Maritza una hija cariñosa
Maritza es un ajoven de 16 años, que aprovecha la ausencia de su madre para hacer el amor con su padre.
Maritza, una hija cariñosa.
Maritza, es una joven de 16 años de edad, recién cumplidos, a la que podríamos describir de la siguiente manera: 1.58 de estatura, de contextura delgada, senos pequeños coronados por unos hermosos penzones color café oscuro, nalgas enjutas pero duras, vientre plano, muslos delgados pero bien formados rematados en unos hermosos pies pequeños, una frondosa cabellera negra, larga que le llega un poco mas abajo de los hombros, una tupida mata de vellos rizados en el pubis, que cubren totalmente sus labios vaginales y que es su mayor orgullo, una cara normal de rasgos suaves pero firmes, donde sobresalen unos hermosos ojos negros.
Maritza termina de darse una larga ducha, es domingo por la tarde, se para frente al espejo, revisa a través de este su cuerpo entero, se mira desde varios ángulos, abre los brazos, se acaricia los pequeños senos, luego baja ambas manos a su virginal vagina, abre suavemente los labios dejando ver la rosada mucosa de las paredes internas, le lanza un besito, sonríe y dice en voz alta, desnuda tu llamas mucho la atención y le da una leve palmadita con su mano derecha a los labios de su hermosa cuquita, pero vestida mi cara y sobre todo mis ojos, luego lanza un corto pero intenso suspiro, se dirige a la cama, toma las pantaletas rosadas entre sus manos, las sopesa, pasados algunos segundos las vuelve a guardar en la cómoda y con desgana se coloca la franela que utiliza para dormir.
Maritza sale de la habitación, se dirige al pequeño salón, donde se encuentra su padre viendo la televisión.
Papá a que hora viene mamá
Pues no lo sé, aunque yo creo que mañana, ya que tu tío sigue igual.
Y como lo sabes.
Tu mamá llamo, mientras te bañabas.
Por que no me avisaste.
Por que te estabas bañando.
Eso no es excusa, igual hubiera salido.
Si sobre todo eso, ja ja ja.
Bueno, tu siempre dices lo mismo y yo no me burlo.
Maritza se sienta, frente a su padre en forma negligente, debido a la postura asumida la franela deja casi al descubierto uno de sus muslos. Roberto que así llama el padre, mira a la chica, fijado su mirada en la pierna semi desnuda, pasados algunos segundos, sigue viendo la televisión.
Maritza, se queda pensativa, viendo sin ver la televisión, voltea hacia su padre y con una enigmática sonrisa, exclama, Papá
Dime
Que vamos a hacer esta noche.
A que te refieres.
Bueno, a que vamos a comer
Lo que tu quieras, podemos pedir una pizza, tu decides.
Entonces yo mando, lo que yo quiera.
Claro, acaso no eres mi reina.
Mientras hablan Maritza, gira sobre su asiento, levanta una pierna, apoyando su barbilla sobre la rodilla, es esta posición su padre tiene una ligera pero muy sugestiva visión de la entrepierna de su hija y una completa perspectiva de las piernas ahora totalmente descubiertas de la chica.
Debido al inesperado espectáculo que le esta presentando su hija, la mirada de Roberto que fija en el nacimiento de los muslos, logrando distinguir entre la negrura del vello pubico la fisura que separa los labios vaginales. Maritza continua pensativa é inocente a la insistente mirada de su padre a sus partes púdicas, dobla la otra pierna, cruzando sus brazos alrededor de ambas piernas, apoyando su barbilla entre ambas rodillas, dejando los pies un poco separados. En esta posición dejaba a la vista la fina ranura que separa los gruesos labios vaginales, la visión sobre esta parte del cuerpo de su hija es clara, puede observar con lujo de detalles el espeso bosque de vellos, la negrura de los vellos, que casi duplica la intensidad del color con respecto a la bella cabellera de la joven.
Esta hermosa y provocativa visión, tiene efectos inmediatos en el pene de Roberto, la erección es inmediata, la cual no puede ocultar por lo ligero de los pantaloncillos que lleva puesto, cruza las piernas y se pone de lado, tratando de manera infructuosa ocultar la erguida verga.
