Marta

Un contacto, en principio inocente cambiará la vida de Marta.

Hace unos meses que nos conocemos, de hecho fue casi por casualidad que nos encontramos en un chat generalista. Siempre se produce una cierta emoción durante el primer contacto con una nueva persona de la cual lo desconoces todo, como lentamente desnuda su alma, mostrando aspectos que quizá ni ella misma conoce. Marta, así se llama ella, vive en una localidad próxima a Barcelona, está casada, con un hijo y una hija, a pesar de sus cuarenta y tantos años, destaca de su rostro su sonrisa, y sus ojos claros que muestran inteligencia y picardía, haciendolo quizá más atractivo de lo que es, pero con un marido que pasa largos periodos fuera de casa, debido a su trabajo en una importante multinacional, y posiblemente, seguún lo que me contó ella, con su secretaria como amante. Después de hablar de todo tipo de temas.más tarde o más pronto acaba saliendo el sexo, cuando me preguntó sobre mis preferencias y le dije lo que me excitaba, se quedó bastante sorprendida y más cuando le dije que mirase alguno de los relatos que había publicado en "todorelatos". Durante unos dias no nos comunicamos, y eso me hizo pensar que era, al contrario de lo que yo había pensado una mujer con prejuicios.

Mi vida transcurria como siempre, y unos días más tarde me llamó, me propuso ir a comer, cosa que evidentemente no podía rechazar. Quedamos sobre las dos en uno de los restaurantes del Maremàgnum, me acerqué al restaurante y me senté a esperarla, minutos más tarde entró y se acercó a mi mesa, me dió dos besos, se sentó frente a mí, sonriendo, se quitó las gafas de sol, y me pareció ver un brillo diferente en su mirada.

-He leido todos tus relatos...después de una pausa me dijo que le habían gustado.

-Por eso escribo, para que os gusten, le dije

-Pero...todo eso que escribes, es verdad?, es posible que haya mujeres que se comporten de esta manera?

Con una sonrisa me acerqué a ella y le dije: tú que crees, Marta?

-No se, me dijo nerviosa, quizá si hay alguien que le gusta...-No te excitaste mientras leías?, enrrojeció, desviando la mirada, mientras yo la observaba - quizá hasta te tocabas mientras leías

verdad, Marta?, quizá te imaginabas en el lugar de Alba, o de Núria, quizá hasta pensaste en probar...me equivoco, Marta?

No dijo nada, pero su silencio lo dijo todo, -piensa en lo que hemos hablado, y ya me dirás algo. Continuamos comiendo, y hablando de otros temas, pero yo sabía perfectamente que ella tenía en la cabeza nuestra conversación.

Volví al trabajo y cuando abrí el msn, ella estaba esperándome, me dijo que no había podido dejar de pensar en nuestra conversación, y que le gustaría probar como se siente una sumisa, pero que primero quería experimentarlo a través del msn.

-Jajajaja, Marta, si has leido con atención mis relatos, sabes que no tengo demasiado interés en una relación de este tipo, a no ser que la distáncia no me permita otra cosa, y esto no se da contigo...pero haremos una cosa, durante unos días jugaremos por aquí, y después decidiermos si seguimos de otra manera...

No dijo nada, pero la imaginaba en la habitación donde tiene su ordenador pensando en la respuesta que me daria, pasaron unos segundos y cerró el msn. La verdad es que al principio esa actitud me desconcerto, hasta me sentí molesto, pero pronto pensé que era mejor que reflexionase en soledad, sin sentirse presionada por mi presencia, creo que la decisión de entregarse a otra persona en una relación de sumisión, siempre debe ser meditada...

Durante unos días no supe nada de ella, pero el martes me llamó para vernos, naturalmente acepté y por la tarde quedamos en un local del casco antiguo. Me entretenía mirando como los turistas disfrutaban de la ciudad, mientras tomaba un refresco, y al verla reflejada en el cristal del bar, me levanté para saludarla. Se sentó, y bajando la mirada, me dijo que quería probar, que deseaba ser mi sumisa, pero que no estaba segura de saber comportarse como tal. Le dije que no hablase más, que disfrutase de la experiéncia, y que simplemente se dejase ir...pagué y salimos del local, en Vía Laietana paramos un taxi, y le dí una dirección al taxista. Durante el trayecto aproveché para empezar a disfrutar de mi nueva perrita. Mi mano empezó a acariciar sus suaves piernas, subiendo lentamente, ella lentamente las abría, hasta que mi mano llegó a su entrepierna, mis dedos jugaron con la suave tela de sus bragas, sentía su coño caliente, lo recorrí lentamente, introduciendo ligeramente el dedo, un suspiro apagado de placer salió de sus labios. Llegamos a destino, era el piso de mi perra Alba.

