Marisa (16)

Al día siguiente entramos en la casa de sus padres...

Al día siguiente entramos en la casa de sus padres para la comida familiar que había organizado su madre, estaban todos sentados en el salón y se levantaron para saludarnos, Marisa sabiendo que estaría el baboso de su cuñado ya se puso un jersey largo que le disimulaban las tetas, el cabrón se acercó a ella sin quitarle ojos de las tetas, cogiéndola por los hombros dándole dos besos lentos, me subía un calor por el cuerpo que lo hubiera estampado contra la pared, vi levantarse a Carmen, su mujer, caminando hacía mi para saludarme, me vino a la mente su imagen desnuda en la cama con el coño abierto metiéndose los dedos follándose, tuve que agitar la cabeza de un lado a otro para olvidarme de esa imagen y darle dos besos, después me abrazó su hermano de muy buen rollo, y su mujer Toñi que me miró a los ojos con una mirada que a mí me pareció que aquella chica estaba cachonda, saludé a Alfonso apretándole la mano con fuerza, mirándole a los ojos como diciendo: “A mí no me toques los cojones”, por fin me acerqué al sofá a saludar a Irene y Juan, sus padres, que se habían quedado sentados, hablamos un momento todos juntos y una chica jovencita, no le echaba más de veinte años, se acercó a Irene diciéndole algo.

IRENE: Ya tenemos la comida preparada y nos podemos sentar.

JUAN: Ya era hora que tengo hambre.

Reímos todos y nos sentamos en la mesa, le pregunté discretamente a Marisa quién era aquella chica, me miró con el ceño fruncido hablándome al oído.

MARISA: ¿No serás tan cabrón de estar pensando en follártela?

YO: No, no, por favor, simplemente que la he visto hoy y me ha sorprendido.

MARISA: Es Rosa una chica que ayuda a mi madre en casa, la limpia, hace la comida, cosas así, muchos días se queda a dormir. Cómo te vea que le haces alguna tontería te hecho a patadas de aquí.

YO: No cariño, no te preocupes, de verdad, dijimos de ser una pareja "normal" y lo seremos, te lo prometo.

Le miré a los ojos para que viera que le hablaba en serio, me dio un besito en los labios con una sonrisa, me gustaba que le saliera de vez en cuando esa parte celosa, no los habíamos sentido nunca y ahora me gustaba estar solo para ella y que ella estuviera por mí. La comida acabó sin nada a destacar a parte de alguna mirada que le pillé al guarro de Alfonso a mi chica.

Empezamos a trabajar en la pequeña oficina, la empresa funcionaba bien y no era nada estresante hacer el trabajo diario, yo por la noche después de la cena seguía saliendo a fumar a la calle, uno de esos días me puse a pasear intentando no pasar por delante de la ventana de la hermana, pensé que mejor estar lejos de la tentación, fui por el otro lado de las casas atravesando la casa grande, cuando fui llegando a una especie de almacén me pareció oír algún ruido extraño, me paré para escuchar mejor y volví a oír lo mismo, pensé que dentro había alguien, si era gente que estaba robando o algo así no quise entrar directamente por la puerta, busqué una ventanita y me asomé con cuidado, ¡joooder!, estaba Rosa la chica del servicio, a cuatro patas con las bragas por los tobillos, el baboso de Alfonso se la estaba metiendo como un loco, y sí, tenía una buena polla, no tan grande como la mía pero más de lo normal, me fui para casa, me senté en el porche encendiéndome otro cigarro, salió Marisa.

MARISA: ¿Te estás fumando otro?, va, pásame uno que te acompaño.

Le di un cigarro dándole fuego, se sentó a mi lado cogiéndome de la mano.

YO: Cariño, ya sé con quién tiene el lio el cabrón de Alfonso.

Me miró extrañada abriendo los ojos, esperando que se lo dijera.

YO: Con Rosa, la chica que ayuda en la casa de tú madre.

MARISA: No me jodas, ¿con esa cría?, ¿y cómo lo sabes?

YO: Bueno, una excursión de las mías fumando, los he visto en el almacén que hay después de la casa grande.

MARISA: Tío, tengo que grabarlo y tirárselo en la cara si algún día me conviene.

YO: Supongo que ya habrán acabado, mañana podemos intentar tener suerte.

La mañana siguiente en la oficina Marisa intentaba no mirar a Alfonso, porque cada vez que le miraba cuando él decía algo no podía disimular la cara de mala hostia y asco. Por la tarde salimos de la oficina, le dije de ir a dar un paseo para que se tranquilizara, nos fuimos haciendo un cigarrito caminando por el sendero que iba al lago.

