigrada sin límite por usted, no le negaré nada y seré lo que quiera”, ¿lo recuerdas?. Pero no te preocupes, ya sé lo que es una zorra mentirosa y no me voy a asustar. Te dejo mi número de teléfono, tienes hasta mañana a las 8 para dejarme en mi whatsapp tu ubicación y una foto de ti, tal como estás ahora y otra totalmente desnuda. En las dos quiero un cartel que ponga “soy suya”. Si no tengo nada a esa hora, que te vaya bien, no vuelvas a contactar.
Después de recibir aquello se desconecto volviendo el punto rojo a la conexión.
Martina se quedó en shock, era de su misma ciudad, fue rápidamente al perfil de la página y efectivamente vio que era su misma ciudad. Nunca había reparado en ello, y aquello la inquietó más todavía.
Y mientras tanto su sexo ardia, llevo su mano a su raja húmeda y acaricio su clitoris himchado y con un poco de roce sintio que se rimpia por dentro, tuvo que apretar su mano contra sus sexo para intentar calmar el terrinle orgasmo que la rompia mientras su otra mano tapo su boca para ahogar los sonidos de su garganta.
Cuanto pudo recomponerse fue a la cocina donde bebió agua fresca y utilizó la botella para refrescarse, aquella locura había ido demasiado lejos y tenía que calmarse. Refrescada y con la conversación dando vueltas en su cabeza volvió a la cama con su marido, el cual roncaba plácidamente y no dejó de hacerlo mientras ella se tumbaba a su lado. Penso en que uno de aquellos polvos juveniles y deseperados que practicaban en cualquier lado en el que estuvieran solos le habria venido bien para calmarla, pero ya hacia años que aquello desaparecio de sus vidas, quedando su sexo en algo rutinario y exento de pasion.
Y sin saber su mano volvio a perderse en su sexo, aun palpitante y humedo, esta vez se recreo lentamente en el, pero su calentura era tal que no tardo en hacer que sus dedos visitaran el interior de sus sexo. Si la vez anterior fue intenso, está la desbordó completamente, sintió como su vientre convulsionaba de placer y a duras manos su mano en la boca contuvo su gemido desesperado en intenso.
Cuando la tensión de su cuerpo se liberó quedó jadeante y sudorosa, y entró en pánico cuando su marido cesó los ronquidos. Se quedó inmobil esperando la reacción de su marido, con los dedos insertados en su coño sintiendo aún los espasmos de su chorreante vagina. Aquel silencio solo roto por el ruido cadencioso del reloj del comedor, no tardó en ser roto de nuevo por los sonoros ronquidos de su marido.
Intentó dormir pero no pudo conciliar el sueño más que en cortos espacios de tiempo, despertando su más que evidente calentura.
Si algo adormeció tu continuo ardor, fue el despertador. Se puso una bata y se enfrascó en sus rutinas, despertando a sus hijas, y a su marido, y atareada con el ir y venir dentro de su casa, baño, cuarto de baño y dormitorios, terminó por alejar un poco el pensamiento de su cabeza.
Y allí estaba ya sola, todavía no eran las ocho, y vestida con el camisón y con aquel cartel que había garabateado con prisa sobre sus piernas, andaba sentada en su cama.
Estaba absorta viendo las dos fotos que se había hecho como le había pedido, sin saber muy bien porqué. Veía su cuerpo con aquella leyenda sobre él y no se reconocía. Había tenido la precaución de dejar su cara fuera, pero sabía que aquello no era lo importante, si seguía las instrucciones no habría vuelta atrás, y lo de la cara sería una tontería.
Había leído sus relatos, malditos relatos, y sabía que aquel hombre era firme y muy perverso, y su vida no se parecería en nada a lo que ella conocía. Pero la sensación de sentir aquello que le ofrecía la volvió a descolocar, porque sus pezones, duros y sensibles se pegaban a su camisón y entre sus piernas volvió a sentir aquella humedad caliente que la consumía.
La ducha fue un bálsamo, sintió la calidez del agua resbalar por su cuerpo, y ese placer diario tan conocido, la devolvió un poco a su conocida y confortable rutina. Pero aquel momento de calma no duró mucho, al salir de su baño tuvo una sensación de vacío y miedo que no podía controlar. Lo había hecho, y con algo de temor, fue a mirar el móvil aun con la toalla sobre su cuerpo, y comprobó que sus mensajes los había visto pero no tenía contestación.
Quizás no le gusto, pensó para sí, o ya está viniendo, estoy loca.
Se vistió con prisa, como para sentirse más normal, y sentó su culo sobre el sillón. Con el móvil silencioso a su lado. No contestaba.
