Marta. La abogada penalista. 4

Siguiente capítulo de la historia, primer encuentro lésbico entre Marta y Clara.

Este es el cuarto capítulo del relato de la historia de Marta, una abogada penalista, de 29 años y madrileña.

Ella misma cuenta la historia

En el restaurante, para la comida con Alfonso y con Celia

Salí de la oficina, a las 14:00, agarré una VTC, y, le indiqué la ubicación del restaurante, que, minutos antes, Celia, me había mandado por

Whatsapp

.

Llegué al restaurante, justo a tiempo, pues, había algo de tráfico; al llegar, Alfonso y Celia, ya estaban allí, Celia, se estaba tomando, otra cerveza, pero, Alfonso, estaba disfrutando de un refresco de cola.

Alfonso, me saludó, educadamente, y, Celia, disimulando, también, como si, nuestra relación, solo fuera, profesional.

Me senté, y, al poco tiempo, la comida, comenzó a llegar, pues, Alfonso, ya había pedido la comida, para los 3, cuando yo llegué; también pidió vino, sin embargo, la botella, prácticamente, nos la tuvimos que beber nosotras, Alfonso, apenas sí tomó una copa, se disculpó diciendo que, tenía que trabajar, y, tenía que dar, buena imagen.

Durante la comida, estuvimos hablando, de cosas relacionadas con nuestra profesión, no hubo forma, de sacar a Alfonso, nada de temática sexual, por más que lo intenté, salvo, por temas de crímenes, con componente sexual (Violaciones y,

demás

delitos)

Acabamos de comer, en torno a las 16:00, me quedé, muy sorprendida, de la facilidad con la que, Celia, bebía alcohol, pues, aparte de todo lo que ya he comentado, de postre, se tomó un vaso de whisky, como si tal cosa.

Por supuesto, al ser una terraza, el único detalle positivo fue, que, pudimos fumar, Alfonso, se sorprendió de que yo fumara, pero, no dijo nada, sí que noté, que me miraba, cuando, entre platos, me iba encendiendo, un cigarrillo, tras otro.

Al acabar la comida, Alfonso, dijo que se tenía que ir, a seguir trabajando, Celia, adujo una gestión, que tenía que hacer, fuera de la oficina, como excusa, para poder irnos juntas, a tomar un café, a otro lado, aunque, también, con terraza, para poder seguir fumando y, hablando, pero, sin que, Alfonso, supiera nada.

En el bar, con terraza, con Celia, y, con Clara

Salimos del restaurante, Alfonso, se despidió de nosotras, agarró su coche, y, se fue, supongo que, a la oficina, a su bufete, a seguir con la jornada laboral.

Nosotras dos, Celia y yo, fuimos caminando, hasta un bar, con terraza, en el que, Clara, nos estaba esperando.

Nos sentamos las 3, nos pedimos 3 cafés, y, además, Celia, se pidió, para mi sorpresa, otro whisky, yo, ya empezaba a no creerme, la cantidad de alcohol que, Celia, consumía a diario.

Yo: “Celia, al verte beber tanto, disculpa que sea tan curiosa, pero, me surge la duda, ¿Cuánto alcohol, bebes cada día?

Celia: “Pues, Marta, tranquila, me alegra que me lo preguntes; bebo, todo lo que aguanto, es lo que, a Alfonso le gusta, Él manda, así que, es lo que hay”

Clara: “Marta, aunque, ahora, lo veas un poco excesivo, te irás acostumbrando, ya verás

cómo

, muy pronto, beberás tanto o más que Celia”

Estuvimos, cerca de una hora, hablando, yo, notaba muchas miradas, amorosas, entre Celia y Clara, después de lo vivido, la noche anterior, no me sorprendía.

Yo, tenía la tarde libre, pero, Celia, tenía que volver, un rato más, a la oficina de Alfonso, así que, Clara y yo, nos despedimos de Celia, por el momento, quedamos en vernos, en un rato, (Al acabar, Celia, la jornada laboral, en el bufete de Alfonso), en el apartamento, a menos que, Alfonso, ordenara otra cosa.

