Martín

Parte de realidad mezclada con algo de ficción, este primer relato contiene suposiciones de hechos que no puedo comprobar pero que supongo fue más o menos como sucedió hace ya algunos años. de cualquier forma, este relato forma parte de un único relato. Espero les guste...

Martín I

El último año de mi educación  secundaria mi padre decidió que debería meterme a un pre universitario para “aprovechar el tiempo”. Fue así como termine estudiando en el ciclo extraordinario de la pre de la universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Las clases se dictaban en el pabellón de economía y ciencias contables, dentro del mismo campus universitario. No es que tuviera la intención de estudiar en esa universidad, era solo una de las dosis de realidad que a él le gustaba darnos.

A pesar que la universidad era un verdadero desastre, desde mi óptica de “chico acomodado”, me sentía bien estudiando en las instalaciones de ese enorme campus. Nuestras clases eran tal cual un colegio, con un horario rígido y dos tiempo de 15 minutos de descanso, entre las 3 de la tarde y las 8 de la noche, nada que ver con el formato de enseñanza universitaria en que los horarios son diferentes cada día, nada que ver con la libertad absoluta que yo sentía tenían aquellos estudiantes universitarios, el poder decidir si entro a clases o me tiro a dormir en el jardín, me generaban una sensación de libertad absoluta, me hacían desear ser universitario tan pronto como fuera posible, de alguna manera veía a esos chicos universitarios como verdaderos amos de sus vidas. Durante esos meses fueron para mí como ídolos dignos de veneración.

Hacia el mes de setiembre, me había vuelto un experto en saltearme las clases. A la hora del refrigerio entraba a la cafetería de la facultad, compraba una gaseosa y me escabullía por la puerta que daba a una rotonda mezclándome con los chicos universitarios. Gozaba de la libertad de ser universitario vagando solo por las instalaciones de la universidad, me metía a las bibliotecas de todas las facultades y de cuando en vez me metía en alguna aula en la que se dictaba alguna clase, solo por el afán de mezclarme.

Una tarde en las que había decidido no entrar a ninguna clase, caminaba por una de las calles internas del campus cuando uno estudiante se me acercó. Él era trigueño, media cerca de un metro setenta, brazos gruesos y espalda ancha, no era un fisicoculturista ni nada que se le parezca pero parecía tener un cuerpo bien formado y sobre todo se le veía bastante fuerte. Como diríamos en mi país bien maceta. En su cara predominaba un maxilar muy marcado encuadrado en un rostro corto y ancho, pómulos prominentes y una frente despejada, la nariz chata y una boca grande con labios gruesos. Pelo negro que llevaba peinado hacia atrás, en un estilo algo desordenado. Llevaba ropa barata pero bien puesta, las zapatillas eran probablemente lo único que podía identificarse con una marca conocida.

-          Hola, como estas, soy Martín – me dijo mientras se acomoda la mochila en la espalda y me extendía la mano derecha.

-          Hola, soy Javier – le respondí ofreciéndole también mi mano.

-          Que haces por acá, te he visto un par de veces en mi facultad y creo que estas en alguna de mis clases, aunque… la verdad no aparentas tener más de 14 años, ¿eres un chico prodigio o algo así? –

-          jaja de prodigio no tengo nada broder, a menos que escaparse de clases sea un arte -

-          ¿Escaparse de las clases? Pues no, no creo que eso califique a menos que estudies en una cárcel –

-          Estudio en la pre de la universidad – le dije algo avergonzado de mi condición de no universitario – me escapo de las clases que me aburren y nada me dedico a conocer un poco los espacios de tu universidad -

-          A ya, no sabía que la pre estaba funcionando acá en la universidad –

-          Si, en la facultad de contabilidad, es un ciclo especial para estudiantes de quinto de secundaría.

-          A manya, con razón veía tantos chibolos dando vueltas por la universidad.-

Hacía tiempo que había dejado de considerarme un “chibolo” más o menos desde que pase de tercero a cuarto de secundaria, por lo que su comentario sobre mi condición de “chibolo” no pudo más que aguijonear mi ego adolescente. Claramente no tenía como refutar, él era un universitario y yo aún no terminaba el colegio, además sabía muy bien que mi apariencia no era otra que la de un chibolo. Por esos tiempos media un metro sesenta y cinco centímetros con las justas, mi cara redonda y mi cuerpo delgado no hacían más que sumar a la apariencia de peque; a pesar de tener brazos y piernas gruesas producto del ejercicio continuo, mi cuerpo seguía siendo el de un pre adolescente. Me trague el orgullo y preferí hacer oídos sordos a su alusión.

