Marta y yo

Cita a ciegas. Sexo, pasión, desenfreno. Unos polvos increibles en unas 20 horas de sexo puro y duro. Leedlo...

MARTA Y YO

Mi presentación es sencilla, un hombre de unos 40 años, amante del buen sexo, la buena mesa y las buenas mujeres. Soy un admirador del sexo femenino, esas dotes de femineidad que la naturaleza les ha dado y que bien usadas son las mejores armas, para derrotar al más frío de los hombres. Esas curvas, pecho, caderas, nalgas, muslos rotundos y prietos…., todo eso y más es lo que hace que mi nik sea admirador. Admirador, de todo lo que sea mujer, mujer que se precie, que se estime y se cuide un mínimo, que sepa usar esas dotes para sacar rendimiento a la vida y vivirla con la intensidad que se merece.

Como amante del sexo, de las relaciones a ciegas y de lo excitante que es quedar con una persona que no conoces más que de charlar con ella a través del chat, del teléfono, Messenger,…, me gustan los relatos eróticos, los leo y, a su vez, he escrito algunos que en este momento no vienen a cuento. El siguiente s se basa en una relación con una persona que conocí en la red y con la cual lo he pasado tan bien o mejor que lo que expreso en este relato sobre nuestras aventuras.

Marta es una chica muy mona, agraciada, sensual y con un cuerpo para gozar de ella o con ella sin reservas de ningún tipo. Es escritora de relatos eróticos. Tras leer varios de sus relatos me decidí agregarla a mi msn. Varios días o semanas después coincidimos en el msn y comenzaron nuestras charlas sobre los relatos, las vivencias, experiencias, deseos,…, cada vez cosas diferentes y cada vez más confianza y más a gusto comentando todas esas cosillas que comentas una y otra vez y siempre tienes algo nuevo que incluir en la conversación. Todo lo que sea sobre erotismo y sexo siempre anima la conversación y el momento, no las malas expresiones, ni la chabacanería, pero sí las insinuaciones, las expresiones vagas, frases sin definir,…,….

Tras varias conversaciones algunas de lo más eróticas otras de asuntos relativos a la vida social, al trabajo y a cualquier otro que viniese a colación o no, pero que era incluido en ellas sin más motivo que pasar el rato en amena charla o conversación. Charla o conversación escritas en la pantalla del ordenador. Pues eso tras una relación más o menos de conversaciones continuadas decidimos que iba siendo hora de conocernos. La verdad sea dicha, yo quería conocerla desde el primer día, pero como su opinión no era la misma tuve que esperar una eternidad para poder quedar con ella en una cita a ciegas.

Ella, del norte de la península, yo, del sur, lo más lógico era quedar en el centro, compartir la distancia y quedar en terreno neutral. Así lo hicimos, decidimos conocernos en Madrid, aprovechamos una serie de circunstancias para hacer coincidir asuntos laborales con nuestro asunto personal y nos citamos para el día X en Madrid. A mí, que llegaba con anterioridad, me tocaba el asunto del hotel. Como mandan los canon y dadas circunstancias me decidí a tirar la casa por la ventana y me alquilé un suite en un hotel que está cerca de la estación de Atocha. Creo que el momento requería un dispendio de ese nivel, total por unos cien euros más o menos, no ibas a quedar mal o estar con estrecheces en un momento tan especial. Y digo especial, pues para mí lo era, quedar con un bombón de mujer como parecía ser Marta para una tarde noche de sexo y pasión, eso es especial. Lo de parecía viene a cuento del hecho que sólo la conocía por fotos, fotos de su cuerpo con más y con menos ropa, todo hay que decirlo, por eso ya sabía que tenía un cuerpo genial para gozar con él y de él. Y, de su forma de ser conocía un poco a través de nuestras conversaciones.

A las 5 de la tarde me encontraba en la estación de Atocha, esperando la llegada de Marta, un poquito nervioso, dando vueltas y más vueltas por la estación y, llegando a pensar que la gente me miraba como si supiese lo que estaba esperando, tonterías que se le meten a uno en la cabeza en determinados momentos. Al fin sólo el teléfono, maldito teléfono que había mirado en más de veinte ocasiones a ver si tenía cobertura, si estaba encendido, ….

¿Dónde estás? Preguntó

Si eres el bombón de la faldita negra que está subiendo la escalera, frente a ti, deseando darte un caluroso y efusivo recibimiento. - Como la había visto en fotos, la descubrí al instante, era tal y como la había imaginado, quizá mejor que lo que había imaginado, más exuberante, más rotunda, más sensual, más…., lo que se le quiera añadir.

Ya será menos, si soy yo

Hola bomboncito,

Hola

Dos besos de rigor en la mejilla y digo para mí, a esto no es a lo que he venido yo. Sin más preámbulos le siento un beso en todos los morros. Se sorprende un poco pero participa del beso y dejando la bolsa de viaje en el suelo me pone los brazos al cuello y me devuelve el morreo con creces. Joder, a esto si he venido yo,… la tomo de la cintura y la pego a mi cuerpo mientras seguimos besándonos y morreándonos de forma salvaje, mi polla comienza a despertar y a dar latidos, no queda más remedio que separarnos o damos el espectáculo en medio de la estación,….

Tomo su bolsa de viaje y con la otra mano la cojo de la cintura, pegado a ella salimos de la estación dirigiéndonos al hotel.

Bueno ¿Qué tal?

Completamente enamorado (mayor mentira, …, ) –

NO me lo creo,

Pues es cierto, me has dejado colgadito de ti…, no has notado lo duro que me has puesto en un segundo

Pero eso no es amor…, es deseo, pasión,

Amor, deseo, sexo, pasión, todo es lo mismo o lleva a lo mismo, a gozar, a follar como locos,

Llegamos al hotel y nos dirigimos directamente a la habitación. Tras cerrar la puerta de la habitación dejé su bolsa en el suelo y la abracé con fuerza. Acerqué mi boca a la suya, que me recibió entreabierta, comenzamos a besarnos, chuparnos, mordernos los labios, la lengua,…, mientras nuestras manos no se estaban quietas, desde la espalda al culo los pechos,…, lo que fuese. Lo principal era acariciar y ser acariciado, gozar y hacer gozar.

