Marta y Raúl

Marta disfruta cuando Raúl, su marido, la inmoviliza para masturbarla y follarla hasta que su cuerpo deja de sentir placer, pero hoy Raúl ha preparado algo extra para la masoquista de su mujer que ella nunca habría imaginado

Marta es una mujer de 35 años, rubia, de pelo largo, con un rostro bellísimo y un cuerpo, sin una sola operación de cirugía estética, que envidiaría cualquier supermodelo, tiene unas tetas grandes y tersas a pesar de la caída natural, los pezones son oscuros, de aureola grande y se endurecen al menor estímulo, sus anchas caderas, pero sin ser excesivas, enmarcan un culo redondo y respingón que atrae todas las miradas y su coño, sin un solo pelo, es carnoso, con unos labios internos grandes que sobresalen y un clítoris realmente grande.

Está casada con Raúl desde hace diez años y su vida sexual es tan activa que hacen el amor casi a diario, suelen ser encuentros muy románticos y con largos preliminares antes de llegar a la penetración, la cual suele ser muy poco agresiva, pero los fines de semana todo eso cambia. Cuando llega el sábado, Marta se pone en manos de Raúl para que este la someta y le haga correrse durante horas como él considere adecuado, eso implica la previa inmovilización de Marta para que no pueda hacer nada por evitar que Raúl use con ella cualquiera de los dildos y vibradores que han ido comprando durante los últimos años

A Raúl le encanta observar y escuchar como su mujer se corre una y otra vez hasta que termina agotada, llorando le suplica que la libere, pero Raúl suele esperar un buen rato antes de hacerla caso y cuando por fin la libera, Marta apenas es capaz de mantenerse sentada, es como una marioneta a la que Raúl puede manejar a su antojo y entonces es cuando disfruta follándosela como si se estuviese follándose a una muñeca, la penetra con violencia el coño y el culo alternativamente mientras le azota las nalgas o le pellizca los pezones, la humilla con todo tipo de insultos y frases degradantes riéndose de ella por que tras horas corriéndose por la acción de los dildos y vibradores, el que Raúl la folle de esa manera no solo no le causa placer sino que le resulta doloroso y degradante, pero eso no es todo ya que Raúl, cuando siente que está a punto de correrse, le mete la poya en la boca hasta la garganta provocándola arcadas y se corre obligándola a tragarse todo el semen.

Una vez satisfecho y recuperado de su orgasmo, Raúl coge a Marta en brazos, la lleva a la cama, la arropa con cuidado, la besa con ternura y después de recoger y limpiar la habitación donde Marta se ha corrido sin parar, se mete con ella en la cama abrazándola y durmiéndose hasta el día siguiente, el cual suele empezar casi siempre con Marta chupando la poya de Raúl antes de que se despierte y en cuanto lo hace se pone sobre él metiéndose su poya en el coño cabalgándole hasta que ambos se corren.

A Marta le encanta que Raúl la trate así, le excita sentirse indefensa y dominada por sus propios orgasmos, pero disfruta aún más sintiéndose violada por Raúl cuando el sexo ha dejado de ser algo placentero para ella por qué Marta descubrió tiempo atrás que ese es el único modo de satisfacer sus deseos masoquistas y Raúl, a pesar de que es un marido cariñoso, amable, que nunca sintió atracción por el sexo duro y mucho menos por el sadomasoquísmo, ha terminado por disfrutar de la misma manera con esas sesiones sometiendo y abusando de Marta follándola como a un objeto, que de sus polvos románticos del resto de la semana.

Hoy Raúl ha traído un par de aparatos nuevos, el primero es un soporte articulado que no solo inmoviliza a Marta completamente, las articulaciones permiten a Raúl cambiar la posición de Marta sin necesidad de soltarla en ningún momento, además, el soporte, que cuelga del techo y la mantiene suspendida en el aire, tiene un ingenioso sistema que permite volteárla poniéndola tanto en vertical como en horizontal y en cualquier sentido.

Raúl ha puesto a Marta boca abajo, su cabeza queda a la altura perfecta para chuparle la poya a Raúl si este se sienta en una silla, en cambio, sus caderas están más elevadas, lo suficiente para que Raúl pueda penetrarla con comodidad estando de pie. Sus brazos están sujetos a su espalda, flexionados de tal modo que cada mano queda a la altura del codo del brazo contrario, un soporte mantiene su cabeza elevada y otro aparato metálico mantiene su boca abierta, el aparato es regulable y Raúl lo ha ajustado forzando la boca de Marta hasta el punto que la resulta imposible tragar. Raúl ha forzado las piernas de Marta flexionándolas y abriéndolas todo lo posible de tal modo que su coño y su culo quedan completamente expuestos.

