Martín XI - Parte 2

Javier, sigue sometido por la personalidad de Martín, ahora en el sauna a donde lo ha llevao se encuentra con un mundo de tentaciones...

Martín XI – Parte 2

Ya son casi las 8 y sigo esperando a Martín. He dado tres vueltas hasta conseguir un estacionamiento que por fin encontré cerca de radio nacional. Martín me respondió que ya venía, pero de eso hace mucho, tengo más de una hora esperándolo. He caminado hasta una farmacia para aprovechar y comprar condones, el huevas es capaz de cogerme a pelo si no se los doy. No me ha querido decir a donde vamos a ir y eso me pone algo intranquilo. Se lo he preguntado varias veces y simplemente me deja en visto

Cerca de las 8:00 recibo un mensaje al Whatsapp.

- [7:51 pm, 21/05/2019] Martín Quispe: Hey, ya llegué, estoy acá en la esquina del estadio ¿me recoges? –

Pinche pendejo, le respondo que voy y ahora sí, como nunca, su respuesta no se hace esperar

- [7:51 pm, 21/05/2019] Martín Quispe:Dale, apura, no me hagas esperar –

Si será pendejo, llevo casi una hora esperándolo y ahora me apura. Por suerte estoy a tan solo una cuadra del lugar y llego enseguida, sobre paro, reconoce el auto y se sube en el asiento de atrás. Lo invito a sentarse conmigo adelante y me responde con una de sus acostumbradas guarradas, me indica el camino, se acomoda los audífonos procede a ignorarme.

Estaciono el auto y él se baja primero, se adelanta haciéndome un ademan para que lo siga, entramos por un portón grande en donde un tipo de unos 25 años nos pide nuestros documentos y nos cobra la entrada. Por fin Martín me dice que estamos en un sauna en donde no solo hay vapor y agua caliente, sino hombres buscando sexo. Luego de quitarnos la ropa, le entrego los condones y me reclama que solo sean tres. Salimos del cambiador; Martín va prácticamente desnudo con la toalla al hombro. La verga morcillosa le cuelga junto a sus grandes bolas, yo salgo detrás de él con la toalla en la cintura, cubriendo mi pito y mis nalgas.

El lugar está lleno de hombres semi desnudos o desnudos de todas las edades. Todos voltean a mirarnos, no porque tengamos algo especial, es solo porque es parte de la razón de estar ahí, algunos depositan momentáneamente la vista en mí y luego se centran en Martín, otros me persiguen con la mirada y algunos solo miran y voltean indiferentes.

En el cuarto seco de vapor Martín me obliga a hacerle una mamada a vista y paciencia de un grupo de hombres a los que hemos encontrado sentados cuando llegamos. A mi lado, un muchacho de unos 19 años le hace lo mismo a un hombre gordo que aparenta tener 45 o quizás más. Justo antes de llenarme la boca de leche, Martín a parado la mamada poniéndose de pie me ha dejado solo entando al costado del hombre gordo quien al verme sin compañía me muestra su miembro, grueso corto y con un glande como un hongo, con un gesto me ofrece tomar el lugar del muchacho. Me paro tratando de ocultar mi erección y salgo tras de Martín.

Detrás de mi sale también del cuarto seco otro hombre en pelotas, alto con la toalla haciéndole una U en el cuello, trigueño y algo llenito sin llegar a ser gordo se lleva la mano a la verga y se la levanta para mostrármela, larga pero delgada con el pellejo arrugado y oscuro, justo como no me gusta. Lo ignoro y me enfoco en encontrar a Martín. Abro otra puerta, es la cámara húmeda, el olor a eucalipto me llena las fosas nasales, Martín esta sentado al lado derecho de la puerta, entro y me siento de nuevo a su costado. En el cuarto hay otros tres hombres sentados sobre sus toallas. Martín se acomoda levanta la pelvis y coloca sus manos sobre su nuca, lo entiendo como una invitación a seguir con la

mamada. Me ocupo de ello, inclinándome sobre él; saco la lengua y empiezo frotando su glande que empieza a crecer y a ponerse duro de nuevo, me la meto entera en la boca y Martín me empuja la cabeza contra su polla, marcándome él el ritmo y ahogándome de vez en cuando.

La puerta se abre y el hombre trigueño del pene arrugado entra y se sienta a mi lado. Me observa mientras me como el miembro de Martín, su mano se desliza por mi pierna acariciándomela. Sin sacarme la verga de la boca lo detengo poniendo mi mano como barrera, pero Martín me jala la toalla dejando mi cuerpo expuesto, el hombre lo toma como una invitación a servirse de mí y yo me resigno a sus caricias mientras sigo con la mamada. La mano del recién llegado de mi rodilla al muslo, con decisión se escabulle por debajo de mis nalgas, me levanto un poco para darle libertad y él aprovecha para colocar su palma bajo mi trasero, me siento en ella su dedo medio juguetea con mi agujero mientras yo sigo mamando el miembro de Martín. El resto de la sala solo observa la escena tocándose las pollas.

La puerta se abre de nuevo, es el chico que antes mamaba la verga del gordo quien entra en la cámara y se sienta frente a nosotros y como los otros se toca la polla.

De pronto Martín se levanta nuevamente haciéndome una vez más a un lado, me quedo sentado viéndolo salir, la mano del hombre a mi lado se desliza por mi espalda presionándome por detrás para que sea su pene el favorecido por mis masajes bucales, sedo a la presión y me inclino, me meto su pene en la boca, tiene un sabor distinto, de la cabeza emana un líquido pre seminal dulzón, me lo meto todo en la boca dándole gusto, chupo el capullo y le pajeo el tronco sólo con dos dedos, el pulgar y el índice mientras presiono su glande poniéndomelo en el frenillo en la parte de arriba de mí boca, mi mamada lo estremece y de repente me empuja la polla dentro de la boca obligándome a tragármela toda, presiono para sacármela pero él me detiene presionando mi cabeza contra su falo que se me incrusta en la garganta, de da libertad solo para subir y bajar por su él siguiéndole el ritmo a la follada bucal que ahora me propina. Me tiene atragantado, trato de empujarlo con los brazos, él se agacha y en un susurro me suplica – deja que me corra por favor ya me vengo – me arrecha el pedido, me compadezco de su arrechura y accedo a ayudarlo a venirse, en cuanto ve que colaboro me suelta y siento que se estremece mientras trata de contener los gemidos que casi inaudibles se le escapan a su pesar invadiendo sutilmente el silencio – aaaaaaaahhhhhhhh -. Me saco su rabo de la boca y pongo la lengua a modo de cuenco para recibir su leche, el hombre se corre cuidando de que toda su lefa quede sobre mi lengua y espera a que me la trague, pero la escupo a un costado – ¡¡¡no pues!!! - Dice sin preocuparse de mantener el silencio que reina cómplice de lo que pasa en el lugar. Me limpio la boca, me acomodo la toalla y salgo de la cámara húmeda buscando a Martín.

Continúa….