Marina, infiel consentida (10)

Quiero comenzar este relato agradeciendo todos los correos que me envían, es bueno aclarar que aquellos que vienen con propuestas no respondo, pues este medio es para enviar relatos y no para contactarnos, menos que ésta sea mi intención, pero los comentarios y otros de buena calidad los estoy respondiendo, con el mismo nivel, especialmente a dosomas@yah...

Quiero comenzar este relato agradeciendo todos los correos que me envían, es bueno aclarar que aquellos que vienen con propuestas no respondo, pues este medio es para enviar relatos y no para contactarnos, menos que ésta sea mi intención, pero los comentarios y otros de buena calidad los estoy respondiendo, con el mismo nivel, especialmente a dosomas@yah... Muy agradable, que tiene unas historias en internet. Vamos a mi nueva historia.

Este relato es doble, es decir, como el anterior, son dos episodios seguidos y en el mismo, pues se desarrolla en la misma ciudad y con el mismo amante.

El viaje al Congreso, al Caribe, con mi marido nos deparo un buena cantidad de tiradas recordando los hechos, todavía hoy después de tantos años recordamos lo ocurrido, además con el tiempo pudo contarme mejor su aventura con la madrileña un buen recuerdo para él.

Al poco tiempo, por temas de mi trabajo decidí un viaje a la Argentina, tenía que comprar algunos materiales y herramientas que en Bolivia me resultaban muy caras y después de investigar bien las fabricas y comercios decidí ir a Córdoba, bellísima ciudad industrial que en un par de ocasiones anteriores había estado y conocido bastante bien, lo mejor de todo es la calidad y amabilidad de su gente.

El plan de viaje fue de domingo a sábado, sola para poder ver con tranquilidad todo lo que necesitaba. En principio me puse a pensar en los cordobeses que podría tirarme, pero en un comentario a mi marido, respecto a alguna infidelidad cordobesa, el me dijo que tenía el número de teléfono de Ariel en Buenos Aires y que no me quedaba mal intentar llamarlo, la idea era buena y… más vale pájaro en mano que cien volando.

Me llevó al aeropuerto y se lo veía bastante excitado hablándome de lo que haría con el gauchito, comentó también que para no quedar atrás se había conseguido otra gauchita, una porteña, ejecutiva de una empresa financiera internacional, en fin … Llegué a Córdoba al atardecer, disfrutando de su belleza, me fui a un hotel mediano, 3 estrellas, recomendado por la agencia de viajes y dispuse mis ropa en orden, terminada esta labor me recosté y luego me dispuse a cenar, bajé al comedor, chiquito y bien atendido.

Cuando entré había poca gente, entre ellos un hombre de mediana edad, el que me saludó muy cordialmente, al pasar por su lado, como mi plan de viaje de negocios incluía infidelidad, ese día era domingo, nada que hacer así es que le di una buena respuesta, con una sonrisa coqueta. Al terminar de cenar y ya me retiraba, se acercó a invitarme a tomar unos tragos, se presentó y nos fuimos a un cafecito elegante cerca del hotel, después de un par de horas de charla, con mi calentura levantando varios grados de temperatura, regresamos al hotel, estaba alojado en el mismo piso, así que nos fuimos a su habitación nos mandamos una buena sesión de sexo, no era muy bueno, pero suficiente como para sacarse una nota de aprobación raspando el aplazo, pero sirvió para calmar mi arrechura. El hombre se iba a su ciudad (Salta) al día siguiente en la noche, así que todo fue bueno para ambos. Me fui a dormir como angelito, “Como si no le debiera a ningún banco”, como dice mi marido, cuando duerme bien.

Al día siguiente salí a visitar comercios y fábricas, fui vestida con mucha discreción, no deseaba mezclar negocios con placer, aunque tuve muchos piropos pero fue muy serio y profesional. Cerca del mediodía estando por el centro, hice la llamada a Buenos Aires, el número al que llamaba resultó ser el directo de Ariel, se sorprendió mucho de mi llamada, le comenté de mi viaje, que estaba en Córdoba por unos días, etc., etc.,  él me comentó que su trabajo le daba la libertad de viajar así es que miércoles o jueves estaría a verme, después de un par de comentarios de nuestras vidas en estos meses pasados, colgué y continué con mis visitas y negociaciones.

