Martín IX (por 20 soles te pongo un culo)

Martín, un verdadero cabrón...

Martín IX

Mi historia con Martín empieza años atrás. Un encuentro casual que degenero en una borrachera me llevó a ser presa, víctima o tal vez beneficiario de los deseos de Martín, irremediablemente terminé sometido a él por varios meses. Como explico en el primer relato, esta historia, desde su inicio, está basada en mis recuerdos, en algunos casos inexactos, en otros bastante claros. También contiene, suposiciones mías de lo que pasó o pudo haber pasado por la cabeza de los terceros involucrados, suposiciones basadas en mi análisis del comportamiento, y la personalidad de los involucrado que tratan de dar una explicación a lo sucedido o simplemente enlazar la historia.

Sali del departamento de Martín, luego de haber follado con él, con más dudas que con las que llegue. Fui por respuestas y terminé nuevamente con el culo lleno de su leche y la boca impregnada de su sabor, su olor a macho, su irritable pose de suficiencia pegados a mi cuerpo; salí odiándome a mí mismo por haber caído nuevamente en la tentación, pero sobre todo salí de ahí con una frase que no me dejaba tranquilo “te regalaste a mi pata”. Luego de cogerme muy a su modo, como siempre, Martín me relato nuestro primer encuentro en su cama, ese que ocurrió hace años y del que no tenía memoria por mi estado de embriaguez. No tengo dudas que paso según su relato, su historia se adapta mucho a su forma de ser y actuar, por lo que asumo su relato bastante pegado a la realidad. No obstante, que aquella tarde yo me haya “regalado” a Roberto… eso es algo que no termino de digerir.

Maneje hasta mi departamento bastante distraído, imbuido en mis pensamientos, me pase la salida a la Vía expresa y tuve que tomar la siguiente oreja metiéndome de lleno en el tráfico de Lima, la ciudad gris que en ese momento se me hacía más gris que nunca. Ya en mi departamento prendí la laptop y me interne en lo más profundo de la web, buscando a Roberto, el amigo de Martín a quien supuestamente “me regale”, no encontré ni rastro de él ningún amigo de Martín en fecebook, ningún amigo de sus amigos visibles, nada en Instagram, nada de nada. A Fredy ya lo tenía ubicado desde hacía tiempo, casi desde que encontré el perfil de Martín, sé que era psicólogo, que trabajaba en un hospital, estaba casado, tenía un hijo de unos 8 años y una niña que parecía menor, eso me había limitado a escribirle, pero la situación era distinta ahora. Abrí el chat de Facebook y redacté un pequeño testamento que empezaba con un “hola, soy Javier, no se si te acuerdas de mí, amigo de Martín”, el testamento continuaba con una explicación por demás exacta de lo que me motivaba contactarlo y terminaba con un “espero no molestarte con esto”, por suerte antes de enviarlo lo leí y borre todo dejando solo el “Hola, soy Javier amigo de Martín”. Luego de dos semanas no había ninguna respuesta a mi mensaje, le escribí de nuevo “Hey, en serio necesito hablarte, es por una consulta personal, si puedes llámame, te dejo mi número 994032415. Gracias”. Pensé que ser amigable ayudaría y podría decirse que así fue. Dos días después recibí su llamada.

-          Hola, que tal, ¿eres Javier no? –

-          Emmm, hola, ¿sí?, este, ¿quién habla? -

-          A bueno, pues soy Alfredo, Fredy como me conoces tú, me dejaste tu número en un mensaje de facebook -

-          A, Hola, si, pensé que no me hablarías –

-          Bueno, sí, primero dudé, no estaba seguro de quien eras, pero luego, viendo tus fotos pues recordé. Me dices que quieres preguntar algo, me quede intrigado, ¿de qué se trata? –

-          A, si pues mira, es que, no se cómo decir esto –

-          Ósea, solo dilo, no pasa nada. –

-          Emmm, mira, había pensado que podríamos hacer esto en persona, pero ahora creo que podría ser una mala idea. –

