Marisa (9)

Fue pasando el tiempo...

Fue pasando el tiempo y nosotros estábamos contentos, allí se trabajaba bien y teníamos tiempo para nosotros, un día que teníamos libre cogimos un autobús para ir a la playa, nos encontramos con una playa muy grande con poca gente, nos colocamos en un rincón que casi no había nadie para que Marisa se pudiera quitar la parte del arriba del bikini, a mi me encantaba que lo hiciera, verle las tetas en la playa era un placer para mí, y ver como se la miraban los tíos que pasaban caminando por la orilla también, al medio día llegó un chico estirando la toalla cerca nuestro, se fue a bañar y al volver, como no, se miró las tetas de mi novia, ella se dio cuenta y giró la cabeza para mirarme y sonreír.

YO: Nena como ligas tía.

MARISA: Va, solo me miran las tetas.

YO: Ja, las tetas y lo que no son las tetas cariño, además el chico ese está bastante bien ¿no?

Me miró a los ojos y se encogió de hombros.

YO: Venga va, no me dirás que no te has fijado, dime una cosa en confianza, ¿te lo follarías?

Puso cara de niña mala.

MARISA: ¿Te gustaría que me lo follara?

YO: Me gustaría ver cómo te lo follas sí.

Se levantó y se acercó donde estaba el chico que la miraba con la boca abierta, se agachó dejándole las tetas delante de los ojos, no sé qué le dijo que se levantaron y se fueron detrás de unas rocas, yo les seguí y me quedé apartado mirándolos, Marisa se apoyó en una roca y se bajó las bragas del bikini poniéndole la mano encima del hombro para que el chaval se agachara y le metiera la lengua en el coño lamiéndoselo, gimió un poco durante un ratito y lo levantó bajándole el bañador dejándole al aire una polla tiesa a punto de reventar, se la agarró con la mano y se la empezó a pajear, se agachó y se la metió en la boca chupándosela un poco, lo estiró en el suelo y se sentó encima del chaval metiéndose su polla en el coño cabalgándolo, fue moviendo las caderas cada vez más rápidas hasta correrse, después le preguntó cómo se quería correr él, Marisa se levantó y se apoyó con las manos en la roca sacando el culo para que el chaval se la metiera y se pusiera a mover las caderas metiéndole y sacándole la polla a un ritmo tremendo, para correrse gruñendo como un animal dejándole la leche dentro del chichi, el chico se subió el bañador saliendo de allí, yo me acerqué a Marisa que me miraba sonriendo y le metí la mano en el coño moviendo los dedos notando la corrida del chaval, le hice una paja apretándole de menos a más la mano contra el clítoris, metiéndole dos dedos en la vagina empapada de flujos y leche, se lo acabé moviendo a toda velocidad.

MARISA: Cabrón que me vas a hacer mearme de gusto.

YO: Sí cariño, eso quiero que me llenes la mano meándote, vamos que puedes.

Empezó a gritar sin importarle que alguien pudiera oírla temblándole las piernas, soltando un chorro que me mojó la mano y las piernas mientras se corría descontrolada, se subió las bragas y se fue directa al agua, la acompañé y la abracé.

MARISA: ¿Te ha gustado verme amor?

YO: Me has puesto como una moto cariño.

MARISA: ¿Quieres que te haga una pajita mi amor?

YO: Ya tardas cariño que la tengo que reviento.

Me hizo una paja dentro del agua bestial sacándome hasta la última gota.

En el hotel nunca pensamos en “jugar” con compañeros de trabajo, cuando teníamos ganas de meter a alguien en nuestra relación, pensábamos que estando en un lugar de turismo era más interesante buscarnos gente de vacaciones que al poco tiempo desaparecía, solo con Isabel nos veíamos muy de tarde en tarde, pero con María parecía que nos quedaba algo pendiente, ella y Marisa se hicieron bastante amigas, en las comidas y las cenas normalmente nos sentábamos juntos y hablábamos del día a día, María era una buena chica que estaba encantada desde que Isabel se enteró del rollo con su marido y lo apartó de ella, era muy guapa pero le faltaba un poco de carácter, nunca le gustó enrollarse con el director pero fue siguiendo con él por falta de fuerza de voluntad y miedo a que la echara del trabajo, una noche que al día siguiente coincidíamos que teníamos libre los tres estuvimos en nuestra habitación tomando una copa después de cenar con ella, nos confesó lo que yo ya sabía, que un día nos había visto follar en nuestra habitación y nosotros que la habíamos visto a ella hacerse una paja, supongo que por el efecto del cubata se nos soltaba a todos la lengua más de la cuenta.

MARIA: Marisa, ¿tú crees que todas las mujeres podemos llegar a corrernos como lo haces tú?

Mi pareja se la miró extrañada a punto de beber de su copa.

MARISA: ¿Qué quiere decir, qué me corro cómo?

María se sonrojó antes de hablar.

MARIA: De esa manera que…, bueno de esa manera que parece que te meas de gusto.

