Marina, infiel consentida (04)
Voy a una fiesta con mi marido, un milico extranjero me conquista y tiramos en el jardin contra un arbol
MARINA, INFIEL CONSENTIDA IV
EN LA FIESTA
He venido recibiendo muchos mails dándome cuenta de la cantidad de lectores que les gusta mis historias, sin embargo resulta muy desagradable que algunos sean tan atrevidos. Aunque hay otros que son muy lindos y a estos últimos responderé.
Continúo con mis historias debido, principalmente a que deseo contar las cosas satisfactorias que me ocurrieron. Muchos lectores me preguntan si lo ocurrido es verdad, y yo confirmo y a veces pienso que si esas historias no parecen creíbles, no las van a creer las siguientes, pero a muchas mujeres les ocurre esto o más, la diferencia esta, primero en el interés de contar y, segundo, en poder contarlas, es decir, animarse, esto último se logra solo si se lo hace de forma anónima o mediante un seudónimo, que es lo que me ocurre, nadie vaya a creer que Marina, es mi nombre verdadero, lo importante es la veracidad de mis historias, que se desarrollan en Santa Cruz de la Sierra y alguna otra ciudad de este planeta.
No me haya animado nunca hacer lo que hice si mi marido no lo haya aceptado y, en algunas ocasiones, animado u organizado, pero la historia presente resulta un poco especial, habíamos ido a una recepción, donde se encontraban reunidas la alcurnia cruceña y funcionarios gubernamentales de alto cargo, llegados de La Paz, la recepción tenia sus particularidades y habíamos decidido intentar pasarla lo mejor posible, debido a que consideramos, con mi marido, que esta gente es lo más aburrido del mundo, hipócritas y otros defectos que no vamos a analizar, los conocemos bien, salimos de sus entrañas. Entre los invitados nos presentaron a un militar peruano, de nombre Jorge, de mediana estatura, pelo ondulado, medio gris, de unos 40 años, serio de carácter, pero sin exagerar, inmediatamente hizo buena relación con mi marido y se pusieron a conversar con el tema más importante de los hombres, el fútbol. Por ello es que me dedique a buscar tragos para ellos y caminar un poco, mi vestido era elegante, pero nada descubierto y a pesar de ello recibí varias expresiones de halago, siempre en el marco "educado" del ambiente.
En uno de mis retornos al ruedo de mi marido, Jorge muy amablemente, se preocupó por mi andar de un lado al otro, expresando su preocupación de que me aburría y ello nos llevó a una conversación trivial, lo que me dio ocasión de observarlo mejor, una voz algo grave le daba expresiones muy pausadas y con una sensación de paz increíble, más increíble si el hombre era militar. Pero por el contrario dentro de la paz de su rostro, sus ojos denotaban pasión. La verdad era que no sabia si todo ello eran producto de mis ganas o era real, al fin, dije no importa, veremos lo que ocurre.
El hombre comenzó por piropearme y decirme que me había observado mientras caminaba y que era muy bella, enseguida cambió de tema y se interesó por mi vida, mis hijos, el trabajo, aprovechó para decir que la mujer cruceña era muy bella y que yo me encontraba entre las mejores, respondí agradecida por el cumplido, pero el hombre fue mostrando que no era el "estirado" que podría parecer por su seriedad. En algún momento de la conversación cruzó alguna palabra con mi marido sobre mi belleza, el muy farsante hinchó el pecho como un pavo real. Después se lo reclame, la bella era yo, no el, solo sirvió para una buena carcajada de ambos.
Copas van, copas viene, .... yo estaba tomando vino blanco en una copa muy larga, bastante agradable el vino tarijeño, me hacia sentir un calorcito interior, llevando por esos caminos de la que soy tan afecta. Mis pezones ya estaban duros. Por suerte estaba con sostén.
