Martín II
Segunda entrega de mi historia con Martín, como ya dije hay espacios llenados con lo ue creo que paso. Sus comentarios y valoraciones que animan a seguir con el relato...
Martín II
Siendo completamente sincero, no pensé que fuera a terminar en mi cama, me acerque a él para hacerle el habla, solo por el gusto de conversar con un chico lindo, lo invite a ir por un cebiche y acepto, luego de eso me cayó de regalo, le empuje las chelas y antes que se diera cuenta estaba tan ebrio como una pasa. Empujarle la rata después de eso ya fue cosa de juego. Me sonrío mientras pienso que cuando quiero puedo ser un maldito cabrón.
Voy camino de la universidad, tengo pichanga con unos amigos de la facultad, luego planeo pasarme por las Malvinas a ver si puedo cambiar el número de teléfono de mi nuevo celular, un kyosera sleider que le pelee al culito que acabo de cogerme. Meto la mano al bolsillo del buzo y saco el celular de su interior, deslizo la pantalla con el dedo pulgar y lo vuelvo a bajar, lo enciendo y el teléfono se ilumina, al instante empiezan a aparecer alertas en el teléfono, 36 llamadas perdidas, 18 mensajes de texto y 7 mensajes de voz. Las llamadas provienen en su mayoría de teléfonos guardados como casa, mamá y viejo, no dejo de estremecerme un poco al caer en cuenta que en algunos aspectos, el chico al que acabo de cogerme no es más que un niño de casa. Apago el teléfono y lo vuelvo a meter en el bolsillo. Ya estoy llegando al paradero de la puerta 4 de la universidad, me paro y me acerco al cobrador mostrándole mi carnet universitario le alcanzo una moneda de un solo y espero mi vuelto. – Puerta 4 baja – grita el cobrador avisándole al chofer que hay un pasajero próximo a bajar.
Me apeo del bus entro por la puerta mostrando nuevamente mi carnet, camino derecho por la avenida principal del campus, una sonrisa se escapa de mi cara cuando paso por el lugar en que le hice el habla. La imagen se recrea en mi cabeza, un chiquillo que aparenta tener 16 o 17 años cuando más camina relajado con un cuaderno bajo el brazo. Tiene el pelo castaño, no mide más de un metro sesenta, delgado, piernas rectas, una cintura delgada y un bonito culo redondo y algo levantado. Lo saludo con un hola y el me responde con una voz bastante más gruesa de lo que esperaba, viéndolo de frente es más lindo aún, su cara ovalada lo hace verse más peque aún; con ojos grandes y redondos de color verde, una boquita chica con labios bien formados, cejas pobladas y una nariz bien perfilada con un bultito que la hace ver graciosa. Esa misma carita aparece frente a mí en otra imagen, menos tierna, en la que su boca alberga mi verga. La pinga se me pone dura con el solo recuerdo y me veo tentado a regresar a mi cuarto y ver si alcanzo a cogérmelo una vez más. Vuelvo a sonreírme y sigo caminando.
Estoy tarde para la pichanga, han empezado sin mí pero les falta un jugador. Me cambio a las boladas, básicamente tengo que quitarme el pantalón y la casaca del buzo, me coloco las canilleras porque estos patean duro y cambio las zapatillas de andar por las de patear pelota.
