Martes de violación

Humillando a la perrita del edificio. Esta no es una historia de amor. Cuando el vecino se sobrepasa y debo dejar claro quien manda.

Martes de violación

A mis 32 años mi sexualidad está más que definida aunque no la ando vociferando a gritos como hacen muchos, pienso que en pleno siglo XXI todavía la homofobia existe en gran medida y a veces muchas puertas se cierran.

Yo soy de los que prefiero quedarme callado, ser vital donde estoy, demostrando lo que valgo para que sepan que me gustan los hombres y es algo que es normal, por eso me gusta abrir mentes incluso antes que sepan lo que me gusta.

Dicen que la balanza siempre se inclina hacia un lado, como podrán notar mis gustos van más hacia los hombres y a diferencia de mis amigos que podrían cogerse un poste con tetas, yo soy bastante selectivo.

No quiero abrumarlos con mis gustos solo quiero contarles algo que me paso este año con alguien que se obsesiono conmigo y justamente fue por esto que les estoy contando.

Hola soy Luis Arismendi y esta es mi historia.

La rutina es algo indispensable a esta edad, somos esclavos del horario y terminamos por adaptarnos a un ritmo de vida que no siempre resulta ser el mejor  para uno, voy a trabajar luego el gimnasio y todo aquello que forma un orden diario. A las 7:30 am voy saliendo, a las 12:00 almuerzo, llego a la 1:00 pm, paga el recibo e impuestos, maldita sea.

Llego al edificio, saludo al vigilante (que tiene esposa pero le gusta indagar por otros lados), saludo a los vecinos que esten en el ascensor y así llego a mi destino pero sé que a muchos les ha sucedido que ignoran muchas cosas de su entorno, piensan que a la gente que no conocen o saludan por educación no los ven o no los toma en cuenta pero es todo lo contrario.

Mucha gente ya sabes en que trabajas, quienes son tus visitas, la hora de llegada y un sinfín de cosas por más precavido que seas y no simplemente me refiero de esas doñas que hacen mejor trabajo que las cámaras de seguridad.

Yo no tengo problemas con los culitos que llevo a mi apartamento, no creo que sospechen lo que realmente pasa adentro además que de vez en cuando meto a mujeres y amistades para hacer cualquier cosa pero no siempre se tiene el control.

El vecino del quinto piso, era ese problema que ya me estaba haciendo demasiado ruido. No eran sus miradas a las que no les hacía caso o ese pequeño nivel de insinuación demasiado forzada y la que admito que complementaban a un físico que no me gustaba, por eso lo saludaba y nada más pero el insistía.

Siempre he tenido claro algo, una persona te gusta o no te gusta y si es esta última no se te ocurra tener sexo porque si no lo vas a lamentar. Mi erección es fuerte y no me deja mal pero aprendí a las malas que por más caliente que uno este, su abandono es muy probable cuando esa persona tiene simples detalles que no te gustan en la mayoría de los casos.

Yo tenía claro que mi vecino quería que me lo cogiera, era demasiado evidente y hasta mi pana del edificio llamado Nene, lo sabía.

Hace unas semanas hubo una reunión y se acerco a mí, no dejaba de rosarme y hablarme pero lo ignoré, tengo problemas con los panas así pero no quería crear escándalo y él seguía, ya me sentía acosado. Su fachada de vecino buena gente me obligaba a incluirme en algunas temas con otros solo para tener excusas de visitarme.

Una noche recibí un mensaje de él para la recolección de un dinero para algunas reparaciones y que se desvió a otros temas, todo por mi culpa porque no me gusta ser grosero con la gente y cortarlos de una pero ya la estaba pagando.

Tema de política, algunos chismes y por ultimo preguntándome por novia hasta que me propuso claro y preciso que nos acostáramos.

-Disculpa Robert, no eres mi tipo y de verdad que no quiero peo-Mi molestia fue tal que apague el teléfono y me acosté pero no me sirvió de nada y al rato salí a dar unas vueltas por la ciudad.

Cuando regresé al edificio, Robert ese cincuentón que tanto me estaba molestando, paseaba a su perro en el jardín.

-Si eres mala gente-Gritó.

