Marisa (13)

Cuando llegamos a mi apartamento...

Cuando llegamos a mi apartamento entramos con su maleta a mi habitación, abrí el armario y empecé a quitar ropa poniéndola en otro sitio para dejarle un hueco donde poner la suya, yo estaba cambiando la ropa de un lado para el otro, Marisa se reía sentada en la cama mirándome.

YO: ¿De qué te ríes sinvergüenza?, podrías ayudarme.

MARISA: Es que me gusta ver cómo te preocupas de dejarme sitio para mis cosas, eso quiere decir que también te preocupas por mí.

Pasé por su lado y me tiré encima de ella estirándonos en la cama, me puse encima y le agarré las manos sujetándoselas por encima de la cabeza, mirándole a los ojos.

YO: Como vuelvas a hacer la tonta te pongo las maletas en la puta calle para siempre.

MARISA: Y también quiere decir que estás enamorado de mí.

YO: Eso no lo sabes, tendrás que volver a enamorarme como lo estaba antes.

MARISA: Ya sé que me quieres mucho aunque te hagas el machito conmigo.

YO: El machito, el machito, ¿qué coño es eso del machito?, a que te devuelvo al hotel por listilla.

MARISA: Sé que no lo harás.

YO: ¿A no?

MARISA: Estas loco por vivir conmigo y dormir cada noche a mi lado, ma…chi…to.

Me levanté, unas cuantas camisetas que había dejado encima de un sillón para cambiarlas de sitio las volví a dejar en la estantería del armario, cogí la maleta arrastrándola sobre las ruedas y a ella de la mano levantándola de la cama caminando para la puerta de salida, la abrí y empujé la maleta en medio del pasillo de la escalera, ella se paró en seco muy preocupada haciendo fuerza estirando de mi mano para que no pudiera sacarla a ella del apartamento.

YO: Lárgate con tú maleta, viniste muy mansa y a la que te has visto segura te crees algo.

Se puso a llorar arrodillándose en el suelo.

MARISA: No, no, por favor, era una broma, te estaba haciendo una broma, lo siento.

Me arrodillé delante de ella abrazándola, me pasó los brazos por la espalda y apoyó su cara en mi cuello.

MARISA: Por favor, por favor, déjame que me quede contigo, me portaré bien, te lo prometo.

YO: Todo lo que me has dicho es verdad.

Dejó de llorar.

MARISA: ¿Qué?

YO: Que es verdad que estoy enamorado de ti, que te quiero y que estoy loco porque vivas conmigo y duermas cada noche en mi cama a mi lado.

Separó su cara de mi cuello mirándome a los ojos, se la acaricié con una mano secándole las lágrimas.

MARISA: Yo también cariño.

YO: ¿Tú también qué?

MARISA: Te quiero y estoy loca por vivir contigo y dormir cada noche a tú lado.

Me levanté y caminé para la habitación, ella salió a recoger la maleta y cerró la puerta siguiéndome, abrió la maleta encima de la cama y sacó un montón ropa entre sus manos.

MARISA (con una sonrisa): ¿Dónde puedo colocar todo esto?

Yo pasaba por delante suyo con el montón de camisetas de antes cambiándolo de sitio.

YO: Donde te salga del coño nena.

MARISA: ¿Ya te estás poniendo machito otra vez?

Dejé las camisetas en otra parte del armario, ella colocaba su montón en el hueco que le había dejado, la agarré por los hombros colocándola contra la pared apretando mi cuerpo contra el suyo levantándole otra vez las manos por encima de la cabeza.

YO: Que no me gusta que me llames machito joder.

MARISA (riendo): Vale, vale, esta noche te invito a una cena romántica donde quieras y luego vamos a fumar a la punta del espigón.

YO: De acuerdo acepto, iremos a la pizzería donde cenamos el primer día que nos conocimos.

Le solté las manos separándome de ella, me miraba sonriendo.

MARISA: Mira que llegas a ser…

Me gire fundiéndola con la mirada.

MARISA: Romántico, cariño, romántico.

YO: Que cabrona estás hecha nena, cada vez que me digas algo que no me guste me pagarás una cenita.

Fuimos a dar esa tarde un largo paseo, nos sentamos en la misma mesa de la pizzería que la primera vez, cuando empezamos a cenar Marisa me miraba preocupada.

YO: ¿Te pasa algo cariño?

MARISA: No te veo contento, hoy en el apartamento te has comportado raro por una broma que te hacía, no sé, ¿tienes algo en la cabeza de lo que te gustaría hablar?

Me di cuenta de lo que me decía, estaba serio y no podía disimularlo.

