Martín VI

15 años después, Javier se encuentra nuevamente con Martín, el hombre que en su adolescencia lo marcará sexualmente. Aún quedan recuerdos borrados sobre de esa primera vez que Javier tratará de reconstruir, pero todo a su tiempo...

Para entender mejor este relato y mi relación con Martín recomiendo buscar las historias Martín I, Martín II, Martín III y Martín V publicadas aquí mismo hace algunos años, tal como se explica en "Martín I", esta historia esta contada desde la optica de Javier (el autor) en base a experiancias reales, lleno ciertos vacíos con una óptica de como creo que Martín vivio los mismos sucesos más o menos en paralelo, esto último es producto de mi imaginación pues no puedo conocer los pensamientos de Martín, sin embargo creo que lo retratan si no como es, al menos si como yo los veo o veía.

Me anime a continuar escribiendo por el comentario de un lector se agradecen como siempre los comentarios, los buenos motivan a continuar y los malos a mejorar, el silencio no contribuye.


MARTÍN VI

Ando algo caliente desde hace varios días. Un broder me agrego al Facebook hace un par de semanas, comenzó a hablarme de la nada y terminamos quedando en encontrarnos para tirar. Tengo más de 35 años y he probado un poco de todo, mujeres blancas, morenas, muchas trigueñas, jóvenes y alguna que otra gallina vieja. Con los hombres he sido siempre un poco más selectivo, me gustan chibolos de 22 para abajo, blancos de preferencia, aunque me he sabido comer algún que otro trigueñito y recuerdo a un morenito culón entre tantos. Últimamente ando muy selectivo con lo que me como. A juzgar por sus fotos, este hombrecito con el que he venido chateando es de tés clara, simpático y aparentemente chato, no parece estar mal. De cualquier forma la calentura no me ha dejado ni dormir y me viene bien remojar el payaso en un culito rosado.

Cerca de las 7 de la noche en el Juan Valdez del Centro Comercial, en una mesa de la terraza que es casi casi el corredor del mall encuentro a mi punto, es casi tal cual como se ve en las fotos, cara ovalada el pelo castaño claro con ojos grandes y redondos de color verde enmarcados bajo unas pestañas que no dejan de llamar la atención, una boca chica, labios bien formados, cejas pobladas y una nariz bien perfilada que sería casi respingada si no fuera por que termina redonda. Aparenta tener unos 23 o 24 años. Por alguna razón siento que lo conozco de algún lado, pero no puedo recordar de donde, es la misma sensación que he tenido desde que me envío sus fotos. Él también me ha reconocido al instante, ya me han dicho muchas veces que soy fotogénico, no porque salga lindo en las fotos, sino porque salgo tal como me veo. Le extiendo mi mano y lo saludo con un –ola- mientras me siento en la silla frente a él.

Se sonríe y su cara se dibuja aún más juvenil, sus ojos parecen tener vida propia.

-          No puedo creer que no te acuerdes de mí, pensé que al ver mis fotos sabrías quien era, es curioso que ni aún ahora te hayas acordado.

-          La verdad me pareces conocido de hecho creo que te he visto en algún lado.

He respondido tratando de conservar el aplomo, no estoy seguro de donde lo conozco y su introducción pareciera estar cargada de rencor.

-          Tú no has cambiado mucho, estas algo más grande creo, salvo eso parece que los años no pasaron contigo.

-          Si bueno, tengo más grande la pieza también, me has hecho venir para juagar adivina o en serio quieres un hombre que te de duro. Si no me vas a decir quién eres y de donde te conozco mejor lo dejamos ahí y cada uno vuelve a lo suyo.

A pesar de mi desconcierto me aviento, con intención de recuperar el control, quiero llevarme a la cama a este hombrecito, pero me desconcierta no saber de dónde lo conozco. Él se sonríe, baja la cabeza y cuando levanta la mirada me encuentro con una expresión que ya he visto antes.

-          En eso tampoco has cambiado mucho, sigues siendo el macho dominante.

-          Que carajos, me vas a decir quién eres o vas a seguir jugando.

Ahora me queda más claro que se trata de algún ex, alguien que me he comido en otro momento, de hecho, es lo que siempre me ha parecido pero ahora lo tengo más claro.

-          No me llamo Cesar, mi nombre es Javier, nos conocimos en la San Marcos hace ya varios años, por esos días, estaba en la pre y tú eres universitario.

El recuerdo llega a mi tan claro como agua de puquio, no puedo creer que lo tenga al frente, no puedo creer que no lo haya reconocido. Esta algo cambiado si, un poco más alto creo, más grueso y su pelo ahora luce bien peinado, ya no lleva ese revoltijo que tenía sobre la cabeza y claramente ya no se ve como un niñato, pero es él. Se sonríe al ver mi expresión de asombro - ¿ahora si te acordaste? – Y claro que me acorde, como no pude verlo antes. Paso del asombro al temor, no sé qué es exactamente lo que quiere, para que me hizo venir - Pareces asustado – me dice el hijo de puta mientras sonríe.

