Marina y su pasión por el sexo
Una madre narra cómo su hijo calma su sed de sexo.
Hola lectores, en este caso y tras mucho darle vueltas, les transcribo la historia de "Marina", una madre que se puso en contacto conmigo a través de msn para que pudiera transcribir la experiencia con su hijo, espero que lo disfrutéis.
"Buenas,
Me llamo Marina y tengo 35 años. Trabajaba como bailarina de strip tease, así que ya podéis imaginar que cuerpo tengo, mido 1,65 y mis medidas son 95-61-92. Digo trabajaba porque a raíz de la separación de mi ex marido ya no me es necesario tener ninguna profesión. Le conocí cuando comencé en el mundo del espectáculo, nos acostamos y tuvimos un hijo cuando yo tenía 17 años, Juan. A raíz de él nos casamos, pero debido a mi trabajo y a que yo era y sigo siendo muy caliente pues mi fidelidad con mi ex ha sido escasa, aunque lo bueno es que yo sí pude demostrar su infidelidad y éso me ha dado la libertad económica que ahora poseo.
El caso es que ahora llevo una vida bien, voy al gimnasio, voy al peluquero y a la manicura cada semana y a un gabinete de estética para peelings faciales y masajes sensitivos. Vamos que cuido mucho mi cuerpo. Mi hijo la verdad es que es de los que se llaman empollones, no para de estudiar y estudiar. Tiene amigos, pero su vida social es escasa, aunque lo adoro por ser tan inteligente.
Yo me podría considerar, para que me entendáis, una mujer con deseos sexuales de hombre. Lo que quiero decir es que siempre me apetece tener sexo, siempre me apetece tener algo en el coño, en el culo o en la boca. Si no follo me masturbo y sino follo. Soy bisexual y muchas veces lo he hecho con algunas de mis amigas en el yacuzzi del gimnasio. Mientras nos bañamos nos masturbamos la una a la otra por debajo del agua, es una experiencia fantástica. Sobre todo cuando estás cansada y no te apetece poner posturas y hacer "ejercicio" para tener un orgasmo. He follado con un montón de personas, con dos tíos a la vez, con tres chicas y con profesionales como policías (no tengo ni una multa), curas (es que me daba mucho morbo), y más de un electricista o fontanero que fueron en la etapa en la que no tenía demasiado dinero. La verdad es que los hombres son muy fáciles, no tienes más que hablarles despacio y suave, enseñarles un poco el escote o las piernas y ya son tuyos para lo que quieras. Y aunque prefiera a tíos que estén buenos, no le hago ascos a una polla dura de un tío gordo.
La cosa es que un día volví a mi habitación para recoger no me acuerdo el qué y vi que mi hijo estaba oliendo mis bragas. Él no me vio, pero yo sí a él. No tardé ni un segundo en excitarme. A mí éso de que un hombre o una mujer me lance insinuaciones sexuales me pone a cien y mi cuerpo no se había dado cuenta de que esa persona en realidad era mi propio hijo, pero por otro lado estaba seguro de que si no era virgen, tampoco lo habría hecho muchas veces.
A partir de ese día me dediqué a ir desnuda por casa. Aunque las notas en el insituto de mi hijo bajaron sensiblemente no me importaba porque sabía que eran aún lo suficientemente altas como para dejarlo empalmado todos los días. Incluso había días que hacía ejercicios de elasticidad en el salón a drede gimiendo exageradamente para que no tuviera ninguna duda de que puedo follar de todas las maneras posibles. Al pobre casi lo mato a visiones mías, no hacía más que despellejársela a pajas.
Cuando yo me masturbaba lo hacía ahora pensando en su propia polla, en que me rompía el culo y cosas así. Desde hacía tiempo no había tenido orgasmos más grandes y maravillosos.
Un día cuando él se estaba duchando entré en el baño y le dije que me iba a duchar con él.
Mamá....¡¡que estoy desnudo!!
Y qué....yo también dije.
Ya mamá...por eso....-colorado estaba el cándido.
¿Por eso qué? Venga calla y échame el agua encima.
Como un tomate, sin querer mirar pero mirando, tomó el teléfono de la ducha y comenzó a regar mi esculpido cuerpo de arriba abajo. Yo paseaba muy sensualmente las manos por mi nuca, mis tetas, mi estómago, otra vez por mis tetas que ya tenían los pezones erizados y apuntándole a sus ojos que se habían clavado en ellos.
El pene de mi hijo no pudo soportar la diatriba entre la vergüenza y la excitación y terminó decantándose por lo segundo, señalando hacia arriba, como los pulgares de los Césares romanos cuando pedían la muerte.
Ya no me pude resistir más, porque el juego al que había llevado a mi hijo también me había absorbido a mí, no nos engañemos, estaba yo tan excitada como él. Cuando dejó la ducha en sus sitio me acerqué a él y le agarré de su miembro.
Mamá!!!!!!
Chsssssssssst. Calla y déjame hacer....sé que has deseado esto por mucho tiempo.