YO: Cuando te fuiste y me dejaste en aquel hotel, lo pasé tan mal Marisa, tan mal, no tenía ganas de levantarme de la cama, me daba igual si el mundo se hundía o se acababa, en una antigua relación llegué a pillarla follando con otro tío poniéndome los cuernos de forma totalmente despiadada, como si yo no existiera, luego me envió un mensaje como si no hubiera pasado nada, le envié un video que le había grabado como se le corría en la boca y la cara aquel tío cabrón, no la quise ver nunca más en mi vida, con todo eso no lo pasé bien pero no tuvo nada que ver de como lo pase de mal con tú despedida, me di cuenta que te quería tanto que me desgarraba el corazón no estar contigo, no entendía que había pasado y sigo sin entenderlo, te tenía tanta confianza, pensaba que éramos tan indestructibles, que siempre estaríamos juntos que me pilló por sorpresa tú decisión. Sí que estoy contento de estar contigo, pero tengo miedo, tengo miedo Marisa, no me quito de la cabeza que en cualquier momento me puedes volver a hacer lo mismo, me intento decir a mi mismo que un minuto más contigo es ser un minuto más feliz en mi vida, pero no me saco de la cabeza que me puedas volver a dejar.

Marisa me escuchaba muy atentamente con los ojos vidriosos a punto de llorar, puso una mano encima de la mía y se la agarré con fuerza.

YO: Te quiero mucho cariño, mucho, pero ahora mismo no te tengo la misma confianza que tenía contigo antes, pienso que en cualquier momento te puedes encontrar con un tipo guaperas con dinero y volver a dejarme.

Le empezaron a salir de los ojos unas lágrimas que rápidamente se secó con la mano.

MARISA: Lo siento Javi, te he perdido mil veces perdón y seguiré haciéndolo.

YO: Está bien, mira, acabamos de cenar nos vamos a casa y me explicas lo que pasó por favor.

Me dijo que sí con la cabeza, cenamos sin decir nada y salimos cogidos de la mano, llegamos a casa, nos cambiamos de ropa poniéndonos cómodos sentándonos en el sofá uno delante del otro.

Me quedé en silencio mirándola para que ella empezara a hablar.

MARISA: Aquel hombre, era muy guapo y además con un nivel económico que nosotros no habíamos visto nunca, cuando le fui a servir para intentar flirtear un rato con él y poder hacer lo que hacíamos allí, (no se atrevió a decir hacer de puta), me miró y me habló de una manera que me sentí atraída, quedó conmigo aquella primera tarde pero a mí me dejó tocada, por eso me encontraste rara, aquel primer día me pagó y me dijo que si quería seguir haciéndolo con él la siguiente tarde debería hacerlo por placer y no por negocio, tenía una boca para hablar que conseguía dejarme embelesada escuchándole, me hablaba de una manera que me abducía, me empezó a hablar de cómo era yo, me alababa, me trataba como a una reina, me decía que no entendía como podía estar con alguien que me dejaba hacer lo que hacía, (otra vez no quiso decir prostituirse), así que al día siguiente no le cobré.

Le empezaron a caer las lágrimas por la cara, yo no le dije ni hice nada, seguí esperando que ella continuara con su relato.

MARISA: Te acuerdas de que fue María quien me dijo que había llegado un cliente muy guapo.

Se lo confirmé con la cabeza.

MARISA: Pues la segunda tarde, cuando estaba a punto de llegar a su habitación me crucé con ella, éramos muy amigas y me miró con una cara de odio tremenda, me dijo que yo era una puta, que por primera vez había visto a un chico que le gustaba y quería intentar estar con él, que yo me había aprovechado de su información para tirármelo y quitárselo, que sabía lo que estábamos haciendo, me llamó puta no sé cuantas veces con la cara roja de odio, me llamó puta tantas veces que me hizo ver la realidad de lo que hacíamos, tú tenías razón, nos estábamos prostituyendo y yo no quise verlo, ella me abrió los ojos y se me cruzaron los cables, entré en la habitación hecha polvo, él me supo calmar y tranquilizar con sus bonitas palabras, me pidió que me fuera con él y que saliera de todo aquello, yo estaba en un momento muy flojo después de lo que pasó con María y le dije que sí pasando la noche con él, después fue cuando me despedí de ti de aquella manera tan fría, para no tener que discutir contigo porque me hubiera vuelto loca, la mañana que nos íbamos fui a ver a Isabel para decírselo, le pedí que hablara contigo, ya me imaginaba que estarías muy mal.

Lloraba a moco tendido, yo seguía mirándola sin mover un músculo.

YO: ¿Y después?

MARISA: Me llevó a su casa, una casa inmensa con gente a su servicio, el primer día me llevó de compras y me pagó una ropa carísima, me tenía en una nube, el segundo ya me dejó sola en su casa y lo vi solo por la noche, al tercero ya estaba pensando en ti cariño, te echaba de menos, cuando él llegaba me hablaba de aquella manera y me hacía sentir otra vez bien, después de una semana estaba hasta el mismísimo coño de sus bonitas palabras, de su gran casa y de todo lo que le rodeaba al cabrón.

