Marivi la mujer del jefe
Trabajo en una empresa familiar, el trabajo empieza a amontonarse y mi jefe decide que sea su mujer quien me ayude, al final el roce hace la amistad.... y algo mas.
Trabajo como contable en una empresa familiar del sector de Construcción y Obra Civil, a la que le va muy bien, es una empresa pequeña y por eso al final acabas haciendo de todo un poco, lo mismo contabilizas que atiendes al teléfono o descargas un camión con la carretilla de la nave, vamos lo que toque en ese momento.
El caso es que llevaba un tiempo bastante liado y algo agobiado ya que nunca llegaba a nada, siempre corriendo, siempre entrando el primero y saliendo el último, en pocas palabras que metía más horas que el reloj en esa oficina.
Lo único bueno era lo que cobraba y la relación que tenía tanto con los trabajadores como con los jefes, extraño si tenemos en cuenta que los trabajadores rara vez estaban por la oficina y mi jefe tampoco pasaba por allí muy a menudo, pero aun así cuando nos juntábamos era como si más que jefe fuera un colega, siempre estaba de buen humor y se preocupaba por nosotros, por saber cómo estábamos y como iba no solo nuestro trabajo sino nuestras situaciones familiares.
Luego los viernes cuando la gente venía de las obras, al finalizar la jornada nos echábamos unas cervezas todos juntos y solíamos comentar como había ido la semana y como se presentaba la siguiente pero también se hacía piña.
El caso es que un día de tantos que me quede hasta tarde en la oficina, tocaron el timbre de la oficina y por inercia y como hacía casi siempre abrí sin preguntar quién era, ya que por la hora imagine que sería algún trabajador o el propio jefe, sin embargo cuando me levante para acercarme a la ventanilla para ver quién era, observe que ahí de pie estaba una rubia espectacular, con una sonrisa de oreja a oreja y con ropa deportiva.
Me quede un poco extrañado ¿quién era esa mujer?, ella se presentó como Marivi la mujer del jefe, yo me quede confuso, ya que aunque mi jefe no es muy mayor (46 años) ella se la veía una mujer bastante más joven que él.
Por lo que le abrí para que tuviera acceso a las instalaciones y me encontré a una mujer cañón un bombón de metro setenta, con unas curvas de escándalo que se realzaban más por las mallas que llevaba, coronados con una hermosa cara, ojos grandes y negros como el azabache con una bonita sonrisa de labios carnosos y dientes blanquísimos y perfectos, que con ese color aceitunado que tenía por piel la hacían adorable y muy deseable.
Ella me dio dos besos y se excusó por presentarse con esas pintas pero venia del gimnasio y Alberto (mi jefe) le había indicado que se pasara por aquí antes de ir a casa para coger unos papeles que tenía encima de la mesa, ya que mañana saldría temprano y no quería pasar por la oficina.
Por lo que la acompañe hasta el despacho de Alberto y le di los papeles, apenas comentamos nada pero si me indico que ya tenía ganas de conocerme, ya que Alberto le hablaba muy bien de mí.
Yo le sonreí y le agradecí el comentario, cuando le entregue los papeles cortésmente le cedi el paso en un principio por ser educado pero también porque quería poder ver ese culito perfecto en forma de cereza y pude comprobar cómo se le introducían las mallas entre sus cachetes, ver esa imagen hizo que mi polla reaccionara, por lo que decidí dejar de mirar ya que la situación podría ser muy brusca.
Y menos mal que lo hice ya que al llegar a la puerta se giró bruscamente y dándome dos besos en la mejilla se despidió de mí.
Cuando se fue no pude dejar de pensar en ella, en lo buena que estaba, en esas curvas tan bien moldeadas y duras, en esa boca y esa mirada, una mirada felina, uff como me ponía el recordar esa mujer y la suerte que tenía mi jefe.
Así pasaron los días, y lógicamente con el día a día, deje de pensar en esa mujer prohibida. La rutina me tenía muy ocupado.
