Marta descurbre su lujuria con un pastor

De cómo, en una excusión al campo con su novio, despertó la lujuria de Marta en manos de un pastor de ovejas.

Santiago (Santi para los amigos) es un joven de 24 años, hijo único y estudiante de veterinaria. Sus padres poseen grandes extensiones de terreno dedicadas al cultivo de pastos para mantener su extensa ganadería, que abarcaba un amplio espectro: vacas, ovejas, aves, cerdos, etc.

El padre, desde que Santiago era pequeño, le inculcó el amor por los animales y lo fue llevando hasta que desembocó en la carrera de veterinaria, muy conveniente para el buen funcionamiento de la explotación.

No obstante, en las épocas de vacaciones, el padre le encargaba todo tipo de trabajos para que fuese conociendo el negocio desde abajo. Por eso, este verano estaba cuidando las ovejas en los pastos de la montaña, durante los meses de más calor,  para que los pastores pudiesen tener sus correspondientes vacaciones.

Marta, de unos 22 años, pelo castaño, una cara muy normal tirando a guapa, pero con muy buen cuerpo, hermosos pechos y culo respingón, vive en la ciudad donde Santiago estudia su carrera. Trabaja en una asesoría fiscal, mientras se prepara para obtener los títulos de asesor contable y abogado  Tiene un novio al que quiere o eso cree, que trabaja de ingeniero en una empresa de montaje de coches, el cual dedica casi todo su tiempo libre a practicar algún deporte.

Solamente se ven los fines de semana, en los que el sábado la recoge y se van al campo de fútbol, donde juega un partido, luego actúa de entrenador para un grupo de chicos jóvenes y, tras una ducha, van a tomar un aperitivo con los compañeros del equipo.

Van a casa de él a comer con su madre, descansa un rato en el sofá, donde da alguna cabezada y por la tarde un nuevo partido, para salir por la noche de copas.  Por la noche o de madrugada, van al piso de ella y, si no está muy borracho, hacen el amor con pocas caricias y quedando ella muchas veces insatisfecha y la mayoría sabiéndole a poco.

Santiago permanecía solo en la montaña, donde recibía la visita de su padre o algún empleado cada tres o cuatro días para llevarle provisiones y al que se unía su madre para llevarle el último guiso que le había preparado y que tenía que comérselo en el momento, pues no tenía una nevera donde guardarlo.

Es un muchacho fogoso hasta el punto de que  se masturba tres o cuatro veces al día. Incluso en los días que lleva en la montaña, tiene seleccionada una oveja (a la que ha puesto por nombre Beeeenita) para follársela por las mañanas y atardeceres y que siempre estaba comiendo a su alrededor.

En el trabajo, el novio de Marta escuchaba hablar de las bondades del senderismo, se interesó por él y atendió las recomendaciones de sus compañeros en cuanto a hermosos lugares y formas de llegar.

Un fin de semana propuso a Marta salir de vacaciones a la montaña durante una semana, alojarse en un hotel y hacer senderismo. Se lo tuvo que confirmar cuatro veces, porque ella no se creía que él pudiese hacer algo distinto que el fútbol y las borracheras. Aceptó encantada, pensando en lo que iba a disfrutar. Tres fines de semana atrás, estuvo con la regla y a él no le gustaba ni acercarse en esos días. Dos fines de semana atrás, iba tan caliente que se corrió nada más meter la punta, el fin de semana anterior, estaba tan borracho que hasta lo tuvo que desnudar ella y este iban por el mismo camino, celebrando la fiesta del siguiente.  Luego resultó que no había previsto ningún amistoso, los niños y amigos de vacaciones… o sea, no tenía nada que hacer y pensaba aprovechar para realizar otras actividades.

Llegó el fin de semana y el sábado se fueron a la montaña, se alojaron en el hotel que habían contratado, según informes de los amigos y terminaron el día recorriendo el pueblo y acostándose pronto, por supuesto, sin relaciones sexuales que era lo que más esperaba Marta, porque al día siguiente había que madrugar y estar en forma.

El domingo, salieron temprano siguiendo unas rutas marcadas en planos por los amigos, pero no coincidentes con las establecidas para los senderistas. Iban perfectamente preparados para…  nada. Él, camiseta de manga corta y pantalones cortos, con zapatillas de deporte y ella parecido, solamente cambiaba que llevaba una camisa anudada bajo los pechos.

Empezaron su caminata subiendo y bajando por lugares no transitados, disfrutando del paisaje, flores, plantas, etc.  No llevaban ni siquiera una hora andando cuando Marta estaba harta y cansada de la caminata.  Su novio, que ya se había quitado la camiseta,  iba señalándole todas las maravillas que los rodeaban, mientras crecían en ella las ganas de asesinarlo

Caminaban por un sendero que corría a lo largo de un cortado, cuando llegaron a un punto que no podían continuar.  Marta, cansada ya de tanto andar, puesto que no estaba acostumbrada, se sentó sobre una piedra mientas su novio decidía si buscar una subida o retroceder hasta un punto donde pudiesen desviarse avanzar por otro lugar.

-Voy a trepar por el cortado para ver si podemos continuar más arriba, porque hacia abajo hay demasiada altura.

-¿No será muy peligroso?

-No para un deportista como yo. Ya verás como subo y bajo en un momento.

Empezó a subir agarrándose a piedras y grietas, hasta que topó con una piedra suelta y cayó hasta el sendero, donde dio un grito, rodó y volvió a caer por el cortado hasta que los arbustos del fondo amortiguaron su caída, quedando inconsciente sobre ellos.

Marta dio un grito asustada.

-AAAAAAAAAAAHHHHHHH.

-Cariño ¿estás bien?  ¿Me oyes? Contéstame, por favor.

Al no obtener respuesta, intentó bajar ella por el cortado. Eran unos seis o siete metros de altura por lo que probó a bajar descolgándose por la pared, agarrándose a las piedras y grietas, como había hecho su novio.  De repente, sus pies resbalaron, cayendo cosa de un metro, hasta que el nudo de su camisa quedó enganchado en un saliente, que arañó su vientre y el canalillo de sus pechos, y que, al tirar de ella, hizo que la camisa se desplazase hasta salir por su cabeza, quedando en caída libre hasta topar con otra parte de los matorrales.

