Marlene y Valeria

-¿Te gusta cómo te lo hago?-Preguntó Marlene excitada. -¡Me encanta!¡Mucho!¡Sigue, sigue!-Respondí con voz entrecortada. Otra de las tantas visitas de Mi Gran Amiga. (Ilustrado)

Marlene y Valeria

-¿Te gusta cómo te lo hago?-Preguntó Marlene excitada. -¡Me encanta!¡Mucho!¡Sigue, sigue!-Respondí con voz entrecortada.

Marlene y yo habíamos tenido una buena sesión de fotos.

Para ese entonces yo me había despojado del vestido por lo que ella tuvo la posibilidad de abrazarme por detrás. Cuando lo hizo comenzó a besarme la espalda donde la tela del corsé no alcanzaba a cubrirme. Yo sentía como los vellos de mi cuerpo se erizaban y mis pezones se endurecían debajo de los postizos; sentía su lengua y su aliento girando en toda mi piel. Levantó parte de la peluca y mordió mi cuello por debajo de la nuca. Llevé mis manos hacia atrás y por debajo atrayéndola hacia mí, sentí su vientre y el calor de su cuerpo. Mientras tanto ella mordía los costados del cuello, incliné la cabeza hacia un lado para permitirle que extendiera la caricia.

Ella comenzó a empujar su vientre sobre mis nalgas imitando un movimiento de penetración. Adiviné lo que deseaba hacer así que soltándome de su abrazo me dirigí a la cama, subí a la orilla y me coloqué en cuatro levantando el trasero y descansando la cabeza sobre la cama.

-¡Me encanta tu trasero!-Dijo Marlene mientras se acercaba para colocarse detrás de mí.

Colocó sus manos sobre mis nalgas y las masajeó suavemente, cerré mis ojos e imaginé la visión que ahora tenía de mí. Alternaba el masaje con movimientos que abrían y cerraban mis nalgas con fuerza. Y entonces sorpresivamente se acuclilló y hundió su rostro entre mis nalgas. Sacó su lengua y recorrió toda la hendidura de arriba abajo. Su saliva comenzó a humedecer la tanga y decidió hacerla a un lado colocándola sobre mi nalga izquierda.

Teniendo el camino libre llevó nuevamente su lengua a la hendidura y otra vez comenzó a recorrer de arriba abajo. Había momentos en que entretenía su camino deteniéndose en el ano el cual picaba vigorosamente ayudándose con las manos para abrir las nalgas al máximo. Liberó mi pene y mientras picaba mi ano con su lengua con una de sus manos me masturbaba.

Después de un rato se incorporó y tomó el consolador que se encontraba sobre la cama y lo comenzó a restregar en toda la hendidura de las nalgas. Este comenzó a embarrarse de su saliva.

De repente se detuvo y se levanto dirigiéndose hacia un mueble y de un cajón sacó un paquete de condones, extrajo uno y después de quitarle la envoltura comenzó a colocarlo en el consolador. Yo no me moví, me mantuve en la posición, mi respiración se agitó y esperé a lo que ella decidiera.

-¡Ahora sí cariño, te daré el placer que tanto deseas!-Me dijo acercándose y colocando el consolador entre sus piernas a la altura de su sexo.

Volví a descansar mi rostro sobre la cama levantando más las nalgas para quedar a la altura adecuada. Permanecí expectante.

Marlene volvió a acuclillarse detrás de mí, sentí un poco de decepción pues yo pensé que con el consolador donde se lo había puesto se colocaría detrás de mí y lo restregaría en mi trasero como si ella fuera un chico. A cambio acercó el consolador a la punta de mi pene y con la otra mano haló mi piel exprimiendo el líquido acumulado. Este cayó sobre el consolador y ella lo repartió con sus dedos. Cuando ya no hubo más líquido que extraer me dijo:

-¿Estás lista para disfrutar cariño?¿Quieres que te penetre?-

-¡Sí, por favor, házlo!-Le supliqué.

Colocó la punta del consolador sobre el ano y empujó con suavidad, yo relajé mi esfínter y una pequeña porción de la punta logró introducirse. La retiró y repitió el movimiento esta vez con un poco más de fuerza. Sentí que la cabeza del consolador había logrado penetrarme. Sentí un poco de dolor y le hice una seña para que no continuara, era necesario que el dolor desapareciera y que el ano se acostumbrara al grosor del intruso.

Cuando me sentí más relajada le indique con otra seña que continuara penetrándome. A cada empujón del juguete yo asentía con la cabeza diciéndole que todo estaba bien. Por fortuna el condón era lubricado y después de un rato todo el juguete había desaparecido dentro de mí.

-¡Ay cariño!¡Cómo te envidio!-Dijo Marlene emocionada.

Comenzó a sacar y a empujar el juguete simulando la penetración. El juguete raspaba las paredes de mi recto haciéndome sentir un poco de dolor. Pero dejé que ella continuara. Sabía que ese dolor desaparecería de un momento a otro.

Entonces Marlene se levantó y se colocó detrás de mí. Tal y como lo había deseado desde el principio. Se acomodó de tal forma que el juguete quedó a la altura de su sexo; puso su mano izquierda en mi cadera y comenzó a empujarse hacia delante imitando el movimiento de penetración de un hombre.