Corro de arriba abajo y sudo como una bestia, hay un cachimbo en el otro equipo al que punteo cada vez que puedo para ver si afloja y me cuido del cholo Vera que me tiene hambre por la barrida de la semana pasada. Entre los típicos picones y los pelendones, la pichanga termina uno hora después con el marcador 15 a 10 en contra para mi equipo, nos toca pagar las chelas, pero por suerte tengo algunos soles extra con los que afrontar la derrota. Pago mi parte pero me excuso a ir por el full vaso pues tengo cosas que hacer. Tengo un bicho en la cabeza que me da vueltas, como si hubiera olvidado algo o estuviera dejando de hacer algo importante. Me siento en una banca con la intención de cambiarme ahí mismo, me quito el polo de deportes y acerco mi cara a mi axila, hoy estoy más sudado que nunca, tal vez sean las chelas de ayer que siguen destilándose. Tenía pensado cambiarme ahí mismo e irme de frente a por el teléfono pero creo que estoy muy apestoso para subirme a una combi y luego pasearme por la ciudad, en ocasiones normales me hubiera llegado al pincho pero como digo hoy tengo un bichito que me da vueltas en la cabeza. Trazo una ruta en mi cabeza que incluye pasar por mi cuarto y ducharme antes de ir a las malva, o tomarme un par de chelas primero y pasar a ducharme y ya por la tarde irme a las malvas y una tercera que no incluye ni las chelas ni la ducha. Vuelvo a acercar mi cara a mi cuerpo, en verdad he sudado más que otras veces o ¿así ando siempre? pienso que en realidad necesito pasar por una ducha y nuevamente el recuerdo de la noche anterior se apodera de mis pensamientos… Javier echado debajo de mí, pidiéndome que se la saque entre sollozos que no se llegan a comprender del todo bien, sus brazos, sus piernas sin capacidad alguna de movimiento, todo él sin capacidad de defenderse, mi verga entrando y saliendo de su culito recién desvirgado, sus gemidos y los míos... Mi erección se vuelve muy evidente y será visible si me paro. Me pongo el buzo y trato de disimularla parándome de prisa, levanto el brazo y me despido de lejos – Chau gente, buen partido nos vemos – algunos me responden, otros solo levantan la vista para verme partir, paso al costado del cachimbo y le palmoteo la espalda – ¿vienes el próximo sábado broder? –Me mira con cara de pocos amigos pero no me responde, creo que no le vinieron bien las punteadas – ojala te animes – le digo mientras me alejo apurado y agrego en voz baja - así te sigo punteando. –
Camino hacia la puerta de la Av. Universitaria para coger un bus que me lleve a la Av. Argentina, me pregunto si Javier seguirá en mi cuarto, me lo imagino calatito tirado en mi cama. El bus que pasa por la Av. Argentina no tiene cuando llegar, en cambio todas las combis que pasan cerca de mi cuarto han decidido pasarme por el frente – Todo Arica, Plaza Bolognesi, Av. Grau – grita el cobrador de una combi que acaba de pararse frente a mí - habla vas – me pregunta percibiendo mi duda. Impulsado por un deseo extraño me subo sin estar muy convencido del porque lo hago. Necesito un baño antes de pasarme por las malvas me digo a mi mismos reforzando la idea de pasarme por mi cuarto, en el fondo sé que lo que espero es encontrar a Javier todavía desnudo tendido sobre mi cama.
Me volví a quedar dormido y me desperté nuevamente confundido, estaba ya bastante más sobrio pero la cabeza no dejaba de molestarme con un dolor tonto, sentía como si todo pasará en cámara lenta. Me pare de la cama y camine hasta la puerta del cuarto, Martín no había llegado, no sabía qué hora era ni a qué hora llegaría, podría haberse ido y no volver en todo el día. Abrí la puerta y salí de la habitación, me encontré con una especie de azotea llena de pertrechos, parecía el tiradero de la casa. Había cajas de todo tipo, juguetes rotos y hasta algunos muebles desvencijados. Cordeles para tender ropa cruzaban de un extremo a otro y se sujetaban de unos palos de madera maltrechos. Una pared que me llegaba un poco más arriba de la barriga circundaba todo el perímetro, me acerque al borde y aguaite. No había nada que pudiera darme una indicación de donde me encontraba, aparentemente estaba en el tercer piso de una casa, como esta habían otras casas que tenían más o menos las mismas características, azoteas llenas de cachivaches y tendales. Algunas tenían un piso más y cortaban la visión pero en general el panorama era muy similar. Mire hacia abajo y me percate que la puerta principal de la casa daba a una callejuela angosta, uno de esos sitios por los que no pasaría ni por joder, di la vuelta a toda la azotea tratando de escudriñar algún espacio que pudiera reconocer pero no pude identificar nada. Me quedo claro que si salía de ahí no sabría dónde estaba y cualquier cosa podría pasarme, no es que tuviera algo más que perder, claramente esa noche había perdido hasta la virginidad. Aun así, el temor de perderme en un barrio como ese me hizo retroceder y refugiarme nuevamente en el interior del cuarto.
