Marta y Lucía

Dos amigas de siempre están a punto de iniciar un camino inesperado.

Todo ocurrió de manera inesperada. Esperaba la llegada de mi novio de su viaje de negocios a Turquía y sentía algo parecido a una mezcla de ansiedad y aburrimiento. Él llevaba varios días fuera y le echaba mucho de menos. De repente sonó el timbre de la puerta.

No era él, sabía que no era él; no llegaba hasta mañana, y sin embargo fui corriendo hasta la puerta, tropezando con la alfombra, sin acertar a girar la llave, intentando abrir lo más pronto posible para encontrarme con su cara.

Pero no era él. Era mi amiga Lucía. Me miró con su enorme sonrisa y al instante captó mi decepción.

  • Esperabas al tonto de Fran, ¿a que sí?- me dio dos besos en la mejilla mientras entraba.- ¿Pues no me dijiste que no venía hasta mañana?

  • Sí, hija, pero, igual adelantaba el vuelo, no sé.

  • Estás tonta. Anda vístete. Nos vamos a tomar un brunch.

  • No sé, estoy un poco seta.

  • Tú lo que estás es idiotizada por el tonto ese, que además no te cuida como tú te mereces.

  • ¿Qué sabrás tú?

Lucía se acercó a mí. Hoy se había puesto el perfume de matar

  • ¿Cuántas veces te ha llamado?

  • Dos

  • ¿Dos en una semana? Si yo tuviera lo que él tiene entre las piernas te estaría llamando todos los días y no podría dormir pensando en este culito.- Lucía me dio una inocente palmada en el culo y se puso a reír.

  • Pero que tonta eres. Anda, me voy a duchar.

  • Y ponte tacones. Es pronto pero igual ligamos con algún millonario despistado.

La ducha estaba fría, el agua caliente tardaba en salir, y mi piel se puso tersa al instante. Comencé a enjabonarme mientras oía canturrear a mi amiga en el salón. Empecé a enjabonarme perdiendo un poco la noción del tiempo, disfrutando del agua, y, de repente, la puera de la mampara de la ducha se abrió y la cabeza de Lucía apareció como si tal cosa.

  • Te tengo que contar el último cotilleo de Berta.

Yo no la esperaba, me sentí sorprendida y me tapé instintivamente el sexo y los pechos. Lucía arrugó el entrecejo.

  • Hija, parece que es la primera vez que te veo desnuda.

  • No, no es eso.- me sentía incómoda. Luci y yo nos habíamos visto muchas veces desnudas, en el gimnasio, en la playa haciendo top-less o bañándonos en pelotas a medianoche, pero, no sé, las dos a la vez y en determinadas situaciones. El caso es que me sentí incómoda, pero a la vez no quería ofenderla, así que quité las manos pero me di la vuelta para enjabonarme la espalda.- Es que me has pillado de sorpresa, tonta.

  • ¿Qué lerda eres? Eres preciosa pero lerda.

  • Vete por ahí. ¿Te has metido en mi ducha para llamarme lerda?

  • No, te iba a contar lo de la tonta de Berta, pero luego te lo digo. Oye, se te nota lo del gimnasio en el culo. Se te ha puesto espectacular.

  • Gracias.- No la había oido muy bien, pensaba más bien en como darme la vuelta y coger rápidamente la toalla- y de repente, sentí su mano en el culo. Me quedé petrificada.

  • Antes lo tenías algo más caído de aquí, un poquito. Se le ve, más redondo, más compacto- noté como empezaba a darme palmaditas en las nalgas- más contundente.¿Sabes lo que te digo?- Se calló un momento, y esperé algo tensa. Y en ese momento sentí como me daba un sonoro cachete en el trasero - ¡Que flipo con tu culo!

Al instante sonó la puerta de la mampara cerrándose y yo me quedé allí, como una idiota, totalmente enjabonada sin saber qué hacer.

Continuará.