Quedó algo aturdida, y cuando se le pasó, empezó a bajar y salir de la maraña de ramas en la que había caído, arañando sus piernas, brazos y torso.  Intentó acercase a su novio, pero la extraña posición de su pierna y su gran tamaño le hizo desistir.

-¡SOCORROOOOOO!  ¡AUXILIOOOOOO!

Comenzó a gritar, confiando en que alguien la oyese.

-¡SOCORROOOOOO!  ¡AUXILIOOOOOO!

Santiago estaba disfrutando con Beeeenita, aprovechando que su madre y el peón se habían ido hasta el jueves o viernes de la semana siguiente y el sitio había recuperado la paz y tranquilidad habituales, cuando le pareció oír gritos de socorro.

Con gran disgusto dejó a su Beeeenita, que también emitió un balido de decepción, tomó su vara y se dirigió rápidamente hacia el lugar de donde parecían provenir. Cuando ya los oía más nítidos, aunque apagados y entre sollozos, comenzó a llamar.

-¿Dónde esta?

-¿Dónde esta? ¡Hable para que pueda orientarme!

-Si, por favor, ayúdenos, estamos aquiii.

Con estas voces, fue capaz de localizarlos. En cuanto vio a Marta con los pechos al aire y su pantaloncito corto, la polla se le puso tan dura como las piedras del cortado, formando un gran bulto en traje de baño, ya que, para estar en la montaña, no utilizaba ropa, solamente el traje de baño durante el día y unas mantas para las frescas noches.

-Hola, soy Santi. ¿Qué ha ocurrido? –dijo él mientras intentaba ocultarlo.

-Hola. Soy Marta y este es mi novio Ricardo,

Marta no pudo evitar fijarse en semejante bulto, y roja de vergüenza y con las manos en sus pechos, contó a Santi lo ocurrido y que su novio llevaba mucho rato inconsciente. No era mojigata, pues en la playa solía tomar el sol sin la parte superior del bikini, pero ver semejante bulto, la ponía nerviosa.   El observó la pierna y vio que estaba rota, probablemente por más de un sitio.

-Tenemos que llevarlo a mi campamento. Voy a buscar el burro y algunas cosas que necesitaré. Usted quédese con él y tranquilícelo si se despierta.

-¡Por favor, dese prisa! Tengo miedo de estar sola y no se qué hacer.

-Enseguida vengo, el campamento está cerca.

Así lo hizo. Volvió con el burro, algunas cuerdas y el hacha que tenía para hacer leña.  Preparó unas ramas convenientemente cortadas para utilizarlas como tablas y, aprovechando la inconsciencia de él, colocó bien su pierna y la entablilló, con algo de ayuda de ella. Con estas manipulaciones, se despertó debido al dolor, pero por suerte para él, ya habían terminado.

Luego cortó una gran rama con muchas ramitas, con el fin de utilizarla como parihuelas o camilla, sobre la que colocaron al herido entre ambos, con mucho esfuerzo debido al peso y muchas quejas de él, puso el burro a tirar de la rama y se encaminaron despacio hasta su campamento.

Marta caminaba junto al herido, tomándolo de la mano, y Santi delante, guiando al animal y volviendo la vista para admirar sus tetas, haciendo como que observaba la comodidad del herido. Iba totalmente empalmado de nuevo, pues antes, con las distracciones de la cura y demás, se le había bajado.

Al llegar, colocaron al herido en el lugar donde dormía Santi, un hueco entre dos árboles con un plástico a modo de tienda, un montón de cosas apiladas detrás y cubiertas con plástico también, con espacio justo para guardar la comida y un hueco para cobijarse cuando llovía.

Lo acomodaron allí, curó las heridas y se fijó en que iba quemado por el sol, por lo que tuvo que darle alguna de las pomadas que tenía a tal efecto. Luego le dio un calmante y lo taparon bien.  Había gran cantidad de hierba seca debajo y una manta rodeaba su cuerpo.

-Aquí estará bien. Yo no puedo abandonar las ovejas, y hasta el viernes no vendrán a traerme comida. Si lo prefiere puede dirigirse al pueblo y pedir ayuda o acercarse hasta un lugar donde haya cobertura de teléfono y pedirla. Aquí no tengo medios para hacerlo. –Le dijo sin volverse hacia ella para ocultar la erección

-Pero… ¿Qué le pasará a él? –Dijo Marta rompiendo a llorar- Yo no se moverme por las montañas.  No sabría por donde ir.

-De momento, nada. He entablillado muchas patas de animales y se que se recuperará sin problemas.

-¡Pero el no es una oveja!

-Los huesos son huesos, sean de personas o animales y funcionan igual.

-Ahora miraré y curaré sus heridas, luego comeremos algo.

Con cuidado de no lastimar al herido sacó su botiquín, utilizándolo para ocultar la erección, la hizo sentar en el suelo y fue cubriendo de antiséptico las heridas y rasguños de ella.  No tenía más daños, aparte de algunos morados.

-Por cierto, ninguno de ustedes lleva camisa o camiseta, ¿han salido así a caminar?

-No, a mi se me rompió y quedó colgada de una rocas al caer y él se la había quitado pero no se donde la perdió.

-Bien, eso explica porqué el se ha quemad y usted no.  Voy a buscar agua para reponer la que hemos gastado limpiando las heridas.-Dijo tomando un recipiente y dirigiéndose hacia un cercano manantial.

Al poco, el herido estaba dormido y ella decidió ir al manantial también para lavarse y quitarse la tierra y el verde que las plantas le habían dejado en su cuerpo.

Cuando llegó, lo vio sentado en la hierba, de espaldas a ella y fue acercándose sin ruido, ya que el verde amortiguaba sus pasos.

Al observarlo más de cerca y ver sus movimientos, se dio cuenta de que se estaba masturbando.  Se desplazó lateralmente para confirmarlo visualmente y vio que efectivamente, estaba acariciando una enorme y dura polla, más del doble que la de su novio.