MARISA: Ah vale, pues no lo sé, yo solo lo he conseguido con Javi, me conoce tan bien en el sexo que me hace llegar a unos extremos que nunca había llegado.

MARIA: Es que a mí nunca me ha pasado, la verdad es que tampoco he tenido mucha experiencia en el sexo, salí del pueblo habiendo tenido pocas relaciones y al poco de llegar aquí se fijó en mi Armando, y ya visteis como follaba, no consiguió hacerme correr nunca, al principio lo fingía pero después me di cuenta que a él le daba igual y ya ni eso.

MARISA: No te preocupes María, encontraras a la persona que te conviene, mira yo estaba en un momento de mi vida que pensaba que no conocería a nadie especial, y por casualidad en un día de playa conocí a Javi y ya ves lo felices que somos juntos.

María se puso a reír.

MARIA: Claro guapa, pero es que encontrar pollas como la de Javi no es tan fácil.

MARISA: No seas tonta, te crees que todo es tener la polla grande, hay otras cosas más importantes como compenetrarte bien en el sexo, enamorarte perdidamente de esa persona que te hace dar un vuelco al corazón cada vez que la ves, que te entienda y sepa cuando necesitas cariño y cuando te tiene que dar caña, cosas así, aunque también te digo que tener la suerte de que te folle con un pepino como el suyo que siempre te entra apretada y te hace sentirte llena por el coño hasta el fondo no está nada mal.

Nos descojonamos los tres de risa y se hizo un silencio con María mirándonos, Marisa que es muy larga se dio cuenta.

MARISA: María cariño, ¿a ti te gustaría probar la polla de mi novio?

María dejó el vaso de cubata en la mesa después de beber sonrojándose.

MARIA: No sé, yo…

Marisa y yo la mirábamos esperando que acabara la frase.

MARIA: Yo, me he hecho tantas pajas pensando en aquel día que se la vi espiando por la ventana como se la comías que he perdido la cuenta.

A Marisa se le puso una sonrisa maliciosa.

MARISA: Nosotros también tendríamos que confesarte que follamos en el bosque mirándote como te hacías una paja en tu habitación.

A María le subieron unos colores a las mejillas que la pusieron más colorada de lo que estaba por el cubata.

YO: Y lo hicimos fantaseando contigo.

MARISA: Sí, es verdad, fue muy excitante.

Se puso nerviosa que le temblaba la mano sujetando el vaso.

MARIA: ¿Fantaseando?, ¿Qué…, qué queréis decir?

MARISA: ¿Si quieres te lo hacemos y sales de dudas?

MARIA: ¿Hacerme qué?

YO: Lo que hablamos de hacerte mientras follábamos.

Marisa no esperó una respuesta, la cogió de la mano llevándola a la cama, vi como caminaban las dos con unas camisetas largas cómodas que llevaban puestas, yo me levanté con mis pantalones de deporte y una camiseta acercándome a ellas, estaban las dos sentadas en la cama, Marisa le sujetaba una mano a María entre las suyas y le besaba los labios rozándolos con los suyos dejándose caer las dos en la cama, Marisa con el tronco encima del de María que parecía que la estaba chafando con las tetas, la besaba con más intensidad y con una mano le acariciaba una teta suavemente, María dejó ir el aire en un suspiro.

MARISA: ¿Te gusta María?

Le contestó con la cabeza sin dejar de mirarle a los ojos.

MARISA: Pues mientras te mirábamos, pensábamos en lo que nos gustaría haberte hecho aquella noche y lo primero era que yo te comería el chichi este que tienes.

Le decía mientras le pasaba una mano por el coño por encima de la camiseta bajándola hasta el muslo, subiendo por debajo levantándosela hasta tocarle el chichi por encima de las bragas, le apoyaba la mano a la altura vello púbico y dos dedos se los pasaba por el medio del coño haciendo círculos, María gemía levemente cerrando los ojos, Marisa se colocó arrodillada en medio de las piernas de María estirándole de las bragas quitándoselas, dejando a la vista un coño rubio con bastante pelo acostumbrado al de Marisa que lo llevaba siempre muy cuidado y con el pelo muy corto, le fue lamiendo los muslos subiendo por el medio hasta alcanzarle el chumino, pasándole la lengua desde el agujerito hasta el principio de la rajita, María gimió mas fuerte moviendo un poco las piernas del gusto, yo aproveché que mi novia estaba con el culo en pompa para meter la mano por debajo de su camiseta tocándole el chichi por encima del tanga, Marisa le iba recorriendo con la lengua todos los rincones del coño a María, que cada vez estaba más mojado y ella más gemía y se movía agarrando las sabanas con fuerza, le bajé el tanga a mi chica metiéndole la lengua en el chumino lamiéndoselo, al notar el contacto de mi lengua levantó la cabeza gimiendo, se escupió en la mano una buena cantidad de saliva y la puso encima del chocho de María frotándoselo a buen ritmo, María abrió los ojos levantando medio cuerpo del gusto apretando sus puños agarrando las sabanas.

MARISA: Haber si conseguimos que te mees de gusto.