-          ¿Qué pasa? ¿Es algo tan serio? –

-          ¿Es que, no lo sé, tu recuerdas el día que nos conocimos? –

-          Este, si, algo creo, oye, tal vez si es mejor que me expliques en persona. –

-          Si bueno, si tienes tiempo. –

-          La verdad no mucho, pero prefiero aclarar cualquier cosa que tengas en la cabeza, veras, soy padre de familia y pues, no quisiera que…, ya sabes. –

-          Eh, si bueno, no es mi intención molestarte, se que eres papá, tranquilo con eso. Si me regalas unos minutos estaría genial. –

-          Si, bueno, mira yo trabajo cerca del hospital Grau, en el centro, puedo darme un tiempo si te parece, ¿no se el martes por la tarde? –

-          Ok, martes esta bien, ¿cómo a las 6?, te parece en el Centro Comercial, el que esta en el centro cívico? No conozco mucho por esa zona.

-          Si, me imagino, está bien, quedamos ahí –

-          Listo, te veo el martes entonces. –

-          Queda, un gusto hablarte. –

-          Si, igual, bye. –

Fredy quería aparentar estar calmado y sin rollos, hasta contento de que le haya hablado, pero había algo en su voz que me hacía intuir todo lo contrario, sobre todo cuando mencione que me motivo escribirle, me salió con todo eso de que era padre y pues… Entre esa tarde a su perfil solo por curiosear y me encontré con que me había bloqueado. Me pareció raro que luego de una conversación tan relajada me bloqueara. Pero como fuera, el siguiente martes me encontré con él como habíamos quedado.

Nos encontramos en el patio de comidas del centro comercial, cuando llegue él ya estaba ahí, sentado en una de las mesas con una botella de coca cola a medio tomar. Atrás habían quedado sus años de juventud, a diferencia de Martín, se notaba que los años lo habían golpeado duramente. Aún llevaba el cabello corto pero ahora se dejaba una raya al medio que acentuaban más su nariz gruesa, sus pómulos parecían hundidos, tal vez por falta de sueño, escondía sus ojos negros detrás de unos lentes desgastados. Estaba además algo relleno y panzón. Parecía también que la vida no lo había favorecido, llevaba unos zapatos viejos y mal cuidados, el pantalón gastado y una chompa de lana corriente cubrían la camisa, una corbata fea asomaba por el cuello de la chompa. Debería tener unos 38 años, pero parecía un hombre de 45. No bien me vio me reconoció, - Caray estas hecho todo un hombre – fue su saludo inicial. Le sonreí y agradecí lo que tomé como un halago, le extendí la mano y me senté frente a él.

-          Cómo has estado, ¿qué te dio por contactarme luego de tantísimos años? –

-          Pues nada, hace poco, por una casualidad me encontré con Martín y pues, me acorde de varias cosas algunas que hubiese preferido no recordar –

-          ¿Te encontraste con Martín? ¿Y que, que fue con él? –

-          Nada, conversamos, me hizo recordar de… cosas, como te digo, y pues quería me ayudes con algo que me tiene dando vueltas la cabeza. –

-          ¿Solo conversaron? –

-          ¿Por qué preguntas eso?, has hablado con él? –

-          Eh, no. No hablo con Marín desde hace tiempo, es solo que tu relación con él nunca fue de amigos, ¿de amigos que se hablan no? Él fue como tú. No sé cómo llamarlo. -

-          Si, no se si hay una palabra para describirlo. –

-          Mira Javier, lo que paso contigo y Martín no tiene nada que ver conmigo, primero que nada, quiero aclarar eso. Ahora, es importante que sepas que Martín es un hijo de puta, siempre lo ha sido y lo mejor es que evites tener contacto con él. Martín es mi amigo, lo conozco desde que somos chicos y no lo quiero justificar, pero, pues la verdad es que tuvo mala suerte en su juventud –

-          Pues parece que no le va tan mal ahora –

-          Digamos que no, tiene una buena chamba, su problema es otro pues –

-          Se le ve bastante bien la verdad, la misma seguridad, parece más fuerte y hasta más grande –

-          Si, ya veo que no solo conversaron. –

Si quedaba duda de que mi encuentro con Martín había ido más allá del café y la remembranza de historias y situaciones, me silencio acabo con ellas. Me sentí como si lo tuviera escrito en la frente.