Observó su camiseta y sus vaqueros. Y le vino a la cabeza los vestuarios de puta que siempre aparecían en los relatos, faldas cortas, blusas abiertas y ropa interior sexy o inexistente.
Y ella no era así, era más ¿decente?, Y acababa de mandar sus fotos y su ubicación a un amo que seguramente ya estaría dirigiéndose hasta allí.
Salió del sillón y volvió a su armario. Ella no vestía así, su falda más corta era por la rodilla y era más un adorno que una prenda, ya que la visión de sus piernas no le gustaba nada, así que eligió una negra con un tejido fino, y una camisa blanca. Se vio en el espejo y vio a través de la tela de la camisa su sujetador color carne. Ya sabía porque la usaba siempre debajo de suéteres y jerseys. Rebuscó en su ropa interior y al final encontró un conjunto de lencería blanco algo más cercano a lo que había leído, aunque no dejaba de ser un conjunto muy normal, pero con algo de encaje.
Volvió a mirarse y decidió que era mucho mejor que la primera elección. Dudo en ir a por el suéter pero al final se quedó como estaba.
Volvió a sentarse en el silencio de su casa, eran casi las 9 y ni rastro de respuesta. Quizás solo era un pajillero escritor de relatos y solo estaba jugando con ella. Y aunque su ubicación era más o menos exacta, en una finca como la suya situada en una manzana con varios edificios muy altos, sería difícil que la identificara.
Igual que ella no sabía nada de él, tampoco de ella. En ese proceso de pensamiento andaba cuando vibró el móvil, a las nueve en punto.
- Muy bien, mandas las fotos y con la ubicación, y aquí estoy, veo que sigues los pasos que te indique y aún tienes que dar el último. Portal y puerta. Tienes 5 minutos para pensarlo. Si permaneces en silencio entenderé que no quieres seguir, y no tendras mas noticias mias.
Martina volvio a sentirse con fuerzas para dejarlo todo ahi, no seguir con aquello, pero su cabeza era un hervidero de sensaciones encontradas, y no solo su cabeza, notaba sus bragas humedas y su sexo totalmente fuera de control.
Miro el móvil y relleno los datos pero quedo a la espera de darle a enviar, aquello era un antes y un después y lo sabía, por eso cuando su dedo hizo el gesto, su estómago sintió un tremendo vacío.
- Bien, vas a dejar la puerta entornada, irás a tu habitación de matrimonio y hundirás tu cabeza en la almohada, a partir de ese momento solo responderás a mis ordenes, y espero que aprendas a ser lo que deseo.
Le temblaban las piernas mientras avanzaban hacia la puerta, pero hizo lo que le pidió, la dejó entornada pero franca como le había pedido, y después se fue al dormitorio donde, tremendamente nerviosa se dispuso como le pidió sintiendo como todo a su alrededor se silenció quedando su respiración agitada como única acompañante, pero sería por poco tiempo.
El sonido de la puerta cerrarse fue como un detonante para su corazón, que se desbocó sin remedio. Y más aun cuando oyó que los pasos se acercaron a donde ella estaba.
- Manos a la espalda puta - dijo una voz autoritaria a la que obedeció sin ningún tipo de duda.
- Bien - escucho, mientras algo le abrazaba las muñecas inmovilizandolas, y además no tardó en sentir lo mismo en sus tobillos
- Te llamas martina de verdad, ¿no?
- Si
- Si amo, desgraciada - dijo con zon fuerte mientras sentía como un fuerte azote caía en su nalga
- Si amo, perdon amo, lo siento - dijo azorada
- Mas lo vas a sentir
Durante un tiempo solo oyó un sonido de tela muy indeterminado, pero al poco rato noto como la tela de su falda subía dejando su ropa interior al descubierto
- Vaya mierda de bragas - y al poco noto como algo metálico tocaba su piel y la tensión del elástico desaparecía - estas ya no te las pondrás mas, eres mi puta, la señora decente y recatada se ha terminado, ¿me has entendido zorra?
- Sí amo
- Bien
Noto como la tela desaparecía de su cuerpo, y un frescor invadía su encharcada entrepierna
- Vaya vaya con la zorrita, que ya tiene el coño chorreando, por lo que veo tienes un buen culo y esta mañana ya he visto que de tetas no andas nada mal.
- Dime, ¿los de la foto de la cómoda son tu familia?
- Sí amo
- ¿te folla mucho el cornudo?
- El no - tuvo tiempo de decir hasta que otro sonoro azote, esta vez sin el alivio de la tela cayó sobre su nalga
- No amo - rectifico rápido
- ¿le has sido alguna vez infiel al pichafloja del cornudo?
