Marina, infiel consentida (01)

Soy casada hace muchos años, ya tengo mis hijos universitarios, todo lo que me paso fue hace muchos años, desde cuando tenia 26 hasta hace una semana, aventuras con mucho sexo, voy a contarles la primera.

MARINA, INFIEL CONSENTIDA

Hace un tiempo publicaron esta historia con el nombre de "LAS ARRECHURAS DE MARINA", recibí muchos mail, de todo tipo, dado el éxito que tuve en mis afanes literarios y como ha pasado un tiempo en el que no completé mis historias adecuadamente y porque estuve mucho en el campo y sin tiempo para ello, ahora me puse a revisar lo escrito y a mejorar en redacción, algunos detalles y agregar fotos, no son mías, son de varias galerías de Internet, pero como me agrada leer relatos con fotos porque amenizan la lectura, así que disfruten de ellas, también. El trabajo de inclusión de fotos, pensé inicialmente, que iba a ser fácil, pero tratar de recrear la historia adecuadamente había sido bastante laborioso, pues buscar un conjunto de imágenes que coincidan con mi relato no resultó muy rápido, en fin, ahí van mis relatos corregidos y graficados.

Soy casada hace muchos años, ya tengo mis hijos universitarios, todo lo que me paso fue hace muchos años, desde cuando tenia 26 hasta hace una semana, aventuras con mucho sexo, voy a contarles la primera.

Llevo 25 años casada, soy rubia, aunque permanentemente me tiño de otros colores según la ocasión, 1,60 m en mis épocas juveniles mis medidas eran 89 - 58 - 88 sin embargo después de mucho bregar estoy logrando mantener una cintura de 65. Una colita de muchos piropos, aunque el camba (oriundo de Santa Cruz de la Sierra) es muy atrevido, pero a mi culito le han dicho muchas cosas sugestivas y directas, como he sido jugadora de Voleyball mi culito y mis piernas se formaron bien y las mantengo en buena forma. Normalmente hice ejercicios para la cintura. Mis tetas son de ese tamaño que entra bien en una mano más o menos grande, les encanta a los hombres, en años pasados eran muy erguidas, hoy, a pesar del uso intensivo, se sostienen vanidosas frente a la vida y son mi mejores conquistadoras. Mi marido dice que mi sapo es grande, labios gruesos pero con una clica escondida que cuando sale a la acción me vuelve loca, si así escondida recibo placeres inmensos, cuando ella sale o la saben succionar adecuadamente me pierdo en el espacio infinito de orgasmos sucesivos.

Aunque mi marido interviene muy poco en esta historia, solo decir que es el que me enseñó a descubrir y desatar todas mis energías sexuales, es moreno de estatura mediana, 1,68, hoy esta un poco gruesito de 80 Kg., pero siempre fue un desatado para el sexo.

A los 6 o 7 años de matrimonio, nuestra relación se encontraba en un desarrollo óptimo, en lo sexual lo digo, pues en el tema personal es más difícil, nos cuesta mantenernos un poco. En ésa época empecé a sospechar que Estaban, así se llama, tenía alguna aventura, le hablé del tema y lo negó. continué insistiendo y de a poco las conversaciones sobre la infidelidad consentida se fueron haciendo mas claras, por lo que esto nos llevó a acordar, después de mi sugerencia de que si lo necesitaba podía buscarse una amante y en buena reciprocidad el acordó aceptar lo mismo y, como consecuencia de esto comenzaron las fantasías de ambos.

Pasó un tiempo sin noticias y a los seis o siete meses llegó un día oliendo a "leña de otro hogar", sin embargo su entusiasmo era altísimo, mientras hacíamos el amor me contó su encamada, con una mujer flaquita, rubia, de unos 30 años, de la misma edad que él, y que el tire había sido fabuloso. Así fue que de vez en cuando aparecía con dama nueva, en general eran mujeres de su edad o un poco mayores. Con todo esto y nuestro entendimiento sexual nuestra relación se sostenía en unas culeadas de novela. Cada vez mejor y, mejor aún, cuando el venia de otra culeada con alguna de sus amantes, a las cuales tuve oportunidad de conocer algunas veces, muy discretamente.

Pero mi historia comienza después de esto, la verdad es que no busque la infidelidad ni las ocasiones, yo seguía siendo la coqueta de siempre, mi andar bamboleante, mis escotes o las minis o pantalones cortos que usaba, provocaba bastante, algún amigo de mi esposo me lanzó alguna sugerencia discreta, a las que desechaba con elegancia o me hacía, olímpicamente, la sorda, hasta que se presentó una ocasión muy especial.