Maritza ve el nerviosismo, le va a preguntar que le pasa, cuando cae en cuenta de su posición, que no lleva pantaletas, lo cual deja al descubierto su peluda cuevita, su primera intención es bajar las piernas y terminar con el espectáculo, pero desiste, la situación la divierte y la excita a la vez.
Pasan unos minutos de tenso silencio. Silencio creado y alimentado por motivos diferentes, el padre recreándose visualmente de la panorámica que le ofrece su hija en forma impúdica, y la chica buscando en su mente la manera de sacarle un provecho a la situación que ella a creado. La mente de Maritza trabaja afanosamente, luego abre mas las piernas, se lleva una mano a la velluda vagina, a la vez que da un ligero brinco sobre el asiento acompañando esta acción un pequeño grito.
Roberto se sobresalta, retrocediendo o mejor tratando de retroceder el torso de su cuerpo pegándolo completamente al respaldo del mueble, pero sin retirar la mirada por un segundo. Maritza a consecuencia del pequeño brinco, sus desnudas nalgas se apoyan en los talones, las piernas totalmente abiertas, en forma descarada, mostrando ahora en forma generosa é impúdicamente los rollizos labios vaginales cubiertos por la frondosa pelambre rizada, la joven se pasa repetidamente la palma de la mano hermosa cuca, a la vez que soba se queja repetidamente. Por fin Roberto sale del sopor producido por el movimiento desenfadado de la joven y pregunta
Maritza, que te paso, - pero sin variar su posición y sin cambiar la dirección de su mirada. - estas bien.
Algo me pico, como duele, me arde.
Tranquila, seguro es algo en el mueble, tú eres muy desordenada.
No, es una picada.
Bueno, ya paso, quédate quieta.
Papá, por favor me pica, por revísame
Roberto se pone en pie, se ha olvidado momentáneamente de la enorme erección, se arrodilla frente a su hija, exclamando, yo no veo nada.
Papá, por acércate más, ve bien. al decir esto la chica con una sonrisa en sus labios, abre con sus dedos, los gruesos labios vaginales.
Roberto se acerca lo más posible a la virginal vagina que le es mostrada en toda su plenitud, Maritza se mueve en forma libidinosa, buscando el contacto con el rostro de su padre, este siente el voluptuoso olor que despide la hendidura, el calor de las piernas de la chica le calienta las orejas, el hombre devora con los ojos el magnifico paisaje que le es presentado, pasan los segundos, la joven mantiene abiertos los gruesos y preciosos labios vaginales.
Entonces, papá dime que ves.
Pues yo no veo nada.
Que no ves nada, estarás ciego, por me sigue picando.
Donde.
Maritza, suelta unos de los labios, y pasando su mano por detrás de sus piernas, pone sus dedos cerca de su ano, indicando que es allí, donde más le pica, anda pasa la mano. Roberto con mano temblorosa, recorre con sus dedos toda la superficie desde el diminuto ano hasta el monte de Venus, dándose cuenta de la incipiente lubricación vaginal. Al final Roberto, exclama, no veo nada, debe haber sido algo que estaba en el mueble, tú eres muy desordenada y siempre dejas las cosas tiradas por allí, ten mas cuidado, y evitaremos accidentes, te imaginas si le pasa a tu madre.
Pero a pesar de que quería darle seguridad y tranquilidad a sus palabras, se notaba un ligero temblor en la voz de Roberto y su mirada no se apartaba ni un segundo de la hermosa rendija, luego dándose cuenta que su hija daba muestras de estar cansada de mantener la posición, en contra de su voluntad se levanta dando un ultimo vistazo a la juvenil hendidura.
Roberto al ponerse de pie, deja ver la enorme erección, que se muestra en forma insolente ante los ojos de su hija, Maritza sigue el ejemplo de su padre, parándose al frente de este, su franela cubre las delgadas piernas de la chica, aunque ella continua sobándose por encima de la ropa la vagina, luego baja su mirada posándola sobre el erecto pene, acerca su mano y lo soba por encima de la delgada tela.
Papá que es esto. La mirada inocente de la chica se contradice abiertamente con la acción de la mano.
Basta, Maritza, deja. Pero no hace ningún movimiento para impedir las caricias de su hija.
