Marta empieza a vivir con su amiga Luisa.
Luisa y sus dos hijos comienzan a vivir con la familia de Marta. Mientras María y su hijo pasan la tarde con Pili y Chari.
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Era sábado por la mañana, Marta desayunaba con sus hijos preparándose para hacer la mudanza de su amiga Luisa y sus hijos. Habían quedado sobre las diez de la mañana. Cuando llegaron a casa de sus amigos, ellos tenían todo en cajas. A Marta le impresionó el aspecto de los hijos de su amiga. Eran muy guapos y Samuel vestía de forma que marcaba su musculoso cuerpo. Sintió deseos de poseer aquel maravilloso cuerpo. Yolanda era hermosa y Enrique se mostró en todo momento dispuesto a ayudarla, sin duda a su hijo lo había impresionado.
Varias horas después habían llevado todas las pertenencias de Luisa y sus hijos a casa de Marta. Marta sintió emoción al ver a su hijo Enrique que no dejaba sola a Yolanda, sin duda el amor aparecía entre ellos. Jesús y Samuel hablaban de todo un poco, se notaba que su hijo menor era bastante maduro aún no teniendo todavía los dieciocho años.
Luisa no dejó de agradecerle durante toda la mañana el hecho de que pudieran vivir todos juntos en casa de Marta. "¡Puede que de esta unión salga algo bueno!" Pensó Marta.
¡Muchas gracias Marta por acogernos en vuestra casa! - Dijo Luisa.
¡No hay para tanto! - Respondió. - Además, ahora que vivo sola con mis hijos, tú y yo tendremos que hacer de madres y de padres. ¡Menos mal que ya son grandes!
Sí, pero ¿te has fijado en Enrique y mi hija? - Dijo señalando a la pareja que organizaban las cosas. - ¡Me parece que ahí hay algo!
Los dos jóvenes no se dejaban solos. Estuvieron toda la mañana juntos organizando y llevando cosas de un lado para otro sin dejar de hablar. Marta se alegró de que su hijo mayor encontrara el amor en una chiquilla tan mona como aquella. Pero más atención ponía en Samuel, aquel musculoso joven la ponía a cien. "¡Si no se lo tira la madre me lo tiraré yo!" Pensó y se dio cuenta que se había convertido en una madura a la que le gustaba follar con jovencitos.
Luisa, ¿cómo vas con lo tuyo y tu hijo? - Preguntó Marta.
¡Pues nada ha cambiado! - Le contestó llevándola a otra habitación para estar más tranquila. - Cada día me levanto con más deseos de tenerlo. Casi todas las noches pienso en llamarlo y hacer que se acueste conmigo, pero me tiembla el cuerpo al pensar que diría si lo hiciera realmente. Cuando pienso en hacerlo, me tiembla el cuerpo en una mezcla de lujuria y miedo. Al final acabo masturbándome en soledad en mi habitación.
No te preocupes, - dijo Marta - buscaremos una solución.
Se distribuyeron por las habitaciones. Marta dormiría con sus dos hijos en la habitación de matrimonio, dos en la cama y otro en la cama mueble que habían traído los nuevos habitantes. Luisa y Yolanda dormirían en la habitación donde había dos camas, mientras que Samuel dormiría solo en la habitación más pequeña.
Marta estaba contenta, teniendo a sus dos machos en su habitación no tendría problemas para tener sexo con ellos cuando lo necesitara alguno de los tres. La cuestión era como hacer para que Luisa y Samuel acabaran follando sin que se notara que ese era el objetivo de Marta y no el que su amiga pensaba. Pero además Marta estaba empezando a tener deseos por aquel muchacho fornido.
Era ya por la tarde, todos estaban acabando de ordenar las cosas. Aún quedaba trabajo, pero ya iban a dejarlo para seguir al día siguiente. Sonó el teléfono y Marta corrió para contestar.
Dígame. - Habló Marta.