-¿Yo mala gente? Ya estas pasando un límite, quédate tranquilo vecino, así te irá mejor-Le conteste cortante mientras caminaba.

-Así me gustan los hombres, con carácter bien machos-Me guiño un ojo mientras pasaba a su lado.

Al día siguiente, era un sábado cuando prendí el celular y me encontré con una fotografía de su culo en una tanga amarilla, enseguida mi mente viajó a un recuerdo en la página manhunt de la que era asiduo hace unos meses.

Me había dado cuenta que posiblemente yo mismo me había delatado con él ya que estoy tatuado y así como aquella vez, el tampoco había sido de mi agrado y sentí menos atracción por él.

Solo tenía una persona con la que podía hablar sobre este tema y enseguida llame a Nene, él era un panita mucho menor que yo que inicie en el sexo entre hombres y que vivía en el mismo edificio.

Nene me comentaba que Robert, mi vecino, les había comentado hace un tiempo a su madre la que era muy amiga y otra vecina que yo metía demasiados hombres al apartamento lo que le parecía “sospechoso”.

Estos chismes de pasillo conllevo a que su vieja hablará algo preocupada con él ya que siempre se la pasaba conmigo pero como pana es pana, Nene simplemente lo negó y le dijo que quien parecía estar en esos mundos era el vecino que hasta gestos raros tenia.

Sentí bastante molestia porque esta era mi vida y de nadie más, que le importaban a ellos y que mierda que justamente el vecino que no podía controlarse cuando estábamos cerca divulgara estas cosas.

Ese fin de de semana fui a visitar a unos familiares fuera de la ciudad lo que me ayudo a despejarme un poco ya que la situación me tenía bastante molesto, una cosa era un piropo pero sentía que estaba invadiendo mi espacio. Así se deben sentir las chamas cuando les lanzan piropos babosos y le inventan cosas.

El martes como a las 8 pm me volvió a enviar otra foto, con sus dedos en el culo lo que me provoco tomarle una captura y mandarlo al grupo de whatsapp de todo el edificio pero yo no era así iba a ser peor. Tomaría el toro por los cachos.

-Sube ya-Le envié un mensaje en privado.

Tardó bastante en tocar mi puerta pero ya no me importaba. Cerré la puerta y enseguida me fui encima de él dejándolo inmovilizado contra una pared.

-¿No te cansas de joder?-Apreté su cuello pero él no reaccionaba hasta que sentí cierta dureza contra mi pierna.

Me entró el diablo, ya no era Luis sino el diablo y el mismo se lo había buscado y con la mano abierta llena de ira le pegue en la cara.

-Así que eres una perra-Su cara se iba poniendo roja-Ahora me la vas a pegar.

Agarré su playera y  la mordí hasta romperla y quedo en el suelo después de hacerla pedazos con mis manos. Vi su cara de miedo.

-Quítatelo- Señale su pantalón corto-Si tu eres tan perra entonces vas a aguantar que te rompa el culo.

El se quedo paralizado pero podía notar su erección, era un bulto tremendo el que se veía.

-Quítatelo te dije-Le grité.

Mi sorpresa fue enorme cuando pude ver como una tanga blanca no podía guardar lo que parecía una verga blanca de 19 centímetros, no pude dejar de soltar una de mis sonrisas amargas. Agarre su pantalón y lo lance lejos.

Su posición denotaba que era una persona descuidada, a sus 50 años con una barriga enorme y un cuerpo que se notaba que nunca había sido entrenado y con esa aura femenina que no podía dejar de notar aunque muchos en el edificio no lo vieran. Se despertó algo en mí.

No me había dado cuenta de mi erección mientras me enfrentaba a Robert y sin esperar más me quite mi bóxer negro dejando a la vista mi herramienta de 21 cm.

Casi se le salían los ojos pero cada vez que me acercaba a él, notaba como se echaba hacia atrás aunque solo era cuestión de un metro o menos.

-Sigueme-Resonó un manotazo en la cara del maduro.

Nos fuimos a la sala, él detrás de mí. Era el sitio ideal para que mis vecinos no pudieran escuchar lo que estaba pasando y me daba mejor maniobra sobre él.

-Agachate- Le solté otro manotazo en medio de la sala y aprovechando que ya estaba en la posición, puse mi verga en su cara tropezando con su nariz y labios.

