Marta muestra a Luisa su incestuoso sentimiento

Samuel tiene loca a Luisa y a Marta que prepara a su amiga para el incesto... pero esa noche Marta se tiene que satisfacer con su hijo Jesús.

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Era viernes. Marta se levantó como todas la mañanas aunque no tenía que trabajar. Su amiga Luisa entró en la cocina para tomar el café con ella. Había estado toda la noche pensando en las palabras que Marta le dijo y tuvo que masturbarse pensando en su hijo Samuel. Bien que no quería tener aquel sentimiento hacia su hijo, pero las palabras de su amiga encendieron aún más el fuego de la lujuria que la iba consumiendo por dentro.

  • Marta. ¿A que te referías con lo que me dijiste? - Preguntó Luisa intrigada y excitada.

  • Pues la pregunta fue bien clara. - Contestó Marta. - ¿Quieres tener sexo con tu hijo?

  • Pero eso es inmoral... - Dijo sintiendo como se mojaba. - No estaría bien... ¡Qué pensaría la gente!

  • ¡Claro Luisa! - Marta la miró con una sonrisa en la boca. - Esta noche te follas a Samuel y mañana corres a contárselo a todo el mundo. ¡Hija esas cosas no se cuenta! - Se sentó junto a ella para hablarle en voz baja. - ¿Me consideras una buena persona?

  • ¡Claro Marta! - Respondió y empezó a sospechar cosas raras de su amiga. - ¡Creo que eres una buena amiga y una buena madre! ¿O no? - Luisa ya no sabía que pensar.

En los diez minutos que tenían para hablar Marta le contó la relación que tenía con sus hijos Enrique y Jesús. La cara de asombro de su amiga no desapareció durante toda la confesión. No dijo nada, se limitó a escuchar a su amiga.

  • ¡Tranquila Luisa! - Marta intentó calmarla después de todo lo que le había contado. - ¡Si te sientes mejor haciéndolo, hazlo! Pero si piensas que después de esto estarás mal, deja de pensar en tu hijo como lo haces ahora.

Luisa se levantó y con un débil adiós se despidió de su amiga. Estuvo toda la mañana inmersa en sus pensamientos. Debatiéndose entre tener sexo con su hijo o no. Por un lado se sentía excitada con la idea de que su amiga tuviera sexo con sus hijos, el incesto era algo que siempre le excitó pero que nunca quiso reconocer. Además podía tenerlo con su hijo, pero que pensaría su hijo de ella. Si no quisiera tenerlo que pasaría con Samuel. Se enfadaría y nunca más le hablaría. Estaba confusa y no podía decidir con claridad.

Cuando Luisa volvió del trabajo ya estaban todos allí. Ahora miraba a Marta y sus hijos y los veía diferentes. Se comportaban igual que siempre, una madre amorosa con sus hijos, pero sabía la verdad y todo era diferente. Tomó fuerzas y ella también actuó como si no supiera nada. Comenzaron a comer. Enrique y Yolanda les comentaron a sus madres que ese fin de semana se irían con los amigos de acampada. La situación de ellos no era pública pero todos sabían que eran algo más que amigos. Jesús le comentó a su madre que el fin de semana se marcharía a casa de su tía María, "¡Últimamente me aburro mucho por aquí!" Dijo mirando a su madre que entendió que se sentía desatendido por ella pues llevaban mucho tiempo sin tener sexo.

  • ¡Vale hijo! - Contestó Marta. - Dile a tu tía que pronto iré a visitarla para pasar la tarde con ellos cómo antes. - Jesús entendió lo que la madre le indicaba.

La tarde de aquel viernes era crucial para Luisa. Marta propuso que salieran los tres, Luisa, Samuel y ella, a dar una vuelta por la ciudad. Él no tardó en aceptar, pero a Luisa le costó decidirse. Serían las ocho de la tarde cuando los tres se dirigieron al centro de la ciudad. Caminaban los tres por la calle y Luisa, que había hecho eso mismo infinidad de veces antes, se sentía rara al caminar con ellos.

  • ¡Mira luisa! - Dijo Marta divertida. - ¡Seguro que somos la envidia de todas las mujeres al ir acompañadas de semejante hombre! - Agarró a Samuel por la cintura y él se sintió un poco violento.

Marta sabía que él se sentía atraído por ella. Samuel lo que no se esperaba es que ella hiciera aquello delante de su madre, eso le incomodaba. Luisa los miró y no sabía que hacer, le excitaba ver a su hijo cogido por la cintura por su amiga, pero ella sentía vergüenza por lo que sentía. Samuel agarró a Marta y para disimular delante de su madre, también cogió a su madre que tuvo que rendirse al sentir el fuerte brazo de su hijo. Luisa estaba embriagada por aquellas sensaciones de excitación y culpa.