¡Hola cariño! - Era María que la llamaba. - Aquí estoy en casa y me preguntaba si querrían venir para hacer una pequeña fiesta esta noche.
Marta sabía bien a lo que se refería. - Hace un momento que ha llegado Pili en busca de mi hijo y Chari vendrá dentro de una hora. ¿Qué decís?
Hoy no podemos. - Contestó Marta algo frustrada por no poder ir a aquella "reunión familiar". - Están aquí Luisa y sus hijos y estamos organizando todas las cosas. Ya te llamaré otro día para ver cuando nos podemos ver.
Estupendo, espero tu llamada.
María colgó el teléfono. Podía ver a su hijo y a Pili sentados en el sillón, abrazados y besándose. Sintió celos. No le importaba que su hijo hiciera el amor con más mujeres, todo lo contrario. Verlo embestir con furia y pasión a otras la ponía muy excitada, pero la idea de embarazar a Pili era lo que le producía aquel sentimiento de celos de madre. Era ya mayor para quedar embarazada, podía poner en riesgo su vida y la del propio bebé, pero la idea de concebir un hijo de su propio hijo le gustaba por muy pervertido que pudiera parecer. Pero no podía, no, apartó la idea de su cabeza y se sentó junto a ellos en el sillón.
Marta no viene, pero Chari vendrá en una hora. - Le comentó a los dos y besó los labios de su hijo. - ¡Hoy tendrás que darle amor a tres mujeres!
¡Estoy preparado mamá! - Contestó y empezó a besar a las dos.
Pili alargó una mano y empezó a acariciar la polla de él por encima del pantalón, la tenía dura y estaba dispuesto a todo lo que le pidieran. María separó la boca de su hijo de la otra y la llevó hasta ella. Lo besaba con pasión excitada por la necesidad de quedar embarazada. Pili desabrochó el pantalón y acarició la enorme polla. "¡Hay polla para las dos!" Pensó deleitándose en su tacto.
María bajó una de sus manos y acarició también el sexo de su hijo. Las dos manos se movían a lo largo del gran pene. Pili se puso de rodillas sobre el sofá y cogió una mano de Eduardo. La llevó bajo su falda hasta que sintió los dedos presionar sobre su coño. Lanzó un pequeño gemido y sus flujos empezaron a mojar su entrada. Él quería apartar la tela que se interponía en la entrada de aquella caliente mujer, pero no podía. Pili levantó su falda y apartó sus bragas para que la mano de Eduardo pudiera masturbarla.
Así fue, un dedo se metió entre los labios del mojado coño y jugaron con su clítoris. Pili soltó la polla y se desabrochó la camisa para sacar sus desnudos pechos. Se inclinó hacia él y se los ofreció. Eduardo apartó la boca de su madre y comenzó a lamer los erectos y oscuros pezones mientras sus dedos se perdían en el interior del caliente coño de Pili.
María no podía consentir que aquella puta le quitara la boca de su hijo, se arrodilló entre las piernas de él y comenzó a darle una buena mamada. Eduardo dejó los pezones de Pili.
- ¡Dios, mamá! - Dijo Eduardo acariciando la cabeza de su madre. - ¿Qué te pasa hoy que pareces una gata en celo? ¡Qué buena mamada!
María no contestó, siguió mamando con aquella pasión que le provocaba los celos hacia su hijo. Daba sonoras mamadas y la gran polla casi se perdía de vista dentro de su boca. Se sentía muy excitada con el pensamiento de quedar embarazada y los celos que le producía la presencia de su compañera de orgía. Estaba como loca haciendo maravillas sobre la polla de su hijo para que ella fuera la favorita.
Eduardo sentía la pasión que su madre ponía al tragarse la polla. Su mano estaba empapada de los flujos de Pili que gimoteaba y ofrecía sus pechos para que él disfrutara de su cuerpo. Por la noche había follado con su madre y ahora tendría que trabajar mucho las dos para obtener el semen que querían las dos maduras.