Su primer reflejo fue agarrarlo con la mano pero dándole otra cachetada y haciéndole seña de negación, me entendió. Dejó las manos abajo.

Mi glande morado botaba unas gotas de presemiminal que eran esparcidas por toda su cara lo que me excitaba más pero no solamente eso, la idea de estar dominando a alguien me ponía bruto.

-Abre la boca-Le di dos toques a su cachete con mi mano.

Él empezó a lamer mi capullo pero yo no quería eso y de un empujón, clavé lo que pude de mi verga y el empezó con unos movimientos más bruscos para tragarse todo pero él no resultaba ser tan buena puta como yo pensaba y a unos pocos minutos me cansé.

Agarré su cabeza por cada lado y comencé a darle el ritmo que quería, fue inevitable no poder sentir y escuchar sus arcadas pero no me importaban. El calor, lo húmedo y el tacto de esa boca me estaban gustando.

En medio de la sala, estábamos los dos cumpliendo una fantasía que sin querer se dio.

-Tu no eres una perra pues, trágatela toda-Le decía mentiéndole mi guevo-Ahora te aguantas.

Robert casi no podía respirar y sus babas bañaban su cara y hasta su verga, todavía no había podido meter toda y esta oportunidad no pasaría sin que eso sucediera pero él era muy susceptible al tragársela.

Nos reacomodamos, senté a Robert en el suelo dejando su espalda pegada a una pared. Él era un desastre de babas pero eso a mí no me importaba.

Lo deje respirar por unos segundos mientras buscaba mi cámara y aprovechando que casi no podía ver por sus lagrimas y otros líquidos la prendí en el sitio ideal para que no se obviara nada.

Volví a la carga y agachándome un poco, clave mi verga embistiéndolo como lo hacía anteriormente, como si fuera un culo. Las arcadas volvían a resonar por toda la sala y sentía como mi verga se mojaban con aquella espesura que salía de su boca.

Dándole algo más de tregua baje el ritmo, ahora solo la metía hasta que llegaba al fondo e inmediatamente la sacaba. Ya esta perrita estaba amaestrada pero debía seguir practicando.

El aplicaba presión en mi piernas tratando de que mis movimientos fueran menos rudos pero yo era más fuerte que él además que su posición lo dejaba en desventaja. Este cabrón me las pagaría.

Era una maravilla ver mis 21 centímetros que desaparecían pero mejor era poder ver como a Robert le costaba pero no podía dejar de hacerlo. Un arranque de furia me volvió a invadir y empecé a cogerme de nuevo ese agujero que no podía hacer nada por resistirse porque la pared entorpecía su esperanza de liberarse.

Creo que no había tratado a nadie de esta forma lo que le daba un toque especial a la velada, mis movimientos cada vez eran más rápidos y debía en momentos calmarme para no soltar la leche.

Estaba perdido en esas sensaciones y ya mi falo se abría paso sin mucha resistencia cuando una arcada bestial nos baño en un liquido con grumos blanco y que comprobé que era avena.

-Que susceptible la perrita, aguanta ahora-Le di un cachetada.

En otras ocasiones pararía todo por el asco pero en esta oportunidad no pude dejar de reír, lo veía en ese rincón casi desfallecido, bañado en todo aquello y mi verga agarraba más dureza. Me desconocía a mi mismo.

-Vamos al baño-Le ordené.

Cuando intento levantarse se resbaló con sus propios líquidos, le lance su pantalón donde pudo pisar y secarse un poco sus pies para agarrar camino al baño.

Lo deje en el baño general y me fui al mío a limpiarme un poco, me miré en el espejo y casi no podía reconocerme de lo sudado y una cierta sonrisa que no podía borrar.

Fui a buscarlo y parecía algo atolondrado, caminaba despacio y con sus respiración todavía agitada, su larga verga yacía morcillona. Esperé que terminara de salir y le señale a donde debía ir.

-No, ya tengo que irme-Me dijo preocupado-Mi mamá me espera.

-¿Irte? Ahora es que estamos comenzando-Le volví a señalar. Mi esclavo bajó la cabeza y fui detrás aprovechando de lanzarle una nalgada que resonó en el pasillo.