Me salí de detrás de ella para verlo, aceleró los movimiento de los dedos encima del clítoris a la vez que le metía dos dedos de la otra mano en el coño follándola, María enlazaba un grito detrás de otro moviéndose como si se estuviera electrocutando, pegando un grito final enorme empezando a correrse y mearse, saliendo unos chorros que Marisa dispersaba al no parar de moverle los dedos por encima del coño que nos salpicaban a todos.

María se dejó caer en la cama relajada recuperándose, Marisa adelantó su cuerpo con las rodillas a los lados de María besándola cariñosamente, yo le metí la mano otra vez en el coño a Marisa, lo tenía empapado de la excitación de ver como se había corrido María, me quité el pantalón poniéndome detrás de mi chica, agarrándome la polla que la tenía tiesa apuntándola en la entrada de la vagina metiéndosela despacio, Marisa dejó un momento de besar a su amiga gimiendo levantando la cabeza, María la miraba.

MARISA: Me acaba de meter la polla María, no veas que gusto, ya verás cuando te la meta a ti.

María estremeció el cuerpo supongo que pensándolo, se siguieron besando y yo empecé a mover mis caderas empalando a mi novia, sintiendo el contacto con las paredes de su vagina y de su chichi que se iba mojando cada vez más por momentos, se acabó corriendo a gritos entre los brazos de María que le acariciaba la espalda, Marisa se apartó y le abrió las piernas a nuestra amiga, María fijó los ojos en mi polla que la tenía lo más tiesa que podía tenerla, me acerqué a ella arrodillado para que pudiera agarrármela con una mano acariciándomela muy lentamente, recorriéndola toda comprobando el tamaño, suspiró con los ojos muy abiertos.

MARÍA (nerviosa): Es muy grande, me da miedo.

MARISA: ¿Miedo?, lo que te va a dar es un placer que no querrás probar otra bonita.

Le palpaba el coño comprobando que lo tenía empapado, le abrí las piernas todo lo que le daban y apoyé una mano en la cama para sujetar mi cuerpo estirando las piernas, acercando la punta de la polla a su agujerito, me la cogí y le froté con la punta el chichi varias veces de abajo arriba haciendo que empezara a gemir, paré y muy despacio le metí la puntita empezando a dilatarle el coño, apreté un poquito y noté como su vagina era estrecha costando un poco poder meterle el capullo entero, ella jadeaba nerviosa y tensa, Marisa le cogió la barbilla besándola en los labios sacando la lengua relajándola lo suficiente para poder meterle el glande dentro, dio un primer grito mirándome fijamente bajando una mano para tocarse el chichi y comprobar que le había metido un poquito la polla, apoyó su mano en mi culo y lo atrajo para ella para que se la metiera un poco más, volviendo a suspirar mientras lo hacía, podía notar perfectamente como su vagina se amoldaba a la forma de mi polla apretándomela con sus paredes, entraba tan apretada que me volvía loco, tenía ganas de metérsela entera de un pollazo pero no podía hacerle esa putada la primera vez que cataba una polla de buen tamaño.

Así que poco a poco con paciencia ella se fue relajando y yo apretando suave se la fui metiendo más profundamente, hasta tocarle en el fondo el cuello del útero, tocó con su mano y dedos para comprobar que estaba totalmente ensartada por mi polla abriendo los ojos por la sorpresa, la saqué un poco despacio y se la volvía meter haciéndola gritar de gusto, lo repetí un par de veces y a partir de ahí cada vez que la sacaba lo hacía un poco más, hasta poder casi sacarla entera para volver a meterla hasta el fondo, María no paraba de gritar en cada penetración poniendo los ojos en blanco, le fui acelerando el ritmo, con Marisa mirándonos con una sonrisa de ver a nuestra amiga gritar y disfrutar de mi polla como una loca, hasta correrse con unos gritos enormes quedando estirada en la cama totalmente relajada, le saqué del coño la polla blanca de flujos que le caían por el culo a la cama, Marisa me la cogió haciéndome una paja para que me corriera encima de la barriga y del chichi de María abundantemente, mientras ella se palpaba el coño comprobando lo abierto que se lo había dejado.

Después de aquella noche se relajaron bastante las tensiones sexuales que pudiéramos tener con María, ella y Marisa se cogieron mucha confianza, supongo que lo trae el comerle el chichi a alguien, que yo supiera no se habían enrollado entre ellas sin yo saberlo, creo que Marisa me lo habría contado, yo alguna vez le comenté que algún día tenía que hacer que María le comiera el chumino a ella para devolverle el favor pero Marisa reía y no me daba mucha bola con eso.

Pasaron algunos meses y nosotros nos encontrábamos como en nuestra casa, nos gustaba el trabajo en contacto con los clientes, la mayoría eran fieles y pasaban días hospedados de tanto en tanto. Había un señor mayor, el Sr. Felipe, que yo le calculo más de setenta años, viudo, que cada tres meses más o menos pasaba de cinco días a una semana en pensión completa, nos cogió confianza y nos explicaba cosas de su vida, como que vivía con su hija y cada cierto tiempo le gustaba venir al hotel para dejarla tranquila en casa con su marido, que pudieran hacer lo que quisieran como pareja sin que él les molestara, en una de sus visitas recuerdo que el segundo o tercer día de estar por allí se sentó en una mesa para comer, era de los clientes que llegaba más temprano, pidió una cerveza para tomar antes, se la llevé y como no había casi nadie en el comedor también vino Marisa para saludarlo y hablar un poco con él.