Los temas de conversación con Jorge fueron girando hacia lo más íntimo, vida en familia, la esposa, sus buenas relaciones con ella, me mostró una foto, una morena muy bella , parece que lo tiene muy loco, habló de su actividad sexual y se expresó muy bien de ella, esto me llamó la atención pues pareció algo similar a mi pareja y le pregunté de su opinión sobre las infidelidades, ni se inmutó, pasó a explicar una teoría rara del hombre cazador y la mujer recolectora, etc., etc., etc. ... pero el tema me gustó pues una mujer arrecha como el la describía, en esa preciso momento debería estar tirando con algún limeño en la alameda. Por ello es que decidí equilibrar la situación y mandar mi carga al arequipeño que tenia a la mano. Me puse hablar de las infidelidades de mi marido, de las infidelidades de las fulanas encopetadas que nos rodeaban, sin nombres, pues no me agrada quedar de chismosa. Hablamos de muchas cosas que dejaron que mi sapito vaya mojándose cada vez más.
Como había música mi marido me llevo a bailar y me sirvió para decirle de mi arrechura y poder sacudirme un poco para aligerarla, le conté un poco de mi encanto por el milico. No sirvió de mucho el peruanito estaba en mi cabeza, en mis tetas y en mi cocho, con la ayuda del vino sus posibles cualidades se iban agrandando en mis fantasías. La única manera de sacármelo, era con una buena culeada.
Terminada la música me fui al baño, estaba lleno de damas, unas agradables otras de mal nivel (nivel de hipocresía, digo), tarde bastante en ingresar, mi sapo chorreaba, más de arrechura que de orinar. Concluida mi necesidad salí con una amiga y fuimos conversando por el jardín posterior del local de reuniones, cuando ella quiso retornar al interior yo preferí quedarme un poco más, así lo hice, me puse a caminar un poco, habían algunos arbustos y un asiento debajo un árbol, fui allí y me senté, a poco escuché mi nombre y, levantando la mirada, descubrí a Jorge que había salido a "tomar aire".
A modo de reiniciar la charla me preguntó el porqué de mi aislamiento en el jardín, no supe que responder, me levanté y como él se encontraba muy cerca mi rostro quedó muy cerca de el, lo miré y solo atiné a besarlo, lo besé en la boca suavemente, el me tomó de la cintura con mucha calma, abriendo la boca comenzó a pasear su lengua por la mía. Se movía cadenciosamente de un lado a otro como si hubiera algún ritmo que lo hiciera bailar, muy calmo y cortito y ello permitía que su aparato, ya duro y crecido me lo sobara por el vientre, mi arrechura estaba en explosión, mi sapito estaba humedícimo, aunque la pasada de mano en el baño, por mi clica creía que me había calmado, con esto estaba como fuego. Tuve un poco de cordura en moverlo del lugar que nos encontrábamos, aunque era oscuro, nos desplazamos hacia la parte trasera del árbol. Ahí me apoyó contra el tronco e iniciamos un franeleo de novela, el hombre serio y calmado se transformó en una maquina sexual, besaba que daba locura. El vino había hecho su efecto.
Mientras me besaba fue levantando la falda con una mano y con la otra fue abriendo mi blusa de botones, no se como fue su arte, pero la levanto y la abrió rápidamente. Yo me entregué totalmente. Ni pensaba siquiera si alguien nos viera. Estaba totalmente arrecha. Cuando besaba su lengua exploraba todo el interior de mi boca, cuando besaba mi cuello o mis brazos su lengua acariciaba suavemente mi piel, chupaba con una presión que mataba. Sus dedos comenzaron a explorar mis nalgas, luego fueron entrando por mi culo, acarició el hoyito con una presión que me hizo abrir más las piernas. Cambió de dirección y llevó, sus manos, por el frente, acariciando mi pubis, jalando levemente los pendejos y bajó hasta la clica y rápidamente introdujo su dedazo dentro de mi pan, que entro con toda la facilidad que le permitieron los abundantes jugos. Me hizo saltar. Sacó su mano y llevó su dedo a su lengua, los chupó con mucho deleite.