Entramos a mi cuarto especial, por lo general siempre esta solo ya que en el apartamento solo vivo yo y como no me gusta tirar en mi habitación lo acondicione para mis maldades frecuentes porque no soy fan de despertar a mis vecinos en la madrugada por los gemidos y golpes.

Lo empujé a la cama, el quedó boca abajo y aproveché de romper la tanga que tenia para luego hacer sonar sus nalgas que cada vez se ponían mas rojas al contacto con la palma de mis manos.

-Ponte en 4-Le ordené.

Fui a mi habitación en busca de un kit que me gustaba utilizar y pase por la sala en busca de la cámara, en segundos estaba de vuelta.

-Manos en la espalda-Le ordené.

-No puedo Luis, es incomodo-Me contesto.

-¿Tu no eres mala? Me hiciste esas insinuaciones para hacerme ahora perder el tiempo-Le grité-Yo te voy a enseñar cómo deben ser las perras.

Agarre sus brazos uno a la vez y los puse en su espalda, él se veía incomodo con su cara pegada al colchón y su cintura levantada siendo lo más normal para un pasivo. Saqué unas esposas con acabados en cuero que me había regalado un amigo en mi cumpleaños y deje sus manos amarradas.

-No voy a creer que eres virgen-Reí.

Acaricie sus nalgas que no estaban mal, tenían carne y provocaba morderlas. Las abrí y escupí en todo el centro, dejando que la saliva bañara toda la raja hasta llegar a sus bolas. Un dedo acariciaba aquello y lo metí en su agujero, comprobé que no era virgen se veía bastante abierto.

Podría jurar que llevó guevo hace pocos días porque al meter el segundo y tercer dedo no había tanta resistencia, escupí un par de veces más. Me puse un condón, bañe mi verga en mi saliva y sin meditarlo, lo clavé de una.

-¡AAAAAAAFFFF!-Gritó.

Él intento sacarse mi carne y yo lo agarre por la cintura pero se resistía, lo dominé lanzándome hacia él y agarrándolo por el pecho. El se movía y hacia esfuerzos pero estaba indefenso.

Sentía como su culo se cerraba y me daba demasiado placer sin apenas embestir. Estuvimos un buen rato en esa posición hasta que empecé a moverme poco a poco.

-Suéltame, no puedo, me duele-Gritaba.

-Tranquila perrita que eso es al principio, ya lo deberías saber o ¿no te ha cogido un macho como yo?-Le susurré al oído.

Intentaba soltarse pero era imposible y ahora menos que mi ritmo agarraba más velocidad, eran lamentos que nadie más escucharían.

-Dios por favor-Gritaba.

Yo seguía suavemente penetrándolo pero no se relajaba y en cierto modo yo lo disfrutaba. El sudor empezaba a caer y el mío se unía con el suyo dejando impregnado el cuarto de aquel olor a macho.

Lo cambie de posiciones y alce una de sus piernas dejándolo de lados mientras yo estaba arrodillado ahora penetrándolo más rápido, el se acostumbraba aunque cuando aumentaba volvía a huir de mi verga.

-Así, disfruta la verga de tu macho… tu las querías ahora aguántala-Le decía.

Su cara estaba roja y sus expresiones lo delataban.

-Abre la boca-Ordené y enseguida un escupitajo la atravesó dejando un poco en su labios.

Cada vez más su esfínter se sentía más relajado y con ello, aumentaba mi velocidad. Cuando lo cambie de posición, liberándolo de las esposas y levante sus pesadas piernas, echándolas hacia adelante, pude ver como mi verga atravesaba su culo completamente lo que me puso la mente mala y lo cogí como se debe coger a una puta.

La cama se movía, Robert gemía sin poder hacer nada y yo solo gozaba de su culo hambriento de verga.

-Aprieta el culo perra-Escupí en su cara-Apriétalo nojoda.

Esto es lo que él quería y yo se lo voy a dar, así no pueda caminar mañana o me denuncie a la policía, que no creo pero hoy me lo cogería por primera y última vez en su vida.

-Dime que eres una perra-Le grité.

-Más lento por favor-Rogó.

-Dime que eres mi perra-Repetí pero no respondió.