FELIPE: Que buena pareja hacéis chicos, se os ve siempre tan felices.

MARISA: Se nos ve felices porque lo somos Sr. Felipe, estamos juntos y contentos de estar aquí con clientes como usted.

FELIPE: Javi que suerte tienes de tener una mujer como ella.

YO: Sí desde luego, es una gran chica en todo.

Se me escapó lo de “en todo” pensando en el sexo evidentemente, Felipe me miró a los ojos y me pareció que los suyos le brillaban, después miró a Marisa, yo diría que se fijó en sus tetas descaradamente, nos despedimos educadamente de él y al marcharnos.

YO: Marisa, creo que el abuelo te ha mirado las tetas brillándole los ojos.

Marisa me miró  sin hacerme caso.

MARISA: Pobre hombre, déjalo tranquilo, tú sabes el tiempo que debe hacer que no folla, no creo ni que se le levanté para poder hacerse una paja a su edad.

Nos reímos un poco disimulando y le servimos el primer plato, cuando acabó de comer le pidió a Marisa un café, cuando se lo llevó vi que el abuelo le daba conversación, ella le sonreía y cuando volvió a la cocina me dijo que teníamos que hablar con él, fuimos los dos disimulando quitando la mesa mientras él nos hablaba, se le notaba bastante nervioso.

FELIPE: Veréis chicos, mientras comía he estado pensando y…, perdonar pero es que me da un poco de vergüenza.

MARISA: Va Sr. Felipe que hemos hablado muchas veces y ya nos conoce a los dos, diga lo que tenga que decir.

FELIPE: Es que me gustaría pediros algo, como veis yo ya soy muy mayor, hace muchos años que enviudé y os aseguro que no ha habido otra mujer después de mi difunta esposa, pero a vosotros os veo tan bien que he pensado en algo…

Volvió a quedarse en silencio subiéndole los colores a la cara, yo empecé a malpensar del viejo.

YO: Dígalo, no se preocupe que no nos vamos a escandalizar a estas alturas.

Nos hizo una señal para que bajáramos las cabezas para poder hablar más flojo y que solo nos enterásemos nosotros.

FELIPE: He pensado, que me gustaría veros follar.

Marisa se sorprendió y yo desde que le vi mirarle las tetas me estaba esperando algo así.

FELIPE: Perdonarme si os he ofendido, no era mi intención, mirad, si aceptáis os aseguro que yo no hare nada, solo miraré, es que me haría ilusión ver una pareja follar para recordar viejos tiempos con mi mujer, os daría mil euros por la molestia.

Mi novia y yo nos miramos a los ojos sorprendidos por lo de los mil euros y nos pusimos algo nerviosos.

FELIPE: No os preocupéis, si no queréis hacerlo lo entenderé.

Marisa estaba parada sin saber que decir.

YO: Mire hacemos una cosa, es que así de sopetón nos ha sorprendido bastante esto, si aceptamos a las cinco pasaremos por su habitación, mientras tanto lo hablaremos entre nosotros, si no venimos usted sabrá que no lo queremos hacer y cuando nos veamos pues nos comportaremos como si nunca nos hubiera pedido nada, ¿qué le parece?

El abuelo sonrió gustándole la idea y nos estrechó la mano a los dos.

Estuvimos un rato muy liados sirviendo platos a los clientes, pero cuando aflojó el trabajo lo empezamos a hablar con Marisa.

MARISA: Que fuerte lo que nos ha pedido el viejo.

YO: Joder, un poco sí, ¿pero tú como lo ves?

MARISA: Hombre no sé, es un poco raro todo esto.

YO: Haber, de follar hemos follado delante de otros, y con otras personas para darnos morbo también, follar delante del viejo no me parece después de todo lo que hemos llegado a hacer una animalada, pegamos un buen polvo y nos dan mil euros, es que me parece una manera de ganar un dinerito muy fácil.

MARISA: Sí, eso es lo que pienso yo también, que ese dinero nos vendría bien.

Así que acabamos el turno de trabajo, nos duchamos y nos vestimos para ir a la habitación del abuelo, Marisa se puso una ropa interior sexi y un vestidito corto que le marcaban unas tetas de la hostia, llamamos a la puerta de su bungalow y nos abrió el señor con una sonrisa.

FELIPE: No sabéis lo feliz que me hacéis aceptando.