-          Sorry, no quise ofenderte con lo de chibolo pero es que como ya te dije no pareces tener más de 14 años y pues nada hay últimamente muchos chicos y chicas como tu dentro de la universidad. –

-          No me ofendo broder, lo que pasa es que hace tiempo no me llamaban chibolo, suena como raro –

-          Jajaja, claro si ya estás en quinto de secundaria todos en tu mundo son chibolos para ti –

-          Pue si, más o menos –

-          Pues nada, sorry en serio ya sé que no tienes 14 años así que no volveré a suponer que eres un chibolo. Haz de tener 16 o 17? –

-          Cumplo 17 en julio –

-          A ya, estas chibolo todavía… huy perdón jaja te dije que ya no te diría así. –

Lo mire con cara de pocos amigos, en serio empezaba a caerme mal – y tú qué edad tienes, ya te ves viejito, pareces uno de esos estudiantes eternos – Una sonrisa se dibuja en su cara – Bueno, te llevo exactamente 6 años, tanta diferencia no hay –

-          Supongo que no, ¿qué estudias broder? –

-          Estudio Ingeniería Industrial, estoy en quinto año aunque llevo cursos de cuarto y alguno de tercero ¿y tú que piensas estudiar? –

-          Yo arquitectura –

-          ¿Arquitectura? chévere broder, pero esa carrera no hay aca –

-          Si, lo sé, no es mi idea estudiar en esta universidad, solo estoy en la pre porque a mi viejo le pareció interesante que estudie en una pre.

Nos quedamos en silencio, cada uno en sus reflexiones, mientras nos acercamos a la puerta que sale a la Av. Venezuela.

-          Y que harás ahora, ósea ¿estas ya camino a tu casa? o regresas a tus clases –

-          A mi casa no puedo llegar antes de las 9, si mi viejo se entera que no asisto a las clases me viola –

-          Jajajaja ok, entonces ¿regresas a tus clases o seguirás paseando por la universidad? –

-          No lo sé, fácil me tiro por ahí en algún jardín a jatear un rato –

-          Bueno yo estoy yendo a comer algo, un ceviche por acá cerca, fácil me encuentro con algunos patas, los viernes le echamos algunas aguas al ceviche ¿te gustaría venir? –

-          ¿En serio me estas invitando? –

-          Jajaja, aguanta broder, aguanta, no te estoy invitando, te estoy diciendo que yo me voy a comer un ceviche con unos broders de mi facu, si quieres comerte un buen ceviche y te antoja tomarte un par de chelas vamos, pero cada uno paga su cuenta, ni que te estuviera...-

-          Ya se broder, no esperaba que me invites, me provoca el cebiche y no estarían mal un par de chelas – la invitación me hizo sentir como un universitario, que decide sobre su tiempo, la sensación era abrumadora, no podía creer la suerte que tenía.

-          ¿Bueno entonces vienes? –

-          Si claro –

Salimos de la universidad y tomamos un taxi que nos llevó a un hueco en la Av. Universitaria, una chingana decorada con palos de bambú, mesas y sillas de plástico y adornos alusivos al mar. Nos sentamos en una mesa pegada a un extremo de la chingana y Martín pidió dos cervezas, las cuales trajeron casi inmediatamente junto con dos vasos cerveceros, de esos tipo jarros. Martín sirvió la cerveza al ras en ambos vasos, levanto el suyo junto con sus cejas – habla, el primero siempre es seco y volteado, el que termina último paga la ronda y se toma  un segundo vaso al hilo – yo no quería quedarme atrás con las costumbres de los universitarios y acepte el reto lleve el vaso a mi boca y tome lo más rápido que pude. No iba ni por la mitad cuando Martín bajo su vaso completamente vacío. Más que nada por orgullo, vacié todo el contenido del vaso en mi estómago, en cuanto lo puse sobre la mesa, Martín apuro una nueva cuota de cerveza – Perdiste, dele al segundo y paga estas dos de una vez para no equivocarnos – me dijo mientras llamaba al mozo. Apuré el vaso lo más rápido que pude tratando de cumplir con el reto. Pague las cervezas con un billete de 50 soles y me serví un tercer vaso como si tal cosa.

