Marta. La abogada penalista. 1

Primer capítulo de la historia de Marta, en el que, Marta y Celia, se conocen.

Este es el primer capítulo del relato de la historia de Marta, una abogada penalista, de 29 años y madrileña.

Ella misma cuenta la historia

En mi oficina, barrio de Salamanca, Madrid

Mi jefe, me había encargado llevar un caso de defensa de los familiares de una víctima de homicidio, el juicio, se acercaba, así que, tenía que ir a ver, al abogado del presunto homicida, para ver cómo se iba a desarrollar el juicio, si había alguna posibilidad de acuerdo, etc.

Agarré el teléfono, y, llamé al bufete de Alfonso, el abogado que el presunto

homicida

, había contratado, para su defensa.

Primero, hablé con una chica, que fue quien atendió la llamada, me identifiqué, y, pedí que me pasaran con Alfonso.

Una vez que ya, Alfonso, respondió al teléfono, pudimos hablar.

Marta (Yo): “Hola, Alfonso, soy Marta, soy la abogada, que ejerce la acusación particular, del caso de homicidio que estás llevando tú en la defensa; me gustaría poder quedar contigo, en tu oficina, para ver si hay posibilidad de algún acuerdo, antes del juicio”

Alfonso: “Bueno, si quieres, nos podemos ver mañana, por la mañana, en torno a las 11, en mi despacho, en mi bufete (Me dio los datos para llegar), y, hablamos de lo que quieras”

Al acabar la llamada, anoté en mi agenda, la cita, y, seguí trabajando, tanto en ese, como en otros casos que estaba llevando.

Al día siguiente

Llegué a la oficina, a las 9, como casi todos los días, estuve trabajando, en torno a 1 hora, y, después, como tenía la cita con Alfonso, en su oficina, para hablar del caso de homicidio, pues, me empecé a preparar para ir, ya que, tenía que cruzar medio Madrid, para llegar a su oficina, y, no quería que, el tráfico, me hiciera llegar tarde a la cita.

Agarré una VTC, y fui hasta la oficina de Alfonso, llegué con 15 minutos de adelanto, sobre la hora prevista.

Entré en el edificio donde está el bufete de Alfonso, subí en ascensor, hasta el piso en el que tiene su oficina, su bufete, y, llamé al timbre.

Me recibió, una atractiva pelirroja natural, llena de pecas, por todo su cuerpo, muy simpática y agradable, que, tras identificarme, me pidió que pasara, y, me sentara en uno de los sillones de piel que hay, en la sala de espera del bufete de Alfonso.

Al estar la recepcionista y yo, a solas, aprovechamos para hablar un rato, mientras, Alfonso, terminaba de hacer, otros asuntos.

Me enteré de que, Celia, que así se llamaba la mujer pelirroja, era, en realidad, la secretaria de Alfonso, se encargaba de que, su vida, fuera lo mejor posible, debido al ritmo enorme de trabajo, que, Alfonso, siempre tenía entre manos.

No fue hasta las 11:15, que, Alfonso, pudo atenderme, ahí fue, la primera vez que le vi.

Iba con traje, con su barba, y, con cara de cabreo, como si no le gustara nada que, yo, estuviera allí.

Alfonso, me saludó educadamente, me preguntó si quería tomar alguna cosa, yo, le pedí un café, así que, Alfonso, le pidió a Celia, que llevara dos cafés a su despacho.

Pasamos a su despacho, decorado con mucho negro, quizás, incluso en exceso, y, nos sentamos; Alfonso, en su silla con ruedas (típica) de oficina, de piel negra, y, yo, en una de las sillas, para visitas.

