Marta. La abogada penalista. 2

Segundo capítulo de la historia de Marta, en el que, ella, se prepara, para una cita conmigo.

Este es

el

segundo capítulo del relato de la historia de Marta, una abogada penalista, de 29 años y madrileña.

Ella misma cuenta la historia

En el bar, cerca de mi oficina, con Celia

Llegué al bar, donde había quedado con Celia, para ir de compras, ella, ya estaba allí, sentada en la misma mesa que habíamos ocupado esa mañana, para desayunar, y, también, con la misma ropa que llevaba, por la mañana.

Celia, me hizo un gesto, para que me sentara con ella, quería contarme dos cosas más, antes de empezar la tarde de compras, así que, me pedí un refresco de cola, para pasar el rato, mientras, Celia y yo, hablábamos. (Celia, ya se estaba tomando, otro refresco)

Celia: “Hay dos cosas más, muy importantes, que no te he dicho, pero, tienen que sonar o parecer, naturales, para que, Alfonso, no sospeche, que ha sido, idea mía”

Yo: “Veamos, ¿De qué se trata?”

Celia: “Marta, no sé, si alguna vez, has fumado, pero, a Alfonso, le encanta ver a una mujer, fumando, si no fumas, lo primero, será, pasar por un estanco, comprar tabaco, y, que empieces a fumar”

Yo: “Pues no, nunca he fumado, no es algo que me guste, pero, podemos probar, ahora, cuando acabemos la conversación, vamos a un estanco, y, compramos tabaco”

Celia: “La otra cosa

importante

es, ¿Cómo tienes el coño? ¿Te lo depilas?”

Yo: “No, no me lo depilo, lo llevo, al natural, ¿Cómo le gusta a Alfonso?”

Celia: “A Alfonso, le gusta, sin un solo pelo, pero, tranquila, Marta, tiene solución, yo, ya lo sospechaba, así que, tengo pedida hora, en un sitio, donde, te van a dejar, el coño, más suave, como el de una niña pequeña, sin un solo pelo”

Yo: “Miedo me das, pero, bueno, vamos allá”

Nos acabamos los refrescos, y, la primera parada, fue en un estanco, donde compré, un paquete de Ducados, por indicación de Celia (Me explicó que, era la marca, que, el padre de Alfonso, al que le dio un infarto, por fumar, y, se murió, fumaba), y, también, un mechero, pues, al no fumar, no estaba equipada adecuadamente.

Celia, que también fuma, y, mucho, yo, aún no la había visto fumar porque, todas nuestras citas, habían sido en bares, donde, por desgracia, El Sistema, impide fumar, me indicó, lo que debía hacer.

Primero, localizamos un banco, de los de sentarse, y, nos sentamos en él, para estar más tranquilas.

Abrí el paquete de tabaco, saqué un cigarrillo, me lo puse entre los dientes, y, encendí el mechero, para que, la llama, encendiera el cigarrillo.

Lo primero que sentí, fueron, ganas de toser, me puse malísima, casi, sentía, ganas de vomitar, pero, tuve que aguantar, me quería morir.

No sé

cómo

, pero, logré acabarme el primero, y, acto seguido, Celia, ya me había puesto, un segundo cigarrillo en los labios, y, cuando pude darme cuenta, ya me lo estaba encendiendo.

El segundo, ya me costó un poco menos que el primero, pero, no me acababa de acostumbrar, era algo que, me iba a costar.

Ya, con el tercer cigarrillo, se normalizó un poco la cosa, pero, el humo, era algo a lo que no me acababa de acostumbrar, sentía que, no estaba haciendo del todo bien.

En torno a las 19:30, agarramos una VTC, y, Celia, indicó al conductor, la dirección del sitio al que íbamos, una especie de salón de belleza, donde me iban a depilar el coño.

Llegamos al salón de belleza, y, sin necesidad de esperar turno, pasé a una cabina, en la que, la mujer encargada de la cabina, me pidió que, me desnudara, para darle acceso a mi coño, y, pudiera depilármelo, lo mejor posible.

Me desnudé, es cierto que, me costó un poco, quedarme desnuda, por completo, delante de ella, pero, en todo momento, fue muy profesional.

Solo sentí como, me aplicaba una crema, en todo el coño, y, después, la iba retirando; no me dolió, y, pude ver

cómo

, mi coño, se quedaba, completamente suave, sin un solo pelo.

Una vez que, la depilación, se acabó, salimos del centro de estética, sin pagar nada, algo que me sorprendió, pero, Celia, me explicó que, el negocio, era de Alfonso, bueno, de uno de sus clientes, por lo que, el servicio de depilación, era, cortesía de la casa, y que, por tanto, no me preocupara.