Hipnotizada, se quedó mirando como movía su mano subiendo y bajando, primero despacio, luego aceleraba, volvía a reducir para acelerar de nuevo. Le pareció que tenía los ojos cerrados por lo que se arriesgó a acercarse un poco más, viéndola en todo su esplendor. Incluso estuvo apunto de acercarse y comérsela-

Estuvo un buen rato dándole hasta que empezó a soltar semen como si fuese una fuente de leche, y lanzando gemidos de placer hasta que cesó, quedándose un rato relajándose y acariciándosela sin que se le bajase.

-“Si mi novio aguantase tanto…”. –Se dijo a si misma.

Se sintió mojada y muy excitada. Deseó poder ir corriendo junto a su novio para que la follara. Sin embargo, retrocedió de espaldas para que no se diese cuenta y cuando calculó que estaba lo bastante lejos gritó:

-¡Hola! ¿Estás bien?

Él pareció volver de un sueño, se guardó su pene que escasamente había reducido su dureza y se volvió.

-MMM Si. Hola. Estaba meditando un poco la situación que se nos presenta. –Dijo mientras recogía el cubo de agua desbordado.

-¿Qué ocurre?

-Bueno…, en primer lugar, dispongo de comida para uno hasta el viernes, y ahora vamos a ser tres, y en segundo lugar, el único lugar de alojamiento para las noches lo ocupa ahora su novio, y no podemos meternos ninguno de los dos con él, lo que nos obliga a dormir a la intemperie, con el problema de que hace frío por las noches y solamente tenemos la manta que suelo llevar sobre el burro para taparnos, por lo que tendremos que dormir juntos y es tan pequeña que nos obligará a estar muy juntos. –Le contestó mientras ella se acercaba.

Para él fue un tormento. Su pene, que todavía no estaba satisfecho, volvió a alcanzar su tamaño y dureza máximos, al verla otra vez medio desnuda.

-En primer lugar, creo que podemos tutearnos y en segundo lugar: ¿Qué podemos hacer? –Dijo ella mientras tomaba agua del chorrito que manaba entre las rocas y que seguía como un hilo de agua hacia abajo.

Santi babeaba viendo cómo pasaba las manos por sus pechos, su cintura, piernas…

-Digo que ¿Qué podemos hacer?-Repitió mirándolo.

Santi no pudo ocultar su tremenda erección, y ni se dio cuenta de que ella la miraba.

-Eeeemm.  No se…

-¿Estás así por mi? –Le dijo

-¿Cómo? –Y dándose cuenta, dudó un momento, pero decidió lanzarse.- No…, digo si. La verdad es que eres una mujer preciosa y deseable, espero que no te ofendas.

-No me ofende, al contrario, me halaga. ¿Tienes novia, esposa o pareja, o lo que sea?

-No, no tengo nada de eso.

-Y qué haces, ¿te matas a pajas?

-Solo cuando es necesario y no tengo ninguna amiga a mano.

-¿Tienes muchas amigas?

-La verdad es que si. Ando muy bien servido.

-¿Y te acuestas con alguna de ellas?

-Si, con todas, incluso con alguna que no conozco.

-¿Cómo es eso? ¿Cómo lo haces?

-Por las mañanas, en el descanso entre clases, todos los días follo con alguna compañera, a veces, a medio día con la misma u otra. Por las noches siempre me llama alguna para venir a mi apartamento. También vienen, algunas veces, las amigas a las que les hablan de mí.

-¡Ja! No me lo creo. ¿Qué les das?

-Calidad y cantidad. –Le dijo ya frotándose el paquete sin ningún pudor.

-¿Y no echas de menos tanta actividad?

-Mucho, sobre todo desde que te he visto a ti. Desde ese momento llevo una erección continua, tan fuerte que hasta me duele.

-Siento ser la culpable. ¿Puedo hacer algo por ti? –Le dijo acercándose.

-¿Porqué no me masturbas tú? –Respondió bajándose el traje de baño y mostrando su polla en todo su esplendor.

Ella, avergonzada y excitada le dijo:

-No estaría bien. No estoy preparada para eso. Mi novio está aquí al lado y no quiero serle infiel. Perdona

Y dejándolo allí, se volvió al campamento, muy excitada y arrepintiéndose por no haber hecho nada.

Cuando Santi volvió al campamento, el herido seguía dormido.  Hizo fuego para calentar unas raciones que le había dejado su madre esa mañana en una nevera portátil que guardaba en la tienda, lo que despertó al herido.

-Hola. No te he dado las gracias por lo que has hecho por nosotros. –Dijo cuando lo vio.

-No hay de qué. ¿Qué tal te encuentras?

-La pierna me duele mucho y también en la espalda y sobre todo en el hombro derecho tengo mucho dolor. ¿Tienes más calmantes?

-Si, pero pocos, solo los tengo por si acaso, pero no los he utilizado nunca.  Habrá que dosificarlos, aguanta lo que puedas durante el día y los utilizaremos para que puedas descansar por las noches.  Ahora vamos a ver ese hombro.

Incorporó ligeramente al herido y vio que uno de los rasguños se había infectado. Tomó de nuevo el botiquín y desinfectó y tapó la herida, volviendo a darle crema por la espalda quemada, luego tomó una pastilla de una bolsa, la partió por la mitad, la diluyó una parte en agua y se la dio.

-¿Qué es?

-Es un antibiótico.  Sabrá asqueroso porque es para las ovejas, pero detendrá la infección.  La dosis imagino que estará bien.

-¡Pero cómo voy a tomar algo que es para los animales!

-La única diferencia que hay entre ellos y nosotros es que ellos no se quejan del sabor. Por lo demás es lo mismo. Bébelo rápido

Efectivamente, cuando se lo bebió de un trago empezó a hacer gestos y aspavientos manifestando lo desagradable que era. Santi le dio agua y un caramelo que guardaba y lo dejó acostarse de nuevo

Luego calentó la cena y, como cada plato era distinto, pues eran las raciones de tres días, les dio a elegir lo que les gustaba a sus invitados y cenaron todos.  Luego reunió hierba seca bajo otros árboles cercanos, pero algo alejados del herido y colocó la manta a modo de libro, para poder meterse dentro.