Se me escapó una carcajada, ella sonrió.

MARISA: Aguanté una semana más y me fui con la ropa que había llegado, le dejé colgada del armario la que me había comprado él, me subí a un avión y me fui a casa de mis padres, se lo expliqué a mi madre que es la persona a parte de ti que le tengo más confianza, me dijo que descansara algunos días y que si te quería de verdad viniera a buscarte y luchara por ti, ella me dio la fuerza necesaria para afrontar mis errores y arrodillarme delante de ti para pedirte perdón, eso ha sido todo cariño, te quiero, de verdad que te quiero más que a mi vida, te prometo que nunca más te lo volveré a hacer, quiero que confíes en mí y seas feliz.

Me puse a su lado pasándole un brazo por detrás quitándole las lágrimas una vez más con mis dedos acariciándole la cara.

YO: Cariño, no prometas lo que no sabes si podrás cumplir.

MARISA: Es que yo sé que lo cumpliré, ha sido una experiencia muy dolorosa que me ha abierto los ojos, no quiero separarme nunca más de ti.

YO: Puede que sea yo quien la próxima vez te deje a ti.

Levantó la cabeza mirándome a los ojos, empezó a hacer pucheros arrancando a llorar como una loca desconsolada.

La abracé fuerte rodeándola con mis brazos.

YO: No, no, cariño que es broma, te lo decía en broma mi amor, con quién voy a estar mejor que contigo.

No podía parar de llorar pero se le escapaba alguna risita.

MARISA: Pues que buen momento has escogido para hacerme la bromita chaval.

Nos seguimos abrazando y besando entre risas y lágrimas.

Pasamos una primera semana juntos de puta madre, a ella la veía muy ilusionada y yo estaba encantado de la vida, pero como las cosas no son eternas unos pocos días más tarde empezamos a darle vueltas a la cabeza sobre el tema del trabajo, no podíamos seguir así o lo que teníamos ahorrado se nos iba a ir a la mierda en poco tiempo. Un viernes salimos a repetir la cena de la pizzería y después nos fuimos al final del espigón a estirarnos en la roca fumando.

MARISA: ¿Sabes que me ha venido a la cabeza?

Me giré mirándole a la cara.

YO: Ha ver si te lo puedo leer en la frente, pues no, no puedo, si no me lo dices no me enteraré.

MARISA (riendo): Que tonto eres, he pensado en Estefanía, ¿te acuerdas de ella?

YO: Sí, la hija del señor Felipe, ¿qué será de ellos?

MARISA: Pues eso, me estaba acordando que nos ofreció ir a vivir con ellos y que podríamos trabajar.

Me quedé pensando un momento.

YO: Pero eso ya sabes que quiere decir, si es que aceptan claro, igual nos lo dijo allí y ahora ya no quieren saber nada de nosotros.

MARISA: Claro que se lo que quiere decir, yo no he cambiado y el sexo me sigue encantando, pero si tú quieres que estemos solos, sin volver a meter nadie en medio nunca más te lo respeto y haremos lo que tú quieras, tú por delante de todo lo demás mi amor.

YO (riendo): ¿Que te piensas, que en estas semanas que no te he visto me he convertido en un monje de clausura que ya no me gusta follar o qué?

Nos descojonamos de risa.

MARISA: ¿Así la llamo a ver que nos dice?

YO: Llámala cuando quieras.

El sábado al medio día estábamos en casa antes de comer escuchando música sentados en el sofá, Marisa se levantó nerviosa.

MARISA: Voy a la habitación a llamar a Estefanía, a ver que se cuenta.

YO: ¿Y porque no la llamas desde aquí?

MARISA (nerviosa): Yo que sé, estoy nerviosa joder, déjame a mi aire coño.

Me moría de risa mientras ella se iba para la habitación buscando en el móvil el número de Estefanía, podía oír a trozos la conversación, al principio se le notaba nerviosa pero poco a poco se fue tranquilizando, estuvieron hablando un buen rato, salió, me miró con una sonrisa y me enseñó el móvil.

MARISA: Me ha enviado su ubicación, podemos ir cuando queramos.

Salió corriendo y se me tiró encima besándome, estaba muy nerviosa.

MARISA: Que sí, que quieren que vayamos con ellos, que tenemos vivienda y comida, además nos contratarán en su empresa con un buen sueldo, se ha puesto muy contenta de que la llamara.

Pasado el primer momento de alegría hablamos con tranquilidad del asunto, estaba claro que si íbamos era para follar con ella y tenerla contenta, su parte de peligro tenía, y si se enamoraba, se encabronaba por algo o vete a saber tú la de cosas que podían pasar. Por otra parte al abuelo Marisa también tendría que darle lo suyo de tanto en tanto, pensamos que por probar no pasaba nada, si no nos gustaba la experiencia o no estábamos a gusto siempre teníamos tiempo de largarnos. La semana siguiente confirmamos día de llegada y nos volvimos a subir a un avión para vivir otra experiencia.

