Mariposa y yo, 3

Imbécil recibe su primera recompensa... y una sorpresa que está muy lejos de esperar.

"Próxima estación: Centro Comercial".

La megafonía del Metro me sacó del estado de duermevela en el que me encontraba. Había tenido la suerte de poderme sentar, y eso, unido al madrugón y al traqueteo del vagón, siempre me daba sueño. Me levanté y fui pidiendo permiso para llegar hasta la puerta dedicando sonrisas a todo el que me miraba a la cara… lo curioso es que la mayoría, me las devolvían. De hecho, al entrar en la puerta del Metro, me había encontrado una ancianita que vendía cupones de lotería, y, más por darle algún dinero que por ilusión de millonario, le había comprado uno, y la abuelita se me había quedado mirando, y al ofrecerme el cambio, me había dicho "tú has conocido a tu novia hace muy poquito… lo sé porque estás muy sonriente". Se me escapó la risa y me dio un poco de vergüenza, pero reconocí que tenía razón en parte, y le di el cambio de propina. Saliendo del Metro y andando hacia las oficinas bancarias en las que trabajaba, no podía dejar de preguntarme… ¿era verdad que se me notaba tanto, es que la señora de la lotería era muy lista, o lo había dicho al azar y había acertado…? Sea como fuere, yo no podía dejar de pensar en Mariposa y en que esa noche iba a hablar con ella de nuevo… y me había prometido mi primera recompensa.

-¡Muy buenos días! – canturreé al entrar en la oficina, mientras dejaba el abrigo en mi sillón y me dirigía a la cafetería de trastienda. Ella estaba allí y me vio. Mi princesita, como la llamaba mi ama Mariposa. Me había dado calabazas el jueves pasado y me había sumido en un estado de depresión que me había llevado a buscar un ligue por chat… así había conocido a Mariposa. Después de todo, qué menos que estarle agradecido, por más que yo fuera su pagafantas, como bien decía mi ama… y media oficina.

Ella se me había quedado mirando con desconcierto. Lo cierto es que a pesar de que me hubiera dicho lo último que yo querría escuchar de sus labios (te quiero como un amigo), no podía dejar de sentirme atraído por ella… era tan delicada, tan guapa… con su pelito rubio, sus ojitos tan azules, su aire de señorita, de "fresita", como le decía un compañero argentino que teníamos por allí. Y cuando me clavaba esos ojos tan azules como preguntando qué me pasaba… yo sentía como si pudiera ver a través de mí, y lo cierto es que me sentí un poco embarazado; sería terrible que ella pudiera llegar a saber lo de mi ama y yo… agaché un poco la cabeza sin dejar de sonreír, y fui hacia la máquina de café. Varios de mis compañeros se me habían quedado mirando, y pude notar las risitas a mis espaldas.

-Estás… radiante. – me dijo ella.

-Lo dices como si te extrañara… - contesté.

-Claro que me extraña, nunca vienes así, y menos un lunes, siempre vienes dormido y no te despiertas hasta las once. – sonrió, pero no parecía alegre. – Siento mucho… lo del otro día… ya sabes. Es sólo que…

-No te preocupes por eso, ya está olvidado – Me pareció notar que ella se sentía incómoda y yo era el primero que no deseaba sacar ese tema, así que lo corté. Pero curiosamente, eso no pareció aliviarla, como yo había esperado.

-Me gustaría poder explicarte que… - pero no pudo seguir hablando. Ricardo, un buen compañero y mi mejor amigo, me apresó el cuello bajo su brazo (es mucho más alto que yo) y tirando de mí para que lo siguiera, le dijo:

-Señorita, olvide los discreteos de costumbre, 007 tiene prisa… ¡me tiene que pasar a MÍ el informe!

-¿Qué informe…? ¡Suéltame ya! – dije, unos pasos más adelante. Ella ya se había marchado, bastante fastidiada.

-¿Qué informe va a ser, tonto del haba? ¡Ya estás desembuchando qué has hecho…! No, espera, eso no me lo digas, porque ya lo sé, lo que quiero saber es CON QUIÉN lo has hecho, ¡cuenta!