Saludé al conserge, que ya me conoce, y subimos al magnífico piso de mi hembra. Abrí la puerta, y vino corriendo a saludarme, sin tan solo mirar a la mujer que me acompañaba, se arrodilló esperando mis ordenes...ven, iremos al salón, ella a cuatro patas me siguió, mientras Marta la miraba.

-Dile a mi invitada quien y qué soy para tí...

-Eres mi amo y señor, y libremente me he entregado a tí y por eso te pertenezco mientras tú quieras y para lo que quieras, mi alma, junto a mi cuerpo es tuyo, mi señor.

-Chúpamela.

Se acercó de rodillas, mientras lentamente me bajaba los pantalones, sacándome la polla, ligeramente erecta ya, pasando su lengua y saboreándola mientras Marta estaba allá mirando sin decir nada.

-Ven, acércate, Marta, a cuatro patas, como Alba. Se acercó y se puso a su lado, la cogí por la cabellera para acercarla a mi falo, las dos mamaban a la vez, mientras sus lenguas competían por chupar, la verdad es que ver a dos hembras, excitadas, lamiéndose entre ellas, para saborear mi polla, hizo que mi erección fuese mayor. Le dije a Alba que le subiese las faldas para masturbarla. Para Marta era una situación nueva, jamás había sido tocada por otra mujer, pero a pesar de ello, separó las piernas, entre gemidos, para sentir como los dedos de su compañera de juegos exploraban su coño, los sacó mojados, y mirándome empezó a lamerse los dedos...mi perra sabe perfectamente como satisfacerme, finalmente descargué un chorro de esperma que regó el rostro de las dos mujeres, haciendo que se lamiesen entre ellas hasta limpiar el rostro la una de la otra.

-Muy bien, veo que sabes comportarte, Marta, y eso me agrada, mamas de una manera bastante aceptable, pero para mi no es suficiente, aún..., ven, perrita, que mi nueva pupila, tiene que aprender. Alba se acercó, hice que abriese sus piernas, ordenándo a Marta que le chupase el coño, mientras me sentaba en la butaca que había sido la preferida del marido de Alba, mientras miraba el espectáculo que me ofrecían mis putitas, quizá pasó una hora, sé que Alba tuvo dos o tres orgasmos, mi nueva perra tenía los labios y el rostro lleno lleno de los flujos de Alba. Le ordené que parase y se acercase a mí, ella obediente, se acercó a mí, y empecé a lamerle el rostro, tenía ganas d saborear el néctar que me ofrecía mi perrita.

-Preparala, y trae algo para beber, tengo sed. Pocos segundos después tenía a mi lado una bandeja para elegir lo quedesease, mientras cogida de la mano se llevaba a Marta. Me levanté con un zumo de naranja entre las manos, mirando por la ventana como las luces de los coches iluminavan la calle, ví a Alba reflejada en el cristal, me giré y mis pasos me encaminaron a la habitación, Durante unos años aquella sala había sido la consulta y el despacho de su marido, antes que decidiese divorciarse para convertirse en mi sierva. En una pared hay unas argollas, que permiten pasar unas cadenas, y allí estaba Marta desnuda, con los brazos y las piernas en cruz, mostrándome su sexo húmedo, enrojecido e hinchado, preparado para mi. Le acaricie el rostro, pasando mis dedos por sus labios, entreabiertos, jadeantes, mi dedo entró dentro de su boca, chupándolo como si de un caramelo se tratase, lo saqué lleno de saliva, seguí bajando hacia su garganta, sentía como respiraba, sabiendo que la mujer estaba completamente excitada, mis manos recorrieron su piel hasta los pechos, ligeramente caidos, pero generosos, tiré de sus pezones, hasta ponerlos erectos tal como me gustan a mi. Durante un rato los apreté y masajeé sus tetas, mientras Alba estaba al otro lado de la sala, atenta a mis indicaciones, sabía que ella tambien estaba excitada igual que yo. Mis manos siguieron acariciando el cuerpo de mi nueva perrita, sentía como su vello se erizaba, bajé hasta llegar a su coño, jugué con los pliegues de sus labios mayores, recorriéndolos con mis dedos, sintiendo su calidez y su humedad, sentí su clítoris palpitando entre mis dedos, mientras los gemidos de placer y el olor a sexo embriagaban nuestros sentidos, quería que sintiese lo que su marido, ni ningún otro hombre, le había dado jamás. Me saqué la polla, y despúes de restregarla durante un rato por su coño, empecé a follarla , primero despacio, lentamente, mientras oia sus gemidos, poco a poco aumenté el ritmo de la penetración, hasta que pronto, demasiado pronto se corrió, pocos minutos después descargué mi leche dentro de ella, sintió dentro de si mi esperma caliente, ordené a Alba que se acercase y lamiese lo que saliese, pronto la lengua de mi perrita estaba dentro del coño, de la que sería mientras yo lo decidiese su compañera y a la vez rival...