- ¡Vaya, vaya! - Sonó la voz de Chari que entraba en la habitación. - ¡Para eso me diste la llave de tu casa, so putona! ¡Para no perder el tiempo en abrirme mientras follas con tu hijo!
Chari venía dispuesta a pasar un buen rato con su sobrino, soltó el bolso sobre la mesa y se dirigió al sofá para unirse a la orgía que había. Eduardo la miró. Traía una falda vaquera corta y ajustada, una camisa ajustada a su cuerpo que marcaba su cintura y venía maquillada de forma que le pareció más excitante que nunca. Ella se arrodilló sobre el sofá y le ofreció su boca que encontró el cálido recibimiento de su sobrino.
- ¡Qué preciosa vienes hoy tita! - Le dijo Eduardo a Chari al mirarla y ver cómo la falda se le había subido al doblar las piernas y le mostraba su coño tapado por aquellas bragas blancas. - ¡Dame tu coño que tengo hambre!
Chari se puso de pie sobre el sofá y su sobrino le subió la falda y le bajó las bragas. Delante de él tenía el maduro coño. Ella abrió las piernas y colocó su sexo a la altura de la boca de Eduardo. Chari sintió como la joven lengua de su sobrino empezaba a lamerla y sintió calambres de placer que hicieron brotar la fuente de su sexo mojando la boca de su amante.
Pili bajó hasta la polla para que María le dejara compartir aquel sexo que devoraba con pasión. María había entrado en razón y compartió el deseado sexo de su hijo. Pili la tragó por completo. María acariciaba los huevos y veía como su compañera disfrutaba de la endurecida polla de su hijo mientras su hermana gemía y se retorcía por el placer que le daba la boca de aquel joven, sintió su primer orgasmo.
Chari se retiró, Eduardo se levanto y tenía a las tres de rodillas delante de él. Agarró su polla y las tres esperaban hambrientas con las bocas abiertas. A modo de maza, golpeó cada boca con ella y las tres intentaban atraparla entre sus labios sin que él se dejara coger.
- Ofrecerme una buena vista de vuestros culos. - Les pidió Eduardo dirigiendo a su madre para que se colocara a cuatro patas con el pecho apoyado en el asiento del sofá y su culo en pompa. - Ponerse las tres así.
Descubrió los culos de las tres maduras. Redondos y carnosos, los tres esperaban que su polla se colocara detrás y les embistiera para penetrarlas. Eduardo se arrodilló detrás de su madre que estaba en medio y acarició los de las otras con cada mano. María sentía como la hermosa polla se restregaba por la raja de su culo.
- ¡Fóllame! - Le pidió a su hijo volviendo la cabeza y mirándolo a los ojos. - ¡Lléname por completo!
Eduardo agarró su polla y la dirigió al redondo culo de la madre que se colocó para ofrecerle todo su mojado coño. Buscó la raja de su entrada y notó el calor de su vagina. Puso su glande allí y empezó a empujar. Al momento iba entrando dentro de ella que gimoteaba al sentirse llena de su hijo. La clavó por completo y empezó a moverse haciendo que su madre gozara.
Con sus manos acarició los culos de sus otras tías. Buscó sus calientes coño y mientras movía las caderas para follar a su madre, sus manos se mojaban con los flujos de las otras. En una de las embestidas su polla quedó fuera del abrigo de la vagina de María. No la volvió a meter. Se movió y se colocó detrás de Pili que lo esperaba ansiosa. Al igual que le hizo a su madre, la penetró y sintió su mojado coño. Le gustó aquello de cambiar de coño, probando y degustando aquellos maduros y ansiosos sexo que le pedían más.
Embestía a Pili y veía como su culo se movía. Ella gemía y se retorcía con sus penetraciones. Estaba gozando. Chari lo miraba pidiendo ser la siguiente. Su madre se incorporó y comenzó a lamerle los pezones mientras follaba. Chari se colocó por el otro lado y le ofreció su boca para que la besara. No dejaba de follar y sentir las caricias de su madre y su tía.