Martín me quedo mirando unos segundos, como si quisiera escudriñar mi interior, mojo sus labios con su lengua y apuro un trago de cerveza.

-          ¿Estás bien broder? – me pregunto mirándome a la cara - Si no quieres ya no tomes más – Su comentario me molesto un poco, me hizo sentir de nuevo como si fuera un niño

-          Estoy bien broder, ¿no pensaras que es la primera vez que tomo no? – le respondí dándome importancia -

-           No, nada que ver ya tienes 16 años, supongo que ya pasaste por más de una borrachera. -

La verdad es que nunca me había emborrachado, había tomado algunos tragos y llegado al punto de estar bastante picado pero lo que se dice una borrachera nunca. De cualquier forma no quería que este muchachito grande al que por alguna razón admiraba tontamente se diera cuenta que no era más que un niño jugando a ser grande.

-          No estoy borracho broder – conteste finalmente y tome otro sorbo de cerveza dando por zanjado el tema.

Me miro de nuevo con esa mirada escudriñadora y él también dio un sorbo a su bebida.

-          Y en que colegio estudias broder –

-          En la inmaculada, conoces? –

-          La verdad no, es el que queda en Pueblo Libre? –

-          Emmm, no. Queda en Surco, por la Richi –

-          A ya, pue no, no conozco. Y tú vives por ahí, ósea en Surco?

-          Si, vivo en Casuarina –

-          A manya y desde allá te vienes hasta acá, bien lejos estas broder, no había una academia más cerca de tu jato? –

-          Academias hay un montón, pero mi viejo quería que venga a tener una experiencia en la universidad y nada, así llegue acá –

En realidad lo que quería mi viejo era una experiencia en una universidad estatal, para que conozca la “realidad” del país. Siendo consiente el mismo que no me dejaría estudiar en una universidad del estado, este cuento de la pre cayo como anillo al dedo.

Martín sirvió lo último que quedaba en la botella e hizo un gesto para pedir más. El mozo se acercó apuradamente con dos cervezas que destapo sobre la mesa. Ambos apuramos el vaso y los llenamos nuevamente con el nuevo líquido.

-          ¿No veníamos por un ceviche? – me aventure a preguntar, el alcohol empezaba a subirme a la cabeza y necesitaba comer algo para bajar la intensidad.

-          Sí, claro, estamos esperando a mis patas que están ya en camino, pero si quieres vamos pidiendo algo para picar –

-          No, nada, si ya están viniendo esperemos –

Pasaron cerca de 15 minutos hasta que dos jóvenes que bordeaban los 23 años y otro que parecía algo mayor, como más cercano a los 30, entraron bulliciosamente en la cevichería. Ubicaron a Martín y se sentaron en las sillas libres. Martín me presento como un amigo suyo, nadie hizo alusión a mi cara de chibolo, solo nos saludamos presentándonos por nuestros nombres, Manuel y Freddy eran los que aparentaban menos edad y Roberto el que parecía mayor del grupo. Pidieron más cerveza y el mozo se apresuró a complacerlos, colocando vasos frente a cada uno de los recién llegados. Todos llenaron sus vasos hasta el tope y alguien lleno también el mío. A estas alturas ya iba por el sexto vaso de cerveza y la verdad empezaba a sentirme muy contento, bromeaba con los amigos de Martín y me reía de las bromas, las anécdotas y los chistes. Contaban historias de todo tipo, la flaca que se  habían levantado el fin de semana y de la que se levantarían ese fin de semana, de la prima, de la amiga y hasta de la vecina.

Todos tenían mil historias, una más graciosa y alucinante que la otra. Yo sin embargo, no había pasado de besos y caricias, mi máximo logro había sido besarle las tetas a la prima de mi amigo.  No porque fuera feo, o porque no me gustaran las mujeres, de hecho hasta ese momento yo era un chico hetero en busca de experiencias con flacas y a pesar que encontraba simpáticos a algunos broders, no se me ocurría que pudiese pasar nada con un hombre.