Entre besos y caricias, mis manos se van a su pecho, que comienzo a acariciar por sobre de la blusa, busco con las yemas de los dedos el bulto de sus pezones, enseguida los encuentro, ya estaban super duros y se marcaban en la blusa, no hacía falta mucho tacto para encontrarlos, me dedico a acariciarlos, darles pequeños apretones, como mordidas, pero con los dedos. Suspira con fuerza y me besa con mayor intensidad, al tiempo que juego con sus pezones le voy desabrochando la blusa. Termino de desabrochar su blusa y me dedico a acariciar su pechos, sigo con el juego sobre el sujetador, aunque ahora acerco me cara a ellos y comienzo a besarle la canal de los pechos, a chupar su pezones sobre el sujetador, mojándolos con saliva. En tanto le termino de quitar la blusa y comienzo por el broche del sujetador, le suelto el sujetador y mis manos acarician directamente sus pechos, se los chupo con intensidad, le paso la lengua por los pezones, se los mordisqueo, busco besar su cuello, su cara y de nuevo encuentro su boca entreabierta, su lengua, sus labios deseosos de ser comidos, devorados con fuerza, con intensidad,…., nos devoramos mutuamente como salvajes, dos animales en celo.

Mis manos bajan a su culo, se lo acaricio sobre de la faldita, levanto ésta y comienzo a acariciar directamente sus nalgas. El pequeño triangulo del tanga, no impide que mis manos se hagan dueñas de sus nalgas, de la parte interna, le meto los dedos por los lados del tanga y busco lo que se esconde en su interior. Encuentro su piel, los labios de su coñito húmedos de la cantidad de flujo que está soltando, la excitación es mutua, a la vez que noto su humedad, la piel de su coñito. Por cierto, afeitadito, acaricio directamente su piel, una de mis manos pasa a su parte delantera y apartando el tanga comienzo a acariciar su labios, el clítoris, la vulva, todo lo que se encuentra en la entrada de ese mojadito coño que está recibiendo mis caricias deseando gozar como nunca. Le meto dos dedos en el coñito y comienzo a follarla con ellos, no tarda mucho en comenzar a jadear su mano derecha busca acariciar su clítoris junto a la mía, su pelvis comienza a hacer movimientos rápidos buscando una mayor caricia o presión de mis dedos. Está a punto de correrse o se está corriendo, en ese punto que es difícil diferenciar el antes o el momento. Fuera el punto que fuese, ahora ya está explotando de gusto ya no jadea, ahora gime, aúlla, casi grita y se contorsiona, aprieta el coño buscando un mayor placer, muerde mis labios, aprieta mi espalda. Se está corriendo, noto en mis dedos como fluye el liquido de su interior, me los deja empapados con sus flujos vaginales. Retiro mi mano de su coño y me dedico a acariciar sus nalgas, su espalda, a besar sus labios, su cuello, a ayudarla a relajarse después de la corrida.

Sin dar tiempo a nada, comienza a desnudarme como puede, casi arranca los botones de mi camisa, me quita el cinto, baja los pantalones de un tirón y sus manos se apoderan de mi polla, si su coño estaba chorreando, mi polla no podía ser menos, de la cantidad de liquido seminal que había expulsado, parecía que me había corrido yo también. Ni corta ni perezosa me empujó o me obligó a sentarme en una butaca que había en la habitación y sentándose a horcajadas sobre mi, separo su tanga, que no se había quitado y se metió mi polla de un tirón, se dejó caer sobre ella y quedo con sus nalgas pegadas a mis huevos. Que sensación de gusto, la humedad de su coño se impregno enseguida con la de mi polla y aquello parecía que tenía aceite o vaselina de lo bien lubricado que estaba. Comenzó a follarme como una loca, a mover su culo, sus caderas, yo me dedicaba a acariciar sus nalgas, sus pechos, comer su boca, chupar sus pezones, todo en una coordinación de movimientos que algunas veces se me hacía imposible de llegar al sitio donde deseaba, pues no paraba un momento y cada vez le daba más fuerte a sus caderas, sentía como su pelvis bajaba y subía a lo largo de mi polla, buscando un mayor roce en su vulva, sus labios vaginales y en su clítoris y cuando no lo conseguía con sus movimientos y sus frotaciones llevaba su mano y se acariciaba con ella. Le gustaba gozar, poco le importaba que se lo hiciera yo o hacérselo ella misma, lo importante era gozar del momento, supongo que sabría que yo no aguantaría mucho la intensidad y la marcha que le estaba dando al polvo y quería acompañarme en mi corrida con otra suya.

No pude aguantar mucho, era casi imposible resistir el ritmo que le daba a sus caderas, me dejé ir y comencé a soltar chorros de leche en su interior, al segundo o tercer chorro de leche comenzó a gemir y a moverse con mayor intensidad, no tardaron en llegar las contracciones, apretaba mi polla con su coño, se la metía hasta los más hondo, castigaba mis huevos con sus nalgas una y otra vez, hasta que aullando de placer y a punto de partirme la polla de tanta presión comenzó a correrse por segunda vez. La corrida fue mucho más intensa que la anterior, me beso en la boca y se quedó completamente desmadejada con su cara pegada a mi cuello y mi hombro descansando del esfuerzo realizado. Completamente abrazados notaba como sus jugos, junto a mi leche bajaban por los laterales de mi polla, llenando mis huevos de los mismos, al ir aflojando la presión de su coño, e irse aflojando la dureza de mi polla facilitaba la salida de los jugos que llenaban su interior.