En esa época yo asistía a un gimnasio en el centro de la ciudad, dejaba mi vehículo en casa de mi madre y me iba caminando unas cuatro cuadras; ése día mi marido estaba dando clases en la Universidad hasta las 10:00 de la noche, por lo que al terminar el gimnasio, a eso de las 7:00 p.m. me fui caminando a buscar ni auto, a la media cuadra, más o menos, de un jeep que se encontraba estacionado, en esa época no había problemas de asaltos, se bajó un hombre de 1,75 m más o menos, buen cuerpo, buen mozo, y me hablo, me preguntó donde iba, que hacia, lo de siempre ... , pero con una amabilidad fuera de lo común, varonil y muy educado, cabello rubio entrecano medio ondulado, era venezolano, me invitó a tomar unas copas, le dije que me espere una media hora que me iba a casa me cambiaba y volvía, el tiempo era lo que tenía, así es que no había problema.

Me puse una ropa que mi marido decía que me sentaba muy bien, una falda muy ancha, una blusa muy latina, con los hombros descubiertos, taco alto y ropa interior muy leve, con volados y medio transparente, en fin ... ¡¡¡toda una puta!!!. Tardé casi una hora, pensé que ya no estaría, sin embargo el hombre muy paciente, ahí estaba, le hice señas para que me siguiera, lo conduje hasta la avenida que pasa al costado de un hotel de 5 estrellas, algo oscura y deje mi auto, me subí a su jeep. Me preguntó donde había una discoteca o bar discreto donde podíamos estar y, entonces a modo de aclaración, trate de ser lo más clara posible, pues no podía arriesgarme a ser vista con otro hombre que no sea mi marido, ese era el trato mutuo con el no dejar a las habladurías sobre la situación de ambos.

Por todo ello es que le dije que, como era casada, el único lugar discreto resultaba ser un Motel y que sería mejor ir directo, mejor para ambos, conquistador y puta.

Lo conduje a uno muy bueno que hay sobre la carretera al Norte, entramos en una suite y pedimos tragos, nos acomodamos, pues la suite tenía un buen sofá con su mesita, un Jacuzzi, su televisor y su equipo de música, que Roberto lo puso con una música buena y suave, me senté en el sofá y el se acomodó a mi lado, muy cerquita y entre conversación y palabras de halago por mi belleza y otras cosas, fue pasando sus manos por mis piernas, mi rodilla, su otro brazo lo acomodó por atrás y poco a poco comenzamos a franelear, era muy suave, me trató con una delicadeza que me encantó, me besó los labios, su lengua era una locura la introducía entre la mía y me hacía temblar, las manos las iba moviendo por todo mi cuerpo, mis piernas, mis tetas, mi cintura, mi cabeza, todo ello me hacia subir más aún, la temperatura.

Me fue quitando la ropa, lo que era una labor muy fácil, me besaba por todas partes, cuando puso sus labios y lengua en mis tetas salté, me encontraba en el cielo, casi en seguida me metió la mano bajo el calzón, mi sapo chorreba a montones, me terminó de desnudar sin sacar su dedo de adentro. Yo lo besaba, me abrazaba, le mordía la oreja.

Cuando estuve desnuda, me tocó la labor de desnudarlo, fui más veloz que él, la verdad es que me sentía una puta, muy putisima, quería tirarlo, le quité la camisa entre besos a su cuello, sus tetillas y luego tenía que salir el pantalón, con su ayuda quedó fuera y ahí vi la paloma, bien erguida, dentro del calzoncillo, suavemente metí mi mano a palparla, dura y palpitante, la acaricié y gocé mucho con ello, cuando salió la pude ver bien era de unos 18 a 20 cm. De largo, de grosor regular, muy proporcionada, brillaba y parecía que iba a reventar, su pubis con poco pelo y en sus bolas nada de vello, pues a mi me gusta chuparlas, y por ahí comencé, le pasé la lengua subí a su paloma, estaba durísima, me la puse en la boca, la chupé con muchas ganas y escuché un par de gemidos de Roberto, estaba en el cielo y, entonces, me cortó y me levantó.

Giramos y me metió la lengua en el cochito, realmente era un maestro para la chupada, me movía la lengua por todas partes, los labios los chupaba de rato en rato me pasaba con mucha suavidad los dedos, acompañando a la lengua, luego los introducía a la vagina, me succionaba la clica, salía por el rededor y volvía adentro, me tocó varias veces la zona del famoso punto G, me hurgaba el culito y volvía a la vagina, el calor de la excitación me subía rápidamente.