Sacó la polla de Pili y la volvió colocándola boca arriba y abierta de piernas. Delante de él tenía el dilatado y mojado coño, listo para que la penetrara de nuevo. Pero no lo hizo. Agarró a Chari por el pelo y la obligó a meter su cara entre las piernas de la otra.
- ¡Cómetelo! - Le empujó la cabeza hasta que notó como empezaba a lamer y Pili mostraba el placer que la boca de su compañera de piso le estaba dando.
Se colocó detrás de Chari y su madre agarró la polla antes de que entrara en su hermana. La mamó un buen rato y después la dirigió al coño que lo esperaba impaciente. Empujó y la clavó entera. La estuvo follando hasta que vio que tenía su deseado orgasmo, gimiendo y retorciéndose. Ver a Chari le excitó y cuando estuvo satisfecha, la abandonó.
Cogió a su madre por los pelos y la obligó a sentarse en el sofá boca arriba, le abrió las piernas y penetró su coño. Estaba deseoso de que se corriera para descargar él también. María miraba como la polla de su hijo se perdía en su coño. Cada salvaje penetración le daba placer y gemía fuerte. Eduardo quería correrse y tuvo que hacer un esfuerzo para no vaciarse cuando su madre alcanzaba el orgasmo.
Ya había conseguido que gozaran dos, pero le quedaba Pili. Se sentó en el sofá y le indicó a ella que lo montara. Pili corrió para montarlo. Abrió sus piernas y se sentó sobre aquella polla hasta que entró por completo. Se sintió llena y comenzó a cabalgarlo. Eduardo acariciaba sus tetas y empezó a mamar de ellas mientras Pili gemía y restregaba su coño todo lo posible contra la polla de él.
Pili no tardó en sentir como su coño se vaciaba y un gran orgasmo la invadía. Él no se detuvo, la folló para que acabara de tener placer y a la vez buscó su propio orgasmo. No tardó mucho. Sentía que sus huevos se preparaban para lanzar su semen, ya estaba todo listo.
Se quitó bruscamente a Pili de encima y se colocó de pie para masturbarse. Las tres maduras entendieron lo que quería. Se colocaron delante de él, de rodillas y con las bocas abiertas para esperar el deseado esperma. Agitó su polla todo lo que pudo y al momento empezó a lanzar chorros de semen que caían sobre las caras y las bocas de su madre y sus tías que lo devoraban ansiosas. Se sentó sin fuerzas y su madre lo mamó para limpiar su polla totalmente. Las otras se lamían mutuamente el semen que tenían por la cara.
Marta estaba en la cocina. Pensaba en lo que estarían haciendo sus cuñadas y su hermana con Eduardo. Se estaba calentado con lo que imaginaba. La presencia de Samuel en su casa la ponía más caliente que el hecho de poder follar con su hijo. Aquel chaval de veinte años, con aquel cuerpo la ponía demasiado caliente, pero no podía hacer nada con él, era el hijo de su amiga.
Estaba inmersa en sus pensamientos mientras acababa de fregar unos platos y sintió una mano que pasaba por su cintura y subía por su pecho hasta agarrarla por el cuello. Sintió un aliento en su oreja.
- ¡Qué buen culo tienes Marta! - Era Samuel que la presionaba contra la encimera para que no pudiera escapar de él. - ¡A ver que guardas bajo esta tela!
Marta sintió como él le levantaba la ropa y dejaba su culo al aire. Estaba muy excitada. Sentía la fuerza de aquel hombre que le pedía su cuerpo para gozar.
- ¡Qué buen culo tienes Marta! - Le dio una cachetada sonora que la puso excitó. - ¡Voy a comértelo! - Marta sentía como su mano amasaba sus carnes. - ¡Te voy a follar hasta volverte loca!
La obligó a doblar su cuerpo para que su culo quedara más en pompa y ella abrió las piernas para facilitarle el acceso a su mojado coño. Samuel pasó una mano por su culo y llegó hasta el coño. Lo acarició por encima de las bragas y sintió la tela mojada.
