Marta y Alex: Leo

Metió una mano en el pijama y fue directa a agarrar el pene de su padre el cual estaba no sólo erecto sino humedecido por...

LLAMÓ a la puerta de la casa de su amiga Alex. Esta abrió la puerta enseguida.

-Hola cariño- se saludaron con un beso en los labios. Era amigas desde hace muchos años y recientemente fueron en una ocasión amantes. La confianza había crecido entre ellas sobremanera. Compartían secretos. Se contaban cosas que a nadie más contarían. Y para eso estaba allí Marta.

-Alex, cielo...- Dijo Marta abrazando a su amiga después de besarle.

-¿Que es eso tan importante que me tenías que contar?- Preguntó Alex con una curiosidad casi morbosa.

-En realidad con dos cosas!- exclamó Marta mientras entraba en el salón. -¿Está Boby en casa?- Preguntó mirando alrededor.

-No, está en su clase de baloncesto- Dijo Alex. Ambas entraron en la sala de estar y se sentaron en el sofá. Alex cogió las manos de su amiga Marta con delicadeza y cariño y mirándola a los ojos, preocupada le preguntó:

-Cielo, ¿estás bien?-

-¿Eh?- dudó Marta sin esperarse la pregunta. -Claro que estoy bien, no te preocupes, que no es nada malo. Al contrario- Y beso a Alex de nuevo en los labios como agradecimiento por preocuparse tanto por ella.

-Alex, me he acostado con Salva- No sabía si felicitarla, o regañarle. Salva era el hijo adolescente de Marta. Si, es cierto que Alex se acostaba desde mucho antes con su propio hijo, que era más o menos de la misma edad, pero era diferente, ¿no? No sabía como reaccionar. Dudaba de los motivos de su amiga. Pero, ¿Quien era ella para juzgar a nadie y menos a Marta?

-Ha sido increíble. Ahora entiendo lo que me contabas que sentías al acostarte tu con Boby- Dijo agarrando las manos de Alex con fuerza. -Aunque me siento mal. No sé si lo que hacemos es correcto, Alex- Dijo Marta con cierta sombra en el rostro. -Y esta es la otra cosa que tengo que contarte, que no te va a gustar mucho- Alex, ensombreció el rostro, como solía hacer a la hora de regañar a Marta.

-Que has hecho, dime- exigió en tono de autoridad.

-Se lo he contado a una persona. Pero no te enfades, está totalmente fuera de nuestro circulo de amistades o conocidos-

-¿Que no me enfade?- Dijo Alex levantando el tono de voz.

  • Espera, que te cuento- Dijo Marta, pidiendo unos minutos de tregua. Alex re relajó un poco y esperó una explicación. -Después de haberme acostado con Salva todo el fin de semana, me asaltaron las dudas y fui a consultar en Internet sobre incesto y relaciones filiales. Me encontré con un foro donde la gente hablaba sobre sus relaciones familiares- Alex iba escuchando con curiosidad las palabras de su amiga. Ya no tenía gesto de enfado sino de curiosidad.

-Así es como entré en contacto con Leandro. Un hombre que dice haberse acostado con su hija adolescente. Llevamos unos días hablando, pero ayer decidimos vernos, puesto que vive no muy lejos de aquí. Aunque fuera de la ciudad.

-No me puedo creer que hayas quedado con un desconocido para contarle que te acuestas con Salva- Dijo Alex bajando la cabeza en gesto de desaprobación.

-Espera, que no va por ahí la cosa. Yo le dije que tenía dudas y deseos hacia mi hijo, pero nunca le conté que me acosté con él- Alex se relajó un poco y al final respiró tranquila.

-Por fin, algo inteligente por tu parte- Dijo mirando a Marta a los ojos.

-Quedamos en un lugar público. Una cafetería del centro.- Prosiguió su amiga sin hacer caso del sarcasmo.

-Era guapo. Mayor que nosotras, aunque sólo unos pocos años. Nos presentamos y pedimos un café. Charlamos de lo bien que nos había hecho el habernos conocido en la red y de alguna otra cosa banal. Cuando comenzamos a hablar del tema que nos había reunido nos dimos cuenta de que no era un lugar muy idóneo para charlar de esos temas. Salimos de la cafetería y bajamos al aparcamiento del centro comercial para coger su coche e irnos algún lugar más privado. Entramos en el coche y él reaccionó de una manera que no había imaginado. se agarró al volante y comenzó a llorar. No había metido las llaves en el contacto siquiera. Yo no sabía que hacer, así que hice lo que me pidió el cuerpo. Le abracé. Él se repuso un poco y me miró con cara de angustia. "Vaya, lo siento", dijo. "No te preocupes Leo" (que es como me pidió que le llamase), y entonces me contó su historia-

Marta se quedó mirando a Alex y esta hizo un gesto con las manos pidiendo que siguiese.