Sólo por este polvo valió la pena venir, pensé yo para mi, craso error, no imaginaba yo lo que vendría a continuación. Tras unos minutos de relax, de descanso, nos soltamos del abrazo y nos terminamos de desnudar, estábamos medio vestidos todavía, y nos fuimos a la bañera a darnos una ducha. Como había dicho con anterioridad lo que había alquilado para la ocasión era una suitte, y, como todo el que ha estado en alguna sabe, tienen una bañera con hidromasaje.

¡Que sorpresa! ¡esto no lo esperaba!.

Es para la segunda sesión

Nos metimos en la bañera de hidromasaje, conectamos las burbujas comenzamos a jugar acariciarnos mutuamente, enjabonarnos por todos lados, hasta que la situación se fue poniendo a punto para un nuevo combate, en el anterior me toco perder, ella dos yo sólo uno. Dependiendo de cómo se miré, igual, el que gano fui yo, eso me permitiría poder darle más placer si cabe en las siguientes horas, me quedaría algo más de reservas que si las hubiese agotado todas en el primer asalto.

Tras estar un rato de juegos la senté en el borde de la bañera para hacerle una comida de coño, siempre me ha gustado para comerme un coño que esté reluciente, recién lavadito y si es posible con poco vello o ninguno. El que tenía ante mi en esta ocasión, estaba recién afeitadito y pidiendo que me lo chupase a gritos. Antes de comenzar relatando la comida les voy a exponer lo que tenía ante mi, aunque un coño es un coño, no todos son iguales. Era pequeño, no de esos de labios alargados que parece que entra un puño y no se inmuta, de ahora ya se porque presionaba tanto mi polla en el combate anterior, un coño oscuro con los labios prominentes, así como los de una negra, pero entre las piernas. Un pequeño botoncito que colgaba de su parte superior, al que se fue directamente mi lengua a darle unos golpecitos de castigo o de agradecimiento, vaya usted a saber, tras los toquecitos al clítoris me dedique a pasar la lengua a lo largo de los labios, mientras le abría la vulva y pugnaba por meter la lengua lo más adentro que podía. Se dejó ir de espaldas en sobre la amplia repisa que había en ese lateral de la bañera, ahora ya se para que la habían puesto ahí, abriendo las piernas y dejando su coño abierto presto para que le hiciese lo que me apeteciera en todo momento. Desde este lugar especialmente privilegiado, ahora podía penetrar con mi lengua en lo más profundo, con mis dedos acariciaba lo que no ocupaba la lengua, con los labios le chupaba el clítoris en lo que la follaba literal y materialmente con los dedos, intercambiando dedos, lengua, mano, labios, …, todo lo que podía para hacerla gozar, sentirla disfrutar del trabajito que le hacía con la esperanza de ver compensados mis esfuerzos en una nueva y brutal corrida que no tardaría mucho rato en llegar.

Sus manos comenzaron a apretujar mis cabellos, a tirarme de ellos y a apretar mi cabeza contra sus bajos para que le diera más y más gusto, mayor y mejor placer. Con las manos me dirigía los movimientos de la cabeza, mientras comenzaba a mover las caderas y el culete, buscando una mayor actividad de la pelvis que la ayudase a disfrutar lo más posible de la comida que le estaba dando. Terminó tirándome de los pelos y enterrando mi cabeza en medio de sus piernas, sus muslos presionaban mis orejas y ya pensaba que iba a morir ahogado sin remedio cuando comenzó a correrse, se quedó completamente quieta, con los muslos apretando mi cabeza, creo que sólo movía los labios del coño o se los movía yo con la lengua, no lo tengo muy claro, pero creo que era lo único que se movía, los labios de su coño y mi lengua con ellos, buscando penetrar en su coño, castigar su clítoris, mojar su labios. Más creo que ella se mojaba más que lo que la mojaba yo, sus jugos vaginales fluían al exterior se mezclaban con mi saliva y aquello cada vez estaba más y más mojado, era normal, se estaba corriendo de una forma explosiva y las grandes corridas van acompañadas de gran cantidad de flujo. Al final me dejó libre, casi estaba sin resuello, esto hace pensar si en algunas ocasiones no cometeremos imprudencias que pueden llevar a un accidente a casi perder la vida,..., por saborear un coño

Abandone mi privilegiado lugar tiré de ella para sentarla y besar su boca, me devolvió el beso con fuerza mientras sus manos se apoderaban de mi polla, me la comenzó a acariciar, a jalar, a pajearme de todo un poco, mientras nos besábamos, dejó de besar mi boca y dirigió su cara a mi polla, me puse completamente de pie dejando la polla a la altura de su cara, comenzó a pasar la lengua por la punta, jugueteando con el hilillo de liquido que comenzaba a salir por ahí, luego enroscó la lengua y siguió lengüeteando el capullo, pasaba la lengua por alrededor del capullo, se lo tomaba con tranquilidad y delicadeza, punto por punto y sin dejar nada sin pasar la lengua, terminó su recorrido lingüístico con la parte trasera del capullo, en este punto yo sentía calambres, escalofríos y no se que sensaciones más. Creo que hay pocas cosas que te hagan sentir más hormigueo interior que una buena pasada de lengua por la parte donde el capullo termina, debe ser la zona más sensible que tenemos los hombres. Mientras sus manos sobaban mis huevos y acariciaban la base de la polla, yo estaba alucinando en colores, pocas veces me lo habían realizado con tanta parsimonia, tanta delicadeza y tanto oficio. El oficio en estos asuntos es saber dar y recibir el placer con la mayor sensibilidad posible, su oficio siguió unos minutos hasta que decidió que era hora de comérsela toda. Abrió su boca y se la engulló casi entera, comenzó a chupar y un mete y saca rápido que me hizo ver más que estrellitas, se la metía y sacaba de la boca a una velocidad increíble, luego se detenía y se la comía de lo más lento, lentamente, con la mayor parsimonia del mundo, pasaba de un estado a otro sin darte tiempo a tomar el gusto a lo que estaba haciendo. Cuando estabas disfrutando de lo lento, comenzaba rápido y a viceversa, cuando estabas en lo rápido se volvía parsimoniosa, creo que lo que intentaba era alargar al máximo mi corrida, con dos fines, uno que pudiese disfrutar más, aunque creo que era de las personas que disfrutan haciendo disfrutar y, el otro, que mis huevos se cargasen al máximo de leche para que le diese una abundante ración de ella. A esta conclusión llegué en unos minutos, cuando abandono la mamada y comenzó a frotarse la polla por sus pechos, por los pezones, el centro de ellos, por todos lados, terminó tendiéndose sobre la repisa de la bañera y llevándome tras de si me hizo arrodillar de forma que mi polla quedase en medio de sus pechos.

