Marina

Marina y sus deseos

A mi amiga Marina le habían regalado un perro. Era un pitbull de color café, precioso. Un cachorrito.

Ella quería que su cachorrito lamiera zorras humanas y comenzó a entrenarlo desde pequeño.

Marina tenía sexo en su cama con su pareja y dejaba a su cachorrito cerca. A que oliera el olor a sexo, a zorra de perra humana, a celo. Luego el se acercaba a la zorra de Marina y se la lamía entera.

Mi amiga disfrutaba esa lengua porosa en su zorra y tenía orgasmos. Se revolcaba en la cama y debía pajearse después del sexo y las lamidas de perro, imaginando que cuando creciera ese perro, se lo metería por el culo y le dejaría el culo lleno de leche de perro.

Ya había pasado tiempo cuándo fui a visitar a mi amiga Marina.

Marina me dijo que me tenía una sorpresa. Una sorpresa de morbo, charcos y cochinaditas.

Todo con ella era puro placer y fui preparada cómo tal para darle todo el placer que se merecía.

Me vestí con un corsé negro ajustado, medias de malla negras, portaligas, sin calzones, con las tetas al aire. Sólo me cubrí los pezones con unas cintas y encima me cubrí con una chaqueta ligera que tapaba poco más del culo.

Marina ya estaba en nuestro lugar de encuentro. Vestía corsé blanco, medias de mallas blancas, ropa interior blanca y una pequeña corona de brillantes en su cabeza. El blanco le hacía resaltar su piel morena, su cabello rojo, sus ojos grandes, sus labios gruesos.

Escuché un ladrido y veo que con ella estaba su cachorro pitbull, que ya no era tan cachorro.

Ella se acercó y me besó la boca cómo quién besa después de extrañar tanto. Metió su lengua y la bailó encima de la mía.

Yo le apreté contra mi cuerpo, de modo que sus pechos rozaron los míos y el calor de nuestras zorras se podía sentir mutuamente.

-Te extrañé, puta. - Le dije.

-Yo también te extrañé, perra culia rica.

Hace tanto que no nos veíamos que aguantamos las ganas y seguimos besándonos la boca sentadas en el sillón.

Ella se subió encima mío y podía morder sus pezones que aún tenían leche después de parir.

El can se acercó a nosotras, ya que conocía el olor del celo de Marina.

Comenzó a olfatearla a ella y ella se bajó de encima mío, para que el can también me oliera.

-Quiero tener mi luna de miel contigo, perrita linda. Por eso me vestí de blanco.

El can reconoció mi olor de perra en celo y puso su nariz muy cerquita de mi zorra.

Marina se calentó al ver a su can cerquita mío y también quiso olerme.

En unos minutos, tenía la lengua de Marina y del can en mi zorra, fundidas en sus babas y mis fluidos de perra.

La humedad y los movimientos de la lengua de Marina, combinaban a la perfección con las langüetadas ásperas del can.

Gemía delicioso y cada vez más me hundía en el placer del morbo que me daban ambos.

Acabé con un pequeño chorrito que Marina recibió dulcemente en su boca.

La besé en la boca para probar también mi néctar y con mi lengua traté de sacar lo más posible de mis jugos que estaban en su boca.

-Te deseo perrita rica. Quiero que mi can te culee.

Se acercó al can, que ya tenía el pico duro y comenzó a tocarlo. Luego se acercó y comenzó a lamerlo y babearlo.

Yo me acerqué a ambos, besé a Marina y también lamí el pico del can.

Tenía un sabor fuerte, distinto a los picos de perros humanos y era muy duro.

Lamíamos entre las dos el pico duro y erecto del can, saboreando el pico y juntando nuestras lenguas. Llenas de babas, dejando un charco de babas en el suelo.

Me puse en 4 patas, igual que las perras humanas y ella se dispuso a meterme los deditos en el culo.

Me masajeaba la zorrita y luego sacaba mis juguitos y los pasaba por el hoyito de mi culo.

Cuándo estuvo bien mojadito, se dispuso a lamerme el culo.