Este lunes y martes llegaba tan cansada al hotel, que no tenía fuerzas para mucho, las negociaciones habían ido bien, así que había la posibilidad de acortar mi viaje, todo iba de maravilla, la verdad es que pensaba muy poco en Ariel, una de ellas fue cuando hablé con mi marido y después de acordar algunos precios y definir prioridades, me pregunto por él y le comenté la llamada, me deseó suerte.

El miércoles en la tarde regresé a eso de las 4:00 al hotel a reorganizarme y recibí la llamada de Ariel, había llegado a Córdoba, estaba en el aeropuerto, que me buscaría a eso de las 21:00 para salir a cenar. Desde este momento mi cabeza pasó de los negocios al sexo. Me quedé planeando los movimientos de los próximos días, el plan de quedarme hasta el sábado volvió a renacer, así que planifiqué bien mis movimientos, de forma que el agotamiento no me lleve a perjudicar a mi actividad sexual. Como tenía tiempo y el hotel estaba en el centro salí a buscar algo de ropa más sexy que la formal que tenía, no tardé mucho en encontrar ropa a mi gusto.

A la hora puntual estuvo el hombre a buscarme, estaba muy elegante, yo iba con un vestido con un escote prudente, con un sostén que resaltaba las virtudes de mis pechos, en la parte inferior llegaba hasta la rodilla, pero el corte frontal dejaba ver hasta más arriba de la media pierna, tanguita diminuta, etc. Después del consabido piropo, además que tenia uno nuevo para cada ocasión, nos fuimos a cenar a un restaurant muy elegante, caro y bien atendido.

Esa noche fue solo cena y un par de vinos adicionales, le expliqué de mi cansancio para poder descansar para el día siguiente, le expliqué de mis visitas a fabricas y negocios y me dio un par de recomendaciones que me sirvieron muchísimo, sobre precios y nuevas fabricas.

Al día siguiente, en la noche me vestí más sexy, más escotada y falda más corta, los zapatos más altos, sin calzón, etc., como muchas otras veces de ida a la guerra con las armas de buena puta y… me sentía muy puta este momento.

Me llevó a un lugar que atienden en la acera, frente a una plaza muy bella con un ambiente muy bohemio, un tipo de locales que son muy frecuentes en Europa. El trato de Ariel era como de costumbre, muy elegante, además teníamos ambos la ventaja de estar fuera de nuestras ciudades y sociedades, él se cruzó con un par de amigos de negocios, pero sin mayor consecuencia. Después de una media hora aparecieron otros 3 amigos, porteños como él y se sentaron con nosotros, me presentó como una amiga de Bolivia.

Los 3 hombres  muy agradables y, como todo porteño que se precie, muy piropeadores, piropos muy elegantes y bien educados, me hicieron sentir una reina, la charla se fue por todos los temas, en o único que no intervine fue cuando entró el tema del fútbol, además que fue el momento que más se acaloró le ambiente, amigable e interesante, los hombre… como siempre.

Hacia el final de la tertulia, con varios vinos de excelente calidad, dando vueltas por la cabeza y que habían enjugado mi vagina y mojado mi tanguita, conversamos de nuestras preferencias para esa noche, como ambos deseábamos que sea una noche completa sugirió ir a una disco muy buena y de música suave, me llevó por una avenida y llegamos.

El local era bastante bonito y elegante, en general la gente era mayor y la música puro boleros y baladas románticas, ambiente ideal para la noche que iba en curso. Nos sentamos, ambos pedimos Whisky y había muy poco que conversar, casi todo estaba dicho. No canso de repetir la elegancia en sus modales y todas sus actitudes, era realmente un hombre de calidad en todo. Bailamos muy pegaditos, sin mucho morbo, solo que me decía de todo al oído, muy suavito, lo linda que era, el cuerpo que tenía, las dos noches maravillosas que había tenido conmigo, que había soñado conmigo desde que lo llamé, que se sentía muy halagado porque lo había llamado, etc.

Después de una par de whiskys que se sumaron a los vinos de la cena decidimos irnos a cumplir con el deseo de ambos. Me consultó, en cual hotel nos iríamos para desatar nuestras ansias, quedamos ir al Hotel de Ariel, yo le aclaré de la forma siguiente.

-“Que vos llegues con una puta, no le extrañará a nadie, pero si yo llego y esto pasase a algún posible cliente o proponente de mi negocio, podría arruinarlo todo”.