Apretándolos con fuerza dejó mi polla prisionera en medio de ellos, una auténtica cubana, mientras me pedía que me moviese en vaivén como si la estuviese follándo, su lengua iba directa a la punta de mi capullo, unas veces con la lengua otras con los labios a cada vaivén me esperaba su boca, correte sobre mis pechos, me decía. A los pocos minutos sin poder aguantar más, la cosa me gustaba mucho, pero hay un límite al aguante del placer, por lo menos para mi, y, sin posibilidad de poder alargar más la cubana, terminé corriéndome sobre ella, unos chorros sobre su pechos, otros a su cara, a pesar de que con sus manos intentaba dirigir los chorros sobre sus pechos, algunos fueron a su cara. Terminó chupando la última gota que pugnaba por salir, la que ya no quedaba fuerza para disparar y sale un poco a ver que hay por ahí fuera, sin saber si se queda en la puerta mirando o si se deja caer al abismo. Tras esto ni corta ni perezosa comenzó a pasar su lengua por la parte de los pechos donde alcanzaba, sorbiendo y chupando los restos de leche que había en ellos, la dejé con su labor y me tendí en la bañera a recuperar fuerzas. Pues "no sentía las piernas", no tardo mucho en acompañarme al interior de la bañera y volvimos a los mismos juegos que al inicio con el fin de conseguir una relajación total. Relajación y recuperación, que todo hay que decirlo, las mujeres, no tanto, por lo menos la mayoría, pero los hombres necesitamos un periodo de recuperación tras un encuentro sexual.

Entre unas cosas y otras ya habían pasado varias horas y se acercaba la hora de la cena. Había que salir a cenar, una abundante cena, cargada de proteínas, vitaminas,…, que ayudase a recuperar fuerzas para lo que quedaba, toda una noche. Una copiosa y abundante cena, luego un largo paseo (con el fin de digerir bien los alimentos) hasta llegar al hotel.

Metidos ya en la habitación comienza de nuevo la acción, nos desnudamos mutua y lentamente, mientras los besos, las caricias, las miradas cómplices que acompañaban cada movimiento, cada insinuación, cada sonrisa. A vista de cualquier desconocido formábamos una pareja enamorada, entregada y con unas ganas inmensas de vivir la vida, craso error, lo que formábamos era una pareja de vicio. Si como leen, vicio, vicio por el sexo, vicio por gozar y hacer gozar a la otra parte, vicio de sentir una piel sobre la del otro, vicio, por…, todo llevaba a un mismo fin, el gozo sexual, el disfrute de una tarde noche de sexo y pasión, con toda la complicidad, cariño que podía existir en el período que hacía que nos conocíamos, a través de lo que habíamos chateado y de las horas que llevábamos juntos. Realmente lo estábamos pasando genial, para ser la primera vez, la palabra adecuada sería increíble. Increíble pero cierto, había sucedido y sucedía una serie de actos cómplices para los que nos habíamos citado y que los estábamos llevando a cabo con toda la atención y dedicación que nos habíamos propuesto antes de programar el encuentro.

Siguiendo con la acción, ya completamente desnudos, abrazados, acariciando todo lo que encontrábamos, y besando ídem de ídem. El siguiente paso era probar que tal lo hacíamos en la cama, y ahí fuimos a terminar, me tocó perder o me dejé ganar, pero caí debajo de ella en la lucha de besos abrazos y caricias que habíamos mantenido antes de caer en la cama, me tocó caer debajo. No me preocupó para nada, me gusta ser objeto de deseo y muchas veces se goza más siendo objeto que tomando parte activamente. Como tal objeto, rol voluntario, no impuesto, me dejé hacer. Tendida sobre de mi comenzó a besar mi boca, mi cara, mi cuello, al tiempo que bajaba por mi pecho, las tetillas, los pectorales. Ahí me dedico unas cuantas mordidas, supongo que, para comprobar su dureza, bajaba hasta el ombligo, volvía a subir a mi boca. En medio, chupaba mis tetillas, mordía los pectorales, mientras frotaba sus muslos con los míos y muy ligeramente con su vientre mi polla que estaba dura, intentando levantar cabeza, era imposible que levantase la cabeza teniéndola a ella encima, mi potencia no llega a levantar eso.