- No amo
- Pues que lastima de mercancía, no te preocupes que eso lo arreglaremos muy pronto, ¿lo sabes, no?
- Lo se amo, soy suya
Una mano entro desde atras a su sexo y aprisiono su clitoris con fuerza arrancandole un gemido que evidenciaba su estado, totalmente entregada y cuando comenzó a frotarlo de forma firme y decida sintio como todo tu cuerpo se estremecia. Si la presion sobre su sexo no era suficiente sintio como ella misma se apretaba mas aun contra aquellos dedos que la martirizaban y no tardo en explotar en un sonoro orgasmo que ahogo como`pudo en la almohada.
- Menuda zorra estás hecha, que desperdicio de perra, tan caliente y tan poco usada, pero no te preocupes que a partir de ahora vas a tener lo que necesitas.
Y allí estaba, en su sagrada habitación, con un hombre que la tenía inmovilizada y a su disposición, y notando como su entrepierna palpitaba humedecida por el reciente éxtasis que había experimentado.
- Ahora me demostraras lo que eres y a quién perteneces, te voy a azotar ese culazo que tienes con mi mano. No va a ser delicado y quiero que con cada azote me des las gracias. Los vas a contar, y después del número dirás “ gracias amo, soy suya, siga por favor”. No sabrás cuándo pararé, pero si en algún momento no lo dices, o dejas de contar, supondré que no quieres seguir, te desataré y me iré sin que vuelvas a saber de mi. Pero si sigues, si soportas esta prueba, haré contigo lo que me plazca porque es lo que deseas y lo demuestras con hechos. ¿Lo has entendido perra?
Una tormenta de sensaciones pasó por la cabeza en una milésima de segundo. Unas gritando no seguir, otras empujándola a someterse, y en ese caso, se escuchó decir si amo con decisión.
Su cuerpo estaba en tensión, esperando aquello que tanto la aterraba y excitaba a la vez. Escucho el sonido y como en cámara lenta la sensación de la mano abierta sobre su nalga y después un escozor que la invadía.
- Uno, soy suyo, siga por favor - dijo con lentitud, como entendiendo que aquello era lo que había deseado siempre y ahora se entregaba a ello.
Los azotes y sus frases se sucedieron, su culo era un hervidero de calor, y no tardaron en aparecer los gemidos de dolor y al tiempo alguna lágrima en sus ojos, pero no dejaba de recitar su frase, cada vez con más energía.
Después del número 24, y a la espera del siguiente, la mano que la martirizaba cambió su modo de hacer. Acaricio sus nalgas con suavidad y mientras lo hacía algo fresco y calmante cayó sobre su piel y fue esparcido con delicadeza.
Entonces martina sintió como una mano se posaba en un vientre y lo levantaba con fuerza haciendo que quedara arrodillada, mientras su cabeza seguía enterrada en el colchón. Casi sin darse cuenta y aun digeriendo el brusco cambio de postura sintio como la entrada de su sexo era ocupada por algo duro y caliente, y casi sin tiempo de decir nada, sintio como una barra palpitante entraba violentamente dentor de ella.
Su grito fue desgarrador, noto como se sexo aun totalemnte receptivo se resistio a aquella polla que la invadió sin delicadeza
- Ves perra, ya puedes decir que eres infiel, una polla te esta follando en tu propia cama, y por lo caliente y mojado que lo tienes vas a disfrutar como la guarra que eres.
No tardó en sentir un bombeo fuerte y profundo que no tardó en desbordar su ya elevada excitación y volvió a correr como nunca. Notaba con su sexo se contraia de forma continua sobre el invasor que la martirizaba. Pero la intensidad de la intrusión no decaía y fue encadenando uno tras otro entre gemidos guturales profundos y sonoros que a duras penas ahogaba en el colchón.
- Menuda perra necesitada, unos cuantos pollazos y te corres como una cerda
El tremendo placer que la destrozaba por dentro hizo que poco a poco su cuerpo volviera a caer sobre el colchón, pero no cesaron los envites, sin decrecer en intensidad y fuerza. Solo cuando oyó el gruñido de aquel hombre supo que ya no había remedio, y así era. Aquella polla no tardó en expulsar uno tras otro en lo más profundo de su ser una cantidad ingente de semen que la terminó de derrumbar.
Cuando volvió en sí, las ataduras habían desaparecido, pero el calor en sus nalgas y su entrepierna de mujer casada mancillada por chorretones de semen y flujo, la hicieron saber que la martina que conoció ya no existía, ahora era la perra de su amo.