Ariel sonrió y aprobó mi definición, nos levantamos y nos fuimos en su auto.

En el hotel llegamos directo a la habitación, entramos e inmediatamente, Ariel quiso besarme pero le pedí que ahora era yo la que dirigía, lo apoyé contra una pared de la habitación, me arrodillé y fui quitándoles el pantalón con mucha calma, mientras le sobaba la paloma por encima de éste mismo, lo bajé un poco y busque su aparato desplazando el calzoncillo, esta tan bueno como lo recordaba, grueso, duro y caliente; cuando lo tuve fuera saqué sus bolas y las sobaba con ambas manos, con una las bolas y con la otra la paloma, Ariel gemía suavemente mostrándome su placer, yo gozaba con la pajita que le estaba propinando, sintiendo los latidos de su verga, el calor y el olor a macho que emanaba de ellos.

Me acerqué más y comencé a besarlo, primero en el tronquito, baje con los labios a las bolas, hasta se me eriza la arrechura de recordarlo, pues iba despacio para tenerlo en mi memoria y mi arrechura por mucho tiempo. Cuando tenía la boca en las bolas saqué mi lengua y comencé a lamer una y otra e inicié una masturbación de su paloma, mientras la camisa de ‘el ya había volado, no recuerdo pero supongo que se la quitó el mismo desobedeciendo mi pedido inicial. Eso me facilitó sobarle el pecho y los brazos, el se dejó hacer inicialmente todo lo que yo iba moviéndome sobre su paloma y bolas.

Después subí a chuparle la paloma, comencé por la cabezota, la lamí, la besé y luego fui introduciéndola lentamente, en mi boca, la sentía deliciosa, estaba gozando con la chupada, no quería tocarme el sapo por temor a acabar en un orgasmo que corte mi inspiración, sentía que mis jugos chorreaban por mis piernas, tenia que aguantar, pero él no podía más, me dijo:

-         “Para,… para,… de esta forma voy a correrme rápido, estoy a punto de estallar…”

Me levantó con mucha suavidad y comenzó a besarme apasionadamente, de la boca pasó al cuello y me iba bajando el vestido y continuó besando y chupando las tetas, yo le pedía que fuera con calma, que quería gozarlo todo, cada minuto y cada movimiento, pero era difícil para ambos, las acciones se iban precipitando, claro que tenía que controlarme para pasarla bien y tener todo por largo tiempo.

Me desprendí de él y me acomodé apoyando mi espalda, buscó acomodarse  y metérmela, pero no se podía, tal como estábamos, la estatura de él y la mía no lo permitía solo conseguía rozarme el culo y mi cuevita y saben que no lo quería, por ahí, lo quería en mi boca, en mi cuerpo en mi sapo.

Entonces me dio la vuelta, me acomodó sobre el mueble, me tomo de ambas piernas y las subió a sus hombros, se acercó más a mi y la fue metiendo poco a poco en mi vagina totalmente lubricada, comenzó a moverse suavemente, no pude controlarme, de inmediato tuve un orgasmo fuertísimo, profundo que me hizo temblar todo el cuerpo, creo que grité, no sé, pero me perdí por esos instantes que después parecen larguísimos, cuando acorde, Ariel me jalaba de la mano y me llevó a la cama, para llenarme de besos, comerme entera, especialmente mi sapo, me pasó la lengua como si fuera la ultime vez, llegué rápidamente al segundo orgasmo, fue más suave pero igual de placentero.

Para no seguir así y agotarme tontamente le pedí que se calme, se volteó de espaldas y volví a chuparle, suavemente como la primera, lo masturbaba mientras le pasaba la lengua, con lo que me gusta tener las vergas en mi boca, ya saben lo chupadora que soy, así es que me daba el gusto meterla en mi boca, cuando estaba adentro movía la lengua, a la vez que succionaba (normalmente vuelve loco a los hombres, esto), continúe hasta que me pidió que me detenga, que estaba muy excitado y no quería terminar; así que estábamos en lo mismo, esto fue un momento de relajar la situación, pues reímos un poco y aflojamos la arrechura.