Una vez que Marta está totalmente inmovilizada, Raúl se dedica a sobarla y masturbarla a su antojo mientras habla refiriéndose a ella como un simple objeto sexual, alterna sus manoseos con azotes, no solo en las nalgas de Marta, también le azota el pubis, el coño y las tetas sin olvidarse de pellizcarla los pezones con fuerza. Marta está extrañada, incluso algo asustada ya que Raúl nunca había hecho algo así, pero también siente como su excitación va subiendo por humillación y el dolor que le está proporcionando Raúl.

Tras un cuarto de hora, la postura en la que está Marta empieza a ser tan incómoda que no le extrañaría empezar a sentir calambres, su boca no ha parado de chorrear saliva al suelo, siente que su coño está muy mojado y su deseo de correrse es cada vez mayor.

Raúl ha situado a Marta frente a la puerta así puede verle salir del salón y volver con el segundo de los aparatos, una extraña máquina con muchos mandos y aditamentos que Marta no había visto nunca. Raúl sitúa la máquina detrás de Marta, lo primero que hace es introducirle en el coño uno de los dildos que tiene ese aparato y otro en su culo, los dildos tienen unas bandas metálicas conectadas un generador eléctrico del que salen varios cables terminados en pinzas también metálicas de las que pone varias en los labios del coño de Marta y una extra en el clítoris, esta última lleva acoplado un tubo de vacío que una vez en marcha comienza a succionar el clítoris de Marta hinchándole cada vez más.

A continuación, Raúl activa el mecanismo de los dildos y estos comienzan a moverse entrando y saliendo del coño y el culo de Marta, lo mejor es que los dildos tienen velocidades y recorridos diferentes, además, tienen una programación para que sus movimientos no sean rutinarios. Una vez en marcha, Marta no tarda ni un minuto en tener el primero de los orgasmo y Raúl activa el generador eléctrico haciendo que Marta reciba diversas descargas eléctricas en las pinzas y los dildos que tiene en su cuerpo, esta, cuando en pleno orgasmo recibe la primera descarga, siente que su placer se multiplica. Finalmente Raúl pone dos pinzas más en los pezones de Marta, no las aprieta demasiado, pero cuando le pone un par de pesas colgando de ellas, no solo estiran sus pezones, el peso hace que la presión de las pinzas aumente.

Marta nunca se ha sentido así, apenas ha pasado media hora desde que tuvo su primer orgasmo y ya ha perdido la cuenta de las veces que se ha corrido, los dildos no han parado de follarla, las descargas cada vez son más fuertes y no sabe como, pero siempre hay alguna que coincide con uno de los orgasmos, siente que su clítoris está hinchado por la succión a la que es sometido y el dolor de sus pezones, donde Raúl ha llegado a colgar cinco pesas en cada pinza, es insoportable, pero sorprendentemente su excitación sigue aumentando y cuanto más dolor siente más fuertes son sus orgasmos, aunque también sabe que no tardará demasiado en llegar a su límite y desear que Raúl la libere.

Raúl está disfrutando del espectáculo, le encanta ver a Marta correrse así y decide que es el momento de hacer realidad su fantasía de verla follar con otro hombre, nunca consideró que fuese algo posible de hacer realidad y por eso nunca se lo dijo a Marta, pero los deseos masoquistas de Marta le animaron a pensar en preparar algo especial para este sábado.

Sin que Marta supiese nada, buscó a alguien para que se la follase delante de él, contactó con bastantes hombres a través de webs de contactos, con varios de ellos quedó en persona, pero finalmente solo David le dio la confianza suficiente como para llegar hasta el final, además, dado que David se la follaría en casa de Raúl y Marta, este no puso problemas en darle a Raúl toda la información personal sobre él y llevar una analítica mostrando que estaba libre de enfermedades. Tampoco puso objeciones a que Raúl se echase atrás en el último momento, por eso David estaba esperando en el bar de enfrente a que Raúl le avisase para subir y cuando le llegó el mensaje con el portal y el piso se dirigió hacia allí como una exhalación.