A los pocos meses uno de los pocos días que Alberto andaba por la oficina me llamo a su despacho, cuando pase me indico que me estaba viendo bastante liado y que estaba pensando en ponerme un apoyo, yo aplaudí su idea y le hice ver que era lo mejor, el me pregunto qué era lo que necesitaba, yo le dije que con que me contratase a alguien para que me contrastara los albaranes y me cogiese el teléfono ya me quitaba muchísimo trabajo.
Tras esto Alberto me dijo que si me parecería mal que su mujer fuera la que me ayudara en la oficina.
Al decirme esto yo le dije que a mí me daba igual quien fuera siempre que el que entrara me ayudara a las labores que habíamos comentado anteriormente.
El me comento que tenía miedo de que me pudiese enfadar o sentir incomodo por ser su mujer la que entrara, a lo que yo le quite importancia ya que me daba igual, necesitaba ayuda y no pensaba rechazarla por nada del mundo.
Al lunes siguiente, apareció ella, casi no recordaba lo hermosa que era, dios mío y más cuando la vi, que venía tan bien vestida, nos volvimos a presentar, y nos pusimos a trabajar, ella venía con ganas, ya que me indico que estaba aburrida de estar en casa que ella no había nacido para estar en una casa haciendo las labores de la casa y menos sola.
Pasaron las semanas y la relación entre nosotros se iba afianzando, ella además de ser guapa era muy agradable y no rehuía ningún tema de conversación, ya fuera política, moda, deporte e incluso el sexo, y eso me encantaba, por lo que pronto poco a poco nos íbamos conociendo y compenetrándonos mejor.
No sé cómo fue exactamente, pero poco a poco esa relación cordial y amable pero siempre desde un punto de vista profesional, fue pasando a una relación más informal y amistosa, las conversaciones eran más picantes, casi exclusivamente de sexo, no se todo se hablaba con mucha naturalidad.
A la vez que la relación entre nosotros cambiaba sentía como ella también poco a poco estaba cambiando su vestimenta, en un principio vestía de forma profesional pero sin dejar elegante y bien vestida, paso a ser más coqueta y sugerente, cada vez venía con más minifaldas con pantalones más ajustados, escotes más prominentes sin llegar a ser exagerados pero permitiendo ver más carne, no sé cómo explicarlo pero sin llegar a ser brusco el cambio cada vez era mas evidente.
Yo había días que lo pasaba francamente mal para no quedarme hipnotizado por esos escotes que dejaban ver ese par de tetas que pedían a gritos salir de su prisión, o esas piernas infinitas y bien bronceadas y moldeadas por las horas de gimnasio, así como ese culito, el mejor culo que nunca había visto, y que hacía que un simple vaquero se convirtiera en una obra de arte.
Y de repente parecía como si la oficina se nos hiciera pequeña, como si no hubiese suficiente espacio para pasar sin rozarnos, o poses en principio inocentes pero que enseñaban esos encantos que antes estaban ocultos, situaciones incomodas que ninguno de los dos parecíamos malinterpretar pero que cada vez se repetían más a menudo de la cuenta.
Así hasta que un día como otro cualquiera ella se había ido al almacén que usábamos como archivador y estaba recogiendo alguna caja de papeles cuando aparecí yo por ahí para recoger alguna documentación que había cogido de otro año cuando me quede de piedra, allí estaba ella encima de la escalera con una minifalda que a duras penas le llegaba a medio muslo subidas casi hasta la cintura debido a la posición que se encontraba en la escalera por lo que la imagen que me ofrecía era espectacular, podía ver esas piernas esbeltas e infinitas en sus medias, e incluso vi que llevaba un tanga negro ya que se veía un triangulito negro que se perdía entre sus cachetes, la verdad que me hubiese quedado toda la vida observando esas vistas tan hermosas pero no me parecía correcto por lo que carraspee un poco para avisarla que estaba ahí, ella al darse cuenta y querer mirar hacia la puerta se le venció la caja y casi la hace caer de no ser porque rápidamente me abalance y la sujete como pude.