La pausa producida me dio tiempo a reaccionar, ya había tomado la decisión de tomar al arequipeño que, ahora si, tenía en mis brazos. Me aparté, lo di la vuelta para que se ponga de espaldas al árbol, le abrí el pantalón, bajé su calzoncillo y salió el instrumento, airoso con ganas de satisfacerme. Lo tome con la mano pajeándolo un poco, estaba muy duro, no era muy grande, mas bien mediano, de los que me gustan, palpitaba entre mis dedos, me acerqué y le pasé muy lentamente la lengua desde los huevos a la punta, el hombre se estremecía a cada pasada, luego lo introduje en mi boca, no pudo entrar entera, pero lo suficiente para que pueda pasar labios y lengua por todo el aparato. Me puse a chupar desesperadamente, abrí mis ojos y lo vi apoyado al tronco con el rostro hacia el cielo (o más bien a las ramas del árbol) jadeaba fuerte, movía sus caderas al ritmo de mis chupadas, seguí un momento más pero mi posición era muy incómoda, de cuclillas, me comenzaron a doler las rodillas. Me detuve un momento.
Al levantarme le mire a los ojos, mi primera impresión de ellos era la acertada, ardían como dos brazas, a la misma temperatura de mi sapo, todo echaba fuego de tanta calentura.
Me volvió a poner como al principio, apoyada al árbol, me levantó la falda hasta la cintura, me abrió totalmente la blusa, saliendo las tetas de entre mi sostén, me levantó, agarrándome por las nalgas hasta introducirme su tremendo pichi en mi cocho. Fue muy rápido, era un artista, yo crucé mis piernas por su espalda y empujé para apartarme un poco del árbol, el hombre era fuerte y me sostenía bien. Comenzamos a movernos ambos, con furia, muy profundamente. Con la chupada que le había dado Jorge estaba al borde, temí que me fuera a ganar y quedarme sin orgasmo, eso no podía ser posible en una multiorgásmica. Estaba en ello y sentí los chorros que emanaban del hombre y llenaban mi sapito, eran muy fuertes y me hicieron llegar al éxtasis sin víspera, fue muy fuerte, no se si grité, pero si lo haya hecho bien merecido me lo tenia, el peruanito era una máquina, no se cuanta leche me habrá llenado, pero era mucha, fue una terminada larga, muy placentera.
Cuando terminaron sus movimientos todavía esta de pie pero se apoyaba en mi y yo, a su vez, apoyada contra el tronco del árbol, tuve miedo de caernos, me moví muy lentamente bajando las piernas y saliendo del hombre que tenia la paloma aún muy dura, pero sentía que sus piernas temblaban. Nos separamos, yo me limpié con mi propia bombacha, como vi que su paloma brillaba por la cantidad de semen que le chorreaba, me aproximé y y pasé mi lengua por todo su tronco y sus bolas, la limpié con la boca, después de unos cuantos gemidos, de el, termine la limpieza y me acomodé.
Para disimular el retorno le indique, a Jorge, como salir a la calle por el costado del edificio para que vuelva a ingresar por el frente, yo me sentaría un momento mas en el asiento que me encontró y volvería al interior del salón en unos minutos. Acomodé mi cabello mientras el se perdía por un costado, tomé aire en una gran bocanada de aspiración, me fumé lentamente un cigarrillo y cuando estaba sosegada retroné al acto social después de haber concluido el acto sexual.
En la mesa ya se encontraba sentado Jorge, con mi marido y las otras parejas de principio, hablaban con mucho entusiasmo de política, incluido Jorge, nadie dijo nada de mi retorno, a los cinco minutos ya estaba yo, opinando alegremente del tema en cuestión. En un momento de descuido, Jorge me pasó una tarjetita, que la leí al día siguiente, donde estaba anotado el nombre de su hotel y el número de teléfono.
Ni que hablar del retorno a la casa, en cuanto partimos abrí las piernas, agarre la mano de mi marido y la puse en mi sapo, como estaba sin calzón, se dio cuenta que algo había ocurrido a sus espaldas y comenzó a meter su dedo, pero el resto es intimidad matrimonial y nadie se mete, menos contárselas.
En los próximos días estuvimos un par de veces con el peruanito, en la habitación de su hotel, la segunda coincidió con un viaje de mi marido, así que nos tomó una sesión de unas 4 o 5 horas, extenuada volví a mi casa y no lo volví a ver más. Tengo la esperanza que lea estas líneas y me mande algún saludo.
Marina