Con Clara, en el apartamento de Celia

Antes de llegar al apartamento, pasamos por un supermercado, y, Clara, compró dos botellas de whisky, de mala calidad, pues, era del más barato posible, y, también, dos botellas grandes, de refresco de cola.

Llegamos al apartamento de Celia, y, Clara, sacó dos vasos grandes, calculo que de medio litro cada uno, abrió una de las botellas de refresco, llenó los vasos, hasta la mitad, después, abrió, una de las botellas de whisky del malo, y, acabó de rellenar los vasos, con el whisky, y, me dijo:

Clara: “Marta, para empezar a acostumbrarte a beber, en exceso, vas a repetir, lo que yo haga”

Empezamos a beber, el primer vaso de whisky con cola, y, después, Clara, fue hasta un armario del salón, lo abrió, dentro, había una caja fuerte, metió el código de seguridad de la caja, la caja fuerte, se abrió, y, Clara, sacó una bolsa, de unos 500 gramos, llena casi de cocaína, se preparó 4 rayas, esnifó, 2 de ellas, y, las otras dos, me las dejó para mí.

Yo, que nunca había probado la llamada, entre otros nombres, “dama blanca”, en esta ocasión, no dudé, y, con algo de dificultad, me esnifé la primera raya, paré unos segundos, para ver mi reacción, no fuera a ser, que me sentara mal, pero, al ver que, no pasaba nada, me metí, la segunda raya.

Mientras los efectos de la cocaína, empezaban a notarse, Clara y yo, seguimos hablando, aproveché para preguntarle, alguna pista, para ver qué podía hacer con Alfonso, para que se fijase en mí.

Yo: “Clara, tú que conoces bien a Alfonso, ¿Qué puedo hacer, para que, Alfonso, se fije en mí, y, podamos acabar, follando?”

Clara: “Lo primero, sé tú misma, que se note que eres natural, eso, se consigue, fumando y bebiendo mucho, y vistiendo de cuero, a diario, toma su tiempo, pero, no es imposible; también, demuéstrale, que eres inteligente, eso, lo valora mucho, y, por último, nada de mentiras o contradicciones, se da cuenta de todo, aunque, a veces, pueda no parecerlo”

Yo, tomé nota de lo que Clara me dijo, la cocaína y el alcohol, ya empezaban a demostrar su efecto.

Entonces, Clara, me miró, y, por sorpresa, me empezó a besar en los labios, yo, lejos de quitarme, o, intentar evitar su beso, seguí besándola, estaba disfrutando, supongo que, la cocaína y el alcohol, ayudaban.

Clara, me siguió besando, ya pasó por mi cuello, y yo, me dejé hacer, me dije a mí misma, que era el momento, de empezar a disfrutar de la vida, de probar cosas nuevas.

Nos empezamos a desnudar, la una a la otra, también, a sobarnos las tetas, justo, en eso estábamos, cuando, a Clara, le sonó el móvil.

Era una videollamada de Celia, desde la oficina de Alfonso, Celia, no se sorprendió de vernos, medio desnudas, ya sospechaba que, algo iba a pasar entre nosotras.

El motivo de la llamada, era, pedirnos, a las 2, que, fuéramos a la oficina de Alfonso, porque, él quería, tomar con nosotras, la cerveza que, el día anterior, no había podido ser, que había quedado pendiente.

Estaba ante mi oportunidad, no debía dejarla escapar, así que, al acabar la videollamada con Celia, hablé con Clara:

Yo: “Bueno, Clara, ya has oído a Celia, si tenemos que estar ahí, en una hora, quizás, deba darme una ducha y arreglarme, para poder ir, a ver a Alfonso, al 100%, me estaba gustando mucho, estar aquí contigo, te prometo que, pronto, lo volveremos a intentar, me encantaría que follásemos tú y yo, pero, Alfonso nos llama”

Clara, entendió, perfectamente la situación, me pidió que, no me preocupara, y, las dos, fuimos juntas a la ducha, pues, ella, también se iba a arreglar, para ir las dos, de cervezas con Alfonso y con Celia.