Después, llegó el momento, de ir de compras.

Fuimos a un Zara, y, con ayuda de Celia, me compré, una chaqueta de cuero, y, una falda, también de cuero, pero, muy normal, ni muy larga ni muy corta, tampoco demasiado atrevida, digamos como si, en realidad, ir vestida de cuero, fuera algo normal en mi día a día, para que, Alfonso, no sospechara nada.

También me compré unas botas, pero, normales, no destacaban especialmente.

Le pregunté a Celia, por el abrigo, ya que, no vi que fuéramos a intentar ver alguno, en el Zara.

Celia me contestó que, no me preocupara por eso, que, tenía una sorpresa para mí, en ese aspecto.

Tras pagar la ropa, eran ya las 21:00, así que, Celia, me propuso, ir a su casa, pedir comida para llevar, y, seguir hablando, en su casa, mientras cenábamos algo.

Yo, acepté, así que, fuimos caminando, hasta su casa, con todas las bolsas con la ropa.

En el apartamento de Celia

Llegamos a su apartamento, estaba, en muy buena zona, muy amplio, con terraza, tres habitaciones, una de ella, la más grande, en la que dormía Celia, la segunda, en realidad, era un despacho, y, había otra más, libre, pero, con cama de matrimonio.

Su apartamento, estaba muy bien decorado, se veía/notaba que, Celia, tenía muy buen gusto.

Nos sentamos en uno de los sofás de piel, del salón, y, mientras tomábamos unas cervezas, y, fumábamos más cigarrillos, seguimos hablando.

Yo: “Celia, al ver tu apartamento, me surge una duda, ¿Vives aquí, tu sola?

Celia: “Sí, por ahora sí, me gustaría tener una compañera de piso, y, también, de juegos, pero, está difícil”

Yo: “¿A qué te refieres con lo de compañera de juegos?”

Celia: “No te lo he dicho hasta ahora, pero, soy bisexual, es más, me gustan más las chicas, que los hombres, además, soy muy sumisa y masoquista, me encanta que me peguen, que me agredan, que me traten mal”

Yo: “Entonces, ¿Buscas una compañera, a la que follarte, y que, de paso, te haga compañía?”

Celia: “Sí, así es, eso es justo lo que quiero, pero, está

difícil

En ese momento, Celia, sacó, de un armario del salón, un paquete, lleno de cocaína, se preparó dos rayas, y, sin ningún reparo, se las metió.

Yo: “Tampoco sabía que, te metías cocaína”

Celia: “Sí, es que, me encanta, me ayuda a aguantar el ritmo, con Alfonso, no

tod@s

tenemos su energía, a la hora de trabajar y hacer cosas”

En ese punto, llegó la cena, a domicilio, que habíamos pedido, así que, Celia, fue a abrir la puerta, para atender al repartidor.

Cuando volvió, y, mientras cenábamos, seguimos hablando

Yo: “Tengo curiosidad, ¿Qué requisitos debe cumplir, la mujer que sea tu compañera de juegos, y, de piso?”

Celia: “Pues, sobre todo, que le guste el sexo, o, al menos, que quiera probar cosas nuevas; por los gastos del piso, no se debe preocupar, pues, lo paga todo Alfonso, va incluido en mi sueldo, el piso, es de uno de sus clientes, lo compró para blanquear dinero”

Después de la cena, como tenía mucha curiosidad, le pedí a Celia, que me diera un tour, por el piso, para ver cómo era.

Pasamos, en primer lugar, por su dormitorio, y, pude ver, aparte de su cama, su vestidor, en el que, casi todo, eran prendas de cuero.

Sobre la cama, había un paquete, que ponía

mi

nombre.

Celia: “Se me olvidaba, la sorpresa que tengo para ti, abre el paquete, te va a gustar”

En el paquete, había dos cajas:

  • En la caja grande, había un abrigo largo de cuero que, sin duda, era de mi talla, me lo probé, tras darle las gracias a Celia, por la sorpresa, y, me quedaba genial.
  • En la caja pequeña, había dos llaves, Celia me explicó, que eran, a modo de propuesta, pues, quería invitarme, a vivir con ella allí, me propuso que fuéramos compañeras de piso.

Sinceramente, yo, no me lo pensé demasiado, le dije que sí, casi sin haber visto, la que sería mi habitación.

Fuimos hacia ella, era grande, luminosa, muy bien decorada, con una buena cama, y, mucho espacio para ropa, los armarios, estaban, casi en su totalidad, vacíos, salvo por algunas prendas de cuero que, según Celia, guardaba ahí, por falta de espacio.