Me senté nuevamente sobre la cama y prendí el televisor. En el canal 4 pasaban a “Karina y Timoteo”, por lo tanto no serían más de las 12, avance sobre los 4 ó 5 canales de señal abierta, llegando más o menos a la misma conclusión, no debería ser más de las 12 del día. Cada vez estaba más preocupado, me sentía como un prisionero dentro de esa habitación, pensaba en lo preocupados que debían estar en mi casa y en qué les diría cuando llegara. Hice el recorrido hasta la puerta al menos unas 20 veces solo para verificar si alguien llegaba, si Martín llegaba. Me volví a sentar sobre la cama, cansado de esperar, los pocos recuerdos de la noche anterior volvieron una vez más a mi cabeza como flashes… Estoy tumbado sobre la cama, Martín encima de mí no para de moverse en un mete y saca interminable, le pido que pare pero no me escucha sigue penetrándome una y otra vez, me toma del pelo y jala mi cabeza hacia atrás, sus manos golpean mis nalgas mientras el sigue en su mete y saca. Los recuerdos se confunden y estoy ahora boca arriba, Martín sentado sobre mi pecho me dice que abra la boca y le haga una buena mamada, que soy un maricon y seré su puta siempre que el quiera… Vuelvo a la realidad cuando oigo un sonido de llaves en la puerta, instintivamente trato de esconderme. En el momento en que Martín entro en el cuarto sentí un pequeño alivio, por fin podría irme a mi casa. - Sigues acá – me dije en cuanto me vio, quiso parecer serio pero su rostro delataba que se alegraba de que no me haya ido.
- No tengo como irme, perdí mi billetera y no tengo dinero –
Dejo sus llaves encima de una mesa y tiro el maletín en el piso contribuyendo a acentuar el desorden que reinaba en todo el cuarto.
- A chucha, te hubieras ido cantando en los micros pues, o se la hubieras mamado a alguien, por 10 lucas fácil te atracaban –
- Huevon, es en serio, ya no me jodas con esa mierda, solo quiero irme a mi casa, préstame 20 lucas para un taxi y no me vuelves a ver más –
- Si te presto 20 lucas y no te vuelvo a ver más como me las devuelves. Lo que tú quieres es que te regale 20 lucas y a mí no me sobra la plata broder –
Me quede callado sin mucho que argumentar, yo no quería volver a verlo nunca más, lo único que quería era regresar a mi casa y olvidarme de todo.
- Además te irías con mi ropa y eso si es mucha pendejada, ese polo que tienes puesto me costó como 40 lucas, y me lo he puesto dos veces. Quítatelo de una vez porque ni cagando te lo vas a llevar –
- Mi ropa está hecha mierda no me puedo poner eso –
- ¿Y yo tengo la culpa? Huevón –
- Broder, en serio, ayúdame por fas tengo que llegar a mi casa –
Estaba ya al borde de las lágrimas, el mundo se me vino encima, pensé que si lo esperaba él me ayudaría y en vez de eso me la estaba poniendo más difícil, si me hubiera ido antes de que regrese al menos hubiera podido salir vestido, ahora ya ni de eso estaba seguro.
