Marta

Una excitante aventura con un matrimonio muy especial.

Este relato es puramente fantasía. Jamás me ha sucedido (ojala fuese real, me encantaría) y no conozco a nadie que haya tenido la suerte de vivirla, pero espero que la disfrutéis. De nuevo doy las gracias  a Lydia, ya que ella es la primera lectora de mis relatos, y quien me anima a seguir escribiendo cuando me es posible.

Habíamos quedado en una cafetería. Nos habíamos “conocido” hacía medio año, y digo “conocido” porque lo hicimos a través de un Chat. Marta y yo congeniamos muy pronto y nos hicimos buenos “amigos”. De ahí pasamos a contarnos intimidades.. y al cibersexo. Empezamos con juegos calientes, y después, a hacerlo a través del Messenger. Gracias a la webcam había visto el cuerpo de Marta desnudo.. su coño, sus tetas, pero ahora iba a dar un paso más. Marta era una exhibicionista convencida, y a su marido (que estaba presente en muchas de nuestras charlas en el Messenger, incluidas las de sexo)  le ponía cachondo que yo la viera, e incluso que me la follara cibernéticamente  mientras él miraba. Otras  veces él hacía de mí y se la follaba mientras hablábamos.

Habíamos quedado en que esta vez se iba a exhibir para mí en persona, ante su marido. La idea nos excitaba a los tres. Llegué antes de la hora convenida, y me senté en la mesa de la cafetería que ellos me habían indicado. Con los nervios contenidos a duras penas esperé unos 10 minutos hasta que los vi entrar. Al pasar junto a mí me sonrieron y se sentaron en una mesa situada a unos escasos dos metros.

No pude menos que admirar a Marta. Vestía una falda y una camiseta ajustada. Se notaba que no llevaba sujetador, porque sus pezones estaban claramente marcados. Ambos se sentaron  frente a mí, y Marta me dirigía de vez en cuando una  pícara sonrisa . Una vez el camarero les sirvió, dieron por empezado el juego. Cuando la miré, me hizo un gesto obsceno con la lengua y su dedo… y entonces dirigí mi mirada a su marido, que sonriente la besó. Vi perfectamente que deslizaba su mano bajo la mesa, mirándome y sonriendo, así que mi vista siguió esa dirección. Entonces ella, sin dejar de sonreírme, abrió sus piernas. Así pude admirar sus preciosas piernas, sus torneados muslos, y también pude observar la tela de un tanga diminuto cuando él acarició sus muslos descaradamente, mirándome, presumiendo de mujer, cosa que hacía con mucha razón. . Se besaron de nuevo. Poco después Marta se levantó y se dirigió a los aseos. No sabía si debía seguirla, así que miré a  su marido, que con un perceptible gesto me aclaró que no, que debía esperar. Poco después Marta volvió a su mesa, no sin antes, al pasar junto a mí, dejarme algo en la mesa, antes de continuar su camino sonriendo a su marido. Era una entrada para un cine y ¡¡ su tanga¡¡. Ahora iba desnuda bajo la falda y la camiseta. Yo llevaba ya un rato empalmado, pero aquello me puso más. Entonces, al sentarse, Marta me sonrió de nuevo y besó a su marido, que de nuevo abrió sus piernas, mostrándome  claramente los muslos de su mujer.. y su precioso coño. Pude ver la sombra del vello que rodeaba esa raja tan hermosa, y pude ver cono el dedo de su marido jugaba con ella. Pronto me di cuenta  que no pararía ahí el juego.

Les gustaba ye iban a jugar fuerte. Pagaron y se levantaron saliendo de la cafetería sin dirigirme siquiera una mirada. Naturalmente les seguí, caminando tras ellos, apenas dos metros detrás. Estuvimos andando  unos  cinco minutos hasta el cine. Ellos, delante de mí, pero asegurándose de que les seguía, penetraron en la sala, ya a oscuras  (¡que bien calculado lo tenían¡) y yo entré tras ellos. Eran 3 entradas situadas en una esquina. Teníamos una pared detrás.. y él también la tenía a su izquierda. Así que se sentaron, y yo quedé sentado junto a Marta. Todos los asientos de la fila estaban vacíos a excepción de los 3 que ocupábamos nosotros . Me di cuenta de que la razón es que la pantalla no se veía muy bien desde allí. Supe que la  película habría comenzado más o menos un cuarto de hora antes porque ya la había visto. A los cinco minutos de estar sentados, una mujer se sentó junto a mí. Me extrañó, la verdad, ya que toda la fila  8y medio cine)  estaban vacíos, pero me olvidé de ella cuando vi que Marta estaba sobándole la polla a su marido por encima del pantalón, y que éste levantaba su falda dejando su coño completamente a la vista. Era hermoso, muy hermoso. Desde e la primera vez que lo vi a través de la webcam me había cautivado aquel coño, rodeado de un cuidado y escueto vello. Ella se acomodó mejor para que su marido pudiera acariciarla.. y desde luego que lo hizo. Su mano empezó a tratar aquel coño de tal forma que dos minutos después Marta, cachonda perdida, sacaba su polla y empezaba a pajearle sin ningún disimulo. Entonces volví a recordar a la mujer que estaba sentada a mi lado, y pensé no sería difícil que los viera, pero me excitaba tanto aquello que volví a olvidarla. Marta pajeaba a su marido de una forma brutal, supongo que por su propia excitación, lo que hizo que mi polla se pusiera a reventar bajo mi pantalón, y  poco después, él metió dos dedos en su coño, comenzando a moverlos también bastante fuerte. Muy pronto Marta se revolvía en el asiento, muy cachonda, y él cerraba los ojos por el placer que ella le daba. Era un espectáculo muy excitante, y yo sabía que era para mí, con lo que estaba más caliente de lo que jamás lo había estado. Antes de correrse, Marta se incorporó, él saco los dedos de su coño y me miraron sonrientes. Entonces ella acercó su boca a mí y por primera vez oí su voz, una voz suave y sensual.