Tras unos minutos de sube y baja, de la boca al ombligo y del ombligo a la boca, comenzó a bajar cada vez un poco más abajo, me pasaba la lengua por los alrededores de la polla, acariciaba mis huevos, besaba y pasaba la lengua por mis muslos, todo lo que pillaba cerca de mi polla, era besado, lamido, acariciado. Pero, de momento, a mi polla, tiesa y dura como un roble, le tocaba sufrir, ni la más mínima caricia, ni un besito de compasión, sólo sufrir, sufrir de gozo, pues las caricias y los besos, lamidas, me estaban poniendo como una moto. Que forma de sufrir gozar, lentamente fue subiendo en busca de mi pecho, ahora metió mi polla en medio de sus pechos y le dio unos apretujones con ellos, siguió subiendo y llegó a besar mi boca, a chupar mi lengua, a la vez que me entregaba la suya para que se la chupase también. Por mi parte sólo acariciaba su cara y un poco sus pechos, siguiendo con mi actitud de pasivo, de objeto, era ella la que tenía la posición activa del momento y era a la que tocaba seguir su rol, yo aceptaba el mío a plena satisfacción, que forma de recibir placer. Creo que no puede existir mejor forma de catar, de sentir y de saborear el placer, cuando sólo te dedicas a recibir, sin estar pendiente de dar, ya llegará tu momento, sólo piensas y sientes lo que recibes, todos los poros de tu piel están de forma activa buscando sensaciones, tu mente trabaja de forma relajada, pero sin perder detalle, procesando todas las sensaciones y señales que le llegan de todo lo que recibes, besos, caricias, roces

Vuelta a los bajos y ahora si, ¡al fin!, su lengua, su boca y sus manos se dedicaron a lengüetear, besar, chupar, acariciar, …, …,. La sensación, inmensa. El placer, indescriptible, ¡esto si es gozar! Fueron unos minutos, unas horas quizá, serían minutos, pero su goce vale por horas, en unos minutos recibes el goce como si fuesen horas. Me chupaba la punta del capullo, lengüeteaba la parte donde termina o se metía la polla en la boca, intentado abarcarla toda, en toda si extensión, alguna que otra vez creo llegué a sentir sus labios en mi vello púbico, lo que quería decir que había conseguido metérsela toda en la boca, se la comía enterita y vuelta a jugar con el capullo otro poco, otra vez toda para adentro. Así hasta que para evitar correrme no me quedó más remedio que pedirle un cambio de rol. O esto o me corría sin remedio, mejor lo del cambio y así retardaba el final y me dedicaba a pagarle el favor.

Mi intención era darle el mismo pago que había recibido y a eso me dediqué, tendido sobre de ella comencé por su boca, sus labios, su lengua, el cuello, los hombros, sus pechos, tenía unos pechos hermosos, redondos, duros, sin estar caídos. Sus pezones eran como puntas de bala, estaban duros como piedras, se los mordisqueé, chupé, acaricié, besé. Mis manos mientras seguían el recorrido de mi boca, por donde pasaba la boca, las manos iban detrás acompañando los besos y lamidas con caricias. Según iba bajando, sus manos se apoderaron de mi cabeza, cada vez más abajo, más cerca de sus partes húmedas, y la presión de sus manos aumentaba, estaba completamente encendida y quería que llegase a comer el coño. Intenté pasar de largo, seguir por la parte interna de sus muslos, pero no me lo permitió. Sus manos, benditas manos, se dirigieron mi cabeza a donde ella quería, recogió las piernas y levantó un poco el culete, dejando su coño en mi boca, o poniendo mi boca en su coño, no se bien cual fue la acción, si poner su coño en mi boca o mi boca en su coño. Total da igual, el resultado era el mismo, quería gozar sin esperar más, estaba desesperada por correrse, ventajas que tienen las mujeres, más las que son multiorgásmicas y ella lo era.

Comencé a meter mi lengua en su coño, a pasarla por la vulva, a chupar el clítoris, mientras como podía con mis dedos le acariciaba los labios, se los metía dentro y alguno de ellos acariciaba la entrada de su ojete. No tardó mucho en explotar, le gustaba correrse y lo hacía con relativa facilidad con unas ligeras chupadas y lamidas, ayudadas de los dedos se corría en unos pocos minutos, algo que facilitaba un montón el trabajo, y mi trabajo era en ese momento muy satisfactorio, no sólo por lo que estaba gozando, sino por verla y sentirla gozar a ella. En todo momento, yo jugaba con ventaja y no tenía problemas de un gatillazo, que, ¡al mejor escribiente se le puede ir un borrón! Seguí con mis besos y caricias mientras ella se contorsionaba, gemía, aullaba, se corría como una posesa, sus manos me apretaban contra su coño, con la sana intención de recibir el mayor placer, más creo que era difícil, por lo que demostraba en cada corrida, las sentía como si fuese la primera, cada una era igual o mejor que la anterior. Tras unos minutos de relax fui subiendo poco a poco, buscando sus pechos, su cuello, su boca, estaba jadeando, con la boca entreabierta, totalmente en celo, sus manos fueron a la búsqueda de mi polla, la quería sentir dentro.

Nada más meterla se la volvía a sacar y comencé a jugar con ella en la puerta de su coñito, se la pasaba por toda la vulva, los labios, el clítoris, hasta el ojete, pero sin metérsela, comenzamos una pelea ella pugnaba por meterla y yo no la dejaba, sus caderas se adelantaban con la intención de apoderarse de mi polla, mientras sus manos presionaban sobre mi culo para que no pudiese escapar. La quería tener dentro y peleaba por ello, demostraba sus deseos sin ningún tipo de rubor, sabía gozar y quería hacerlo sin ningún corte. Mi intención sólo era ganar un par de minutos, que el deseo la ayudase a desear correrse otra vez, que los roces de la entrada, la pusiesen en el punto de ebullición, la dejasen en la boca del volcán, volcán dispuesto a expulsar toda la lava posible, en forma de jugos vaginales. Cuando sus movimientos y contorsiones aumentaron, y con ellos su desesperación por tenerla dentro. Cuando era ya inminente la llegada de una nueva corrida, me dejé ir dentro de ella, me recibió como puede recibir un sediento unas gotas de agua, con una exclamación o un estertor de jubilo que sonó en toda la habitación, sus piernas se levantaron y se engancharon a mi espalda, para no permitirme que me saliese de nuevo y con unos pocos y rápidos movimientos, comenzó a correrse de nuevo, jadeaba, me apretaba por todos lados, mordía lo que encontraba a su alcance, parecía un animal, una animal que sólo pensaba en gozar, en disfrutar de cada una de las sensaciones que tenía, las cuales transmitía de una forma increíble, era capaz de sentir lo que ella estaba sintiendo, como una mutación de los sentidos, yo era capaz de percibir con relativa claridad y facilidad el placer que ella vivía, sus expresiones de jubilo, jadeos, estertores, como se quiera llamar junto al movimiento de su pelvis, de su culo y las contracciones de sus muslos y su coño, transmitían su goce. Ese goce o placer inmenso que estaba a punto de hacerme correr, pero mi intención iba más lejos y no me podía permitir una corrida momentánea que me dejase sin fuerzas para lo que vendría a continuación.