Tras una breve ducha, y, por indicación de Celia, nos pusimos, Clara y yo, sendos vestidos, muy cortos y muy escotados, de cuero, y, botas, al muslo y con tacón, sin duda, para que se nos marcara bien, todo lo bueno, de nuestros cuerpos.

Una vez, ya vestidas, agarramos los abrigos, largos y, también, de cuero, y, fuimos, en una VTC, hasta el bar, donde, Celia, ya nos estaba esperando, bebiendo, como era lógico en ella, una copa de vino.

En el bar, con Alfonso, Celia y Clara

Alfonso, llegó, a los pocos minutos, se pidió una copa de vino, al ver que, todas, estábamos tomando lo mismo, y, estuvimos disfrutando, de un buen rato de charla, entre vinos y tapas.

Sí que noté que, Alfonso, me miraba bastante, aunque, también miraba a Clara, supuse que, nuestra ropa, le estaba excitando, que se estaba poniendo cachondo, pero, no dije nada.

Eran ya las 22:30, Alfonso dijo, que se iba a ir ya para su casa, yo, pensaba que, iba a tener mi oportunidad, quizás, Clara y Celia, se iban juntas, en una VTC, al apartamento, y yo, me quedaba, sin coche, con la excusa perfecta, para, irme a la casa de Alfonso, con él, para pasar la noche, y, con suerte, follar, pero, no fue así.

Justo, al acabar de pagar, Alfonso, todas nuestras consumiciones, el móvil de emergencias, le volvió a sonar, así que, una vez más, se tuvo que disculpar, y, se fue, a atender la emergencia, dejándome a mí, con el dedo en la nariz, y, ligeramente cabreada.

Celia y Clara, vieron mi cara de cabreo, de frustración, por lo que, me dijeron, de ir a tomar la penúltima, es decir, tomar una copa, en algún lugar, para, calmar, con alcohol, la pena, por la gran carga de trabajo de Alfonso, que le impedía hacer nada, sexual, conmigo, muy a mi pesar.

Así que, yo, acepté, total, no tenía nada que perder, fuimos caminando, hasta un bar de copas, que encontramos, y, nos pedimos, sendos vasos de whisky, para, ahogar las penas, en alcohol.

Estuvimos unas dos horas en el bar, tuvimos que espantar, a varios tíos que, nos querían invitar a copas, Celia y Clara, se tuvieron que besar, para indicarles que, no estábamos interesadas, y yo, me excitaba, cuando veía a las dos, besarse.

Tras dos vasos más de whisky, eran en torno a las 00:30, decidimos, irnos, las 3, al apartamento de Celia, a tomar la última copa.

Por supuesto, el consumo de tabaco, ya era, casi continuo por mi parte, cada vez, lo disfrutaba más.

En el apartamento de Celia, con Celia y Clara.

Llegamos al apartamento de Celia, y, en cuanto que nos pusimos cómodas, nos metimos, cada una, dos rayas de cocaína, creo que, las 3, las necesitábamos.

Clara, nos preparó los vasos, con el whisky del malo, que, aún nos quedaba, de por la tarde, y, seguimos la fiesta, quizás, demasiado alcohol para mí, pero, estaba disfrutando, dentro de lo malo.

Esa noche, no pasó, nada más de especial, a las 2 de la madrugada, nos fuimos a dormir, de nuevo, Clara y Celia, durmieron juntas, y yo, dormí en la cama de la habitación que, pensaba ocupar, por deseo de Celia.

Lo que pasó, al día siguiente, os lo contaré, en el próximo capítulo, de esta historia.

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