-¿Así está bien?-Me preguntó

-¡Sí, así está bien!-Le respondí entre gemidos.

-¿Sientes rico?-Dijo ella

-¡Mucho!-Y gemí de nuevo.

-¿Te gusta cómo te lo hago?-Preguntó Marlene aún más excitada.

-¡Me encanta!¡Mucho!¡Sigue, sigue!-Respondí con voz entrecortada.

Incrementó la intensidad del movimiento, cerré mis ojos y me dispuse a disfrutar. Sentía una cosquilla deliciosa en los pliegues del ano; la cosquilla se extendía hasta la punta de mi pene completamente erecto.

Me sentía sumisa en esa posición, ella tenía el control de todo mi placer. Me encantaba que estuviera aferrada a mis caderas empujando cada vez con más fuerza. Lo disfrutaba igual que cuando era yo quien la penetraba en esa misma posición. Me gustaba ver su espalda, su cabello cayendo hacia delante, tal y como yo me veía en ese momento.

Era rico contemplar su culo desde arriba, mirando mi pene dentro de ella, escuchando sus gemidos, con la tanga echa hacia un lado y sobre una de sus nalgas. Solo que ahora ese lugar lo estaba ocupando yo.

Continuó penetrándome en la misma posición hasta que con un movimiento de mi mano le pedí que se detuviera.

-¿Ocurre algo? ¿Te he lastimado?-Preguntó Marlene con un gesto de preocupación.

-No, no ocurre nada, simplemente quiero que me penetres de otra forma, que me cumplas mis fantasías, ¿lo harías?-Dije con voz melosa.

-¡Por supuesto que sí!-Dijo ella y se retiró un poco. Cuando lo hizo, de manera involuntaria mi ano empujo el juguete hacia fuera. Puse mi mano sobre la base de este para evitar que cayera y lo fui sacando poco a poco. Cuando todo estuvo fuera me incorporé y con piernas tambaleantes tomé una almohada la cual coloqué a la orilla de la cama mientras que con la otra mano sostenía el juguete.

Acto seguido me coloqué de espaldas a la cama y me senté sobre la almohada, sin embargo la intención era acostarme de manera que mis nalgas quedaran levantadas, ¡sí! Yo buscaba que Marlene me penetrara frontalmente.

Me acomodé y levanté ambas piernas.

Se acuclilló nuevamente y abriendo mis nalgas con los dedos de una mano, introdujo el consolador hasta el fondo.

Se mantuvo un rato empujando y sacando el juguete. En esa posición ya no sentía ninguna molestia y entonces a la vez que me bombeaba comenzó a masturbarme nuevamente.

Yo no cabía de gozo por el placer que me estaba proporcionando. Se estaba cumpliendo una de mis fantasías más anheladas que era precisamente eso, que ella me penetrara de esa forma. Ella no dejaba de hablarme tiernamente.

-Bueno Valeria, voy a cumplir tu siguiente fantasía-Dijo Marlene, y entonces se colocó de frente a mí. Sí, se trataba de que me haría el sexo oral mientras me tenía penetrada.

Beso la punta de mi pene, paso su lengua por la cabeza y de un solo movimiento lo desapareció dentro de su boca.

Se retiraba y succionaba; el juguete seguía dentro de mí. Y entonces mientras mamaba mi pene empujaba con su pecho el juguete; era un placer indescriptible y una de las visiones más cachondas que jamás había tenido.

Incrementó ambos movimientos en franca sincronía. Sentí que mi venida estaba por llegar y sabía que tendría que ser abundante; yo soñaba con inundar su boca con mi semen.

El movimiento de su boca devorando mi pene se volvió frenético y ya no aguanté más, y espasmo tras espasmo y gemido tras gemido me vine dentro de su boca; ella succionaba con avidez y tragaba el semen expulsado. Mi ano se contraía presionando el juguete de una manera deliciosa, imaginé que era un hombre y que éste estaba viniéndose dentro de mí.

Todo volvió a la calma. Ella se retiró saboreando sus labios. Yo me encontraba extasiada, con los ojos cerrados, sintiendo los últimos espasmos de mi pene y a la vez los últimos movimientos de mi ano sobre el juguete. Continuaba con las piernas dobladas hacia arriba.

-¿Me ayudas a retirar el juguete?-Le dije con voz entrecortada.-Pero házlo lentamente, por favor-Rematé.

Y tomando la base del juguete procedió a extraerlo lentamente.

Yo sentía como mi ano se iba relajando poco a poco. Mi pene había perdido la dureza y mis piernas estaban entumecidas por el largo rato en la misma posición.

Cuando todo el juguete estuvo fuera me mantuve en la misma posición.

-Te ves maravillosa, así, relajada, después de haber recibido ese placer. Me alegra haber cumplido tus fantasías. Ahora estás en deuda conmigo-Me dijo Marlene con entusiasmo.

-Sí, no imaginas cómo lo disfruté. Espero que nos veamos pronto nuevamente, quiero saldar esta deuda contigo-Le dije tratando de incorporarme.

Así terminó una de las tantas noches que he pasado con Marlene.