Aceleré mis embestidas y las hice más profundas lo que hizo desfallecer de dolor y placer al maduro.

-Vamos dilo coño-Grité y escupí su cara de nuevo.

-Soy tu perra-Susurro.

-Sin pena, siéntete orgulloso de ser mi perra, mi puta-Lo miré a los ojos.

-Soy tu perra-Gritó.

-Más duro-Sonreí.

-Soy tu perra-Volvió a gritar-Soy tu perra, soy tu perra, soy tu perra.

Se veía fuera de sí mismo, todavía podía notar esa resistencia a mi trato pero me gustaba porque se lo había ganado y su verga estaba morcillona, cosa que me daba más morbo por su tamaño y sin querer unas ganas enormes de vaciar mi leche se apoderaron de mi cuerpo.

Brinque sobre Robert quien sorprendido abrió los ojos, abrí mis piernas y me coloque frente a su cara.

-Abre-Soné desesperado.

Puse el glande en su boca, mis manos en su cabeza y empujaba hacia arriba para que la tragara completa, valiendo de mi posición yo también empujaba mi cintura de forma bestial y de nuevo esa sensación volvió a dominarme.

Mi perrita empezó a ahogarse de nuevo pero no me importo hasta que la metí toda en su boca para que se bebiera mi leche, mis contracciones placenteras me hacían estremecer y me movía suave depositando los restos ya en menor proporción.

Cuando la saque, él tosió desesperado y yo aproveche para limpiarme de su cara. Dejándola toda llena de algunos grumos y mucha saliva.

Ambos quedamos con la respiración agitada y yo tarde unos segundos en recuperarme de aquella experiencia tan buena.

Me fui de la habitación dejándolo descansar por un momento mientras me arreglaba y cuando regresé todavía estaba en la cama mirando el techo.

-Ya tienes que irte pero primero algo más-Le dije.

-¿Qué más?-Respondió asustado.

-Tienes que limpiar este desastre, todo esto lo provocaste tu-Reí.

La sumisión que adopto conmigo no la perdió en ningún momento, caminó como un pingüino y limpió su vomito en mi sala y hasta que no estuvo realmente limpio no lo deje irse.

Vamos a ver si así dejaría de romperme los guevos con las ganas de tirar conmigo.

Me pidió que le prestara ropa pero me negué y dijo que se quedaría conmigo hasta que no lo hiciera. Recogí su ropa hecha pedazos y bañada en sus líquidos pero no acepto.

Pasaron unos minutos y seguíamos en la sala, nadie lo había obligado a joderme la paciencia y yo no accedería.

Tuve que enseñarle quien mandaba y aplicándole una llave, termino desnudo en el pasillo solo con sus llaves y su ropa, lo demás no lo sé, por lo menos era tarde.

Pasaron los días y me parecía irreal que no me haya topado con él en el edificio, yo me sentía algo culpable por haber gozado de aquella forma pero no negare que estaba más tranquilo y ahora tenía pruebas para comprometerlo.

Si mal no recuerdo fue un lunes en la noche cuando coincidimos en el ascensor. El no me veía de la misma manera, ahora no podía verme a la cara y yo estire mi mano para levantarla quedando conectadas nuestras miradas.

-Tienes que ver a tu macho a la cara perrita-Di dos golpecitos suaves en su cachete y cuando se abrió la puerta del ascensor en su piso casi brincó dejándome solo.

FIN

Gracias por leerme, a todos los que herí su sensibilidad recuerden que yo coloque en la descripción que esto no era un ¨relato de amor¨ aburrido y repetitivo.

Estoy en blogger si lo desean pueden visitarlo por relatosdearismendi.blogspot.com, publicaré algunos relatos con anticipación.

Me han preguntado mucho por el relato La apuesta, lamentablemente perdí los últimos cambios que le había hecho y tuve que empezar a reescribirlo. No es la primera vez que me pasa perder relatos pero salve algo gracias a la nube así que cuando sea el momento de publicarlo lo haré como un todo, o sea, las dos partes.

Un tip ramdon sobre este relato, hace tiempo atrás en twitter circulo una foto de mi vecino con el pedazo de carne en la boca pero muy poca gente sabe que era yo el lechero.