Marina, la zorra del instituto.

Relato real. Mis comienzos siendo puta con 18 años y algunas historias que sucedieron a lo largo del año.

Hola a todos!

Es la primera vez que escribo en esta página, la he conocido por una amiga que me la ha recomendado. Me gustaría decir que todo lo que vais a leer es real, no tengo necesidad de perder el tiempo inventándome historias. En parte, he decidido contar algunas de mis experiencias en la página para darme un poco a conocer y si alguien se puede hacer una paja a mi salud, pues mejor. Resumiendo, prefiero ver esta página como una forma de desahogarme y contar mis cosas antes que ponerme a inventarme cuentos para perder el tiempo.

SOBRE MI: ¿quien soy? ¿por qué soy puta?

Me llamo Marina, tengo 18 años y 2 meses, vivo en Murcia y acabo de terminar (suspendiendo) el último año de instituto, por lo que me toca repetir segundo de Bachiller. En realidad no tengo ninguna intención de estudiar una carrera, como mucho algún ciclo superior de peluquería, diseño o algo así. Estoy todavía en bachiller por mis padres, que son bastante estrictos y por evitar escucharlos más a veces prefiero pasar del tema y seguir estudiando.

Mido 1.66, soy morena y de ojos color miel. Me mantengo en forma de siempre porque hago baile en una escuela de danza, y también salgo a correr por ahí. Mis tetas son de tamaño normal, no son enormes pero están decentes. Lo mejor que tengo es el culo. Siempre se me quedan mirando cuando paso, ya que suelo llevar mallas deportivas o pantalones muy cortos que a veces dejan ver mis cachetes. El tamaño es normal, pero al tener las caderas delgadas, parece mucho más grande. Sobre todo, si tuviera que destacar algo, es que es duro y firme, imagino que fruto de mi edad, pero la verdad que estoy muy orgullosa. En Instagram suelo echarme las típicas fotos en la piscina o en la playa, apoyada en las escaleras, donde lo saco para fuera y queda bien grande y brillante. Es gracioso como cuando subo una foto mía, y eso que soy guapa, pillo 500 me gusta, y cuando subes una foto cualquiera del culo pillas 900 me gusta. Así funciona Instagram.

Desde hace un año soy puta. No me gusta decirlo así, pero bueno, es lo que soy "más o menos". Organizo encuentros con chicos de mi instituto y a cambio de algo de dinero se la chupo o dejo que me follen. Aunque soy joven, creo que soy bastante abierta sexualmente, y he hecho de todo. También me han dado por el culo varias veces, no es algo que me apasione si se hace mal, pero que me encanta si se hace bien y le fui cogiendo el gustillo.

¿Que por qué me metí en esto? Bueno, os va a sonar a tópico, pero allá voy. Desde siempre he sido muy fresca, la típica chica fácil que se liaba con varios niños y estaba quitándole el novio a las amigas a sus espaldas. Hice mi primera paja  y chupé un pene al año siguiente. Ambas a la misma persona, era el novio de mi mejor amiga y ella no lo sabe hasta el día de hoy. Cuando el instituto apareció me solté todavía más, creyendo que era la reina del mundo, y reconozco que me descontrolé un poco. Le pedía rollo a muchos tíos, dejaba que me tocaran las tetas en los portales, les hacía pajas en sus casas... La cosa se me fue de las manos. Mis amigas ya sabían lo fresca que era, y pronto todo el instituto lo supo.

Cuando los rumores ya están tan extendidos la gente empieza a decirte puta, zorra y de todo a la cara. Bien en broma, bien en serio, pero puedes hacer dos cosas. Dejar que te afecte o asumirlo. Yo hice lo segundo. He sido bastante madura en muchos momentos, muchos de los tíos que me decían que era una zorra estaban con su polla en mi boca a la semana siguiente y dándome 20 euros. Al final, como no dejaba que nadie me echara fotos, por mucho que la gente hablara, no tenían pruebas. Era un secreto a voces, una fama que tenía ganada para siempre al menos en ese instituto y en la ciudad, pero que nadie podía confirmar del todo.