Cogió un sobre que el cabrón ya tenía preparado y me lo entregó, lo abrí porque en aquel momento no me acordaba que podía ser, al ver el dinero me lo guardé en el bolsillo del pantalón, cogimos un sillón entre Marisa y yo poniéndolo bastante cerca de la cama, para que no se perdiera detalle de nada, lo dejamos bien colocado y nosotros nos sentamos en la cama delante de él que nos miraba un poco cortado por la situación, nos besamos un rato y le empecé a acariciar el cuerpo poco a poco poniéndole una mano encima de una de sus tetas, el abuelo se movió un poco en el sillón, le desabroché unos cuantos botones de la parte delantera del vestido metiéndole una mano tocando por encima del sujetador, apartándole el vestido para que él pudiera verlo bien, después le desabroché el sujetador cayéndole las tetas un poco del peso, sacándole una dejándosela a la vista al viejo que abrió los ojos como platos, le acaricié el pezón poniéndoselo duro como una piedra, el abuelo movió las piernas de nervios, entonces subí una pierna de Marisa encima de una de las mías abriéndoselas para que él pudiera verle las bragas mientras yo seguía besándola y tocándole las tetas.

Marisa jadeaba un poco, yo creo que exagerando para excitarlo, él se movía más intranquilo en el sillón, le puse una mano en una rodilla y lentamente se la fui subiendo por las piernas, hasta plantársela en medio del coño por encima de las bragas, ella abrió más las piernas para que pudiera agarrárselo bien, estiró de mi camiseta quitándomela y yo le quité el vestido dejándola en bragas delante del viejo, se le abrieron los ojos volviendo a mover las piernas, como refregándose la polla entre ellas, nos seguimos besando con mi mano jugando con su coño un rato, después le separé con los dedos las bragas para que el viejo pudiera verle el chumino negro antes de que empezara a hacerle una paja a mi novia.

Marisa me desabrochó el pantalón y me lo bajó ayudándola yo para quitármelo junto con la ropa interior, quedándome en pelotas con la polla bastante tiesa del sobeteo que ella no tardó en agarrarme haciéndome una paja lenta, al abuelo cuando me vio el pepino se le escapó un “madre de Dios” sorprendido, que hizo que a nosotros se nos escapara una risilla siguiendo con lo nuestro, mi novia se metió la polla en la boca bajando y subiendo la cabeza chupándomela, en cada bajada lo hacía un poco más profundamente hasta que se la metió toda entera en la garganta escapándosele al viejo un “hostia puta”, de lo que estaba viendo, empezando a tocarse por encima del pantalón, Marisa me estiró en la cama poniéndose a cuatro patas siguiendo con su mamada enseñándole al abuelo el culo y el coño con las bragas puestas medio torcidas, se le debía de estar saliendo el chichi por un lado.

Felipe empezaba a estar un poco rojo de la cara, supongo que de él calentón que estaba pillando el pobre, dejó de chuparme el pepino y yo le estiré de las bragas para abajo quitándoselas, ahora sí que el viejo tenía una vista en directo del culo y el coño de Marisa, le sentimos resoplar, se fue sentando lentamente encima de mi polla metiéndosela con el cuerpo un poco para adelante y dejarle a Felipe una visión perfecta de cómo entraba en su coño lentamente, a la vez que dejábamos ir algunos gemidos de gusto, le miré y el hombre se frotaba el pantalón con la mano de manera nerviosa, estuvo Marisa cabalgándome un rato, notaba como el coño se le iba mojando y caía su flujo por mis huevos, fue acelerando el ritmo mirándome a los ojos indicándome que se iba a correr, yo se lo confirmé con la cabeza y ella empezó a gritar corriéndose la primera vez, la giré y me puse encima metiéndosela hasta el fondo, con las piernas muy abiertas separando las mías para que Felipe pudiera ver mis huevos chocando contra su coño en cada embestida, como le entraba y le salía el pollón de dentro del chocho, intentaba sacárselo hasta casi la punta volviéndoselo a meter hasta el fondo haciendo gritar a Marisa cada vez muy excitada, giré un momento la cabeza, vi que el abuelo se había sacado la polla y se la machacaba medio floja, le hice un señal a Marisa para que mirara.

MARISA (hablándome al oído): Pobrecito, vamos a ayudarle a que tenga una buena experiencia, vete a saber cuándo se verá en otra de estas el pobre.

Yo no sabía muy bien a qué se refería Marisa con ayudarle, pero me aparté de ella para que hiciera lo que quisiera, se levantó de la cama y se puso delante de él a cuatro patas mirándole la polla, el abuelo estaba colorado como un tomate respirando muy rápido, yo me puse detrás de ella y le metí la polla en el coño haciéndola gritar, levantó una mano del suelo y le cogió la picha al viejo, apartó rápidamente la suya para dejar que lo hiciera ella, se la pajeó un rato poniéndolo más rojo de lo que estaba soltando un suspiro de gusto y sorpresa, yo le aceleraba la follada chocando contra su culo en cada penetración profunda haciéndole grita más fuerte, Marisa giró un momento la cabeza para mirarme, avisándome de que iba a hacer algo, se metió la polla del abuelo en la boca subiendo y bajando la cabeza ahogando los gemidos, Felipe resopló abriendo los ojos como platos, consiguiendo una erección decente dentro de la boca de mi novia que no paraba de chuparle y succionarle la polla, se le aceleró más la respiración y se movía en el sillón que parecía que le iba a dar algo, Marisa se sacó la picha de la boca haciéndole una paja, yo aceleraba mis embestidas contra el coño de mi novia haciéndole gritar más fuerte, el viejo se empezó a correr cayéndole el semen por los lados de la polla, Marisa pegó un buen grito corriéndose con la boca abierta mirando a Felipe que estaba a punto de darle un infarto.