Cuando Marta escuchó que llamaban a la puerta se sobresaltó, pero al ver que Raúl iba a abrir con toda tranquilidad no supo que pensar, tampoco es que pudiese pensar mucho por que los orgasmos que no paraba de tener le impedían razonar con claridad, aún así pudo escuchar como Raúl abría la puerta dejando pasar a alguien, sin poder distinguir lo que hablaban, le quedó claro que era un hombre, que se conocían y que Raúl le debía de haber invitado.

Otro orgasmo acompañado de una fuerte descarga eléctrica en su clítoris la invadió y durante un momento perdió todo contacto con la realidad, una vez que el orgasmo terminó se dio cuenta de que Raúl y ese desconocido se dirigían hacia donde estaba ella. Su desconcierto se mezclaba con un gran cabreo ante el comportamiento de Raúl, pero también sentía una gran vergüenza y humillación por que un extraño la pudiese ver así, le parecía completamente denigrante, aunque al ver como ese desconocido, un chico más joven que ella, con aspecto de estar muy en forma y muy atractivo, entraba mirándola directamente a los ojos, sonriendo y diciéndole a Raúl que la puta superaba sus expectativas, fue incapaz de pensar en otra cosa que no fuese ser follada por aquel desconocido y se volvió a correr.

Escucharles hablar sobre ella como de una puta a la que usar solo cuando fuese incapaz de sentir placer la denigraba, pero excitarse por ello le denigraba aún más. Tras un rato Raúl cogió una silla, se sentó frente a Marta. Por su parte, David se acercó a ella, la rodeó lentamente, primero mirando, más tarde sintió como la acariciaba, finalmente empezó a magrearla cada vez con mayor dureza, lo hacía mientras no dejaba de hablar con Raúl sobre lo buena que estaba la puta. Marta seguía enlazando orgasmos más intensos y seguidos que nunca hasta que supo que no tardaría mucho en dejar de sentir placer por la penetración de los dildos y se convertiríae en un castigo, en ese momento intentó pedirle a Raúl que la soltase, pero con la boca abierta por esa mordaza no podía más que emitir sonidos ininteligibles, su mandíbula le dolía por tenerla tan forzada durante más de una hora, algo parecido le pasaba al resto de su cuerpo y fue cuando David, por indicación de Raúl, le quitó violentamente las pinzas de sus pezones. Primero quitó la derecha dando un tirón de ella justo al terminar uno de sus últimos orgasmos, el dolor fue brutal y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. No contento con ello David le pellizcó el pezón incrementando el dolor de manera considerable y luego dio fuertes manotazos en la teta.

Le escuchó reírse y comentar con Raúl el placer que le daba poder castigar así a una puta como ella. Marta, con su cabeza sujeta solo podía mirar hacia donde estaba Raúl, quien se mostraba impasible, como si le diese igual que ese extraño tratase así a su mujer, Marta tuvo un nuevo orgasmo y David repitió la misma operación con la pinza de su pezón izquierdo, pero con mayor dureza y lo remató poniéndose justo frente a ella para insultarla y escupirla en la boca, nunca se había sentido así de maltratada ni tampoco tan cachonda. La velocidad de los dildos durante los últimos minutos había ido subiendo de manera constante al igual que las descargas eléctricas, estas iban alternándose entre las que recibía por el dildo de su culo, el de su coño, las pinzas de sus labios y la de su clítoris tan rápidamente que era como si estuviese recibiendo una sola descarga interminable.

David se había desnudado y sentado en otra silla junto a Raúl, estaba completamente empalmado y Marta se fijó que el tamaño de su poya era enorme, mucho más grande que la de Raúl y eso que Raúl estaba bastante bien dotado. Le veía acariciarse la poya mirándola a los ojos con lascivia y le escuchaba preguntarle a Raúl si faltaba mucho, este le respondió que no debía de faltar demasiado, pero que no se preocupase, que cuanto más se corriese la puta menos desearía que la follase, lo que no le dijo fue que eso era lo que más le gustaba sentir a Marta, que la follasen sin que ella pudiese sentir placer alguno, al menos placer físico, por que mentalmente era la única manera de sentirse realmente denigrada y tratada como un objeto.

Finalmente, cuando casi había pasado hora y media desde que Marta empezó a correrse, esta empezó a llorar pidiendo que la soltasen y aunque lo único que saliese de su boca fuesen sonidos ininteligibles, Raúl sabía que había llegado el momento y se lo dijo a David. Aún así espero casi diez minutos antes de desconectar la maquina y retirar los dildos de los agujeros de Marta para que David pudiese follársela, mientras tanto David aprovechó para meter su poya en la boca de Marta tan adentro como le era posible causándole fuertes arcadas insultándola y riéndose de ella haciendo que Marta se sintiese más humillada y denigrada que nunca.