Antes de empezar, Alfonso, me dijo lo siguiente:

Alfonso: “Cuando trabajo con alguien, ya sea cliente, o, como tú, la parte contraria, tengo dos normas, que deberás cumplir, si quieres que trabajemos bien”

  • Dime siempre la verdad, aunque sea triste o dolorosa, será la única forma, de poder ayudar a todas las partes
  • Sólo quedaremos, en nuestros respectivos despachos o, en los juzgados, y, para tratar temas profesionales. (No quedaremos, a solas, para comidas/cenas/temas personales)

Yo, me quedé un poco sorprendida, de la segunda norma, pues, en realidad, estaba deseando, quedar con Alfonso, fuera de ambientes laborales, para conocerle un poco más, pues, Alfonso, parecía un hombre, algo misterioso, quizás, demasiado hermético, con un punto de tensión.

Estuvimos un buen rato, hablando, del caso, conseguimos hacer algunos avances, pero yo, decidí, no avanzar demasiado, con la esperanza de que, el encuentro con Alfonso, se pudiera repetir.

Finalmente, tras dos horas de reunión, Alfonso, me dijo, disculpándose, que, a las 13:15, tenía otra reunión, y, por tanto, por ese día, no iba a poder dedicarme, más tiempo, aunque, si hablaba con Celia, ella misma, me daría otra cita, para seguir tratando el tema, otro día.

Salí de su despacho, y, me dirigí hasta donde estaba Celia, le pedí otra cita, y, me la dio, para dos días después, también sobre la misma hora.

Celia, me dio una tarjeta con su número personal, para que la pudiera contactar, si tenía cualquier duda, supongo que, vio mi cara, al salir del despacho, de, querer hacer algo con Alfonso, y, no saber muy bien, que pasos dar, para lograrlo.

Volví a la oficina, pensando en la reunión con Alfonso, y, decidí, seguir el consejo de Celia, y, tratar de hablar con ella, pero, cuando llegara a mi casa, y, pudiera estar tranquila.

Ese mismo día, en mi casa, ya, al volver de trabajar

Agarré mi móvil personal, y, escribí por

Whatsapp

, a Celia, la secretaria de Alfonso

Yo: “Hola, Celia, soy Marta, nos hemos conocido hoy, en el bufete de Alfonso”

Celia: “Sí, me acuerdo de ti, ¿En qué te puedo ayudar?”

Yo: “Pues, verás, Celia, me gustaría saber, si hay alguna forma, de convencer a Alfonso, para quedar a solas, fuera del ambiente profesional”

Celia: “Puede haber alguna forma, si quieres, nos podemos ver ahora, en un rato, donde tú me digas, y, hablamos”

Yo: “Vale, pues quedamos en una hora, en un bar, te paso la ubicación”

Decidí quedar con Celia, en un bar, próximo al Retiro, suficiente como para que me diera tiempo a prepararme, y, a Celia, a llegar a la cita.

Me arreglé un poco, y, me fui hasta el bar, donde había quedado con Celia.

La cita, con Celia, en el bar, para hablar de Alfonso

Llegué al bar, Celia, ya estaba allí, nos saludamos, y, pasamos a una mesa, nos pedimos dos cervezas, y, algo de picar, y, comenzamos a hablar.

Celia: “Marta, ten en cuenta que, Alfonso, ha sufrido mucho en su vida, para llegar a donde está, le ha costado mucho, además, su trabajo, es su pasión, por eso, se centra, casi de forma exclusiva, y, hasta obsesiva, en el trabajo, y, no quiere saber nada de parejas, ni de chicas, ni de follar”

Yo: “Vaya, eso, no lo sabía, pero, supongo que habrá, alguna forma, de, intentar que se baje del burro, y, acceda a una cita con una mujer”

Celia: “A solas, evidentemente, no, salvo para asuntos de trabajo, pero, hay una opción”

Yo: “¿Cuál sería esa opción?”

Celia: “La cita a 3, es decir, yo, voy con vosotros, y, en mitad de la cita, me voy, con cualquier excusa, y, os dejo solos”

Celia: “Si me dejas a mí, yo lo organizo todo, para que, el plan, pueda salir, lo mejor posible, ya verás”

Yo: “Ok, pues lo dejo en tus manos; también quiero saber, ¿Cómo debo tratar a Alfonso? ¿Hay algo que pueda hacer, para lograr que, Alfonso, caiga en la tentación, y, acabemos follando?