-          Pues mira, no sé qué te habrá motivado retomar contacto con él, pero te recomiendo que tengas cuidado, nunca supe porque te sentías tan atado a él, le obedecías y te dejabas… dejabas que el hiciera contigo lo que quería. Y si, sé que yo también me porte mal, te pido disculpas por eso, era joven y a veces me dejaba llevar; de alguna forma Martín también me manipulaba. Tú ya eres un hombre, no eres el chiquillo del que puede abusar a su antojo, eso lo sé, tal vez no necesitas que te diga todo esto.

-          ¿Por qué tendría que disculparte a ti exactamente? –

-          Javier, lo que paso no estuvo bien,  ya te dije, era joven, era un idiota en realidad, encontré divertido cogerme a un “mariconcito”, como él te llamaba, he vivido arrepentido de eso y de otras cosas, tengo el recuerdo clavado en mi memoria, he luchado contra el por mucho tiempo… -


Como todos los sábados, llegué a la universidad temprano para mi pichanga de futbol, había quedado con varios de mis patas en seguirla luego en alguna fonda, comer algo y meternos unas chelas, me encontré con Martín que llegaba también para el partido, conociéndolo, más que el deporte, le interesaba quedarse por las cervezas. Caminamos juntos por el pasillo central y volteamos a la derecha quedando la facultad de sociales a la izquierda y el pequeño bosque de eucaliptos de la facultad de conta a la derecha, conversábamos de cualquier huevada cuando Martín se percató de que Javier salía de la facultad de contabilidad. Javier caminaba despreocupado hacia la puerta de la Av. Universitaria.

-          Hey, ¿todavía quieres comerte el culito del mariconcito? – Me preguntó con una sonrisa en el rostro

-          Ehhh ¿Qué dices? –

-          Mira quien esta ahí, es la perrita mamona –

-          Pucha que no se, ¿ya habíamos quedado con los patas no? –

-          Anda, no seas pavo, pichangas hay todos los sábados, vamos a cogernos al mariconcito –

-          ¿No estará acompañado? –

-          No, no esta el auto que lo recoge –

Martín abordo a Javier antes que llegue a la puerta de salida – Hey marica – lo saludo sin reparos y no bien lo vio, Javier quiso salir corriendo, pero tropezó conmigo y le ataje el camino tomándolo de los hombros. – Cálmate chico, ¿por qué corres? Puedes estrellarte con alguien –  Lo abrace obligándolo a darse la vuelta y darle la cara a Martín.

-          Que fue Javier, te vengo buscando desde hace días, ¿te me estas corriendo?, teníamos un trato creo, aun me debes según mi cuenta –

-          Yo a ti no te debo nada y ya suéltenme que tengo que irme, mi papá me espera en el auto –

-          ¿tu papá está aquí?  - pregunté algo asustado.

-          Su papá no está, no seas tonto – me respondió Martín con absoluta seguridad.

-          Ya esta viniendo de hecho salí para encontrarme con él –

-          ¿Así? Y ¿te molesta que te hagamos la taba mientras llega? –

-          La verdad si, un poco, no sabría que decirle si me ve con ustedes –

-          Pero que tiene de malo, le dices que somos amigos y ya, ¿no tienes que entrar en detalles no? O quieres contarle lo nuestro jajaja –

-          No, no quiero –

-          Esta bien, a mi tampoco me apetece esperarlo, vamos a buscar un salón vacío para que nos mames la verga y luego te puedes venir a seguir esperando –

-          No voy a mamarte nada –

-          Si, si, ya veremso eso –

-          Hay salones caletas en sociales, suelo ir ahí a estudiar cuando la biblioteca está llena – lo dije medio sin pensar convencido ya de que iríamos a por el culo del mocoso.