-          Asustado no, más bien sorprendido, hace mucho que perdimos el rastro, no sé ni cuanto tiempo que no sé nada de ti.

-          Si bueno, yo nunca pude olvidarlo, aunque aún faltan partes que nunca pude recordar, todo fue tan rápido.

-          ¿Nunca pudiste olvidarlo o nunca pudiste olvidarme ah?

No tengo claro que es lo que busca, me es difícil leer sus expresiones, me digo a mi mismo que no tengo nada que temer, han pasado muchos años y si lo que quiere es delatarme es un poco tarde para eso, asumo que cuando mucho quiere recordar. Toma un sorbo del café que tiene al frente antes de responder.

-          Supongo que ambos.

-          Y ¿puedo preguntar cómo me encontraste?, digo, después de tanto tiempo.

-          No es difícil encontrar a una persona hoy en día, todo está en internet.

-          Si, lo sé, pero hasta donde recuerdo lo único que sabías de mi era mi nombre, con solo esa información es difícil ¿no?

-          Si bueno, con eso solo no hubiera podido encontrarte nunca. Creo que fue algo así como el destino. Hace unos meses encontré un teléfono escrito en el baño de la facultad de Contabilidad, la verdad no tenía nada que hacer ahí, un impulso me llevo y bueno.

No recordaba haber dejado mi número en el baño pero la sola mención lo trajo a mi memoria, fue una de las tantas veces que me escabullí para culearmelo sin éxito, apunte el número suponiendo que cuando lo viera me llamaría.

-          Me había olvidado de eso, de todas formas, ese número ya no lo tengo hace uf más de mil años.

-          Si, lo sé, para empezar, le faltaba un nueve, pero ni así conectaba. Le pedí a una amiga que trabaja en telefónica que busque el número en su base de datos. Usaste el teléfono como pre pago por un par de años y luego lo convertiste en post pago, ahí apareció tu nombre Francisco Martín Quispe Olaya, lo que vino después fue más fácil.

-          Eres un maldito stoker.

-          Jajajaja, no soy stoker, si lo fuera te hubiera encontrado hace mucho, ya te digo que fue una cosa rara el que encuentre ese número.

Los siguientes 20 minutos se la pasa contándome todo lo que sabe sobre mí, donde trabajo, que he estado haciendo, claramente ha pasado algunas horas revisando mis cuentas en redes sociales. Me pongo al día con su vida también, estudió arquitectura y trabaja en la constructora de su viejo, la conversación se calienta cuando llegamos al reporte de su vida sexual, lo más importante y tal vez lo único que me interesa es que sigue soltero y metido en el closet, ha tenido muchas más experiencias, pero casi siempre como activo. Su culito ha de seguir tan cerrado como lo deje y yo quiero hacerlo mío de nuevo. Tuerzo la conversación con la firme intención de encontrar lo que vine a buscar.

-          Y bueno, ya que me pusiste al día con tu vida y que no necesitas que te cuente la mía, que más hacemos, quieres ponerle leche a tu café.

-          Jaja, tú siempre tan directo, que harás me invitaras un cebiche en la cantina de la esquina y me emborracharas.

-          Jajaja, que pendejo. Yo no te emborrache mi broder, tú te emborrachaste solito y entraste a mi cuarto con tus dos pies, si quieres vamos por unas chelas y de ahí te invito a mi depa, vivo solo por aquí cerca.

Me recuesto en la silla y levanto sutilmente la pelvis, lo suficiente para provocarlo sin que se note a la vista de los extraños. Mi gesto no pasa desapercibido, se muerde el labio inferior y noto como su mano se desliza sobre su entre pierna.

-          Donde queda tu casa

-          No está lejos, 20 minutos, vamos en un taxi

-          Tengo mi auto abajo ¿hay donde estacionar?

-          Si claro en la calle, pero es tranquilo

Me paro para apurarlo y evitar que se eche para atrás, él se toma su tiempo pero se pone en pie, lo dejo pasar mientras me lo alucino. Los años no le han sentado mal, lleva un polo color negro con cuello en V no tan apretado pero lo suficiente para saber que tiene un cuerpo bien formado con el abdomen plano y los brazos marcados. Lleva un jean algo justo sin exageración que deja ver un culo redondo y un par de piernas rectas bien formadas, no mide más de 1.65 m y a pesar de que tiene un cuerpo mucho más desarrollado, no deja de ser algo menudo. Sus maneras y su vestir varoniles y algo arrogantes me arrechan, no puedo dejar de imaginarlo en mallas, o completamente desnudo con una correa en el cuello. Me indica el camino y yo lo sigo, paga el estacionamiento y caminamos hacia su auto. El camino hasta mi casa lo hacemos en silencio, no me dice nada, pero se siente la tensión en el aire, él parece nervioso y yo estoy más que nada ansioso. Estaciona a una cuadra de mi depa que en realidad no es más que un cuarto con cocina y baño. Camino delante hasta que ambos estamos frente a mi puerta, lo invito a pasar y cierro la puerta tras de mí.

