Marita ya no es virgen

Le pido la prueba de amor a marita despues de haber cumplido 6 meses, ella acepta y la cito a mi departamento. hacemos el amor placenteramente, pero al dia siguiente despierto en mi cama mojado, era solo un sueño...

MARITA YA NO ES VIRGEN

Falta una hora para las 10 de la noche, y Marita no tarda en llegar a mi departamento.

No sé si Marita esté nerviosa, pero yo me cago de los nervios. Ayer cumplimos 6 meses y ayer fue que la pedí una prueba de amor.

Días antes me había aprendido de memoria un poema romántico y persuasivo. Marita me escuchó atentamente y asintió sin titubeos.

Ayer me prometió que esta noche, exactamente a las 10, llegaría a mi departamento, perfumada y dicidida, para compartir una noche de magia y pasión.

Durante los días previos a la cita había empezado a desempolvar y limpiar la pared y el piso, pues las arañas y cucarachas habitaban tranquilamente como en su casa. Las arañas bajo el cielo raso y las cucarachas en el rincón al pie mi cama.

También cambié el cubre-mueble, estaba polvoriento y pestilente, con uno limpio que tiene fragancia a limón, esto con el objeto de asegurar un ambiente pulcro y saludable durante el acto sexual.

la hora de la cita se acerca y yo hace una hora que estoy listo, sentado en el sofá, contando las estrellas que diviso a través de la grande ventana ubicada frente a mí. Miro el reloj y faltan 15 minutos para que llegue Marita.

Tengo que dejar de pensar en ella, de lo contrario voy a eyacular antes de penetrarla. Marita es virgen y tengo que impresionarla. Tengo que durar media hora durante el coito sexual, pues el orgasmo de la mujer es más prolongado. Tengo que hacer esfuerzos descomunales para eyacular tres o cuatro al hilo. Sí, eso haré.

Mientras fumo el último cigarrillo de la cajetilla, observo hacia mis espaldas la sombra que proyecto debido al brillo tenue de la luna llena que ingresa directamente de la ventana. Miro mi sombra y pienso que es Marita. Con ella ensayo y ensayo algunas frases románticas que la susurraré al oído mientras la desnude hasta su alma.

Llegado la hora, empiezo a sudar a chorros, no puedo controlar mis glándulas sudoríparas. Dejo la colilla en la pitillera y me levanto del mueble, me acerco a la ventana y asomo la cabeza a la calle. En ese preciso momento Marita se emprende a cruzar la avenida con dirección a mi departamento.

Escondo la cabeza de súbito, doy un paso atrás y Cavilo: "esta noche será mía, sus pechos, sus posaderas, sus muslos, todo su cuerpecito será mío". Contrariamente una mezcla de emoción y nervios me invaden y lanzo gritos silenciosos.

En esos momentos suena el timbre de la puerta, a la primera timbrada la abro. Es ella, con un vestido elegante. Sus cabellos penden de un carmín rojo pasión; su cuello perfumado se muestra descubierto hasta la atura de sus pechos. Simplemente desborda hermosura. Parece una princesa de cuentos de hadas.

Nos apresuramos a saludarnos y la hago pasar a mi sala. Ingresa tímidamente y toma asiento exactamente en aquel sillón que la he limpiado especialmente para esta ocasión.

_ ¿Cómo estás?_ inicio el dialogo.

_ Muy nerviosa_ me responde.

_Yo me cago de los nervios_ le afirmo y empiezo a sudar nuevamente.

_¿Deseas algo de tomar?_ le pregunto.

_Una copa de vino_ me responde.

Sirvo el vino tinto, me acerco al sillón donde está sentada con las piernas cruzadas, me siento a su lado y brindamos la ocasión especial que acabamos de empezar.

En esos instantes siento que una pasión se enciende.

La empiezo besar desde sus mejillas, en simultáneo paso mis manos por sus delicadas piernas que aún se muestran reacias a mis caricias.

Acabo de descubrir que el punto más débil de su sensible cuerpo son sus orejas. Apenas las lengüeteo y empieza a jadear progresivamente. A sus oídos le digo que la deseo desde lo más profundo de mi corazón. Marita atina a decirme que también me desea profundamente.

Mientras las caricias se vuelven más intensas, mi deseo de penetrarla se acrecienta. Mis manos cada vez acarician con más presión sus cálidos muslos y sus posaderas. Mientras le bajo su calzón siento mi mano humedecida, se está excitando.

De pronto, Marita empieza a besarme el cuello, parece una loba. Cambiamos de posición, ella arriba, y yo abajo sumiso a lo que ella disponga. Marita tiene el poder. Ella maneja el ritmo.

Ahora es mi turno, me toca contra atacar desde arriba. Le quito el vestido y el sostén, ya nada le oculta. La puedo contemplar todito, hasta el alma. Es impresionante, simplemente una valquiria. Sus pechos redonditos las acaricio con mi lengua, le excita sobremanera. Sus gemidos me arrechan cada vez más. De pronto Marita me baja la trusa, y empieza a masajear mi verga apresuradamente.

Yo aún no estoy listo para dicha sesión orgásmica. Estoy preparando la pólvora aún. Pero esto no le importa, lo que importa es que la penetre sin compasión. De modo que Marita agarra mi verga y se coloca, suavemente. Se "monta a caballo" y empieza a cabalgar imaginariamente. Siente placer y dolor a la vez. Se queja y jadea. Parece puta en celo. Sí, pero es una puta virgen.

Se excita con sólo la penetración del glande. No penetra todo. No quiere, porque le duele. De pronto, siento que se me viene el fuerte huracán, pero estoy en mala posición. Debemos cambiar porque necesito acelerar el ritmo. Cambiamos apresurados y empiezo a meterla enteramente. En eso Marita da el grito más grande y yo el susto más grande. Acaba de perder su virginidad. Y yo acabo de perder millones de espermatozoides.

Agotados, acabamos tirados, yo sobre la alfombra roja, al pie del sillón y Marita acurrucada como bebé en vientre sobre el sillón que acabamos de manchar.

A la mañana siguiente amanecí en mi cama. Me toco mi truza y está impregnada de semen fresco. Era un sueño, una polución nocturna. De esas que se me da de vez en cuando. Observo el sillón, las paredes, los artefactos, siguen igual de sucias como las dejé anoche antes de acostarme.

A Marita por fin la hice mía en mis sueños. Siempre la había soñado pero nunca hicimos el amor. Cada vez que intentaba acariciar su menudo cuerpo alguien me despertaba desde esta maldita realidad. Siempre jugaba a ser mi enamorada y anoche se entregó en mis brazos.