YO: Sabes cariño que me gustaría hacer que no he hecho nunca.

Me miró a los ojos con una sonrisa, cuando le decía algo así ella sabía por dónde iba.

MARISA: ¿Qué te gustaría mi amor?

YO: Follarte en medio del bosque.

Me cogió de la mano riendo saliéndonos del sendero adentrándonos en el bosquecillo.

MARISA: Eso sí que me va a relajar amor.

Nos adentramos un poco buscando algún árbol y maleza que nos protegiera, le apoyé su espalda en el tronco del árbol y me puse delante de ella besándonos con pasión, entrelazando las lenguas, mis manos le acariciaban las tetas desabrochándole los botones de su camisa, le subí el sujetador por encima del las tetas, me tiré con la boca a chuparle y lamerle aquellos pezones que me encantaban, ella me apretaba el culo con las dos manos, cuando le puse los pezones duros le metí la mano por debajo de la falda, separó las piernas para que pudiera frotarle el coño por encima de las bragas, pasó una mano de mi culo a mi paquete amasándolo, nos mirábamos a los ojos encendidos por la pasión, le agarré las bragas bajándoselas y quitándoselas, me las puse en la nariz oliéndolas y me las metí en un bolsillo, ella me empezaba a desabrochar el pantalón y la cremallera bajándomelos a las rodillas con la ropa interior, abrió las piernas y yo me agaché para meter la polla por debajo, buscándole el agujero del coño metiéndosela de golpe, dando los dos un gemido fuerte, le agarré con una mano una teta apretándosela mientras me movía abajo arriba para follarla, como me lo estaba pasando en aquella situación salvaje en medio del bosque, me excitaba muchísimo ver a Marisa jadear y gemir medio vestida con mi cuerpo empotrándola contra aquel árbol, me cogía la nuca con una mano y me apretaba el culo con la otra atrayéndome, marcándome el ritmo de las penetradas, fuimos aumentando los gritos y nos corrimos a lo bestia.

Me aparté subiéndome los pantalones, Marisa con las piernas todavía abiertas hizo fuerza con el chocho cayéndole un chorro de mi leche al suelo, le di las bragas y se las puso mirándome con una sonrisilla, como cuando haces una pequeña trastada, volvimos cogidos de la cintura a la casa esperando la noche para salir de “excursión”.

Después de cenar nos encendimos el cigarrillo, por si alguien nos pillaba tener la escusa que habíamos salido a fumar, fuimos paseando pasando la casa grande acercándonos al almacén de paredes gruesas de piedra, le dimos la vuelta dando pasos con cuidado para no hacer ruido, nos pusimos al lado de una pequeña ventana por donde los había visto, se sentían jadeos apagados, Marisa sacó el móvil, se acercó asomándose comenzando a grabar, paró y se apartó de la ventana.

MARISA: Ella está estirada encima de una mesa con las piernas abiertas, el cabrón de Alfonso delante follándosela, pero me está dando el culo y no se les ve la cara a ninguno de los dos, si no cambian de posición desde aquí no puedo grabarle.

YO: Esperemos un momento a ver si se mueven.

Pudimos oír un ruido, Marisa se quedó quieta, poco a poco se fue acercando a la ventana con el móvil preparado pensando que se habían movido de posición, miró y se dio la vuelta rápido con una cara más rara que la hostia, me cogió de la mano y me sacó de allí pegándome tirones enfadada caminando rápido sin decir nada, llegamos a casa y se sentó en el porche con las manos en la cabeza.

MARISA: ¿Tenemos algo fuerte para beber?

Yo no entendía nada, pero le seguí la corriente.

YO: ¿Quieres vodka o ginebra a palo seco?

MARISA: Vodka con un poquito de naranjada.

Preparé dos y salí con ella, se acababa de encender un cigarro fumándoselo nerviosa, dejé los vasos en una mesita que había, me encendí uno yo también sentándome a su lado, le dimos un trago y la miré esperando que me dijera algo.

MARISA: ¿Estás seguro que a quien viste la otra vez fue a Rosa?

YO: Joder Marisa claro, tan chocho no estoy para no saber quién era, ya has visto que desde esa ventanita se ve muy bien lo que pasa dentro, hay luz suficiente.

Se volvía a pasar la mano por la cabeza preocupada.

YO: ¿No era Rosa quien estaba con Alfonso?