Más tarde, sentados junto al herido, la pareja le fue contando su odisea y él relató al herido lo que había hecho cuando estaba inconsciente.

-¿Y crees que la pierna me quedará bien?

-No lo dudes. He entablillado muchas patas para saber hacerlo y poder afirmarlo. Ahora te daré un calmante y me iré a dar vuelta por los animales antes de irme a dormir.

-¿Cómo vamos a dormir? –Preguntó Marta

-Tu novio aquí, naturalmente. Es un lugar protegido, pero no cabe nadie más. Nosotros dormiremos bajo aquellos árboles, que nos resguardarán un poco de la humedad de la mañana.

Marta iba a protestar preguntando si sería correcto que durmiesen juntos, pero recordó la escena de la tarde y se calló antes de volver a arrepentirse, al tiempo que empezaba a sentir la excitación de lo que podía esperarle.

Así lo hicieron, ella se fue a la improvisada cama, él revisó los animales, volvió para comprobar que el herido ya estaba durmiendo y se fue también a dormir.

Cuando llegó, se quitó el traje de baño, quedando totalmente desnudo y se metió entre los dobleces de la manta, Santi a la parte exterior y Marta en la interior, obligando a Marta a que quedase aprisionada, al no estar abierta por el otro lado.

Ella no se había quitado el pantaloncito, pero cuando vio a pesar de la oscuridad que ya llevaba la polla totalmente tiesa y dura, le dijo:

-Creo que es una buena idea. Yo también dormiré desnuda. Y se sacó el pantaloncito y el tanga de un solo movimiento, dejándolo a su lado.  Santi se puso de espaldas a ella e intentó dormir.

Unas horas después, Santi seguía empalmado y sin conciliar el sueño, por lo que se levantó para alejarse un poco y masturbarse.

-¿Ocurre algo? –Preguntó ella que tampoco podía dormir.

-No, duerme. Tengo que dar una vuelta por los animales.

Dos pajas después, volvió a meterse en la manta y quedó dormido.

Al día siguiente no madrugó, contra su costumbre el sol ya había salido cuando despertó. Se levantó, se puso su traje de baño y fue a ver a los animales, ordeñó las cabras y luego fue a lavarse al manantial. Cuando volvió encendió fuego e hizo queso con la leche, guardando un poco para tomarla más tarde. Luego preparó el desayuno para todos.

El ruido y el olor despertó a ambos y desayunaron juntos, al lado del herido.  Después realizó las curas y se fue a los pastos con las ovejas, donde se desfogó con su querida Beeeenita un par de veces.

Volvió a medio día, preparó la comida ocultando nuevamente su erección tras tener ese monumento de mujer medio desnuda junto a él.

Soportó la tarde nuevamente con su Beeeenita y la noche con su vuelta por los animales.

A la mañana siguiente, antes de amanecer, se levantó y lo primero que hizo fue ir al manantial directamente. Marta, que estaba durmiendo mal, se despertó y lo vio marchar.

Quedó pensando en lo ocurrido la otra tarde, en la polla de él, en su masturbación, en la oferta que le había hecho y enseguida volvió a excitarse. Al poco, no pudo aguantar más, se puso la ropa y fue decidida hacia el manantial, donde ya desde lejos pudo ver lo que hacía.

Se aproximó a él, que esta vez si que la oyó, guardando su polla rápidamente bajo un traje de baño que parecía la carpa de un circo.

-¿Quieres que te ayude con eso?

-¿Ya estás preparada? ¿Te da igual ser infiel a tu novio?

-Si. Estás haciendo mucho por nosotros y creo que debo corresponderte de alguna manera.

Santi se bajó el traje de baño y dejó libre su tranca.

Ella se arrodilló a su lado, tomó la polla con ambas manos y comenzó a pajearle con torpeza.

-¿Has hecho esto pocas veces, verdad?

-Si, es mi primera vez.

-¿No pajeas a tu novio?

-No. No le gusta porque se corre enseguida.

-¿La has chupado alguna vez?

-No. Tampoco. Me da mucho asco. Y tampoco le gusta a mi novio.

-FFFFFFFFFFF. –Resopló Santi.

-Por lo menos, déjame acariciarte.

-Bueno, si, si tu quieres.

-Acuéstate junto a mí, de lado, con la cara sobre mi pecho, mirando mi polla.

Ella lo hizo, y mientras el se pajeaba con una mano, con la otra acariciaba los pezones, espalda y el cuello de ella.

Bajaba la mano hasta pasarla por su culo, sobre el pantaloncito, para subir por su espalda y acariciar los pechos y frotarle los pezones. Apuró más su suerte y le dijo:

-Tienes un culo precioso. ¿Por qué no te quitas todo para poder acariciártelo?

Se puso de rodillas y se bajo el pantaloncito y el tanga, sacándoselos por completo al volver a poner la cabeza sobre su pecho.

Santi siguió con sus caricias de pechos y espalda, pero empezó a bajar hasta su culo, acariciando sus glúteos y metiendo un dedo hasta su ano, acariciándolo con movimientos circulares, mientras movía la otra mano lentamente pajeándose.

Poco a poco ella fue moviendo su cuerpo para que su culo quedase más hacia arriba, al tiempo que abría las piernas, para facilitar que las caricias pudiesen llegar hasta su coño.

Él notaba su respiración agitándose, y decidió cambiar el sentido de su masturbación, que en vez de ser vertical, la convirtió en horizontal, con lo que la punta caía ante la boca de ella.

Bajó su mano hasta el culo y siguió hasta recorrer los labios de su coño por el borde, que ya estaban ligeramente abiertos, volviendo otra vez hacia su culo, espalda y tetas. Al dejar su coño, se dobló ligeramente hasta que la punta de su polla rozó la boca de ella.

Repitió la operación un par de veces, sin que ella se diese por aludida, por lo que cambió de táctica, llegando con sus caricias hasta el límite de su coño y volviendo atrás. Lo repitió varias veces, haciendo que ella emitiese suaves suspiros de ansiedad.

Al poco, se atrevió a dar un tímido beso en el glande que se acercaba a su boca, que fue recompensado con un gemido de Santi y nuevo recorrido por su coño.