Raúl también le había quitado el succionador de su clítoris, pero no la pinza que tenía en el, tampoco las de su coño, ni había desconectado el generador con lo cual Marta seguí recibiendo descargas eléctricas, la mayoría de ellas en su clítoris. Escucho como su marido informaba a David que los agujeros estaban a su disposición y este, sin perder un segundo, sacó la poya de la boca de Marta poniéndose tras ella para penetrarla el culo bruscamente de un solo golpe, sin importarle que Marta siguiese teniendo arcadas y tosiendo por la irritación que la poya de David le había provocado en su garganta, las cuales se prolongaron durante varios minutos.

Raúl se había vuelto a sentar frente a ella, la miraba sonriendo y acariciándose la poya por encima del pantalón mientras que David la sodomizaba con dureza al tiempo que le daba fuertes y dolorosos azotes en las nalgas de Marta hasta que finalmente se corrió dentro de su culo. David tardó un rato en sacar la poya del culo de Marta, quien pudo sentir como la poya perdía parte de su erección antes de que David se la sacase, al hacerlo le introdujo un plug inflable el cual hinchó hasta un tamaño que imposibilitaba que Marta pudiera expulsarle, pero a Marta no le resultaba familiar eso que llenaba su culo, supuso que era otro nuevo juguete que había adquirido Raúl sin decirle nada, al igual que no le había dicho nada de los otros aparatos ni de David, que además era el primer hombre que se corría en su culo aparte de Raúl.

Pasó un rato en el que solo veía a Raúl sentado frente a ella, pero escuchaba como David y él hablaban sobre Marta y lo sucedido esa tarde, hablaban de Marta como si no fuese más que la puta de Raúl a la que poder usar sin importarles lo que ella opinase, lo hacían de una manera soez e irrespetuosa provocando en Marta un sentimiento de humillación como nunca había sentido, pero ni se imaginaba que iba a pasar algo que la haría sentirse más denigrada aún.

Vio a Raúl levantarse y a David, ya vestido, acercarse a él, se quedaron frente a frente de manera que Marta pudo ver perfectamente como David le daba dinero a Raúl mientras le decía que “ desde luego esa puta vale cada Euro que te doy y tengo un par de amigos que estarían encantados de alquilarla”. Marta no daba crédito, Raúl no solo la había entregado a un desconocido sino que le había cobrado por ello convirtiéndola en una puta y por si fuera poco le respondió a David que no habría problema siempre que aceptasen las condiciones y las tarifas. Se dieron la mano, Raúl acompañó a David hasta la puerta y cuando volvió no dijo nada, simplemente se acercó a Marta, apagó el generador, manipuló el sistema donde estaba colgada para darla la vuelta y ponerla boca arriba, aflojó las sujeciones de su cabeza lo suficiente para que pudiese mover un poco el cuello hacia delante, la mordaza, sin quitársela, también la aflojó lo cual la permitía tragar con más facilidad, finalmente nivelo el cuerpo de Marta hasta dejarla en horizontal con el suelo y aflojó la sujeción de las piernas para que no estuviesen tan forzadas, aunque seguían muy abiertas.

Raúl ni siquiera se desnudo, tan solo se saco la poya para meterla en el coño de Marta y follarla a su antojo, sentía que al hacerlo aumentaba la presión de lo que llenaba su culo, lo cual no le resultaba nada agradable y menos en ese momento en el cual a Marta le repugnaba cualquier estímulo físico, en especial los de sus zonas genitales, pero por si eso no fuese bastante, Raúl jugaba con la pinza que aún tenía en el clítoris tirando de ella y golpeándola al mismo tiempo que la follaba, esto resultaba bastante doloroso para Marta, la cual no hacía más que llorar y emitir sonidos ininteligibles al intentar decirle a Raúl que la soltase.

Poco antes de correrse, Raúl le quitó la pinza del clítoris bruscamente y a continuación se la puso de nuevo, pero girándola cuarenta y cinco grados provocando que Marta diese un alarido por que nunca había sentido un dolor tan intenso. Raúl se corrió llenando el coño de Marta con su semen, cogió un dildo de metal, era otro juguete nuevo, bastante más grueso de los que solía usar para penetrar a Marta, le sujetó para que se mantuviese dentro, le conectó al generador y encendió este último para que Marta recibiese de nuevo las descargas eléctricas.