Tras unos minutos de relax, completamente abrazados, seguíamos en la misma posición, sin movernos para nada, sólo los besos y caricias en la cara. Besos y caricias que ayudan a relajar, pero yo seguía metido en ella hasta lo más hondo que podía y ella no había aflojado la presión de sus piernas ni por un segundo, no quería que me escapase de su interior. Al final poco a poco nos fuimos soltando del abrazo, me salí de ella me puse de pie a un lado de la cama y le pedí que se arrodillase en el borde de la cama, quedó de rodillas en la cama el culo a la altura de mi polla y su cabeza en el centro de la cama. De esta forma, sometida y sumisa, me ofreció una visión de sus caderas, su impresionante culo, su coñito todo abierto, mojado y goteante, a la vez que su ojete, inexplorado por mi, pero por poco rato. Comencé a pasar la polla por la puerta de su coñito se la frotaba bien frotada cogiendo el máximo posible de jugos y los iba subiendo a su ojete, una y otra vez, cuando ya era visible e inminente que su ojete tenía bastante lubricación en la entrada, decidí atacar aquella cavidad, inexplorada por mi, que se me ofrecía de forma que no me podía resistir a ello. A ver quien es capaz de resistir una tentación semejante, yo al menos, no puedo, va en contra de mis valores, no se puede dejar de atender una tentación semejante.

El ariete en marcha, en marcha llevaba ya no se cuanto tiempo, comencé a presionar sobre su ojete, metí el capullo y me quedé unos segundo quieto, sin moverme, esperando la relajación de su esfínter, aunque creo que estaba más que relajado. Presioné otro poco metiendo parte de mi polla e intenté quedarme quieto, otro compás de espera. Ni espera ni nada, su culo vino hacía atrás y se la metió de una vez hasta el fondo, realmente estaba bien relajado, mis apreciaciones anteriores eran del todo correctas, aunque no me atreviese a entrar de golpe por miedo a hacerle daño o causar dolor. Tras el embate inicial donde ella se la metió toda comenzamos un mete y saca suave al principio y cada vez más acusado. Mis manos acariciaban sus nalgas, buscaban sus pechos, apretujé sus pezones, el vaivén cada vez era más rápido, una de mis manos se fue a buscar su coñito, acariciar su clítoris, para ayudarla a correrse, pues yo no aguantaría mucho en esa posición. Su esfínter apretaba mi polla, tenía el culo estrechito, al igual que su coño, no era muy abierta, sus cavidades eran relativamente estrechas, creo que con las pollas grandes y gordas podría tener problemas de adaptación, aunque yo no soy nadie para decir eso. La mía la recibía muy bien y me hacía gozar de una manera increíble, que era lo importante en ese momento. Al llegar a intentar acariciar su coñito se me había adelantado, tenía una mano allí y literalmente se la estaba machacando, se estaba haciendo un pajote en toda regla y creo que tenía algunos dedos metidos dentro, ante esto yo sólo me dediqué a acariciar su pechos, besar su espalda, hasta me erguí y comencé a darle con más fuerza, sólo me quedaban unos momentos, ya la corrida era inminente y quería que la sintiese con fuerza, le di lo rápido y duro que pude hasta que sin poder aguantar más comencé a soltar chorros de leche en su interior, no se cuantos fueron, supongo que muy pocos, ya era la tercera corrida en un día y no se puede decir que fuera muy abundante, aunque, el gozo, el placer y la sensación de vértigo sigue siendo la misma que en la primera, la cantidad de semen que expulsas es bastante menor. Estaba en ello, en llenar su culo con la poca leche que me quedaba en mis reservas cuando comenzó a jadear, a aullar, dar pequeños gritos, hasta que terminó corriéndose de nuevo con igual o mayor intensidad si cabe. Dentro de las mujeres multiorgásmicas las hay varias de clases, las multiorgásmicas intensas (el caso de Marta) que se corren un montón de veces y siempre parece que es la primera y las multiorgásmicas normales o bajas, que suben y bajan la intensidad del polvo y no sabes muy bien si se ha corrido o no, al final resulta que sin darte cuenta se ha corrido cuatro o cinco veces y tu esperando a ver si consigues que se corra al menos una.

Tras la apoteósica y última corrida, por el momento, caímos rendidos sobre de la cama, un rato de descanso y luego una ducha y un poco de hidromasaje, para terminar de relajar los músculos y poder dormir a pierna suelta, que todavía quedaba la despedida de la mañana. De momento todo iba bastante bien, por mi parte creo que mucho mejor que lo planeado, ella decía que también, aunque de las mujeres, cualquiera se fía y mucho menos de una multiorgásmica intensa que igual estaba pensando en otro par de corridas antes de dormir y yo estaba que me moría. Completamente agotado y sin reservas por el momento para nada más.

Unas horas de sueño reparador y nada como la madrugada y tener al lado una hembra como Marta, aún dormida, completamente desnuda y, esperando a que vayas sobre ella, me desperté como a las seis de la mañana, completamente duro y dije para mi, esto hay que aprovecharlo, me fui sobre ella y comencé acariciando sus nalgas, sus pechos, besando su cara. Medio dormida me ofreció su boca al tiempo que se ponía boca arriba con las piernas abiertas, como pidiendo que entrara en ella.