Desde ese momento, se convirtió en un juego: subía una mano por su polla, acercándosela a la boca y bajaba la otra hasta su coño, ella le daba un beso o la rozaba con la lengua y él acariciaba su coño, presionando algunas veces para estimular su clítoris.

La excitación de ella iba en aumento, pareja con la de Santi, solo que él no tenía prisa, buscaba excitarla a ella al máximo para conseguir tenerla a su merced.  Ahora que habían empezado, no lo pensaba dejar tan fácilmente. Tenía cuatro días por delante para disfrutar.

La excitación de Marta llegó a un punto que, sin pensarlo siquiera, se metió el glande en la boca y empezó a darle golpes con su lengua. Él metió el pulgar en su coño, buscando su punto G, y colocó otros dos dedos a ambos lados de su clítoris, moviéndolos como cuando se imita a una boca hablando, solo que en este caso, el labio inferior frotaba entrando y saliendo la parte superior de su coño y el labio superior frotaba su clítoris subiendo y bajando mientras lo tenía pillado entre los dos dedos.  Santi también aceleró los movimientos sobre su polla, haciéndolos más rápidos y más cortos.

No tardó mucho Marta en llegar a un intenso orgasmo que la hizo gritar de placer, abriendo su boca y soltando el pene, lo que permitió más recorrido y velocidad, llegando inmediatamente su orgasmo y soltando su leche directamente a la boca aún abierta y  a la cara de Marta.

Tras el orgasmo, quedaron ambos tendidos en la posición en la que estaban, en silencio, recuperándose y disfrutando del relajo que sigue al placer intenso.

Cuando Marta comenzó a moverse, Santi le dijo:

-Gracias, ha sido un orgasmo fabuloso.

-Gracias a ti.  Nunca había sentido tanto placer.  No se ha parecido, ni de cerca, al mejor orgasmo con mi novio, ni a la mejor de mis masturbaciones.  Por cierto, te has corrido en mi boca.

-Perdona, pero no me he dado cuenta.  Tampoco veía cómo la tenías.

-No, si no me importa.  La verdad es que no me disgusta el sabor, pero también me has puesto toda la cara perdida.

Ella se giró y se quedaron mirando, echándose ambos a reír.

-Venga, vamos a lavarnos y volvamos al campamento. –Dijo Santi

El día transcurrió sin novedad. Santi con sus ovejas y su Beeeenita y Marta junto al herido.

Por la noche, tras la cena, Marta dijo que tenía algo de frío y le recomendaron que fuese a dormir. Un rato después, cuando al herido le entró sueño, Santi fue a dormir también, volviendo a desnudarse totalmente y se metió entre las mantas.

Marta se había metido sin quitarse el pantaloncito. Miró a Santi desnudo, y sonriendo, se lo sacó junto al tanga y los dejó a su lado. Santi se aproximó hasta quedar pegado a ella, que sintió su dura polla contra el muslo, y le dijo:

-¿Tienes frío?

-Ahora ya no. Tú me das el calor que necesito.

Santi pasó su mano por su vientre plano, en dirección a sus pechos, sin recibir rechazo por parte de ella. Acarició sus pezones y la besó en el cuello. Ella se puso de costado, dándole la espalda e hizo los movimientos precisos para encajar la polla entre sus glúteos. Sintiendo  su dureza, hacía movimientos para masturbarla entre su culo y el cuerpo de él, mientras Santi seguía con sus pechos y cuello.

-Acaríciame el ano. Me ha gustado mucho esta tarde.

Santi, aprovechando la posición de uno de los árboles que los rodeaba, se levantó y apoyó la espalda en él para quedar sentado, la hizo ponerse boca abajo, sobre sus piernas, colocando el culo de ella a la altura de su polla y metiendo esta entre sus piernas, las cuales hizo separar.  Ensalivó su dedo medio y fue dándole movimientos circulares en su ano, al tiempo que presionaba ligeramente para ir hundiéndolo poco  a poco, mientras que la polla rozaba su coño y su clítoris se rozaba con al base su base.

-Mmmmmm. –Gemía ligeramente ella, bajito, para no despertar a su novio.

Santi no quería tocarse para evitar acelerar su orgasmo, pero los ligeros movimientos del cuerpo de ella intentando frotar su clítoris contra su polla, lo estaban poniendo a cien. La situación de ella no era para menos. Su abundante flujo bañaba los huevos y las piernas de Santi y escurría hasta la manta.

Siguió frotando y humedeciendo su ano, además de bajar algún otro dedo hasta la entrada de su coño.  Cuando ya penetraba en su esfínter, dijo ella:

-Mmmmmm. No puedo más. Necesito sentirla dentro.

Santi la levantó por la cintura, haciéndola resbalar sobre su polla que fue recorriendo toda su raja hasta que pudo meter la punta, que entró como el cuchillo en la mantequilla.

-Aaaaaaaaaahhhhh. –Exclamó ella- Siiiii. La siento enorme. Ah, ah, ha.

El sentía su polla apretada entre las paredes del coño. La desplazó ligeramente a un lado con el fin de que toda su raja tuviese contacto con la polla y empezó a mover el cuerpo de ella un par de centímetros a cada lado. Eso generaba un efecto de entrada y salida del coño, con presiones sobre la polla al estar metida de lado.

Su dedo entraba suavemente en su culo y podía presionar la polla directamente a través de la separación entre vagina y recto.

Santi llegó a su límite. Empezó a gemir, intentando no hacerlo fuerte. Aceleró los movimientos sobre el cuerpo de ella y le dijo:

-Me voy a correr. Siii, me voy a correeerrr.

-Córrete. Dámelo todo. Estoy apunto también

-Me corroooo. MMMMMMMM

Cuando Marta sintió que la llenaba, se lanzó a un orgasmo como nunca lo había sentido, hasta el punto que gritó sin darse cuenta.

-AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.

Eso despertó a su novio.

-¿Qué ocurre? Marta ¿Estás bien? ¿Qué te pasa?

No podía verlos porque estaban a su espalda.  Santi, sin haberla sacado y siguiendo teniéndola tan dura como al principio, acertó a decir:

-Ssssshhhhh. Ha tenido una pesadilla y ha gritado. La he agitado un poco para que se despierte y cambie de sueño.