  • ¿Te gusta la película?

Sonreí mientras la contestaba

  • Lo que me gusta es tu cuerpo.. me habéis puesto a mil

  • ¿Ah si? Eso debo comprobarlo

Y sin cortarse, comenzó a sobarme la polla como lo había hecho con la de su marido, sobre los pantalones. Me moví nervioso, cachondo y algo asustado ya que la mujer de al lado LO TENÍA QUE ESTAR VIENDO. A Marta no la importó, es más, comenzó a bajar mi cremallera y pronto mi polla estuvo al aire. Entonces me sonrió y me dijo al oído

  • ¡Vaya¡¡ pues sí que esta dura.. mmmm

Sin decir nada más, miró de nuevo al frente, y cogió la polla de su marido, comenzando a pajearnos a los dos a la vez. Yo estaba loco, cachondo como nunca y me importaba sólo el placer que Marta me estaba dando. En un momento que deslicé mi vista a la derecha, pude ver que la mujer de al lado (ahora me fijé en que tendría también entre 35 y 40 años) estaba mirando fijamente la paja que Marta nos hacía. Pensé que iba a montar un escándalo, pero miraba tan absorta que supe que aquello la gustaba. Yo deseaba meter mi mano entra las piernas de Marta, pero no sabía si a su marido le molestaría, ya que nunca lo que habíamos hablado era que deseaban exhibirse para mí. Al final ella debió comprender la situación y sin dejar de pajearnos a los dos me susurró..

  • Venga, que no se enfadará.. comprueba lo cachonda que estoy.

Y desde luego que lo hice. Deslicé mi mano hacia sus muslos.. hacia su coño. Lo encontré realmente mojado. Desde luego Marta estaba cachondísima. Me encantó el tacto de su piel, de su vello, de su raja. Comencé a acariciarla, a pasar mi dedo por su coño.. ella gimió cuando encontré su clítoris, un gemido apenas audible pero que me animó a seguir. Entonces miré a su marido que me miraba con una sonrisa aprobadora.

Desde luego Marta estaba a mil. No pude evitar el susurrarla al oído

  • Marta, vaya coño que tienes¡¡ es una maravilla¡¡

Ella no me respondió, pero me sonrió y.. se inclinó ¡¡y comenzó a chuparme la polla¡¡ Me dio tanto placer sentir como su lengua la repasaba y, sobre todo, como de repente se la metió por completo en la boca y comenzó una mamada genial que cerré los ojos olvidándome de la gente, de todo, incluso de la mujer que, a mi lado, no debía estar perdiéndose nada. Abrí los ojos unos segundos y pude ver como ella se había puesto de forma que ahora, mientras ella me la comía, su marido la metía dos o tres dedos en el coño. Mientras Marta me comía la polla, su marido se la estaba follando con los dedos, y era estupendo, porque cada vez que él empujaba los dedos a fondo, Marta se tragaba mi polla con avidez. Miré de reojo a la mujer de al lado, para ver cómo, boquiabierta, no se perdía detalle de la mamada. Entonces Marta me miró, dejo de mamármela, me sonrió y, para mi sorpresa, cogió una mano de la mujer y ¡¡la llevó hasta mi polla¡¡ La mujer no protestó, sino que comenzó a pajearme ella.. yo estaba en la gloria.. era toda una fantasía hecha realidad. Comprendí que aquella mujer no era más que otra ficha del juego que Marta y su marido habían preparado. Era un juego que consistía en hacer realidad una fantasía de los cuatro. Así que no me sorprendí cuando dejó de pajearme para agacharse y empezar a mamarme la polla magistralmente. En ese momento Marta se levantó y, con algún disimulo, se sentó sobre su marido  (más bien sobre la polla de su marido) y, sin dejar de mirar la mamada que la otra mujer me hacía, comenzó a moverse sobre ella, follándose lentamente pero muy a fondo.  Poco después noté que me iba a correr, aquella mujer me estaba haciendo una mamada de campeonato,  y  pude ver que, mientras me la chupaba afanosamente, se estaba pajeando. Su mano se perdía entre sus piernas, y noté como aceleraba más y más. Ella también debía estar a punto de correrse.. y ni pregunté.. simplemente me corrí, me deje llevar, y sentí mi leche brotar a borbotones, leche que  ella tragó como una buena zorrita.. y entonces, justo cuando me vaciaba en su boca,  la sentí gemir aún con mi polla en su boca.. y sus gemidos se unieron a los de Marta que, en ese momento, debía estar recibiendo la leche de su marido en el coño, a la vez que ella tenía una brutal corrida.

Cuando nuestras respiraciones y nuestros cuerpos se relajaron, la mujer se levantó  y se marchó. No había dicho ni una sola palabra desde que entró, pero aquella fue una mamada inolvidable para mí. Nunca pregunté a Marta o a su marido por ella,¿para que?.

Poco después, ellos, según lo acordado, se levantaron y se marcharon. Yo esperé 15 minutos y también abandoné el cine. Habíamos quedado que, esa misma noche, comentaríamos nuestras sensaciones en el Messenger, y así fue.

Esta  no fue mi única aventura con Marta y su marido, pero las que vendrían después…bueno,  las que vinieron después .. son ya otra historia.

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