Anda papá, dime que es, déjame ver, anda por favor.
Pero, Maritza, tu sabes que es, es mi pene
Enséñamelo, anda por favor, déjame verlo, por favor y uniendo la acción a sus palabras, coloca sus manos a los costados de Roberto bajando los pantalones cortos del pijama, dejando al descubierto el erecto pene.
La verga al quedar libre de vestiduras, se muestra erguido, irreverente, altanero, si se quiere insultante, Maritza toma el hermoso ariete con las dos manos, lo soba amorosamente. Con una mano acaricia el tronco y con la otra la piel aterciopelada piel de los testículos, la joven se dedica con esmero a sobar desde la base hasta la cabeza la dura masa de carne, Roberto embelesado por la acción de su hija no tiene voluntad para detenerla. Maritza en un arranque de pasión suelta la enhiesta verga, y se desprende de la franela que cubre su cuerpo, quedando totalmente desnuda, vuelve asir el pene paternal con ambas manos, sonríe, y sirviéndose de la enorme tranca como timón, guía a su padre hasta su habitación, este se dejaba llevar dócilmente, sintiendo en su pene las suaves caricias de su hija.
Por las características de la escena, por las caricias previas, aunque leves, la cuca de Maritza se encontraba bastante lubricada, esta suelta su presa, dejándose caer en la cama con las piernas abiertas, mostrando en forma impúdica la fisura de los labios vaginales.
La joven sonríe en forma provocadora, levanta ambos brazos, invitando en forma silenciosa pero elocuente a su padre a compartir su lecho, este como un autómata se aproxima a la cama, colocándose entre las juveniles piernas.
Maritza toma el pene de su padre con una mano, guiándolo sabiamente a la entrada de la complaciente oquedad. El pene entra lentamente, ayudado por la abundante lubricación vaginal, la joven en medio del placer que siente, se queda sorprendida por la facilidad aparente con que se desliza en su interior la verga de su padre. Armando se maravilla de la capacidad de adaptación de su hija sé tragado fácilmente 18 centímetros de pene. No hubo dolor, solo placer, sentir como su vagina se dilataba a la entrada del pene, era lo máximo, su padre era su primer hombre entre las piernas, que suave era, como la penetraba con clama, con amor, sin apresuramientos, con amor, con pasión, con lujuria era su primera experiencia sexual, era colosal, ya que a pesar del inmenso placer que sentía, al tener dentro, en sus entrañas, una parte de su padre, no perdía detalles, de lo que pasaba, de cómo actuaba su padre. El movimiento de entrada y salida del pene era suave, Maritza devuelve los embates y aunque quiere hacerlos más rápidos, Roberto se impone y le dice a su hija al oído, tranquila tenemos todo el tiempo del mundo, vamos a gozar, luego la besa, la chica abre la boca, dejando que la lengua paternal entre y la recibe con la suya, dándose apasionados ósculos que para nada influyen en el suave movimiento del coito.
Maritza abraza la cintura de su padre con sus piernas, la chica se aferra al cuello de Roberto, buscando fundir su cuerpo con el de su padre, la juvenil vagina baña con sus jugos el ariete masculino, el zumo brota en abundancia bañando los vellos pubicos de ambos, deslizándose hacia el diminuto ano, esta sensación de humedad entre sus nalgas producía un nuevo placer que aunado al sentía en su vagina estaba llevando a chica a la cúspide del placer y del orgasmo.
Maritza siente como la cabeza de la verga paternal golpea suavemente el fondo de su vagina, la ansiosa cuca se va convirtiendo en el centro de todas las emociones, la dilatada abertura emite olas de placer que se van expandiendo por todo su ser, que recorren el cuerpo desde su cerebro hasta la punta de sus pies, el epicentro del placer se encuentra en medio de sus piernas, el cual es taladrado en forma incesante por la verga de su padre. En medio de este apasionado coito Roberto desplaza una de sus manos y se apodera de una nalga, sigue su caricia colocando sus dedos en plena raja del enjuto culo, incrusta un dedo en el cerrado ojete, lo va introduciendo poco a poco, esta suave penetración lleva a la total enervación de la chica, emitiendo un bajo, pero prolongado suspiro.