-¿Pero está bien?

-Si, no te preocupes y duérmete, yo la vigilo. Tengo el sueño ligero.

Ella, ocultando la risa, comenzó a mover su cuerpo en círculos, tomando como eje la polla de Santi.  Esto volvió a excitarla y la hizo cambiar los movimientos, intercalando subidas y bajadas de su culo, lo que la llevó rápidamente a un nuevo orgasmo que silenció enterrando su cabeza y mordiendo la manta.

Santi le dio la vuelta y se colocó sobre ella, volviendo a meterla y empezando un fuerte vaivén que mantuvo la excitación de ella, que llegó a ponerle los talones en los riñones.

-Uauuu. Me llega hasta la garganta. No pares, fóllame más duro.

Se puso a todo lo que podía y cuando ya estaba a punto de desfallecer, ella se agarró fuertemente a él y le clavó los dientes en el hombro para que no se oyese su grito de placer, lo que llevó también a Santi a soltar sus últimos chorros de semen en un nuevo orgasmo.

Ambos quedaron uno junto a otro agotados. Cuando se recuperaron, Santi tomó la manta para cubrir a ambos, y al pasar sobre ella, le dio un suave beso en los labios que se convirtió en uno largo cuando ella correspondió a él.

Cuando se separaron, dijo ella.

-A sido increíble, jamás hubiese pensado algo así: Correrme en manos de un extraño, estando cerca mi novio, y disfrutar de una follada como nunca lo había hecho, sin contar que estoy desnuda delante de otro que no es mi novio.

Y siguió

-Con él llegaba al orgasmo pocas veces.  Hasta pensaba que era frígida.  Mis amigas y compañeras hablan siempre de sus fabulosas folladas y yo pensaba que tampoco era para tanto.  Ahora me he dado cuenta de varias cosas:  Que me dan más placer las caricias en mi ano que en mis tetas, que puedo correrme más de una vez en una follada y que mi novio es un gilipollas, que no sabe follar, que no tiene aguante y no sabe satisfacer a una mujer. ¡Aquí termina nuestro noviazgo!

-Bueno, no te precipites y descansa, mañana lo verás de otra forma.  Háblalo con él y verás cómo también disfrutáis mucho juntos

Durmieron toda la noche abrazados.  Cuando la claridad que precede a la salida del sol llegó, Santi se despertó, se puso su traje de baño, dio vuelta por sus animales y se encaminó al manantial. Marta también se despertó, y cuando vio que iba al manantial, se levantó y fue tras él con sus prendas en la mano.

Al llegar, no lo vio junto al manantial y se puso a lavarse.  Al terminar, oyó ruido de chapoteo un poco más lejos, viendo al acercarse que en un recodo, tras unas rocas, estaba Santi bañándose en una pequeña poza que se había generado por la caída del agua en un desnivel del terreno.  Estaba agitándose dentro del agua por lo fría que estaba.  Ella se echó a reír al verlo y él se dio cuenta de que estaba allí.

-¿Quieres bañarte conmigo?

-Está helada.

-Yo te calentaré.

-Ja, ja, ja. Me gustaría ver cómo lo haces.

-Acércate y ponte agachada junto a la orilla con las piernas abiertas.

Ella, riendo, se aproximó y se puso en cuclillas como le había pedido.

Él la cogió de la mano y la hizo caer al agua, sobre él.  El sitio era pequeño y no cabían bien. Ella gritó entre risas.

-AAAAAAHHH está muy fría.

Desnuda como estaba, clavaba su pezones, duros por el frío, en el pecho de Santi que ya acostumbrado al  agua, no notaba la temperatura, e hicieron que se le pusiese dura al momento, aunque no tanto como era habitual. La mano de él fue directa al culo, donde empezó a masajear glúteos y ano. La punta de su polla sobresalía de entre las piernas de ella, totalmente pegada a su raja.

Ella comenzó un movimiento de cintura para subir y bajar el culo, frotándose contra la barra de carne que rozaba su clítoris.

-MMMMMMM ¡Cómo me calientas! Te voy a dejar totalmente seco.

-Lo estoy deseando. También tú me excitas. Quiero pasar el día follando contigo.

Ella levantó el culo lo suficiente para que la punta quedase en su entrada y fue metiéndosela poco a poco hasta que le entró entera.

-Uffff, cómo me llena. –Dijo mientras se acostumbraba al tamaño.

El siguió acariciando e intentando meter el dedo en su culo.

-Si, sigue acariciando mi ano. Eso me pone a cien.

Al mismo tiempo movía el culo arriba y atrás para volver abajo y adelante frotándose bien contra la polla.

-MMMMMMM ¡Qué gusto! Me voy a correr en cualquier momento.

-Y yo también estoy apunto

Ella aceleró los movimientos. Él sentía la presión sobre su polla, el roce contra el coño de ella y el roce forzado contra la entrada y el fondo. A ella también le hacían efecto estos movimientos. Un roce constante contra su clítoris, al tiempo que la punta rozaba con fuerza el suelo de su vagina y la entrada, gracias a lo bien que se doblaba.

Marta pronto estalló en un orgasmo que anunció con fuertes gemidos y gritos que llevaron a Santi al punto de placer sin retorno.

-MMMMMMMMMM. AAAAAAAHHHHHHH ¡Me corro! ¡Sigue con tu dedo en mi culo!

-Siii, AAAAAAAHHHHH.  Yo también me corrooooo. –Dijo Santi incorporándose para presionarla contra él con una mano en la espalda y otra en el culo que la obligaba a clavarse más profundo, mientras movía sus caderas con un temblor compulsivo para frotar más su clítoris contra él.

Cuando Santi se recuperó, sin haberla sacado siquiera, salió con ella en brazos y se recostaron sobre la hierba para secarse con los primeros rayos del sol que ya había salido.

Una vez limpios, volvieron al campamento, donde todavía dormía el herido, acompañado de Beeeenita. Santi sonrió al ver la escena.

-De que te ríes. –Preguntó ella.

-Creo que a mi oveja le ha gustado tu novio. Lo está esperando para salir.

