Marieta: Relato de despedida de Docestrange

Es un relato de despedida, no sé durante cuanto tiempo estaré inactivo, pero ahora quiero intentar otras cosas. Como siempre, sed generosos con el Sexo y tacaños con los enfados, pero sobre todo ¡SED FELICES!

Marieta por aquí, Marieta esto…Marieta lo otro. Como el lector ha adivinado, la protagonista de esta historia se llama Marieta. El motivo por el que se llama así es algo con lo que podemos vivir si lo conocemos. Marieta es la típica niña buena, de ir a misa los domingos, tener buenas notas y preocuparse por ser obediente, buena hija y mejor hermana. Trabajaba de funcionaria en la consejería de agricultura de una pequeña ciudad de provincias que tampoco viene al caso. Ella es buena compañera, ayuda a todo aquél que se lo pide de manera desinteresada, además de llevar a cabo su trabajo, nunca le han reprendido. Tiene un novio formal con el que lleva saliendo desde el instituto, nunca ha tenido sexo, siempre ha decidido esperar al matrimonio como manda la iglesia. Tampoco sabe lo que es un orgasmo, porque masturbarse es pecado. Todo en su vida es orden, control y obediencia. En el aspecto físico, nuestra protagonista no es nada del otro mundo, bajita, pelo castaño, ojos color miel y no destaca ni por tener unas tetas de infarto ni por un culo rocoso, aunque no lo sabemos, siempre viste con ropa holgada y rara vez la han visto maquillada, es una mujer normal que pasa desapercibida por donde va. A excepción de una cosa, le encantan las motos. Su padre era un motero empedernido, recuerda cómo se escapaban los domingos a limpiar la moto, su padre le enseño a conducirlas y cómo estuvieron castigados los dos un mes cuando su madre se enteró. Quizá por eso ella se sacó el carnet de moto a escondidas y quizá por eso a su madre le dio un soponcio cuando su hermano se chivó que se había comprado una vespa de 250cc. La cual tuvo que vender por imposición materna pese a las súplicas, al final ella como hija obediente accedió. Poca gente sabe que esa es su pasión y que de vez en cuando alquila una para quitarse el gusanillo.

Nuestra historia sería anodina, si no fuera por una serie de catastróficas desdichas que afectaron y de qué manera a nuestra protagonista. Marieta, sufrió mucho ese año, su madre murió de manera fulminante mientras compraba naranjas en el Mercadona, su padre al que quería más que a nadie en el mundo sufrió un colapso durante el entierro y murió abrazado al féretro de su madre, ella siempre dijo que murió de pena. Marieta tenía dos hermanos que vivían fuera de España y decidieron vender la casa de sus padres,  que valía un buen dinero, con lo que ella en poco menos de un par de meses se vio sola, sin casa y sin familia. Con su parte y el dinero que tenía ahorrado, su novio que trabajaba en Bankia, la convenció para que invirtiera en acciones preferentes de su banco, con la intención de venderlas cuando saliera a bolsa y que de esa manera pudieran comprar un chalet adosado en aquella urbanización que a ella tanto le gustaba junto al campo de fútbol. Marieta cedió como buena niña obediente que era accedió pensando que su novio sabía bien lo que le convenía a ambos.  Mientras tanto ella se iría a vivir a un pisito que los padres de Pancho le alquilarían a un “módico” precio, estaba en su barrio y eso era lo que más le gustaba.

Aún se le erizan los pelos de la nuca cuando recuerda aquél día, esa misma mañana se había levantado con molestias en la garganta, no se encontraba demasiado bien y además notaba la cabeza muy embotada. No obstante, decidió que se iría a trabajar. Nada más verla su jefa de servició, le obligó a irse a casa, no quería una epidemia de gripe en plena campaña de tramitación de la P.A.C. Marieta como obediente que era accedió a irse a casa de mala gana. Nada más llegar a casa, la chica se tomó un paracetamol, una sopa caliente con tropezones de pan y se dejó caer rendida en la cama. Sudó tanto que tuvo que cambiar las sábanas y el pijama más de tres veces. La fiebre alta hizo que tuviera un sueño de lo más raro, ella iba montada en una moto, se notaba que disfrutaba como nada en este mundo, pero de repente el manillar de la moto se transformaba en una polla enorme, ella la lamía como en aquella película que vio a escondidas con su prima, dejando un reguero de esperma caliente en su boca, que no acababa y a Marieta no le importaba, succionaba y succionaba hasta que se le salía por las comisuras de los labios inundando su pequeño pecho cubierto por una chupa de cuero de lo más motera, momento en el que ella se despertó sobresaltada. Con la respiración entre cortada, decidió hacerse una infusión y darse un baño templado para bajar la fiebre. Eran las seis de la mañana y resultó que llevaba más de dos días seminconsciente en la cama. El baño templado, le gustaba, era una sensación de relajo que le hacía sentirse bien consigo misma, miró por debajo de su cintura y encontró un coño oscuro y lleno de vello. Sus tetas eran pequeñitas como manzanas pero firmes. Entonces se tocó y notó un ligero escalofrío que recorrió su espina dorsal hasta la nuca. Jugó con el pequeño botoncito que salía de su vulva, lo acarició suavemente en pequeños circulitos para intentar reproducir esa nueva sensación que tanto le había gustado, su respiración se fue entrecortando hasta que se produjo el milagro, Marieta había tenido su primer orgasmo, se había hecho de esperar porque ella ya había sobre pasado los treinta años, pero le dejó una sensación de relajo y de felicidad que nunca antes había experimentado. «Si eran así de buenos, había perdido el tiempo», pensó.

Nada más salir del baño, se secó y se hizo un buen desayuno, con zumo de naranja un café con leche y unas rebanadas de pan con aceite de oliva. Lo había decidido; ¡Ya era hora de que tuviera relaciones con su novio! Eran las siete de la mañana cuando decidió conectar la radio para saber que se había perdido, la noticia no podía ser más desalentadora. Bankia estaba siendo intervenida por el Banco de España, todas las noticias iban por ese palo, ella estaba preocupada porque había invertido toda su herencia en eso que se llamaban preferentes y que su novio le había dicho que era una inversión segura. Ni corta ni perezosa, se fue para la casa de su Pancho, pensando en que aún no había ido a trabajar. A pesar del gripazo, a ella le daba lo mismo, se vistió y salió corriendo para la casa de este que estaba muy cerca de su casa. Abrió la puerta con la llave que tenía. Nada más entrar, se encontró a su novio empotrando a una mujer contra la mesa del desayuno, se quedó ensimismada viendo cómo su novio totalmente desnudo la penetraba por detrás mientras ella decía “esto no te lo da la tonta de tu novia”. Ella se quedó atónita ante tal espectáculo, los amantes no se habían percatado de su presencia por lo que ella se fue dando un portazo, corrió escaleras abajo llorando como una niña.

Marieta deambuló como un zombi durante horas, sin rumbo fijo, cuando se quiso dar cuenta, estaba en un barrio de la periferia. Estaba anocheciendo y no se fijó hasta que alguien le preguntó si quería comprar coca. Entonces salió de su trance, cuando alguien le puso la navaja en el cuello, no tenía dinero, pero no sabía el motivo por el que no gritaba, y no lo hizo hasta que el agresor le echo la mano a la entrepierna y entendió que no era precisamente pasta lo que quería. Gritó como una condenada, nadie le hizo mucho caso, en esos barrios todos van a su bola, estaba a punto de desvanecerse cuando alguien acudió en su auxilio, fue rápido y efectivo dos sopapos y el tío salió huyendo en un mar de amenazas y maldiciones. Marieta se quedó flaseada cuando vio que la persona que lo había salvado era una mujer.

Su salvadora, se arrodilló junto a ella interesándose por su bienestar. No podía dar crédito, ¿cómo una mujer menuda como ella pudo doblegar a su asaltante?

–        ¿Seguro que estás bien?, ¿te ha hecho algo ese cabrón?...

–        Seguro, ahora sólo quiero ir a casa…no me encuentro muy bien la verdad.

–        Si quieres te acerco, espero que no te de miedo ir en moto. Por cierto, soy Quina.

–        Marieta, encantada y no, no me da miedo he tenido moto. De hecho tengo el carnet, pero hace mucho tiempo que no conduzco una. – Dijo Marieta mientras se subía en la moto de su salvadora.

El hecho de subirse de paquete en la moto de la chica hizo que recordara, con lágrimas en los ojos cómo su padre la subía en su vieja Sanglas 500 y se iban a dar una vuelta y tomar un helado, su madre siempre se enfadaba pero no mucho la verdad. La chica la dejó en el portal de su casa. Una vez en la casa, Marieta casi se desvaneció, lo que le hizo darse cuenta de que su estado había empeorado bastante, aún se sentía con fuerzas para calentarse un poquito de caldo para luego darse una ducha con agua tibia y descansar.

Durante su sueño intranquilo, volvió a tener el sueño raro muy parecido al de la otra noche, durante el cual, el asiento de la moto se convierte en una polla enorme sobre la que Marieta, bota y grita mientras se pellizca los pezones. Esta vez se despierta con la respiración entre cortada y con la respiración entrecortada. Todo su cuerpo está impregnado de un sudor frío, está desconcertada, no sabe cuánto tiempo ha pasado, el timbre de su puerta suena sin parar. Se pone un pijama seco y abre la puerta, desconcertada al ver que es su novio que fuera de sí le dice:

–        ¿Cómo puedes estar durmiendo tan tranquila?... ¡De verdad que lo tuyo tiene cuajo!

–        ¿Qué pasa?...

–        ¿Aún preguntas? ¡Eres idiota!...Bankia ha sido intervenida por el Banco de España, ¡Lo he perdido todo!

–        ¿Y mi dinero también?...

–        Sobre todo tu dinero, la verdad es que yo no llegué a comprar preferentes. No me gustó mucho.

–        Y a pesar de todo, ¿invertiste mi herencia?...

–        Yo tenía el dinero en otras cosas, si hubiera tenido lo hubiese hecho…así son las inversiones…– Dijo su novio mientras se servía un café.

–        ¿Y ya está?, ¿Sólo se te ocurre decir esto?... ¡Me has dejado en la ruina, hijo de la grandísima puta! No sólo eso, ayer supe lo que pasó…fui a tu casa y te vi…

–        ¿Qué viste? – Dijo Pancho con cara de pocos amigos. – ¿Viste que me follaba a una mujer de verdad?, no me jodas, me voy a quedar en el paro y tú sólo piensas en tu puto dinero y en que me he follado a una mujer. Eso normal, estoy seguro que lo hacía hasta tu padre.

–        A mi padre no lo mentes, para hablar de mi padre te lavas primero la boca ¡Hijo de  mala madre! –Hasta la misma Marieta se sorprendió de usar ese lenguaje, pero la suerte estaba echada.

–        ¡Mira tía, Estoy harto de ti!...

–        ¡Yo sí que estoy harta!… ¡Eres infiel, me estafas y encima te lo tengo que agradecer!... vete que no te quiero ni ver.

–        ¡Te recuerdo que vives en casa de mis padres!, ¡La casa es mía!...

–        No te preocupes, mañana me iré a una pensión…pero no quiero volver a verte en mi vida, así te podrás follar al putón verbenero sin tener que interrumpirte… ¡Desgraciado!...–Dijo Marieta antes de echarse a llorar.

–        ¡Eso es mentira!....– Pancho viendo que se le acababa el chollo intentó cambiar de estrategia. –Marieta, mira cariño…estás enferma, no montemos un escándalo. Descansa un poquito, mañana lo hablamos, seguro que ha sido algo que has soñado con fiebre y te ha parecido un sueño…Vamos mi amor.

–        ¡No!…no lo soñé. En cuanto me cure la gripe, me iré a vivir a otra casa, no quiero volver a verte. En cuanto al dinero, vete haciendo a la idea que te llegará una demanda al banco y a ti por estafa…Ahora si me permites, déjame tranquila, no quiero volver a verte.

–        ¡Estúpida!... ¿De verdad piensas que te vas a salir con la tuya?, ¡Sal de mi puta casa ya!...eres una ocupa que te has quedado con ella… ¡FUERAAAAA!–Dijo Pancho mientras la empujaba a la puerta de la calle.

–        ¡Y una mierda!...¡ZAS!...–Dijo Marieta mientras le daba una patada en los huevos una hábil maniobra para conseguir el propósito buscado por ella que no era otro que echarle a la calle mientras le empujaba con una fuerza sobre humana fuera del piso.

Marieta, sabía que tenía que actuar rápido, sabía que el padre de Pancho tenía buenos amigos en la policía, y más pronto que tarde la echarían de la casa. No tenía muchas cosas que guardar, su ropa, su portátil y poco más. Los recuerdos de casa de sus padres estaban almacenados en un trastero que había alquilado, cuando se quedó huérfana. En cuanto al dinero, lo tenía repartido en dos cuentas, una en el banco de su ex con unos cinco mil euros, en la otra, cerca de treinta mil. Esa era su hucha, cuando empezó a trabajar, su madre la convenció para que tuviera una cuenta a parte en la que ingresara unos trescientos euros al mes con la intención de poder atender casos de emergencia. El problema era la otra, y es que aun siendo ella la titular, su novio tenía firma y poder para bloquearla si fuera preciso. No se equivocó, cuando se metió en internet para trasferir el dinero a su cuenta “hucha”. El muy hijo de puta ya la había vaciado, demostrándole, una vez más,  que lo de hoy era algo calculado.

Se sentía estafada, ahora notaba cómo se reía con aquella tiparraca, de hecho no estaba segura de que toda su herencia se hubiera perdido con la mala inversión de la preferentes, no había firmado nada y la documentación de haber comprado esa mierda no estaba en su poder. La conclusión fue demoledora, su novio la había estado robando y ella no se había dado cuenta. Se sentó en la cama y lloró desconsoladamente. Su mundo se terminaba de derrumbar, ¿por qué? Se decía, ¡Soy buena persona!...

Después de la llantina, se fue a ver a su párroco, ¡Eso es!, ¡Don Eusebio le entendería! Después de recoger sus cosas, se fue para su parroquia con la intención de contarle al cura lo que había pasado. La conversación fue bizarra a más no poder, porque su párroco enseguida se puso de parte, que si eso era imposible, que era un error, que su familia era intachable, que no podía ser. Terminó la conversación llorando desconsoladamente, no tenía a nadie a quién acudir y no quería parecer una refugiada por lo que se alojó en un hotel, una vez en la habitación lloró desconsoladamente sola sin familia y amigos a los que acudir. ¿Qué había hecho ella? Se preguntaba sin parar. Se metió en la cama y lloró silenciosamente durante varias horas. Hasta que se hizo de madrugada. Se sentía mal, y se duchó por hacer algo, cuando estaba enjabonándose recordó las sabias palabras de su padre «Cuando te caes de la moto, sólo tienes que levantarte y subirte en ella otra vez, si no, le cogerás miedo y así no puedes ir por la vida. Lo único que tienes que hacer es analizar lo que has hecho mal en la trazada para intentar no volverte a caer». Esa frase le vino a la cabeza como una revelación, no puedo seguir así, tengo que ser más fuerte. Se notó que no tenía ganas de nada pero tenía que seguir adelante. Con las mismas se vistió y se fue para el trabajo.

Cómo había faltado sin avisar un par de días, su jefa le echó una bronca tremenda, que no pudo más que echarse de nuevo a llorar y contarle lo que había ocurrido. Pepa, que así se llamaba, no pudo más que abrazarle y ofrecerle su apoyo. Marieta se lo agradeció, era la primera vez que alguien se había puesto de su lado y declinó la oferta de coger una baja por depresión, sabía que caería en ella si no mantenía la mente más ocupada.

Al terminar su jornada, se acercó Pepa y le dijo que la acompañara, quería presentarle una persona, ella la acompañó un tanto extrañada, bajaron hasta el sótano donde estaba el departamento de informática. Aunque bajaba con frecuencia, no le gustaba ir. Los informáticos suelen ser bastante reservados y en la zona en concreto era donde controlaban que se cumpliera con los cultivos mediante imágenes de satélite. Sólo quedaba una persona allí. Era relativa alta, llevaba puesta una cazadora de cuero una camiseta de los Ramones, unos jeans rotos y botas militares. Todo ello aderezado con una ausencia de higiene bastante preocupante. Ella miró a Marieta de arriba abajo, fueron unos segundos incómodos hasta que Pepa, con cara divertida les presentó:

–        Marieta, ella es Francisca, pero todo el mundo le llama Paka, con “k” ojo. Es la jefa del servicio de informática y una buena amiga mía.

–        Encantada…–Dijo Marieta.

–        Igualmente…¿Es lo mejor que me has encontrado?– Dijo Paka con muy mal estilo.

–        Sí, Marieta, ¿Te estarás preguntando qué haces aquí? –Le preguntó Pepa.

–        Pues sí la verdad…

–        Como ya te he dicho, Paka es una vieja amiga mía, hace unos días me preguntó si conocía a alguien fiable para compartir su piso. Esta mañana cuando me has contado lo que ha pasado me he acordado y te ofrezco la oportunidad de conseguir un alojamiento barato. Y no conozco a nadie más honrada que tú, además te vendrá bien estar acompañada, tragos como el tuyo son difíciles de tragar y más si lo haces sola.

–        Ya, entiendo. ¿Dónde vives?

–        En el polígono sur, aunque imagino que es un sitio que a ti no debe gustarte mucho, pero no es mala zona.

–        No es mala zona, un poco alejada, pero no me disgusta. ¿Cuánto cuesta?

–        El piso es mío…por trescientos euros al mes puedes quedarte, como usuaria de pleno derecho, tengo WIFI de banda ancha. Hay dos habitaciones grandes con cuarto de baño individual cada una, salón y trastero. Puedes usar la cocina y los electrodomésticos a tu antojo, aire acondicionado y calefacción. Los gastos de luz y gas van a medias, el garaje lo uso yo, pero la zona es muy buena y puedes aparcar en la calle. ¿te interesa?– Preguntó Paka.

–        Eso no es problema, me puede interesar la verdad... ¿Cuándo puedo trasladarme?

–        Por mí hoy, mi antigua compañera se largó hace dos meses y tengo la habitación vacía. –Respondió Paka un pelín más relajada. –Si vienes recomendada por Pepa siempre eres bienvenida, ¿a las siete te viene bien?

–        Pues no se hable más esta tarde a las siete me paso con mi maleta y me instalo. Si vienes recomendada por Pepa, para mí está bien. –Dijo Marieta mientras le estrechaba la mano a su nueva compañera de piso.

Al salir de la consejería Marieta se encontraba sorprendente bien, expectante ante los nuevos cambios. «No puede ser peor» se decía a sí misma. Marieta comió en un bar, estaba cansada y se fue a dormir un rato al hotel hasta la hora a la que había quedado. Tuvo otro sueño extraño en la que una vez más iba montada en la moto, una moto negra tipo custom, se sentía poderosa encima de ella, en un momento dado, la moto se paró y ella bajó del vehículo. Sorprendentemente, se convirtió como por arte de magia en un hombre totalmente desnudo con una polla enorme, ella incompresiblemente se arrodilló para chuparla. Marieta succionaba con gula, la polla se puso dura y más grande, tanto que a duras penas le cabía en la boca. El tipo le abrió la chaqueta de motera en un brusco movimiento y dejó sus pequeños pechos al aire con unos pezones marrones en punta debido a la excitación del momento. Para empezar a succionarlos, mientras ella se desabrochaba el pantalón. Su amante no era nada delicado pero a ella le gustaba que fuera así de rudo, tanto que la giró sobre sí y la empaló desde atrás. El macho, se la había ensartado de golpe, empujaba con fiereza mientras ella berreaba como una perra en celo sólo quería más ya a cuatro patas. Cuando ella se corrió en el sueño despertó de manera súbita. Estaba sudando y jadeando de excitación, notó como sus bragas estaban empapadas de puro sexo, había tenido un orgasmo de puro placer. Aturdida por esa nueva sensación se dio una ducha que la reconfortó en cierta medida.

