Martín XI – Parte 6

Javier, presa d una nueva guarrada de Martín termina acorralado presa de su deseo...

Martín XI – Parte 6

Salgo del baño tapándome la polla con las manos. Sigo desnudo solo las sandalias en los pies y la liga con la llave del locker en la muñeca izquierda. Fuera del baño el viejo de 90 años con la piel arrugada y el pito muerto me ve y me sigue – hey niño guapo – me dice mientras se agarra sus partes muertas con descaro. Lo ignoro y sigo caminando, llamando la atención de todos en el pasadizo.

El bar es un espacio más iluminado que el resto de las habitaciones, con música baja y en el que se oyen voces, pareciera que está permitido hablar ahí. Me acerco y encuentro a Martín parado junto a la barra con una botella de cerveza vacía a su lado. Un hombre vestido pantalón, camisa y zapatillas atiende detrás de la barra. Entro tapándome las bolas y me paro tratando de ocultar mi desnudez, pido una botella de agua que cargo y aprovecho para preguntar si me pueden conseguir otra toalla.

Estoy molesto con Martín, pero sobre todo estoy molesto conmigo mismo, ¿Por qué le sigo el juego? me pregunto de nuevo. Una vez más la misma pregunta recurrente, ¿cómo demonios he llegado a esta situación en la que estoy desnudo sin poder hacer lo único racional que debería hacer? Mi cerebro me dice vete, pero hay algo en mí más poderoso que me lo impide, Martín pone mi mano en su miembro, está caliente como pan salido del horno, duro como un fierro y palpitante como si tuviera vida propia. Mi cuerpo reacciona haciéndose frágil mientras mi pene se erecta, absorbiendo toda mi energía. Martín me rodea y me habla al oído, me señala al hombre a nuestro lado, haciendo que me percate de su mirada lasciva. Parece de procedencia árabe, ha de tener unos 45 o 50 años, quizás incluso más, es grande y más que gordo, bastante grueso tiene una panza cubierta de bello igual que su pecho y sus brazos gruesos y de apariencia fuerte. Las piernas gruesas también en toda su longitud no dejan espacio para ubicar los huesos ni siquiera en las rodillas, igual que el resto de su cuerpo los bellos las cubren desde las pantorrillas hasta los muslos. Tiene el cuerpo bronceado su piel más blanca en la parte que normalmente está cubierta del solo lo delata. Un pene grueso en forma de hongo con un glande pronunciado y dos grandes bolas redondas y pegadas al tronco cubiertos de abundante bello adornan su entrepierna. Tiene una cabeza en forma de huevo con el pelo negro con algunas canas que lleva muy corto y bien pegado a la cabeza, la frente amplia surcada por dos arrugas pronunciadas, ojos pequeños y una nariz ancha, cejas gruesas y labios caídos hacia abaja como los de un payaso triste. Surcos nasogenianos y de comisura oral pronunciados que delatan su edad al igual que la papada. En suma, su cara se asemeja a la de un perro buldog. Tiene además el gesto fruncido como si estuviera molesto, aunque parece que no lo está pues disfruta de manosear al muchachito que le hacía la mamada a Martín que no es otro que el que antes se la hacía a él también. Es el mismo hombre que antes me ofreció su verga en una de las salas de vapor.

No sé si entiendo lo que pretende Martín, ya hizo la misma alusión con el tipo de la cámara húmeda y termine tragándome su leche. El cuerpo de Martín se pega al mío por detrás, su verga frota mis nalgas y nuevamente trato de resistirme, me molesto por la alusión que hace del hombre con cara de buldog y nuevamente amenazo con irme luego de que Martín, con su acostumbrada sutileza, propone cogerme.

El cantinero llega con la botella de agua y una boleta en la que además encuentro varias cervezas que no me he tomado yo

-          Hey, solo pedí agua ¿de quién son estas cervezas? – pregunto al mesero quien a punto de responderme es interrumpido por Martín.

-          Son mías – responde, para variar me hará pagar sus cuentas pienso mientras me resigno a que me las carguen.

-          ¿conseguiste la toalla? – pregunto antes que se vaya

-          No joven, ahora pregunto – Me asegura que lo hará, pero se queda tras la barra sin atender a nadie.

-          Puedes ¿devolverme mi toalla? Soy el único que no tiene como taparse nada – le pido a Martín ya en tono de súplica.