Estefanía nos estaba esperando en el aeropuerto con una sonrisa enorme, nos abrazó y besó a los dos, explicándonos en el viaje hasta su casa en coche lo contenta que estaba de que aceptáramos estar con ellos.

Vivian en una casa muy grande con mucho terreno alrededor, en la parte trasera de la casa había un bonito jardín, después una piscina y al lado de la piscina una casita de invitados. Al llegar nos llevó a saludar al Sr. Felipe, estaba sentado en un sillón en la biblioteca despacho, había pasado una enfermedad y no estaba muy bien de fuerzas, caminaba muy poco, incluso al hablar se le notaba que le costaba, pero los ojillos se le iluminaron cuando nos vio, sobre todo a Marisa claro cuando le dio dos besos y le tocó la cara con cariño.

Salimos temprano y el vuelo no era muy largo, así que era media mañana cuando Estefanía nos acompañaba a la casita de invitados, nosotros estábamos alucinados por el lugar, era realmente bonito, tenían gente de servicio trabajando, nos presentó a una señora que se cuidaba de la casa y a un jardinero que hacía el mantenimiento de la piscina cuando nos acompañaba a la casita.

Al entrar había un salón comedor bastante grande con una cocina americana a un lado, tenía vidrieras delante con vistas a la piscina, detrás daba un caminito para poder entrar y salir de la propiedad sin pasar por la casa principal, donde se veía un coche aparcado, nos enseñó unas llaves y nos dijo que eran del coche por si nos hacía falta para algo, así nos podríamos mover a nuestra discreción sin necesitar a nadie, del salón se pasaba a un pequeño pasillo donde había un pequeño cuarto de baño y dos habitaciones, una muy grande con otro baño completo, con una ducha muy chula y bañera grande aparte, y otra más pequeña con varias literas, la casita como le llamaban ellos era una pasada de chula.

ESTEFANIA: ¿Os gusta chicos?, me voy y os dejo tranquilos para que os refresquéis y os instaléis, más tarde vendré por vosotros para comer juntos.

Marisa se acercó a ella abrazándola, agradeciéndole lo que hacían por nosotros, se miraron a los ojos, se dieron un morreo moviéndose sin despegar los labios cayendo las dos en uno de los sofás, y yo pensé: “Empieza la nueva aventura”.

Marisa estaba sentada medio estirada y Estefanía casi encima metiéndole la lengua en la boca, a la vez que le subía la mano por un muslo llegando a meterle mano en el coño, Marisa le acariciaba una teta, me miró haciéndome un gesto con la mano para que me acercara, fue llegar a su lado y Estefanía estiro un brazo poniéndome la mano encima del paquete apretándomelo y agarrándomelo, se levantó y me morreó a mi mientras Marisa sentada le metía las manos por debajo del vestido y le bajaba las bragas, nosotros seguíamos con un beso larguísimo, le acariciaba las tetas por encima de la ropa, notando su mano nerviosa palpándome la polla por encima del pantalón, Marisa se arrodilló en medio de los dos, metió la cabeza por debajo de la falda de Estefanía y le empezó a chupar el chichi, haciéndole dar el primer gemido poniéndole los ojos de viciosa, mientras se lo comía me tocaba a mí también, siendo ahora dos las manos que recorrían la parte noble de mi cuerpo, me estaban poniendo la polla tiesa de cojones.

Marisa me bajó la cremallera de la bragueta, Estefanía no perdió el tiempo en meter una mano dentro buscando nerviosa la parte de arriba de los boxes, para meterla por dentro y agarrarme la polla, miró para arriba soltando un suspiro moviendo la mano lentamente haciéndome una paja sacándomela del pantalón, Marisa dejó el coño para girar la cabeza y meterse el capullo en la boca chupándolo, volviendo a lamerle el chocho, yo me bajé los pantalones para que las dos manos pudieran moverse con más libertad, Marisa me pajeaba y Estefanía me acariciaba los huevos y el culo, Estefanía levantó a mi novia estirándola en el sofá, se arrodilló delante abriéndole las piernas y le dio dos besos encima del coño, cogiéndole las bragas estirando fuerte para quitárselas volviendo a meter la lengua en medio del chocho, pegándole unos lametazos que se podían oír haciendo que Marisa gimiera mirando para el techo con los ojos en blanco.