Marisa movía la cabeza de lado a lado empezando a llorar.

YO: Por favor cariño me estás asustando, ¿qué pasa?

Me miró a los ojos arrugando la frente.

MARISA: Era mi madre Javi, mi madre estaba follando con él.

Se me cayó el cigarro y los cojones al suelo, me giré y abracé a Marisa, ella apoyó su cabeza en mi hombro llorando un rato hasta que se recompuso.

MARISA: Que hijo de puta, se está tirando a todas las mujeres de esta casa menos a la suya el cabrón.

YO: Bueno, a la mujer de tú hermano no lo sabemos.

Nos acabamos la bebida y nos fuimos a dormir, al día siguiente en la oficina se respiraba un ambiente para salir corriendo, Marisa iba cogiendo confianza con Toñi, cuando salimos al medio día se quedaron las dos hablando un rato, Marisa me explicó que le había preguntado si nos pasaba algo a nosotros porque la había visto muy enfadada durante toda la mañana, le puso una escusa para no decirle la verdad, entre otras cosas porque no sabíamos si a ella también se la pasaba por la piedra.

Después de comer fuimos a caminar un rato, ya hacía calorcito y nos iba bien movernos un poco, dimos una buena vuelta, ya volviendo para casas pasamos por el lado de la playita del lago, Marisa paró en seco.

MARISA: Para Javi que me parece que en la playa hay alguien.

Nos acercamos sin hacer ruido detrás de unos matorrales, y ¿quién estaba allí?, pues sí, el cabrón de Alfonso y Toñi arrodillada delante comiéndole la polla, Marisa me miró moviendo la cabeza desesperada, dimos un rodeo y llegamos a casa, Marisa estaba cagándose en todo dando vueltas sin sentido por el salón, yo me quité la camiseta sudada.

YO: Me voy a duchar y después hablamos con tranquilidad.

MARISA: Voy contigo, follamos un poco y así me tranquilizo.

YO: Joder Marisa, lo has dicho como si te fueras a tomar una pastilla coño.

Se me acercó sonriendo, se arrodilló delante de mí y me bajó de un tirón el pantalón de deporte, metiéndose la polla en la boca pegándole varias chupadas y succionadas dejándomela tiesa.

MARISA: Esta es la mejor pastilla que me puedes dar, y me la voy a comer enterita.

Empezó a follarme con la boca que me tenía a punto de correrme, la agarré levantándola, la metí en la habitación, le bajé las mallas y el tanga arrodillándola a cuatro patas en el borde de la cama, me quité las zapatillas y el pantalón, me agaché y le metí la lengua en el coño mojándoselo, sacó el culo para que pudiera llegar bien, se lo lamí de arriba abajo varias veces, me levanté y le metí la polla hasta el fondo en el chocho haciéndole dar un grito.

MARISA: Fuerte cariño, todo lo que puedas que me tengo que relajar mucho hoy.

Le empecé a dar golpes con mi pubis en su culo en cada penetrada que se oía por toda la casa, no tardó casi nada en correrse, pero yo no paré acelerando todavía más mis movimientos, no dejándola recuperarse de una corrida que la llevaba para la siguiente que llegamos los dos a la vez pegando unos gritos tremendos, nos duchamos y nos estiramos en el sofá, yo sentado con ella acurrucada en mis brazos como si fuera una niña pequeña.

YO: ¿Qué vamos a hacer cariño?

MARISA: No lo sé, tenemos que pensarlo con tranquilidad, no creo que lo que está pasando sea de ahora, esto debe durar ya tiempo.

Seguimos día a día intentando averiguar algo pero nadie decía nada, Marisa intentaba verse con Toñi para ver si le soltaba alguna cosa, pero no había manera, con su hermana también hablaba pero lo único que le confesaba era que Alfonso no le hacía caso, que pensaba que a veces cuando se iba por ahí de negocios debía de tener alguna amante o algo, que no se veía con fuerzas para discutir con él, Marisa no quería decirle quienes eran las amantes claro, y la otra persona con la que hablaba era con su madre pero desde que vio lo que vio le costaba.

Entonces nos enteramos que el último viernes de cada mes, había una reunión de todos en el salón de la casa grande, con cafés y pastas, en ella, Alfonso como director daba una explicación de cómo iba la empresa, se pulían algunos detalles si hacía falta o se votaban algunas otras cosas, allí estábamos y de pronto.