Le vio ponerse sobre su cabeza y tan solo le dijo “Tragate todo” antes de empezar a mearse en su boca. Marta no podía sentirse más denigrada, le dolía todo su cuerpo, se sentía sucia por el semen que su marido y otro hombre al que ni conocía habían depositado en su cuerpo y ahora estaba siendo usada como un retrete por su marido sin consideración alguna, pero lo que terminó de ultrajarla y abatirla completamente no fue nada que hiciese Raúl, lo que la dejó destrozada moralmente fue un nuevo orgasmo tan fuerte y prolongado que la hizo perder el sentido.

Cuando se despertó estaba en la cama, ya no tenía ni los dildos ni las pinzas, pero se dio cuenta de que sus muñecas estaban sujetas por unas esposas a su espalda, aunque la cadena que las unía era lo bastante larga como para permitirla tener las manos a la altura de sus caderas, también se dio cuenta de que estaba dolorida, en especial su clítoris y que su boca conservaba el sabor de la meada de Raúl, quien estaba dormido junto a ella. Se puso a recordar todo lo sucedido el día anterior, al hacerlo tuvo un gran sentimiento de enfado por que Raúl se había pasado de la raya, aunque al recordar el desconocido placer que sintió por el dolor que le provocaron las pinzas y las descargas eléctricas, pero sobre todo el que un extraño hubiese abusado de ella, la puso muy cachonda.

Empezó a masturbarse y sintió un latigazo de dolor en cuanto rozó su clítoris con sus dedos, algo que le proporcionó un extraño placer, por lo que siguió acariciándose el clítoris durante un rato, al hacerlo su excitación aumento y esta provocó que Marta pasase de estar enfadada con Raúl a deseosa de que la follase, así que como pudo dejó de masturbarse y empezó a mamarle la poya a Raúl. Raúl no tardó empalmarse y casi de inmediato se despertó, le llamó la atención que Marta estuviese de rodillas a su lado de tal modo que su culo y su coño quedaban junto a su torso por que nunca se ponía así, lo habitual era que se la chupase poniéndose a sus pies o como mucho arrodillada en el suelo junto a la cama, en esa posición tenía una visión perfecta de las nalgas y de la entrepierna de su mujer y se fijo en que las nalgas de Marta aún tenían marcas de los azotes recibidos, el esfínter estaba inflamado y el coño tenía un aspecto increíble, a Raúl siempre la había encantado que el coño de Marta tuviese los labios gorditos de tal modo que era necesario separarles para poder ver su clítoris, pero ahora estaban algo más hinchados y enrojecidos, sobre todo donde habían estado las pinzas, por su brillo tenía claro que Marta segregaba flujos en abundancia, lo cual era señal de que estaba muy cachonda, pero lo mejor era observar que a pesar de ello, tenía el clítoris tan inflamado que sobresalía de sus labios y con un color bastante más oscuro de lo habitual.

Raúl evitó realizar cualquier movimiento que pudiese indicar a Marta que estaba despierto, le gustaba ver como le mamaba la poya con ansia, no podía estar demasiado cómoda ya que le era imposible usar las manos para apoyarse y si después de todo lo que le hizo a Marta el día anterior, ésta amanecía así, tenía que ser señal de que ella estaba conforme. Pensó en que actitud adoptar, si cariñoso y dejando a un lado cualquier rasgo autoritario o continuar tratándola como a una puta, para decidirse la observó durante un momento analizando bien todo y llegó a la conclusión de seguir dominando a Marta con la humillación y algo de dolor.

La dio los buenos días felicitándola por saber como se comporta una puta y ordenándola que siguiese chupándole la poya, acto seguido comenzó a tocarla el coño metiéndole varios dedos en su interior y comprobando lo dilatado y anegado de flujos que estaba, Marta estaba realmente excitada. Repitió la operación en su culo sin problemas y finalmente llevó su mano al clítoris de Marta provocando que ésta gimiese por el dolor, aunque lo hizo sin dejar de chuparle la poya, Raúl subió la dureza con la que manoseaba el coño de Marta, le metía los dedos bruscamente, le estiraba los labios para soltarles y a continuación golpearles, también le había dado unos cuantos azotes en las nalgas y se sorprendió al buscar el límite del dolor al que su mujer estaba dispuesta a llegar por que Marta se mostró completamente receptiva incluso cuando Raúl le pellizcó y estiro su dolorido clítoris provocándola que lanzase un grito de dolor, el cual quedó ahogado al tener la poya de Raúl en la boca, pero Marta ni se movió ni dejo de chupar al poya de Raúl con ansia. Le pareció sorprendente que ella se mostrase no solo así de sumisa, sino que se excitase aún más con ese trato.