Maritza no piensa, a cerrado sus ojos, concentrada solo en sentir, su garganta solo emite leves murmullos, que son acallados por los labios de su padre que en ningún momento a dejado de besarla, los movimientos acompasados de ambos cuerpos, denota el placer que sienten, en un momento determinado el ritmo se acelera, es como si estuvieran de acuerdo mentalmente, el ataque del pene se vuelve mas brusco, la joven no se queda atrás y también embiste saliendo al encuentro de la verga con el mismo furor. La actividad febril de los cuerpos denota lo cerca del orgasmo, Roberto en una ultima estocada, como tratando de penetrar lo mas profundamente el cuerpo de su hija, arroja torrentes de semen en la matriz de Maritza, la joven siente como vagina es bañada por un liquido caliente, que siente muy agradable y se abandona a la más deliciosa sensación, se siente en el aire, en el cielo. Roberto sigue bombeando buscando vaciar hasta la ultima gota de semen. Por un segundo paso por su mente las consecuencias de descargar dentro de su hija, pero más pudo el placer, ya mañana veremos.
Los cuerpos sudorosos siguen abrazados, Maritza se niega a soltar a Roberto, lo quiere sobre de ella, lo sigue aprisionando con piernas y brazos, mientras recupera la normalidad de su respiración, el pene semi flácido sigue encajado en la juvenil vagina.
Pasados algunos minutos, una idea lasciva se abre paso en la calenturienta mente de la joven, y llevando este pensamiento a la practica, comienza a ejecutar movimientos cortos, suaves, regulares, buscando con esta nueva actividad revivir la verga paternal, el trabajo es lento, perseverante, a los pocos minutos el esfuerzo realizado se ve recompensado, el guevo comienza a engrosar, a ponerse duro, la vagina comienza nuevamente a dilatarse, las paredes vaginales dan paso a nuevos fluidos, que bañan a la agradecida verga, como refrescando al ariete de carne para su nueva lucha en búsqueda del placer, y así comienza un segundo coito sin desenvainar el pene de la golosa cuca.
Con la misma suavidad, en silencio, solo se oye el suave mugido de la cama al estremecerse por el movimiento de los amantes.
Roberto eyacula por segunda vez dentro de la vagina de su hija, esta lo suelta dejando que este quede a su lado, pero sin dejar de sentir el calor de su cuerpo. Cuando la normalidad de la respiración les permite hablar, Maritza, acaricia la cara de Roberto y le dice
Gracias, papá, eres grandioso
Yo, y tu. Tu eres única
Sabes eres mi primer hombre, es la primera vez que hago el amor, y me párecio maravilloso. Debemos seguir haciéndolo, eres el amante perfecto, mi padre, en mi casa y nadie sospecha nada.
Será como tu dices, pero respóndeme algo, si soy el primero, como es que no te desvirgue.
Papá eso no se le pregunta a una dama, y menos si esa dama es tu hija, pero te voy a responder, eres mi primer hombre, mi primer guevo, pero sabes que existen los consoladores.
Ante esta ingeniosa respuesta a Roberto no la quedo otra salida que reir, y abrazando a su hija le dio un apasionado beso en sus virginales labios. Dando las gracias a Maritza por permitirle ser el primero en su vida y entre sus piernas.
Esta la fue la primera vez para Roberto y Maritza, con el tiempo se convirtieron en grandes amantes, incluyendo un hijo, que los unió más en su incestuoso amor.
Sandra la madre de Maritza nunca sospecho, quien era el padre de su nieto, tampoco le intereso saber más de lo que le contaron, el amor por su hija era mayor a cualquier pregunta. Solo deseaba ayudar a Maritza en el difícil trance de ser madre soltera.
Hubieron otros apasionados pasajes, pero eso será material para otra historia.
Queda en ustedes juzgar cuan cierto es esta historia ocurrida en Caracas, Venezuela, total la imaginación solo esta separada de la realidad por una delgada línea, quien de ustedes me dice donde colocada.
Pero lo que si les puedo asegurar, es que ni los nombres, ni el lugar han sido cambiados, quizás los has visto, has hablado con ellos y no sabes que son los protagonista de esta historia
Tus comentarios con gusto los recibire en mi correo arphaxad44@hotmail.com