Intenté aparentar normalidad, pero un calor horroroso en mi cara me hizo notar que mi propio rubor me había delatado. Ricardo se carcajeó y me dio un pequeño puñetazo en el hombro.

-¡Viejo zorro! ¡Si ya lo sabía yo, los calladitos sois los peores…! ¿Cómo se llama, tiene alguna hermana…?

-No… no… no lo sé… y-yo… a-aún no la conozco… en persona…

Mi amigo puso cara de asombro, y yo le conté que la había conocido por chat… que habíamos tenido conversaciones… algo subidas de tono, pero naturalmente, omití todo lo referido a la dominación.

-¿Me estás diciendo… que traes una cara de golfo satisfecho y una mirada con tanta picardía que serviría para sazonar… ¡Y TODAVÍA NO TE LA HAS TIRADO!?

-¡Sssssssssssssssssssh….! ¡Callacallacalla!

-Estamos solos, pero… todavía no te la has tirado, y me traes esa cara… la primera vez desde que nos conocemos que traes cara de "me la he tirado", y resulta que sólo es "me he cascado una gallarda a la salud de un tía que tiene a bien hacerme un poco de caso"… ¿Qué harás cuando te la tires, escribirlo en el cielo…?

-¡No lo sé, y deja de agobiarme! Estamos empezando… ni siquiera sé si va en serio… sólo… ha sido simpática conmigo… - No era nada fácil hablar de Mariposa. No sabía qué le gustaba, aparte de dominarme; no sabía cuál era su color favorito, ni qué música prefería, o si le gustaba el cine… no era fácil admitir que habíamos hablado de sexo sin preliminares, y encima que yo era su esclavo… Ricardo se partiría de risa si simplemente lo dejaba caer, y con lo lenguaraz que era, al día siguiente ya estaría en boca de toda la oficina y hasta de las sucursales de provincias. – Ricardo… apenas hemos hablado un par de veces… parece que congeniamos, sí, pero… está todo muy en el aire… no… no me interesa que esto se sepa por ahí, ¿sabes….?

-Ah, conmigo puedes contar, macho, sabes que si me dices que me calle, yo soy una tumba… pero… Yo no estaría tan seguro del silencio de… otras.

Le miré, inquisitivo, y él, desviando la mirada, me señaló a mi princesita, que se dirigía hacia su mesa con su café en la mano.

-¿Ella? No sabe nada, no se lo he dicho…

-Pero qué iluso eres… ¿qué crees, que no lo ha notado como yo….? No destacarías más si te pusieras un cartel luminoso que dijera "HE LIGADO", aquí, en la espalda.

Tragué saliva ruidosamente… no me hacía ninguna gracia que ella lo supiera, tan pronto… y… ¿qué iba a pensar de mí? ¿Y si aquello la hacía daño, o la molestaba…? No quería que así fuera… pero el caso es que tenía que empezar a currar. Me dirigí a mi puesto y abrí sistemas. En mi correo personal, saltó un aviso de correo nuevo. Apenas vi el remitente, mi corazón dio un vuelco, mi estómago se removió intensamente… y, porqué no admitirlo: mi pene se elevó considerablemente. Me arrimé bien a la mesa, para que mi estado no se notara, a pesar de que estaba solo en mi diminuto despacho. Era de Mariposa.