Él balbuceaba sin saber qué decir, yo me fui agachando poco a poco hasta llegar a su pollón. Para lo poco que lo había utilizado lo tenía bien grande, casi me cuesta metérmelo en la boca. Le hice una mamada para que se corriera en menos de un minuto, lo quería listo para follarme enseguida, sólo ver el tamaño de su verga en mi boca me estaba haciendo segregar jugos por mi caliente coño. Él lo disfrutaba, tenía los ojos cerrados y la boca abierta lanzando gemidos de placer muy explícitos. Ésa visión me hacía estar tan excitada que creía que el sólo roce de cualquier cosa con mi clítoris haría correrme. Cuando noté en los gemidos de mi hijo que se iba a correr le pajeé lo más rápido que he hecho nunca. Su semen cálido brotaba a chorros terminando entre mi cara y mis tetas....¡qué caliente estaba!
Le dí un beso en el capullo, me levanté y tomé el teléfono de la ducha para limpiarme mientras mi hijo seguía con los ojos cerrados con algún estertor que otro. Me puse de espaldas a él, subí mi pie izquierdo al lateral de la bañera y eché mi torso hacia delante, apoyándome en una de las paredes del baño con la mano izquierda y le dije:
Venga cariño ahora te toca a ti, porque sabes cómo hacérselo a mamá ¿no?- mientras con la mano derecha me abría suavemente el coño que lo tenía a punto de estallar.
Sí mamá su voz seguía temblando.
Casí me corro cuando su lengua saboreo mi vulva...¡qué experiencia! ¡Qué placer estaba sintiendo! Aunque mi hijo estaba también impaciente porque me corriera según sus largos movimientos de lengua, en ese momento me supieron a gloria y yo tampoco tardé en correreme en sus labios, jadeando locamente y convulsionando todo mi cuerpo.
En ese momento, aún mojados me lo llevé a la cama, él no sabía qué hacer ni qué decir....naturalmente. Ya en la cama me tumbé boca arriba, cerca del borde de la cama, me abrí de piernas todo lo que pude, que es completamente, y le dije:
¡Venga ahora fóllame!
Mamá....
¡Vamos ahora no te puedes echar atrás...vamos!
Igual su mente quería parar pero su mástil me indicaba que su cuerpo no. Avalanzó entonces su cacho de carne dentro de mi mojadísimo coño y eso sí que ya fue la delicia máxima. Notar toda esa barra de sexo dentro de mí, entrando y saliendo....no podía jadear más bajo, chillaba de placer.
Ohhhh sí hijo....fóllame hijo....ohhhhhh, síiiiiiii, no pares, ohhhhhhhhh.
Para las pocas experiencias que habría tenido me estaba llevando al séptimo cielo, entre el morbo de esa situación, que llevaba tiempo excitada con cumplir esas imágenes y que mi hijo no lo hacía nada mal estaba a punto de tener el segundo orgasmo, así que comencé a frotarme el clítoris para que así fuera.
Me corro....sigue hijo, me corrooooooooooooohhhhhhhhhhh.
Del placer que sentí en esa segunda corrida, mi cuerpo no paraba y casi no le dejaba a mi hijo seguir penetrándome. Cuando conseguí calmarme paré a mi hijo.
Espera un momento hijo-con esa misma postura le saqué su polla de mi coño y me la introduje en mi culo que entre que ya tiene experiencia en el sexo anal y que mis flujos ya lo habían regado no hubo problemas en deslizar su polla en él a la primera.- ¡Ahora no pares hasta que te corras hijo!
Y siguió embistiéndome, esta vez mi culo, mientras yo me metía dos dedos en mi coño y no paraba de moverlos y jadear.
Sí hijo sí....ohhhhhhh.....rómpeme con tu polla.....ohhhhhhhhhhh.....fóllame el culo....ooohhhhhhh.
Mamá, me voy a correr...ohhhhhhhhhhhh!
Esta vez fue él quien no pudo reprimir más su ansia de placer y ya con torpes bombeos me bañó el culo con su lefa. Le dije que no se retirara, pues aún sentía que su polla seguía teniendo grosor en mi ano y me seguí masturbando, no mucho tiempo más, hasta que tuve el último orgasmo de la sesión, con todos mis músculos esfínteres, el ano y la vagina, palpitando.
Aquella tarde de sexo fue la más increíble que tuve con mi hijo a solas.
Después de aquello, procuré calmarlo y decirle que el sexo no es malo siempre que ambos quieran. Que el incesto existe desde tiempos bíblicos y estaba mal visto socialmente, con lo que habría que procurar no ventilarlo, pero que era lo único por lo que deberíamos acallarlo de puertas para afuera, que siempre que quisiéramos podríamos tener sexo. Aunque aquí parezca breve la charla duró horas, lo que he hecho ha sido resumir lo importante.
Ahora muchas de las veces que está mi hijo en casa no me es necesario masturbarme, o follamos o nos masturbamos mutuamente y, de una forma sincera, mi hijo y yo tenemos sexo siempre que queremos ambos. Aunque una vez le traje una sorpresita, que no sé si superó esta experiencia....."
Muchas gracias a Marina, espero que te gustara cómo ha quedado tu historia en este relato.