Se concentró en el clítoris lamiendo y succionando, consiguiendo que mi novia gimiera sin parar con una mano encima de la cabeza de Estefanía que movía el culo delante de mí, me arrodillé detrás y le levanté la falda pasándole dos dedos por el coño que lo tenía encharcado, apunté la polla en el agujero y le metí la mitad de un golpe haciéndole pegar un buen grito, Marisa abrió los ojos mirando como la tenía empalada sonriéndome, se la acabé de meter toda y la fui follando a buen ritmo, Marisa no paraba de gritar y Estefanía gemía sin dejar de lamerle el coño, hasta que mi chica se corrió, nuestra amiga levantó la cabeza frotándole el chichi con los dedos de una mano, pegó un grito enorme que debía tener retenido empezando a mover todo el cuerpo corriéndose con mi polla que no paraba de penetrarla, se quedó estirada un momento encima de las piernas de Marisa, miró la hora.

ESTEFANIA: Coño que se me hace tarde, tengo unas cosas que resolver antes de comer.

Se levantó, buscó sus bragas, se las puso con prisas caminando en dirección a la puerta.

ESTEFANIA: Os dejo, ya os avisaré para comer juntos, relajaros y disfrutar.

Cerró la puerta detrás suyo y nos dejó allí, a Marisa con las piernas abiertas y el coño chorreando y a mí con polla tiesa al aire, nos miramos a los ojos con mi novia y me tiré encima de ella quitándole el vestido y el sujetador, me desabrochó con prisas unos cuantos botones de la camisa y me la quitó por la cabeza, mientras yo me quitaba a tirones los pantalones quedándonos los dos en pelotas, me estiré encima suyo metiéndole la polla hasta el fondo de su coño, Marisa me agarró el culo con las dos manos y nos empezamos a mover como locos follando.

MARISA: Sigue, sigue que no veas cómo me ha puesto de cachonda Estefanía.

YO: Pues a mí me ha dejado en media follada la cabrona.

MARISA: Calla y folla fuerte.

Abrió las piernas todo lo que pudo encima de aquel enorme sofá, me apretaba el culo con toda la fuerza que podía cada vez que se la metía, yo apoyaba mis manos en el sofá una a cada lado de la cabeza de Marisa cogiendo fuerzas penetrándola con pasión, los cuerpos se movían como anguilas encajándose uno dentro del otro, la excitación subía al ritmo de los gritos de placer, Marisa me rodeó el cuello con sus brazos abrazándome poniendo su cabeza pegada al lado de la mía con su boca en mi oído.

MARISA: Sigue amor que me corro, me corro, me corroooo.

Se corrió con unos gemidos y gritos tan sensuales, que empecé a lanzar lechazos dentro de su coño sin parar de mover mis caderas arriba y abajo, gritando y gruñendo, quedaron los cuerpos uno encima del otro quietos recuperándose de la actividad frenética que acababan de tener, Marisa respiraba profundamente con sus brazos todavía alrededor de mi cabeza y su carita en mi cuello que besaba suavemente, cuando recobramos el ritmo de la respiración me levanté con ella enganchada sin sacarle la polla llevándola a la ducha. Una vez limpios salimos en pelotas agarrando las maletas metiéndolas en la habitación, buscamos algo para ponernos metiendo la ropa en los armarios y cajones que nos pareció bien, guardamos las maletas en la parte baja de un armario y nos estiramos en la cama a descansar un poco y probar la dureza del colchón.

YO: Pues el colchón parece cómodo.

MARISA: Menudo calentón me ha hecho coger la Estefanía de los cojones.

YO: ¿Te lo has pasado bien cariño?

MARISA: Joder si me lo he pasado bien, con todo lo que nos ha pasado en estas últimas semanas no me acordaba lo que era esto, me he excitado tanto. ¿Y a ti que te ha parecido?

YO: ¿No lo has notado cuando me movía encima de ti antes?

Me sonreía feliz.

MARISA: Que pasión le hemos puesto ¿eh?, dime que follaremos más veces así.

YO: Así y de otras formas también, si quieres te demuestro como.

Se giró riendo y se puso encima de mí.

MARISA: ¿De verdad me volverías a follar ahora mismo?

YO: Te follaría sin parar hasta que me salieran callos en la polla mi amor.

Marisa se moría de risa, le apoyé una mano en la espalda bajándola agarrándole el culo, me miró fijamente a los ojos y me besó lentamente sacando la lengua, estiré de su camiseta quitándosela y ella se quitó los pantaloncitos que se había puesto, me ayudó a desnudarme y seguimos besándonos con tranquilidad, acomodó una rodilla a cada lado de mi cuerpo, metió una mano por debajo agarrándome la polla comprobando que estaba tiesa, para dirigírsela a la entrada de su coño metiéndosela despacio, nos volvimos a besar y ella comenzó a mover sus caderas suavemente follándome con delicadeza, notaba sus tetas presionándome el pecho, sus brazos alrededor de mi cuello y sus labios junto a los míos, más feliz no podía ser, hicimos el amor y nos corrimos juntos sintiéndonos uno al otro, nos quedamos descansando un rato más abrazados.