Luego de cinco o seis rondas más de cervezas servidas al ras del vaso decidieron por fin pedir el famoso cebiche. Una fuente mixta (pescado con mariscos), y una jelea de también mixta. La comida llego y se fue como vino, casi ni la vi pasar. Lo único que parecía no faltar nunca era mi vaso lleno de cerveza. A esas alturas se llenaba por arte de magia, y la vejiga empezaba a presionarme. Me levante para ir al baño por quinta o sexta vez. Según yo, seguí una línea recta desde mi silla hasta el lugar en que se encontraba la puerta del baño, lo cierto es que en la mitad de mi travesía, Martín se me acerco por atrás y cogiéndome de los hombros re direccionó mi recorrido hasta  dejarme en la misma puerta de los servicios. Me mire en el espejo y descubrí una cara que a las justas reconocía. Tenía los ojos saltones, una sonrisa estúpida y los pómulos rojos como tomates. Sentía que todo me daba vueltas. Logre orinar casi sin mojar mis zapatillas, me lave la cara, me acomode un poco la ropa y salí decidido a dejar de tomar e irme cuanto antes a mi casa. Martín me estaba esperando en la puerta

-          ¿estás bien? – me preguntó mirándome a la cara. La verdad es que no estaba bien desde hacía uno 10 vasos atrás pero no estaba dispuesto a hacérselo saber.

-          Si broeeeer, solo un poco picaito, ya se me paasa – le respondí según yo en perfecto español pero él me miro y se sonrió sin disimulo.

-          Sal a tomar un poco de aire, te va hacer bien – me dijo mientras palmoteaba mi espalda y yo en mi ignorancia ignorante le hice caso y salí al fresco.

Fuera del restaurante llene de oxigeno mis pulmones tomando grandes bocanadas de aire, me sentí bien por unos segundos y regrese a la mesa, me senté y como grande me seque el vaso de cerveza que nuevamente encontré lleno frente a mí. La conversación había cambiado de rumbo, ya no hablaban de mujeres, ahora versaba sobre la continuidad del tiempo y no sé qué mierda que no comprendía (creo que a esas alturas ellos mismos no sabían bien de qué carajo hablaban). Yo había pedido una botella de agua la que me estaba tomando en reemplazo de la cerveza. En un momento, llegaron a algún tipo de conclusión sobre la línea continua del tiempo o algo así, todos levantaron sus vasos para brindar y yo hice lo mismo con mi botella de agua. Martín me vio y me dijo – oe, no se brinda con agua – y a pesar de las protestas de alguno de ellos, lleno mi vaso y me lo puso en la mano – salud broder, seco y volteado -  vacié el vaso en mi garganta y todos aplaudieron.

Me desperté con la boca seca y una sed abrumadora, la cabeza me daba vueltas y me dolía horrores, me sentía completamente mareado, casi como si estuviera en un sueño. Martín estaba parado frente a mí con los pantalones abajo, frotaba su verga por mi cara. Me halo de los pelos – abre la boca mierda – obedecí más que nada por inercia, mi cuerpo no me pertenecía del todo, era como si mi cerebro no fuese capaz de controlarlo o más bien como si no supiera como hacerlo. Martín metió su verga en mi boca y comenzó a follarmela, me tenía cogido de la cabeza y a la vez que empujaba su verga dentro de mi boca halaba mi cabeza para que me la comiera toda. Yo no podía reaccionar, escuchaba sus palabras lejanas y sentía que todo era irreal, - cómetela toda mariquita, así mi puto, así sigue mamando maricon ahhh que rica boquita concha su madre – Estuvo en un mete y saca por varios minutos, incontables para mí. Me la saco por completo y luego de refregármela por la cara la levantó con su mano derecha dejando sus huevos a la altura de mi boca – trágatelos mierda – me dijo a la par que empujaba mi cabeza con su mano libre. Me metió una e intentaba que me trague las dos al mismo tiempo pero era imposible, tenía un par de bolas bastante grandes así que se conformó con metérlas intercalándolas. Cuando se aburrió volvió a penetrarme la boca con su verga. El mete y saca imparable acompasado con tirones de pelo y palabras ofensivas – mama marica, mama que rico concha tu madre ummmm ahhhh – Levantaba la cabeza y gemía de placer, me la sacaba y pasaba su glande por mis labios, y la volvía a meter, yo seguía sin poder reaccionar, por ratos movía la cabeza tratando de librarme pero él me la cogía y volvía a ponerla e posición. El tiempo parecía eterno hasta que de repente empezó a gemir con más fuerza, me cogió de la cabeza con ambas manos y la apretó contra su cuerpo metiéndome la verga hasta la garganta. Chorros de esperma me llenaron la boca, provocándome arcadas, mis ojos se llenaron de lágrimas producto de la presión y la falta de oxígeno.

Saco su verga de mi boca y logre escupir algo de su esperma aunque ya me había tragado la mayoría. Me dio la espalda y se subió los pantalones.