Martín justifica que me haya quitado la toalla haciéndome recorre la vista por la sala en la que efectivamente, salvo el chiquillo mamón, todos exhiben las bolas sin reparo. Ahora resulta que me hace un favor. - Ya relájate, vamos para cacharte – me dice finalmente y tomándome de los hombros me hace caminar hacia el cuarto oscuro.

Los ojos se posan de nuevo en mi cuerpo, Martín camina detrás de mí tomándome ahora de los brazos para evitar que ponga las manos en mi polla que además tengo erguida por la excitación. Caminamos por el pasillo y llegamos al cuarto lúgubre, Martín me gira a la izquierda haciéndome entrar al salón

-          acá no, hay cuartos por allá –

-          acá nomas, no hay nadie ves arrodíllate y mámale bien –

Tomo mi lugar en el piso y me meto la verga de Martín una vez más. La tiene dura como un tronco. Envuelvo su glande y jugueteo con él, me la trago toda y me la saco, lo repito una, dos, tres veces humedeciendo mi boca para ensalivar su miembro. Martín se la levanta y me presenta sus bolas, se lo que quiere, me meto una, la humedezco, la chupo dándole el placer que espera, luego repito la operación con la otra y vuelvo a comerme su tronco

-          ya, párate y apóyate en la pared para metértela –

-          hay alguien mirándonos –

-          ya ¿y?, que mire pues, que se gane viendo cómo te culeo –

-          mejor vamos a los cuartos –

-          acá nomas, ponte –

Me paro y apoyo las manos en la pared, el hombre que nos mira se acerca y lo reconozco como el cuarentón que se corrió en mi boca y me obligó a tragarme su esperma.

-          Vamos a un cuarto por fas, seguro hay varios vacíos –

-          Acá no más que te vean tus fans, tienes varios –

-          Martín en serio –

-          Ya cállate me aburres, yo te quiero cachar aquí –

Me quedo callado, sé que esta demás darle la contra cuando quiere algo, el cuarentón se acerca más y Martín escupe en mi raja, humedece sus dedos con su propia saliva y me penetra con uno de ellos – ya ni dilatarte necesito tan abierto que estas, donde habrá quedado ese huequito virgen que me comí. En el recuerdo nada más – me dedea y con premura saca su dedo, escupe de nuevo en mi raja y ahora intenta con dos a la vez, pujo para ayudarlos a entrar y siento sus dedos girar en mi interior.

Me los saca y consciente de lo que viene me inclino entregándole mi culo, Martín encaja su miembro en mi agujero me toma de la cintura y de un solo golpe me clava la verga hasta la mitad halándome de la cintura. – auauauau!!!!!! – un gemido de dolor se me escapa involuntariamente profanando el silencio que inunda el recinto. De la nada me percato que hay otro hombre cerca de nosotros, el gordo con cara de buldog y pene en forma de hongo esta casi a mi costado, ¡¡¡¡¡se masturba mientras observa la escena – aaaaauuuuuuuggggggghhhhh!!!!! Auauauaua!!!!!! – Martín me la ha empujado toda adentro agarrándome desprevenido. Sus manos rodean mi cintura, su miembro late dentro de mí. Me la saca toda y me vuelve a clavar metiéndomela toda de un solo tirón agarrándome de nuevo desprevenido – au, au, au, ¡¡¡¡¡¡¡au auuuuuughhhh!!!!!!!- mis gemidos han llamado la atención, un coro de hombres ocupan ahora la sala en la que Martín me coje sin contemplaciones, el hombre con cara de buldog se agacha para verme la cara mientras se masturba, el trigueño del pene moreno y arrugado al que le hice la primera mamada se acerca y me acaricia la espalda, dos más observan fuera del primer coro, no llego a ver sus caras. Martín me sigue penetrando, su verga entra y sale perforando mi agujero – uuummm, uuummmmmm, uuuummmmmm – trato de defenderme colocando mis manos para que la penetración no me llegue tan al fondo, pero Martín bloquea mi intento tomándome de las muñecas. El gordo con cara de buldog se me para al frente me acerca la verga a la boca pero me giro para evitar tenerlo al frente, ahora no tengo como defenderme los gemidos se me escapan sin cesar manteniendo mi boca abierta. El gordo con cara de buldog aprovecha logrando encajármela toda en la boca, me resisto y me volteo, pero él me toma del cabello obligándome a mamársela. Sin razón aparente Martín para la follada, pero me la deja toda adentro, por un segundo pienso que va a espantar a los mirones y liberarme del hombre que intenta profanarme la boca – mámasela marica - escucho que me ordena en contra de mis esperanzas. Trago saliva y abro la boca recibiendo el falo voluntariamente en el interior de mi boca.