Los gritos de Marisa hicieron que me corriera sacándole la polla, haciéndome una paja para tirarle la leche encima del culo y que Felipe lo viera, pero el primer lechazo salió con tanta fuerza que fue a parar encima de los pantalones del viejo, que dio un salto encima del sillón que pensé que nos lo cargábamos y no salía vivo de allí aquella tarde.

Nos tranquilizamos los tres, nos vestimos y Felipe nos invitó a tomar una copa, sacó la cartera y le dio quinientos euros más a Marisa por habérsela mamado, el hombre estaba feliz y risueño como un chaval, nosotros nos fuimos a nuestra habitación con mil quinientos euros más en el bolsillo.

El Sr. Felipe se fue del hotel no sin antes despedirse de nosotros, preguntándonos si la próxima vez que viniera podríamos hacer lo mismo por él, Marisa le dijo que sí dándole un beso en la mejilla, el hombre se fue más contento que unas pascuas.

No sé qué pasó a partir de aquel día que parecía que llevábamos una cartel en la frente que ponía chulo y puta, a los pocos días llegó un hombre de negocios solo que iba a estar tres días en el hotel, al segundo cuando le llevé el primer plato en el almuerzo me preguntó si yo sabría de alguna chica con la que pasar un rato agradable en su habitación, se lo comenté sorprendido a Marisa y me pidió de cambiar de cliente para servirle ella, le llevó otro plato y estuvo hablando con él, al volver.

MARISA: Le he insinuado que yo podría pasar un rato con él y el capullo me ha ofrecido cien euros, ni le he mirado para que se diera cuenta que lo que me ofrecía era una mierda, ahora voy a volver a buscar un cubierto que me he dejado expresamente haber que me dice.

YO: Vale, pero espera un momento.

Le desabroché un botón de la camisa para que se le vieran las tetas un poco más, Marisa sonrió y se acercó a él todo lo sexi que pudo, se agachó para coger el cubierto poniéndole delante el escote, se le veía un canalillo en medio de las tetas que mareaba, volvió con una sonrisilla.

MARISA: Que tonto es, me ha ofrecido doscientos y le he dicho directamente que a partir de quinientos podríamos hablar de algo, cuando le lleve el postre y el café espero que me conteste.

En ese momento yo estaba sirviendo una mesa que estaba detrás de la del putero que había una mujer de unos cincuenta años que la servía antes Marisa, la señora estaba muy bien cuidada como todas las que venían por el hotel, el precio de la habitación por noche no era para cualquier bolsillo y se notaba en las personas que venían. Al dejarle el plato en la mesa me miró a los ojos haciéndome una señal para que acercara el oído.

SEÑORA (hablando flojito): Perdone, pero no he podido evitar escuchar su conversación con el señor de aquí delante y veo que está en vías de solucionarle su petición, ¿usted podría solucionarme a mí mis “cosas” también?

Acerqué la cabeza para hablarle con intimidad.

YO: Señora, si le sirvo yo le aseguro que no se arrepentirá.

SEÑORA: ¿Y cuanto me va a costar no arrepentirme?

Miré para un lado y para el otro para que nadie estuviera cerca.

YO: Quinientos señora.

SEÑORA: Hostias nene, por ese precio ya puedes ser bueno.

YO: Mire, nos vemos esta tarde a las cinco que es la hora que ya estoy libre, si a los cinco minutos de estar en su habitación no lo ve claro me voy sin cobrarle nada.

Me miró con una sonrisa.

SEÑORA: Me parece un buen trato.

Me dio el número de su habitación y yo le serví el café con una sonrisa.

Nos encontramos con Marisa.

MARISA: Ya lo tengo negociado, le he sacado seiscientos.

YO: Joder nena, que buena negociadora eres coño.

MARISA: Le he prometido que se correría dos veces por lo menos.

Me puse a reír.

YO: ¿Sabes que a mí también me ha salido un trabajito para esta tarde?

MARISA: ¿Qué me dices?

YO: Sí, la señora que estabas sirviendo tú antes de cambiármela por el putero.

MARISA: ¿Y cuanto?

YO: Si va bien, quinientos.

Nos fuimos a duchar y cambiar a la habitación, me vino un pensamiento a la cabeza.

YO: Marisa.

MARISA: Si cariño.

YO: Te estás dando cuenta que estamos entrando en el mundo de la prostitución.

MARISA: ¡Si hombre!

YO: Coño, como le llamas tú a follar por dinero.

MARISA: Mira niño no seas tonto, follar es follar, anda que no lo hemos hecho antes sin cobrar cuando nos ha dado la gana, no te acuerdas de la pareja amiga tuya que nos tiramos.

