Martilleras

Narro el desenlace por el fallecimiento de don Carlos.-

Finalizaba Julio, quince días antes, había fallecido don Carlos, en una circunstancia en la que, la mayoría de los hombres, fantasean morirse...: ¡¡¡COJIENDO !!!.

Ni contarles lo que las "comadre...jas" del pueblo comentaban, de la situación y de su eventual y joven amante..., la pobre Carlota quedó reducida, en boca de las perversas constipadas y mal atendidas "comadres" pueblerinas, a un pobre trapo de piso inservible, por la manera en que se regocijaban, vapulendo y denostando a mi pobre amiga.

Ella, lloró mucho, un poco por esa situación... y mucho, porque realmente amaba a ese viejo sádico y perverso, que la usaba como recipiente de sus alivios eyaculatorios (probablemente, en los pensamientos de ese hombre, yo cumplía el mismo rol de Carlota y fuí talvés, la alternativa festiva que rompía su rutina de adulterio pertinaz y consumado, no tan a espaldas de su esposa y de sus hijas).-

En lo sucesivo, era muy factible que doña Teresa, la viuda legal de don Carlos, canalizara sus frustraciones maritales denostando a mi amiga, siendo el eco de sus dichos, las "comadre...jas" del pueblo.-

Había que actuar rápido, en defensa de mi amiga (y porque negarlo, también en defensa mía, porque sabiendo doña Teresa que yo también había tenido sexo con su marido, probablemente, no dejara de denunciarlo), además, se imponían otras circunstancias mas mercantilistas: Había perdido a mi representante y martillero y quedaba huérfana, una importante cartera de clientes que representaban ingresos mensuales sustanciales.-

Fue así, que un día, después de los 15 luctuosos y de recogimiento, que era costumbre en esa época permitir a sus deudos, me apersoné en la casa del difunto y le ofrecí a su familia, continuar la operatoria comercial de la firma, asociándome con ellas, sus legítimas herederas.- En un conciliábulo privado, del que no participé, decidieron aceptar mi oferta, pues era evidente que, con la cabeza de la familia fallecida, quedaban en el desamparo a poco andar, luego que agotaran los ahorros, que si bien eran muchos, no alcanzaban para vivir de ellos el resto de sus dias.-

Fue asi que me apropié del 50% de la Firma, con facultad decisoria total sobre el manejo y la operatoria...; y abusando de mi facultad, invité a Carlota a que dirigiera el negocio, con lo que le daba por el traste a doña Teresa, en venganza por aquella vez que escuchando mis gritos sufrientes (que eran exprofeso) en el local, no acudió en mi auxilio, como yo lo pretendía y solo se limitó a demostrarse ofendida, negándome el saludo (recuerdan esa historia?...Releanla).-

Luego del "ataque de caspa" que le sobrevino, terminó aceptando y preparé de inmediato, esa misma noche, los documentos pertinentes, que fueron firmados por todas nosotras "las socias", a primera hora del día siguiente.-

De esta forma, Carlota y yo nos repartíamos el 25% cada una y la viuda y sus tres hijas, 12,5% cada una (y bue'... eso les pasa por ser familia numerosa).- Además, la firma seguiría operando en el local en que antes lo hacía y la viuda e hijas del difunto, no participarían de las operaciones, limitándose solo a controlar, por sí o por terceros hábiles, los movimientos de fondos, para verificar la corrección de las liquidaciones mensuales que se les practicarían.-

Acto seguido, corrimos con Carlota a Buenos Aires, nos hurgía que ella tomara un curso acelerado como Martillero Publico y obtuviera su matrícula oficial, lo que le llevaría alrededor de 6 meses, lapso durante el cual, nos vimos obligadas a contratar un martillero matriculado, para que no caducara la Licencia Oficial de la Firma "Carlos LOMBARDI, martilleros públicos", siendo que en el futuro, la Firma se denominaria "Sucesores de Carlos Lombardi y Asociados, martilleros públicos semovientes, estudio legal e inmobiliario", dado que allí instalaría también mi estudio jurídico.-

Fue así que revisando la papelería de las operatorias de don Carlos, tomé noción que el viejo, había tenido fundamental participación en mi desarrollo comercial, ya que había constancias entre sus papeles, de su favoritismo hacia mí, (evidentemente su prostituta preferida), respecto a los negocios que yo había encarado y por los que me había apropiado de las 1200 hectáreas compradas en Vicuna Mackenna (San Luis), de las 500 hectáreas que tenía en Las Marianas, Partido de Navarro (Bs. As.), sendas compras formalizadas a precio vil y de las muchas compras y ventas de hacienda que había realizado con éxito (mi ganadería rondaba ya las 5.000 cabezas, 25 veces mas que las 200 con que me había iniciado), era tarde ya, pero ahora recordaba a don Carlos con un poco mas de condescendencia que antes y respetando su memoria y a sus deudos, acepté de buen grado, un pedido de doña Teresa, que pretendía que una foto grande del busto de su esposo, permaneciera en el local, en lugar destacado.- Tiempo mas tarde, amplié una foto de mi padre y la coloqué presidiendo mi oficina, ya que si yo estaba allí, era porque fue mi padre, quien me transmitió toda su sapiencia en lo que yo hacía.-

En Buenos Aires, Carlota y yo (las dos "viudas no oficiales" del difunto), nos fuimos una noche de "festejo" por el enviudamiento que "sufríamos" y que de última nos resultaba tan beneficioso.-

Recalamos en "EL CIELO", que funcionaba sobre la calle Arroyo, el boliche de onda en esas épocas, de un tal LATALISTE, que parece que era lo que hoy llaman el "Public Relation", mas reconocido del momento.-

Primera y última vez en mi vida que tomé alcohol, porque brindis va, brindis viene, amanecimos las dos en un "telo" de Azcuenaga y Guido, al lado de dos fulanos jóvenes, de los que ni siquiera recordábamos sus nombres, soportando los efluvios de una contumaz borrachera, encerrados todos en una sola habitación, con nuestras respectivas "entrepiernas", todavía rojas e inflamadas y nuestros cuerpos completamente "enchastrados" (sucios) por líquidos blanquecinos, pegajosos y medio solidificados, sin tener ni idea de como y porque estábamos allí, ni de como habíamos llegado.- De lo que paso en ese lugar, no les cuento, porque sinceramente, por mas que lo intento, ni me acuerdo...-