Aunque no pude evitar agarrarla de uno de sus glúteos y también toque parte de uno de sus pechos, y he de reconocer que fue impresionante la sensación de tocar un glúteo tan duro y un pecho tan firme, lógicamente ella coloco bien la caja y quite rápidamente las manos de su cuerpo para afianzar la escalera, ella bajo rápidamente, se la veía apurada y colorada, se colocó la falda bien y en un imperceptible susurro me dio las gracias por ayudarla y se escapó a su mesa.
Yo aún me quede un poco más recogiendo las hojas que se me cayeron por sujetarla a ella, pero también en parte para que mi mente dejase de recordar ese momento y poder ir a la oficina más tranquilo.
Cuando llegue a la oficina ella estaba en su mesa tocándose un tobillo al parecer se lo había golpeado y le dolía, yo me ofrecí a llevarla al médico pero me dijo que no había sido nada, que lo olvidara, luego cuando fuera a casa se tomaría algo para el dolor.
Yo me arrodille le cogí el tobillo suavemente y le quite el zapato, ella se sorprendió en un principio pero me dejo hacer.
Le palpe un poco el tobillo no parecía que estuviese hinchado ni se apreciaba ningún moratón, tan solo un pequeño agujero en las medias, y un raspón, por lo que comencé a realizar suavemente algún movimiento para ver si tenía alguna limitación.
Subí un poco hasta el gemelo para masajearlo a lo que ella dio un pequeño respingo en su silla como de sorpresa, pero rápidamente se dejó hacer, yo estaba centrado en el tobillo, parecía un fisioterapeuta profesional y todo, cuando mire para arriba y la vi observando fijamente, con una mirada vidriosa como de lujuria y unos colores que la hacían deseable, baje la mirada para apartar mis deseos de mi cabeza pero me di cuenta que a la altura de mis ojos tenía el sexo prácticamente a mi alcance ya que con el movimiento que hice para colocarme entre sus piernas y quitarle el zapato para la exploración del tobillo estaba en un lugar inmejorable para tener las mejores vistas de su zona mas intima.
Fue ahí cuando mi cabeza ya estaba a todo tren, el deseo me cegaba y mi polla ya no hacía caso es como si tuviera vida propia y quisiera salir de su prisión.
Casi de manera autómata mis manos comenzaron a subir por su pierna, hasta la rodilla, ahí es cuando hice un pequeño paréntesis, pero como si ella estuviera leyéndome la mente, sentí como abrió un poco más las piernas y se acomodó sacando el culo para afuera, en el limite de la silla, a lo que alce la vista y ahora si veía perfectamente esa braguita negra, es más la tenía a escasos centímetros de mi cara.
Levante la mirada y la vi observando con detenimiento completamente ruborizada y mordiéndose un labio, por lo que me envalentoné y apoyando ambas manos en sus muslos desnudos los deslice suavemente hasta quedar a escasos centímetros del comienzo de su minifalda, ella me paso una mano por el pelo a lo que yo en un movimiento rápido me incorpore cogiéndola por la cintura y levantándola de la silla di un giro de ciento ochenta grados para ponerme frente a la mesa y con suavidad dejarla sobre la mesa.
Ahora si la excitación y el morbo me hacía estar fuera de mi comencé a amasar esos pechos y a comerle la boca como si no hubiera un mañana.
Marivi no solo no imponía objeciones sino que sus piernas se enroscaron a la altura de la cintura para que no me pudiera escapar, aunque si pensaba que lo iba hacer es que no me conocía.