Eran las cinco de la tarde cuando salió de la habitación para darse un paseo y relajarse un poco. Así que vagabundeó un rato por las calles alrededor del hotel. Entonces paró en una tienda de motos y la vio, no podía creerlo, era la moto de su sueño, una Kawasaki Vulcan S. Pasó a la tienda para verla más de cerca, era idéntica, en color negro mate. Se quedó muda nada más verla. El comercial de la tienda se acercó y le dijo:

–        ¿Es bonita verdad?

–        Sí…muy bonita, ¿Cuánto cuesta? –Dijo ella sorprendida por preguntarlo.

–        Ahora la tenemos en oferta, lleva un motor de 650cc de dos cilindros y cuatro tiempos, está limitada para el A2 y trae el ABS. Por 6.999€ te la puedes llevar puesta y te regalamos el seguro y un casco de regalo.

–        ¿Si te la pago con una transferencia bancaria, cuándo la podría tener?

–        Pues si es del mismo banco yo recibo el dinero en el acto, me dejas la documentación y te la transfiero mañana, pero si quieres te dejo un certificado de la gestoría y te la puedes llevar ya. ¿Con qué banco trabajas?

–        Con la Caja Rural…

–        Con ellos tenemos cuenta…si quieres te dejo un ordenador y me haces ya la transferencia. –Dijo el vendedor en broma porque no pensaba que alguien de la pinta de Marieta le pudiera comprar una moto así.

–        Vale…si me regalas una chupa, unas botas moteras y unos guantes, me la quedo, déjame el ordenador que te hago la transferencia ahora mismo. –Respondió Marieta sin pensarlo.

–        ¿Seguro?...mira que esta moto es fácil de llevar pero requiere ciertos conocimientos.

–        Si no la quieres vender, dímelo…

–        ¡Nooo!, tranquila, déjame que lo consulte con mi jefe y te digo algo.

Al cabo de un rato, vino el jefe del concesionario, que enseguida reconoció a Marieta, era Luis, un viejo amigo de su padre de cuando iban a la sierra en moto los domingos. Se alegró de verla tanto de verla que aceptó las condiciones sin más. Mientras hacían el papeleo, recordó la venta de su vieja Sanglas y un par de anécdotas graciosas. De la ropa que tenía el señor eligió una Belstaff liberator lady cruzada de cuero y unas botas negras, el casco era un NZI modular negro mate, se portó bastante bien, porque lo que había elegido era bastante caro.

Una vez comprobado que estuviera el dinero ingresado en su cuenta, salió montada en su flamante moto, nada más arrancarla, sintió como la vida se reactivaba en su interior y la sangre fluía con más rapidez que nunca. Su maleta era muy grande para llevarla en la moto, pero no le importó, como no sabía dónde estaba la casa exactamente contrató un taxi para que se la llevara. El hecho de moverse con libertad por la carretera con su moto le hizo sentir poder, por primera vez en mucho tiempo era feliz y sentía como la independencia se apoderaba de ella. Marieta estaba satisfecha con la locura que había hecho.

Al llegar a la casa de Paka, le estaba esperando en el portal, no pudo dar crédito a lo que vio, cuando Marieta se quitó el casco y pagó al taxista. Se quedó alucinando viendo la moto y sólo acertó a decir.

–        Jamás lo hubiese imaginado, ¡vaya moto!, no está mal para una mojigata.

–        La acabo de comprar, sé que es una locura... ¿Subimos? –Dijo Marieta sonriente, pero pronto desapareció cuando abrieron la puerta de la casa.

–        Sé que soy un poco guarra pero la verdad es que no había tenido mucho tiempo para limpiar. – Dijo Paka.

La casa estaba llena de mugre, la suciedad hacía que los pies se pegaran a su paso, «Esta tía no limpia la casa desde los noventa», pensó Marieta, que no sabía si vomitar o salir corriendo. A pesar de la mierda, era coqueta. Su habitación era amplia, el hecho de tener un cuarto de baño propio le convenció porque la verdad no le hacía gracia compartir cuarto de baño con esa gorrina. Una cocina llena de cacharros, restos de comida y grasa, el sofá y el salón parecía sacado de una película de torrente. Por último la inquilina llegó a una puerta que estaba cerrada con llave y que Paka la justificó como un trastero que no quería que tocaran, como era una especie de hacker, Marieta pensó en una habitación con ordenadores y pantallas. Después de meter la maleta en su habitación, su compañera le dijo que se iba al gimnasio de aquí al lado, para que se pudiera instalar tranquilamente, al tiempo que le daba un juego de llaves.

Marieta estaba hecha muy cansada, pero no podía vivir allí con tanta suciedad, aunque el precio era muy barato y estaría alejado de su temible novio. Revisó lo que había de limpieza, la verdad es que no había gran cosa, por lo que bajó a la droguería de al lado a comprar limpiadores, escobillas, estropajos, lejía y demás utensilios. Gracias a Dios que el piso era más bien pequeño. Se puso manos a la obra, para no ensuciarse se quedó en bragas y una camiseta de algodón y se puso manos a la obra, empezó con su habitación y su cuarto de baño. Eso fue relativamente sencillo, la cocina era más bien enana pero tenía más mierda que el rabo de una vaca. Frotó, llenó diez bolsas de basura y dejó para el final el salón. Serían las doce de la noche cuando apareció Paka y se encontró el culo de Marieta en primer plano que estaba frotando una mancha de algo irreconocible en el suelo. Pero lo que más le llamó la atención era la frondosa mata de pelo que asomaba por los flancos de su ropa interior de algodón. Pensó, «La monja esta debe de tener telarañas en el coño ¿Cómo puede hoy alguien llevar el coño rebosante de pelo». Pero también se sorprendió de ver cómo lucía su piso limpio y ordenado, nunca pensó que los azulejos volverían a ser blancos. Ver la panzada de currar le hizo sentir cargo de conciencia, por ver a la pobre chica enfangada en la limpieza nada más llegar. Con cara de pocos amigos, Marieta se volvió hacia ella y le regañó:

–        ¿Cómo puedes vivir así?...

–        Eso me pregunto yo todos los días, pero al final siempre lo voy dejando…, siento llegar tan tarde, pero es que me he liado en el gimnasio y al final se me ha ido el santo al cielo. ¿tienes hambre? Si quieres bajo al bar de la esquina y traigo unos bocadillos para cenar.

–        No suelo cenar, la verdad, pero tanto trajín me ha dado hambre…mejor me ducho y bajamos para que no pongamos en medio, ¿te parece?

–        Perfecto yo invito.– Contestó Paka que todavía no podía imaginar cómo se podía limpiar tanto en tan poco tiempo.

Marieta fue rápida se duchó, se vistió con unos pantalones y una blusa negra, a pesar de las ojeras se vio guapa. Tomaron unas tapas y poco más en el bar de Frasquito, se dieron una vuelta por el barrio cuando ocurrió algo inesperado, un asaltante quiso atracarlas, sin saber cómo, Paka agarró al tipo que cuando se quiso dar cuenta, estaba en el suelo con la bota de su amiga en el cuello, le dejó de regalo una fractura en uno de los dedos con la advertencia de que no volviera por ahí. La joven, había alucinado con la acción tan rápida y precisa de su compañera, aunque lo había visto la noche anterior, seguía pensando que era imposible que una mujer fuera capaz de hacer esas cosas, y la miraba con una mezcla de recelo e incredulidad, además, le había excitado en exceso lo que había visto. Una vez en casa y acomodadas en el sofá, su casera le preguntó:

–        ¿Qué te pasa?, ¿te he asustado?...

–        No, que va…estoy más bien impresionada. ¿Dónde has aprendido a hacer eso?...

–        En la legión…

–        ¡Venga ya!... – protestó. ¡No te burles de una tonta como yo!

–        Es cierto, yo no vengo de una familia normal, mi vida no ha sido sencilla, me tuve que alistar en el ejército para escapar de la miseria de un padre borracho y una madre puta. Del primero aprendí a esquivar los golpes, de la segunda a controlar a los hombres. Con dieciocho años me largué de casa y nunca más he vuelto, no les debo nada, ni ellos a mí. No les guardo rencor, ni nada por el estilo, no tuvieron suerte en la vida. Aunque no te lo creas los sigo queriendo, están internados en una residencia de ancianos que pago yo, no les visito nada más que un par de veces al año, pero los gastos los pago yo, con mi sueldo no puedo mantener la hipoteca y la residencia por eso alquilo una habitación.

–        Y el judo lo aprendiste en el ejército…

–        No es judo, son ejercicios de defensa personal, es una mezcla de todo un poco, de hecho complemento mis gastos dando clases a en el gimnasio y en la parroquia los viernes a mujeres que son víctimas de sus parejas. Al agresor de esta noche, lo conozco y le tenía ganas…es un desgraciado que pega a su pobre madre.

–        Alucino contigo Paka, legionaria, informática…eres una caja de sorpresas. –Dijo Marieta con verdadera devoción.

–        En el ejército hay mucho tiempo libre, estudié ingeniería informática durante los diez años que serví. Podía haber accedido al cuerpo de oficiales al ser licenciada, pero estaba cansada y pero no quería perder el tiempo libre del que disponía, así que me preparé la oposición…mientras era stripper los fines de semana y me coloqué como informática en la junta.

–        Espera…¿fuiste stripper?..–Preguntó una Marieta cada vez más alucinada.

–        Sí, claro entiendo que para alguien tan mojigata como tú sea algo sucio, pero yo con veintiocho años estaba realmente buena, el sexo es algo normal tan necesario para el ser humano como el respirar o comer. – Dijo la ex-legionaria

–        No lo sé, el día que me decidí a tener sexo con mi novio…lo pillé follándose a una rubia. No sé lo que se siente, aunque últimamente mi cuerpo no está para alegrías…–Contestó Marieta entre sollozos.

–        Ahora entiendo todo, en mi departamento siempre hemos pensado que eras opusina o algo así, tus formas de vestir, tu eterno novio. No sé pero siempre pensé que eras una gilipollas estirada.

–        Bueno, yo siempre pensé que eras una lesbiana castradora, o eso me dijo mi ex la primera vez que te vio.

–        Soy bisexual, disfruto del sexo en todas las perspectivas posibles, soy ama, sumisa, amante, querida…puta. Cuando cumplí los quince, mi madre me llevó a su lugar de trabajo para que supiera lo que hacía. Al principio la odié, pero ella me dijo que no lo odiara, ella ganaba dinero y sustentaba a la familia mejor que si fuera limpiando escaleras. Me preparó para disfrutar del sexo, si le hubiese tocado vivir hoy sería una blogera de éxito y tendría millones de seguidores ávidos de aplicar las enseñanzas que tenemos hoy. Fíjate y una mujer así está en una residencia sometida al yugo del Alzheimer.

–        Entiendo, yo me crie en una familia acomodada, mi madre era muy estricta en lo que a la moralidad se entiende, mi padre era el guay de la casa, me iba con él a montar en moto, la afición la heredé de él, con quince me dejó manejar su moto por primera vez, con dieciocho ya me iba a hacer rutas con él. Soy buena conduciendo motos, no me llevo bien con mis hermanos, ellos viven fuera de España, los veo cada cierto tiempo. Yo cuidé de mis padres, hasta que murieron casi seguidos hace ya tres años. Mi novio me estafó, me ha robado el dinero de la cuenta conjunta, me ha echado de la casa que alquilaba a sus padres y tengo mucho miedo…gracias a Dios, que tenía mi cuenta secreta. Hoy he cometido mi primera locura, me he comprado la moto. Siempre he sido la tonta de todo el mundo. –Se sinceró Marieta.

–        Marieta, no puedes vivir con miedo, ¿Qué años tienes? ¿cuarenta?

–        Noo que va, llevo trabajando en la junta desde los veintidós, me preparé las oposiciones mientras estudiaba la carrera y entré a la primera.

–        Yo tengo treinta y cinco años, aparentas ser mucho mayor. Hoy es el primer día de tu nueva vida, hoy te pienso acoger bajo mi tutela para que seas una nueva mujer. Y de momento ahora vas a irte a dormir y a descansar. Mañana tenemos que madrugar, que tenemos muchas cosas que hacer. Te preparé una infusión que tomábamos en Ceuta para conciliar el sueño, al día siguiente verás las cosas con una perspectiva distinta.

Marieta no sabía lo que tenía la infusión, pero es cierto que hacía años que no se levantaba tan descansada y reconfortada, pero no había tenido sueños raros como los de estos últimos días, eso le desagradó más. Cuando despertó, se dio una ducha rápida y salió a elegir su ropa, de repente se dio cuenta de que toda ella era…digamos que viejuna a pesar de ser buena, sería lo que se pondría una señora de sesenta años. Paka la sorprendió mirando a su armario totalmente desnuda. Ella con una sonrisa, le dijo. –Tienes mucho potencial, sólo necesitas un par de retoques y serás una auténtica fulana, como yo. Marieta se dio la vuelta y se tapó con lo primero que vio. Paka, se quitó el albornoz delante de ella y le dijo mientras le que la puso delante de un espejo. –Aprende a quererte, los cuerpos desnudos son hermosos, a partir de ahora, iremos desnudas por la casa, ¡mírate y mírame!... ¿Qué ves?...

Paka totalmente desnuda era una mujer hermosa, tenía unas tetas bonitas redonditas, firmes y rematadas con unos pezones rosas preciosos, Marieta nunca antes había visto una mujer desnuda tan cerquita, sus piernas eran rocosas y marcaba unas abdominales impresionantes. Jamás pensó que debajo de toda esa ropa se escondía un cuerpo tan perfecto. Seguramente, debido su preparación militar. Cuando se dio la vuelta, tenía un culo perfecto con un tatuaje, pero hubo algo que le llamó más la atención, su pubis terso y ausente de vello, nada que ver con el de Marieta cubierto hasta la cintura de una espesa mata de color oscuro. En

–        Tócame, sin miedo…eres muy guapa, hay que quitarte un par de capas de vello, cambiar ese look y comprarte ropa nueva. – Dijo Paka mientras ponía las manos de Marieta en sus pechos.

–        ¡Son duras!...¿puedo tocarte ahí abajo?.

–        ¡Claro, tontita! – Contestó Paka mientras se abría de piernas para le pudiera tocar mejor. –Se me ocurre algo…y tenemos mucho trabajo que hacer mientras salía corriendo y cogió el teléfono…marcó un número diciendo; – Pepa, Marieta y yo no vamos a ir a currar, danos cobertura porfa, la pobre está hecha una mierda y total hoy es viernes tampoco tenéis mucho que hacer…si ya lo sé, pero va, somos las más eficientes en nuestros departamento, ayer vi que ella lleva más de mil horas regaladas al estado y yo llevo otras tantas, va…no seas así, muchas gracias…adiós preciosa.

Paka colgó ante la mirada incrédula de su compañera de piso. ¿Ves como no es tan difícil?...ahora vamos a trabajar, que como te he dicho hoy tenemos mucho que hacer.

–        ¿Qué vamos hacer?...

–        Pues primero ir a comprar ropa, vamos a ir en mi coche porque en tu moto no puedes llevar tanta cosas que necesitas, pero antes, voy a raparte el chichi, tengo todo lo necesario yo me lo hago.

–        No sé, eso de depilarme ahí abajo…me da cosa, no lo veo muy higiénico, además debe de doler bastante. No sé no me veo…

–        Tú déjame hacer…te voy a cuidar con cariño, además mira que desastre tienes ahí abajo, ¿cómo puedes tener todo ese matojo?, ¿Qué haces en verano cuando vas a la playa?...¡mírate! si te rebosa por todos los lados…

–        Yo me pongo en tus manos, pero no me lo recrimines más, demasiado mal estoy por lo mío para que encima me pongas a parir….¡jolines!...

–        ¿Jolines?...¿Qué coño es eso? A ver, grita conmigo ¡JODER!...–Gritó Paka, de tal manera que no dejó lugar a dudas su paso por la legión.

–        ¡joder!...–Dijo Marieta sin convicción alguna.

–        ¡ASÍ NO! – Gritaba Paka.– ¡JODER!, ¡HOSTIA!, ¡ME CAGO EN LA PUTA!...¡ASÍ SE BLASFEMA!...Si no lo gritas así, nunca podrás salir del bucle en el que estás, la vida exprime a pringadas como tú, expuestas a que el primer listo le robe hasta el ajuar de sus padres…y ahora ¡GRITAAAAA!.

–        ¡JODER!, ¡HOSTIA!....¡PANCHO ME CAGO EN TU PUTA MADRE!, ¡HIJO DE PUTA!, ¡CABRÓN!...¡CHORIZO DE MIERDA!...¡TE METERÍA UN PALO ROMO POR EL CULO Y TE LO SACARÍA POR LA BOCA, HIJO DE LA GRAN PUTA!....–Marieta se vino abajo después de decir esto y se echó a llorar, al tiempo que Paka la abrazaba con cariño, Marieta lloraba diciendo…–¡Enseñame!....¡quiero ser una mujer libre!.

–        Por ahí se empieza cariño, hoy vamos a arreglar tu aspecto, acabas de realizar el primer paso de mi plan personalizado de defensa personal. No sólo hay que ser fuerte físicamente, nada de lo que aprendas de defensa física vale si tu mente es débil. Ahora, túmbate en la cama sobre una toalla, te voy a dejar el coño como el de una Nancy.

Su compañera resultó ser una esteticién bastante buena, según ella, fruto de su época de stripper, en vez de cera usó el sistema que usan las  mujeres de los países árabes y que había aprendido en su estancia en la Legión, es barato y menos agresivo que la cera. Primero recorto con paciencia todo el vello con tijeras, juntando una bola de pelo bastante grande. Luego volvió a lavar e hidratar la zona, otro truco que ella tenía era aplicar en las zonas más sensibles un gel anestésico para evitar los dolores típicos de la depilación, como ella dijo, –te dolerá pero menos. – Aun así dolió y mucho, pero nada, comparado con la humillación que Marieta sentía el ver a una mujer manipulando sus intimidades, sobre todo, cuando la puso a cuatro patas para dejarle el cerete limpio de polvo y paja. Cuando terminó, le lavó la zona con agua tibia y le puso una crema hidratante de manera abundante. Al absorberse, Paka le enseño el resultado con un espejo, la verdad es que tuvo que darle la razón a su compañera, era precioso lo que veía, ni punto de comparación con aquella mata de pelo inmunda que tenía. Una vez terminada esa parte, la legionaria, siguió con las piernas, axilas, cejas…Marieta pasó por un pequeño calvario, pero alabó los resultados positivos, se veía como una mujer nueva y feliz.

Después de este paso, Paka le eligió lo que según decía era lo menos malo de su vestidor, unos vaqueros y una camiseta blanca que con la cazadora motera le daban a Marieta un aire totalmente distinto a lo que ella pensaba, se vio como una mujer atractiva.

Una vez arregladas, bajaron al garaje para una vez allí encontrarse con una sorpresa, sabía que su amiga era una mujer distinta a todo, pero nunca pensó hasta qué punto cuando vio que su coche era un viejo pero impresionante Mitsubishi 3000GT. Se subieron y sólo el estruendo del arranque de su motor de seis cilindros con doble turbo, hizo que Marieta se estremeciera en lo más íntimo de su cuerpo. Paka por su parte, no dejó nada a la improvisación, había confeccionado una lista con todo lo necesario y desde luego no era en la ciudad donde iban a ir, encaró el coche hacia Madrid, a un famoso Outlet donde comprarían todo alejado de las miradas curiosas de la gente. En la lista había desde calzado, pasando por ropa íntima, así como ropa deportiva, algo para salir…De todo un poco, pero suficiente para una mujer de hoy día, lo peor fue convencer a su pupila de la necesidad de usar sujetadores con algo de relleno y lo imprescindible que es el uso del tanga, para que los comprara.

Llegaron casi a las doce de la noche a casa, el día había sido muy productivo, Marieta había gastado una cantidad importante de dinero en renovar su armario, pero no sentía ningún remordimiento al respecto. Se notaba que hoy había soltado parte del lastre que le había estado ahogando durante años. Cuando se desnudó, volvió a mirar en el espejo el cambio tan radical que había sufrido su cuerpo, pero sobre todo observó que había algo que había desaparecido totalmente, las ojeras de sufrimiento que había arrastrado durante los últimos días. Decidió probarse un conjunto de la perla, en color crema y bordados en negro que junto al liguero, le daban un aspecto de mujer fatal, se puso para realzar su culo unos zapatos de tacón que la hacían verse espectacular, se sentía poderosa como nunca antes.