Raúl estaba realmente cachondo y deseando follarse de nuevo a su mujer, pero por primera vez deseaba tanto follarla como azotarla, así que la ordenó dejar de chuparle la poya y abrir más las piernas sin moverse de la posición en la que estaba, se puso tras ella, la penetró de golpe e inició un mete y saca pensando solo en su propio placer. Al tiempo que la follaba le azotaba las nalgas tan fuerte que hasta él mismo sentía dolor en sus manos al hacerlo, las nalgas de Marta mostraban por su color la dureza del castigo y ésta no dejaba de pedir más y más dolor. Raúl sacó su poya un momento, lo justo para poner a Marta boca arriba de la manera más brusca que fue capaz, la penetró de nuevo y siguió azotándola con la misma intensidad, pero ahora en las tetas, las cuales pronto empezaron a verse enrojecidas por los manotazos.

Marta gritaba por el dolor, pero no hacía nada por evitar los golpes ni por apartar a Raúl, todo lo contrario, mantenía sus piernas todo lo abiertas que le era posible para que Raúl la penetrase lo más profundo. Raúl estaba fuera de si, siempre le había gustado ver gozar a Marta, pero en esta ocasión era muy diferente, sabía que la estaba haciendo daño y le encantaba golpearla, sobre todo por que sentía que a ella le estaba gustando tanto o más que a él, pero sentía que estaba cerca de correrse y quería hacerlo en la boca de Marta, así que se levantó, se puso a los pies de la cama que es donde Marta tenía la cabeza y se la metió en la boca ordenándola que le sacase hasta la última gota de semen.

Raúl vio que las tetas de Marta estaban de un rojo intenso, incluso en algunos puntos el color purpura evidenciaba la dureza de los golpes, se fijó en que sus pezones estaban duros y sin dudarlo les pellizcó estiró y retorció como si quisiera arrancárselos, Marta arqueó su espalda en un intento de reducir el dolor que Raúl le provocaba en sus pezones, pero fue algo instintivo ya que siguió mamando la poya de Raúl sin rechistar, salvo los gemidos y gritos de dolor que quedaban ahogados por la poya que llenaba su boca.

Raúl castigó los pezones de Marta durante un buen rato y cuando sintió que se iba a correr, lo hizo metiendo la poya en la boca de Marta todo lo profundo que pudo al tiempo que la daba varios manotazos en el dolorido clítoris de su mujer a sabiendas que el dolor sería insoportable. Marta apenas podía respirar con la poya de Raúl en la garganta y los golpes en su clítoris le provocaron el mayor dolor que nunca había sentido, pero también la llevaron al orgasmo más salvaje que había tenido en su vida, fue más intenso y largo incluso que cualquiera de los que había tenido el día anterior.

Raúl terminó de correrse, sacó la poya de la boca de Marta y ésta aspiró todo el aire que fue capaz antes de empezar a toser mientras que una parte del semen de Raúl salía por su nariz. Raúl la llamó zorra y se fue al baño dejándola allí, Marta se sintió aún más usada que con David y pudo escuchar como Raúl se metía en ducha. Salió como media hora después y Marta ni siquiera se había movido, seguía tumbada boca arriba, con sus piernas levantadas y abiertas, tenía toda su cara llena de semen, babas y lágrimas y sus tetas llenas de marcas por los golpes recibidos. Cuando vio a Raúl acercarse a ella lo único que le dijo fue “Gracias”, Raúl tan solo la preguntó si seguían o si estaba satisfecha, lo hizo con frialdad, sin mostrar ni un ápice de sentimiento hacia Marta, pero cuando ella le dijo que estaba satisfecha Raúl se acercó para abrazarla y besarla sin importarle que tuviese la boca y el rostro sucio de su corrida.

Para Marta esa era la señal de que Raúl nunca había dejado de amarla y que todo lo que había sucedido en esos dos días lo había hecho para complacerla. A continuación le soltó las esposas, le dijo que descansase mientras le preparaba un baño y cuando volvió la cogió en brazos para llevarla al baño, la metió en la bañera y la lavó con la mayor delicadeza posible.