- ¿Quieres que te ayude? –
Me preguntó de nuevo con su cara pendejo
- Por favor, solo préstame las 20 lucas, te juro que te las devuelvo, tu sabes dónde estudio, puedes ir y buscarme cuando quieras. -
- Si quieres que te ayude, quítate la ropa. -
- No jodas huevon, solo quiero irme a mi casa, si te preocupa tu ropa te juro que te la devuelvo el lunes -
- Si no quieres mi ayuda puedes largarte cuando quieras, pero no con mi ropa puesta. La tuya esta en esa bolsa -
- ¿No pretenderás que me ponga eso? -
- Depende de ti, no es mi problema -
- Por favor en serio, solo quiero irme a mi casa, te juro que me voy y me olvido de todo, no diré nada –
Pasó de verse como un enojado alegre a verse realmente enojado, me empujo contra la pared y me acorralo pegándome todo su cuerpo encima, despedía un olor fuerte a sudor, como alguien que corrió la maratón y no ha pasado por la ducha, el olor era penétrateme pero por alguna razón no me disgusto del todo. Su olor a hombre sumado al rudo empujón me quito cualquier atisbo de valentía que podría haber pretendido.
- ¿No dirás nada de qué? pedazo de imbécil, ¿crees que te tengo miedo? vuelve a amenazarme y te boto a la calle envuelto en tu mierda. Quiero verte llegar a tu casa niñito rico. Vas a mamarle la pinga a la mitad de Lima antes de que llegues, no tienes idea de donde estas, no sabes cómo me llamo, ¿a quién vas a denunciar? Huevón, puto maricón. En serio que ya me hartaste mejor lárgate de una vez.
Se metió al baño y tiro la puerta. Estaba asustado, ¿qué podía hacer? Estuve a punto de salir corriendo pero en cierta forma sabía que Martin tenía razón, no sabía dónde estaba y no tenía como llegar a mi casa, ni siquiera sabía cómo llegar.
Martin salió casi inmediatamente, se levantaba el buzo, como alguien que acaba de orinar.
- ¿Todavía sigues aquí? -
Baje la cabeza, no podía mirarlo a la cara y seguir suplicando al mismo tiempo
- Por favor, ayúdame, hare lo que quieras –
Mientras me miraba se metió un dedo a la nariz y luego de escudriñar en su interior se sacó un moco seco del que se deshizo haciéndolo una bolita.
- Quítate mi ropa – Me dijo de nuevo
Resignado me quite el polo lentamente, lo hice un ovillo y lo deje caer en el suelo, luego me baje el pantalón hasta las rodillas y termine de quitármelo empujándolo con los pies, no tenía interiores así que me tape los huevos con ambas manos.
Me miro con una sonrisa cachosa y se paseó a mí alrededor haciendo un círculo conmigo adentro. - Saca las manos de ahí, - Me dijo a la par que jalaba mis manos poniendo al descubierto mi pene dormido. – ¿Creo que necesitas una podada no? –
Al principio no entendí bien a que se refería, me empujo en dirección al baño e hizo que me sentara sobre la tapa del wáter, cogió crema de afeitar y me la puso entre las piernas, cubriendo las únicas zonas de mi cuerpo que por ese entonces tenían bellos. Cogió una máquina de afeitar de una repisa llena de cachivaches y con ella se encargó de retirar todo el bello que cubría esa parte de mi cuerpo. Hice ademan de protestar pero antes que pudiera decir algo me callo diciéndome – lo que yo quiera –
Sin el bello que lo cubría, mi pene se veía más pequeño e infantil, a pesar que la depilación no fue al ras pues la maquina no era el mejor medio para lograrlo.