De esa guisa se presentó en la habitación de Paka que solo pudo expresarse con un silbido de aprobación, se levantó de la cama totalmente desnuda como estaba y la agarró de los cachetes del culo mientras le besó en la boca metiéndole la lengua hasta la campanilla. –Eres bella…–Le dijo mientras le desabrochaba el sujetador. Marieta se quedó sólo con el liguero y las medias, mientras Paca se puso encima de ella para lamerle sus preciosas tetas, toda su cuerpo se estremeció cuando le succionó los pezones, pero nada comparado a cómo se los mordisqueaba mientras su dedo jugaba con un clítoris sin uso. La gloria la alcanzó con el orgasmo que le proporcionó cuando su lengua bajó a las profundidades del deseo. Marieta asió la cabeza de Paka con fuerza para que no dejara de comérselo todo, nadie antes había jugado. Con él con el tercer orgasmo se arrepintió de haber dejado escapar todos esos años de placer, entonces le rogó a su amante que la hiciera mujer de una vez.

Paka hurgó en su armario y sacó un Strapon que untó de un gel lubricante, se puso encima de ella y empujó con fuerza para atravesar la frontera entre la antigua y la nueva Marieta. Grito mezcla de placer y de dolor, pero su dolor se transformó en poco tiempo dándole una perspectiva de lo que siempre había denostado por ser algo sucio y pecaminoso. Los envites de su amada le llenaban sus entrañas con aquél artefacto de goma, las gotas de sudor que le caían encima de su cara y poder jugar con las tetas de su amiga mientras era follada como una mujer hecha y derecha, hasta que se corrió de una manera inimaginable retorciéndose como una culebra, sus piernas le temblaron, liberándose de todos los malos rollos de su mente.

Marieta quería corresponder a su amante y siguiendo sus enseñanzas le correspondió con una comida de coño si bien no tan espectacular como la de su compañera, lo suficientemente buena como para correrse en su cara, los jugos de su vagina le sabían a ambrosía celestial. Paka cogió esta vez un nuevo juguete un consolador dual enorme por el que se ensartaron mutuamente, se follaron la una a la otra hasta alcanzar la verdadera dimensión del placer muto. Terminaron tan complacidas que durmieron juntas hasta las tantas abrazadas en su amor recién descubierto.

A la mañana siguiente Marieta se levantó más radiante que nunca, necesitaba gritar a los cuatro vientos que era una mujer nueva, se visitó sigilosamente, dejó una nota a su querida Paka y salió a dar una vuelta en su moto. Se sentía bien, pero tenía una necesidad imperiosa de salir en la moto, necesitaba la sensación de libertad que le daba montar en moto. Lo de la noche anterior había sido genial, pero su cuerpo le pedía salir a dar una vuelta en la Vulcan.

Conforme empezó a recorrer kilómetros, su cuerpo empezó a integrarse en la moto como si fuera un centauro mecánico. Las curvas y las vibraciones de la carretera le aceleraban el corazón, sobretodo porque se dio cuenta de que la ausencia de vello, hacían que su coñito estuviera muchísimo más receptivo. Cuando llegó al fin del camino, estaba mojada de gusto. Paró en el viejo bar donde solía hacerlo con su padre. Al entrar todos se giraron hacia ella como si hubiese entrado una tía impresionante, le gustó el hecho de sentirse deseada, le hizo sentirse poderosa, entró al cuarto de baño para secarse el tanga con el secador de manos, rezando para que nadie entrara en ese momento.

Al salir, notó una punzada en el estómago, llevaba mucho tiempo sin comer como es debido, se sirvió una ración de huevos fritos, patatas a lo pobre y dos tajadas de tocino con un vaso de vino con casera, sabía que no puede beber alcohol pero con esa comida un vaso de casera con un dedito de vino tampoco le iba a perjudicar en exceso. La comida le supo a gloria, pero recordó que cuando era pequeña hacían postre que le llamaban pijama que era algo impresionante. Estaba pagando en la barra, cuando se le acercó un motero que estaba tomando algo, se le quedó mirando y le dijo:

–        ¿Eres tú Marieta?...¡No puede ser!...–Dijo el motero extrañado.– Eres tú…¡Cuánto tiempo!...¿No me reconoces?...¡Soy Iván!.

–        Sí te he reconocido enseguida, ¿Qué tal, cuánto tiempo no? – Dijo Marieta con desdén al reconocer al  amigo de Pancho.

–        Demasiado, ¿Qué haces aquí?...

–        Pues lo mismo que tú, dar un rulo con mi moto, es la Vulcan que hay aparcada fuera.

–        Si, la hemos visto es una moto chula, nunca imaginé que tú ibas a ser capaz de manejar semejante monstruito.

–        ¿Por qué? – Preguntó Marieta entre molesta y extrañada.

–        No te ofendas, pero siempre has sido muy buena, demasiado quizás. Los amigos de la pandilla siempre pensamos que ibas para monja. Y Pancho, ¿Cómo está?...– Preguntó Iván.

–        Pues, no lo sé, hace unos días que rompimos… ¿sabes una cosa?, tu viejo amigo no era tan buena gente como me pensé.

–        Lo sé, yo me alejé de él por eso, hace más de diez años que no nos hablamos…le recriminé lo que te hacía y el me correspondió con una hostia y haciendo que la cuadrilla me hiciera el vacío. Imagino que nunca te lo dijo…¿pero mírate?...¡Veo que lo llevas bien!, ¿Sigues en la consejería?.

–        Sí, ahí sigo… ¿Tú seguirás con tu bufete de éxito?...–Le preguntó Marieta deseando irse.

–        No, vendí mi participación gané un buen dinero, pero al divorciarme de Matuca ella se llevó casi todo mi dinero, ahora tengo un pequeño bufete y soy feliz sin tanto ajetreo. El dinero está bien, pero cuando te das cuenta que para hacer bien tu trabajo tienes que atiborrarte de antidepresivos, es mejor dejarlo a un lado. Dejé de defender a traficantes y cosas así para dedicarme a defender a mujeres maltratadas, reclamar impagados y algún divorcio, vamos lo que viene a ser un bufete de provincias. Madrid está bien pero no me gustó nunca para vivir en él.

–        Bueno, Iván tengo que irme, si eso ya te llamaré si necesito un abogado. Me alegro de verte…–Dijo Marieta mientras se despedía después de haber pagado.

El regreso fue tranquilo, recordó que de la pandilla de Pancho, Iván era el más cabrón de ellos, no tenía escrúpulos, o al menos eso le parecía, puede que fuera una coraza para aparentar algo que no era. Fue curioso encontrarse con él de esa manera. El viaje de vuelta fue una delicia, estaba tan contenta con su moto que el viaje se le hizo corto. Había salido relativamente temprano, la ruta no era excesivamente larga, cuando regresó a casa, todo estaba tal y como se lo había encontrado. Paka seguía durmiendo, entró en su habitación y la encontró dormida totalmente desnuda, era un ser hermoso además de divertido e inteligente y sobre todo bueno. Cerró la puerta y decidió hacerle una comida casera, después de la limpieza de ayer sacó una cosa en claro, su compañera llevaba demasiado tiempo a base de comida basura.

Compró en un súper cercano lo necesario para hacerle un arroz al horno, así como los ingredientes de su postre estrella, un monte nevado. Antes de ponerse manos a la obra se quitó los pantalones que estaban chorreando por culpa de las vibraciones del paseo en moto. Se quedó sólo con el delantal dejando el resto de su anatomía al descubierto. Al cabo de una hora, tenía su comida preparada, había abierto una botella de Viña Ardanza, de entrantes había preparado una tabla de ibéricos. Sabía que no había mucho de glamour en lo referente a la mesa, pero en la compra había añadido un mantel, servilletas, una vajilla, cubiertos y un set de vasos con copas para vino de una tienda de menaje cercana.

Había preparado todo con cariño, estaba terminando de limpiar la cocina cuando Paka apareció totalmente desnuda. El hecho de ver a Marieta vestida sólo con un delantal trajinando en la cocina, despertó en ella un deseo irrefrenable de meter su mano entre las piernas de esta, que enseguida se giró sobresaltada, para plantarle un beso de tornillo a modo de buenos días. La legionaria le deshizo el nudo del delantal, dejando ver a su compañera totalmente desnuda. Esta a su vez se arrodilló entre sus piernas para limpiarle el coño a modo de saludo. Terminando la dos liadas en el suelo de la cocina haciendo un sesenta y nueve.

Cuando terminaron con la sesión de sexo, el arroz se había enfriado, pero no pareció molestarle a ninguna de las dos, sobre todo después de haber disfrutado de un par de orgasmos tan agradables. Aun así, las dos estaban tan hambrientas que dieron buena cuenta de todos los manjares, en especial el postre, las natillas con la clara de huevo a punto de nieve le daban una textura tan rica que Paka repitió tres veces.

Marieta se fue a la ducha para asearse después de un par de jornadas de sexo tan intenso, pero no había empezado a enjabonarse cuando apareció Paka con el Strap on puesto y una sonrisa muy maliciosa,  la empujó contra la pared y le comió el culo con la intención de dilatarle el esfínter. La chica no se negó, a pesar de que le aterraba la idea de que le hicieran daño, le pudieron más las ganas de  experimentar. La polla de látex, le horadó las entrañas sin ninguna misericordia, ella aguantó como una valiente mientras se masturbaba hasta que se corrió berrando, pero estaba tan flojita de fuerzas que dejó que la mierda se le derramara entre las piernas. Estaba muy avergonzada, no se hacía caca encima desde que era un bebé. Su amante le restó importancia cuando le dio un morreo y salió con aires de John Wayne.

Marieta salió después de asearse completamente, un poco desconcertada por la actitud de Paka, había sido particularmente bestia esta última vez. Tenía todos los orificios de su cuerpo totalmente devastados por el ataque de la polla mutante de látex. Estaba jodida sobre todo porque le había gustado la experiencia, tener sexo está bien, pero no quería que se le fuera la pinza. Estaba secándose ensimismada en sus pensamientos cuando su compi le gritó. –Vístete con el chándal que te he dejado encima de tu cama.

Cuando salió al salón, Paka la esperaba vestida con un viejo chándal del ejército. No entendía las intenciones de esta pero ella sumisamente obedeció. La acompaño hasta el gimnasio donde ella daba clases y cuando pasaron al tatami, la legionaria le presentó a Nino, un muñeco de prácticas con voz severa le dijo:

–        ¡Pégale una hostia!

–        No sé, yo nunca….

–        ¡Ahora! O te la doy yo a ti…eres una mierda de tía que se deja dar por culo por la primera que pasa, quieres ser una mujer o una funda para pollas. –Le dijo Paka con una voz propia de un sargento de la legión.

Marieta pegó al muñeco, pero este apenas se movió. Paka con cara de mala hostia le dio un empujón y le dio un puñetazo a la cara del muñeco que casi lo tira al suelo. Le volvió a exhortar a que le hiciera lo mismo, esta vez con un tono más cabreado si cabe. Pero el resultado era igual de lamentable. – Eres una putita débil, si quieres hacer daño piensa que debes pegar a alguien que está detrás del muñeco… ¡ASÍ! La hostia que le dio al muñeco tronó en la sala. Marieta volvió a repetir la acción, pero no sonó. – ¡MAL!, ¡REPITE!. Marieta repitió y repitió hasta que los nudillos le empezaron a sangrar. Empezó a llorar de pura impotencia, Paka se rio de ella, – No me extraña que un mierda seca de novio te haya hecho lo que te ha hecho, eres una guarrilla que no sabe defenderse, ¡te mereces lo que te ha pasado! –Marieta sacó una rabia impropia de ella al ver la cara de su ex reflejada en la del muñeco y le metió un puñetazo que esta vez sí le hizo sentirse bien. Había descargado toda la mala leche acumulada durante los últimos días por culpa del cabrón de Pancho. Entonces Paka le dijo…– ¡BIEN!...¡Repite! – Estuvo repartiendo estopa durante más de media hora, no sentía las manos por culpa del dolor, pero aun así Paka le obligó a repetirlo al menos diez veces más. Cuando terminaron le dijo:

–        Tienes que aprender a defenderte. La defensa personal, te dará una confianza en ti misma que nunca antes has experimentado. Si mañana un tío quiere darte por culo y te garantizo que lo harán, debes saber zafarte de él. No debes dejarte hacer como hoy has hecho conmigo. Si follas es para darte el gusto a ti no a ellos. ¿lo entiendes?

–        Sí…pero el tío no se estará quieto como el muñeco.– Contestó la chica.

–        Es verdad, pero esto es sólo un pequeño aperitivo, a partir del lunes vendrás conmigo al gimnasio después del trabajo. Yo te daré clases de auto defensa, aprenderás a doblegar a un tío más grande que un toro. No soporto a la gente complaciente, las cosas las debes hacer porque te apetezcan, no porque te las pidan. Ahora ponte a hacer sentadillas.

Al terminar la tarde, Marieta tenía agujetas en partes de su cuerpo que nunca antes pensó que podían existir. Hizo sentadillas, flexiones, abdominales, saltó corrió, tenía que estar fuerte física y mentalmente. Al llegar a casa, para colmo, su entrenadora le hizo ir corriendo y que subiera y bajara las escaleras del edificio al menos tres veces. Vomitó nada más llegar, se duchó, curó sus nudillos y se cayó rendida sobre la cama.

Cuando se despertó, estaba con las manos hinchadas y a duras penas podía cerrar los nudillos. Pasó a la habitación de Paka, pero se quedó sorprendida cuando vió que estaba acompañada de otra mujer. Marieta se sintió engañada y frustrada por lo que había visto. Se sentó en el sofá y se puso a ver una vieja película en un canal local, hasta que el sueño le volvió a vencer y se quedó dormida de nuevo por culpa de un sollozo silencioso, una vez más se sentía víctima del desamor, no entendía el motivo. Sería medio día cuando Paka la despertó con un beso en la mejilla:

–        Despierta cariño…–Le dijo su compañera con un susurro.– Es muy tarde, y tenemos visita.

–        ¿Quién es?...–Dijo Marieta cuando vio a las dos mujeres vestidas sólo con un pantalón corto, dejando las tetas al aire.

–        Tina, digo Ernestina…es una antigua compañera de armas, anoche llegó sin avisar, la muy cabrona y como estabas cansada no quise despertarte.

–        Encantada Marieta, le dijo la chica, Paka dice que eres un encanto. Espero que no te moleste mucho el haber llegado sin avisar, pero es que me han echado de mi casa y no tengo donde quedarme.

–        No, por favor, estoy encantada de conocerte Ernestina. – Dijo Marieta todavía más aturdida si cabe.

–        Llámame Tina, espero que seamos buenas amigas.

–        Estabas dormida cuando llegó, por eso ha dormido conmigo. Ahora íbamos a preparar el cuarto libre para ella. Es una legionaria acostumbrada a pocos lujos, no te preocupes es legal.

–        Vale si tú lo dices, por mí vale.

Marieta se levantó del sofá tambaleándose y dolorida con agujetas. Quería darse una ducha y sus tripas zurrían del hambre que tenía. Su cuerpo estaba hecho trizas, pero mentalmente se sentía muy relajada a pesar de todo. Para su sorpresa, las chicas habían bajado a comprar algo de comida y estaba la mesa puesta. Se puso una nota mental en la que debía terminar la limpieza general que había dejado aparcada desde el día que vino. Por otro lado, le apetecía darse una vuelta con la moto, pero su maltrecho cuerpo le aconsejó lo contrario por lo que decidió guiarse por el sentido común. Ni siquiera se vistió, se sentó a comer con el albornoz puesto.

La comida fue tremendamente divertida, Tina era la mujer más graciosa que había conocido nunca. Contaba unas anécdotas increíbles, entre risa y carcajada, Marieta la observaba con sigilo, era una mujer muy guapa, pero curiosamente le notaba algo que no era excesivamente femenino, era muy alta, mediría más de metro ochenta, unas espaldas y brazos fuertes. Las manos eran grandes. Pero era muy guapa y sobretodo divertida, contaron anécdotas de la legión, sobre todo aquella vez que fueron de maniobras a Chinchilla  y se escaparon a Albacete para irse de copas con un URO y les pillaron al volver, Paka le tuvo que hacer una mamada al soldado de reemplazo que estaba en la garita para que no avisara al sargento de guardia. – Para ser un crío, tenía un buen rabo…– Reía Paka. Marieta se imaginaba la escena en la que un pobre chaval que no había salido de su pueblo, estaban en la garita comiéndole la polla y no podía más que sentir envidia por el morbo que le despertó la situación.

Después de terminar la comida, Tina sacó una botella Laphroaig que le había robado a su antiguo jefe, a modo de venganza cuando la despidió del bar en el que trabajaba. El cabrón no le había dado de alta en la seguridad social más que un par de días a la semana y pagaba una mierda, por eso se llevó la botella. Marieta, nunca antes había probado el wisky, pero este en concreto le supo bien, tenía un sabor mezcla a mitad de camino entre madera, ahumado y turba que le gustó bastante. Se lo sirvieron en una copa ancha con mucho hielo y lo disfrutó como nunca imaginó que le podía gustar este licor. Siguieron las anécdotas, pero después de la tercera copa, Marieta estaba bastante achispada como para distinguir nada. La desinhibición del alcohol, le hizo bailar totalmente desnuda y tuvieron que pararla porque quería salir de esa guisa a la calle. Le dio besos a Paka, diciéndole cuanto la quería, hasta que vinieron las arcadas y empezó a vomitar, sobre todo cuando se acostó y la cama le daba vueltas, vomitó hasta que echó la bilis, entonces su cuerpo estaba mal muy mal y por fin se quedó dormida.

Al día siguiente su cabeza le dolía, las agujetas le dolían, estaba echa una pena, para colmo de males, tenía que ir a currar esta vez sin escusas. Al despertarse, Tina le había preparado su remedio milagroso contra la resaca, o al menos ella lo definía así. El desayuno consistía en té de jengibre, una pasta rara que consistía en dos plátanos machacados con el zumo de un limón y miel y por último dos pastillas de ibuprofeno. La jornada laboral se le hizo eterna y gracias a Dios que sus compañeros pensaron que era por culpa de la ruptura, si no se hubiesen cebado con ella pero bien. Al final todo termina, y la jornada laboral también, pero lo peor estaba aún por llegar, después de comer Paka volvió a convertirse en el sargento de hierro. Esta vez practicaron las patadas y par de llaves que le serían útiles para autodefensa. Otra vez la obligó a subir y bajar escaleras, flexiones y demás historias. Terminó tirada en la cama una vez más, pero ha de reconocer que al día siguiente se sentía como fenomenal, estaba menos maltrecha y se fue en moto al trabajo. Algo que dejó a más de uno patidifuso, puesto que nunca imaginaron que debajo del casco se encontrara la “monjita”.

La semana, siguió con la misma rutina, trabajo y ejercicio. Algo a lo que poco a poco Marieta se iba acostumbrando, iba notando como su cuerpo se endurecía por el duro trabajo físico al que se sometía. El sábado, tenía pensado madrugar para darse una vuelta con la moto, pero se encontró a Tina limpiando a fondo la casa. Algo que la chica le dio cargo de conciencia y decidió ayudarla. Se quitó la ropa y se dejó una camiseta y una braguita para no ensuciarse mucho, se puso con los cuartos de baño mientras que Tina limpiaba los azulejos de la cocina vestida sólo con un pantalón de deporte y un delantal.

Estando las dos arrodilladas fregando  el suelo de la cocina, Marieta observó un bulto raro en la entrepierna de su compañera, lago que llamó la atención, algo sospechoso que le hizo levantar la cabeza y preguntarle:

–        Tina, ¿Te ocurre algo?...

–        No, ¿por qué?..

–        No, es que tu…¡Nada déjalo!

–        Nooo. ¿qué? ¡arranca! – le exhortó Tina.

–        Que tu vulva, se ve abultada, ¿tienes la regla o estás enferma? – Le dijo Marieta.

