Marta, mi primera experiencia con una mujer madura
De como las mujeres maduras empezaron a subir mi líbido hasta cotas insospechadas por mi.
Era un relativamente caluroso viernes de septiembre, yo estaba solo en casa, había llegado del trabajo, de mi primer trabajo en el que apenas llevaba unas semanas, y es que había dedicado la mayor parte de mis 25 años a estudiar. Yo siempre he sido una chico tímido y reservado y aunque me considero y creo que también me consideran atractivo, mi vida sentimental y sexual tampoco era muy extensa hasta aquella época (ni ahora 3 años despues tampoco lo es), pero aquel día me ocurrió algo que nunca olvidaré y que ha provocado mi interés por las mujeres maduras, hasta el punto de que me gustan mucho más las mujeres maduras (de entro 40 y 50) que las de mi edad.
Sonó el timbre y fui a abrir la puerta, yo no esperaba visitas y no me imaginaba quien podría ser. Era Marta, una amiga de mi madre de unos 45 años de edad y madre de dos hijos, vivía relativamente cerca de nuestra casa. Ella era de estatura media, delgada, el pelo teñido de castaño claro y ligeramente rizado, sus ojos de color almendra. Se podía decir que era guapa, aunque las arrugas en la frente, en el contorno de los ojos y en las comisuras de los labios habían comenzado a ensombrecer lo que en otro tiempo tuvo que ser un rostro bastante bello. Sobre otros atributos ya entraré en detalles más adelante.
Me preguntó si estaba mi madre a lo que yo le respondí que no, que mis padres se habian ido a pasar el fin de semana a nuestra casa del pueblo y que no regresarían hasta el domingo.
Pues venía a devolverle unos documentos que tu madre me dejó para que les hechara un vistazo, así que te los dejo a tí, los tengo en bolso dijo ella.
Vale pues muy bien, pasa a la salita si quieres, le respondí.
Así que paso a la entradita abrió el bolso y saco unos cuantos papeles y me los entregó.
Le pregunté que si quería tomar algo, a lo que me respondío que le vendría bien un vaso de agua pues venía algo sofocada debido al calor que hacía aquel día de y tenía sed. Muy bien, voy a por un vaso de agua, entra al cuarto de estar y siéntate en el sofá si lo deseas le respondí. Así que fuí a la cocina y llené un vaso de agua y se lo llevé al cuarto de estar. Entonces es cuando empecé a fijarme en como iba vestida, llevaba una falda negra plisada que de pie le llegaría como a unos 10 cm por encima de las rodillas pero que al estar sentada permitía ver bastante más centimetros de sus piernas, unas piernas delgadas y bonitas que mostraban un color más bronceado que el verdadero de su piel, lo que dejaba claro que este verano había tomado el sol, llevaba unos zapatos negros que le sentaban realmente bien.
De cintura para arriba una blusa de color marfil con hombreras que dejaba transparentar algo el sujetador de color blanco. Llevaba una cadena de oro, pendientes redondos de perla y otro anillo además de la alinza. En resumidas cuentas tenía un aspecto bastante impecable, se podía decir que era toda una señora. Yo me senté en una silla delante de ella, pues si permanecía de pie podría parecerle que lo que quería es que se fuera pronto y no quería mostrarme maleducado. Se bebió todo el vaso así que yo fui a la cocina a por más, y me volví a sentar delante de ella como a un metro y medio tras darle el vaso de agua. Había cambiado un poco de posición al estar sentada, realmente lo que había cambiado es que ahora tenía las piernas algo más separadas, la distancia entre sus rodillas debía de ser de al menos 10 cm y yo no podía evitar mirarle las piernas de reojo mientras ella se bebía el agua.