Cuando termino de afeitarme, me indico que retirara lo que quedaba de la crema de afeitar tirándome agua con un vaso que cogió del caño mientras yo limpiaba con mis manos la zona donde antes estuvo mi bello púbico. El contacto con el agua fría hizo que el pene se me encogiera aún más. Luego me cogió de la axila derecha y tiro mi cuerpo hacia arriba – listo, levántate, vamos a la cama - me puse de pie y camine delante de él, salí del baño tras recibir un ligero empujón que más que nada me apremiaba a salir con rapidez. De nuevo en la habitación me quede parado tapándome las bolas, me sentía más vulnerable que nunca – saca las manos de ahí – Me volvió a decir mientras me miraba divertido, coloque mis manos el costado, era como si no supiera que hacer con ellas. Parado en frente Martín se frotaba la verga que se notaba erecta detrás del pantalón de buzo, se la meneaba mientras me miraba. Cerró su mano derecha en torno a ella, contendiendo el buzo, el short y la trusa que llevaba dentro. El bulto que exhibía era bastante grande. Se sonrió mientras me la mostraba aún metida dentro de su pantalón. – Saluda a tu amiguito – me dijo mientras apretaba su falo. Yo lo miraba a él y a su entrepierna de hito en hito, no sabía que hacer claramente sabía lo que vendría pero eso no hacía más que aumentar mis nervios, si bien era consiente que ya había tenido ese falo dentro de mí, era poco lo que recordaba, básicamente imágenes pero nada que pudiera darme una idea de lo que sentiría –te lo vas a comer todito maricón -.
Se sentó en la cama y desato sus zapatillas, se las quitó y las tiro al otro lado de la habitación, primero una y luego la otra. Para ese momento ya no me miraba, era como si él estuviera sólo en la habitación Se quitó el pantalón buzo y lo tiro a un lado de la cama e hizo lo mismo con el short de deportes que llevaba puesto. Se puso de pie y se quitó el calzoncillo tirándolo nuevamente a un lado de la cama. – Arrodíllate – Nuevamente parecía percatarse que yo estaba ahí. Se me acercó frotándose los huevos con malicia y se colocó frente a mí dejando su verga en frente. Aparté mi cara a un lado en cuanto sentí el olor de sus partes. El olor del sudor se mezclaba con el característico olor del pene intensificándolo. Por primera vez era consciente del tamaño del miembro de Martín, era grande, comparado con el mío en ese entonces, se veía enorme, pero sobre todo era grueso y lleno de venas, con un glande ligeramente más prominente que el resto del cuerpo. Martín cogió su verga con la mano derecha y la levanto poniendo sus huevos a mi alcance, al parecer esto le gustaba mucho, no era la primera vez que estaba en esa situación – trágate mis bolas – me dijo mientras pegaba su pelvis a mi cara. Escondí mis labios dentro de mi boca, los apreté ligeramente con mis dientes , trague saliva y abrí la boca lo más que pude, me metí una de sus bolas y trate de hacer lo mismo con la otra, los conseguí no sin esfuerzo – eso perrita, al fin lo lograste, viste que no es tan difícil – me dijo mientras apretaba mi cabeza contra su pelvis, luego de un rato me las saco de la boca, seguía sosteniente su verga levantada – ahora pásales la lengua, chúpalas una a una – obedecí, al principio con bastante asco, sus pelos se me metían en la boca mientras le chupaba el escroto, pasaba de uno de sus huevos al otro, le pasaba la lengua cuando me lo indicaba y volvía a metérmela a la boca siguiendo siempre sus indicaciones. Soltó su miembro golpeándome la cara con él – trágatelo – me ordeno y tal como lo venía haciendo obedecí, lo cogí con mi mano derecha y me lo metí a la boca, lo tenía agarrado mientras se lo chupaba – solo con la boca huevon – me ordeno nuevamente y volví a dejar mis brazos colgando, como si no tuviera donde ponerlos. Jalaba y empujaba su verga usando mi lengua, la llenaba de saliva que luego tragaba y volvía a chuparla, Marín me fue empujando su miembro poco a poco me lo metía más adentro hasta que lo tuve metido por completo. Con todo el vergajo adentro me era imposible chuparlo, solo lo mantenía en la boca y esperaba a que el me lo sacara, repitió la operación al menos una 20 veces aumentando cada vez la velocidad con la que me la metía. Por ratos me la sacaba por completo y la ponía de costado y me ordenaba que se la chupe, intercalaba metiéndomela y haciendo que le vuelva a lamer las bolas para luego metérmela de nuevo, cada vez llegaba más adentro, cada vez tenía su pelvis más cerca, era como si mi garganta aprendiera a comérsela y su verga tuviese capacidad para seguir creciendo.