–        Joder Marieta, Paka me había advertido sobre lo poquito que sabes del mundo, pero veo que se quedó corta. Llevas viviendo una semana conmigo, ¡me has visto en ropa interior y todavía no te has dado cuenta de que soy trans!... ¡Eres la hostia! Jajajajaja.

–        No, si algo raro te había notado, pero como habías estado haciendo ejercicio y tal, no pensé más que eras más bien del tipo marimacho. – Respondió la pobre mojigata, bastante avergonzada.

–        Y tan marimacho, como que nací hombre. – Se descojonó Tina. – Ese bulto que ves entre mis piernas es mi pene, no me lo he operado porque francamente me da bastante miedo, tengo algunas amigas que lo han hecho y no han terminado bien que digamos.

–        Entiendo, debe de ser una putada estar encerrado en un cuerpo de hombre una mujer tan femenina como tú.

–        Bastante, imagina lo que era estar en la legión, con todos los rabos por ahí colgando en las duchas y yo soñando que eran todos para mí.

–        Y ¿por qué te alistaste en la legión nada menos? –Le preguntó Marieta.

–        Bueno, yo de jovencito ya tenía mis dudas, mi padre era un pobre hombre cargado de prejuicios y convencionalismos que había servido en la legión. Así que no sé quizá fuera mi última cesión ante él. Me alisté, serví en combate, me dieron un par de medallas por ser un soldadito valiente y cuando me licencié, de aquella época Paka y yo nos hicimos amigos inseparables, y más cuando ella supo mi secreto. Mi padre estaba totalmente orgulloso de su hijo, al año murió de un infarto. Ya no tenía nada que me retuviera como hombre y fue cuando empecé el tratamiento.

–        Y tu madre…¿Qué dijo? – Preguntó Marieta.

–        Mi madre se piró con un tío cuando tenía quince años, no he vuelto a saber de ella. He sido chica de compañía, tele operadora, vendedora del tuppersex y con la crisis me quedé en camarera de un bar. Como no quería hacer la calle,  llamé a Paka y le pedí ayuda.

–        Tenéis unas historias impresionantes, yo en cambio ya ves he sido una pazguata gilipollas toda mi vida…que he sido virgen hasta hace cuatro días. Mi novio me estafó, toda la gente se ha reído de mí y todavía no sé ni lo que quiero. Me siento bien con Paka, pero no sé lo que es un hombre…de hecho no he visto una de verdad en mi vida.

–        ¿Me estás vacilando?..– Preguntó Tina mientras se despojaba del delantal y se bajaba en short, dejando ante Marieta una de las imágenes más impactantes y bellas que jamás puede ver una persona.

–        Eres realmente bella. – Dijo Marieta totalmente impactada por ver a su amiga totalmente desnuda.– Nunca antes había visto algo semejante, además es más grande de lo que nunca había imaginado.

–        ¿En serio lo parece?...yo mataría por tener uno como el tuyo, joven y lozano pero con más uso desde luego. ¿Te gustaría probarlo?...Vamos, no seas tonta una polla así no se ve todos los días, no me gustan las mujeres pero contigo voy hacer una excepción. Reconoce que te gustaría tenerla entre las piernas.

–        Bueeeeno…a lo mejor, no sé nunca he probado una de carne y hueso.

–        Ni la vas a probar ¡So zorrona! –Tronó la voz de Paka sorprendiendo a las dos chicas.–Esta polla es un privilegio que tienes que ganarte y hasta que no me demuestres que eres merecedora de ella, vas a estar a pan y agua. ¡Vístete que nos vamos para el ginmasio!..¡A esta guarra le voy arreglar el cuerpo!

–        ¡Cómo eres tan hija de puta!...¡Mira a mí como me has dejado! – Protestaba Tina mientras se señalaba a una polla dura de más de veinte centímetros.

–        ¡Que se joda la mosquita muerta!...Vámonos si tienes ganas de follar, tienes ganas de pegarle al muñeco.

–        ¡No!...¡yo me quedo con Tina! ¡Estoy hasta el coño de tus mierdas de defensa personal!, de que no limpies y encima de que me machaques en el gimnasio no seas capaz ni de recoger un plato. ¡Yo me quedo a follar con Tina!.– Dijo Marieta de manera firme, su cuerpo temblaba pensando en lo que estaba haciendo, sobre todo cuando vio que Paka iba para ella con cara de pocos amigos, sabía que le iba a caer una hostia pero supo evitarla con una finta que le había enseñado esa semana y había sabido contratacar con un golpe seco en los riñones, golpe que gracias a su formación la legionaria pudo esquivar, al tiempo que la mojigata decía. –Paka, no te enfad…– No pudo decir más, su compañera le estaba estampado un morreo bestial.

–        ¡Enhorabuena cariño!...acabas de aprender a decir no y me acabas de poner brutísima. –Dijo Tina a una Marieta que no estaba para muchas enhorabuenas mientras Paka le estaba metiendo la lengua hasta la garganta.

Marieta, se encontró siendo el jamón del bocata, mientras Paka estaba comiéndole la boca, Tina estaba besándole el culo y jugando con su coño semi nuevo. La compañera la empujó contra el suelo, mientras le ponía el coño en la cara, Tina encaró el coño de Marieta con su estaca que previamente había enfundado en un preservativo. La sensación era lo más agradable que ella nunca había podido imaginar el rabo estaba caliente por la circulación de la sangre y por fin sabía lo que era una polla de verdad dentro de sus entrañas, en su vida podría pensar que pudiera entrar algo tan grande en un orificio tan diminuto, milagros de la naturaleza supongo.

La presión del pubis de Paka sobre su boca y los embites cada vez más fuertes de Tina sobre su cuerpo, así como la visión de la primera sobándose y besándose los pezones mientras disfrutaba de su lengua, le hacían estar al borde del climax, pero el travestí le hizo cambiar de postura y la puso a cuatro con el coño de su amada delante para que no perdiera ripio. Un par de azotazos la pusieron más a tono, como si eso fuera posible. No tardó mucho en derrumbarse entre berridos y respiraciones entrecortadas, «Qué lástima que no quiera saber nada de las mujeres», estaba pensando Marieta entre gemidos, cuando vio que Paka estaba ya encima de su otra amiga saltando como una bestia sobre su miembro. «Son realmente hermosas, -pensaba Marieta mientras se empezaba a tocar de nuevo. – ¡Dios, como las amo!».

Paka no tardó mucho en correrse y Tina reclamó el culo  de Marieta para rompérselo, petición que le aterraba porque, por un lado le apetecía, pero algo tan grande le aterraba por si le desgarraba. La cabrona de la legionaria había salido a mear y cuando volvío, lo hizo con el arnés puesto y un bote de lubricante dispuesta a todo. Con maestría lubricó la polla de Tina, mientras que Marieta iba adaptando tan pequeño espacio para el nabo descomunal del travelo.

La chica se puso a cuatro y Tina metió un poquito muy lentamente, pero un acto reflejo hacía que su ano expulsara el rabo de su amante. Ella quería pero no había manera, por lo que cambiaron de estrategia y volvieron al griego “clásico”, en la que ella se tumbó y puso un cojín para elevar sus nalgas. Y se obró el milagro, la chorra de la chica se deslizo suavemente y sin resistencia por el esfínter de Marieta, mientras se miraban mutuamente a los ojos y sin pensar en nada más que en lo guapa que estaba la monja cuando le petaban el culo. Tina dejó reposar un poco cuando la metió toda ella, esperando a que la anatomía de su compañera se adaptara, pero para su sorpresa notaba algo nuevo en ella. Paka estaba haciendo lo propio con el arnés puesto y la estaba sodomizando con el consolador King Size que ella misma le había regalado por su cumpleaños, ahora el travestido era el centro de la ecuación, consiguiendo lo que siempre ha definido como el placer máximo, penetrar y ser penetrado, era esta una de las razones por las que no había llevado a cabo el cambio completo. Le encantaba esta posición y Paka los sabía, con la polla a punto de reventar debido al masaje prostático que le había dado su amiga, y su polla libre de fundas había inundado el culo de esperma.

La sensación de tener algo tan espeso y caliente por su cuerpo excitó a la chica, era algo que nunca antes había visto, sabía la teoría pero ver como la lefa de su amante se salía por su culo dilatado la puso más cachonda si cabe, y más por el roce de las tetas de ambas. Se sentía como si se hubiese tomado la poción mágica de los galos, su cuerpo era fuerte, su mente ágil e incorruptible a los estúpidos convencionalismos con los que se había criado. Los dos se derrumbaron y veían con risas como Paka hacía un signo de victoria poniendo un pie sobre ellas y juntando las manos como si de un luchador se tratara.

Marieta tenía el ojete destrozado tras la experiencia, pero algo le decía que la cosa no iba a quedarse así, y que poco se equivocaba, con ganas de otro asalto, chupó y limpió la polla de su amiga, el sabor amargo de las heces no le asquearon en absoluto, al fin y al cabo era suyas.

Las chicas estaban durmiendo profundamente, pero Marieta estaba muy sobre excitada por todo lo que había ocurrido, las pollas de látex están bien pero ni punto de comparación con las naturales, estaba escocida de la sesión que había mantenido pero no podía descansar, necesitaba salir a tomar el aire, la mejor solución fue pillar el casco y darse una vuelta con la moto, encaró la primera salida que vio. No había nada que comparara esa sensación de libertad, su cabeza estaba confundida y el hecho de montar en moto le servía para poner en orden sus ideas. Paka le estaba llevando a unos límites que nunca antes había podido imaginar, le gustaba el orden en la vida, pero las sensaciones que había disfrutado estos últimos días eran grandiosas, había descubierto el sexo y la libertad de decidir por su cuenta sin importarle los demás. El problema era que todavía no lo había asimilado del todo y no dejaba de asustarle la celeridad de los cambios.

La moto se movía por iniciativa propia, cuando se quiso dar cuenta habían pasado más de dos horas y necesitaba repostar, no sabía era tal su desconcierto que hasta que no paró a repostar no se había dado cuenta de que estaba cerca del mar. Hacía mucho tiempo que no pisaba una playa, le preguntó en la gasolinera por una cala tranquila y el señor le indicó que no muy lejos había una que era virgen y que no tendría problema porque no solía ir nadie y menos en las fechas en las que estábamos.

El sitio le entusiasmó a Marieta, era un paisaje lunar con playa, la arena era blanca y no le habían engañado, no había nadie, en parte por lo alejada que estaba, había sido previsora y compró crema bronceadora para no quemarse, sabía que su piel sufría en exceso con el sol, aparcó la moto, se quedó en bragas. Nunca antes había hecho topless pero era algo que le apetecía, tomar el sol con el mínimo de ropa. Se sentó sobre la arena y tras mirar que había nadie, se despojó también de la braguita. Ahí se había quedado Marieta como su madre la trajo al mundo, decidió meterse en el agua, estaba fría, pero la sensación de bañarse desnuda en el mar lo mejor del mundo, el agua fluye por todo su cuerpo era tan buena la sensación de ver sus pezones reaccionando por culpa del agua y cómo se estremecía, era profundamente relajante y muy agradable.

Cuando salió del agua, habían llegado un grupo de jóvenes que estaban como ella desnudos, era algo genial, todo el mundo en pelotas sin que nadie le importara lo más mínimo lo que pensara el de al lado. Se secó con la camiseta de algodón que se había puesto y la dejó a secar al sol. Necesitaba protegerse del sol, se acercó al grupo de gente y les pidió que les echaran crema, eran alemanes, pero todos se pudieron apañar más o menos con el inglés. Había tanto hombres como mujeres, todos ellos en pelota picada, a ellas les chocó toda la anatomía depilada de Marieta, porque algunas de ellas llevaban los sobacos llenos de pelos. Ellas eran tetonas y grandes, ellos delgados atléticos muy rubios. Todos eran encantadores, generosos, habían terminado sus estudios y estaban pasando un año sabático, prácticamente con lo puesto y un billete de vuelta a casa. Marieta se integró con ellos como uno más, bailaron desnudos y cuando hubo que comer, ella se encargó de comprarlo y compartirlo. Estaba tan feliz que no reparó en la hora que era y la noche se le echó encima. Vestida únicamente con una cazadora se arropó con el resto alrededor de una pequeña hoguera donde se fumaron un par de porros. Marieta no quiso probarlo, a media noche todos se metieron en el mar, Hans, uno de los más divertidos cogió a Marieta y empezaron a hacer tonterías, cosquillas aguadillas y otras tontunas. Al salir, el chaval empezó a besarle el cuello mientras otro compañero le besaba la boca, le dijeron algo sobre una MILF. Algo que no entendió bien hasta que se lo explicaron sus amigas unos días después.

Marieta no quiso negarse, quería follar estar todo el día rodeada de gente desnuda le había vuelto a poner a tono, pero le daba miedo no tener a una chica cera. Alguna de ellas debió leerle la mente porque se había arrodillado para comerle el ciruelo a los alemanes. « From lost to the river»– Pensó Marieta, y la ayudo con las felaciones a la joven teutona, aunque más bien era tetona. Alrededor sólo veía gente besándose y follando, en relaciones hetero, bi y homsexuales. Era una orgía en toda regla, todos gritaban todos disfrutaban y ella no iba a ser menos, empujó al jovenzuelo para subirse a horcajadas de él y comenzó una cabalgada. Las comparaciones son odiosas, pero Marieta no podía evitar hacerlas, mientras que Tina era una amante experta, Hans era un joven impetuoso que suplía con su juventud y ganas la falta de experiencia. El chaval se corrió lazando una serie de exabruptos en su idioma, justo antes de que Marieta hicera lo mismo, pero no se vino abajo ni mucho menos, la colocó a lo perrito y siguió empujando, ahora sí, con cada embestida del chaval ella se sentía más cerca de conseguir su objetivo mientras el esperma resbalaba por su coño.

Marieta disfrutaba a lo que alcanzaba la vista y se encontró con una polla frente a su cara mientras el chavalín le perforaba, era una invitación más a comer, sabía cómo hacerlo le había enseñado su Tina. Chupó en una posición un poco incómoda para ella, es difícil comer pollas y ser follada a lo perrito, pero el sabor a mar que tenía la minga del chaval le hacía ser una experiencia jugosa. Le gustaba ser follada por dos hombres que la deseaban. El follador paró, de perforar, el cabrón le empezó a comerle el ojete como antesala de lo que estaba por ocurrir, Marieta quería follarse a otro chico. Lo tumbó y se subió otra vez a horcajadas, si bien su polla era más pequeña, el chaval era mejor amante que el otro, le agarró de los gajos del culo mientras el otro se lo seguía devorando, hasta que un momento notó como la abrazaba para decirle al oído, –Relax, baby. – El otro chaval le estaba metiendo su estaca lentamente por el culo, haciendo algo que ella no había imaginado en sus sueños más calenturientos: Una doble penetración.

Notar dos pollas jóvenes y fuertes dentro de su cuerpo era algo que es inusual, pero que no le gustó realmente, demasiado empacho de carne, pero había que seguir experimentando. No pudo más se corrió blasfemando contra las vírgenes y los santos que se sabía. La habían destrozado, estaba chorreando esperma por los dos agujeros. Marieta, no salió de su asombro cuando dos de las chicas le limpiaron con la lengua el más mínimo rastro de esperma de su cuerpo, mientras ella besaba al bueno de Hans.

Todos terminaron la juerga de madrugada durmiendo como angelitos, Marieta se despertó al amanecer, se lavó en el mar y se vistió sin avisar a nadie. Había hecho el amor con dos hombres de verdad, dos hombretones de armas tomar que le habían hecho que se sintiera deseada por chavales que podían elegir a otras más guapas y jóvenes. Su Vulcan arrancó como si nada y emprendió el regreso a casa.

Nada más llegar se encontró al par de golfas de sus amigas follando con dos tíos que habían conocido la noche anterior. Ella no dijo mucho, se limitó a ducharse y a quedarse dormida. No quería saber nada del mundo hasta el día siguiente. La semana concurrió normal, salvo por la llamada de Iván. No era difícil localizarla, bastaba con llamar a la consejería y preguntar por ella. En la misma, le pidió tomar un café con ella, necesitaba una cara amiga y en la ciudad no le quedaba ninguna le dijo. Marieta estaba a punto de declinar la invitación, pero noto un deje de amargura en su voz, tanto que le dio pena. Quedaron a comer en una cafetería cercana a su bufete. La mañana fue de locos cuando terminó, agradeció que al menos la jornada hubiera terminado sin mayores consecuencias. Aunque todavía quedaba la tarde con la práctica de defensa personal. Reconoció que al principio era una jodienda, pero esta mañana se había sorprendido de lo bien que se le estaba torneando la figura gracias a este. Después había que limpiar un poco aunque Tina en eso es bastante buena y deja la casa como los chorros del oro y por último se había comprometido con esta a que le iba ayudar a hacer un buen currículum. Algo que le sorprendió, habiendo sido ella furriel en la legión. –«¡Jó!, yo quiero volver a mi playa secreta». – Pensó Marieta con cierta amargura, las compañeras no le habían preguntado nada al respecto de su escapada, pero ella seguía teniendo ensoñaciones de esa playa, la gente en pelotas y comiendo el coño de las chicas mientras un jovenzuelo cachitas la penetra.  Sólo de pensarlo un escalofrío recorre su cuerpo, su culo sigue un poco magullado pero a ella le da igual, era una experiencia que no sabe si repetirá por lo doloroso, pero que a buen seguro recordará toda la vida.

La jornada terminó con la misma algarabía que montan los chavales al salir del colegio, ya era casi junio y se notaba. Salir con su moto era algo que no dejaba de llamar la atención, pero llegar a una terraza atestada de gente, ver como se bajaba de la de su vulcan luciendo un pantalón ajustado, era algo digno de ver, sobre todo cuando algunos de los parroquianos se dieron un codazo y siseaban entre ellos quién era la que había llegado. Era sencillo, el bar donde quedó con Iván, era una cervecería que solía frecuentar con Pancho. No había vuelto desde la movida que tuvo cuando la echó de casa, no le apetecía encontrarse con su ex, pero había resuelto a que era una mujer valiente y decidida. Además, en una ciudad tan pequeña, se iban a encontrar más pronto que tarde. Iván la saludó desde una de las mesas del interior, con una sonrisa, a Marieta se le cayó el alma al suelo, a él que siempre lo había recordado como un hombre que vestía de manera impecable y con buena percha, se lo encontraba con un traje pasado de moda y arrugado, una barba y un pelo descuidado y los zapatos sucios. No podía ser Iván, aquél que se llevaba de calle a todas las chicas, el más chulo, el más guapo y el más divertido de toda la cuadrilla. Se levantó con una sonrisa y le dijo:

–        ¡Qué bien que hayas venido!– Le dijo a modo de saludo mientras le daba un beso en la mejilla.

–        Bueno, has sido insistente, la verdad es que he estado a punto de no venir. No quiero saber nada de la gente, pero me ha inquietado tu llamada.

–        Lo sé, estoy un poco jodido. Ayer recibí una llamada de Arturo, ¿Te acuerdas de él?.

–        Sí, Arturo era otro de la cuadrilla.

–        Pues, me ha llamado porque el cabrón de Pancho, ha cumplido con la amenaza que me hizo hace un par de años. – Dijo Iván llevándose las manos a la cara. – Tu novio me ha jodido pero bien.

–        Ya no somos novios, ya no le tengo ningún afecto. Durante años me ha estado engañando, la última es que se ha quedado con casi todo mi dinero lo que me dejaron mis padres en herencia y no sé si lo voy a poder recuperar. Estoy en la calle gracias a él, tengo más cuernos que un miura y todos los sabíais. Para mí está muerto.

–        Pues tu querido ex te va poniendo de puta y lesbiana para arriba, eso me dijo Arturo, pero lo peor es que el cabrón me la ha vuelto a jugar.

–        ¿A ti también te estafó? – Le preguntó Marieta.

–        ¡Claro!, como a todos. El caso es que yo no quería darle ni un duro, pero me enseñó esto. – Iván lloraba mientras le mostraba un vídeo en el que era enculado por un mulato guapísimo. – Fue durante la despedida de soltero de Santi, estábamos en Ibiza yo conocía al chaval del video de otras veces, digamos que era uno de sus clientes habituales.

–        ¿Eres gay?...–Preguntó Marieta con cara de incredulidad.