- ¡Estás caliente! - Le susurró al oído. - ¡Deseas que te folle aquí en la cocina!
Marta no podía hablar. Agarró la mano de él y la llevó a su boca para chuparle un dedo.
- ¡Veo que eres una mamona! ¿Quieres comerte mi polla?
Las palabras de él la estaban volviendo loca. Sabía que no debía follar con el hijo de su amiga, que además sentía deseos por él, pero no podía resistirse al ataque lujurioso de aquel fornido joven. Samuel le retiró la mano de la boca y se colocó tras ella. Se puso en cuclillas y apartó las bragas. Delante tenía el húmedo sexo de ella, deseoso de que le diera placer. Marta se inclinó más aún para ofrecerle todo su coño. Él no la hizo esperar. Su lengua empezó a jugar con sus labios y al momento estaba sobre su clítoris, lamiéndolo y chupándolo. Sentía la punta de su nariz en su ano.
- ¡Me gusta, no pares! - Dijo Marta temerosa de que su madre los pillara, pero sin poder parar por el fuego del deseo que sentía.
La lengua de él se desplazaba por su raja y Marta se agarraba con todas sus fuerzas a la encimera pues la embriaga el placer que le daba. Un dedo se metió en su vagina y ella no podía más. Su deseado Samuel la masturbaba y la volvía loca. Sintió un orgasmo y se vació sobre la mano de su joven amante.
- ¡Pero que pasa aquí! - Escuchó la voz de Luisa. - ¡Sabes que quiero follar con mi hijo y tú me lo estás quitando! ¡Eres una puta Marta!
Marta sintió pánico al escuchar a su amiga hablar, pero Samuel no dejó de masturbarla ante la presencia de su madre. Marta miró para su amiga que estaba junto a ella. Su cara mostraba toda la furia que una madre pueda tener al ver como se aprovechan de su hijo.
- ¡No te basta con follar con tus hijos y ahora quieres follar al mío! - No lo entendía, cómo se había enterado de lo suyo con sus hijos. - ¡Marta, eres la puta más grande que conozco!
Samuel no paraba, dos dedos estaban dentro de Marta que seguía corriéndose en aquella mezcla del placer que le daba él y el terror que le producía su amiga. Pero el deseo y los orgasmos no paraban, uno tras otros sintió como iba mareándose con aquel placer.
- ¿Quieres que te folle? ¡Pues te va a follar! - Dijo Luisa y cogió a su hijo por los pelos y lo apartó del coño de Marta. - ¡Saca tu polla y clávasela entera!
Marta no cambió de postura, volvió la cabeza y vio como Luisa sacaba la enorme polla de su hijo. Medía por lo menos treinta centímetros y era demasiado gruesa, aquello la partiría en dos. Luisa agarró a su hijo hasta que el enorme glande estaba a la entrada de la vagina de Marta.
- ¡Empuja fuerte para partirle el coño a esta puta! - Le dijo a su hijo.
Marta estaba agarrada a la encimera, con su culo en pompa esperando cualquier cosa de aquella situación. Empezó a sentir como su coño se dilataba como nunca antes y el enorme glande entraba en ella. Sus ojos estaban cerrados para aguantar el inminente dolor que le provocaría aquel desproporcionado pene. Empezó a sentirlo.
Marta abrió los ojos. Todo estaba a oscuras. Estaba en su cama, junto a su hijo Jesús. Aquella era la primera noche que pasaban todos juntos y ya había tenido su primer sueño húmedo con Samuel. Aún estaba excitada por el recuerdo de su sueño. Se tocó el coño y lo tenía totalmente mojado. "¡Qué voy a hacer!" Pensó. Luisa deseaba tener sexo con su propio hijo y le había pedido ayuda para evitar aquel incestuoso deseo, pero cómo la iba ayudar si ella tenía sexo con sus dos hijos y además deseaba a Samuel aún más que a Enrique y Jesús.