Metió su verga por última vez en el interior de mi boca, su glande literalmente se me metía en el esófago, mi nariz se torció aplastada contra su pelvis, me produjo arcadas y estuve a punto de vomitar pero me la saco antes de que lo hiciera.
- Ya estas aprendiendo a mamar perrita, vamos a ver si te aprendes también a aguantarme – me dijo luego de sacármela de la boca.
Se quitó el polo y lo lanzo junto a sus zapatillas, tenía un cuerpo bien formado, de cholo recio, no era un fisicoculturista, ni siquiera un chico de gym pero tenía el abdomen plano y duro y el pecho bien marcado, brazos gruesos, sin el polo sus hombros parecían más anchos.
- Apóyate en la cama, voy a metértela - Me acerque a la cama y coloque mis brazos en ella inclinando mi cuerpo hacia adelante.
Martín se dio la vuelta, camino hacia una mesa ubicada al costado d la cama y busco algo dentro del cajón.
- Mierda!!!, no tengo condones, tendré que metértela al pelo nomas –
Me voltee tratando de encararlo –
- Sin condón no broder -
- Cállate mierda y ponte en cuatro, puto maricón, voy a hacértelo como yo quiera –
Se me acerco y cogiéndome de la cintura me forzó a ponerme nuevamente en la posición en la que me encontraba antes, con las manos apoyadas en la cama y el culo expuesto
- Ojala que no te cagues –
Me metió los dedos de su mano derecha en la boca - chúpalos para dilatarte – le moje los dedos con mi saliva, me abrió las nalgas y trato de introducir uno de sus dedos pero yo nervioso como estaba apreté el culo dificultando su ingreso. Me dio un palmazo en la nalga derecha – relájate o te dolerá más - luego introdujo su dedo índice en el interior de mi agujero, esta vez entro relativamente fácil, hurgo con su dedo dentro de mi agujero y fue por el segundo, luego de presionar un rato logro metérmelo, - auu, auuu, auuuu - esta vez me dolió y chille un poco durante el proceso. Con sus dos dedos adentro Martín se dio a dilatarme el agujero. Giraba sus dedos en mi interior, los separaba y los volvía a juntar, los sacaba hasta la mitad y volvía a meterlos mientras su otra mano acariciaba mis piernas y mis nalgas. Yo estaba concentrado únicamente en relajarme lo más posible para evitar el dolor que me temía vendría en cualquier momento, sin embargo esto me ponía más tenso aún. Finalmente saco sus dedos – ya estas – me dijo y cogió su verga con una de sus manos, la apunto hacia mi agujero pero no logro embocarla, presiono contra mí con su verga causándome dolor.