"Recuerda, Imbécil, que hemos de vernos esta noche a las 20 30 horas. No admito excusas ni demoras, si me haces esperar te castigaré, pero si no te presentas, no volverás a saber de mí. En cambio, si eres puntual y estás bien aseado como te ordené, tendrás una recompensa que estoy segura que te gustará mucho"…. Ni que decir tiene que el día se me hizo eterno, me parecía que nunca llegaban las cuatro. Durante toda la jornada estuve medio ausente, y a pesar que Ricardo, ella y otros compañeros habituales me mandaban mensajes internos para charlar mientras aprobábamos órdenes de transferencias, activábamos y desactivábamos cuentas, yo contestaba sólo de tarde en tarde, perdido en lo que me esperaría esa noche… Finalmente, llegó la hora de salir, y yo, que casi siempre solía quedarme un poco más para terminar lo que estuviera haciendo o adelantar un poco, ese día ni terminé de escribir la palabra en la que estaba, guardé rápidamente todo y me desconecté a toda prisa. Ricardo, e incluso ella y sus amigas me dijeron algo de quedar, aunque sólo fuese a tomar un café, pero negué con la cabeza y salí casi corriendo. Me compré un kebab doble en una tienda del centro comercial y desde allí cogí el Metro de nuevo a mi casa, intentando no mancharme el traje de queso feta o de grasa. En la parada de mi casa compré un par de chocolatinas como postre… desde luego, no llevaba la dieta más saludable del mundo y lo sabía, pero hoy no estaba para sentirme culpable, teniendo en cuenta que a mi ama le había gustado tal cual era y sobre todo que yo tenía prisa por llegar a casa y meterme en la ducha.

Ya en mi apartamento, hice algo que yo mismo pensaba que sólo sucedía en las películas: desconectar el teléfono. Esa tarde era para Mariposa y yo, y lo último que quería es que ningún inoportuno me la estropeara. Insonoricé asimismo el portero automático. No iba a venir nadie, pero por si acaso se presentaba aunque fuese el cartero comercial, no podría dar un molesto timbrazo. Me lavé bien la boca para quitarme el regusto pastoso de queso y chocolate recalentado y llené la bañera con agua bien caliente mientras me desnudaba a todo correr. Cerré el grifo, me cercioré que tenía cerca todo lo necesario para un buen baño (gel, champú, manopla, ropa limpia, toallas….) y me dejé deslizar al interior de la bañera… haaaaaaaaaah….. para alguien como yo, acostumbrado a las duchas relámpago de cuatro minutos antes de salir pitando, aquello era el paraíso… el agua bien caliente, casi quemando, abrazando mi cuerpo… mientras a mí me invadía una dulce sensación de relajación y sueño, mi pene, por el contrario, reaccionó lenta, casi dulcemente, elevándose poco a poco como si quisiera asomar fuera del agua… sería increíble hacerme una buena paja así como estaba, estirado en la bañera llena de agua caliente, gozando de la sensación de intenso calor en mi pene y mis testículos, mmmmh… mi cuerpo pedía guerra… pero recordé que debía estar a punto para apenas un par de horas más tarde cuando volviese a hablar con mi ama, y no quise echar a perder mi excitación, sería mejor reservarla. Disfruté por un ratito de la agradable sensación del agua caliente y luego empecé a lavarme, primero el cabello, lo froté hasta enjabonarlo vigorosamente, y lo enjuagué bien con la palangana hasta que mi pelo chirrió de brillo; después me enjaboné todo el cuerpo, insistiendo en los sobacos (Mariposa no quería rodalones de sudor, me recordé….) y sobre todo en mi pene, mis testículos y también mi ano. Me daba un poco de cosa enjabonarme mi agujero trasero, que yo hasta ahora sólo había limpiado con toallitas húmedas, pero mi ama había dicho que me quería bien limpio, ¿no?, de modo que lo abrí con las manos bajo el agua y lo enjaboné. La sensación de jabón y sobre todo, del agua tan caliente colándose inevitablemente por él, me produjo una sensación extraña, picor, excitación, un poco de escozor e incluso ganas de evacuar (rogué porque no sucediera; toda mi limpieza se iría al cuerno…). Tenía muchas ganas de jugar y me sentía muy travieso… Al fin concluí mi baño y me sequé bien; me apliqué un poco de cremita en el pene, sobre todo en el glande, a pesar que ya no escocía nada, la irritación del jugo de limón había pasado por completo, pero para que tuviera buen aspecto… me puse calzoncillos limpios, unos bóxers blancos de tela brillante que sólo uso para ir por casa porque son lo mismo que no llevar nada, una camiseta negra limpia y recién planchada y mi batín de estar por casa. Esto último no tenía muy buen aspecto porque tiene más años que el charlestón, pero no se podía negar que también estaba recién lavado y planchado… Perfumado de jabón, desodorante y colonia de baño, casi recordé cuando era un niño de parvulario y era mi madre quien me bañaba y después de salir de la bañera me untaba de colonia… la verdad es que me sentía muy a gusto, tan limpito y oliendo tan bien… Eran ya casi las ocho y cuarto, y me senté frente al ordenata, con deliciosos nervios en las tripas.

