Marina, infiel consentida (08)

Ya había conocido el sexo lésbico y me gustó, aceptando mi bisexualidad, pero lo que me ocurrió en esta ocasión no lo busqué ni lo esperaba, sin embargo fue algo maravilloso y extremadamente excitante.

Será que el sexo emite olor, no me refiero al olor que queda en el ambiente de sexo debido a las eyaculaciones de hombres y mujeres, sino a que el estado de arrechura o el puterio de una atrae a otras de similar condición?, no sé lo que ocurre pero lo que me ocurrió en esta ocasión fue sorprendente y muy agradable.

Recuerdan Uds. en mi relato número 6 había tenido mi trío con el doctorcito y su novia, había conocido el sexo lésbico y me gustó, aceptando mi bisexualidad que me dio una mayor amplitud de criterio para ver el sexo en la vida, hay más libertad para gozarlo.

El caso es que tengo una sobrina, con la que tenemos una diferencia de unos 10 años, hija de una prima mayor que yo, siempre hubo mucha confianza y ésa "química" que requieren las buenas relaciones humanas, desde niña fue una preciosura que brillaba donde estaba, muy alegre e inquieta, siempre fui su confidente desde su pubertad supe con muchos detalles de sus inquietudes de todo tipo, especialmente las que se referían a los muchachos, que la fueron conquistando desde sus 11 o 12 años, su primer cortejo (enamorado), sus arrechuras y sus sueños de juventud.

Pasando los 20 años de edad era una mujer bellísima, pelo ondulado, casi lacio, cortado en una media melena, desde muy jovencita le gusto el corte mediano, levemente más bajita que yo, con el cuerpo muy bien formado y muy proporcionado para su estatura, un andar que debería decirse como felino, muy sensual con el movimiento de todo su cuerpo, una sonrisa que podría levantar a cualquiera.

Antes de cumplir los 21 se enamoró locamente de un joven agradable y con todos los atributos físicos y humanos para decir que encontró un "buen partido". Ayudé en todo lo de su fiesta y se fue de luna de miel, no se a que isla caribeña donde planeaban una estadía de una quincena a todo dar.

A su regreso, después de un par de días llegó a mi casa de visita, en una tarde calurosa de verano que estaba sola (sin niños, empleada ni marido) ordenando mis herramientas de trabajo y otras cosas más. Yo vestía una remerita de tiros, roja, de algodón muy escotada y cortita, era mi preferida para estar en casa, sin sostén, con un short, también de los cortos que llegan hasta el borde de las nalgas, livianito y muy cómodo, sin tanga, es decir, solo dos prendas, la comodidad hogareña.

Charito (se llama Rosario) venía con una faldita de jean y una blusa da algodón bastante coqueta, aunque usaba sostén se le notaban bien los pechos bellos, de un tamaño que va entre medianos y grandes, muy proporcionados a su estatura y su figura con una cinturita de envidia, que yo la perdí con mis 3 embarazos, llevaba zapatos de taco aguja y unas pocas joyas que adornaban su figura.

Cuando llegó Charito estaba deslumbrante, como toda hembra recién culeada en una luna de miel, la recibí con el cariño que le profeso y retribuido por ella, cuando nos dábamos los consabidos besos en la mejilla, el 2º de ellos fue a dar casi en nuestras bocas, ella no los esquivo pero no mostró ninguna señal de sorpresa, tampoco, yo si la tuve pero no vi nada raro en ello.

Le invité un cafecito y nos sentamos a charlar en el sofá del living y comenzó a contarme su viaje, primero fueron las impresiones del lugar, el hotel, las playas, el mar, etc. pero a poco de eso inició el relato de su luna de miel propiamente dicha, la primera noche, las salidas a la playa, los paseos, las noches de cena, baile, etc.

Fue relatándome, al principio algo superficialmente, pero en la medida que avanzaba el detalle era mayor, realmente fue una culeadera, como debe ser en una luna de miel, desencadenaron toda su energía, los detalles de las poses y de las ocasiones, lugares y otros fueron fluyendo en su relato los detalles de la cama y la habitación, las metidas en la playa y, que en una ocasión casi pierde el biquini, en el estacionamiento, y yo intervenía muy poco, con alguna pregunta ligera o algún comentario para reforzar sus palabras, en la medida que escuchaba iba recordando mi luna de miel, un desmadre sexual de 10 días, y mis aventuras sexuales que les he relatado últimamente. Todo esto me fue poniendo arrecha.