-          Tengo sed – fue todo lo que atine a decir, otra vez sentía la boca seca y la sensación insaciable de sed

-          Jajaja ¿para eso chupas? – se rió él

-          En serio broder, tengo la garganta seca –

-          Pero ya tomaste leche pues, ¿algo te habrá calmado no? –

La sensación de estar soñando seguía nublando mi razonamiento, lo único que sabía era que necesitaba agua. Martín me alcanzo un vaso que acababa de llenar en el grifo del baño, el cual recibí y vacié en mi interior; casi inmediatamente, le extendí nuevamente el vaso – más por fas – me miro como si quisiera refutar pero no dijo nada, tomo el vaso y lo volvió a llenar con la misma agua y me lo entrego. Yo lo bebí todo, esta vez un poco más calmado y despacio mientras el sentado en la cama se calzaba las zapatillas. Me recibió el vaso y lo coloco sobre un mueble, junto al televisor.

-          Me voy a la universidad, tengo pichanga con mis patas – me dijo mientras levantaba un maletín del suelo – te puedes quedar hasta que te sientas mejor si quieres, yo regreso en un par de horas – yo seguía medio ido pero empezaba a tomar conciencia de que no estaba en un sueño, mis sentidos empezaban a aclararse, caí en cuenta que estaba desnudo

-          Dónde está mi ropa? – pregunte avergonzado

-          Está en esa bolsa – me respondió Martín señalando con la cabeza un rincón en el cuarto – pero no creo que puedas ponerte eso – lo quede mirando con cara de extrañeza y él se sonrió

-          Que pasa broder, porque esa cara, no te acuerdas –

-          No me acuerdo de nada broder, no sé cómo llegue aquí, ni siquiera sé dónde estoy –

Ni porque te he chupado le verga pensé con vergüenza pero no quise decirlo por temor a que se haga real

-          Pucha broder, en serio no te acuerdas de nada jajaja, tremenda borrachera la tuya jajaja – él se reía divertido como tratando de recordar quien sabe que cosas

-          No broder, no me acuerdo de nada, como llegue aquí, donde estamos – empezaba a molestarme en serio. Se me iba haciendo claro que no solo había llegado a ese cuarto sin saber cómo, estaba claro que le había mamado la verga y quien sabe que cosas más

-          Estamos en mi cuarto, yo te traje anoche, estabas hasta las huevas, ¿en serio no recuerdas nada? –

-          No, ¿a qué hora salimos de la cevichería? – respondía cada vez más irritado – ¿qué hora es?, tengo que llamar a mi casa, ¿dónde está mi teléfono? – caí en cuenta que posiblemente nadie sabría dónde estaba en ese momento, seguramente tenía mil llamadas perdidas de mi vieja y otras tantas de mi viejo, seguramente estarían buscándome, mi cabeza se hizo un revoltijo.

-          No sé, como a las 9, son las 10 de la mañana, no sabía que tenías celular, acá has llegado sin él, ¿en serio no te acuerdas de nada? -

-          Broder, no me acuerdo de nada mierda, lo último que recuerdo es que salí a tomar aire, luego me desperté aquí con tu verga metida en mi boca pendejo – respondí algo irritado por sus risas y dije en voz alta algo que ahora estaba seguro había sucedido.

-          En serio, tengo que llamar a mi casa, no jodas dame mi cel – trate de cambiar el tema queriendo olvidarme del incidente.

-          Cálmate huevon, yo no tengo tu teléfono y tampoco te he hecho nada que no hayas querido, no te hagas al santito ahora y me vengas con huevadas – su cara cambio y dejo de verse gracioso, ahora parecía más bien molesto, soltó con furia el maletín– Te pregunte si querías venir a mi cuarto conmigo y tu aceptaste venir, ¿no me digas que pensaste que íbamos a tomar él te? - .