No perdí ni el tiempo ni la ocasión me coloqué sobre ella y buscando abrir sus labios vaginales con la cabeza de mi polla, fui haciendo presión poco a poco, frotando la polla en su entrada hasta que noté la lubricación y el camino mojado y abierto esperando la entrada. Entrada triunfal que se produjo en un momento, nada más presionar con fuerza abrió el camino y casi de un solo empujón se coló hasta el fondo. Ella por su parte ayudo con un suave movimiento de caderas hacía arriba y adelante, en busca del tesoro. Tesoro que para ella en ese momento era mi polla, recién despierta, con deseos y cachonda a más no poder, que mayor tesoro que "una polla dura que llevarte al coño", son palabras suyas de las veces en que habíamos hablado por el msn y teléfono.

La comencé a bombear suavemente, con firmeza, pero sin mucha rapidez esperando que se acoplase al ritmo y no se acelerase demasiado, que a veces lo hace de una forma tan violenta que parece te la quiere partir y quedársela para ella. Por el momento iba bastante bien, me chupaba el pecho, las tetillas y apretaba mi nalgas, para sentirla toda dentro, pero de forma suave y lentamente, sin prisas. Yo con las manos sobre el colchón y mi cuerpo despegado del de ella sólo pegados en la parte del pubis, me encontraba como el que está haciendo flexiones, sube y baja, mete y saca, sin sacarla toda, que luego no encuentras la entrada y te pones a dar golpes de ciego a ver por donde la logras meter.

Cada vez se colocaba en mejor posición para recibir el placer que quería, abría las piernas, subía las caderas y venía al encuentro de mi pubis, para sentir como le entraba hasta el fondo rozando la parte del clítoris, en ocasiones daba unos golpes de caderas rápidos y luego se detenía, creo que eran pequeños orgasmos que no quería se convirtieran por el momento en verdaderos orgasmos, estaba despertando al placer y lo hacía lentamente, dócilmente, como una buena y sumisa chica que se estaba preparando para gozar de una sesión de sexo muy larga, larguísima.

Tras un rato de hacer flexiones me dejé caer sobre ella, y quedamos pegados, completamente pegados, mi boca en su boca, mi pecho sobre mi pecho, mi vientre en su vientre, los pubis frotándose suave y ligeramente, cada vez algo más rápido, más profundo, sus piernas pasaron sobre las mías y me atrapó en una especie de llave de la que no podría escapar fácilmente. Ahora la que dominaba la situación era ella, me tenía prisionero de sus piernas y sus manos acariciaban mi espalda, mis nalgas, el cuello, me tiraba del pelo, subían y bajaban cada vez con más velocidad, velocidad que estaba imprimiendo a sus caderas, aumentando la frotación de su pubis contra el tronco o la base de mi polla, la tenía toda dentro y pedía más y más. Más intenso y más fuerte, no tardó mucho en llegar a un verdadero e intenso orgasmo. Dejó mi boca y se fue a morder mi cuello, mi oreja, mientras jadeaba, gritaba, se contorsionaba, apretaba mis nalgas como si quisiera meterme entero dentro de ella, la quería toda, parecía como si quisiera fundir nuestros cuerpos uno al otro. Fundidos casi estábamos, no había sitio por donde pudiese pasar ni el aire.

Tras la intensa y primera corrida del la mañana, me volteó y poniéndose sobre de mi completamente tendida abrazados y enganchados con los pies, comenzamos de nuevo con las caricias, las frotaciones, los besos. Hasta que se fue animando la cosa y se levantó quedando sentada sobre de mi polla, sus nalgas en mis muslos, sus hermosos pechos al aire, los tenía redondos, grandes y nada caídos. No se si era la primera vez que me fijaba bien en ellos o por la posición que ocupaba, pero tenía unos pechos de ensueño, para soñar con ellos. Aunque mejor los tenía para acariciarlos, chuparlos, comérselos y era lo que yo intentaba hacer, a ratos me levantaba un poco y me iba a acariciar, chupar besar y comer sus pechos, otros me tendía completamente y mis manos buscaban acariciar sus nalgas, también su clítoris. Ella marcaba el ritmo se aceleraba unos minutos y luego casi se quedaba parada, ralentizando sus movimientos, "para sentirla mejor", al menos eso me susurraba de vez en cuando. Sus manos apretaban mi pecho, en ocasiones mis huevos, acariciaba mis huevos y les daba pequeños apretones, como si de pelotas se tratase, pelotas parecen, pero no lo son, prueba de ello es que, a la vez que sentía gusto y un pequeño dolor, supongo que el pequeño dolor impedía que me corriese y eso era lo que buscaba, quería tener la polla en su interior el mayor tiempo posible.

Al ritmo de sus caderas, casi no me dejaba ni mover, era ella la que tenía el control y la que llevaba y dirigía el polvo. Corrida tras corrida, ya iban varias y a mi no había forma de que me dejase correr, unas veces se paraba en seco cuando notaba que estaba a punto de irme, otras, la presión de sus manos en mis huevos me hacían desistir, desistir inconscientemente, pues el pequeño pero intenso dolor de esos momentos no me dejaba correr. A veces se bajaba a buscar mi boca y luego me susurraba al oido, "no te corras", "no te corras", "ya lo hago yo por los dos". Aguanta todo lo que puedas, lo decía melosamente, de forma casi suplicante, vamos, como para negarte. Yo intentaba cumplir con sus deseos, aguantar el palo de lo más duro y a veces si no se paraba ella, la paraba yo, que aún llevando todo el control, cuando le tocaba a ella alguna que otra vez se olvidaba de que, fácilmente me podía correr con ella. Y, es que cuando estás a punto de explotar, cuando ya tienes los huevos a tope de leche, cuando estás gozando como un loco de la follada que te están dando. En estos momentos me estaba follando ella a mi, pues, yo prácticamente ni me movía, un poco las caderas empujando para que le entrase más, cuando notaba que estaba explotando en una nueva y continuada corrida.