Mientras abría el programa de mensajería y miraba las noticias sin leerlas para hacer tiempo, recordé que hacía años que no sentía ese remusguillo en el estómago… probablemente, desde el instituto. Y era tan divertido sentirlo… no podía dejar de sonreír. Me parecía que el reloj no avanzaba, que los minutos duraban el doble… pero por fin, dieron las ocho y media… y nada pasó. Estuve a punto de saltar en la silla, pero entonces el programa de mensajería zumbó. Allí estaba… en mi impaciencia, no había dado ni un segundo de margen…

-Hola, ama… - tecleé enseguida.

-Hola, Imbécil…. Muy bien, has sido muy puntual. Pon el micro y la cámara, quiero ver si también estás bien limpio.

Obedecí en el acto. Conecté la cámara y me acerqué un poco a ella para que viera que estaba bien afeitado, y luego me alejé, para que viera que estaba limpio y bien vestido.

-Mmh… no está mal. Pareces pasablemente aseado. – dijo por fin, con su voz sensual, y sonreí de oreja a oreja. – Bueno, Imbécil, has sido obediente, y te has ganado tu premio… - dejó la frase en suspenso… sólo su voz, cálida y penetrante, hacía que mi pene se revolviese, inquieto, y no pude evitar moverme en la silla. - ¿qué pasa, Imbécil….?

-Es… es que… tengo muchas ganas de saber cuál es el premio, ama….

-No lo dudo… ¿estás caliente, Imbécil…?

-Sí, ama…

-Ponte de pie, deja que vea si se nota lo caliente que estás. – su voz reflejaba deseo… casi gula, y me excitó más aún. Me puse en pie y me eché un poco hacia atrás para que la cámara me cogiera de cuerpo entero. Los boxers, sueltos de por sí, revelaban antes que ocultar mi miembro, en ángulo recto con mi cuerpo. – Mmmmh, vaya… qué… ropa más bonita llevas, Imbécil… te favorece mucho.

Se podía oír una risita por debajo de sus palabras. Una vez más, sentía a la vez lujuria y vergüenza, era muy excitante…

-¿Queréis que me los quite, ama?

-No, de momento no… Además, es la hora de tu premio…

Quise preguntar qué era, pero la ventana de mensajería zumbó, dándome un aviso de cámara desde mi interlocutor, ¡Mariposa iba a dejar que la viera! No tuvo que decirme que aceptara, lo hice de inmediato. Esperaba encontrarme con el rostro que enmarcaba la sensualísima voz y la maravillosa mujer que se había erigido en mi ama, pero estaba demasiado oscuro… sólo alcanzaba a distinguir alguna zona rosa… pero nada más.

-¿Un poco oscuro, verdad….? Espera… - debió encender una luz. Ahogué un gemido de sorpresa y tuve que recurrir a todo mi autocontrol, ¡lo que veía por la cámara, era su vagina! Su preciosa vulva rosada, depilada por completo… Mi ama tenía las piernas abiertas y me enseñaba sin ningún pudor su sexo, todavía cerrado sobre sí mismo, su dulce rajita… pero nada más, su sexo y sólo su sexo era lo único que se veía… - Parece que te gusta, ¿no, Imbécil…? Cierra la boca, o vas a babear el teclado.

Obedecí.

-Es el…. ¿es el vuestro, ama….?

-…No, es el de mi vecina, ¡pues claro que es el mío, Imbécil!