YO: Claro que me acuerdo, gracias a él conseguimos este trabajo.

MARISA: Pues eso, no digas tonterías anda.

Ya vi que no tenía ninguna intención de verlo desde mi punto de vista y lo deje correr, a las cinco cada uno se fue a la habitación del cliente, cuando entré la señora se estaba tomando una copa de un digestivo o algo así, llevaba puesto un vestido más corto que el que llevaba en el comedor, le hacía una figura envidiable para su edad, se sentó en un sofá y me miró sonriendo.

SEÑORA (con cierto cachondeo): Bueno caballero, haber si me convence de que lo que me ha pedido por sus “servicios” vale la pena.

Yo, como ya sabía que ella lo estaba esperando, antes de entrar en su habitación me había estado sobando un rato la polla para ponerla morcillona, me acerqué a ella y me quité la camisa desabrochándola sin prisas, dejándola a un lado bien puesta, me quité los zapatos y me desabroché el pantalón, no llevaba ropa interior dejándolo caer de golpe, para que viera mi polla balancearse delante de sus morros, la señora que en ese momento estaba bebiendo del vaso, escupió la bebida otra vez dentro abriendo unos ojos que parecía que se le iban a salir de las orbitas.

SEÑORA: ¡Hostia puta chaval!

Se puso de pie delante de mí mirándome el pollón, acercó una mano y me la agarró como si le diera la mano a alguien comprobando el grosor, me miró sonriendo.

SEÑORA: Y tú, esto que tienes, ¿ya lo sabes utilizar bien?

Le puse lentamente una mano en la cara acariciándosela y le besé suavemente en los labios, ella me tocaba nerviosa la polla como si estuviera jugando al futbolín, le bajé la cremallera del vestido por la espalda dejándoselo caer al suelo, llevaba una combinación negra de sujetador y bragas que tenía pinta de ser muy cara, la volví a sentar en el sofá de antes arrodillándome en el suelo, delante de ella, besándole y pasándole lentamente la lengua por una rodilla que fui subiendo sin prisas abriéndole las piernas, llegando entre los muslos a las bragas besándole el coño oliéndolas, dejó ir un suspiro con un gemido apoyando una mano en mi cabeza, le agarré las bragas por los lados estirando de ellas para quitárselas, tenía el coño totalmente rasurado, le puse la lengua en el inicio de la rajita y lentamente se la fui bajando hasta el agujero, mojándoselo de saliva y notando como se excitaba dejando ir sus flujos empapándose por momentos, estuve un buen rato sin prisas recorriéndoselo y cuando pensé que era el momento paré la lengua encima del clítoris, lamiéndoselo de menos a más fuerza haciendo que se corriera pegando unos gritos tremendos, me miró con los ojos encendidos estirándome del pelo.

SEÑORA: Que bueno eres hijo de puta.

La levanté del sofá llevándola al lado de la cama, se quitó el sujetador agarrándome la polla, me estiró en la cama y se metió lo que pudo de pollón en la boca succionándolo sin parar de hacerme una paja por debajo, se la sacó de la boca mirándosela como le hacía la paja comprobando lo grande que era, me miró la cara cachonda de cojones.

SEÑORA: Te voy a follar vivo chaval, que ganas tengo de meterme todo “eso” en el coño.

Pasó una pierna por encima de mí levantando el culo para que quedara espacio y poder poner mi polla debajo de su coño y metérsela muy despacio, moviendo las caderas de lado a lado para hacerle sitio en su vagina totalmente empapada, se la fue metiendo cerrando los ojos y aguantando la respiración hasta que la tuvo toda dentro abriendo los ojos con un gemido, se empezó a mover arriba y abajo para luego hacerlo adelante y atrás aumentando poco a poco el ritmo excitándose cada vez más, pegó un fuerte grito poniendo los ojos en blanco, corriéndose con unos grititos muy curiosos sin dejar de temblarle el cuerpo, paró con mi polla dentro tocándose con los dedos el chirri.

SEÑORA: Cabrón, ya me has hecho correr dos veces y me has dejado el coño abierto de cojones, desde luego te has ganado lo que pides, ahora quiero que te corras tú.

Me sacó de la cama dejándome de pie, ella se arrodilló delante de mí y me empezó a hacer una paja.

SEÑORA: Córrete chaval, córrete encima de mí.

Me concentré todo lo que pude para correrme con su paja y lo conseguí al poco rato, se dirigió los lechazos a las tetas, al cuello y los últimos chorritos los dejó caer en la cara soltándome la polla para restregarse la leche por el cuerpo, el cuello y la cara como si fuera crema solar, se puso de pie sonriéndome y abrió un cajón dándome un sobre.

SEÑORA: Aquí tienes que te los has ganado, ¿crees que mañana podrías venir también?

YO: Mañana durante la comida se lo confirmo señora.

SEÑORA: Perfecto, y ahora vete por favor que me voy a meter en la ducha.

Me vestí rápido y me fui.

