Martin tiene ganas de mirar y yo de coger.
- Querés verme besar y tocar a tu amigo? - Me encantaría. Este relato contiene sexo hetero, masturbación, sexo oral y voyerismo.
Hace un par de años cuando estaba en la universidad, con una de mis mejores amigas nos la pasábamos de fiesta. Y la mejor parte era luego del club, ir a la casa de alguien más a continuar bebiendo, y por supuesto a tener sexo.
Una noche de esas, luego del club nos fuimos con mi amiga a la casa de Martín. Él estaba con un amigo y ambos eran conocidos de mi amiga.
Llegamos a la casa de Martín y enseguida nos preparamos algo de beber. Yo tenía puesto una mini negra apretada, botas altas y una remera blanca ajustada con la espalda descubierta. Mi amiga llevaba un vestido corto al cuerpo de color negro y botas altas por supuesto.
Estábamos bebiendo, bailando y coqueteando los cuatro. Hasta que finalmente mi amiga comenzó a besarse en el sillón con Juanse (el amigo de Martin). En ese momento Martín me tomó de la mano y me llevó hasta su habitación.
Al abrir la puerta, se podía ver por la claridad que entraba desde la ventana, que había alguien durmiendo en su cama.
Ya me había olvidado, Alex se quedó durmiendo. Estaba tan ebrio que no podía ni estar en pie para ir al club.
Si tan ebrio estaba, dudo que note si nos acostamos a su lado.
Sonreímos y entre medio de besos torpes nos acostamos. Quedé yo en el medio, pero me puse de costado hacía dónde estaba Martin para poder besarlo. Me sujetó de la pierna e hizo que me suba arriba de él.
Nuestros cuerpos ya estaban calientes y nuestras respiraciones agitadas. La ropa ya nos empezaba a incomodar y con su duro miembro bajo de mi sexo, comencé a mover mis caderas.
El movimiento de mi cuerpo, el roce de nuestros sexos con la ropa y su amigo al lado nuestro era de lo más excitante. Por supuesto gemi un poco, y su amigo lanzó entredormido un quejido.
Martín se sentó, pegando su pecho con el mío. Le quite la remera y él hizo lo mismo. Nos besamos mientras aun movía mis caderas. Y su amigo volvió a quejarse.
Sabes que me gustaría mucho?
Qué?
Verte con él.
Me estás hablando en serio?
Si, me caliento de solo pensarlo.
En serio me decís? Querés verme besar y tocar a tu amigo?
Me encantaría.
Entonces lo despierto?
Si
Volví a acostarme en el medio, pero en esta ocasión le di la espalda a Martin. Él se desvistio, levanto mi falda y apoyo su dura verga entre mis nalgas. Con su mano comenzó a acariciar mis pechos desnudos y yo, comencé a tocar a su amigo por encima de su pantalón y a besar su cuello, para intentar despertarlo.
Al cabo de unos minutos despertó, giro su rostro con sorpresa para ver quién estaba detrás suyo besándolo y tocandolo. “Déjame tocarte un rato más” le dije, y se levantó. Al ver a Martín detrás mío su expresión cambio por completo, no entendía que es lo que estaba pasando allí. Me senté también y entonces le dije “Martin tiene ganas de mirar y yo de coger”.
Me senté arriba de él, le quité la remera y lo besé. En cuanto mis labios tocaron los suyos, me sujetó de la espalda y metió su lengua en mi boca. Me besó con fuerzas y yo empecé a moverme arriba de él. Enseguida pude notar lo dura que se le puso.
Alex comenzó a besar mi cuello hasta llegar a mis tetas y se detuvo en ellas. En ese momento lo mire a Martín y estaba masturbándose con rapidez. Tenía una verga larga, ver cómo su mano subía y bajaba por ella mientras veía como su amigo me chupaba las tetas me resultaba un placer inexplicable. Sentía mi pelvis prendida fuego, mi tanga ya estaba completamente mojada.
Lo sujeté del pelo a Alex para desprenderlo de mis pechos y lo empuje hacia la cama. Lo desnudé tan rápido como pude. Tiré su ropa al piso, lo observé desnudo en la cama y al ver su pene erecto, se me hizo agua la boca.
Tenía un miembro de tamaño normal pero grueso, crei que me iba a doler al meterlo, pero yo estaba tan mojada que cuando me monté en él, fue puro placer.
Al principio me movía despacio y con cada movimiento un gemido. Martín estaba a nuestro lado, masturbándose al mismo ritmo que nuestro sexo.
Alex me apretaba los pezones y yo me retorcía del placer. Poco a poco fuimos aumentando la velocidad. Mis gemidos eran gritos cada vez que su verga entraba y salía de mi. Mis tetas rebotaban en mi cuerpo y Alex las golpeaba, a la vez que me daba chirlos en la culo.
En un momento se detuvo y cambiamos de posición. Me puse como perrito y él se arrodilló detrás de mí, me sujetó de la cintura y me embistió con fuerza. Mi Dios! Sentí sus dedos estimulando mi clítoris. Estaba sobrepasada de placer! Que buen sexo me estaba dando este hombre!
Mi zona íntima estaba prendida fuego y yo ya no podía hacer otra cosa más que gritar de placer. Alex aumento la velocidad de sus movimientos hasta que mi cuerpo comenzó a tensionarse por el orgasmo, quitó su miembro de mi y al instante eyaculó en mi espalda mientras seguía tocando suavemente mi concha.
Aún no terminaba de recuperar el aliento, cuando noté que Alex comenzó a acariciar mi espalda, desparramando su semen por todo mi cuerpo. Luego me volteo, y masajeo mis pechos con sus manos sucias y yo fui derecho a lamer sus dedos.
Estaba tan inmersa en ese climax que olvide por completo a Martín. Y al escuchar su voz fue que volví a la realidad.
- Yo también tengo semen para que juegues.
Lo ví recostado, con su pene aun erecto y el semen en su abdomen. Me fui hacia él y comencé a pasarle la lengua por todo su abdomen y pecho recién eyaculado.
Continúe por su miembro y testículos y finalmente me lo metí en la boca hasta donde pude. Sentía arcadas de tanto metérmela pero yo seguía chupándosela.
Supongo que en ese momento Alex nos estaba viendo, pero yo solo estaba concentrada en la verga de Martín. Comencé a masturbarlo mientras chupaba sus testículos y su glande. También pasaba la lengua por su ano. Escucharlo gemir me calentaba y hacia que no quisiera detenerme.
Seguí masturbandolo y dándole sexo oral hasta que me dijo que estaba por acabar. Asique metí su verga hasta el fondo de mi boca una vez más.
Mi boca se inundó de su rico caliente semen, lo tragué de inmediato. Jugué un rato más con su pene en mi boca y cuando termine noté que Alex nos estaba viendo.
Me recosté entre ellos, exhausta. Alex se fue a bañar, mientras Martín y yo nos quedamos acostados desnudos hablando cosas sin sentido por un rato, hasta que me fui.