  • Lo siento…. – "maldita sea mil veces mi estupidez, ¿no podía decir algo un poco más inteligente…?". Pero lo cierto es que la preciosa visión me había dejado completamente sin habla… mi ama sí sabía dar recompensas…

-Hoy, Imbécil, aprovechando esos calzoncillos tan sueltitos que llevas, vas a hacerte una buena paja sobre ellos, hasta que empapes la tela… apuesto a que es muy suave… y mientras gimes, vas a ver cómo yo me toco…. – sus dedos, finos y largos, de uñas cuidadas pero sin pintar, empezaron a acariciar sus labios vaginales. – Eso te gustará, ¿verdad?

-¡Sí, ama….! Me gustará mucho… gracias, gracias, ama…

-Eso está bien, debes ser agradecido… empieza a tocarte… agárrate tu cosita con una mano, y con la otra, frota la punta… con la palma de la mano.

Obedecí. Con la mano izquierda me agarré el tronco, y con la palma de la mano derecha, empecé a frotar la cabeza… de atrás hacia delante… mis piernas temblaron, qué calor tan bueno sentía… pero mis ojos estaban fijos en la pantalla, donde los dedos de Mariposa abrieron descaradamente los labios de su sexo y me dejaron ver su interior…. Mis ojos devoraron aquélla imagen, aquél interior húmedo… una gota de flujo transparente se escurrió desde su agujerito e involuntariamente, saqué la lengua…

-Mmmh… ¿te gustaría chuparlo, Imbécil….? ¿Querrías hacerme cositas con la lengua….?

-¡Sí! – admití – Sí, ama… querría… querría lamerlo… chuparlo sin descanso… beber de él… meter mi lengua en él, bien adentro, hasta el fondo…

-¿Querrías follarme con tu lengua….?

-Sí, ama….

-No vales para nada, Imbécil… - dijo entre suaves gemidos, mientras su dedo índice cosquilleaba su clítoris y yo tenía los ojos fijos en aquella perlita rosada y titilante… - Oooh… eres… eres tan poco hombre… que sólo piensas en usar tu lengua, y no tu polla… ¿Qué dirían los demás hombres de eso…? ¿Qué dirían tus amigos….? Apuesto a que ellos querrían penetrarme salvajemente…

-Pero… pero lo que importa, no es que lo quieran ellos, o lo que quiera yo… lo que importa, es lo que queráis vos…. ¿a vos, ama, os gustaría que os chupara la perlita y os metiera la lengua en el coño….? – mis manos aceleraban sin que pudiera evitarlo, me estrujaba la polla… la tela suave de los bóxers me excitaba más aún, su tacto resbaladizo me ponía cachondo…

-Hmmm… eso está bien, Imbécil… así me gusta, estás empezando a pensar como un buen esclavo… claro que sí me gustaría que me chupases… oooh…. Mi perlita…. Así, como lo hago con mis dedos, que movieras así tu lengua… - su dedo también aceleraba, jugueteaba con su clítoris, que había crecido ligeramente y podía verse claramente, erguido y de color rosado intenso, precioso… y apetitoso. Su dedo lo acariciaba en círculos, lo cosquilleaba, lo frotaba… - eso sí…. No podrías masturbarte… tendrías que usar tus manos sólo para mi placer…

-¡Como debe ser, ama…..! ¡Yo soy vuestro esclavo, vivo para serviros…. Sólo quiero daros placer….! – decir todo aquello me ponía increíblemente caliente, estaba empezando a sudar, mi polla me pedía que dejase de frotar y bombease como un loco, pero no podía hasta que ella me indicase que podía acariciarme de otro modo.

-Aaaah… eres un cretino… no tienes voz… ni voto…. Todo el que te viese así… a mi merced… se avergonzaría de ti… te pediría que te respetases a ti mismo, que no te humillases así…. Mmmmh….