–        Sí, lo soy. Marieta, tu ex es una alimaña, me estuvo chantajeando con el dichoso vídeo por lo menos durante dos años. Cuando me planté, me destrozó la vida, le mandó el video a Julia mi ex mujer. Su padre era mi jefe, el dueño del bufete de abogados, me despidió. Se lo dijo a mi familia que también me han repudiado. Soy un buen abogado, me gano la vida no es como antes pero tengo una casa y el despacho en propiedad, trabajo no me falta, pero el cabrón me ha convertido en un paria, sólo me queda salir en moto como única distracción. Ayer recibí una llamada de un par de clientes que han cancelado mi relación con ellos, por lo mismo. Me está quitando la vida, esta noche la he pasado en vela pensando de qué manera le podía joder. Nunca le gustó que fuera mejor que él en todo, es un amargado y envidioso. ¡Soy buena persona! ¿por qué a mí? Yo sólo le he ayudado cuando le ha hecho falta, ¿sabías que defendí a su padre para que no fuera a la cárcel y no le cobré un duro?, y aquella vez que moví cielo y tierra para conseguir unas entradas para la final de la champions…son tantas y así me lo agradece el hijo puta.

–        Estamos jodidos por el mismo cabrón, no sé cómo podíamos joderle, pero tiene que haber alguna manera de joderle…no sé, vamos a comer ya se nos ocurrirá algo, por cierto a ver si cuidas un poco más tu imagen que con lo bien arreglado que has ido siempre te estás abandonando…jajaja.

–        Tienes razón Marieta, pero es que no tengo tiempo para nada, a pesar de los clientes que se han marchado, tengo que hacerlo todo y  a nadie que me arregle las cosas, necesito una secretaria y una mujer que me arregle la casa, si pudiera juntar las dos cosas sería la hostia, pero creo que eso es poco menos que imposible.

–        ¿Sabes Iván? A lo mejor tengo la persona idónea para los dos puestos, pero le tienes que pagar bien y darle de alta en la seguridad social.

–        Gano lo suficiente para poder pagar unos mil ochocientos euros netos con las extras ya prorrateadas. Y si es buena puedo pagar un bonus a final de año si ganamos lo suficiente.

–        Vale llamo a mi amiga y si te gusta la contratas, ya verás es ideal. Ahora invítame a comer.

La comida fue bastante divertida para Marieta, recordaron anécdotas del instituto, de los antiguos profesores, de cómo se las llevaba de calle. Descubrió en Iván una faceta que no conocía, era encantador. Ahora que se había quitado la careta, salía a relucir una personalidad unas formas deliciosas. Al terminar Marieta le llevó a su despacho en su moto, él se quedó impresionado por la forma en que ella dominaba una moto de ese tamaño y que por su peso no era la mejor para conducir en ciudad. Pero como le había indicado era un amor a primera vista.

A la tarde ya en casa, Marieta le dio la buena noticia a Tina que celebró dando saltos de alegría ¡Un trabajo bueno!, con su ayuda le eligió una ropa adecuada para la entrevista de trabajo, entre sus obligaciones estaba en ser su secretaria y su asistenta, pero a Tina le daba lo mismo. Ella sabía de trabajo administrativo, había sido furriel en la legión y tenía un curso de contabilidad y auxiliar administrativo que había hecho en el INEM. Tras la alegría, Paka le dispensó una sesión doble de desgaste en el gimnasio. Por la noche durante la cena, Tina le dio una sesión de agradecimiento personalizado, dándole una comida de coño y una follada bestial, que terminó con el coño todo relleno de crema masculina. Había que pensar en ponerse algo que le evitara un embarazo no deseado. Por lo que anotó en la agenda mental que debía visitar a un ginecólogo para que le recomendara algún método efectivo.

La semana fue a mejor, al día siguiente, Tina entraba a trabajar con Iván. Marieta le había dicho la condición sexual de su jefe, por lo que su amiga fue sincera con él y le dijo la suya. A Iván le gustó mucho su sinceridad y enseguida la puso a trabajar. Paka y ella estaban todo el día currando y todas las tardes practicando artes marciales. El sábado Marieta preparó una pequeña mochila con algo de ropa y desapareció hacia su pequeño paraíso, pero esta vez no había nadie, pudo relajarse en la playa con su nueva afición el nudismo. Por la noche decidió volverse a casa un poco triste por no encontrar a sus amigos ya en ella. Llegó a casa cansada del ajetreo del viaje, pero no pudo ocultar su sorpresa cuando se encontró a sus amigas en mitad de una orgía en las que había al menos otras dos parejas. Paka con cara sonriente dijo – ¡qué sorpresa¡ chicos esta es mi compañera Marieta, anda lávate bien y únete. –nuestra protagonista estaba caliente por culpa de no haber colmado sus expectativas de sexo en grupo que no se hizo mucho de rogar. Nada más salir de su cuarto, había una mujer de mediana edad que enseguida reconoció como Pepa, su jefa y amiga. Estaba espatarrada comiéndole el rabo a un negrito que era amigo de su compañera, ella se acercó y sin disimulo le comió su almeja viejuna que ya babeaba por tener sexo.

La sesión fue divertida cuatro hombres y Tina para tres mujeres. Pero Marieta se quedó prendada del negro, se llamaba Félix y era un tío altísimo, guapísimo y tenía una sonrisa que le cautivó pero lo que más le dejó prendada era una polla que no le cabía en la boca. La levantó en vilo mientras la atravesaba con su lanza zulú, tener todo su coño que le tocaba el fondo de su vagina. Pepa estaba con su marido, Juan que era un semental de mediana edad, repartiendo la tarea de follarse a su esposa mientras Tina le taladraba su culo peludo. Al tiempo, Paka estaba dominando a los otros dos hombres que honestamente no se acuerda de sus nombres y tampoco le importó mucho. Ella tenía bastante con Felix. La juerga terminó todos durmiendo en una especie de cama redonda donde todos acabaron follando con todos. Afortunadamente, esa misma semana Marieta su ginecólogo le había colocado un DIU y bueno ya estaba en condiciones de poder usarlo, por eso quería ir a la playa a estrenarlo como por todo lo grande. Agradeció con creces que no hubiera nadie porque la verdad le hubiese privado de conocer al bueno de Félix.

Marieta se había quedado prendada de un tiparraco de casi dos metros de altura, al día siguiente, mientras limpiaban los desperfectos de la noche anterior, era incapaz de quitárselo de la cabeza, sólo pensaba en él, su voz grave su cuerpo fibroso y el olor corporal tan distinto al nuestro, mucho más fuerte, pero que le hacía una presencia varonil. Como diría un cursi, era un Dios de ébano. Quería conocerlo, por eso insistió a Paka durante todo el día, necesitaba saber cosas sobre ese hombre, durante la comida ella insistió tanto que su compañera de piso se dio por vencida y le contó lo que sabía. Se relajaron con un refresco y ella empezó a contarle lo que sabía.

Félix era de Liberia, por culpa de la guerra civil de finales de los ochenta se quedó huérfano enseguida, no sabe exactamente la historia, pero fue criado por unas monjas. Entre ellas había una que era española y fue como una madre para él. En vez cantar canciones religiosas y cuatro cosillas se dio cuenta de que era especial. Sobre todo porque al cabo de un año hablaba español correctamente, se encargaba de reparar todo lo que caía en sus manos, Sor Rosa había estudiado pedagogía y sabía que el chaval tenía sobredotación. Como pudo contactó con gente en España para que el muchacho tuviera una oportunidad que le llegó con catorce años. La orden salesiana le concedió una beca completa al chaval para que pudiera estudiar y alojarse en un seminario de una ciudad pequeña.

Allí enseguida asombró a sus maestros por la capacidad de aprendizaje, siempre sonriente, siempre era feliz desmontando y montando cosas. En el instituto destacó no sólo como cerebrito sino con sus dotes para el deporte, en especial el baloncesto. Con sus capacidades, no tardó en conseguir una beca para estudiar una ingeniería informática. Se pagó sus pequeños gastos dando clases particulares, programando y diseñando páginas web…al final fue seleccionado por una multinacional para trabajar con ellos, fueron cinco años viviendo en Estados Unidos, pero no era feliz y decidió salir de allí y montar una pequeña empresa para funcionar por su cuenta. Con sus capacidades, enseguida fue creciendo y desarrolló una serie de programas de gestión que enseguida fueron adquiridos por multinacionales. Ahora trabaja como asesor externo para mejorar procesos informáticos. Paka le conoció en una de esas reuniones de asesoramiento como jefa de la sección informática de la consejería, podría estar muy forrado, pero una buena parte de sus ganancias lo enviaba al orfanato de las monjas que lo criaron, se justifica que cuando uno se cría sin nada, necesita bien poco para vivir.

La primera noche se enrollaron y descubrió su otra gran pasión que desarrolló en América; el sexo en grupo. Desde entonces suelen quedar de vez en cuando. Son buenos amigos, pero no esperes que te coma el coño, dice que es la manera que tenemos las mujeres para arrebatar la hombría a los hombres. Por último, se asustó con lo que le dijo su compañera, sonó como una amenaza. – Marieta, Félix, al igual que tú sois amigos que quiero y respeto, si quieres tener algo con él,  seré la persona más feliz del mundo, pero no le hagas daño porque te juro que te arrancaré los ojos y te los haré comer.– Era una amenaza a tener en cuenta, porque el tono con el que la hizo no dejaba ninguna duda en que iba totalmente en serio.– Por otro lado, –dijo Paka,– Nada en el mundo me haría más feliz que veros juntos.

Marieta se quedó asombrada, digiriendo la historia tan grande que acababa de escuchar, lloraba silenciosamente, cuando siempre se había quejado de su mala suerte, lo suyo comparado con lo de Félix era una mierda. Estaba sumida en su tristeza cuando salió de la habitación en bolas y sonriendo, demostrando que a pesar de todo siempre hay salir adelante. Marieta, le devolvió la sonrisa y le preguntó si tenía hambre, la respuesta de él le sorprendió más aún si cabe, si pero tenía prisa por ir a la iglesia, al parecer era una persona bastante devota. Marieta se levantó de un salto y le dijo que si no tenía inconveniente le gustaría ir con él a misa. Cosa que divirtió bastante a Paka y a Tina que riéndose a carcajadas se metieron con los dos imitando los gestos de una bendición de un sacerdote.

Marieta, salió tan contenta del brazo de su nuevo amigo, querían ir dando un paseo hasta la iglesia, pero se les echaba la hora encima. Ella le invitó a ir en su moto, cosa que le dejó bastante atónito ver que una mujer tan pequeña manejaba una moto de una cilindrada grande con tanta habilidad. La iglesia estaba en una barriada más bien pobre, pero la misa no tenía nada que ver con la solemnidad que ella estaba acostumbrada. Al salir de la iglesia, él le invitó a tomar algo en una terraza del centro, Marieta quedó horrorizada cuando se quitó el casco y lo primero que vio fue a su ex tomando cañas tan ricamente con algunos de sus amigos. Se iba a ir, pero se dijo « ¡qué coño!, yo no he hecho nada malo» y se sentó en una esquina con Félix, mientras Pancho la miraba con cara de mala leche, lo que nunca pudo imaginar fue que el haber hecho eso destaparía una caja de truenos de terribles consecuencias.

Marieta, estaba enamorada locamente de su negrazo, pasó el siguiente mes flotando entre bambalinas, nunca antes había sentido algo tan fuerte por una persona. Era un buen hombre, generoso y amable, siempre se interesaba por sus cosas, estaba segura que habría hecho buenas migas con su difunto padre, incluso le habría hecho tilín a su pobre madre, nada en comparación con el cabrón de Pancho. Siempre quiso ser feliz y al lado de su nueva familia lo había conseguido, su hombre, sus nuevos amigos y su fiel moto. Nadie le importaba una mierda sus aficiones, de hecho volvió a reencontrarse con su fe. Pero con una visión distinta que le había dado el cura de la parroquia cercana, que era la antítesis del anterior. Su cuerpo había sido esculpido y sometido a una disciplina impuesta por compañera, gracias a todo esto había pasado de ser una mosquita muerta a un cañón de tía. No es que fuera el cambio del patito feo al cisne, ni mucho menos, todo estaba en su sitio, sólo había que sacarlo con una dosis de auto estima. Ahora os podéis imaginar, una tía montada en una custom con un pantalón ajustado y una chupa de cuero, o a una chica con ropa holgada, falda pantalón y con la cabeza gacha.

La filosofía de vida de la gente como nuestra protagonista suele ser bastante negativa, sabe que es imposible ser plenamente feliz en la vida y que cuando mejor estás, el destino te da una hostia que hace que tengas que empezar peor de lo que empezaste.

El ocaso de Marieta empezó con una de sus salidas a la montaña con su moto, quería a su novio, pero de vez en cuando necesitaba salir con su moto para sentirse más auténtica si cabe. Salir por la sierra era digamos la concesión que tuvo que hacer Félix a cambio de no comerle su almejita. Su moto es como montar a un caballo castrado con fuerza pero fiable. Sabe que no le va hacer ningún feo, de todas maneras está fabricada para disfrutar, no para llevarla al máximo, si hubiese querido, se hubiese comprado una deportiva pero esta fue amor a primera vista. Estaba absorta en lo suyo, pensando en el polvo que iba a echarle a su novio esa tarde después de comer, quizá podían hacer una pequeña orgía con Tina y Paka, o quizá podía tenerlo para ella sola. Su lascivia se interrumpió cuando vio que delante de ella, alguien pedía auxilio desde un lateral de la carretera.

Cuando una es buena persona, no puede hacer más que parar y ver cómo puede ayudar a la gente. Eso es lo ella que hace, parar su moto y preguntar en qué puede ayudar. La señora le dice que iban paseando y que su marido se has desvanecido. Marieta se quita el casco para poder ver mejor si el hombre respira, acto seguido lo que nota es un golpetazo en la sien y cae desmayada.

Se despierta en lo que parece ser un cajón, con sus agujeros para respirar, el traqueteo y el ruido sabe que va en un camión pero no sabe cuánto tiempo lleva allí, se tiene que hacer sus necesidades encima, está amordazada y tienen las extremidades encadenadas. Está asustada, tanto que su corazón le late a mil. El tiempo a oscuras y el sitio cerrado hediendo y revuelta en sus propia inmundicia, le hace estar peor si cabe, le pasa por la cabeza de todo desde la trata de blancas, pasando por tráfico de órganos, o peor una snuff movie. Esa es una experiencia que a ella le hace llorar amargamente, le vienen a la cabeza sus padres, sus amigos, está realmente jodida, reza todo lo que sabe, le pide a Dios que la ayude, aunque sabe que no va a ser así, intenta zafarse, pero lo único que consigue es lastimarse más si cabe. Con el tiempo en una nueva parada escucha a alguien rociando algo por uno de los agujeros de la caja, al cabo de un rato nota como su mente la abandona y se deja llevar por un letargo del que no saldrá hasta llegar a su destino.

Lo peor está todavía por llegar, cuando se despierta está atada a una cama de hospital, se nota rara, llora de rabia al notar como le han extirpado todos los dientes y no nota pelo en su cabeza, además siente como un hormigueo por debajo de su tripa, siendo una pista más de que han estado hurgando en su vagina, se ve una vía por la que se alimenta y nota una sonda saliendo de su uretra. Está desesperada y llora de puro dolor, grita, pide ayuda, pero nadie aparece hasta que no pasa un rato. Al abrirse la puerta aparece una mujer como ella con el pelo rapado y vestida con una especie de hábito de color pardo, no habla, sólo se limita en cambiar una botella del gotero en el que está asida y revisa los puntos de una cicatriz en su vagina, ella le pregunta donde está pero la mujer no le dirige ni una mirada. Lo que inyecta en el suero es un opiáceo que la vuelve a sumergir en un sueño que hace que tenga más pesadillas y le alteran más. Entra en un sueño lisérgico que le hace tener pesadillas duras, donde las es sometida contra su voluntad por gente vestida de blanco y con caretas blancas que parecen más bien androides. Aunque se resiste con todas sus fuerzas es imposible zafarse de ellos son muchos, la violan sin parar en lo que parecen ser horas, al final todo acaba como un bukake donde los asaltantes la cubren de esperma y de obligan a bebérselo.

Marieta se despierta gritando, se ve desnuda en la cama atada de pies y manos, nota un dolor intenso en la cara y como una especie de vendaje no le deja ver lo que ocurre. Grita tanto que se queda afónica. Al cabo de un buen rato alguien entra en la habitación y le retira los vendajes menos el de los ojos, escucha una voz masculina diciendo que todo va bien. No recuerda más porque volvió a sumergirse en un sueño en el que esta vez no veía nada se notaba carente de sentidos, como si estuviera suspendida, se sentía bien, pero sólo durante un rato, al cabo de un tiempo su cuerpo se tensó, como si de la vieja tortura del potro se tratara, quería gritar, pero una mordaza en la boca se lo evitaba. Su respiración se aceleraba pero sólo conseguía que se ahogara más por culpa de la dificultad que tenía para respirar. Entonces notó cómo algo le aprisionaba los pezones, fustazos en su pubis, en las plantas de los pies hasta que cayó desmayada por culpa de la ausencia de aire,

Se despertó de repente, estaba en una cama de hospital en una habitación con tal blancor que le hacía daño a la vista. Trató de incorporarse, pero se desmayó, poco a poco la sangre empezó a llegarle a la cabeza, se levantó aturdida, notó un picor en la cabeza y ser la rascó, no le molestó la ausencia de pelo, era como una autómata extrañada de estar ahí, cuando se vio en el espejo, simplemente no se reconoció, estaba delante de una extraña. En la imagen del espejo había una mujer con la cabeza rapada y sin dientes a la que nunca antes había visto. Trató de recordar qué le había pasado, pero no sabía nada, no recordaba ni su nombre ni cómo había llegado hasta allí. Estaba asustada, su corazón palpitaba, pero no sabía el porqué estaba tan aterrorizada, su instinto le quería decir algo pero ella no sabía leer a su instinto.  Entonces se abrió la puerta y una mujer sin pelo ya mayor y vestida con una especie de túnica en color marrón claro portando una bandeja a algo parecido a un puré, lo dejó en la mesa y salió de la estancia sin decir nada. Ella se sentó en la mesa, pero no había ningún cubierto, por alguna razón a la que se le escapaba, era incapaz de comer. No probó bocado, su estómago rugía preso del hambre, pero no probaba bocado hasta que escuchó tres toques de bocina, entonces como liberada de una especie de cadena invisible, Marieta comenzó a comer ese puré que le habían puesto, le hubiese gustado masticar algo pero al no tener dientes era algo impensable. Al cabo de diez minutos se escuchó una frase rara, ella guiada por alguna fuerza invisible, se puso a cuatro patas y ofreció su ano abriéndose bien las cachas de lo que le quedaba de su bonito culo. Estuvo así no sabe cuánto tiempo, pero fue bastante. Entonces sonó un sonido muy raro de un instrumento musical raro, cuando sonó esa melodía, notaba como el cuerpo se le incendiaba, mientras tenía un orgasmo tan intenso que la dejó temblando.

Salieron dos hombres de la habitación contigua, con cara de satisfacción uno de ellos decía:

–        Nunca imaginé que con su cóctel de narcóticos pudiera conseguir semejantes resultados…

–        El estudio de la mente es algo maravilloso, yo llevo haciéndolo durante más de cinco lustros y cada vez me asombro más de lo que descubro…Como puede ver, la individua está sometida totalmente a una terapia conductista, ahora mismo sólo responde a una serie de estímulos, es proceso muy largo y muy costoso, en esta en concreto hemos tardado algo más por tratarse de un favor hecho a un amigo de la organización, su umbral del dolor era demasiado alto, su grado de sumisión era una especie de cobertura para tapar algo más, una especie de complejo de Electra que hace su estudio más complejo si cabe. Al final podía haber salido por una ultra violenta versión femenina del Alex de la naranja mecánica, o lo que ha salido que es una Heidi sumisa – Decía el más alto de los dos.— Además del lavado de cerebro, le hemos quitado los dientes, por razones obvias, se le ha hecho una reducción de labios vaginales, le hemos puesto implantes mamarios y por supuesto, le hemos hecho una ligadura de trompas para evitar problemas.