Santi volvió a sus tareas, después de explicar a Marta lo que tenía que hacer para curar y atender al herido. A media mañana volvió por el campamento y, aprovechando que el novio no los veía, la estuvo besando y acariciando.

-Ve a al manantial y espérame allí. Iré enseguida.

-Pero…

-Shisst. Ve allí y espérame. –Le dijo marchando en dirección contraria después de interesarse por el herido.

Volvieron a coincidir en el manantial, donde la abrazó y acarició de nuevo mientras le quitaba el pantaloncito.

-No por favor, no me la metas.  No estoy acostumbrada a tanto sexo ni a una polla tan grande y estoy muy irritada.

El siguió acariciándola al tiempo que la forzaba suavemente a recostarse sobre la hierba.  Arrodillado a su lado, besaba sus labios, su cuello, sus pechos, lamía y chupaba sus pezones mientras con su mano entre sus piernas abiertas, seguía acariciando su ano. Fue bajando hasta su clítoris, mientras seguía presionando su ano con un dedo y  metía otro en su coño.

Ella empezó a gemir y gritar.

-MMMMMM.  SIIIIII. AAAAAAHHHHH.  ¿Qué me haces? Oooohhhh. Nunca me habían hecho algo así.  AAAAAAAHHHHHHH ¡Qué gusto!

Santi, incansable atacaba por todos los lados mientras ella gemía y gritaba más y más.

-Siii. ¡No pares! ¡Me corroooo! –Fueron las palabras que repitió tres veces antes de decirle que parase porque ya no podía más.

Santi se recostó a su lado, mirándola. Luego de un rato para recuperarse, ella le dijo:

-Gracias.  He disfrutado más en estos dos días que desde que perdí mi virginidad.

-Eres preciosa. Todo es poco para ti.

-Pero tú todavía no te has corrido. –Dijo viendo la tienda de campaña que tenía montada en su entrepierna.

-Es igual, no te preocupes.

-Pero a mi no me gusta dejarte así. ¿Quieres que te haga una paja?

-Mejor una mamada.

-No lo he hecho nunca. Me da un poco de asco.

-Bueno, pues déjalo, no pasa nada.

Después de un momento de silencio, ella se incorporó, bajó su traje de baño, dejando su enhiesta polla libre y empezó a besarla y darle suaves golpecitos con la lengua.

-Ayúdame. Dime que tengo que hacer para que disfrutes más.

Santi fue dirigiendo sus acciones, demostrando ella que era buena en el aprendizaje, que incluso superó las indicaciones del maestro.

Le fue pidiendo que la lamiese, que pasase su lengua por el borde del glande, que se metiese la punta en la boca y la acariciase con la lengua.  También fue guiando su cabeza para meterla lo más profundo posible, hasta que llegaban a darle arcadas, hasta que pudo hacerlo sola.

Cuando sintió que su orgasmo se aproximaba, le avisó, pero ella no se retiró, sino que aceleró los movimientos y se la metió hasta la garganta, mientras presionaba con la lengua.

Su corrida fue directamente al estómago de ella, lamiendo y chupando después hasta dejarla limpia.

Luego se fundieron en un largo beso, hasta que comprendieron que debían separarse, volviendo cada uno por donde habían venido.

Santi fue a revisar sus trampas, que siempre tenía colocadas para mejorar la alimentación, ya que, al no tener refrigerador, no podía conservar alimentos y todo eran latas o legumbres. Solamente variaba su alimentación cuando le traían la comida y cuando cazaba algo.

Tuvo suerte y consiguió un conejo no muy grande, pero que valdría para los tres. Lo despellejó, abrió y limpió, dejándolo al aire sujeto y abierto con unas ramitas. Lo llevó al campamento y se dedicó a encender fuego para asarlo y preparar un puchero con algo de legumbre.

Pasado el medio día, comieron los tres juntos con apetito, y después dijo Santi:

-Voy a mover las ovejas a otros pastos y cuando vuelva tengo que ordeñar las cabras, que tenía que haberlo hecho esta mañana.  Estaré ocupado hasta tarde.

-Me gustaría ver cómo se ordeña. ¿Podré verlo? –Dijo Marta.

-Claro que si. Ya te avisaré.

-¿Y me dejarás ordeñar a mí?

-También, no te preocupes.

Cuando estuvo preparado, la llamó y la llevó junto a unos árboles, donde había atado a las cabras, procurando que no estuviesen a la vista del herido.  Tenía preparado un tronco de árbol donde se sentaba siempre con las piernas dobladas, solo que ahora lo hizo con ellas estiradas.

-Primero prepárame la herramienta. –Dijo sacándose la polla y dirigiendo su cabeza hacia ella.- Y ensalívala bien que luego es toda para ti.

Cuando la tuvo bien mojada, la hizo quitarse el pantaloncito, sentarse en sus piernas abriendo bien las suyas y metérsela por el coño. Le puso una de las cabras delante y le enseñó a poner los dedos sujetando la parte superior de la teta entre el pulgar y el borde de la mano y apretar con el resto de los dedos sucesivamente para sacar la leche.

Una vez que ella pudo hacerlo sola, él se dedicó a acariciar su clítoris. Ella presionaba con los músculos de la pelvis la polla y hacía ligeros movimientos que llevaban a la gloria a Santi.

Ella también sentía espasmos de placer, que le impedían hacer un buen ordeño.

De vez en cuando ella se paraba para disfrutar mejor, pero también lo hacía Santi, por lo que estaba obligada a seguir ordeñando para poder disfrutar.

Después de un buen rato y tres cabras, Santi anunció su corrida.

-Me voy a correr. Me voy a correeer.

Ella aceleró los movimientos, dejando el ordeño y presionando más la polla contra su coño.  El se corrió dentro, pero no la sacó, y la obligó a seguir ordeñando.

No tardó mucho ella en alcanzar su placer, que quedó algo disminuido al presionar demasiado la ubre de la cabra y haciéndole daño, por lo que hizo un movimiento brusco haciendo saltar una buena cantidad de leche sobre ellos y asustándose Marta con todo ello.