Sonó un teléfono que había encima de una de las mesitas de noche, Marisa lo descolgó y era Estefanía para decirnos que en veinte minutos comíamos todos juntos en la casa grande, nos vestimos y fuimos con ellos, nos acompañaron a un comedor y nos sentamos en una mesa ya preparada, Estefanía ayudó a su padre a caminar despacio para sentarse en la cabecera de la mesa, ella lo hizo a un lado y nosotros al otro, salió una señora con uniforme y nos sirvió la comida, era una señora que se cuidaba de todo lo que hacía falta en la casa, hacer traer la compra, controlar la limpieza, la cocina, en fin tenerla siempre en perfectas condiciones y cuidar de que no nos faltara nada.

ESTEFANIA: Después de comer haremos la lista de la compra de lo que os gusta, se cuidaran de pedirla y colocarla en vuestra cocina, cualquier cosa que necesitéis se lo podéis pedir a ella directamente.

FELIPE: Quiero que sepáis que estamos muy contentos de que estéis aquí, os intentaremos cuidar como si fuéramos familia, mañana Estefanía os acompañará a la empresa para que la veáis y decidir que trabajo os hace más ilusión hacer, me hubiera gustado hacerlo a mí pero ya veis que no tengo todas las fuerzas que me gustaría.

ESTEFANIA: Vamos a comer y después seguimos hablando tomando el café en el salón.

Nos sentamos en unos sillones del salón y nos sirvieron los cafés, estuvimos hablando un buen rato, también hicimos la lista de los productos que queríamos tener en casa, algunas cosas para picar y sobre todo bebidas, las comidas estaban previstas hacerlas en el comedor de la empresa y las cenas en familia con ellos o ya pasaríamos con cualquier cosa en nuestra casita.

Al día siguiente Estefanía nos hizo que la siguiéramos en el coche que nos había dejado para que volviéramos cuando quisiéramos, aquel día era de visita a la empresa y mirar que trabajo podía adecuarse a nosotros, llegamos y nos enseñó todo aquello acabando en su despacho.

ESTEFANIA: ¿Qué os ha parecido todo esto?

YO: Yo lo he visto muy grande.

Se pusieron a reír las dos.

MARISA: Eso es lo único que se te ocurre decir tonto.

YO: Y yo que sé cariño, ¿o no es verdad que esto es muy grande coño?

Se volvieron a descojonar de risa.

ESTEFANIA: ¿Habéis pensado que os gustaría hacer?

Nos quedamos los dos en silencio, que coño sabíamos nosotros donde podríamos encajar, sobre todo yo.

MARISA (nerviosa): Yo lo que he hecho siempre es de administrativa, no sé.

YO: Y yo he hecho de todo, desde ordenar productos en un almacén a instalar fibra óptica por las calles, supongo que nos conformaremos con cualquier trabajo que podamos ser útiles.

Le agarré la mano a Marisa mirando los dos a Estefanía sin saber que decirle nerviosos, Estefanía nos miraba con una sonrisilla sin decirnos nada, creo que se estaba riendo de nosotros por dentro.

ESTEFANIA: Este terreno no lo controláis ¿eh?, en el hotel hicisteis conmigo lo que os dio la gana porque lo controlabais todo.

Nos miramos y nos pusimos serios, ¿nos lo decía en serio, se quería vengar de algo?, Estefanía se descojonó de risa en nuestra cara.

ESTEFANIA: Que cara de pardillos se os ha “quedao”, ¿vosotros os creéis que os he hecho venir para putearos con lo agradecida que os estoy por lo que pasó?

Nos volvimos a mirar con Marisa resoplando tranquilizándonos.

ESTEFANIA: Bueno va, ya en serio, Marisa ves el despacho de mi izquierda.

Giramos la cabeza, la pared era de cristal y se veía un buen despacho con un señor mayor trabajando en una mesa.

ESTEFANIA: Es el despacho del director de administración, él es José, tú Marisa trabajarás con él durante los próximos dos meses para que te forme, después él se jubila y quiero que seas tú la siguiente directora.

Marisa dio un salto en la silla abriendo la boca.

MARISA: Pero, pero, no sé si seré capaz de hacerlo, que fuerte.

Se puso las manos en la cara emocionada.

ESTEFANIA: Aprenderás no te preocupes, José te lo enseñará todo para que seas buena en tú trabajo.

Me miró a mí, yo me pasé la mano tocándome la cabeza, pensando que no creía que pudiera hacer mucha cosa si no era limpiar las oficinas o algo así.

ESTEFANIA: Javi ves ese despacho de mi derecha.

Giramos otra vez la cabeza los dos mirándolo, estaba vacío.

YO: Ahí no veo a nadie.

