Mario (1)

La excitación le embargaba el cuerpo, por fin había llegado el día. Mario se había preparado a conciencia en el gimnasio en los últimos 6 meses.

La excitación le embargaba el cuerpo, por fin había llegado el día. Mario se había preparado a conciencia en el gimnasio en los últimos 6 meses, eso sin contar los 5 kilómetros que corría diario. Ahorro hasta que tuvo lo suficiente para comprar su atuendo que ahora portaba mientras se dirigía con paso inseguro hasta la puerta de aquel bar. por donde tantas veces había pasado sin atreverse ni siquiera a voltear.

El fresco de la noche le puso erectas las tetillas, aunque un sudor frió corría por su espalda, bajo el chaleco de piel negra que portaba como única prenda sobre su torso desnudo.

El gigantón que estaba sentado en un taburete a la entrada del bar, al verlo se sonrió y levanto la cortina de piel que cubría la puerta de entrada para que pasara. Solo dio un par de pasos y aquella atmósfera lo envolvió, la música, las voces, las dos pantallas gigantes con películas porno, pero sobre todo el olor, a cerveza, a sudor, a… hombre.

Se dirigió al extremo inmediato de la barra y pidió una cerveza, sin atreverse a mirar a los ojos al cantinero, que vestía un atuendo tan parecido a suyo. Cuando el cantinero le puso la botella de cerveza frente a el, estiro la mano y le pellizco con la punta de los dedos la tetilla derecha y solo dijo, -bonitas tetitas. Sintió que la sangre se le subía a la cara y solo acertó a decir gracias y tomando la cerveza camino hasta la pared contraria, necesitaba apoyarse en algo, las manos le sudaban, se sentía mareado, y bajo el ajustado pantalón de mezclilla, sintió que el suspensorio le apretaba los huevos.

Después de darle un gran trago a la cerveza, respiro profundo y empezó a sentirse un poco relajado. Por primera vez miro a los hombres que llenaban aquel bar, la sensación de sentirse observado por todos comenzó a disminuir y empezó a pasear su mirada lentamente por aquellos cuerpos, por aquellas caras, por aquellos bultos en la entrepierna. De repente sus ojos se toparon con un par de ojos claros que lo miraban atentamente. Trato de desviar la mirada pero después de un momento regreso atraído por una especie de fuerza magnética. El tipo levanto su mano y movió un dedo llamándolo, y cuando se dio cuenta ya caminaba hacia el.

El hombre estaba sentado en un banquillo alto. Su varonil rostro, estaba parcialmente cubierto por un abultado bigote, tendría unos 45 años, vestía una chaqueta de piel y bajo esta, se veían sus muy abultados pectorales, con una argolla en la tetilla izquierda.

Al llegar frente a el, el hombre simplemente le quito la cerveza de la mano, lo jalo hasta ponerlo en medio de sus piernas y mientras que con una mano le pellizcaba una tetilla, le deslizaba la otra por la espalda hasta meterle los dedos por abajo del pantalón y rozarle la raja del culo.

Mario estaba como en transe, se dejaba hacer, cerro los ojos y un pujido salio de sus labios cuando el hombre le rozo el culo con la punta de sus dedos.

  • Vaya, que tenemos aquí?, un lindo putito, andas perdido, muñeco?, -le dijo.

Mario, solo atino a bajar la vista sin atreverse a mirar a los ojos a aquel hombre. –Ven putito, ven conmigo- le dijo el hombre tomándolo de la mano y prácticamente arrastrándolo hasta el fondo. Al pasar entre las mesas, Mario sintió que todos lo miraban y sonreían, algunos le acariciaban el pecho al pasar y otros le tocaban las nalgas.

Entraron a los baños, el olor a orines mezclado con desodorante de pino le pego en el rostro, el tipo lo empujo hasta un sanitario y una vez que entraron cerro la puerta le dijo, -vamos a ver si encuentras lo que viniste a buscar, muñeca.

Diciendo esto, lo volteo contra la pared, le tomo las manos las levanto y , se las apoyo en la pared, después le empezó a abrir el pantalón y tirando hacia abajo se lo dejo enrollado en los tobillos. Con una mano le levanto una nalga, mientras que deslizo un dedo muy grueso hasta tocar su culo, empezó a empujar, usando como único lubricante el sudor que empapaba la raja de las nalgas de Mario. Este soltó un pujido, le dolió, y solo apretó el culo, para sentir el dedo contra sus paredes.

Se llevo una mano a su verga y apenas se la toco cuando el hombre se la retiro de un manotazo, diciéndole, no necesitas esto muñequita.

Escucho romperse la envoltura de un condón, levanto el culo, y cerro los ojos, esperando. . .

Continuara vsiempre@yahoo.com