-          Pues a mí me parece bien –

Entre los dos abrazamos a Javier y lo hicimos caminar hasta la facultad de sociales en donde efectivamente encontramos un salón vacío, nos metimos en él y cerramos la puerta por dentro y luego empujamos algunas carpetas contra ella.

La pre tenía por costumbre tomar exámenes que agregaban puntaje a la nota final, algo así como exámenes parciales que en realidad no eran otra cosa que simulacros del verdadero examen que se solía tomar al final del curso y cuyo peso era del 95% de la nota, por ende era el único que decidía quien ingresaba a la universidad. Demás decir que para mí no era en absoluto relevante, siendo así, me interesaba poco tomarlos, este era el segundo examen y como de costumbre llegue tarde con la esperanza de que no me dejen entrar y poder volver a casa temprano y dedicarle mi sábado a algo mejor que rendir un examen cuyo resultado me importaba poco o nada. Como era de esperarse, cuando llegue, el examen ya había empezado y pues no me dejaron entrar. Así que me dispuse a regresarme a casa. Caminaba rumbo a la puerta de Universitaria, distraído en mis pensamientos cuando la voz e Martín me regresó al mundo real – Hey marica – su peculiar saludo me hizo saltar para atrás con la intención de huir, pero de inmediato tropecé con otro hombre, al que reconocí casi de inmediato. Fredy era un hombre de unos 23 años de piel trigueña, medía menos de 1.70 m, grueso y algo barrigón, de cara redonda y nariz ancha y achatada con un tabique muy bien delineado, ojos negros de forma ovalada casi sin pestañas, las cejas también ralas marcaban exiguamente el contorno de su cara, tenía unos labios delgados bien definidos y el pelo negro que llevaba muy corto casi al rape le daban una apariencia de “cachaquito” (joven en servicio militar). Ese día llevaba un short de deportes que dejaba ver sus piernas gruesas y completamente lampiñas, una polera de manga larga y una gorra de kepi puesta al revés.

Entre los dos me tomaron de los hombros y me llevaron casi a rastras a un salón vacío en la facultad de sociales.