  • Me da igual, ama…. Aaah…. Yo… yo soy feliz así… muy… muy feliz… ¡quiero ser vuestro, vuestro esclavo, vuestro Imbécil, vuestro perro…! ¡Quiero que me uséis, ama….! Oooh… por favor…. No… no puedo aguantar más….

Era casi un ruego. La presión en la base de mi polla, el calor y el cosquilleo eran deliciosamente inaguantables, temblaba de pies a cabeza, tenía que correrme… pero Mariposa me frenó:

-¡Detente! – Con evidente esfuerzo, me paré en seco, ¡qué dolor sentí de golpe! ¡Era casi como recibir una patada en los testículos, qué latigazo de dolor… y frustración! Pero había logrado obedecer. – Espera… no… no lo hago por crueldad…. Quiero que… quiero que veas una cosa… y te corras con esa imagen… podrás hacerlo por dentro o por fuera de la tela, y podrás acariciarte como quieras…

Me mordí los labios para aguantar, y miré cómo mi ama aceleraba el ritmo de las caricias y cosquillas en su clítoris… pronto no pudo hablar y empezó a gemir rápidamente… podía entrever que sus caderas se movían, y su coño rosado estaba chorreando… a pesar de no tocarme, me pareció que me iba a correr sólo de ver aquél espectáculo… sus gemidos quemaban mis oídos y su dedo volaba sobre su torturado clítoris… de pronto, mi ama ahogó un grito:

-¡Sí….. oh, sí……….mmmmmmmmmmmh….!– ante mis propios ojos, su sexo se contrajo violentamente, cerrándose sobre sí mismo, y su clítoris se replegó hacia dentro de la piel, ¡mi ama estaba teniendo un orgasmo delante de mí, para mí! – Aaah… oooh… aaahora… ahora puedees… mmmh…. – apenas la dejé acabar; me agarré la polla, aún sobre la tela y bombeé como un loco, mientras su sexo se soltaba ligeramente, para volverse a contraer, una y otra, y otra vez…. ¡era demasiado! Mi tensión acumulada cedió casi violentamente y me doblé sin poder contenerme, preso del placer que me inundaba desde las corvas a los riñones y una descarga de esperma empapaba mis boxers…

-Aaaaaaaaffh…. Mmmmmmmmmmmmmmmh…. – podía sentir cómo mi polla se movía sola, elevándose ligeramente para soltar la descarga, al tiempo que en la pantalla, el coño de Mariposa daba las últimas contracciones, ya muy breves… pero no por ello, menos impresionantes… Me sentía rendido y me dejé recostar sobre el respaldo de la silla, derrotado.

-¿Estás cansado, Imbécil….? – la voz de Mariposa, ya relajada, y según me pareció, muy satisfecha, acarició de nuevo mis oídos al cabo de unos segundos. - ¿Te gustó mi regalito….?

-Oooh… mucho… muchísimo, ama… ha sido genial… nunca… ¡yo nunca había visto nada igual…! Es hermoso…

Oí su risa. Era una risa sincera, no una risa de superioridad, sino una risa totalmente natural… Alcanzado su placer, Mariposa no pensaba tanto en la dominación, emergía un lado de ella más… cariñoso, podría decirse.

-Si te portas bien, es algo que verás muchas veces, y alguna vez es posible que lo provoques tú. Ahora me marcho. Tú procura descansar bien, y mañana ten un buen día en el banco, ya tendrás noticias mías cuando me apetezca divertirme otra vez.

-Gracias, ama… hasta muy pronto…

Pero la ventana ya se había cerrado. Descansé un poco más, y luego fui al baño a limpiarme y cambiarme de gayumbos. Vi un poco la televisión, pero enseguida me entró la ñoña y me fui a acostar. Ya estaba en duermevela, cuando casi salté de la cama de la impresión:

-¡¡¡En el banco!!! – grité. "Ten un buen día en el banco", había dicho Mariposa…. ¿Cómo sabía ella que yo trabajaba en un banco? ¡No se lo había dicho! De pronto, la idea de mi relación, ya no me pareció tan buena… Mariposa era alguien que me conocía.