Volvió a las andadas, me volvió a besar entera, me saco de la cama y se puso detrás de mi, me agaché un poco, levantando la cola, volvió a entrar en mi sapo, esta vez las estocadas eran mas fuertes, me la metía hasta el fondo y con sus manos me sostenía por las caderas, solo atinaba a agarrarme las tetas, me pellizcaba los pezones, otra vez estaba desesperada. Entonces en un momento de mal movimiento, sentí que se iba para atrás, no se retiraba, se caía, así que traté de acompañarlo, principalmente para que su paloma no se me saga, como buena perra quería tenerla bien prendida en mi concha. Lo logré y caímos a la cama ensartados como perros bien prendidos.  Son las artes de la arrechura, supongo.

Nos fuimos moviendo nuevamente, me puso de costado, para acomodarnos, me acariciaba todo el cuerpo, me metía su paloma y luego la sacaba, él esta también en el extremo, entre ambos no había palabras, solo gemidos de placer y movimientos suaves, después de las embestidas que me había dado, de pie, ambos jadeábamos de cansancio, mezclados con los gemidos de placer.

Me acomodo de estomago, se subió y la volvió a meter, yo cerré las piernas y levanté la cola, para que entre profundo y las sienta bien, ambos nos movíamos acompasadamente, la sentía inmensa dentro de mi nuevamente comenzó  a embestir fuerte, así no iba aguantar, no han debido ser mas de tres bombazos, tuve que detenerlo, de esta forma se me iba a acabar rápido, sabia que un nuevo orgasmo me dejaría tan desmadejada que no podría seguir, aunque en otras ocasiones aguanté muchos mas orgasmos, pero los de este día habían sido muy fuertes.

Entonces cambiamos de posición, el se puso de espaldas y yo subí encima, acomodé su pija en el ingreso de mi concha y fui bajando lentamente,

cuando estuvo totalmente adentro me moví de arriba abajo, fuerte, rápidamente caí en sus brazos besándonos y seguí moviendo la cola y llegó el orgasmo, el final, fuerte me la metí hasta el fondo y terminé gritando de placer. Terminé totalmente agotada encima de Ariel, no tenia fuerza para nada, después de unos momentos, no se cuanto, abrí los ojos y me tumbé a su costado.

No podía moverme nada, había estado extremadamente arrecha, pero había conseguido lo que tanto deseaba, hacerlo de tal manera que había gozado cada instante, cada toque y cada embestida de mi amante, a quien le costó unos buenos minutos abrir los ojos, mirarme y decirme:

-         “Sos excepcional, piba, me dejaste sin aliento.”

Conversamos un poco y luego de vestirme, sin bañarme, pues quería llevarme a dormir todo el olor de esta tremenda culeado, él se ofreció a llevarme.

En el viaje a mi hotel conversamos de todo, en un momento, cuando íbamos por el centro, me sugirió que quería hacer un negocio con mi marido y que esto nos daría más ocasiones de vernos, esto no me gustó con mi costumbre y mi filosofía de tener amantes por corto tiempo para no comprometerme en una relación peligrosa resultaba necesario poner en claro las cosas, aunque tenga que decir algunas cosas de mi intimidad, además, en ese momento pasábamos por un barcito muy bonito, le pedí que se detenga y que debíamos aclarar algunas cosa, lo dije con algo de seriedad, no le gustó nada al hombre.

Nos sentamos pedimos unos cafés y le dije, más o menos lo siguiente:

-         “Deseo que este tema quede bien claro entre nosotros, Ariel, el sexo que me das es por demás placentero, sos un hombre extraordinario, sos un caballero en el trato y un verdadero tigre en la cama, me siento llena de placer, de esto no lo dudes. Es bueno que sepas que esta aventura y de otras anteriores que tuve, mi marido conoce todo, nos consentimos mutuamente, el trato es cómodo, pero esto también significa, aunque no es un trato explicito, que ni él ni yo mantenemos relaciones duraderas, es mejor así, es mejor que sea por poco tiempo, ambos sabemos que nos amamos mucho, pero las amantes de él y los míos no sabemos como pueden reaccionar con una relación larga. Discúlpame, pero te pido que no intentes ningún negocio con mi marido, además que si vas a Santa Cruz (de la Sierra), cualquiera sea el motivo, ni nos vamos a ver, prefiero así, es mejor que sea muy clara con vos y no pensemos en ningún futuro. No hay futuro para nosotros, mi futuro es mi familia.”

