Marta
He puesto los cuernos a mi esposo
Un saludo lectores.
Contacta conmigo una lectora que dice llamarse Marta, me cuenta que tiene cuarenta y dos años, casada desde hace quince y con dos hijos. No se describe físicamente -lo dejo a vuestra imaginación-aunque confiesa que le excita que la consideren milf.
Según la protagonista los hechos son reales y los narro en primera persona según pasaron.
Mi nombre es Marta, donde vivo, trabajo y mi descripción física es lo de menos. Me apunté a unas clases de gimnasia ofertadas y subvencionadas por el ayuntamiento en unos gimnasios municipales.
Mi grupo es reducido, somos diez mujeres, siendo yo la mayor, las otras nueve no llegan a los treinta, lo cierto, es que hemos congeniado de maravilla. Por decirlo de alguna manera, las chicas me consideran una especie de madre y me hacen bastante confidencias.
Nuestro monitor se llama Sid, creo que es su apodo no su nombre verdadero, es portugués, un tipo de color imponente de unos veinte años, casi metro noventa, un verdadero canchas de gimnasio. Tiene revolucionadas a las chicas del grupo, sobre todo cuando da la clase con un pantalón deportivo muy ceñido y corto con una camiseta de un conocido equipo de baloncesto, podría decirse que es bastante chulo, sabe que atrae a las chicas, que tiene magnetismo, aunque como monitor reconozco que es muy eficiente.
Tras acabar la clase y de camino a los vestuarios me llamó mi esposo preguntándome por que había de cena, que los niños tenían hambre. Me invadió la furia y casi lo mando a la mierda tras discutir por teléfono.
Llegué a los vestuarios, las chicas ya se estaban vistiendo. Mi cara debía reflejar enfado porque me preguntaron si me pasaba algo. Les conté la trifulca con mi marido por la dichosa cena, riéndose y bromeando sobre como son los hombres.
Mientras me duchaba oí como la última de mis compañeras se despedía. El agua tibia recorría mi cuerpo y una sensación de total relajación me invadió. Finalmente, cerré el grifo y envolviendo mi húmedo cuerpo con la toalla salí.
Me asusté, apoyado en la pared se encontraba Said, observándome fijamente.
-Que,..., que,..., que haces aquí?, pregunté agarrando con fuerza mi toalla.
El monitor se acercó muy despacio.
-Este es el vestuario de mujeres, no deberías estar aquí.
Said siguió acercándose muy lentamente. Me asusté lo reconozco.
-Si te acercas grito.
El chico se detuvo, en su cara se dibujó una sonrisa.
-No tengas miedo, no voy a hacer nada que tu no quieras.
Me quedé perpleja.
-Vete por favor, imploré asustada, si entrase alguien tendríamos los dos un problema.
-He cerrado la puerta con llave, contestó.
En ese momento, Said se despojó de su camiseta, sus anchos pectorales, el vientre plano con tabletas, y sus poderosos músculos quedaron a la vista.
Quise gritar pero de mi boca no salió sonido alguno.
Retrocedí con cierto temor mientras Said se acercaba a menos de un metro. Mi espalda topó con la pared del vestuario mientras el monitor extendiendo sus manos las apoyó contra el muro quedando yo atrapada.
-Eres tan hermosa susurró, te deseo desde el primer día que te ví.
-Que,..., que tonterías dices, Said, estás loco.
Intenté separarme de él pero no me dejó. Su cara muy lentamente se acercó a la mía, su boca entreabierta, el monitor intentaba besarme. Un rayo de cordura atravesó mi mente.
-Por favor déjame,..., voy,...., voy a gritar.
Said bruscamente se alejó un par de metros sentándose en el banco.
- Vete por favor, supliqué, te juro que no contaré nada de esto.
Said me miró con cara de decepción, bajando su mirada.
-Perdona si te he asustado, te deseo Marta,..., te deseo tanto.
No salía de mi asombro, un hombre al que doblaba la edad, un auténtico cachas, un hombre por el que suspiraban mis compañeras quería acostarse conmigo. Un extraño hormigueo sacudió mi estómago.
- Me siento muy halagada Said,.., pero,..., pero,..., soy una mujer casada.
-Si con un hombre que sólo se preocupa porque le hagas la cena, un verdadero imbécil.
-Si pero ese imbécil es mi esposo, con quien convivo, con quien comparto cama, con quien he tenido dos hijos, repliqué con enfado,por favor debes irte, esta conversación no ha existido.
-No puedo evitarlo Marta, eres,..., eres tan hermosa.