Al entrar en nuestra habitación Marisa estaba estirada en la cama ya duchada y cambiada enseñándome con una sonrisa los seiscientos euros ganados, me saqué del bolsillo los quinientos tirándolos encima de la cama riendo los dos, me duché y me estiré a su lado con una camiseta puesta, nos besamos y le pregunté cómo le había ido.

MARISA: Antes de llamar a su puerta me he quitado el sujetador y me he pellizcado los pezones para dejarlos duros.

Ya me estaba imaginando como debía estar con la camiseta de tirantes apretada que se había puesto, marcando las tetazas preciosas que tiene con los pezones apuntándole hacía delante y la mini falda, Marisa me puso una mano en la polla y empezó a acariciarla distraídamente.

MARISA: Cuando me ha abierto la puerta le he visto su cara al verme y como no sabía dónde mirar, los ojos le iban para arriba y para abajo repasándome toda, ya he sabido que me lo iba a ventilar rápido de lo nervioso que estaba, le he abrazado apretando mis tetas contra su pecho y he notado su erección en mi barriga.

Ella seguía agarrándome suavemente el cipote acariciándomelo y a mí se me empezaba a poner duro.

MARISA: Me ha puesto las manos en el culo por debajo de la falda agarrándome las nalgas, yo le he palpado la polla por encima del pantalón y la tenía como una piedra, se lo desabroché bajándoselo con la ropa interior cogiéndole la polla, se le han subido los colores a la cara, lo he sentado en el sofá y me he agachado para hacerle una mamada, a las cuatro chupadas notaba que se iba a correr en cualquier momento, me he quitado la camiseta y le he puesto la cara en medio de mis tetas sin dejar de hacerle una paja, el tío se ha vuelto loco chupándomelas y lamiéndome los pezones, le he dicho que se pusiera de pie y como he podido me he colocado la pequeña polla que tiene entre medio de las tetas haciéndole una cubana, no ha durado una mierda que se ha corrido en mis tetas.

Seguía pajeándome sin parar de hablar.

MARISA: Lo he dejado estirado en la cama y me he pasado una toalla por las tetas para quitarme la leche, he vuelto con él y antes de subirme a la cama me he quitado el tanga, a él se le seguían saliendo los ojos mirándome, le cogí una mano y me la puse en el coño notando como le reaccionaba otra vez la picha, con dos chupadas se la he vuelto a dejar tiesa y me he subido encima de él para cabalgarlo, joder, acostumbrada a esta polla tuya…

En ese momento me la apretó con la mano dándole un par de subidas y bajadas rápidas haciéndome gemir de gusto y mover el cuerpo.

MARISA (riendo): …que me tiene el agujerito del coño tan dilatado, no quieras saber lo que he tenido que contraer el chocho para que notara algo cuando me lo follaba, porque al meterla la primera vez no hemos notado ninguno de los dos nada del espacio que le sobraba dentro de mi vagina, así que tenido que hacer fuerza con el chumino para que rozara algo su polla medida estándar tirando a pequeña, y tal como pensaba no me ha durado ni tres minutos que se estaba corriendo otra vez, lo he dejado en la cama hecho polvo con dos corridas en nada de tiempo.

YO: ¡Hostia!, así ya hace rato que te esperas.

Me miraba orgullosa sin dejar de tocarme el pepino.

MARISA: Te toca, explícame como te ha ido a ti.

Se lo conté todo con pelos y señales, cuando acabé me besó con cariño en los labios.

MARISA: Me haces el amor cariño.

YO: Quieres que te siga dilatando el chochito con mi polla medida extra.

MARISA: Quiero que me abras el coño todo lo que puedas con tú polla pero muy suave, quiero notar el amor que sientes por mí.

Nos besamos jugando con los labios, le quité la camiseta y las bragas, estiró de la mía para sacármela por la cabeza, me estiré encima de ella volviéndonos a besar con delicadeza, Marisa me había vuelto a agarrar la polla y se la dirigió a la entrada de su chichi, que lo tenía mojadito entrándole suavemente pero apretada, los dos dimos un gemido mientras mi miembro resbalaba dentro de su vagina hasta llegar al fondo, le acariciaba la carita y la besaba sin dejar de mirarle a los ojos de enamorada, a la vez que movía lentamente mis caderas penetrándola, me pasaba los brazos por la espalda posando sus manos en el culo marcándome el ritmo, nos fuimos excitando lentamente gimiendo con suavidad, estábamos a punto de llegar al orgasmo y acerqué mi boca a su oído.

YO: Si supieras lo que te llego a amar y lo enamorado que me tienes.

Me miró a los ojos, me abrazó pasándome los brazos por el cuello quedando las dos cabezas una al lado de la otra iniciando un orgasmo a dúo.

MARISA: Te quiero, te quiero más que a mi vida amor.

Nos corrimos gimiéndonos en la oreja uno al otro, cuando le volví a mirar la cara le estaban cayendo unas lágrimas, se las quité con un dedo sonriendo.

YO: ¿Está bien cariño?

MARISA: Lloro de felicidad de poder compartir mi vida contigo, es lo mejor que me podía haber pasado.

Nos abrazamos y nos quedamos dormidos.