Celia: “Sí, a Alfonso, le gusta mucho, la ropa de cuero, si te la pones, pero, ojo, no en exceso y, de repente, como si fuera algo normal, quizás una falda, una chaqueta, seguro que, Alfonso, cae, y, te folla”

Celia: “En cuanto a la forma de tratarle, si eres educada, respetas su espacio y su tiempo, y, no eres insistente, tendrás más opciones”

Tras la charla, mientras nos tomábamos las cervezas, nos despedimos, y, quedamos en que, estaríamos en contacto, para ver cómo hacíamos el plan, para que, Alfonso, se fijase en mí, y, poder acabar, follando con él.

Al día siguiente, en mi oficina

Estaba trabajando, cuando recibí un

Whatsapp

de Celia, la secretaria de Alfonso, en el que me pedía que, de nuevo, nos viéramos, con urgencia, ya tenía el plan diseñado, y, me lo quería contar.

Quedamos, en un bar, muy cerca de mi oficina, donde voy, casi a diario, a desayunar, a media mañana, porque, al estar ocupada, no tenía demasiado tiempo, para desayunar.

La conversación con Celia; preparando el plan, para follar con Alfonso.

Llegué al bar, a los dos minutos, llegó Celia, me llamó la atención, el abrigo largo de cuero que llevaba, quizás, por lo que me dijo Celia, en la cita de la noche anterior, yo también necesitara, llevar uno de esos, algo que, me causaba curiosidad.

Nos sentamos en una mesa, y, Celia, comenzó a contarme, detalladamente, su plan, para conquistar a Alfonso.

Celia: “Te he pasado la cita de mañana, a por la tarde, en torno a las 19:00, a Alfonso, le he dicho que, tú, lo habías pedido, para que no sospechara; así, al acabar la cita con Alfonso, para hablar de trabajo, como será su última reunión del día, yo, le propondré, ir a tomar algo, al bar de cerca de la oficina, los 3”

Celia: “Una vez en el bar, ya, te lo tienes que currar tú, un poco, yo, quedaré con una amiga “por sorpresa”, y, me iré pronto, así, os dejaré solos, y, el resto, ya es, cosa tuya...”

Yo: “Me parece buen plan, por mi parte, adelante”

Celia: “Hay algo más, Marta, el tema de la ropa; hoy, a las 19:00, nos vemos aquí, tenemos que ir de compras, para conseguirte, algo de ropa de cuero que, a Alfonso, le guste, pero, a la vez, no le haga sospechar, simplemente, que parezca que, te gusta la ropa de cuero, pero, normal, que no parezca, ni forzado, ni que ha sido idea mía, o, Alfonso, nos descubrirá, y, no le gustará nada, ahí sí que, te podrías tener que despedir, de follar con él”

Yo: “Vale, buena idea, seguro que, con tu asesoramiento con la ropa, lo tengo más fácil; por cierto, me encanta tu abrigo, ¿Compraremos uno como ese?”

Celia: “Bueno, pero, no para ahora, si quieres, buscamos también un buen abrigo”

Tras la conversación, en el bar, y, el desayuno, me despedí de Celia, quedando con ella, ahí mismo, a las 19:00, para, ir de compras.

Volví a la oficina, y, pasé la mañana, trabajando en distintos asuntos.

En torno a las 14:00, recibí un

Whatsapp

de Alfonso, en el que confirmaba la cita, para hablar de nuestro caso, para el día siguiente, a las 19:00, en su oficina.

A las 19:00, acabé la jornada laboral y, bajé al bar, donde había quedado con Celia, para ir de compras, y, ahí estaba ella, con la misma ropa que, por la mañana...

Lo que pasó en las compras, con Celia, y, más cosas, os lo contaré, en el siguiente capítulo de la historia.

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