-          No me acuerdo broder –

Fue lo único que atine a decir. En mi cabeza empezaron a revolverse nuevos recuerdos mezclados con  lo que yo creía eran más bien sueños sin ningún orden ni sentido, relámpagos de imágenes se agolpaban uno tras otros haciéndose un espacio en mi memoria. Estaba sentado en la mesa de la cevichería escuchando una conversación acerca del tiempo, de Einstein y la velocidad de la luz; luego en el baño mirándome al espejo me decía a mí mismo “estas borracho”; Martín me cogía de la cintura y me hablaba al oído no estaba seguro siquiera que fuera Martín, por ratos veía la cara de freddy sonriéndome me decía al oído si quería mamársela, se reía con los demás, yo desnudo bajo la ducha, Martín desnudo en frente de mí, su verga frente a mi cara su cuerpo sobre el mío…

-          Eres bien gracioso en serio, no sé si reírme o pegarte por pendejo. No te creo que no te acuerdes de nada –

La cara sería de Martín me trae un nuevo recuerdo, estoy sentado sobre la vereda, Freddy y Martín discuten por algo que no alcanzo a comprender, no los escucho solo veo los gestos y la cara seria de Martín, al final Freddy levanta el brazo con ademan e “Vete a la mierda” y se va, Martín se me acerca – Vamos – me dice y me ayuda a levantarme.

-          En serio broder no me acuerdo – digo finalmente,  aparto los recuerdos y decido creer que nada paso. Tengo que llamar a mi casa puta madre.

-          Te cagaste en los pantalones y vomitaste sobre lo que tenías puesto, embarraste tus zapatillas y el felpudo de la puerta, por eso tu ropa está en esa bolsa –me dijo en tono severo señalando nuevamente la bolsa en un extremo de la habitación – y por eso sigues desnudo

Hizo un gesto de querer seguir hablando pero no dijo nada más. Recogió  su maletín, tomo sus llaves del escritorio y camino hacia la puerta

-          Me quito broder si quieres me esperas, si te vas cierra bien cuando salgas por fas – Sin decir más abrió la puerta y se fue.

La habitación era pequeña, había ropa encima de casi todos los muebles, algunos libros arrumados sobre un escritorio, un televisor pequeño y otros objetos poco importantes. A la izquierda la luz entraba por una ventana cubierta por un trapo que pendía de una cuerda sujeta por dos clavos en la pared. Me levante de la cama y camine hasta el baño, tome agua directamente del grifo, nunca parecía suficiente, la sed seguía quemándome la boca. Tome toda el agua que pude y cerré el grifo, mire hacia la ducha y me recordé a mí mismo desnudo frente a Martín desnudo también; moví la cabeza como queriendo espantar el recuerdo y regrese al cuarto. Busque entre la ropa algo que pudiera quedarme, no había mucho de donde escoger, me puse un buzo que encontré sobre una silla, parecía limpio, tome un polo de un cajón, y busque mis zapatillas. Las encontré junto a mi ropa. Las saque de la bolsa, olían literalmente a mierda, las lleve al baño con intención de limpiarlas pero termine mojándolas por completo. Me las puse y busque mi billetera y con algo de esperanza también mi celular. No estaban ni en los bolsillos del pantalón ni en ningún otro lado dentro de esa bolsa. Levante todo lo que pude y di mil vueltas por el cuarto pensando que podrían haberse caído pero ni la billetera ni el teléfono estaba por ningún lado. Trate de recordar que hice con ellos, cuando fue la última vez que los tuve cerca. El último recuerdo de la billetera es de cuando pague la primera ronda, pague con un billete de 50 soles pero no recuerdo haber recibido el vuelto. Con el celular es más difícil no recuerdo haberlo sacado para nada. El tema es que no tengo dinero, tampoco sé dónde estoy y no tengo como llamar a mi casa. Me hecho a buscar alguna moneda perdida que al menos me permita hacer una llamada; en mi búsqueda descubro una caja de condones rota y vacía tirada cerca de un tacho de basura, a simple vista, dentro del tacho encuentro el contenido que antes estuvo en la caja un par de condones usados yacen tirados entre una ruma de papeles arrugados. Extrañamente mi verga reacciona poniéndose dura mientras el recuerdo de Martín montado sobre mí, con su miembro incrustado en mi culo aparece en mis recuerdos. Me siento en la cama y me tapo el rostro con las manos. El recuerdo me calienta, me siento excitado pero a la vez sucio desencajado. En mi cabeza empiezo a formularme preguntas que no puedo responder. ¿en qué momento entregue a este broder que recién conozco? Decido que tengo que salir de ese cuarto, irme antes que el regrese, me pongo de pie y camino hacia la puerta, la abro y asomo la cabeza; afuera hace frío y yo tengo las zapatillas mojadas, un buzo sin interiores y un polo de manga cero, si salgo de ese cuarto no podré volver a entrar, no sé dónde estoy, podría perderme por horas, lo pienso mejor y cierro la puerta. Decido esperar a Martín.