–        ¿ De veras aguanta bien el dolor?.

–        Sí, es un caso curioso, casi se me cae la mano de tanto darle de hostias con la fusta y ella a penas se retorcía.

–        ¿Puedo?...

–        Comprenderá que no puedo dejarle que se me dañe la mercancía, con moretones me pagan bastante menos…bueno que me dice:  ¿hay o no hay trato?

–        Es más vieja de lo que yo estaba buscando, pero por otro lado, usted está tan recomendado que puedo fiarme.

–        Es vieja de edad, pero por el estado de sus genitales he de decir que no han sido muy usados están muy por debajo de la media de otras más jóvenes. Además está bien domada gracias a mi terapia lisérgico-conductual. Tener una esclava con tal nivel de adiestramiento lleva años de duro trabajo, ahora la podrá amoldar a sus gustos, es la parte dura y tediosa la que quitamos.

–        Entiendo….pues no se hable más, ¿cómo le hago llegar el dinero?.

–        Es muy sencillo, nosotros le haremos la entrega en dos semanas, ahora exigimos una fianza de cien mil, para la entrega será el resto. Sé que no es barato pero está bien empleada, tengo un ratio del 100% en cuanto a efectividad y obediencia ciega. Hago en un año lo que otros tardan más de cinco y no dejo marcas que afeen…sólo las propias del borrado de huellas dactilares. El reseteado de la memoria es completo aunque en un momento quisiera escapar, no sabría ir a ningún sitio, no recordaría nada de su pasado, tendría que ser algo muy metido dentro de su cabeza para poder salir del estado de olvido en el que se encuentra.

–        Bueno, póngale una dentadura perfecta cueste lo que cueste…y otra cosa, ¿lo del pelo es reversible?..

–        Claro, sólo le afeitamos la cabeza, lo del pubis no es definitiva pero puede serlo si lo desea. Ahora, si quiere podemos pasar a mi despacho y proceder con el papeleo de entrega, con el precio tendrá una semana de entrenamiento gratuito impartido por mí, para que pueda sacarle el máximo partido a su nuevo juguete. Una última cosa, se llama Marieta, pero si quiere le puedo incrustar el nombre que desee.

Marieta escuchaba la conversación ajena a todo, no le molestaba nada y su mente no luchaba por salir del estado en el que se encontraba, entre otros motivos por lo placentera que encontraba su vida ahora mismo, no entendía nada, no sabía quién era ni de dónde venía sólo sabía que debía portarse bien y hacer lo que su amo dijera en todo momento. Se había convertido en una especie de humanoide controlada por una inteligencia superior que le decía que hacer en todo momento. Lo peor de todo es que todo aquello que debería aterrorizarla, le reconfortaba de sobremanera. El cabrón del médico había hecho bien su trabajo, con la anulación de su libre albedrío, había que añadirle un añadido que era la nula constancia del paso del tiempo.

Cuando Marieta volvió a despertar, lo hizo en una habitación distinta no era tan blanca, pese a que no había ventanas, si notaba que había una ventilación constante que evitaba el olor a cerrado. Estaba muy limpia se notaba algo más grande y agradable. Sin ningún lujo pero estaba bien, la cama era grande y había un armario donde se encontraban tres vestidos sin ninguna gracia, una chaqueta de punto y ropa interior de color blanco y de algodón. Había un cuarto de baño pequeño con una ducha un inodoro y un lavabo todo de loza blanca. Se sentó en la cama y se quedó mirando a la puerta que había sin ningún picaporte, sin pensar en nada y fijando la vista, podía estar así por horas y no necesitar más entretenimiento, pero no fue el caso.

A los diez minutos de estar embobada, se abrió la puerta y ella por algún acto reflejo incomprensible se puso de rodillas y con la mirada hacia abajo. Entraron dos personas, a una de ellas la recordaba de haberla visto con anterioridad, la otra era una especie de monstruosidad, enorme lleno de pelo y olía fatal.

–        Hijo este es tu nuevo juguete, espero que te dure un poco más que el último, no tengo ganas de volver a tener que trocear y alimentar cerdos.

–        Gracias Papá, a esta la cuidaré mejor, te lo prometo.

–        Te dejo solo con ella, acuérdate que responde a una serie de impulsos adquiridos, las órdenes han de ser tajantes y precisas.

–        Padre soy un genio, aunque no lo parezca, te recuerdo que el dinero sale de mis patentes.

–        Si, y por culpa de tus patentes te encuentras así que te pareces más a King Kong que a un científico.

–        ¿Te ha costado muy cara Papá?

–        No, no es una jovencita y el buen doctor quería quitársela del medio porque le había hecho un favor a un amigo de un amigo que le tenía una inquina especial a la muchacha…ahora puedes follarla sin miedo, he visto su aguante y es bastante alto.

El padre se largó por la puerta y la bestia se bajó los pantalones sacándose una polla que debía de medir como el antebrazo de Marieta. Y de gorda mejor no hablar, le colgaban dos pelotas grandes como bolas de tenis, prácticamente tenía vello corporal por todo el cuerpo, parecía un gorila más que un hombre. Con unos ojos que daban miedo, inyectados en sangre, por la lujuria que le transmitía el momento el humanoide se limitó a decir — Chupa. —La pobre chica se afanó como meramente pudo, su mente le obligaba a realizar algo que no le apetecía lo más mínimo, pero su cuerpo no le obedecía, parecía como si los hubieran dos personas en una. Era algo asqueroso no por el pelo, sino más bien por el olor, olía mal pero ese olor hacía que su coño estuviera bien encharcado, quizá por las hormonas o quizá por la enseñanza conductual a la que había sido sometida, sabe Dios durante cuánto tiempo. Luego la colocó a cuatro y la empaló durante tanto tiempo que tuvo que lubricarse la polla media docena de veces. Lo odiaba, era sucio y mal oliente, pero era peor con el misionero, al menos a lo perrito no tenía que verle la cara ni olerle siquiera. Generalmente era con el “gorila” con el que tenía que follar, alguna noche venía el anciano y la follaba aunque no más de media hora, luego el hombre se vestía y salía sin decir más. Al principio todo iba relativamente bien, además podía librarse del suplicio de ser follada por el mono durante algunas horas, porque la verdad es que el tío la reventaba cuando le venía en gana, hasta que descubrió otra faceta de él.

Como nuestro lector es inteligente, sabe ya que el velludo amante de Marieta debía de ser una especie de genio, de hecho lo era en química y vivía muy bien gracias a unas cuantas patentes. Que le habían proporcionado una pasta. De joven era pequeño y acomplejado por dos cosas, una era el tamaño de su polla, la otra, es que quedó calvo con veinte años. Nadie sabe bien lo que hizo, pero el genio consiguió superar sus problemas al principio, su polla fue incrementada químicamente, así como los problemas de alopecia. Pero como dijo Newton, toda acción lleva aparejada una reacción, en su caso fue una vellosidad excesiva por todo el cuerpo y una agresividad llevada al extremo que sólo controla cuando folla, pero cuanto más folla, más se relaja pero se vuelve más agresivo follando. Al principio podía hacerlo con prostitutas, pero ni las más yonkis quisieron yacer con él a pesar de lo que pagaba. Por ello empezaron a comprar esclavas cada vez más sumisas y más caras, el problema era que al cabo de un año estaban tan destrozadas que muchas de ellas debían ser “sacrificadas” para evitarles más sufrimiento. Cuando esto ocurría el viejo las descuartizaba y se las daba a comer a los cerdos que criaban en una explotación de su propiedad. El experimento de esta vez consistía en buscar a alguien con el umbral de dolor demasiado alto y alternarlo con alguna esclava para para que se pudiera recuperar físicamente de sus heridas. Ahí es donde entra nuestra protagonista, como había demostrado anteriormente, su resistencia al dolor era tan alta que hacía sospechar de si tenía o no terminaciones nerviosas en su cuerpo.

Por su parte, Marieta, seguía la vida como si nada, las relaciones salvajes con el monstruo de su amo, no le condicionaban en absoluto, a veces era algo más normal y otras simplemente se pasaba de tueste y veía como de la noche a la mañana su cuerpo estaba cubierto de moratones y arañazos sin que no sintiera la más mínima molestia. Tal era su resistencia que era el propio animal el que se daba los días de descanso. No es menos cierto que había días mejores y peores. Unos días se limitaba a tumbarse y el bombeaba por el agujero que había elegido ese día, otros, estaba desatado y la reventaba a base de puñetazos, arañazos o simplemente le destrozaba el ano al follársela sin lubricar. No sabía cuánto tiempo llevaba así, pero el paso este era algo que francamente le importaba poco. Descubrió que una rutina de ejercicios le hacía sentir bien, no sabía el motivo pero sentía que era algo que había hecho anteriormente. Su preocupación por su cuerpo alagó a la bestia, por lo que la trasladó a una habitación más grande donde le había hecho instalar un par de máquinas de pesas y una cinta para que corriera, haciendo que su cuerpo se volviera muy musculoso, algo que excitaba más al amo.

Al ser su dueño un científico, le pudo la curiosidad por encontrar el umbral del dolor de Marieta. A sus sesiones se le añadían azotes, arañazos, puñetazos y algún que otro garrotazo, pero ella nunca daba su brazo a torcer y no gritaba ni se quejaba. Otro día, le puso un hierro candente en las plantas de los pies, pero ni por esas. De hecho llegó a construir una réplica del potro de tortura de la inquisición, pero cuando vio que le iba a sacar los brazo y las piernas de cuajo, desistió y el fracaso le enfurecía cada vez más, le llegó a despellejar varias tiras de en la espalda. Marieta no se quejaba, no lloraba, nada…y le enfureció de tal manera que la arrastró de los brazos hasta una especie de taller, allí arrancó la moto que tenía sobre un banco de rodillos, fijó una velocidad  de giro. Cuando el primate le acercó la cara a la rueda girando, pudo ver una inscripción en la moto que decía “Sanglas”. Marieta lloró.

En un gesto de victoria el mono folló a la pobre por todos los agujeros posibles, golpeándola, mordiéndola, mientras ella lloraba en silencio, porque  empezaba a recordar y le venían a la cabeza cosas sobre ella. Por fin sabía cómo se llamaba, de dónde era, a qué se dedicaba, conocimiento que estaba allí y que nunca se había ido, simplemente había salido del estado semi-catatónico en el que se encontraba. Sabía que el monstruo le hacía daño, pero no entendía el motivo por el que no lo sentía y aunque lo sintiera hubiese sido mínimo en comparación con las, y el olor era tan desagradable que le provocó arcadas. Se sentía en la peor de sus pesadillas, tan realista tan duro, su cabeza volaba a la época en la que se iba con su padre en una moto idéntica, y Marieta volvió a llorar por el mismo motivo, que no era otro que acordarse de su querido padre. El cerdo se corrió llenándola de su pringue todo el cuerpo. Luego ella se dirigió a su cuarto como lo había estado haciendo hasta hacía bien poco. Se lavó a conciencia frotando todo su ser, se vistió con una especie de vestido de algodón más propio de una cárcel de Dickens y se miró en trozo de chapa que hacía de espejo, su cuerpo estaba lleno de cicatrices y moratones fruto de las ciencia empírica del mono, había marchas de hierros incandescentes, cortes, despellejamiento quemaduras, rozaduras y todo aquello que nuestro lector es capaz de imaginar. Había más zonas dañadas que sanas, su cara era un poema, curiosamente sus dientes no estaban rotos. Su pelo estaba rapado al cero de una manera grotesca por lo que pudo intuir que debía hacerlo ella misma durante su cautiverio. Pero estaba bien alimentada y bien ejercitada a tenor de su tono muscular.

Sus captores no debieron pensar en ella como una amenaza porque pudo ver que no se molestaron en cerrar su habitación con llave. Así que una vez vestida, salió a inspeccionar. La casa era más bien una pesadilla estilo 2001, porque la verdad tanto blanco y el diseño futurista de sus muebles, la hacían parecer muy anticuada o excesivamente hortera. Estaba en un sótano, no había ventanas ni nada que delatara su ubicación. Había más habitaciones pero estaban vacías algunas tenían muebles igual de espartanos y escuetos que los de ella. Encontró otra puerta cerrada con un pulsador de emergencia, la abrió sin problemas y se dio de bruces con la moto que le había hecho llorar. Efectivamente era una vieja Sanglas 500 de color negro, la moto más bonita que se fabricaba en la España de finales de los setenta, remataban el garaje algunas joyas como una Bimota, dos MV Augusta, una Benelli y una Guzzi MGX 21, un modelo que enamoró a nuestra chica. El taller, estaba tan pulcro que se podría operar a la gente en él. Todo en su sitio no había manchas. Las herramientas estaban colocadas y había un montacargas por el que se accedía a un piso superior.

Agarró un desmontable y se subió en el montacargas, con la idea de seguir con su exploración, nada más salir, se encontró un garaje lleno de todo tipo de automóviles, desde un sencillo dacia hasta un lujoso Hispano Suiza T56 torpedo de los años treinta, un Bugatti tipo 57 de los años treinta, un Talbot Lago y un Duesemberg j, lo más moderno era un Pegaso 102z. Todo en ese  garaje hacía suponer que la casa era habitada por un amante del motor multimillonario y muy mañoso a juzgar por el trabajo que había realizado con las motos. Al salir del garaje, se dio de bruces  con algo que no había visto en mucho tiempo, la luz del sol.

La luz solar es perjudicial si se toma en exceso, pero no lo es menos si no se toma, Marieta notaba cómo una especie de bienestar recorría su cuerpo al ser bañado por el sol. Por el ventanal enorme se distinguía una ventana enorme que daba a un jardín precioso rematado por una piscina en la que podía ver al enorme mono haciendo largos en ella. Nada más verlo en la piscina se dio cuenta de lo bestia que era. A pesar de las ganas que le tenía, no tendría una oportunidad con él si se enfrentaba cuerpo a cuerpo, necesitaba ser más lista y reconocer el terreno por el que se movía. En la planta en la que se encontraba, había un salón enorme todo ello rematado con ventanales que bañaban la estancia con iluminación natural. El salón tenía una televisión enorme un mini bar con todo tipo de bebidas y una mesa de comedor de cristal y sillas de cuero. Los sofás de cuero negro y una mesa de café, también rematada en cristal. Los suelos eran de madera seguramente algún tipo carísimo. Siguió con sus investigaciones, le llamó la atención que todo estuviera tan limpio, no había ni pelos ni dada por el estilo por ahí tirado, como pudiera imaginar.

Procuró evitar la cocina cuando escuchó voces en ella, pero pudo observar que habían dos mujeres de mediana edad cocinando. Siguió la incursión por la casa, en la parte de arriba se encontraban la mega suite del dueño, con todo tipo de caprichos, sauna, jacuzzi al aire libre, gimnasio, solárium, las vistas de la casa a un viñedo inmenso, siguió observando todo lo que había, nada reseñable. Marieta entró en pánico cuando salió por la puerta de la habitación y se dio de bruces con una de las señoras de la limpieza. Que le hizo una señal de silencio y le invitó a que le siguiera. Por una escalera angosta destinada al servicio, la llevó hasta la puerta del garaje. Al bajar otra vez a su habitación, pudo respirar con tranquilidad.

Estaba decidida a escapar, pero primero debía trazar un plan que le permitiera salir de allí de manera definitiva y que no le siguieran. Para ello, debía saber si se encontraba en España o no, desde luego el hombre viejo y el mono hablaban en español sin acentos extraños por lo que serían más bien castellanos, pero las señoras de la limpieza parecían asiáticas, no lo sabía a ciencia cierta. Los viñedos, no significaba nada, los había en Sudáfrica, Chile, Argentina, Francia, Alemania, Rumanía, etc…por lo que no significaba que estaba en España y si estaba en el extranjero iba a tener problemas para saber cómo cruzar las fronteras. Otra cosa era que tenía que curar las heridas, ponerse fuerte, coger pasta y conseguir un modo de transporte. Pero sobre todo saber quién le había hecho esto, sabía que la bola de pelo, no era más que el cliente final. Con rabia, sacó el colchón de la cama y empezó a golpear tal y cómo le había enseñado Paka, combinando piernas, rodillas, puños y codos. La saña con la que pega hace que sus nudillos se queden despellejados, se imagina a la cosa y busca dónde puede hacerle más daño. Combina sus golpes con gimnasia.

Durante al menos tres semanas siguientes se dejó vejar por parte de su captor, procuraba complacerle, además ya había logrado hacerle llorar y había dejado de tener interés en hacerle daño. En su entrenamiento, optó por amagar y golpear cuándo fuera preciso, a saber lo que le pasaría si el bicho le pillaba bacineando. Por eso se fijó un único objetivo, estar fuerte para poder escapar, cada vez soportaba menos la dieta a la que le sometían sus captores a base de quinoa, fruta, legumbres sólo cocidas, pescado y carne. Pero tampoco era cuestión de joderlo todo por comerse un helado, ya se hincharía cuando se pudiera.

Todo se precipitó la noche en la que el peludo apareció más cabreado que un mono (valga la redundancia). Marieta estaba durmiendo cuando él entró en la habitación aporreándolo, con la peor rabieta que había visto desde que tenía uso de razón. Agarrándola de la pierna la tiró al suelo, se puso sobre ella, de manera que se sacó la polla y empezó a mearle encima. Marieta, se dijo a sí misma «Ahora o nunca». Se desplazó poco ayudada por sus pies y sus codos, mientras la bestia seguía meándola, hasta que estimó que estaba bien colocada para una patada desde abajo sobre el escroto de la bestia. La patada le dio el tiempo necesario para incorporarse y darle un codazo en la garganta, para darle una última patada en la cara mientras se desplomaba en el suelo sin conocimiento. Ella corrió hasta el taller donde había preparado, desde hacía ya unos días, la cinta americana y una cinta de amarre hecha de nylon. Con la primera ató de pies y manos a la bestia y con la otra, movió la bestia hasta el radiador y lo amarró hasta que escuchó como le crujía una costilla.

Con mucha calma, Marieta se duchó y así sin taparse accedió por el pasadizo del otro día a la zona noble. No había nadie, síntoma de que las señoras del otro día sólo estaban durante el día. Ya sin miedo a ser descubierta, se permitió el lujo de hacer una incursión en toda regla por toda casa. Llegó a la suite de la bestia, al igual que el otro día no halló nada del otro mundo, había ropa de hacía tiempo y que dudosamente le podía venir a la bestia, eligió un pantalón vaquero y una camiseta blanca, nunca antes le había importado tanto buscar algo de ropa interior, un pálpito la llevó a la zona dedicada a las chicas de servicio, a lo mejor había suerte. Bingo unas bragas enormes y de algodón blanco estaban perfectamente limpias y dobladas en la taquilla de las señoras de la limpieza. Se las puso volviendo a tener una sensación de empezar a ser una persona. Buscó entre los armarios de la cocina y encontró una tableta de chocolate que trató como si hubiese encontrado un tesoro. Comiéndola a bocados, terminó dejó la ropa doblada sobre una silla y después de una inspección de la casa más a fondo, llegó a una conclusión: Marieta no sabía dónde estaba. Todavía desnuda decidió bajar y preguntar a la fuente.

El mono estaba despierto cuando ella bajó, todavía desnuda a la estancia. Se sentó delante de él y le quitó la mordaza que había hecho con cinta americana, ella esperó pacientemente a que terminara los segundos de improperios y amenazas. Mientras terminaba su jugosa tableta de chocolate. Entonces se levantó y le dijo:

–        Bueno, voy a ser muy franca, quiero irme, pero para ello necesito saber un par de cosas…que me digas dónde estoy y cómo he llegado.

–        ¡Vete a la mierda!

–        Mala elección…te dejaré un par de minutos mientras lo piensas, creo que no estoy siendo muy convincente. —Dijo Marieta mientras salía de la habitación para buscar herramientas para convencer al bicho y daba la casualidad que había unas pocas en el taller, pero decidió hacer algo más en la cocina fundió unas velones que encontró en el comedor. Bajó a la sala con un cazo de cera hirviendo y sin más aviso lo echó por encima del pecho y los huevos de la bestia, mientras sin inmutarse le dijo — sé que no me tomas en serio, pero esto duele, pero más te va a doler cuando te lo quit….—¡ZAASSS! Marieta de un tirón seco y sin avisar había sacado la cera vertida en el cuerpo del peludo….—¿Duele? —Dijo ella con una media sonrisa en la cara.