Tanto me gusta el sexo oral y tener que recibir esta sesión en mi primera infidelidad me sentía por demás extasiada, solté varios quejidos y quizás algún grito de placer, retorciéndome a cada movimiento de el, de su lengua y de sus dedos, era maravilloso, solo de recordarlo se me hace agüita el pan.

Después de una buena sesión oral continuó subiendo, me dio vuelta, me besaba la espalda, me pasó las manos por el culito, las nalgas y volvió arriba mío, me acomodó de perrito y me metió su pene suavemente hasta adentro y de a poco fue aumentando el ritmo, yo sentía que su paloma estaba más hinchada de la realidad, la sentía hasta adentro, en cada arremetida me sentía más arrecha, trataba de acomodarme mejor para poder sentirla más adentro pero no era posible ni necesario, solo era la arrechura, el me masajeaba las nalgas y la espalda, después me tomaba de las caderas, para empujarla mejor, en fin una sesión de un maestro, con toda la carga anterior llegó mi primer orgasmo, fue muy fuerte y profundo, entre estremecimientos, quejidos y algo de gritos terminamos y deje de moverme, sin fuerza ni energía para nada. Sin descanso, Roberto continuó el bombeo besándome permanentemente sin parar de tirarme.

Medio desesperada lo empuje un poco y volteamos para subirme arriba, a montar este potro de raza que tenia conmigo, me lo introduje con calma, fui bajando y sintiendo el ingreso de esta paloma a mi cocho que chorreaba de sus jugos de tanta arrechura y del orgasmo que había tenido, fue otra cabalgata de primera, mientras me sobaba las tetas, las chupaba o al poco rato me abría las nalgas para meterme sus dedos en el culo, yo aprovechaba para moverme bien y sentir el calor que tenía adentro, fui sintiendo de nuevo el calor en mi interior que subía por mis entrañas y llegó rápido el segundo orgasmo, más suave y largo.

En seguida el me volvió a voltear y me puso su paloma en la concha desde atrás, la metía hasta adentro y fuerte, estábamos echados, el arriba mío, me agarraba las tetas con ambas manos, yo tenía mi mano en mi clica, el bombeo era por demás placentero, yo trataba de resistir el orgasmo pero no fue por mucho tiempo, era demasiado y el termino como una catarata, me llenó el pan de su leche, abundante en chorros que me inundaron completamente dándome toda la satisfacción deseada, fue mi tercero con el primero de él.

Mientras descansábamos me contó que trabajaba en una petrolera y venia periódicamente a Bolivia, que le gustan mucho las cruceñas pues son muy ardientes, el es divorciado y su mujer es modelo en Caracas, tienen dos hijos.

Después reiniciamos otra nueva sesión de tiradas, chupadas y otros, me llené de sexo completamente, sentía su paloma tan caliente como al Principio, pero el haber tenido 3 orgasmos fuertes y otros tantos al borde que me dio más serenidad y gozar de manera más completa. Entre otras cosas me puso contra el brazo del sofá, de pie, me apartó las piernas y me introdujo, su paloma, como siempre hasta el fondo e inició un bombeo profundo, lo sacaba casi complemente y la volvía a introducir hasta el fondo hasta que nos vino el orgasmo a ambos, me volvió a llenar de leche que terminó chorreando por mi pierna, entre jadeos y gritos caímos sobre el sofá todo desmadejados.

Luego de toda esta sesión de sexo desenfrenado retorne a mi casa a eso de las once, 2 minutos antes que mi marido, quien llegó muy cansado y se entró, directo a ducharse. Cuando llegó a la cama me dediqué a excitarlo, lo cual fue muy fácil y, mientras tirábamos, le conté que tenia un cuerno bien puesto que había tirado como una buena puta, se desató en una culeada fenomenal, su cansancio quedó fuera de casa. Esa noche tiramos tres veces más con mi marido, me pidió detalles le conté todo y mejor que ahora pues el recuerdo era de solo dos horas. Al día siguiente no fuimos a trabajar ni el ni yo, la maratón sexual había sido muy fuerte.

Después continuaré con la mejora de mis otros relatos, ya publicados y nuevas aventuras, todas ellas irán con fotos para amenizar. Espero sus mails, responderé a los que sean decentes, no a los atrevidos y fuera de lugar.

Cariños

Marina: marinalopezpaz@gmail.com