Cuando me di cuenta de mi arrechura vi que, Charito, mientras continuaba su relato había comenzado a sobarse los pechos, con una mano y la otra subía y bajaba por sus piernas, es decir que el ambiente, entre ambas estaba subiendo de temperatura, al principio no supe cómo reaccionar pero mi arrechura me llevó más adelante, llevando mi mano por debajo de mi remerita, a mi teta, directamente y comencé a sobarme suavemente, mirando a ella su rubor de la excitación que tenía y … mi actitud la llevó a ser más osada y llevar su mano, más arriba en la pierna y llegar hasta su sapito y comenzó a sobarlo por encima de la tanguita.

En un impulso, sin pensarla y para continuar mejor le sugerí ayudarla:

"¿Te ayudo, mi amor?" le dije.

Llevé mi mano a su entrepierna y, apartando la diminuta bombachita, metí mi dedo en su sapito. Para esto ella calló y solo emitió un gemidito muy suave de satisfacción.

"Hay, Mari, que lindo que está", dijo ella.

Ambas de frente, una a la otra estábamos tan cerca que nuestras respiraciones se cruzaban y saboreaba su olor y su aliento, para esto no tardamos y buscar nuestras bocas, miré sus labios carnosos y brillantes e inicié mi segunda relación lésbica con este bomboncito de Chari, un beso con lengua de ambas que se enredaron dentro de nuestras bocas, recuerdo que chorreaba nuestra saliva por las comisuras de los labios, era deliciosa, una lengua juguetona y las carnes de sus labios tan suaves, que levantaban la arrechura a altísimas temperaturas.

Bueno, entre su arrechera y la mía nos acercamos mutuamente, saqué mi mano de su sapito húmedo y nos fuimos quitando muy lentamente la ropa, una ella otra yo, entre besos de una y otra, en la boca, en la mejilla o en las orejas, fue muy pausado con mucha suavidad, por suerte la ropa de ambas era de rápido retiro, es decir ropa de putas que necesitan realizar la operación rápidamente. La mía era más ligera, pues estaba de entre casa.

No cruzábamos palabra alguna entre nosotras. Solo era el beso y las caricias de cuerpo, mutuamente, y con la suavidad que sentíamos.

Fue cuando sentí la necesidad de tomarla por entero, me agaché y comencé a besarle los pezones, uno primero, después el otro, de los besos pasé a las chupadas, ella gemía y yo continuaba chupando las tetas como una bebé, deliciosas, duritas con una aureolita morena alrededor de los pezones. Las teas, diría que eran perfectas, un poco más grande que las que caben en una mano, erguidas de juventud y arrechura. En fin las gocé como mejor pude, la verdad es que mi sapo chorreaba de arrechura sentía un calor interno fuertísimo.

Continuamos besándonos, ella me chupó las tetas, más o menos similar a lo que yo lo había hecho, una chupada con una suavidad increíble y una excitación intensísima. Mi mano iba circulando por su cuerpo y sentí su mano que entraba en mi vagina, un dedo, dos y entraron hasta el fondo y comencé a moverme como cuando monto un buen potro culeador, ella siguió con su trabajo de masturbarme y chuparme como una maestra y de alta experiencia (después confesó que era la primera vez).

Fuimos moviéndonos y después me tocó a mí pero no inicie la masturbación, sino que con mucha suavidad la empujé contra el posa brazos, le abrí las piernas y fui bajando lentamente, besando y ensalivando su cuerpo, mordisqueaba su piel, luego la besaba, me entretuve en su ombligo, como lo hace mi marido u me gusta tanto, seguí bajando hasta llegar a su sapito, que tenía solo una tirita de pelo arriba de su sapito en forma de gota invertida y el resto muy bien rasurado. Jugué con sus labios vaginales un poco con su clica y metí la lengua dentro de la vagina, chorreaba de jugos femeninos, deliciosa, llené mi cara y mi boca de su arrechura. Ella me sobaba la cabeza y la espalda, moviéndose cadenciosamente al ritmo de mis chupadas.