- Au, au, auuuu, para, para por favor –
- Ni siquiera ha entrado huevón, no te la he colocado bien, espera –
Volvió apuntar con su verga y esta vez encontró mi agujero, presiono nuevamente, el dolor fue mucho mayor, avance instintivamente tratando de pegarme a la cama pero Martín me jalo de la cintura pegándome a él – estate quieto carajo – escupió en su verga y volvió a intentarlo. Esta vez coloco la cabeza de su miembro en mi agujero, cuando estuvo seguro que estaba embocado me tomo de la cintura y me jalo hacia él al tiempo que me la empujaba dentro. Mi cuerpo se tensó en cuanto sentí su miembro entrando en mi interior, su pene dejo de avanzar pero el dolor en mi culo se incrementó, su verga estaba dura como un palo, sus manos me halaron hacia él…
- Relájate mierda -
- No, no , para por favor, me duele auuuuuuu, auuuuuu –
- Aguanta maricon, como anoche, como anoche putito –
- No, por favor, sácamela me duele mucho –
- No te la voy a sacar marica deja de ajustar mierda te la clavo a la mala –
Me dolía horrores pero tenía claro que no iba dejarme ir. Acomodo sus manos en una mejor posición por encima de mi abdomen, me jalo hacia él y empujo el resto de su miembro en mi interior. El dolor fue intenso, tuvo que taparme la boca para evitar que grite,
- Ya está toda adentro mariquita, ves que si te entro, ahora aguanta que viene la follada, vas a gozar rico maricón –
Si darme tiempo a acostumbrarme Martín empezó el mete y saca, su pene en mi interior entraba una y otra vez causándome un dolor agudo, como si me partieran desde adentro, el dolor se mantuvo latente, hiriente durante las primeras embestidas, pero poco a poco mi cuerpo se fue relajando, las embestidas eran cada vez más rápidas, cada vez más duras, todavía me dolía como mierda pero además del dolor empezaba a sentir placer, como un gusto extraño que no había sentido antes. Martín bombeaba y jadeaba a la ve mientras yo cada vez más entregado a él me dejaba coger ya sin reclamar. Sin sacármela me empujo a la cama echándose sobre mí, al hacerlo me obligó a cerrar las piernas y el dolor regreso nuevamente. Volví a suplicarle que me la saque, esta vez ya no estaba tan convencido de realmente quererlo. Echado sobre mí entraba y salía de mi cuerpo, su verga me masajeaba internamente, el dolor iba pasando y el placer aumentando, sus manos recorrían mi cuerpo, las sentía cálidas, las deseaba cada vez más, mis sentidos se agudizaron, mi cuerpo dejo de resistirse y empecé a disfrutarlo. De un momento a otro había pasado de quererlo fuera de mi a desearlo con locura, cada milímetro de mi piel lo deseaba, era como si todo mi cuerpo estuviera transmitiendo electricidad, electricidad que venía del bombeo de Martín en mi interior, electricidad que me llevaba al climax, como si me hubieran transportado al mundo de los sentidos mi cuerpo entero disfrutaba del momento. A lo lejos escuchaba la voz de Martín que me gritaba – te gusta no es cierto marica, te gusta verdad toma puto, toma – Entregado completamente a él como me encontraba no atinaba a responder con inteligencia, solo jadeaba y emitía sonidos – uhmmmm ahhhhhhhhh uhmmmm – quería que pare, que me suelte pero a la vez me sentía en la gloria. El mete saca de Martín estimulo mi próstata haciéndome eyacular sin siquiera tocarme, el placer absoluto me invadió. Si no fuera porque estaba tumbado en la cama me hubiese desplomado sobre ella sin fuerzas para sostenerme. Pero Martín no había llegado aún y no parecía estar ni cerca. Al ver mi reacción de completa flacidez se dio cuenta que me había corrido, paro las embestidas y salió de mi interior – ya manchaste mi cama puto maricón – rio divertido – jajajajajajaja ya ves que termino gustándote -. Yo me fije en la mancha blanca que había dejado sobre sus sabanas, avergonzado de haberlo disfrutado no pude levantar la cabeza para mirarlo. Se bajó de la cama y me coloco boca arriba, subió mis piernas a sus hombros y volvió a clavármela, esta vez entro sin problemas de una sola hasta el fondo, sentí los pelos de su pelvis haciéndome cosquillas, sus embestidas se prolongaron por varios minutos, no sé cuántos, ya no me dolía pero tampoco lo disfrutaba, fue como si luego del placer mi cuerpo hubiera quedado imposibilitado de seguir disfrutando, solo veía a Martín acercándose y alejándose de mí, solo sentía su miembro entrando mecánicamente, como si de una maquina se tratara, por fin la verga de Martín se hincho en mi interior provocándome algo de dolor y de placer al mismo tiempo, luego sentí como sus chorros de esperma mojaban mi interior, finalmente el cuerpo de Martín se abalanzó sobre mí su olor a grajo cada vez más intenso entro por mi nariz y hasta lo sentí en mi boca, inmundo todo mi interior.