ALFONSO: He pensado en otra cosa, la semana que viene tengo que hacer unas visitas a varios posibles clientes para nuestros vinos, estoy convencido de que Marisa sería una gran comercial y quiero que venga conmigo, serían cuatro días fuera.

Todos se quedaron en silencio, Irene lo miraba preocupada, creo que sabía lo que intentaría, Marisa puso unos ojos que parecía que le iban a salir rayos y lo fulminaría allí mismo, a mí me dieron ganas de coger un cuchillo de encima de la mesa y rebanarle el pescuezo.

MARISA: Iré si viene con nosotros Javi, creo que puedo hacer un buen trabajo, pero necesitaré ayuda y con él me siento cómoda, es de mi confianza.

ALFONSO: Creo que es innecesario que viajemos los tres, una vez aquí él puede ayudarte en lo que sea.

MARISA: Pues quédate tú aquí que tienes trabajo, nosotros nos ocuparemos.

ALFONSO: Mujer, pero para eso necesitas coger un poco de experiencia antes, por eso te digo de ir juntos, para que la cojas y después ya podrás moverte sola.

MARISA: Te aseguró que tengo mucha experiencia en saber cómo es la gente y convencerla para hacer negocios.

Hostia puta, quien nos iba a decir que la experiencia con el puterío en el hotel nos serviría para otras cosas.

JUAN: A mí me parece bien que Marisa y su novio se cuiden de eso.

IRENE: Y a mí también.

JUANITO: Es buena idea, así tú te quedas y no tengo que estar llamándote cada vez que pasa algo.

Alfonso no pudo disimular la cara de mala hostia, sonrió de una manera falsa de cojones y aceptó, merendamos y la gente se fue largando, el primero Alfonso con su mujer con una cara que lo decía todo, después su hermano y Toñi, su padre se fue para adentro hacer sus cosas y nos quedamos hablando con su madre, a Marisa la veía nerviosa y a fin se decidió.

MARISA: Mamá, quiero hablarte de algo.

IRENE: Tú dirás hija.

Marisa se levantó de mi lado y se sentó con su madre.

MARISA: De casualidad la otra noche pasé por al lado del almacén y oí ruido.

Irene se giró rápido mirando si su marido estaba o había salido de la estancia.

IRENE (nerviosa): ¿Y pasó o viste algo?

MARISA: Mamá, tú sabes perfectamente lo que vi.

Su madre estaba a punto de ponerse a llorar.

IRENE: Por favor no le digas nada a tu padre.

MARISA: Mamá coño, quieres decirme que pasa aquí, ¿por qué ese tío se está follando a quien le sale de la polla?, porque lo está intentando conmigo, ya te has dado cuenta.

IRENE: Vamos los tres a dar una vuelta, no quiero hablar aquí.

Salimos y fuimos caminando hasta un viejo lavadero en medio de un campo, sentándonos los tres.

IRENE: En casa no quería hablar por tú padre, ya sabes que él es feliz con sus cosas, no quiero que sufra. Como sabes, Alfonso es el que tiene más acciones de la sociedad, el cincuenta y cinco por ciento, porque en su momento era el único que tenía dinero para invertir y sacarnos del pozo, si no lo aceptábamos las deudas nos comían y hubiéramos tenido que irnos a la calle sin nada, se lo hubieran quedado los bancos todo, gracias a él hemos superado el bache y ahora todo va bien.

MARISA: Pero.

IRENE: Pero una vez el negocio estaba funcionando un día me vino a ver, me dijo que tenía pruebas de algunas cosas que había hecho tú padre cuando lo llevaba, algo con hacienda que si lo denunciaba nos iba a caer una multa que nos dejaría en la ruina, que él podría vender su parte a alguien que hace tiempo que le va detrás, sobre todo por los vinos coger el dinero y después denunciarnos.

Marisa movía la cabeza entendiendo lo que pasaba.

MARISA: A no ser qué…

IRENE: Empezó diciéndome que fuera al almacén…, bueno ya sabes para qué, yo pensaba que conmigo ya tendría bastante, pero después me dijo que hablara con Juanito para estar con su mujer, en fin, que nos tiene a todos acojonados, lo que me temo es que te quiere pillar a ti en algún momento para decirte lo mismo.

YO: ¿Y Rosa?

IRENE: A Rosa creo que le paga algo extra a fin de mes el cabrón.

MARISA: Está bien mamá, volvamos antes de que papá sospeche algo.

Cuando llegamos a la casa Marisa estaba que sacaba humo por la cabeza, me dijo que iba a encontrar la manera de darle por culo a Alfonso.