Sentir como esos pezones se hinchaban a cada roce me excitaba, me embrutecía hasta límites insospechados, y tentado estuve de hacer añicos esa blusa, pero me contuve y se la abrí sin dejar de besarnos, hasta que al ver que la había desabrochado totalmente deje de besarla necesitaba observar esos pechos duros y turgentes, esos pezones amenazantes, por lo que ella rápidamente arqueo la espalda un poco y con un ligero movimiento deslizo un sujetador negro de encaje dejando al aire dos hermosos pechos, ni muy grandes ni muy pequeños simplemente perfectos y hermosos con dos grandes aureolas coronados por dos pitones salientes y amenazantes.
Me lance como un obseso a chupar y mordisquear esos pechos que me tenían loco de placer, ella suspiraba y con una mano en el paquete se pegaba a mi como queriendo sentir mi polla en su conejito.
Yo mientras masajeaba un pecho succionaba el otro, y así cambiaba de uno a otro, hasta que suavemente comencé a deslizar una mano por su duro vientre hasta llegar a su sexo, y comencé a rozarlo por encima de la braga, pude sentir como la braguita estaba algo húmeda, le palpaba con toda la mano, la rozaba, sentí como una protuberancia y comencé a frotarla suavemente con el dedo gordo mientras que con el resto deslizaba la braga a un lado para poder tocar directamente ese hermoso conejo.
Me sorprendió nuevamente ver que casi no tenía pelo, estaba muy bien cuidado, aunque viendo como era ella tampoco me extraño encontrarme un coño tan bien cuidado, la humedad era evidente.
Ella se dejó caer en la mesa a lo que aproveche para bajar a ese coño húmedo y deslizarle tanto la minifalda como ese tanguita negro que llevaba para disfrutar de esa hembra.
Casi en el mismo instante que le toque la pepita hinchada con la lengua pude ver y sentir como un orgasmo brutal invadía ese hermoso cuerpo, como se arqueaba y tensaba como si una intensa sacudida le recorriese por todo su cuerpo, era indescriptible la sensación que tenía.
Para mí era como una droga el sentir a esa hermosa mujer deshacerse entre mis manos, por lo que lejos de parar mi mamada continúe succionando su botón cada vez más sensible e hinchado, a cada roce a cada toque ella apretaba más si cabía sus piernas sobre mi cabeza, me tiraba de los pelos y me aprisionaba la cabeza teniendo incluso problemas para poder respirar, pero aun así no deje de comerme ese conejito que estaba en su punto, mientras con mis manos pellizcaba los pezones o estrujaba sus pechos, ella se la veía muy sensible a cada roce o caricia se tensaba, su respiración era agitada, incluso llegando a chillar e incluso blasfemar.
Así hasta que de repente se relajó se quedó inmóvil, momento que aproveche para besarla y dejar que saboreara sus propios fluidos, fluidos que impregnaban toda mi cara, y lejos de darle reparo o asco me respondió con un beso intenso y sensual.
Tras esto ella tomo el mando de las actuaciones, se incorporó y sin dejar de besarme me dio la vuelta, ahora era ella la jefa de la situación, se arrodillo y me desabrocho los vaqueros, y con un movimiento rápido me bajo hasta los tobillos pantalones y calzoncillos, liberando por fin mi polla venosa y amenazante.
Ella se quedó un momento quita mirándome la polla, momento que aproveche para cogerla y orientarla hacia su boca, mientras me masturbaba suavemente.
Tras ese parón ella, me cogió la polla con una mano y comenzó a darme besitos húmedos y calientes en la cabeza de mi polla, alternándolo con lametazos en los laterales del tronco, sin dejar de pajearme la base de la polla.
Yo estaba disfrutando al máximo, me deje hacer, cerré los ojos y levante la cabeza para sentir todas esas sensaciones.
Cuando creí que no podría disfrutar más de esa mamada, me equivocaba, metiéndose prácticamente media polla en esa boquita de mamadora profesional, comenzó a mover su lengua con movimientos circulares sobre mi glande, a la vez que con la mano que no me pajeaba me rozaba suavemente con sus uñas los huevos, uff eso fue bestial un escalofrió recorrió toda mi espalda y a punto estuve de correrme en su boca.