–        ¡Jódete, puta!, ¡no pienso decirte una mierda!...—Le dijo el mono con una respiración cortada.

–        No lo entiendes verdad, a mí me han jodido pero bien, no tengo nada que perder, si eres un buen monito, te dejo y punto, no eres más que un peón de la historia. Si te pones en plan chulito como ahora puedo hacerte mucho daño, llevo acumulando la mala hostia durante demasiado tiempo. Lo de la cera es por pura gracia,—dijo mientras sin avisar, le dio un martillazo en la rodilla con toda su fuerzas. —Sé que duele, sé que tú has estado buscando mi umbral del dolor y por ello desperté de mi estado zombi, no sé ni dónde, ni cuándo y ni mucho menos cómo he aparecido por aquí. Por las marcas de mi cuerpo te lo has debido pasar de puta madre conmigo…empieza a hab…—Plas…no había terminado de hablar cuando Marieta ya le había dado un leñazo con el martillo en la otra rodilla y esta vez si que había crujido de verdad…

–        ¡Está bien, está bien pero no me pegues más! por favor…—Decía el monstruo llorando. — Mi nombre es Héctor Gonzaga, soy ingeniero químico, durante muchos años me he dedicado a crear compuestos ilegales para todo el mundo, drogas sintéticas, sueros de la verdad, te juro que es verdad….hace unos años un proveedor de esclavas me pidió un inhibidor de voluntad, el resultado fue tal y como se esperaba, en vez de domar durante años tienes una esclava en cuestión de meses. Después de unos años acudí a él a comprarme una y así tener el sexo que quisiera sin más.

–        Eso está muy bien…pero no me responde a casi nada…quiero saber más…— ¡Boom! Dijo ella al tiempo que le arreaba un martillazo en la tibia que debió romper algo.

–        Tu dosier está en mi despacho en la caja fuerte que se oculta tras los paneles de madera junto al cuarto de baño…te lo juro…no me hagas más daño….

–        Sabes que tienes un taladro y lo que podría hacer con él…dame la clave de la caja y dime dónde está la llave. —Dijo ella mientras le estampaba otro martillazo en la mano.

–        Está en la mesilla de noche en un falso fondo que hay en el primer cajón.

–        Sabes que si me mientes estás jodido, ahora dime, ¿dónde estamos?...y en qué fecha.

–        Estás en la República de Georgia, en el valle de Alazani, es de los pocos sitios donde un tío con mis pintas y con dinero puede más o menos vivir. Aunque no salgo mucho, sniff— Decía Héctor sorbiéndose los mocos. — Hoy es día diez de octubre del año dos mil diecisiete.

–        ¿Qué año?...

–        Dos mil diecisiete…

–        ¡Noooo!, ¿me dices que llevo aquí casi cuatro años?.— Grita Marieta, con rabia y desesperación.

–        Aquí llevas tres, antes estuviste donde te recogimos mi padre y yo. Mi padre vivía aquí hasta que murió hace medio año.

–        ¿Por qué tienes esta pinta de mono?...

–        No soy un mono…

–        ¡Hueles como ellos, follas como ellos y te comportas como ellos!…¡Eres un puto mono! — Gritó Marieta mientras le daba una patada tras otra en la cara hasta que le saltó un par de dientes y el primate volvió a perder el sentido. —Momento que ella aprovechó para ir a buscar algo de comida, encontró una par de refrescos, en el congelador helado y jamón en el frigorífico. Se dio una comilona refregando su coño en ese sofá tan caro que había en el salón. Una vez se dio el festín, bajó al taller a encontrar algo más que ayudara con su tortura y allí lo encontró…un soplete. Nunca antes había usado uno, pero la verdad tampoco debía de ser tan difícil, sería más bien como abrir un fogón en una concina de butano de toda la vida. Volvió a su habitación y se colocó encima del mono y le meó encima para que este volviera en sí lo antes posible.

–        Ahora quiero me digas la verdad, ¿dónde guardas el dinero y las cosas de valor?...

–        Aquí no tengo mucho, normalmente lo guardo en una caja de seguridad en el banco de Tiflis.

–        Y yo me lo creo….díme donde guardas la pasta, te vas arrepentir si no me lo dices…

–        Es verdad, aquí sólo tengo un par de millones para mis caprichos, lo demás está repartido por ahí y en una caja de seguridad.

–        ¡Un millón!... ¿pero cuánta pasta tienes Amedio?...

–        Mucha, como te he dicho hago de todo y vendo mis fórmulas, da igual que sean cárteles de droga que fertilizantes o como en tu caso…anuladores de la consciencia…

–        Y si eres tan listo cómo coño vas así como si de un mono se tratara…

–        Bueno, yo era mentalmente brillante, pero físicamente un desastre. Estaba gordo, con granos. Mi mente me daba el dinero pero las tías sólo me querían por la pasta, llega un momento en el que tú quieres al bombón pero también quieres una compañera, era muy feo y repulsivo, de hecho mi olor corporal sigue siendo el mismo. Una noche viendo la película “El profesor Chiflado”, se me encendió una bombilla, si conseguía una pastilla que a los gordos como yo nos pusiera atractivos, sería mucho más rico de lo que ya era. Poco a poco fui terminando los encargos y me retiré de mis negocios sucios, ya había ganado suficiente para vivir a todo trapo durante diez vidas. Investigué incansablemente durante un par de años hasta que di con lo que debía ser una fórmula infalible que alterara la secreción de testosterona. Los datos al principio eran impresionantes, pero quise correr más, sólo quería fuera una toma, la cosa se fue de madre y acabé así como si fuera la bestia de la patrulla X.

–        Bueno, pues vas a ser un buen monito y me vas a decir donde guardas todo…y cómo desactivar las alarmas.

–        No hay sistema…te lo juro.

–        Claro y yo me lo creo— Decía Marieta, mientras sacaba el soplete que había encontrado y lo encendía. – No me mientas…no estás en disposición de mentirme o te depilaré como a los gorrinos. –Amenazó mientras acercó la llama a las piernas….Héctor gritó como un animal por el dolor. Un olor asqueroso inundó la habitación, pero Marieta no estaba dispuesta a ceder. Y una vez más acercó el soplete a la otra pierna…mientras él gritaba y lloraba como una nena. Marieta volvió a preguntar. –¿Dónde están las alarmas?...

–        Hay que acceder a un teclado que está justo detrás del espejo del cuarto de baño, teclea la secuencia ÑASpt784z79. Entonces podrás abrir la caja fuerte, la combinación es cuatro vueltas a la derecha y ochenta y cuatro, tres a la izquierda  diecisiete, dos a la derecha y ocho. Prueba y verás que no te miento…

–        No me lo creo, – Dijo Marieta accionando otra vez el soplete, y esta vez pasándolo cerca de las  pelotas…

–        Te lo juro…por favor. No me hagas daño.

–        Otra cosa, ¿Tienes tranquilizantes?…necesito descansar.

Marieta salió de la habitación, estaba alterada y excitada por lo que estaba haciendo, con los datos que le había dado, efectivamente pudo abrir la caja y encontró unos fajos de billetes nuevecitos de quinientos, cien y cincuenta euros y varias joyas. Al coger el primer fajo de billetes de cincuenta hizo algo que instintivamente hacía siempre, comprobó la rugosidad de una parte determinada. El billete era falso, probó todos y cada uno de ellos con el mismo resultado. No podía creerlo el idiota del mono había estado a punto de engañarle. Con muy mala leche, Marieta bajó al sótano y sin mediar palabra le metió una hostia con un cucharón de sopa en toda la boca que hizo que su rehén perdiera una vez más el conocimiento, poniendo al bicho sobre una silla con ruedas, lo llevó hasta al taller donde lo ató a un elevador de tijera con alambre. Acto seguido lo elevó de manera que estaba de pie y despertó a la bestia.

–        ¡Monito, despierta!....¡Vamos monito!...– Mientras le pateaba le daba palmaditas en el culo.

–        ¿Qué me vas hacer? – Dijo su prisionero mientras se intentaba girar sobre sí…–¡Te lo he dado todo!..

–        No me lo has dado, me has querido engañar y sólo por eso, te voy hacer una pequeña demostración de mi nuevo poder. –Sin mediar aviso, Marieta hizo una pasada de soplete sobre la espalda de su cautivo mientras el lloraba y moqueaba pidiendo perdón. – Esto es sólo el principio… ¿Duele?...pues creo que nada comparado a cuando te alcance zonas digamos que sensibles. –Sin mediar más conversación, Marieta le quemó una oreja. – ¡Esto me duele más que a ti!...Dame lo que quiero, no lo quiero todo, sólo lo que creo que me pertenece… ¡Dime donde está la pasta!...– Chilló Marieta, mientras le taladró una rodilla al mono.

–        ¡Te lo digo!…¡Pero, pero no sigas,  por favor…no sigas! ¡Diosss!...– Marieta había seguido echándole sal en toda la herida. – Sube al gimnasio, en el cuadro de luces encontrarás una palanca que pone activación jacuzzi, enciende y apaga seis veces…entonces se levantará una plataforma hidráulica que girará la sauna…allí está la caja del dinero, la tienes que abrir con una lectura de mi iris y una nota de voz junto a la palma de mi mano. Dentro está lo que quieres…

Marieta, realizó una simple estrangulación sanguínea que hizo que la bestia volviera a perder el sentido al no llegarle sangre al cerebro. Algo sencillo y rápido que había aprendido de sus prácticas con Paka. Al desatarlo cayó a plomo sobre la silla con la que lo había trasladado al taller. Lo ató con alambre y cinta americana. Con cuidado, como pudo hasta el gimnasio, fue un trabajo duro, porque se encontraba fuera de la casa y no era un camino de rosas. El mono tampoco fue de mucha ayuda aunque la verdad el pobre estaba para poquitas alegrías. Una vez dentro encontró la caja de luces que accionó seis veces hasta que la sauna giró sobre sí misma y mostrar el panel que el mono le había dicho. Con un sencillo “procede, por favor”. Héctor, que no debemos olvidar que así se llamaba el peludo, acercó su ojo al lector de iris, puso la mano sobre el panel y dijo la palabra “Salvany” (N.A. buscar el nombre del médico español y os sorprenderéis). Un ruido metálico y giró la manecilla para encontrar el gran tesoro que había dentro.

Una bolsa con diamantes de 6 quilates, fajos de billetes de quinientos euros que posteriormente sumaron cinco millones de euros. Bonos al portador, por valor de más de cinco millones de dólares y lo que más le gustó una agenda curiosa donde encontró todas las claves para acceder a las cuentas ocultas en paraísos fiscales con las cantidades en ellas, sumando más de cien millones, siguió indagando y se llevó una sorpresa mayúscula cuando encontró un pasaporte venezolano a nombre de Patricia Pardal, levantando las cejas preguntó – ¿y esto?, a lo que el hombre respondió – Me gusta viajar con mis “cosas”.

Entonces Marieta apuntaló la puerta con unas mancuernas, dándole unas palmaditas en la espalda y sin mediar palabra, le clavó un cuchillo en la yugular, y esperó pacientemente a que se muriera. Dicen que es difícil, pero Marieta encontró lo encontró sumamente fácil después de lo cabrón que había sido. Encontró varias bolsas de viaje donde metió el tesoro, se duchó y se quitó todos los restos de ropa, se terminó el helado de la cocina y se cocinó un buen filete de ternera. Se vistió, agarró el coche más discreto que había, que era un viejo pero fiable Lada Niva. Se quedó con las ganas de llevarse la Guzzi, pero llamaría demasiado la atención. Hacía años que no cogía un coche, pero no se le había olvidado. Intentaría llegar a Tiflis como fuera, el depósito estaba lleno, una vez cargado el vehículo, arrastró al muerto hasta uno de los coches y uno a uno les prendió fuego, no sin antes haber dejado abierto el gas en la cocina. Un error que casi le cuesta caro, porque se libró por los pelos de ser víctima de su propia chapuza. Pero dejó tras de sí los tres años que había estado cautiva en ese sitio tan repugnante.

La casa tenía un camino asfaltado hasta una carretera, la forma que tienen de conducir en ese país asusta hasta al más experimentado, pues os podéis imaginar lo que puede ser a alguien que no había conducido durante al menos diez años. Pero como ella se dijo «Esto no me va a detener». Justo a unos quince kilómetros, la carretera terminaba en una población llamada Telavi. Marieta estaba cansada necesitaba dormir y comer algo.  Tuvo un pálpito cuando vio lo que parecía una estación, Marieta aparcó en el parking y cogió las maletas. Su intuición no le defraudó, efectivamente había una oficina de cambio de moneda. Sacó del bolsillo mil euros que le cambiaron en Laris georgianos, tuvo que enseñar su pasaporte y  sin muchas más tenía el cambio en su mano. Compró una guía turística de Georgia en un quiosco, era una estación de autobús y nuestra protagonista no le apetecía lo más mínimo pasar tres horas en un autobús. Resolutiva como nunca, indagó en la guía mientras se tomaba un refresco. Salió a la calle en busca de un taxi, había un viejo mercedes ranchera de esos que se ven en las noticias de oriente medio y que andan a pesar de estar atados con alambres, pero era este o un viejo lada con la carrocería del SEAT 124.

Con la guía en la mano mostró al taxista lo que parecía, era el hotel más lujoso de la capital. El taxista un hombre mayor y bigotudo, le dijo con una sonrisa…–Radison is better. – A lo que Marieta accedió de buena gana no tenía ganas de discutir, sólo quería descansar. El conductor llevó por una carretera de montaña preciosa, en la que pudo ver a lo lejos viejos monasterios y algún castillo medieval, ella se hizo un una nota mental en la que se animaba a visitar el país cuando se hubiera calmado un poquito, entre otras razones porque le pareció hermosa la campiña y sobre todo lo amable que era todo el mundo. Georgia es un país que sin ser próspero se empeña en serlo y que todavía está curando las heridas de una guerra civil. Poco a poco, fue prisionera del sueño, no quería por la paranoia típica del llevar tanto dinero encima, pero estaba cansada y después de la tensión había dado lugar a un bajón que hizo que Morfeo triunfara.

Despertó sobresaltada cuando, cuando el hombre le zarandeó indicándole que había llegado a su destino. Marieta estaba aturdida, le había pedido el equivalente de cien euros, pero ella agradeciendo su honestidad, le recompensó dándole dos billetes de quinientos euros. El taxista alucinó de tal manera que casi tuvo que quitárselo de encima con fórceps para entrar al hotel. Sin separase de sus maletas, se registró en la mejor suite del hotel. Al principio con cierta reticencia por parte del recepcionista, pero todo se olvidó cuando pagó una semana por adelantado de la suite.

Cuando se instaló, pudo ver una perspectiva preciosa de la ciudad, ante ella. Marieta dejó el dinero en la caja fuerte menos un fajo con el que salió dispuesta a fundírselo, llevaba demasiado tiempo sin darse un capricho y el hotel tenía una galería comercial más que decente, se dio una ducha rápida y se metió en la primera tienda de ropa que vio. En ella se compró un pantalón vaquero elástico unas converse blancas, una camiseta, unas bragas y un sujetador deportivo. Pagó y volvió a la habitación del hotel.

En la soledad del hotel se desnudó por completo y se fijó en la cantidad de cicatrices que había en su cuerpo. Se palpó su ano, que gracias a Dios no había sido dañado hasta el punto de necesitar pañales durante el resto de su vida. Miró que estaba cubierta de vello corporal, su pelo, eso sí estaba rapado al cero y le hacía parecer un poema de sí misma. Se durmió, su sueño fue reparador, estaba muy cansada, demasiado para que los fantasmas le jodieran. Puso el cartel de no molestar en la puerta, no sabía ni la hora ni el día que era cuando se despertó por un retortijón de hambre.

Con un lápiz y un folio, empezó a trazar un esquema de todo lo que recordaba que le había pasado en los últimos diez años, desde la muerte de sus padres, la estafa de Pancho y cómo la echó, se acordó de Paka, de Tina y de su Félix, cómo le iba a querer así con este cuerpo hecho una pena, necesitaba tiempo para reponerse de sus heridas tanto físicas como psíquicas y por eso quería estar sola. Se aseó, pidió hora en el Spa para depilarse, pues se notaba que no lo había hecho desde su cautiverio, lo que no entendía el motivo por el que le rapaban la cabeza pero no le rasuraban el resto del cuerpo. Allí le hicieron un tratamiento precioso, seguía sin sentir el dolor corporal, cosa que agradeció. Desnuda ante el espejo, se arrepintió en un principio, sin vello sus cicatrices se notaban más. Pero se observó lo fuerte que estaba físicamente, podría presumir, diría a todo el mundo que se las hizo en un accidente de moto. Se echó a reir como una loca. Ahora con ropa decente de mujer y aseada parecía otra cosa, llamó a recepción y pidió que le contrataran un vehículo con conductor. Al bajar a recepción, le esperaba un tipo de dos por dos trajeado con el pelo cortado a cepillo, respondía al nombre de Boris. Hablaba un inglés bastante decente y Marieta le pidió que le diera un paseo por la ciudad.

La visita cultural fue rápida, sobre todo cuando vio una enorme calle comercial con tiendas de lujo que hizo las delicias de nuestra amiga, compró mucha ropa, sexy y menos sexi, además disfrutó cuando le pedía opinión a su acompañante y este se moría de vergüenza. Cuando terminó con las compras, invitó a Boris a cenar, pero él declino la oferta, –No soy un gigoló señora. –Se limitó a decir, ella lo entendió y le gustó que supiera cual era el sitio de cada uno, además a Marieta le empezó a gustar el estatus que le daba el dinero.

Entre sus compras incluyó un portátil, para realizar una serie de comprobaciones, entre ellas las cuentas que acaba de heredar de su captor. Todo estaba en su sitio, necesitaba comprender de qué manera podría disponer del dinero. Pero eso lo arreglaría otro día, se metió buscando datos de sus amigos. Se metió en su cuenta de Facebook y para suerte suya seguía activa, en ella pudo saber que Tina se había casado con Iván, que Félix también se había casado, eso le llenó de dolor, pero al fin y al cabo ella era una recién llegada a su vida. Lo que más le mosqueó fue una foto de Tina que decía “en la boda de Paka”, pero no se veía más que ella abrazada a Iván y este con cara de mala hostia. Entonces para su dolor, se encontró otra foto que le aclaró la postura, se había casado con Pancho. Estaba claro, ellos eran quienes le habían traicionado, la muy zorra hija de puta, tenía que calibrar su venganza.  Necesitaba tiempo, la foto era de hacía un par de años, por lo que no era cuestión de ponerse a correr. Quería preparar una venganza fría y severa contra el par de hijos de puta más grandes que pisan la tierra.

Lejos de amedrentarse, quería pensar un plan de venganza, pero primero, debía llegar a casa con todo el dinero y luego ya vería. Para solucionar una serie de problemas, para ello, ideo un sistema cuando menos hilarante de cómo salir con todo el dinero, los diamantes podría esconderlos dentro de un bote de crema, pero el dinero era más complicado. Podría alquilar un barco e intentar llegar a Grecia atravesando el Mar Negro. Otra opción era intentar hacerlo con el coche, podría jugármela atravesando Turquía, pero al final le obligaría a hacer alguna pequeña modificación en los coches, que además teniendo pasaporte Venezolano es un problema añadido. Pero cómo narices entras en una embajada y le explicas a la gente que has entrado en el país de incognito, que has estado retenida en contra de voluntad durante más de tres años. No se lo creerían ni locos. Por otro lado, está la posibilidad de simplemente ir y no dar mucha más información, a lo mejor si tienes suerte…

Marieta llamó a Boris, para que le recogiera en el hotel. Una vez allí, le pidió que le llevara  al consulado. Al llegar, pidió ser recibida por algún funcionario español. Marieta se identificó con su nombre completo y número de carnet de identidad ( N.A. para los lectores no españoles este carnet también es conocido como D.N.I. o documento nacional de identidad). Para su sorpresa, fue atendida por el cónsul. Nada más entrar al despacho, el señor fue tremendamente directo:

–        ¿Qué has hecho con tu dueño?.