Estefanía volvió a soltar una carcajada.

ESTEFANIA: No, no hay nadie porque no es de nadie ese despacho, será el tuyo.

YO: A vale, ¿para afilarte los lápices?, perdona, perdona, se me ha escapado.

Marisa me pegó una colleja y Estefanía se moría de risa.

ESTEFANIA: Será tú despacho y harás lo que yo te diga, serás mi ayudante personal, yo te formaré en lo que me interesa que aprendas.

A Marisa le cambió la cara, mirando a Estefanía muy fijamente a los ojos.

ESTEFANIA: Tranquila Marisa, ya me imagino lo que estás pensando y no va por ahí, es cierto que quiero formarlo en el trabajo, lo que quiero es que trabajemos los tres juntos para hacer funcionar la empresa, las otras “cosas” si surgen pues bien, pero no os estoy hablando de folleteo coño, ¿es qué solo tenéis pollas y coños en la cabeza joder?

Nos miramos los tres serios un momento y empezamos a reír como locos.

ESTEFANIA: Por cierto, esto es una empresa muy sería, exportamos bastante y a veces tenemos reuniones importantes, necesito que os vistáis muy elegantes, así que de aquí os llevaré a unas tiendas para escoger la ropa adecuada.

Llamó por teléfono para que preparan el coche que la había traído, salimos al exterior y nos subimos en la parte de atrás de un coche enorme los tres con el chofer sujetándonos la puerta, aquello era otro mundo que Marisa y yo desconocíamos totalmente, volvimos con un montón de bolsas con varios trajes, nos acompañó al comedor y nos dio una tarjeta a cada uno, era como un gran auto servicio, cuando llegamos a la caja una chica marcaba lo que íbamos a consumir y nosotros pasábamos la tarjeta por una ranura, nos sentamos en un lado del comedor que había una mesa apartada vacía.

ESTEFANIA: En esta mesa se podría sentar cualquiera pero siempre nos la guardan para la dirección, con esa tarjeta podéis comer siempre que queráis, al final de mes la empresa pagará lo vuestro, y lo mío claro.

Volvió a reír mirándonos la cara de pardillos.

MARISA: Es que esto nos supera Estefanía, estamos los dos alucinados.

ESTEFANIA: Y eso que no os he hablado del sueldo.

Nos miraba a los dos de manera pícara.

YO: Si no tenemos ningún gasto por poco que sea estará bien, ¿no cariño?

MARISA: Claro, si nos estás tratando espectacular, ya nos lo dirás.

ESTEFANIA: Había pensado que esta tarde cuando salga de aquí podría pasar por vuestra casita y hablar del tema.

MARISA: Ya, hablar del tema.

ESTEFANIA: Sí, lo más profundamente posible.

Volvimos a reír los tres en complicidad, cuando acabamos de comer nosotros volvimos para casa y Estefanía se quedó trabajando un poco más, quedando para vernos más tarde, cuando llegamos nos pusimos cómodos y colgamos en el armario los trajes que nos había comprado, Marisa estaba preciosa con las faldas de tubo y la americana a conjunto con unas camisas blancas, se le marcaba todo su tipillo con un culo precioso y unas tetas espectaculares, pensé que a José, su superior, se le iban a caer los ojos cada vez que estuviera a su lado.

A media tarde llamó a la puerta Estefanía, nos pusimos los tres en los sofás a tomar unos cafés, Marisa se sentó a su lado pensando en que en algún momento Estefanía pediría marcha, se dio cuenta y nos miró con una sonrisilla.

ESTEFANIA: Es que hoy me gustaría hacer una cosa diferente.

Marisa y yo nos miramos de reojo.

ESTEFANIA: En este tiempo desde que nos vimos la última vez he hablado mucho con mi padre, me confesó que me llevó allí para que nos conociéramos y pasara lo que pasó, también me explicó como os conoció.

YO: ¡No me jodas!

ESTEFANIA: Sí, me dijo que os propuso follar entre vosotros por dinero mientras él miraba.

Marisa desviaba la mirada al techo avergonzada.

ESTEFANIA: Me gustaría hacer lo mismo.

Giramos los dos la cabeza mirándola.

ESTEFANIA: Pero esta vez no os pagaré, os diré lo que vais a cobrar cuando estéis a punto de correros.

MARISA: Nena eres muy cabrona tú.

Se descojonaba de risa.

ESTEFANIA: Venga quiero que hagáis lo mismo que con él, si queréis, si os da vergüenza me voy y no pasa nada.

Las cogí a las dos de la mano levantándolas del sofá.

YO: Tú no te vas a ninguna parte, vamos a la habitación.