La verdad es que no recuerdo en qué orden fue todo lo que se desarrollo toda nuestra sesión, después, solo sé que girábamos entre nosotras, una arriba de la otra, unas veces la chupaba o ella a mí, nos besábamos, nos masturbábamos, en definitiva nos amamos con pasión desenfrenada.

Entre todo lo que hicimos hubo un 69 larguísimo, ella abajo y yo arriba, nos costaba controlarnos, mientras ella metía su lengua en mi vagina o chupaba mi clica, yo estaba en las nubes y me movía como loca, además que soltaba su clica y perdíamos la coordinación, después continuábamos lamiéndonos los sapos, yo sobaba su culito, chiquito y cerradito, para esto ella ya había metido dos dedos en mi culo desvirgado y se extasiaba en meterlos, sacarlos y lamerlo, terminando metiéndome la lengua en el culote arrecho que tengo. Mi lengua devolvía la acción con metidas a su culito y a su vagina.

En algún momento ella estaba encima de mí y en el otro era yo, me besaba entera, sin compasión y manteniendo la suavidad de principio a fin. La gire y le besé las nalgas y en un momento de recreo o descanso fui besándole y lamiéndole las piernas y llegué hasta sus pies, chupé cada uno de los 10 dedos, ella se revolcaba como poseída por alguna locura (la de la arrechura) y yo gozaba viendo ese cuerpito deshaciéndose en contorsiones, emitiendo gemidos y expresiones como:

"Mari, me tenes loca, … Mari seguí así, … Mari me muero de locura, … quiero más, mucho más, etc."

Nos deshicimos en una locura lésbica, tanta la locura de la arrechura, cruzamos nuestras piernas, juntamos nuestros panes, totalmente mojados y chorreando de jugos vaginales y saliva, e iniciamos una frotadera que parecíamos galopando en potros chúcaros, yo me sostenía de sus piernas y ella también y de esta manera llegamos al orgasmo, clica, contra clica y pan contra pan, quedamos exhaustas, echadas cada una al extremo del sofá.

Después de un momento, no recuerdo cuanto, me acerqué a ella y le di un besito leve en los labios y me fui al baño, a los 2 minutos llegó ella y nos dimos un buen baño, con muchas caricias y besos pero el agotamiento de la sesión anterior hizo que esta sea leve.

Volvimos al living, vestiditas y bien peinadas, nos arreglamos mutuamente y terminamos con la necesaria aclaración de la situación. Ella no se considera les ni bi, sin embargo le gustó muchísimo, nunca creyó (igual que yo) que tendríamos esta sesión extraordinaria de sexo, aclaramos bien nuestras posiciones, aunque yo no le conté de mis aventuras pero le dije que tenía un concepto de mucha liberalidad en el sexo, que lo compartíamos con mi marido y que mejoró en mucho mi relación con él.

Terminamos con algunos besos leves y ella se fue radiante, como había llegado. Yo quedé con un espíritu de satisfacción muy profundo, por algo que no lo esperaba, no lo había pensado y que llenó un par de horas de mi vida. Con Chari volvimos a tener un par de encuentros más pero de mutuo acuerdo decidimos no continuar pues cada una fue de una intensidad menor a la anterior, por lo que ambas concluimos que podemos llegar a ser bisexuales, pero no lesbianas, con esta conclusión y definiciones, seguimos siendo las buenas amigas de siempre, aunque algunas veces se nos cruza un guiño de complicidad y nada más, ella continua con un matrimonio feliz y dos niños bellísimos.

Como en otros de mis relatos incluí fotos, que no son mías pues las tomé de alguna página de internet, de esas buenas que hay y dejo, para su deleite estas dos últimas fotos de estas dos bellezas que acompañan (sin saberlo) la historia de mi amor lésbico con Charito, mi admiración a sus bellos cuerpos.

Muchos besos para Uds. de esta putona infiel, buscona, lesbi y bi, pero feliz

Marina

marinalopezpaz@gmail.com