-Perdona, no sabía si me escuchabas- Dijo Marta mirando a Alex. -Me contó que soportaba mucha presión últimamente y que no sabía que hacer. Me explicó que todo había comenzado varios años atrás, cuando su mujer los abandonó a ambos. Dejó a Leo y a su hija Sara para irse con otro hombre. Una fuga en toda regla, vaya. Él se sumió en una depresión y fue Sara la que estuvo cuidando de él durante casi un año. Hizo sin darse cuenta el papel de esposa. Después de dos meses de baja por depresión Leo regresó al trabajo. Sara compaginaba sus estudios con las tareas de la casa. Le hacía la comida a su padre y vivían como una pareja pero sin sexo. Se rutinas se habían convertido en cuidar el uno del otro. Veían la tele juntos por la noche y al llegar la hora se iban cada uno a su cama. Fue durante ese año que Leo comenzó a mirar a Sara de una manera distinta. Ya no veía una niña sino a una mujer que cuidaba de él. Miraba el cuerpo desarrollado de Sara y reconocía el deseo, la atracción hacia aquella mujer. Intentó enterrar eso bien hondo, alejar esos pensamientos de su cabeza. Sabía que estaba mal, que no era ético ni maorl desear sexualmente a tu propia hija, pero no pudo evitarlo. El sentimiento era muy fuerte y crecía por momentos.

Un día, su hija que ya tenía 21 años, se preparó para salir con sus amigas. Estuvo casi una hora arreglándose en su habitación. Cuando salio Leo estaba en el salón y la vio. Aquel vestido veraniego ajustado era toda una declaración de principios. Ya sabes de lo que somos capaces la mujeres. Los zapatos de tacón y maquillada como una mujer...Leo no pudo remediar mirar a su propia hija con deseo, con lujuria. Y aunque quiso disimular aquellas sensaciones, no pudo.

Sara se percató de aquello y aunque dio la impresión de no darse cuenta, notó perfectamente como su padre la miraba, no como a una hija, sino como a una mujer a la cual deseaba.

Me contó Leo, que fue desde ese día que su hija cambió su actitud hacia él. Comenzó a ser más cariñosa y a estar más tiempo aún con él. Se sucedieron situaciones que Leo no podía controlar. Ella dejaba a propósito la puerta del baño abierta mientras se duchaba, lo cual no pasaba desapercibido para Leo. Alguna que otra mirada echó hacia el baño al pasar por el pasillo. El ver aunque sólo fuera un desnudo parcial de su hija le excitaba sobremanera. Aunque se sentía mal por hacerlo, no se detenía y seguía mirando. Ella le enseñaba modelos nuevos de ropa que se había comprado para calentarle.

Su hija comenzó a quedarse algunas noches con el, en lugar de salir con sus amigas. Veían la tele juntos en el sofá. Ella le pedía a él inocentes masajes (que para nada lo eran), para relajarse. Él accedía con reparo, no fuese a notar Sara que eso lo excitaba...¿Me estás escuchando?- Preguntó Marta al ver que su amiga miraba a una pared del salón pensativa.

-Si perdona, me estaba imaginando la situación- Dijo Alex volviendo a mirar a su amiga.

-Pues eso, que una noche que veían la tele- Dijo Marta ya poniendo voz interesante.-Sara colocó las piernas sobre las de su padre para que la acariciase, con el fin de relajarse, decía ella. No tardó Sara en notar la erección de su padre en su muslo. Eso por lo visto la excitó mucho. Leo por su parte se sintió muy incomodo y no sabía lo que hacer. Nervioso, no hizo nada creyendo que su hija no lo había notado. Ella fue lista y no dio señales de notarlo, pero le calentaba sobremanera que su padre se excitase con ella. Quería llegar a ser la mujer que su madre nunca llegó a ser para su padre. Leo incomodo se movió intentando de alguna manera evitar el roce de su pene con las piernas de su hija Sara. "No te preocupes papá, es una reacción natural e tu cuerpo" le dio ella para intentar quitar tensión, pero produjo el efecto contrario. Leo no podía creer que hubiesen llegado a esa situación.

-No es natural que un padre sienta esto por su hija- Le dijo Leo.

-Si que lo es. Al fin y al cabo somos hombre y mujer, por encima de padre e hija, ¿no?- Respondió Sara con total convicción de lo que decía.

No Sara, no es natural- Los principios morales presionaban a Leo. Se levantó y se fue a su habitación. Tumbado en la cama se echó a llorar, vencido por la presión. En ese momento, escuchó la voz de su hija que entraba en la habitación.

-No llorarás por ella, ¿verdad?- Preguntó refiriéndose a la madre.

-No, no es eso- Le dijo leo con voz apagada. Sara se acercó y se metió en la cama abrazando por detrás a su padre. Esté notó el cuerpo de su hija y su piel reaccionó estremeciéndose. Su hija lo besaba en la nuca y acariciaba su cabeza. Poco a poco, la excitación y el placer de sentir aquel cuerpo femenino tan cerca, dejaron de lado aquellos principios morales que hacía unos minutos tanto lo atormentaban.