Todo cambió cuando con 18 años, es decir, el año pasado, quise un móvil nuevo. Aunque suene a tontería todo empezó por ahí en realidad. Mis padres, debido a lo mal que me iba en el instituto y lo poco que ayudaba en casa a mi madre, no me lo iban a comprar, porque además era un móvil caro (el iPhone XS, en ese momento). Ya había "jugueteado" con la prostitución algunos años antes, cuando medio en broma medio en serio les decía a los chicos con los que estaba de rollo que si me daban 20 euros les chupaba la polla. Muchos no tenían dinero en ese momento pero al día siguiente ya me estaban pagando, pobrecillos.

El caso es que me lo plantée seriamente... le estuve dando vueltas muchos días. ¿Quería ser una puta? Para ser puta hay que promocionarse, al final la fama ya la tenía pero... ¿confirmarla de esta manera? Al final decidí aceptar, pero con mis propias condiciones. Yo elegía el sitio, yo elegía la hora, yo elegía el precio, incluso yo elegía o descartaba a los clientes (eso creía yo, después cuando el dinero empieza a llegar aceptas cualquier cosa...).

En fin, una vez terminada la presentación, os cuento como empezaron las cosas. En este primer relato no habrá diálogos, no por nada, sino porque son cosas que ocurrieron hace un año y en realidad no me acuerdo de cada palabra, y paso de estar inventándomelo. Si en el futuro escribo algo reciente o algo que me suceda en esos días, los escribiré.

MI PRIMER CLIENTE: compañero de clase

Ya tenía claro que me daba igual la fama que había obtenido durante varios años, ahora iba a ser igual pero simplemente sacando algún dinero. Era en torno a Octubre del año 2019, el iPhone XS había salido hace unas semanas y yo lo quería. Estaba dispuesta a hacer de todo para comprarme mis caprichos, por eso me preparé un poco. Le dije a mi madre que quería controlarme la regla y fuimos a pedir las pastillas anticonceptivas. Mi madre, como digo, pensaba que eran para tener más control sobre mi menstruación y que cada mes me viniera la misma semana y de la misma duración, pero realmente las quería (además de para eso) para que mis clientes se pudieran correr en el coño sin problema. Además, estaba segura que si follaban sin condón, querrían repetir, y podría mentirles diciéndole que "por un poco más de dinero te dejo follarme sin condón, que no me importa".

Mi única duda era como empezar a buscar clientes. Si le mandaba un whatsapp a algún chaval de mi clase, ya iba a haber constancia escrita de que era una golfa. Por tanto, empecé buscando a alguien tímido, que no mintiera normalmente, y que no fuera muy "famoso" con las chicas del instituto. Tenía que hablar con él en persona, decirle que podría correr la voz cuanto quisiera, y como esos rumores ya estaban extendidos, la gente podría pensar "ah, que Marina quiere follar por dinero ahora, bueno, será otra historia como las de siempre". El que quisiera comprobarlo, que me preguntase, y listo.

Mi objetivo fue Jorge. Un chico con gafas, bastante friki la verdad, que iba a mi clase y que normalmente no tenía mucha suerte con las chicas. Yo no solía hablar con él prácticamente nunca, pero nos llevábamos más o menos bien. A la mañana siguiente de trazar mi plan, mientras llegaba al instituto, vi a Jorge caminando hacia la entrada. Me acerqué a él y le dije, sin muchos rodeos, que sé que no solíamos hablar mucho pero que estaba dispuesta a dejarle hacerme lo que quisiera por apenas 10 euros, que si quería verme viniera a los baños de minusválidos de la segunda planta durante el segundo recreo. Además, era un espacio amplio, porque era una "salita" con papelera, lavabo, espejo y tal, y además tenía otra cabina para el váter.