Miré el reloj, eran las 23:00, me habría gustado quedarme, a pasar ya allí, mi primera noche, pero, tenía que volver a mi casa, porno preocupar a mis padres.

Me despedí de Celia, pero, le prometí que, muy pronto, volvería, para dejar mis cosas, en su casa, e instalarme, en cuanto que hablara con mis padres, y, les explicara todo.

A propuesta de Celia, dejé también, en su casa, las bolsas con la ropa de cuero, que habíamos comprado, también el abrigo largo, y, quedé con ella, en que, iría al piso, con las llaves, a las 18:00, para cambiarme, y, vestirme, al gusto de Alfonso.

En mi casa

Llegué a mi casa, en torno a las 23:30; aunque era un poco tarde, hablé con mis padres, les expliqué que, muy pronto, me iba a ir de casa, porque, una amiga, me había ofrecido una habitación, en la suya, y, yo, la había aceptado.

Mis padres, se lo tomaron bastante bien, siempre han sido comprensivos conmigo.

Después, me fui a dormir, aunque, me costó bastante, conciliar el sueño.

Al día siguiente

Me levanté pronto, a las 6, ya estaba arriba, porque, apenas pude dormir, por la emoción, tanto de lo que ya me había pasado, como de lo que me iba a pasar, esa tarde-noche, si, el plan, funcionaba como debía.

Me vestí normal, de oficina, pensando en que, quizás, sería de las últimas veces, en que, iría así vestida al trabajo.

En el trayecto a la oficina, aproveché, para fumar, al fin y al cabo, era algo, que, iba a tener que hacer, si, realmente, quería conquistar a Alfonso, así que, cuanto antes me acostumbrara a hacerlo, mejor; además, ya no iba a vivir con mis padres, que, se podrían enfadar, al verme fumando...

Fui a la oficina, estuve trabajando, con normalidad, aunque, con la cabeza, en otro sitio, sí, en Castellana, en el apartamento de Celia, y, también, en Alfonso.

Durante todo el día, estuve haciendo, algún descanso, para bajar a fumar, para sorpresa, de algún compañero, que me pilló fumando, pero, no dijo nada.

A las 17:30, me despedí de mis compañeros, argumentando que tenía la reunión con Alfonso, fuera de la oficina, y, tenía que acudir, avisé de que, ya no iba a volver, al menos, hasta el día siguiente, por la mañana.

Agarré una VTC, y, fui al apartamento de Celia; previamente, por

Whatsapp

, avisé de que iba; Celia me contestó que, ella, estaba en la oficina de Alfonso, que fuera a la casa, sin problema, me vistiera, y, nos veríamos, a las 19:00, en su oficina, para, iniciar el plan.

En el apartamento de Celia, vistiéndome.

Al llegar, por suerte, pude abrir con la llave, el edificio, no tenía portero, así que, nadie me impidió el paso, llegué al apartamento de Celia, y, utilizando, la que iba a ser, mi nueva habitación, me empecé a desnudar, para darme una ducha.

La habitación, tenía un baño incorporado, así que, pude disfrutar, de una buena ducha, que, me relajó bastante.

Al salir, me empecé a vestir; no me había dado cuenta de que, sobre la cama, había una nota:

“Tienes un paquete, esperando, en mi despacho, úsalo para la cita con Alfonso”

Fui, desnuda, al despacho de la casa de Celia, me fijé, en que, el despacho, estaba lleno de libros, localicé el paquete, y, lo abrí.

En su interior, había unas medias, y, también, un conjunto de sujetador y tanga, ambos, en negro, al igual que las medias.

También había un jersey, negro, que, conjuntaba genial, con la falda de cuero, parecía una ejecutiva, pero, con un toque de cuero, me excité al pensar, en la imagen que iba a dar, delante de Alfonso.

Volví a la que iba a ser, en principio, mi habitación, y, me empecé a vestir, siempre, controlando las horas, tenía apenas 15 minutos para vestirme, si no quería llegar tarde, a la cita con Alfonso.

  • Me puse las medias, y, el conjunto de lencería que, Celia, había seleccionado para mí.
  • Después, me puse, la falda, y, el jersey negro, el que, Celia, también me había dejado preparado.
  • Por último, me puse las botas, que también había comprado, el día anterior, a modo de calzado.

Agarré la chaqueta de cuero, dejando, con pena, el abrigo largo, para otro día, eché un vistazo general, a la casa, y, me fui, en dirección, al bufete de Alfonso...

En el próximo capítulo, os contaré, cómo fue, la reunión con Alfonso, en su despacho de su bufete, y, más cosas.

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