-Papá, date la vuelta- Este se giró y quedaron ambos tumbados de costado, cara a cara. -¿como te sientes?- Le preguntó su hija, quien claramente dominaba la situación.

-Raro. No quiero sentirme así- Pero cuando hubo terminado la frase Sara lo besó suavemente en los labios. Eso lo descuadró por completo. Una descarga eléctrica le recorrió el cuerpo.

El beso se alargó y abriendo sus bocas, sus lenguas se tocaron por primera vez. Eso desató la pasión y no se despegaron. Metió una mano en el pijama y fue directa a agarrar el pene de su padre el cual estaba no sólo erecto sino humedecido por unas gotas de líquido pre-seminal que ya había salido.

Todo fue como una bola de nieve. Se fue acelerando y cuando Leo quiso darse cuenta Sara le había despojado de sus pantalones. Seguían besándose, pero tras un leve movimiento de su hija, esta se colocó sobre el cuerpo de su padre. El beso se alargó y sólo fue interrumpido por Sara un instante para quitarse la camiseta. Ahora Leo podía sentir los pechos de su hija mientras esta seguía explorando su boca con su femenina lengua.

Mientras besaba los pezones de su padre, se despojó de sus propios pantalones, revelando así a su padre que no llevaba bragas.

-No, hij.....- Empezó a protestar Leo, pero Sara le colocó con suavidad un dedo en los labios y volvió a besarle. Las caderas de la muchacha buscaban el pene de su padre, para así frotar su sexo con él. Leo sin querer se lo facilitó. El contacto del húmedo sexo de su hija con su polla casi lo vuelve loco. Sin decir nada, y separándose un momento de aquel beso interminable, Sara agarró el miembro de su padre, apuntó a la entrada de su cavidad vaginal y se penetró de inmediato.

-Ahhhhh...- un profundo gemido salió de la joven garganta de la chica. Regresó a aquel beso paterno-filial mientras con movimientos de cadera dejaba que la polla de su padre la penetrase. Era idónea, no era muy grande ni muy pequeña. Estaba hecha para ella. Follaron sin parar, mientras sus bocas, juntas, ahogaban los gemidos de uno y otro.

-Ahh, ahhhhh no puedo....no puedo- dijo Sara mientras un fuerte orgasmo la dejaba una extraña sensación de plenitud.

-Hija, no puedo más....ahhh- Dijo Leo. Esta a sabiendas de lo que eso significaba aceleró sus propios movimientos. -Retírate.....hija, apartaaaa...me corroooo- Dijo Leo ahogando las palabras en placer orgásmico. Sara recibió la leche de su padre en su interior y eso le proporcionó otro orgasmo.

-Ahhhh, papá...fóllame...- No paraba. Sentada sobre el cuerpo se su padre, cabalgaba su polla mientras se tocaba ella misma en busca de un quinto orgasmo. Sus dedos frotaban con fuerza su clítoris. Leo atónito admiraba la belleza del cuerpo de su hija y sentía como se iba enamorando de aquella mujer.

Con el pene de su padre aún erecto dentro de ella, Sara se agarró uno de los pechos, mientras la otra mano proporcionaba placer a su clítoris. Esta combinación le produjo un orgasmo tal que gritó.

-AHHHHHH- Leo se preocupó por un momento. Pensó que se había hecho daño. A continuación Sara se derrumbó sobre él.

-Durmieron juntos desde entonces- Dijo Marta explicando a Alex lo que Leo le había contado. -¿Entiendes lo que hizo? LO mismo que hemos hecho nosotras con nuestros hijos. Y ahora su hija se ha vuelto muy posesiva con él. No le deja tener otras parejas. Su vida es un cáos y no sabe como salir de allí.

-Lo primero es que su hija es mayor que Boby y Salva y además es mujer lo que la convierte en dominante, teniendo en cuenta lo frágil que es el padre. En nuestras relaciones somos nosotras las mujeres y dominamos la situación. Somo nosotras las que hemos empezado las relaciones y las podemos parar cuando queramos, sólo que yo no quiero. Boby me adora y yo a él. No pienso hacer caso de lo que la gente haga o deje de hacer por miedo a viejos dictámenes sociales que no van con nuestro tiempo- Dijo muy convencida de sus argumentos.

-Y segundo ¿te acostaste con él?- Preguntó Alex temiendo la respuesta.

-¿Eh?, ¿Que?- Dijo Marta confundida. -Eh...si, pero esa es otra historia- Marta bajó la cabeza. como afligida.

-No es la misma, cierto, pero me interesa más que la otra. Cuenta, cuenta...- Dijo Alex cambiando de tono e interesada en lo que Marta tenía que contarla acerca de como había pasado.