Esos baños, por ley, tienen que estar en todos los centros públicos, pero aquí casi nunca se usaban porque no había discapacitados en el instituto. Yo ya había hecho alguna mamada o paja en ellos, por eso lo sabía. Jorge me dijo que no tenía 10 euros encima, pero que al día siguiente me los daría. Acepté porque lo único que quería era que la voz empezara a correrse y que Jorge se lo dijera después a sus tres o cuatro amigos frikis de clase. De ese grupo podría sacar bastante pasta sin apenas trabajar mucho, seguro que se corrían en un minuto con sus pollas en mi boca, los muy paletos.

Cuando llegó el segundo recreo, Jorge entró en los baños y al abrir la puerta yo estaba dentro. Una vez entró, le dije que no podíamos comunicarnos por Whatsapp ni nada, que cualquier cita, cliente, amigo o lo que fuera, tenía que ser primero hablado en persona. Jorge lo entendió, y tenía las instrucciones claras para después distribuir la noticia por ahí. El pobre estaba claramente empalmado por debajo del pantalón, y lo entiendo, tenía delante a una de las tías más cerdas del instituto (o la que más), que subía constantemente fotos enseñando el culo y el escote a Instagram, y que estaba seguramente a punto de hacerle la primera mamada (o algo más) de su vida.

Eché el pestillo por dentro y Jorge pasó a la cabina del váter, yo fui detrás y volví a cerrar ese habitáculo. Jorge estaba temblando y nervioso pero yo le dije que estuviera tranquilo, y tras sentarme en la taza del retrete, desabroché su cinturón y dejé su polla al aire. Recuerdo que estaba empalmada al máximo y me sorprendí del tamaño, no era para nada pequeña, que era lo que yo esperaba, sino que aquella polla debía medir unos 17 centímetros y era gorda. Sin más dilación me la metí de golpe en la boca hasta el fondo de la garganta y el pobre Jorge recuerdo que soltó un soplido que se oyó en todo el baño.

Durante unos minutos me dediqué a succionarle la polla lo mejor que sabía, además de para que se fuera bien vacío y contento, porque ya estaba bastante cachonda. Las gotas de líquido preseminal que su polla expulsaba alegraban a mi lengua, que las saboreaba con gusto. El recreo duraba 15 minutos y tampoco podía estar chupándosela todo el tiempo, ¿qué pensarían sus amigos? Por tanto, y tras agarrar su culo con mis manos para acercar su cuerpo hacia mi, me la incrusté de nuevo hasta el fondo de mi garganta y estuve acelerando el ritmo de mi cabeza durante unos segundos. Las arcadas empezaban a aparecer pero estaba segura que Jorge no iba a aguantar mucho con el calor de mi boca, y así fue, el pobre empezó a correrse en mi boca mientras me pedía perdón por hacerlo dentro, pero yo no hice ningún amago de apartarme y (como pude) fui tragando cada tiro que su polla lanzaba. Debo reconocer que era la primera vez que me tragaba una corrida, ya había probado el sabor del semen, pero nunca me habían vaciado unos huevos enteros en la boca. Sabía que ahora tenía que empezar a hacerlo, primero porque se que es algo que los hombres adoran, y segundo porque quería parecer "profesional" delante de los chicos.

Jorge estaba temblando por la corrida y agarrado a la puerta para no caerse del gusto, lo recuerdo con una sonrisa la verdad. Me sentí orgullosa de lo que mi boca y lengua eran capaces de provocar, y tras darme las gracias ambos salimos en diferentes minutos del baño. Al día siguiente Jorge me pagó por la mamada (aunque 10€ era poco, quería empezar con buen pie), y me comentó que ya había "divulgado el mensaje" entre sus amigos más cercanos y que pronto muchos vendrían a hablar conmigo para vaciarse.