Tras esto terminaron el ordeño de las cabras y volvieron al campamento, donde Santi sacó algunos recipientes, encendió nuevamente fuego, calentó la leche, añadió cuajo y dejó todo preparado para elaborar queso, a lo que le ayudó ella entusiasmada. Luego cenaron las sobras de la comida y algo de leche y cuando recogieron todo, se fueron a dormir.  Santi y Marta a un lado y el herido en la otra.

Ya acostados, desnudos ambos, Santi, a la espalda de ella, comenzó a acariciar su cuerpo nuevamente.

-Por favor, Santi. Llevo el coño en carne viva.  Estoy que no puedo más.

-¿Lo has hecho alguna vez por el culo?

-No, nunca. Se que hace mucho daño.

-Déjame hacértelo yo y verás como te gusta. Todas mis amigas lo disfrutan mucho. Confía en mí.

Ella estaba dispuesta a todo por él, por lo que accedió a ello. Santi la puso a cuatro patas y procedió a ensalivarle el ano, mientras acariciaba su clítoris con una mano y le metía los dedos en el coño.

Ella se mordía los labios para no gritar de placer. Él fue metiendo un par de dedos en su ano, aprovechando las dilataciones anteriores, que lo facilitaron enormemente.

Cuando fue suficiente, embocó la polla a su agujero y la fue metiendo lentamente, dejando tiempo para que se acostumbrara, sin dejar de acariciar su clítoris.  Pronto era ella la que se echaba para atrás, y no tardó mucho en tenerla totalmente ensartada.

Recostado sobre ella, no dejaba su clítoris mientras entraba y salía de su ano, cada vez con más facilidad.

-MMMMMM. –Gemía ella en un murmullo- Siii.  ¡Rómpeme el culo! ¡Cómo me gusta!

Santi no había visto a una mujer con tanta sensibilidad en su ano.  Le excitaba tanto que no tardó en llenarle el culo de leche, pero siguió dándole, casi con igual dureza, hasta que ella alcanzó su orgasmo.

El resto de los días que permanecieron allí, fueron similares: follar en el manantial, a media mañana en el manantial o algún bosquecillo por los alrededores, mamadas y comidas de coño a media tarde y enculada por la noche.

Cuando se acercaba el día  en el que venían a traer y llevar cosas, hablaron muy de mañana.

-Santi, quiero dejar a este imbécil que solo vive para él y su deporte. ¿Puedo quedarme a pasar lo que me queda de vacaciones contigo?

-Quería proponértelo, pero no me atrevía. Ahora no puedo darte nada, pero me gustaría ofrecerte toda una vida juntos si me aceptas.

-Sería la mujer más feliz del mundo. Vente a la ciudad conmigo. No gano mucho, pero podremos vivir los dos y cuando tú encuentres trabajo, podremos llevar una vida desahogada.

-Lo siento, no puedo ir a vivir a la ciudad. (Una mueca de desilusión se reflejó en la cara de ella). Al menos  durante mucho tiempo. Mi trabajo está aquí y no puedo dejar…

-¿Pero no querrás ser pastor toda la vida?

-Si me dejaras hablar y no me interrumpieses, te lo explicaría.

-Vale, perdona. Dime.

-Mi trabajo está aquí, y no puedo dejarlo porque soy el heredero de esto y la finca de mis padres, además vivo en la ciudad hasta que termine este año los estudios de veterinaria. Por lo que soy yo el que te pide que vengas conmigo.

-Vaya sorpresa. –Dijo besándolo. –Ya lo decidiremos en otro momento. ¿Qué hacemos con ese imbécil?

-Hablaré con quien venga y lo arreglaré. No te preocupes

Y sellaron su pacto con un beso.

Esta vez vinieron su padre y su madre, a los que explicaron lo ocurrido. Su padre cedió la camisa a Marta, a la que ya le daba igual.  Luego, en un aparte, les explicó la segunda parte. El padre comentó que el vehiculo ya iba bastante lleno, pero que metería una oveja diciendo que estaba enferma, por lo Marta no cabría en él y que volverían al día siguiente a por ella.

Así lo hicieron, lo metieron a él con los quesos, algunas cosas y dos ovejas y como no cabía nada más le dijeron  que ella iría al día siguiente y se marcharon quedando en volver.

No habían hecho más que irse y ya estaban desnudos. Ella se agacho y se puso a chuparle la polla, pero él, después de disfrutar unos momentos, la tumbó y montó un 69 para empezar comiéndole el coño, al tiempo que le metía el dedo medio en el culo, el índice en el coño y con el pulgar daba masajes en la base del clítoris, mientras con la lengua le daba golpecitos y jugaba con él.

Santi, situado sobre ella, le follaba la boca sin parar, hasta que primero se corrió ella y luego la siguió él.

Desnudos y tomados de la mano, fueron dando vuelta por los animales, hasta que se hizo la hora de comer. Con la comida preparada, se acercaron a un ribazo, donde comieron apoyados en el talud. Luego él siguió con la espalda en el talud y ella se recostó en la hierba poniendo la cabeza las piernas de él dispuestos a dormir una breve siesta.

Un poco más tarde, estando Marta con los ojos cerrados, Santi empezó a recorrer con su dedo los bordes del coño en una caricia suave, sintiendo cómo se iban abriendo, pero sin tocar su interior.

-MMMMMMM.  No se si podré aguantar tantos días aquí contigo.

-Tendrás que ir acostumbrándote. –Dijo mientras pasaba el dedo por su centro haciéndolo vibrar y repartiendo ramalazos de placer.

-MMMMMMMMMMM –Gimió, cerrando y apretando las piernas para sentir la caricia más fuerte.

Santi retiró la mano bruscamente y ella volvió a separar las piernas.

-ZASSS. –Le dio una palmada en el coño, sin excesiva fuerza.

Ella sintió el golpe, la presión sobre su clítoris.

-AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH.

-¿Te ha dolido?

-Si y no.  El golpe me ha sorprendido, pero es morboso y excitante.

-Recibirás una cada vez que te muevas. No me interrumpas.

-¡No sabía que te gustaba el sado!

-Hay muchas cosas que no conoces de mí. –Le dijo, volviendo a pasar los dedos por la entrada de su vagina, mientras ella gemía.

-MMMMMMMMMMM

Y así tres semanas más

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