Ya en el salón trate primero de escabullirme y luego de protegerme tras las carpetas sin mucho éxito, me acorralaron contra una pared y termine suplicando de nuevo. Martín me volteo colocando mi cara contra la pared, se acerco a mi cuello, lo acaricio con su lengua y me susurró al oído – estate calmadito mi mariquita, no te va pasar nada que no quieras - paso su lengua por mis orejas y me tomo de la cintura jalándome hacia él y haciéndome sentir su verga ya dura – pórtate como un buen chico, no me dejes mal con la visita – volvió juguetear con su lengua en mi cuello y me mordisqueó el lóbulo de la oreja derecha acaricio mi pecho con sus manos y luego capturo mis brazos rodeándolos con los suyos y uniendo sus manos detrás de mi nuca, tiro de mí, me despegó de la pared y me llevo cerca de Fredy  – si le muestras las bolas se aloca este marica – dijo Martín dirigiéndose a Fredy quien presto se bajó el short y la trusa dejando su miembro al aire. Martín presiono sus manos sobre mi nuca y con sus rodillas golpeo las corvas de las mías obligándome a ponerme de rodillas frente a Fredy quien con la verga en la mano me esperaba de pie. – abre esa boquita mamona – me apuro Martín. Sin tener como defenderme abrí la boca y Fredy al instante me la lleno completa con su verga aún morcillosa. La verga de Fredy empezó a crecer dentro de mi boca hasta ponerse dura como un palo, Martín me libero y dejo a Fredy ocuparse conmigo, si bien su verga no era tan grande, me costaba trabajo tenerla adentro, Fredy me empezó a follar la boca cada vez con mas intensidad, me la sacaba y me la metía acariciándome la cabeza con ternura aumento el ritmo hasta pegar sus bolas contra mi cara la saco y repitió la operación dos veces más provocándome arcadas, me la saco entonces y la restregó por mi cara. – déjame a mí – le dijo Martín se había quitado el buzo y tenía medio cuerpo desnudo, se paró enfrente de mi con su verga erguida y dura – abre – me ordeno y como de costumbre obedecí ya sin reparos, de un solo golpe Martín clavo su verga metiéndomela hasta la garganta y presionando además mi cabeza contra su puvis la saco y me la metió de nuevo y luego continuo con sus típicos juegos, obligándome a tragarme sus bolas, lamerle el glande y las comisuras de su escroto, Fredy miraba la escena mientras se manoseaba la verga esperando su turno. Al cabo de un rato Martín paro el ritmo – párate y bájate el lompa quiero culearte también. -  Quise resistirme de nuevo, pero como siempre fue en vano. – párate mierda, párate, apoya las manos en esa carpeta o mejor, que Fredy te la meta en la boca así te vas acostumbrando a tener dos pingas. – me hizo levantar tirando de mi axila y me hizo inclinar el cuerpo hacia adelante. Al tiempo que Martín se paraba detrás de mí, la verga de Fredy ocupaba el lugar de Martín en mi boca.

Martin abrió mis nalgas me lleno de saliva la raja y me introdujo el dedo medio sin contemplaciones. Me hice para adelante por el dolor, pero tenía la boca embutida con el rabo de Fredy. El dedo de Martín hurgo en mi interior, entro y salió en un mete y saca constante logrando dilatarme, entonces sentí su glande apoyarse en mi dilatado esfínter. Martín me tomo de la cintura y de un solo golpe me metió al menos la mitad adentro, un chillido de dolor se apagó en mi garganta que fue al unísono embestida por la verga de Fredy. – sácasela un rato, quiero que chille – le dijo Martín a Fredy y este obedeció dejando mi boca libre, pero sujetándome para no dejarme caer. Martín saco parte de su verga dejándome solo el glande adentro y de un solo tirón me la metió entera, pegando sus bolas contra mis nalgas, me empine por el dolor y emite un chillido terrible – ¡aúúúúúúúúúuuuuu! – Fredy se asustó y volteo a todos lados como tratando de confirmar con la vista que nadie más me había oído – no seas así, lo estas lastimando – le dijo Fredy, - yo se como tratar a mi culito, a este marica le gusta que le den duro – respondió Martín mientras sacaba su verga para embestirme de nuevo – ¡aúúúúúúú! – grite de nuevo con la segunda embestida que inicio su mete saca imparable, propinándome un dolor lacerante y llenándome de placer a la vez, mi chillido se convirtió en jadeo - ya lo ves, este goza como un cerdo cuando la tiene bien adentro – dijo triunfante mientras seguía con la follada, convencido Fredy de que lo disfrutaba me volvió a ensartar la boca con su verga siguiendo el juego de Martín dejo la delicadeza y me empuño de los caballos para marcarme el ritmo. Martín me follaba duro como siempre, por ratos me la sacaba entera y me clavaba de un tirón, paraba como para acomodármela adentro moviéndose circularmente y continuaba de nuevo con sus embestidas. Luego de unos minutos, sus movimientos se hicieron más frenéticos sentí su verga engrosarse y casi de inmediato latigazos de esperma inundaban mi interior – ahhhhh, ahhhhhh, ahhhhhh, - jadeo Martín me saco y me metió su pinga un par de veces más para asegurarse que toda su leche quedara dentro. Me la saco y dirigiéndose a Fredy le dijo – te toca – Fredy saco su verga de mi boca, se colocó detrás de mi y siguiendo el ejemplo de Martín me la clavo de un solo golpe  - ahhhhhh – gemí al sentirme lleno nuevamente, la verga de Fredy era bastante mas chica que la de Martín, pero sus movimientos más acompasados. Sus manos acariciaban mis piernas,  me las pasaba por el trasero, por la barriga, por el pecho – que rico estas javi, quiero que me digas que te gusta – me quede callado y en respuesta quebré más las caderas para que disfrutara mas de mi culo, a diferencia de Martín a Fredy le parecía importar que lo disfrute – ahhhhh, ahhhhh, dime, dime, dime que te gusta – estuve a punto de responderle cuando la verga de Martín se apodero de mi boca – claro que le gusta, no ves como esta gozando – respondió Martín por mi – quiero que lo diga él – la espetó Fredy – sin dejar de follarme el culo  – respóndele marica, te esta preguntando si te gusta - Martín saco su verga de mi boca para oírme decirlo – siiiii, siiiii, me gusta, me gusta – Martín me tomo de los pelos y me hizo levantar la cara para que lo viera – ¿quieres que te la saquen perra? – respondí humillado pero convencido – no, sigue, sigue por favor no pares – mi respuesta le dio brida a Fredy que ahora sin reparos me clavaba a su gusto, parecía ya mas preocupado en disfrutarlo que en hacerme disfrutar a mí. Martín volvió a meterme la pinga en la boca – listo, todo aclarado ahora a mamar – la verga de Martín parecía haber cobrado nueva energía, erguía y dura me consumía la boca en una imparable follada que tomo el mismo ritmo que las embestidas que Fredy me propinaba. Estuvieron en esa situación por un par de minutos mas hasta que Fredy soltó un último gemido cargado de placer  - aaaaaaaahhhhhhhhh – su esperma termino de rellenarme. Martín me saco la verga de la boca y se pajeo en mi cara para asegurarse la corrida – abre me dijo – y me lleno la boca de leche transparente –