Era verdad. Muchos fueron pasando por aquel baño, la mayoría solo querían una mamada, pero con el paso de los días la mayoría quisieron probar el sabor de mi coño, meterme un dedo por el culo, o directamente follarme bien fuerte. Sabía las cosas que decían de mi cuando estaban con sus amigos, que si me gustaba que me chuparan el culo, que si me corría más fuerte si mientras me follaban el coño me metían un dedo por detrás, que si el sabor de mi coño, que si suelto mucho flujo, que si hago garganta profunda... Los veía cuchichear en las clases entre ellos y eso, la verdad, me ponía muy cachonda.

Mis amigas no tardaron en preguntarme si era verdad, pero yo siempre lo desmentía. Lo del baño no duró más de unas dos semanas, no podía seguir desmintiendo que estaba haciendo guarradas ahí dentro y estar saliendo constántemente de él. Pronto pasé a follar en casa de mis clientes cuando sus padres no estaban, como si fuera una novia. En mis futuros relatos veréis muchas de las mejores historias que tengo, no os preocupéis. Ahora, para terminar, voy a contar otra de ellas.

NAVIDAD: doble penetración en una casa de campo

Esto podía haber sido un relato independiente pero no quería que este primer relato se quedara muy corto. Esto ocurrió en Diciembre, del mismo año 2019 que la historia que acabáis de leer, mis comienzos como zorra oficial del instituto. Fueron meses donde saqué mucho, pero mucho dinero. No os exagero si os digo que entre octubre y noviembre había ganado unos 800 euros a base de pajas, mamadas, enculadas e incluso simplemente dejar que me comieran el coño (literal, un chaval me pagó 25 putos eurazos por comerme el chocho, vamos que solo tuve que abrirme de patas y echar la cabeza hacia atrás).

Ya no solo tenía encuentros con gente del instituto, sino que muchos amigos de gente del instituto (pero que estudiaban en otros sitios), e incluso gente más mayor (de unos 24 o 25 años) había contactado conmigo para follar. Ya las citas no podían ser en persona, así que me hice una dirección de correo y por ahí empezaba a quedar con la gente. Como curiosidad, esa dirección está en mi perfil de todorelatos, y si alguien es de Murcia que sepa que puede quedar conmigo y le informo de precios y todo (no es coña).

Total, que llegó la navidad y dos chicos de Murcia me escribieron al correo. Querían tener un trío conmigo, decían que siempre les había puesto muy cachondos, que les daba mucho morbo hacerlo con una chica más joven que ellos... y demás historias. Además, uno era primo de un chico de mi clase, imagino que por ahí oyó hablar de mi. Uno de ellos tenía como picadero su casa del campo, así que tras acordar el precio con ellos y lo que íbamos a hacer, pasaron a recogerme en el sitio donde les dije con el coche.

Madre mía, aún recuerdo la cara que se me quedó, esos tíos debían tener por lo menos 27 o 28 años, era imposible que tuvieran menos. Yo me sentía muy niña, la verdad, yendo con esos dos hombres en el coche, pero imaginarme lo que íbamos a hacer en unos minutos empezaba a empapar mi chocho muchísimo. ¿Y qué ibamos a hacer? Pues bien, como os he dicho, ellos querían un trío, pero no un trío normal. Me preguntaron si estaba abierta a la doble penetración, y la verdad que eso era lo único que me faltaba por hacer en aquel entonces. Les dije que si, que sin problema, que lo había practicado otras veces y que adelante. Era mentira, pero les iba a cobrar bastante y al mismo tiempo iba a descubrir una nueva experiencia.

El precio acordado fueron 120 euros. Uno ponía 60, el otro los 60 restantes. Pensaréis que es caro, pero acordamos de tiempo 45 minutos, creedme que es bastante tiempo para estar reventando a una tía. Mientras llegábamos al campo de ese chico, mi coño seguía ardiendo y con ganas por comerse algo, de hecho esa tensión y nervios de estar con dos personas que nunca había visto pero que estaban a punto de follarme los agujeros me estaba volviendo loca. Al llegar, no hubo mucho tiempo para preliminares, esos dos me tenían muchas ganas y se les notaba en la cara.