  • ¡Seguro que el envidiado soy yo por ir con ustedes!

Pasaron toda la tarde yendo y viniendo por la ciudad. Marta le gastaba bromas a Samuel y este, algo cortado por la presencia de su madre, las aceptaba y respondía a ellas. Luisa poco a poco se fue relajando. Aún no estaba muy decidida a la propuesta de su amiga, pero verlos divirtiéndose y gastando bromas la relajó un poco.

Cuando llegaron a casa sería casi las doce y media. Jesús dormía en su habitación y Enrique y Yolanda aún no habían regresado de estar con sus amigos. Samuel decidió darse una ducha. Marta y Luisa estaban en la cocina hablando.

  • ¡Marta, contrólate cuando estemos los tres juntos! - Dijo Luisa. - ¡Esta tarde parecía que quisieras ligarte a mi hijo!

  • ¡Es que me excita ver que te atrae tu hijo! - Marta sabía que había parte de razón en las palabras de su amiga, quería ligarse a Samuel. - ¡Además tu hijo está muy bueno y una no es de piedra! Si lo hicieras con él. ¿No lo compartirías con una buena amiga?

  • ¡Tan pervertida eres que quieres un trío! - Le respondió.

  • ¡Ven conmigo! - Agarró a Luisa por la mano y la llevó a la planta de arriba.

Llegaron a la puerta del baño donde Samuel se estaba duchando. Marta empezó a abrir la puerta sin hacer ruido. "¿Estás loca?" Le dijo su amiga y esta le pidió silencio llevando un dedo a la boca, siguió abriendo. Las dos se asomaron y podían ver a Samuel dentro de la ducha. La mampara distorsionaba la imagen del fornido muchacho, pero dejaba ver lo suficiente para que las dos maduras y calientes mujeres disfrutaran.

Se enjabonaba el cuerpo y estaba colocado de lado a ellas. "¿No compartirías a tu hijo con tu mejor amiga?" Le susurró Marta a su amiga al oído. Luisa no podía quitar los ojos de la imagen de su hijo. Era la primera vez que lo espiaba y se sentía envuelta en una sensación que le humedecía su sexo.

Él se enjuagó el jabón y estaba de lado a ellas. Las dos mujeres sintieron sus cuerpos vibrar cuando Samuel agarró su polla con una mano y empezó a hacerse una paja. Apoyó la otra mano en la pared de la ducha y se agitaba para darse todo el placer posible. "¡Sigue Marta, sigue no pares!" Escucharon decir a Samuel en un gemido casi imperceptible. Se estaba masturbando pensando en Marta y ahora su cuerpo se convulsionaba al tener el orgasmo con grandes eyaculaciones. Las dos se retiraron y cerraron sin hacer ruido.

  • ¡Dios, Marta, mi hijo se estaba masturbando en tu honor!

  • ¡Lo siento Luisa, pero tu hijo me ha puesto caliente!

  • ¡Yo también estoy mojada! - Luisa lo confesó y se dio cuenta que aquello era inevitable. - ¿Qué haremos mañana para que todos quedemos satisfechos?

Marta lo había conseguido. Luisa ya estaba entregada, quería, no, necesitaba tener a su hijo en su cama. El verlo allí en la ducha las había puesto demasiado calientes. Luisa seguramente se masturbaría en la cama, pero ella no, ella buscaría el complaciente amor de su hijo Jesús que estaba dormido en su cama.

Esperó que Luisa entrara en su habitación y entró en la suya. Marta estaba muy excitada y mojada por la visión de joven cuerpo de Samuel. Tenía la confirmación de que la deseaba, pues decía su nombre mientras ayaculaba imaginando llenar su vagina con aquel esperma. Marta encontró a su hijo en medio de la cama. Miró el reloj de la mesita. Aún tenía media hora para tener algo de sexo antes de que llegara su otro hijo. Encendió el televisor para tener algo de luz, se desnudó por completo y se metió por debajo de la sábana que tapaba a Jesús. Llegó hasta el deseado sexo de su hijo, estaba desnudo y su polla dormida caía hacia un lado.