Pusimos entre Marisa y yo un sillón delante de la cama como hicimos con el abuelo en el hotel, la invitamos a acomodarse y nosotros nos sentamos en la cama delante de ella, nos empezamos a besar tocándonos por encima de la ropa, puse una mano en un muslo de Marisa subiéndosela, abrió las piernas enseñándole las bragas a Estefanía antes de que llegara mi mano para frotarle el coño, mi novia gimió y Estefanía se movió en el sillón, la abrí más las piernas y le metí dos dedos por un lado de las bragas apartándoselas masturbándola, en muy poco rato lo tenía mojado pudiéndose oír mis dedos jugando con su humedad acariciándole el chochete, Marisa me bajó el pantalón saltando mi polla como un resorte quedando tiesa apuntando al techo, me la agarró y empezó a hacerme una paja muy lenta subiendo y bajando su mano, mientras yo seguía moviendo los dedos por su coño y nos metíamos las lenguas dentro de la boca besándonos con pasión.

Marisa bajó la cabeza y se metió el cipote en la boca en un primerísimo primer plano para Estefanía, que se empezó a tocar una pierna por encima de la falda, la boca de mi novia me estaba volviendo loco haciéndome gemir, se la metía hasta la garganta, la sacaba, se metía la mitad succionando, volvía a meterla entera en la boca moviendo la cabeza adelante atrás follándomela, saliéndole de la garganta unos sonidos guturales que me estaban poniendo a cien, Estefanía ya subía su mano por el muslo levantándose la falda, con la otra se acariciaba una teta, cuando se la sacó de la boca tenía la polla totalmente mojada de saliva, Marisa me hizo una paja a buen ritmo, haciendo el ruido del “chap chap” del contacto de la saliva con su mano, le agarré las bragas y de un tirón se las rompí tirándolas al suelo, le quité la camiseta y me quité la mía estirándome en la cama.

Ella se subió encima pasando una pierna por encima de mi cuerpo, sin parar de pajearme se fue apuntando la polla en su agujerito del coño, mirándome fijamente a los ojos muy excitada con el cuerpo echado para adelante, dejándole otro primer plano a Estefanía de cómo se la metía muy despacio hasta donde pudo en aquella posición, dejando ir los dos un gemido, fue moviendo sus caderas follándome dándonos besos de cariño y amor, como me gustaba hacerlo con ella de aquella manera, Estefanía gimió y nos hizo girar la cabeza a los dos, tenía la mano dentro de las bragas haciéndose una paja mirándonos con los ojos muy abiertos, me giré sin sacársela dejándola debajo, me acomodé bien entre sus piernas abriendo las mías para que Estefanía viera mis huevos gordos chocar contra el coño de Marisa, follándomela a buen ritmo haciendo que se corriera a gritos, la puse a cuatro patas en el borde de la cama y yo me puse de pie fuera, al lado de Estefanía que se estaba bajando las bragas a los tobillos, abriendo las piernas metiéndose dos dedos en el coño follándose, empezando gemir con fuerza sin perderse detalle de cómo yo le apuntaba la polla al agujero de Marisa y se la metía hasta el fondo.

Los dedos le iban locos y no paraba de gritar, se la saqué a Marisa y se puso a cuatro patas en el suelo, se la volví a meter y ella le quitó la mano a Estefanía del coño metiéndole dos dedos, le puso la boca encima del clítoris succionándoselo, Estefanía se agarró con las manos en los reposabrazos del sillón apretando fuerte, miró para el techo poniendo los ojos en blanco y empezó a gritar la cantidad que íbamos a cobrar, nos gustó tanto que se nos dibujo una sonrisa en la cara de puta madre sin dejar de hacer lo que hacíamos, entonces Estefanía empezó a correrse con un grito enorme moviendo la caderas sin parar, Marisa le siguió con otra corrida bestial y yo gruñí dejándole ir la leche en el coño a mi amor, nos quedamos los tres mirándonos respirando fuerte, Estefanía se levantó, se subió las bragas, se bajó la falda y caminó marchándose.

ESTEFANIA: Como me ponéis cabrones, os espero a las nueve para cenar con mi padre.

Empezamos nuestros nuevos trabajos con cierta inseguridad al principio, pero fueron pasando los días y nos encontramos más cómodos con ellos, aprendiendo muchas cosas nuevas que nos motivaban, en la empresa todo era muy profesional y con nadie tuvimos sensaciones “extrañas” al principio. En casa Estefanía nos buscaba de vez en cuando pero nos dejaba mucha más intimidad de la que esperábamos al principio, nosotros teníamos la idea de que vivir allí sería como convivir en trío y no era así, ella incluso salía con algún hombre esporádicamente, pensamos que estaba buscando pareja y necesitaba encontrar la adecuada, el Sr. Felipe en una conversación con Marisa le confesó que desde hacía un tiempo que estaba delicado, con el tratamiento de su enfermedad no tenía ganas de sexo, que lo más importante era que su hija se encontrara acompañada y fuera feliz.