Mmm. Si supieran lo que es tener una lengua cómo la de Marina en el culo. Ella abrió sólo con su lengua mi hoyito y la metió dentro, jugando en un vaivén hasta dilatarme lo suficiente para recibir el pico del can.

Guió al can hasta mí e hizo que me hiciera lo mismo que a mí.

El can lamía frenético mi culo y mi zorra desde atrás y yo cada vez me calentaba más.

-Lo quiero, lo quiero.

Marina no tuvo necesidad de darle instrucciones al can, porque al oler mi celo quería montarme.

Buscaba mi culo desesperado y Marina le tomó el pico y me lo metió en el culo.

El pico del can era tan duro y tieso, mejor que un pico humano. Me haría adicta a que me follaran los perros.

Comenzó a moverse y a meter y a sacar.

Gemía cómo perra, con la lengua afuera, las babas cayendo, ladrando mientras el pico del can. Sus embestidas eran cortas y duras, deliciosas en mi culo.

Sentía cómo se le hinchaba el pico en mi culo y cómo algo comenzó a crecer mucho más dentro de mi culo.

-¡Ay Marina! Que rico, siento que me va a romper el culo.

-Tranquila, preciosa. Que se va a abotonar a ti.

Ella sabía, ya tenía experiencia.

Justamente el can se abotonó dentro de mi culo y yo sentía que iba a a estallar.

-Chúpame la zorra, quiero sentir tu lengua.

Pero Marina no me chupó la zorra, en vez de eso me metió un consolador gigante por la zorra.

-Así estarás doblemente penetrada, perra culia sucia.

Con ambos agujeros llenos era imposible no acabar cuantas veces quisiera.

Mi zorra producía tantos espasmos que el consolado gigante saltó lejos seguido por un gran chorro de squirt.

Marina se arrodilló y lamío mi squirt que no alcanzó a recibir en su boca.

Se revolcaba en mi charco y se masturbaba delante mío.

Yo aún con el pico del can en mi culo, acerqué la zorra de Marina y me dispuse a lamerla. Tenía la zorra grande y el clítoris duro de tantas pajas que se había dado (y le habían dado) en su perra vida.

Botaba chorritos chiquitos en mi boca y yo los recibía sedienta, agradecida de tan grande placer.

Se retorcía en mi boca, pero no podía quitarse. Era una adicta a recibir placer, era una adicta a mi lengua, era una perra de las grandes.

No olvidar que yo aún estaba siendo penetrada por el can, que tenía el pico en el culo.

Cuándo empecé a sentir que el can me eyaculaba, le dije a Marina y ella corrió a buscar algo.

El can botaba su semen en mi culo, estallaba y yo sentía su leche de perro en mi culo, caliente, espesa, deliciosa.

El hoyito de mi culo estaba abierto y redondito, según lo que me contó Marina.

Me dolía todo.

Descanse un rato con el culo parado y la cabeza en el suelo, agradecida de tanto placer y morbo.

Sentí una lengua en mi culo, miré hacía atrás y vi a Marina lamiendo los restos de semen de mi culo.

-Perra rica, expulsa.

Me abrí el culo con las manos e hice fuerza para sacar el semen de can que tenía en el culo. Tenía el culo tan abierto y estaba tan caliente, que el semen salió mezclado con mi mierda.

-Ven a lamer, perra culia. - Me dijo Marina.

Lo que había ido a buscar, era un gran plato de vidrio dónde cayó el semen de can y mi mierda.

Me puse en 4 patas y lamía el semen, tomaba la mierda con mis manos y me la metí a la boca.

Saboreaba y se me hacía agua la boca, la zorra, el culo...

-Así te quería ver, perra culia inmunda, chupa picos. - Me decía Marina mientras se pajeaba nuevamente la zorra.

Me esparcí mi mierda por todo el cuerpo y Marina puso mi zorra a la altura de mi boca y me tiró un chorro de meao.

-Para que te puedas tragar esa mierda con semen de perro, perra culia.