Manejo nervioso por la Av, Javier Prado, Martín esta mudo y al igual que yo, habla solo para indicarme donde voltear y por donde seguir. Avanzo hasta la Av. La Molina y doblo a la izquierda, tomo la Av. La Molina y vuelvo a torcer a la derecha, avanzo dos cuadras sobre la Av. Constructores, y me estaciono en una calle secundaria. Martín me indica el camino hasta un edificio de 4 pisos, al que subimos por la escalera. Me invita a pasar y a ponerme cómodo mientras él se mete al baño. Hago espacio retirando revistas y ropa de un sillón, me siento en él solo para no quedarme de pie. La habitación luce desordenada, frente a mi hay un televisor de unas 50 pulgadas, demasiado grande para la mesa que lo sostiene un mini componente algo exagerado de esos llenos de luces de colores reposa sobre el suelo, los parlantes cuelgan precariamente de la pared, una consola de play station asoma debajo de un tapete cerca del televisor, en una esquina hay una ruma de archivadores que rebosan papeles junto a una silla a la que le falta una pata, nunca entenderé porque la gente acumula desperdicios.

Martín se aparece en la habitación, completamente desnudo, tiene una espalda ancha, brazos y piernas gruesos, el pecho algo marcado, pero sobre todo tan ancho como la espalda, trata de disimular una pequeña curva en su abdomen. Una línea de bellos negros hirsutos baja desde su obligo hasta confundirse con la mata también negra y más hirsuta de su paquete. Tiene la pinga parada como un sable con la cabeza fuera del prepucio y las bolas colgando. No recordaba que fuera tan grande. Sus piernas anchas se van cubriendo de bellos hasta llegar a un par de pies anchos con los dedos cortos y lo pulgares muy grandes. Levanto la mirada mientras recorro su cuerpo de piel cobriza, su cara con la quijada cuadrada y la nariz achatada, un incipiente bigote que es más bien una pelusa negra rodea su labio superior, sus facciones son toscas casi tanto como él. Creo que nunca lo había visto completamente desnudo, al menos no que lo recuerde.

Se acerca agarrando su miembro con la mano derecha. Sin decir nada lo coloca frente a mi cara, su olor me invade por completo levanto la mirada para verlo a él, como si quisiera descifrar que es lo que quiere que haga, como si no lo supiera, vuelvo a bajar la mirada y me enfoco en su verga, debe tener al menos 18 cm, gruesa, morena y venosa. Paso mi lengua por su glande y lo envuelvo con ella antes de tragármelo por completo, saboreo su olor antes de sacarlo de mi boca solo para metérmelo todo de nuevo; literalmente chupo su miembro como si quisiera extraer el dulce de un caramelo. Él apoya su mano izquierda en la parte baja de su espalda mientras toma mi cabeza con la derecha, con leves movimientos de su pelvis introduce y saca ligeramente su verga de mi boca, empujando mi cabeza me obliga a seguir el ritmo que exige su deseo. Coge su verga con la mano que antes soportaba su espalda y me la refriega en la cara, la levanta dejando sus bolas al alcance de mi boca. No me dice nada, no es necesario pues se lo que quiere; lamo su escroto como un experto y me trago sus bolas, primero una y luego la otra, quiero meterme las dos al mismo tiempo, pero es casi imposible. Vuelvo a lamer su escroto causándole más placer; el direcciona nuevamente su glande a mi boca y lo introduce en ella, toda mi cavidad bucal lo abraza, mis dientes juguetean con su falo. Me coge la cabeza con ambas manos y acelera el ritmo, el vaivén del saca y mete que se produce en mi boca me lastima la garganta, trato de zafarme pero ya es inútil, Martín esta poseído; acelera sus movimientos y cogiéndome de los pelos me obliga a seguir su ritmo. Una y otra vez siento su glande chocar en mi garganta, por fin me la saca y beso su glande, lo rodeo con mis labios solo para terminar embutido nuevamente con el vergajo de carne, vuelve a sacármela y esta vez me deja juguetear con la cabeza de su miembro, mientras que con su mano derecha se masturba sin sacármela del todo. Siento su respiración acelerarse, - ¿quieres leche? – me pregunta antes de venirse en mi boca, su esperma se mezcla con mi saliva llenando mi cavidad bucal, su leche caliente me invade, abundante leche que me es imposible contener escapa por las comisuras de mi boca – trágatela – me ordena al ver como se empieza a desperdiciar y a pesar de que no es lo mío me la trago obediente y hasta recojo los restos que se escapan con mi lengua.

Contunuará...