Funcionaba como una cadena, encadenaba los orgasmos uno tras otro y no se cansaba, iba de eslabón en eslabón, en las uniones la corrida, luego un largo y lento caminar, hasta llegar a la unión con el siguiente eslabón, corrida de nuevo y a seguir con el largo camino a la búsqueda del otro. El sol entraba por la ventana y nosotros seguíamos a lo nuestro, no se cuantas horas llevaríamos pero ya pasaban algunas desde que habíamos despertado. Completamente empapados de sudor y de jugos por las partes bajas, pues entre los jugos vaginales de ella y seguramente algún que otro chorro que yo había expulsado también, presemen o semen que, tras tanto tiempo aguantando la corrida, igual hasta se había escapado algún que otro chorro de semen, seguíamos dale que te pego sin animo de terminar, por lo menos por su parte, parecía que no se cansaba, que había estado en algún centro de alto rendimiento, pues sólo se relajaba un poco tras cada corrida, pero al momento estaba otra vez, cadera va y cadera viene, buscando el camino del siguiente, y del otro y, otro más,…,y …,.

Haciendo caso omiso al "no te corras, que ya lo hago yo por los dos", en uno de sus orgasmos aproveche sus pequeños segundos de descontrol para soltar toda la leche acumulada, comencé a soltar chorros y más chorros de leche en su interior, mientras la apretaba hacía abajo, para que meterle todo la más que podía mi polla, que la sintiese por última vez lo más adentro posible. Para ser la cuarta corrida en menos de 20 horas, creo que expulse mucha más leche de lo que suele ser normal en estos casos, debe ser por lo largo de la elaboración que dio tiempo a acumular bastante en mis maltrechos y maltratados huevos, los tenía hechos polvo, entre los apretones y la acumulación de leche, creo que los tenía dormidos o algo por el estilo. Como cuando se te duerme un pie o un brazo que solo sientes un hormigueo que va i viene, pues así se encontraban mis huevos.

Tras la mutua corrida, nos quedamos abrazados, ella sobre mi, besándonos suavemente, los labios, el cuello, el lóbulo de las orejas, todo lo que estaba por cerca. La relajación era total, a punto de quedarnos dormidos, pero no era posible, yo tenía una reunión y ya llegaba con algo de retraso; aunque sabía que tenía la mejor excusa, no me gusta llegar tarde a las reuniones. Y, ella creo que tenía que realizar unos trámites en no se que organismo o audiencia. No quedaba más remedio que ducharnos y ponernos en marcha.

En la ducha estuvimos jugando, acariciándonos, besándonos, entre el jabón, las caricias y los besos, se volvió a poner cachonda a tope y tendiéndose en la repisa del jakuzi me ofreció su coñito abierto para que se lo acariciase y lo comiese por última vez. Me arrodillé ante ella y comencé a chupar su coñito, lamer sus labios vaginales, su clítoris, a meter la lengua y los dedos en su coño, unas veces la lengua, otras los dedos. Sus manos en mi cabeza dirigían mi trabajo, unas veces me presionaba más, otras me dejaba respirar un poco, hasta que conseguí hacerla correr de nuevo, enroscando sus piernas tras de mi cuello, cuello y espalda, me dio un abrazo de esos que te dejan sin respiración. Seguí pasando la lengua suavemente, hasta que soltó la presión y me pude liberar de su abrazo. Quedó tendida sobre la repisa con las piernas abiertas, el coño completamente ofrecido y yo que ya la tenía medio dura de nuevo me fui sobre ella y se la metí hasta el fondo. Comencé a cabalgarla con ganas, con fuerza, furia, rabia, creo que iba todo acumulado. Por un lado el no disponer de tiempo para hacerlo con tranquilidad y por el otro, que no sabía cuando la volvería a ver. Entre abrazos, besos, jadeos y su caricias terminamos el polvo en unos pocos minutos, la verdad es que parece una incongruencia que los anteriores fuesen largos y el último el más cortito, cuando debería ser al revés, pero las circunstancias mandan y el no disponer de más tiempo nos obligó a echar un polvo salvaje, violento, creo que fue el más violento de todos, el de más rabia, como si el deseo y la pasión se hubiesen juntado de golpe. Tras unos pocos minutos terminamos casi estoy dispuesto a decir en la corrida de la impotencia. Yo ya no tenía leche que descargar, malamente un par de chorros pequeños y ella estaba a tope de corridas, no se cuantas había tenido, pero sólo en el polvo de la mañana yo le conté unas cuatro o cinco; algo normal en ella, lo anormal según ella me decía era correrse sólo una vez, si con alguien no pasaba de una corrida, no repetía nunca más. Por ese lado podía estar tranquilo, había superado con creces los mínimos.

Tras una nueva ducha, no habíamos abandonado la bañera, yo me afeité mientras ella se arreglaba para salir. En unos minutos abandonamos la habitación y nos dirigimos a la calle. Tomamos diferentes taxis, la dirección a donde nos dirigíamos era contraria, no podíamos ir juntos. La despedida breve, un besote con lengua y a ver cuando podíamos repetir.

Bueno aquí termina el relato, espero que lo hayan disfrutado. Seguro que quien más lo disfrutó fui yo, bueno y Marta también, según sus palabras lo pasó genial y estamos deseando volver a repetir. Pero eso será otra historia.

Espero sus comentarios y demás en mi correo. A las mujeres que os apetezca agregarme al msn con el fin de charlar, comentar,…, …, en fin, pasarlo bien si surge la ocasión, os espero.

Quien quiera sentirse protagonista por un día, bienvenida, sólo se necesita buen cuerpo, ganas de gozar y vivir en Madrid o cercanías. También mujeres que no tengan problemas de desplazarse. Saludos a todas

admirador_40@hotmail.com