Martín se paró dejándome tirado en la cama se metió al baño y salió con un rollo de papel higiénico, se limpiaba la verga mientras me miraba – tremenda cogida no marica jajajaja terminaste gozando más que yo con la culeada – En cuanto me levante de la cama sentí como un líquido me chorreaba de entre las piernas, me lleve la mano a mi agujero y me toque el culo, el esperma de Martín me chorreaba desde el interior mezclado con otros líquidos.
Martín me tiro el rollo de papel – límpiate es mi leche que te sale del culito – atrape el papel en el aire y me limpie lo mejor que pude.
- ¿Voy a darme un duchazo, vienes? –
- No broder, quiero irme de una vez, mis viejos deben estar preocupados –
- Espérame y nos vamos juntos –
- Broder en serio ya quiero irme –
- Carajo como jodes, ya no me demoro –
Se metió a la ducha, mientras tanto yo volví a vestirme con la ropa que había tenido puesta. Martín salió del baño a los poco minutos, completamente desnudo y secándose la cabeza con una toalla. Me miro y se voltio hacia una cómoda vieja.
- Broder, con esa ropa ya te dije que no te vas a ir –
Saco una polera vieja de polar del fondo de su cajón y me la tiro, siguió buscando dentro del cajón y finalmente termino sacando un pantalón que parecía de pijama.
- No seas malo broder, como voy a salir con eso -
- No se broder, te pones eso o si quieres usa tu ropa, la que está en la bolsa –
- Pero me dijiste que me ayudarías –
- Y eso estoy haciendo, pero yo no soy patuquito como tú apúrate para acompañarte a que tomes tu combi –
- Pero yo no sé cómo llegar a mi casa –
- Yo te voy a embarcar broder, tranquilo, no te vas a perder. –
Me quite la ropa que tenía puesta y me vestí con los harapos que me había tirado Martín, me volví a poner las zapatillas mojadas, el también termino de cambiarse, a su lado parecía un chico de la calle. Cogió sus llaves y saco a escondidas algo del buzo que había tenido puesto, antes de salir me pregunto si me iba llevar mi ropa, le dije que no y salimos de su cuarto.
Bajamos hasta el primer piso por una escalera en forma de caracol, Martín me hacía caminar con la cara mirando el suelo, obviamente él no quería que pudiera llegar a identificar alguna calle, de cualquier forma hubiera sido imposible para mí regresar hasta ese sitio, caminamos por algunos callejones y antes de salir a una calle que parecía más decente, luego un par de cuadras ms y llegamos a una avenida más ancha pero que no tenía casas cerca solo paredes con pequeñas puertas y/o portones.
Llegue a mi casa pasadas las 3 de la tarde, mi vieja lloraba pero me abrazo en cuanto me vio, no le importo donde había estado, estaba vivo y era lo único que en ese momento ella quería saber. Mi padre por el contrario empezó el interrogatorio en cuanto vio que estaba bien. No me atreví a contarles todo lo que había pasado, no tenía forma de decirles a mis viejos que me habían violado. Mentí diciendo que me había emborrachado y que recién me había levantado, que había vomitado en mi ropa y que se vallan al carajo. Mi viejo me dio una zurra que recordaría por varias semanas además me castigó sin salir, sin dinero, sin televisión música o cualquier cosa que pudiera gustarme. Se aseguró de que siga yendo a las clases en la San Marcos pues nunca fue hombre de aceptar que se equivoca, el chofer de su abuela me recogía todos los días del colegio, me llevaba hasta la Universidad y me recogía dejándome al final del día en mi casa.