Me soltaron y me deje caer en el suelo, agotado, adolorido, humillado, pero con ganas de que me sigan cogiendo. Martín se me acerco y limpio su verga en mi polo, le gustaban ese tipo de cosas, creo que lo hacían sentirse más dueño de mí. Se sentó en una carpeta se puso el calzoncillo se acomodo la verga y luego hizo lo propio con el buzo. Fredy que se había desecho de su short y sus interiores antes de metérmela los encontró cerca de una carpeta, se los coloco de nuevo y ambos quedaron como si nada hubiera pasado, solo yo me encontraba aún en el piso con los pantalones abajo, y las leches mezcladas de Martín y Fredy descendiendo por mis piernas, restos de esperma en mi boca y la sensación extraña, mezcla de satisfacción y rabia. Me puse de pie, busque algo con que limpiarme, pero no encontré nada así que hice lo posible por expulsar toda la leche y termine subiéndome el boxer y el pantalón, limpie los restos de esperma de mi cara con mi mano. Y me acomodé la ropa lo mejor que pude. – te has portado bien mariquita, a ver si la repetimos – Me dice Martín con su sonrisa cachosa

-          Bueno Fredy, me debes 20 lucas, deberían ser 30, yo te ofrecí su culo, pero te has ganado también con la mamada jaja –

-          Bien pagados cholo – Fredy sacó un billete de 20 soles y se los entregó a Martin quien los recibió y guardó en su bolsillo.

-          Fácil aún alcanzamos la pichnga – le dice este finalmente. En su conversación parece que ya no existo.

-          Te veo en la semana marica – me dice Martín a modo de despedida.

-          Gracias Javi, cuídate bro – me dice Fredy

Entre los dos retiran las carpetas liberando la puerta y salen del salón hablando despreocupados.