Ella se dió cuenta y separó un poco más las piernas, lo sufiente para que yo pudiera verle algo las bragas. Por supuesto en ese momento los dos ya sabiamos lo que estaba pasando y lo que deseabamos, mi polla empezó a endurecerse lentamente y por toda mi espalda sentía algo así como escalofrios. Nos mirabamos y sonreiamos, ella empezó a decirme que con su mirado las cosas no le iban muy bien y yo apenas le seguía la conversación diciéndole que esas cosas eran normales en los matrimonios, ella separaba sus piernas cada vez más aunque de manera casi imperceptible, como el movimiento de la aguja de los minutos en un reloj, pero ahora yo le podía ver las bragas con claridad. Eran blancas aunque se veian de color gris debido a que transparentaban su vello púbico que se adivinaba abundante y negro. Se me quedó mirando esperando que yo reaccionara y me avalanzara sobre ella, pero no lo hice pues me sentía como petrificado, así que Marta me dijo:
Te gusto ??
Mucho, le respondí yo.
Entonces ella separó las piernas mucho más y se subió la falda de manera que yo podía ver sus labios mayores saliendo de sus bragas, y me hizo un gesto con el dedo índice para que me acercara y me sentara en el sofa junto a ella. Eso hice, nos miramos y comenzamos a besarnos, fue un beso bastante largo como de dos minutos en los cuales nuestras lenguas parecian estar peleando una con otra, Marta me cogío la mano izquierda y la llevó junto a unos de sus pechos, el cual yo empecé a manosar, ella comenzó a desabrocharse la blusa y se bajó la copa del sujetador de manera que una de sus tetas quedó fuera, no era muy grande, pero muy redondita y con una aureola sonrosada y un pezón muy erecto al cual pronto yo acerqué mi boca para comenzar a chupetearlo.
Mientras, mi polla ya no aguantaba más dentro de mis pantalones y Marta se dedicó a la tarea de desabrochármelos, me los bajó así como los calzoncillos saliendo mi polla como un resorte, ella me separó y me empujó suavemente en el torso para que yo me tumbara sobre el sofá, lo hize y comenzó a chuparme la polla, al principio solo se metía en la boca el capullo y jugueteaba con la lengua sobre él, pero poco a poco comenzaba a meterse más, yo noté que no tardaría mucho en correrme, me estaba haciendo una mamada como nunca me habían hecho, de forma lenta se metía mi polla hasta algo más de la mitad y la sacaba hasta que sus labios tocaban la punta, así unas cuantas veces hasta que mi esperma comenzó a salir cuando ella tenía la polla bien metidita en la boca.
Se sobresaltó como si no lo esperara en ese momento, sin embargo no se sacó mi polla de su boca ni un solo milímetro mientras yo eyaculaba y mi semen chocaba contra su paladar, fueron unos segundos maravillosos, ella finalmente empezó a sacarse mi polla de la boca mientras el semen empezaba a caer de su boca y se deslizaba hacia mi polla, eyaculé bastante cantidad pues hacía unos días desde la última paja que me había hecho.
Nos miramos, el contorno de su boca estaba lleno de lefa y un pequeño hilo bajaba por su barbilla, entonces ella abrió la boca y se metío toda mi polla ya flácida y empezó a chupetearla como si no quisera perder una gota de leche. Me miró y me dijo: ahora te toca a ti, mientras se bajaba la falda y las bragas y se ponía boca arriba en el sofá invitándome a que yo le empezara a comer su coño, y así lo hice, su vello púbico era muy abundante y bastante negro, se notaba perfectamente la línea de la depilación y sus labios menores muy rojos, así que yo empecé a pasar mi lengua sobre su coño, le introduje un dedo por su húmedo y brillante coño y luego otro, mi lengua seguía moviéndose a toda velocidad sobre su clitoris, ella lanzaba pequeños gemidos y suspiros y así estuve no se cuanto tiempo quizás fueron unos diez minutos de espectacular placer hasta que sus piernas empezaron a temblar tanto que me costó no retirar mi boca de su coño. estaba llegando al orgasmo y sus gemidos habían subido tanto de nivel que me pareció imposible que algún vecino no los escuchara.
Luego seguimos besándonos y comprobé con un morbo indescriptible que tenía la barbilla manchada de mi lefa que ya se habia secado. Cuando mi polla volvío a estar erecta comenzé a penetrar su coño...