-Por,...., porque yo?, hay cientos de chicas más jóvenes que yo más atractivas, que te harían feliz
-No.,,, no lo sé, balbuceó el joven monitor.
-Mis hijos y mi marido me esperan, debo irme dije dando por acabada la conversación.
Said se puso en pie y asiendo con ambas manos su ajustado short deportivo lo bajó hasta los tobillos. Mi boca y ojos se abrieron como platos, su tiesa verga era tremenda unos veinte centímetros, muchísimo más grande que la de mi marido, ligeramente curvada hacia arriba, gruesa muy gruesa, totalmente depiladas su zona púbica con unos testículo enormes.
Tan absorta estaba contemplando al joven que ni me percaté de su acercamiento,mi boca estaba reseca, mi corazón latía desbocado y mi coño se lubricó como nunca antes.
-Vas a gritar? preguntó Said.
Ni siquiera contesté absorta sin poder retirar la mirada de semejante pollón. El monitor asió mi mano llevándola a su verga.
-Cógela ordenó Said, es tuya.
Como un robot agarré ese pedazo de carne, estaba caliente, ardiendo, notaba la sangre palpitando por el mastl. Mi mano comenzó a subir y bajar masturbando al chico mientras mis defensas de fiel esposa y madre de familia se derrumba an.
Said acercó su boca a mi oreja mordisqueando y metiendo su lengua en el lóbulo.
-Es toda para ti si la quieres, susurró posando su mano sobre la mía incrementando levemente el ritmo de la paja, manchando de precum nuestras manos.
Nos miramos a la cara, Said sonreía dulcemente, su rostro se acercó, entrabrí mi boca y se la ofrecí al joven, sus labios se posaron sobre los míos en un largo y apasionado morreo. Nuestras lenguas entraron en contacto enroscándose mientras nuestra saliva se mezclaba.
Me sentí desfallecer y me abracé al macho mientras seguíamos besándonos.
De repente, el joven se separó un par de metros mirándome con cara de deseo, todavía resuenan en mi cabeza sus palabras.:
-Creo que esa toalla sobra verdad?, dijo mientras se pajeaba con su mano derecha.
Desaté muy lentamente el nudo de la toalla callendo a mis pies. Era la primera vez que estaba desnuda delante de otro hombre que no fuese mi esposo.
-Vaya tetas y que coño, me excitan los coños bien arreglados, y esas piernas tan largas, se jactó Said mientras se masturbaba.
Me giré y más excitada de lo que había estado en toda mi vida mostré mi culo al joven. Muy lentamente Said se acercó y acarició mis nalgas con ternura tomando posesión de éllas.
En volandas el joven me llevó a la ducha accionando el agua caliente, nos besamos con pasión mientras acariciabamos nuestros cuerpos, sentí su tremenda virilidad sobre mí vientre. Levanté mi pierna izquierda cruzandola sobre la cintura de mi amante.
-Fóllame Said,...., Fóllame Said,.., te lo suplico dije con voz entrecortada.
Sentí la dura verga del joven abriendo mis labios vaginales y como muy lentamente profanaba mi sexo la verga de otro hombre que no era mi esposo,llegando hasta lo más profundo de mi útero.
Said comenzó un mete saca brutal, sus manos sobaban mi culo y mis tetas tirando con fuerza de mis pezones, lo cual, me causaba expasmos y gemidos de placer.
-Más,..., más,...., más duro por favor supliqué entre jadeos a mi joven amante mientras me empalaba hasta lo más profundo de mis entrañas.
La fuerza y vigor del joven macho no decrecía mientras me besaba, la mía y chupaba. Un tremendo pollazo hizo que mi cuerpo estallará de placer, tuve el mayor orgasmo de mi vida, mi espalda se arqueó y numerosos espasmos incontrolables sacudieron mi cuerpo mientras Said me abrazaba con pasión y mucha fuerza.
No me importó que alguien pudiese escucharme, Said se salió de mí, noté mis coño totalmente dilatado y como mis fluidos manchaban y pringaban mi entrepierna, me corrí como una perra en celo.
Quedé sentada en el suelo de la ducha mientras mi joven amante se masturbaba frenéticamente ante mí, me incorpore introduciendo su enorme verga en mi boca acariciando sus enormes testículos llenos de semilla caliente.
Incontables trallazos de semen fueron directamente a mi estómago, tosí muchas veces, Said sacó su verga de mi boca corriéndose sobre mi cara, mi pelo y mis tetas.
No os contaré si tengo o no remordimientos, como es mi vida en casa ahora y la relación con mi esposo, lo único que debéis saber es que me he acostado con Said en otras dos ocasiones y mi marido creo que no sospecha nada.
FINAL.