Marta sacó su lengua y acarició el glande suavemente, como si quisiera despertarlo. Pasó la lengua a lo largo de la fláccida polla y sintió la suave piel. Su hijo aún dormía, pero su polla empezó a despertar tomando más volumen. Siguió pasando su lengua y poco a poco creció hasta estar casi erecta por completo. Con cuidado agarró la polla y tiró de ella para que el trozo de piel que cubría su glande cediera y lo dejara salir. Apareció ante ella su terso capullo que empezaba a palpitar. Abrió su boca y chupó. Sintió como aquel glande crecía más y la polla se ponía totalmente dura. Sus mamadas se hicieron más profundas, tragándosela entera. Sintió como la mano de Jesús acariciaba su cabeza y la sábana se retiró por completo.

  • ¡Hola mamá! - Dijo Jesús algo dormido. - ¡Te estaba esperando!

Ella no respondió, siguió mamando y se movió para ofrecerle su culo. La mano de su hijo empezó a acariciarla al momento, buscando su mojado coño. Ahora su hijo entraba en ella, su polla en la boca y varios dedos en su coño. Marta abrió las piernas y se colocó sobre él para dejar su coño al alcance de la boca de su hijo. Sintió un enorme placer cuando la lengua de Jesús acariciaba sus húmedas intimidades, un primer orgasmo la inundó de placer y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no chillar.

La polla de su hijo estaba preparada. Se apartó de él para girarse y sentarse sobre su endurecido sexo. Entró hasta el fondo. Con la llegada de los nuevos inquilinos, Marta no había tenido sexo desde hacía muchos días y ayudada por la excitación que le provocó Samuel en el baño, su coño estaba preparado para recibir a su hijo.

Sus pezones estaban más endurecidos que nunca. Tuvo que luchar por no lanzar enormes gemidos al sentirse llena. Besó a su hijo en la boca y el sabor de sus fluidos la excitaron aún más, sintió la necesidad de tener a una mujer a la vez. Ya no sólo deseaba tener sexo incestuoso, ahora además quería acompañarlo con algo lésbico. "¡Ya soy toda una pervertida!" Pensó mientras era penetrada por las incesantes embestidas que daba su hijo en su coño.

Jesús agarró sus tetas con las dos manos y, sin dejar de mover las caderas para follarla, comenzó a mamar en sus pezones. Marta jadeaba y gemía apagadamente para no hacer ruido. Podía sentir el bufar de su hijo que se esforzaba en penetrarla rápidamente sin soltar sus pechos. El placer se apoderaba de ella y un enorme y maravilloso orgasmo le recorría el cuerpo. Echó la cabeza atrás mientras seguía sintiendo los movimientos de Jesús que no paraba.

Tiró del pelo de él para tumbarlo en la cama. Hundió su lengua en la boca de su hijo para intentar pararlo, pero sus caderas no cesaban de empujar y de nuevo un nuevo orgasmo le produjo miríadas de calambres que recorrieron su cuerpo. "¡Para, me voy a desmayar!" Le dijo al oído cuando aún su cuerpo se estremecía con aquellos orgasmos.

Pero él no podía parar. "¡Ahora no!" Pensó Jesús concentrado en follar a su madre. "¡Ahora me toca a mí!" Aumentó las penetraciones y su madre se retorcía sobre él por el intenso placer que estaba sintiendo. Agarró las caderas de su madura amante y la folló todo lo rápido que le permitieron sus fuerzas. Marta enloquecía sobre su hijo y daba gemidos apagados, arañando y mordiendo el cuerpo de su joven amante. Ya no pedía que parase, no tenía fuerzas para hablar. Se abandonó al placer extremo que estaba sintiendo.

Jesús estaba a punto de correrse. Aguantó fuertemente las caderas de su madre y clavó la polla hasta el fondo de su vagina. Un fuerte chorro de semen salió por su polla llevándolo al cielo. Marta sintió como aquel chorro caliente del esperma de su hijo le llegaba a lo más profundo y de su boca salió una sola expresión "¡Dios!" Fue lo único que pudo decir en un gemido ronco al sentirse llena de su hijo.

Él empujó varias veces más y en cada penetración descargó una dosis más de la droga que a su madre volvía loca, su semen. Los dos quedaron abrazados, ella encima de su hijo, su polla dentro de la madre. Los dos sexos empapados en los flujos que la vagina de Marta había producido. Se besaban y acariciaban disfrutando de aquellas merecidas sensaciones.

  • ¡Hoy me has vuelto loca con tu polla, hijo!

  • ¡No me tengas tanto tiempo sin tu coño, mamá!

Marta se levantó de su hijo y sintió como su polla salía. Se abrazó a él y los dos quedaron dormidos. "¡Mañana tendré por fin a mi deseado Samuel!" Fue lo último que pensó antes de que la oscuridad ocupara su conciencia.