Martín me la saca por completo, suelta mis manos y me da dos palmadas que retumban en la sala, me coje de nuevo de la cintura y su pene vuelve a mi interior para sodomizarme. La sala se ha seguido llenando producto del alboroto “hay un tipo enculado y tragando verga que no deja de gemir” parece haber sido difundido por todo el lugar con silenciosos murmullos. El pene de Martín se engrosa más y los chorros de esperma son contenidos por el condón dentro de mi culo.

-          Que buena cachada broder – escucho a alguien decir tras de mí.

-          ¿puedo? – pregunta señalándome el gordo con cara de buldog.

Me levanto pare impedir que me folle un desconocido, pero me encuentro con la cara seria de Martín, y entonces me percato que no era a mí a quien el gordo con cara de perro buldog pedía permiso. Con un gesto asiente antes de que el gordo me tome de la cintura y entre los dos me obliguen a volver a la posición anterior apoyando mis manos nuevamente en la pared y dejando mi culo completamente disponible. Martín le ofrece un condón que el hombre gordo recibe encapuchándose el miembro con él. Su verga en forma de hongo me perfora de un solo golpe arrancándome nuevamente un gemido de dolor - ¡¡¡¡¡¡¡au auuuuuughhhh!!!!!!!- me la saca despacio y la siento por completo - ¡¡¡auuughhh!!!!!!!-, su cabeza en forma de hogo me lastima cuando entra, pero duele más cuando sale, me la mete de un solo tirón, y me la saca despacio estimulando mi ano, sus manos fuertes me toman de la cintura, la tengo de nuevo adentro y decido entregarme al placer. No es solo su verga dentro de mí, es una mezcla confusa de sensaciones que nublan mis sentidos su olor, la forma en que me toma por la cintura la forma en que jadea. Su hongo me sigue embistiendo sin piedad. Estoy atarantado, entre el placer y dolor, su cabeza en forma de hongo entra con facilidad y cada vez que sale me produce una sensación diferente, un placer que duele, me toma por los hombros con fuerza, me inclino y me curvo para entregarle más el culo.

-          Eso perrita, tu si sabes cómo entregarte a un hombre -me dice clavándose dentro de mí.

Me mete la verga despacio, me la deja adentro por unos segundos y luego me la saca rápido, repite el acto una y otra vez. Siento como si me transmitiera electricidad con cada embestida su verga se interna más dentro de mí. Con un movimiento circular cambia de ritmo, empuja mi espalda hacia abajo haciéndome tocar el piso con los dedos.

-          Inclínate más perrita, entrégame bien el culo, que tu macho se sienta orgulloso de lo que sabes hacer -

Carga su cuerpo de más de 90 kg sobre el mío en cada embestida. La excitación me consume, el placer me inunda, siento que mi espíritu se separa de mi cuerpo, las piernas me tiemblan y de mi verga escapan chorros de esperma que terminan manchando el suelo. Trastabillo, me desvanezco producto del placer. El hombresote se da cuenta y me toma nuevamente de los hombros asiéndome a él y evitando que me escape de la follada finalmente me da las últimas embestidas antes de correrse con un gemido de placer que le sale del fondo de su ser – uuuummmmmm aaaaaahhhhhhhhhhh -

Me saca la verga del culo, se retira el condón que repleto de leche blanquecina y lo deja caer cerca de mis pies.

Me incorporo, pero antes de que pueda recobrar las fuerzas el cuarentón me toma de la cintura – acomódate papito que no hemos terminado todavía – me dice mientras me obliga a colocarme de nuevo en la posición anterior, dejando mi culo expuesto apoyo las manos en la pared casi inconsciente sin capacidad de atinar, sin ánimos de resistirme. El cuarentón empuja su verga larga,  delgada y curva dentro de mi ¡¡¡aughh!!! un ahogado aullido de dolor se me escapa, la follada cobra ritmo, aumenta de velocidad. El carbón tiene una forma diferente de coger, me la mete de un tirón y me la saca acompasadamente dejándola más tiempo adentro a pesar de ello toma un buen ritmo, pero ahora, habiéndome corrido me cuesta disfrutarlo. Mis sentidos regresan a mi lentamente, el hombre detrás de mi sigue fallándome por varios minutos, el compás de la cogida se acelera, el placer me invade nuevamente,  mi sodomizador me sostiene tomándome de los hombros me clava la verga en lo profundo hasta que derrama su leche dentro del condón. Su polla tiembla dentro de mí y me la saca luego de unos segundos.