Se quedó en silencia unos momentos y luego comenzó por agradecerme mi sinceridad, estaba sorprendido, pero lo comprendía, entonces continuó:

-         “De acuerdo, como vos digas, es mejor así, parece que estos días serán los últimos que nos veamos, tenia la intención, y lo hago ahora de invitarte para el sábado a la quinta de un amigo, no esta lejos de la ciudad, será para ir al mediodía, va haber varias parejas, todas son como nosotros, amantes, ninguno va con su esposa o su marido, cuando me invitaron decidí no ir pues no había con quien, cuando llegaste pensé invitarte, es para quedarse hasta el domingo, es decir a dormir allí, no se van a quedar todos solo unas pocas parejas, ¿Te parece bien?”

-         “Mira Ariel, solo hay un obstáculo, que en ése lugar no haya ninguno de los empresarios con los que traté estos días, no puedo tomar riesgos, si verificas quienes son los invitados con la gente con la que traté estos días y no coinciden puede ser.”

Parece que sabia quienes eran los invitados o, por lo que vi después, se conocían todos así que no ha debido ser la primera vez que hacen estas reuniones, por lo que le fui diciendo los nombres de la gente con la que había tratado, el los anotaba en un papelito y cuando no recordaba el nombre le daba los datos, empresa tipo de  producto, etc., y el ponía el nombre, se notaba que estaba muy bien relacionado, al final quedó en que por lo que veía ninguno iba a estar, me dijo:

-         “Tus contactos son gente muy seria, no aparece por este tipo de reuniones.”

Esa frasesita de “por este tipo de reuniones” me sonó agradable y me dio una idea de lo que iba a ocurrir.

-         “Para cerrar bien el tema, dijo Ariel, con esta lista verifico con el dueño de la quinta y te confirmo temprano, confía en mi voy a cuidar que no te perjudique en nada.”

Esa noche dormí como un angelito, placida por el culee, me sentía muy puta, angelita puta, pero angelita, al fin

A la mañana temprano, me llamó y me confirmó  lo dicho, ninguno de ellos iba a estar:

-         “Ninguno de tus contactos va estar en la quinta, vas a disculpar, pero tuve que aclararle la situación a mi amigo, le leí la lista me dijo que no iba ninguno de ellos, quédate tranquila, ¿vas a estar?”

-         “Si, tranquilo, le dije, voy a arreglar para quedarme hasta el domingo que hay un vuelo al mediodía ¿Me llevas a tiempo al aeropuerto?”

-         “Seguro”, me contestó.

-         “Cómo quedamos, a que hora te espero, sabes que soy puntual.”

-         “Sábado a las 11:00, yo también soy puntual, besos mi amor, hasta mañana.”

Enseguida llamé a mi marido, le expliqué que tenia un par de reuniones para el sábado y que retornaba el domingo en la tarde, el vuelo sale al mediodía, así es que estaré por allí a media tarde, claro que no me creyó, con un “Ummm, como será ese par de reuniones”, me deseó suerte, me dijo que me amaba mucho y colgamos, supongo que a él también le caía bien la postergación del retorno, aunque la atención de los chicos le iba a exigir un esfuerzo mas, pero sé que no se hace problema..

El sábado en la mañana arreglé todo lo que tenia, la ropa comprada, las muestras para el negocio, los recibos, facturas, otros papeles, confirmé mi pasaje y para las 10:30 tenia todo listo, me duché, perfumé y preparé un pequeño bolsón con un par de mudas para vestirme en la noche y al otro día para el viaje. Bajé a planta baja donde pagué la cuenta dejando todas mis valijas en deposito, y en unos 5 minutos, muy puntual, a las 11:00 llegó Ariel a buscarme.

Me había vestido con unos jeans apretados, zapatos de tacón no muy altos, top  ajustado, que dejaba ver el ombligo, con sostén y unas tanguitas diminutas, poca joya, solo lo necesario, aros y una pulserita simple, poco maquillaje y el pelo suelto muy natural. Lo primero que hizo es silbarme suavemente el clásico tonito del silbido piropeador, tan universal, y alguna frasesita halagadora que me hizo sentir una reina. Él estaba, con jeans, una polera (remera) fina de color rojo, mocasines y muy sensual, muy buenmozo, para mi gusto.

Partimos y se inicia la segunda parte de este relato que, como ya esta muy largo lo dejo para una siguiente publicación

Marina

marinalopezpaz@hotmail.com