Uno de ellos abrió la puerta de la casa y ya empezó a quitarse la camiseta y los pantalones. Vaya tela, pensé, no me van ni a preguntar si quiero tomarme una copa o algo, estos van a lo que van. El que estaba detrás puso sus manos en mi culo y empezó a magrearlo, la verdad que no hubo mucho más que decir, me giré y empecé a comerle la boca mientras el primero se acercó a bajarme el pantalón y el tanga.

Hicimos de todo, pero de todo. Comenzamos por un 69 en el que, mientras yo tenía la polla de uno de ellos metida en la boca, sus lenguas jugaban con mis dos agujeros para prepararlos. Yo estaba encima, por lo que mientras le chupaba el rabo al chico de debajo, mi culo estaba totalmente expuesto. El chico de debajo, que se llamaba Iván, recuerdo que mientras me comía el chocho abría mi culo con las manos, y ahí es donde aparecía la lengua de Manu, que lamía mi agujero trasero provocándome espasmos de placer.

Una vez que las dos pollas estuvieron bien chupadas, ambos pasaron por el 69, y mis agujeros estuvieron lubricados, los tres teníamos unas ganas locas por follar. Creo que nunca he tenido más ganas de meterme algo dentro del coño. La postura fue simple. Manu se sentó en el sofa, yo me subí a horcajadas sobre su polla, y me pegué hacia delante para que se comiese mis tetas y para que Iván pudiera colocarse detrás y enchufármela por el ojete. No os voy a mentir, estaba un poco nerviosa. Primero porque no sabía que sensación iba a experimentar, y segundo porque no me habían dilatado el culo más que con su lengua y algún dedo, sentía que lo seguía teniendo muy cerrado y no quería que me doliese.

Salí de dudas muy pronto de que aquello no me iba a doler, que me estaba encantando y que iba a repetir muchas veces. La polla de Iván fue entrando poco a poco en mi culo, y aunque fue algo molesto, las embestidas de Manu en mi coño y la comida de cuello/tetas que me estaba dando me tenían totalmente relajada. Cuando Iván la tuvo hasta los huevos, se puso de acuerdo con Manu para moverse con el mismo ritmo y darme una de las mejores folladas que me han dado en mi corta vida. Mis agujeros estaban completamente abiertos, mojados, y tragando todo lo que podían aquellos dos invasores. Yo tenía los ojos prácticamente en blanco y gritaba y soplaba como una cerda, una zorra que ni siquiera tenía la mayoría de edad por unos meses pero que cobraba 120 euros porque dos hombres de 28 años la reventaran por completo. Esa soy yo.

No hacer falta ni decir que ambos se corrieron dentro, aunque por turnos. Iván se corrió primero en mi culo, imagino que porque estaba más caliente y el agujero le apretaba más. Por tanto, cuando se apartó de detrás, Manu me puso a cuatro patas y tras embestir mi chochete algunos minutos fue el siguiente en vaciarse dentro de mí. Lógicamente yo también tuve algunos orgasmos, creo recordar que dos, ambos ayudados por mi mano y clítoris, ya que esos cabrones muchas veces se centraban más en darme fuerte y reventarme que en mi propio placer.

Me pagaron el dinero y me dejaron cerca de mi casa. Estaba eufórica, me di una ducha y me tuve que volver a masturbar porque me encantaba en lo que mi vida se estaba convirtiendo. En aquel momento aún no me veía totalmente como una prostituta, aunque lo fuese, porque yo solo veía que me iba con chicos, echábamos unos polvos y me daban algo de dinero. Luego volvía a mi casa y todo seguía igual. No sé, es una sensación difícil de explicar...

En mis siguientes relatos os contaré muchas más historias que tengo pendientes. Otro trío, el conserje del instituto, un profesor de francés al que se la chupé por un favorcillo... Sé que suenan a tópicos, pero tenéis que tener en cuenta que alguna vez estas historias tienen que ser reales, porque si no no existirían esos tópicos. Ya me iréis conociendo.

Un besazo,

Marina.