Me suelta y me levanto solo para verlo chocar el puño con el trigueño del pito remangado al que también le hice una mamada y que con el condón puesto pretende tomar su lugar. Martín se me acerca de nuevo me toma de la cabeza y me obliga a agacharme dejando mi culo nuevamente expuesto – chupa y aguanta ya solo faltan dos – me dice mientras el trigueño me toma de la cintura y me clava sin mucho esfuerzo, Martín me folla la boca pues soy incapaz de hacerle una mamada, me convierto en una especie de muñeco que se deja hacer. La follada no dura mucho, pero se me hace eterna a diferencia de Martín, del gordo y del cuarentón el pene de éste es chico y sus movimientos desacompasados. El trigueño termina dejando el condón dentro de mi culo, su esperma se resbala por mis piernas, ya ni me esfuerzo en enderezarme siento que alguien tira del condón y lo veo caer cerca de mi pie. Un desconocido que no recuerdo haber visto me toma de la cintura y sin más me la clava entera hasta lo más profundo de mi ser.

-           Hey, oye, es mi tuno – escucho que se queja alguien

-           Sorry causa, te dormiste, pónsela en la boca mientras acabo aquí – recibe por respuesta.

Delante de mí otro hombre mete su verga en forma de plátano en mi boca, me tira del cabello y me la folla a la par que el otro hombre se apodera de mi culo

-          mierda que rica boquita – las bolas del recién llegado golpean contra mi cara

-          vas a hacer que me venga sin culearte maricón

El desconocido me embiste la boca con destreza provocándose placer así mismo, chorros de leche golpean en mi garganta, me llenan la boca y se escapan por las comisuras de mis labios, el tronco que contine la leche sale de mi boca y puedo escupir la lefa sobre el piso. Se ha venido pronto por la excitación.

Mientras el otro desconocido disfruta de mi culo, su verga entra y sale de mí ya casi, al cabo de pocos minutos siento el espasmo previo a su corrida. Para mi horror siento un chorro de leche llenarme las entrañas, el muy hijo de puta no se ha puesto condón, me ha follado al pelo y su leche ha invadido mi interior. Cobro algo de valor, y me enderezo, me volteo, Martín no está cerca para impedírmelo. Resguardo mi culo contra la pared y me encuentro frente a un hombre de unos 32 años, moreno que se sacude la verga, me guiña el ojo antes de envolverse con la toalla – cuida de mis hijos -me dice el hijo de puta guiña un ojo y me hace un gesto como de quien manda un beso lascivo. El tipo que acaba de follarme a la boca se me acerca con intención de que me voltee, pero lo alejo. Otros dos hombres más me hacen gestos mostrándome sus pollas erguidas en sus caras me parece percibir una mezcla de súplica y desilusión, no sé si esperaban su turno o solo les interesaba mirar y si pretenden que me conmueva de sus caras o me existe viendo sus pollas.

A otro lado de la sala descubro otro coro de unos 5 ó 6 hombres más. El moreno que acaba de follarme se acoplándose al grupo y distingo también al cuarentón. Todos siguen la follada de otro incauto como yo. Cuando me alejo con la intención de salir de ese lugar paso cerca del grupo y descubro a Martín en el medio de todos, fallándose al chico del arete que antes la hizo la mamada.

Adolorido salgo del lugar, con la intención de irme paso por el bar y el cantinero me detiene,

-          Joven tengo su toalla, se la lleve, pero estaba ocupado – me la alcanza con una sonrisa cochosa, está claro me sabe protagonista de la cachada

-          Gracias, tienes un jabón -

-          Si claro ¿cualquiera? –

-          Si, cualquiera –

-          Tenga –

Me lo entrega y me voy a las duchas con la toalla colgada al hombro y con el jabón en la mano Abro el agua caliente y me doy un baño, me toco el agujero, y siento que me arde. En lugar de un esfínter tengo ahora un tubo para vergas. Me enjabono todo tratando de quitarme el olor a verga de tantos hombres que no se si puedo contarlos. Salgo de la ducha, pido una botella de agua y me voy con ella a los cambiadores.