En ese momento abrí los ojos y la mire, ahí estaba haciéndome una de las mejores mamadas de mi vida y clavándome su mirada, si la cosa seguía así no duraría mucho más.
Por lo que la cogí por las axilas y la levante para apoyarla contra la mesa, y así de espaldas como estaba pude observar ese culito durito y terso, le di una nalgada, a lo que ella protesto, pero no le hice mucho casi y le volví a dar otra nalgada en su otro glúteo.
El color rojizo que estaba cogiendo me encanto y comencé a chuparle el orto, ella se arqueaba e intentaba mirar lo que hacía pero yo con ambas manos le habría ese culo y le pasaba la lengua desde su clítoris hasta el perineo.
Hasta que ya no pude más me cogi la polla y me incorpore para penetrar ese coño que me pedía guerra, con mi glande comencé a jugar con sus labios vaginales, mientras ella intentaba clavarse mi polla echando su culito hacia atrás, tras un rato así decidí que ya era hora de probar mi segundo agujerito, coloque una mano en los hombros de Marivi para que no se moviera y pusiera su culito más en pompa, apunte mi glande hacia la entrada húmeda de su cavidad, y de un fuerte golpe de cadera le introduje más de la mitad de la polla en su interior.
A pesar de estar lubricada, Marivi dio un chillo mitad impresión mitad de dolor, yo me quede inmóvil quería disfrutar ese momento, sentir esa cavidad húmeda absorber mi miembro, la imagen era alucinante y quería que quedase grabada en mi mente, después le di una nalgada con la mano libre, y cogiéndola por la cintura, comencé un suave mete saca.
Cuando vi que Marivi se relajaba volví a dar un fuerte golpe de cadera que permitió que entrara toda mi polla en su cavidad, chocando mis huevos con su clítoris y pinchándome con los cuatro pelos que tenía encima de su clítoris, nuevamente volvió a chillar y a quedarse inmóvil, con una mano en mi cintura intentaba sacarme de encima pero yo no iba a desaprovechar ese momento y apoyando mis manos en sus hombros me deje caer para introducir totalmente mi polla en su coño, cuando sentí que nuevamente se volvía a relajar comencé a penetrarla suavemente le sacaba casi toda la polla para enterrársela nuevamente de un fuerte golpe en su interior, así varias veces, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, me volví a incorporar le subí una pierna la mesa y cogiéndola por la cintura imprimí un ritmo frenético y violento, a lo que ella respondía con fuertes gritos, sin embargo cuando mi espalda y frente comenzaron a perlarse por el sudor, pude sentir como un potente orgasmo bañaba mi polla en el interior de esa cavidad y como ella bajaba la pierna y se tumbaba contra la mesa quedando desmadejada, inmóvil.
Yo al sentir ese orgasmo humedecer mi vello púbico solté sus caderas y estrujando fuertemente sus pechos, me volví a echar encima de ella.
En un susurro le indique si tomaba algo, a lo que ella me dijo que si, por lo que al oír eso le di dos envites más y me corrí como hacía tiempo que no lo hacía en el interior de esa hermosa mujer, quedándome inmóvil sobre ella hasta que al cabo de un rato y de manera natural por la pérdida de la erección mi polla salió de su interior.
Pude ver como varias gotas de lefa le corrían por los muslos, ella se volvió hacia mí y con una sonrisa pícara me paso sus brazos por mi cuello y me beso con pasión nuevamente a lo que yo respondí.
Nos vestimos y fuimos a nuestras respectivas mesas sin articular palabra, así hasta que llegó la hora de salir del trabajo.
Entonces Marivi me pregunto que tenía pensado hacer, si tenía algún plan para esta noche.
Yo le conteste negativamente, ya que no tenía ningún plan, y me dijo si quería ir a su casa a cenar ya que como muy bien sabia esa semana su marido estaba de viaje y no volvería hasta el viernes.
En base a la aceptacion que tenga el relato continuare con nuestras posteriores quedadas.
Un saludo.