–        No era mi amo, me tenía drogada, con lo que fui sometida en mi contra…pero digamos que el mono dejará de ser un problema. ¿Cómo es que conoce de mi existencia señor?.

–        Eso es un tema jodido, si está muerto, bien hecho está. ¿Qué ha hecho con la documentación?

–        La guardo… en una caja de seguridad. –Esto último fue inventado por Marieta.

–        Digamos que ese hombre, tenía una documentación que me pertenece, unas fotos digamos que algo peliagudas, ¿Qué tendría que hacer para poder quedármelas?–Dijo el cónsul mientras Marieta veía el cielo abierto de par en par.

–        Primero, quiero mi pasaporte. En segundo lugar, tengo entendido que a los diplomáticos no se les registra la llamada valija diplomática. ¿Es cierto?.

–        Así es…

–        Tengo unas cosillas que me llevé que tengo que introducir como sea…

–        Vamos que se ha llevado el dinero en efectivo.

–        Efectivamente, no hay mucho unos quinientos mil. –Mintió Marieta. –No tenía tanta pasta como pensaba.

–        Bueno, además de la documentación que le pido, hacerle ese favor le costará un billete de ida y vuelta en primera y cien mil euros de ese efectivo.

–        Si a lo primero, en cuanto a lo segundo diez mil y va arreglado. – Regateó ella.

–        Setenta mil y lo dejamos. – Contra ofertó él.

–        Le doy treinta más el valor del billete en efectivo, a cambio, quedamos en el aeropuerto, lleva la valija con todos los abalorios con sobres y papelotes, una vez allí me la da junto con una carta en la que me acredita como correo consular. Cuando vaya a subir al avión usted recibirá un sobre con su dinero y la documentación qué está buscando.

–        Eso le costará cincuenta mil y no bajo ni un duro. – Volvió a decir el cónsul.

–        Vale, cincuenta…no me la juegue o el matón de la mafia rusa que tengo abajo se encargará de que usted acabe como alimento de los peces.

–        Señorita, yo soy un hombre de palabra, ahora mismo, le preparo la documentación para que usted misma pueda ser acreditada para llevar la valija y ejercer como correo diplomático, no le va a tocar nadie se lo garantizo. Espero que usted también lo sea.

Marieta regresó al hotel encantada de la vida, había conseguido la manera más eficaz de meter todo el dinero en efectivo sin levantar sospechas. No había revisado la documentación que se había llevado de la caja, y la conversación con el cónsul despertó en ella una curiosidad insana, abriendo una de las cajas con documentación variada que se llevó consigo. Se lo primero que se encontró fue una carpeta con su nombre, lloró de alegría cuando encontró un sobre con su D.N.I. y su carnet de conducir, no está todo perdido, junto a la documentación, estaba el dosier que debió adjuntar el cabrón que la convirtió en una autómata durante tantos tiempo. Lo dejó apartado a la espera de que tener la intención de hacer algo en un futuro. Siguió investigando, hasta que dio con la documentación de la que hablaba, era él siendo sodomizado por el peludo mientras ella le estaba chupando los huevos, ciertamente no era lo más atractivo para guardar, pero entendía el miedo del cónsul. Buscó y rebuscó en toda la documentación, encontró otro cuaderno, esta vez con las fórmulas químicas que había suministrado.

Había varias escrituras de propiedad, lo que la dejó alucinada es que tenía un ático en Madrid y una casa en Sotogrande que estaban a su nombre, no paraba de estar asombrada cuando vio un libro de familia en el que decía que estaba casada con el Monstruo. Significaba que ahora todo era de ella, o al menos eso pensó. Debía conseguir más información sobre el asunto, no quería hacerlo pero debía obtener la máxima información sobre el asunto. Llamó al cónsul y le invitó a cenar en su hotel.

Durante la cena, divagó un poco sobre el país y sobre España. Estaban degustando del postre cuando el invitado se destapó diciendo:

–        Imagino que la invitación a cenar viene a colación de que acaba de descubrir un libro de familia. ¿Es cierto?

–        Así es… ¿Es auténtico?

–        Sí. Su difunto esposo, era muy meticuloso con ciertas cosas y descubrió que a veces, es mejor casarse por interés y así evitar preguntas innecesarias.

–        ¿Folló usted conmigo?...–Preguntó Marieta a sabiendas de no querer saber la respuesta.

–        No, como imagino que ya habrá visto mis fotos, lo habrá adivinado. Soy un hombre ambicioso, quiero ser embajador por eso me vine aquí. Pero si se descubre esa foto, me veo pegando sellos en alguna embajada cutre de por vida.

–        Ha sido sincero y yo lo seré con usted. Él está muerto, si me hace un certificado de defunción, le puedo dar esto.– Dijo Marieta enseñando un Jaeger-Lecoultre de más de doce mil euros. – Como muestra de buena voluntad.

–        Es usted muy amable, ahora estoy seguro que no me iré con las manos vacías. – Mientras se lo ponía en la muñeca.

–        Ahora si me permite debo de terminar mis cosas, mañana tengo que coger un avión, otra cosa…el número de vuelo de la valija lo ha de ir en blanco así como los demás datos que serán rellenados por mí, mañana a las nueve le recogeré camino del aeropuerto y me realizará la entrega de todo. La valija será devuelta por UPS en un par de días.  Buenas noches y que descanse.

Marieta había comprado tres billetes de avión, uno que iba directamente a Ámsterdam, otro para Frankfurt y el último para Londres. No quería que le pasara lo de la última vez, estaba totalmente asustada de volver a la civilización. Pero no quería volver a España hasta que estuviera totalmente segura de poder afrontar con éxito el trabajo que quería realizar. No era fácil pero necesitaría trabajar duro para conseguir hacerlo, había pensado que debía entrenarse para terminar de aprender a defenderse y así evitar que le volvieran a coger y si lo hicieran que al menos se pudiera llevar a alguno por delante. Había rellenado un formulario para una escuela militar en Omaha, en ella le enseñaban desde el uso de armas de fuego, hasta conducción evasiva. Para el curso completo estaría durante más de tres meses en ese sitio. Tiempo suficiente para ir dando forma a su trama y conseguir alguna ventaja del dinero en las cuentas opacas.

Tal y cómo había quedado, Marieta recogió al cónsul en su coche, dentro de él le dio una especie de saco de lona identificado como tal un candado y su llave. Junto a él una hoja sellada con la documentación que había de ser rellenada. Así como la documentación que la certificaba como persona autorizada como correo consular. Marieta sacó una bolsa en la que se hallaba el dinero. Dejó al cónsul esperando en el coche, mientras que Boris le ayudó con su equipaje. Al despedirse, ella le volvió a ofrecer trabajo, pero él declinó la oferta de manera educada. Le regaló uno de los relojes y entró en la zona de viajeros sin ningún contratiempo, paseó un poco hasta estar segura de que no le seguía nadie y entró en el avión elegido.

De los tres aeropuertos que había elegido para salir Georgia, se decantó por el holandés. No sabía el motivo pero le agradaba la idea de ir a Flandes. Por supuesto había elegido viajar en primera y para no ir pensando mucho se tomó un par de somníferos que hicieron de su viaje un suspiro. Nada más aterrizar, pudo salir de allí sin contratiempos. Había hecho bien los deberes y ya le esperaba un coche para llevarle directamente a Luxemburgo donde había concertado una reunión en un pequeño banco de inversiones. No es que supiera de blanqueo ni nada por el estilo, simplemente es, que le llamó la atención que dicha entidad salía demasiadas veces en la documentación que había encontrado.

Antes de llegar la esperaban en el hotel, una ducha rápida y se vistió con arreglo a lo que debía ser ir a un banco de inversiones. El resultado un traje de chaqueta con pantalón en un color gris de cuadritos, una blusa de seda en color blanco roto y como colofón unos zapatos a juego con el cinturón que adornaba el pantalón y un bolso-portafolios. Como su pelo no había crecido lo suficiente, decidió cubrirse la cabeza con un sombrero negro y cubrir su cara con unas enormes gafas de sol. Finalmente remataba todo con una gabardina clásica, haciendo del conjunto algo bastante aceptable.

Justo en ese momento, avisaron de que había un conductor esperándola en recepción. Para su sorpresa el banco había mandado a un empleado a recogerla. El vehículo que utilizaron para el traslado, al contrario de lo que se puede pensar, es un discreto Mitsubishi. Durante el trayecto que no duró ni un cuarto de hora pudo observar el casco antiguo de la ciudad. Las oficinas del banco estaban en una calle adyacente a la Rue du Marché-Aux-Herbes, que es el centro del poder del ducado.

Como no podía ser menos, el edificio era uno más sin sobresalir con respecto al resto, sólo una placa en la entrada te decía que estabas en las oficinas del PPS Bank. Una vez entras por una antigua puerta de carruajes, un guardia de seguridad muy bien vestido te toma tus datos y te pide que esperes hasta que una secretaria de acompaña hasta una sala de juntas que está en la última planta del edificio, antes de dejarla sola en esa mole de acero y cristal le pregunta si quiere tomar algo. Marieta con educación le responde que no, mientras se queda mirando las vistas que le proporciona la sala, toda acristalada con muebles de cuero ultramodernos y una mesa de cristal al centro. Nada hacía presagiar que en un continente tan clásico podía albergar un contenido tan moderno y funcional. No se ve gran cosa desde allí, la gente va y viene no pudiendo evitar las miradas curiosas de los empleados desde su puesto.

No espera mucho hasta que entran la secretaria con una bandeja con vasos y una jarra de agua y detrás un señor de unos cincuenta años impecablemente vestido con un traje de raya diplomática, alto con el pelo blanco, con unas gafas y un bigote que le dan una imagen entre un descendiente de Bismarck y Gepetto, pero ella no se deja guiar por la imagen de este último, sabe que si trabaja aquí debe de ser cabrón de armas tomar. Es educado y presenta a su acompañante una chica grande, ahora les llaman “gordibuenas” si bien está entradita en carnes tiene una cara y ojos preciosos, viste elegante y sobria al mismo tiempo. Marieta imagina que el código de vestimenta debe de ser muy estricto en la empresa porque se da cuenta que todas las mujeres visten muy por el estilo, todas van con traje de chaqueta y apenas van enjoyadas un anillo, una cadena pendientes y desde luego si llevan maquillaje debe de ser muy ligero, a penas los labios y algo de sombra. Sobriedad ante todo.

La chica va cargada con un Ipad, mientras conecta una pantalla de televisión enorme, el hombre hace las presentaciones:

–        Señora de Gonzaga, es un placer conocerla – Dice en un español más que correcto. –Soy Dieter Schmidt, vicepresidente ejecutivo de inversiones atípicas de este banco, me acompaña la Señorita Leopolda Venet, jefa de cuenta del señor Gonzaga. Antes de empezar permítanos darle nuestro más sentido pésame por la muerte de su esposo, era uno de nuestros mejores clientes.

–        Muchas gracias, si no le importa y le agradecería que utilizara mi apellido, Maltés, en España es costumbre que las mujeres no pierdan su apellido cuando se casan.

–        Por supuesto, como usted dese. Tal y como le he mencionado señora Maltés, la Señorita Venet es la persona que gestionaba la cuenta de inversión de su marido, imagino que estará aquí para ir transfiriendo a su nombre los bienes de él. Al no existir un testamento que corrobore lo contrario, todos sus bienes pasarán a formar parte de su patrimonio. Para ello, es obligatorio por parte de nuestros clientes que depositen una copia de este si lo hubiera. En el caso de su difunto marido, siempre rehusó a esta práctica, con lo que con la documentación aportada por usted, para nosotros pasa a ser nuestra cliente. Como primera toma de contacto le recomiendo que lea el dosier que le hemos preparado, en él se le dice donde se haya el dinero y los procedimientos para poder sacarlo.  Además de nuestros honorarios, claro está. Ahora si me disculpa le dejo con ella para que le soluciona las dudas, en cuanto al idioma no se preocupe, es española por parte de madre y creo que lo habla bastante mejor que yo. – Se acercó y haciendo una reverencia con una ligera inclinación de cabeza abandonó la sala.

–        Bueno, al fin solas. –Dijo Leopolda para romper el hielo.– Como soy medio española, desea que le llame por su nombre o seguimos con las formalidades germanas.

–        Marieta está bien, ¿Leopolda?...

–        Mi padre era fan de Clarín, si quiere me puede llamar Leo como todo el mundo. Ahora si le parece bien empecemos con la reunión. Como ha dicho mi jefe, aquí tiene un dossier donde le explicamos nuestro modus operandi muy por encima. Lo más importante lo tiene conmigo, mi teléfono y mi dirección de correo electrónico, puede llamarme cuando lo desee, en cuanto al estado de cuentas….

–        Leo, si me perdona, estoy cansada del viaje y la verdad con todo lo relativo a la muerte de mi marido estoy un poco mal, si no le importa podría echar un vistazo al dossier en mi hotel y tener una reunión cuando a usted le venga bien.

–        Mucho me temo que hoy ya es viernes y que no podremos reunirnos hasta el martes, el lunes es fiesta aquí y no trabajamos.

–        ¿No podríamos hacerlo durante el fin de semana?

–        Lo lamento, pero mi hermano viene desde Alemania y se quedará en casa conmigo, entiéndalo llevamos más de seis meses sin vernos y eso es mucho para nosotros que somos gemelos.

–        Ya veo, ¿hay algo interesante para hacer este puente?…– Preguntó Marieta, sonriéndose al pensar la de años que no había usado esa expresión. – Me refiero a algún sitio al que ir, no sé, se me ocurre alquilar una moto y salir de excursión, hacer algo por no estar encerrada en el hotel.

–        ¿Es usted motera?...–Preguntó Leo con asombro.

–        Hace un tiempo que no monto pero en España me movía con una Vulcan…no soy Pedrosa pero me apaño.

–        ¿Una Vulcan?...¿está de broma?...yo tengo una, el plan de mi hermano y yo era hacer una ruta con algunos amigos…la idio..digo su…novia se ha caído de la lista. El concesionario de Yamaha es un buen amigo mío podría llamarle a ver que nos puede conseguir.

Leo hizo una llamada y habló durante más de media hora en francés, parecía que estuvieran discutiendo y colgó con un “Au-revoir”. Con una sonrisa de triunfo le dijo a Marieta,

–        Le he conseguido una moto, la moto no es muy allá, es una vieja Sanglass 500S2. La mala noticia es que no la alquila, sólo la vendería el precio es algo caro, pero le garantizo que la ha restaurado de principio a fin. El precio es de cuatro mil euros, el papeleo corre de su cuenta. ¿le sigue interesando? Se me olvidó contarle que la ruta es en motos de época, yo por ejemplo iré en una vieja BMW R80 de mi tío y mi hermano irá en una Triumph de finales de los setenta. Si se atreve a ir con unos locos de las motos antiguas es bienvenida a la concentración.

–        ¡Claro que sí! Acabas de hacerme una mujer feliz, llevo años queriendo comprar una Sanglas, mi padre tenía una y yo aprendí en su vieja 500. Dile que sí, necesitaré casco botas y ropa adecuada, ¿me da tiempo a comprarlo todo?.

–        Marieta, ya he pensado en ello, mi amigo nos espera en su tienda, allí podrá encontrar de todo, ahora si quiere, podemos dejar todo aquí, ¿lleva bastante dinero en efectivo o debemos ir a algún sitio?.

–        Pensé que podríamos hacer una transferencia desde aquí.

–        Marieta, este no es un banco normal…ya se irá dando cuenta.

–        Pues no se hable más y sí, llevo efectivo para comprar el equipo y mañana cuando recoja la moto le podré dar el resto si a él le parece bien. – Respondió Marieta con chulería.

–        No creo que le suponga un problema.

Con las mismas, las dos mujeres salieron del banco, mientras eran observadas por Schmidt, quería quitarse de encima el marrón de Marieta a toda costa, y a lo mejor una buena amistad con alguien de dentro podría hacerlo mucho más fácil. A pesar de ello, sabía que Leo tenía un toro difícil de lidiar.  De momento había ganado unos días hasta que pudiera borrar las huellas que le estaban incomodando y a lo mejor si se portaba bien con ella podría dejar pasar la ocasión de tener que hacer algo peor, su antiguo mentor siempre le decía que la sangre mancha y que por mucho que se limpie siempre deja alguna salpicadura, pero que a veces también era no sólo inevitable, sino imprescindible.

Marieta y Leo llegaron a una tienda de motos donde le esperaba su bellísima burra, nuestra chica casi se ahoga de aguantarse el llanto cuando la vio, estaba prácticamente nueva. Eran las siete de la tarde, que para un Luxemburgués es casi trasnochar, pero vender una moto que tenían en stock de hace ni se sabe, más un equipo completo para el cual no se reparó en gastos. Digamos que al pollo le mereció la pena llegar a casa un poco más tarde de lo habitual.

Para la ocasión, nuestra chica fue una elección doble, por un lado un traje de agua por si acaso y bien aconsejada por Leo, pero la otra elección fue un conjunto en cuero negro que hacía de Marieta alguien muy deseable y lo notó en la mirada de su acompañante, sobre todo porque no pudo evitar mirarle el culo, mientras ella se reía viendo reflejada la imagen en el espejo del probador.

Marieta siguió las indicaciones de su nueva amiga y llegó al hotel en su nueva moto, no sin antes mirar de un lado a otro como si de una histérica se tratara, recordaba muy bien lo último que había pasado la última vez que subió, pero la pasión pudo más, además dudaba mucho que sus acompañantes le quisieran tender una trampa. No obstante, guardaba el regalito que había traído escondida en la valija diplomática. Boris le había conseguido un revólver Taurus, pequeñito y que le había enseñado a usar en un día de práctica, por lo menos para disuadir a alguien que se le acercara. La noche pasó volando, sobre todo debido al cansancio y la tensión que tenía de tantos días, Marieta se metió en la bañera, se miró las citarices, se las fue palpando una a una, la relajación hizo que probara a darse un chorro de agua en su coño, aunque debido al mal uso de los últimos años, no creyó que le volviera a dar gusto nunca más. Recuerda que cuando le vino la consciencia, estaba más pendiente de que el bicho no se diera cuenta que del placer que le proporcionaba el rabo que tenía. Ella se relajó y abriendo las piernas lo más que pudo, comenzó a acariciar su sexo con una mano, mientras con la otra enfocaba el chorro de agua tibia que salía del mango de la ducha. Poco a poco los músculos de su espalada se estaban destensando, sus dientes no apretaban su mandíbula y su respiración se iba acompasando con los movimientos circulares, lentamente su espalda se fue arqueando y su respiración se entrecortaba, sus movimientos eran más agresivos y los dedos que acariciaban su clítoris estaban entrando y saliendo de su ser a todo trapo con movimientos firmes y frenéticos. Chilló y se retorció de puro gusto, desde que aquella vez en la soledad de su casa, no se había sentido tan viva, ahora en una bañera de lujo había sentido como si su cuerpo hubiese vuelto a descubrir el placer carnal que por culpa de un hijo de puta había dejado de sentir. Se quedó relajadísima en su bañera, escuchando el rumor del agua correr, mientras que le dio una risa floja que le hacía sentirse viva, y cada vez que se acordaba se reía más todavía, salió del agua y se miró completamente desnuda, estaba físicamente muy fuerte, su cuerpo estaba cubierto de cicatrices y sus tetas eran algo más grandes de lo que recordaba.

Un retortijón le recordó que no había comido nada en muchas horas y desde luego nada decente desde el día anterior, descolgó el teléfono y al cabo de un rato tenía ante sí un plato típico de la zona un cordon bleu al estilo luxemburgués y una buena cerveza de la zona. Y de postre una tarta de manzana con una bola enorme de vainilla, su postre favorito.

Estaba todo bastante bueno tanto que se quedó dormida en la cama, con ese pijama de algodón tan cómodo que había comprado en la galería de Georgia. Se despertó sobresaltada por el sonido del teléfono, era la hora de despertarse. Siempre había sido muy previsora y había dejado todo preparado la noche anterior, se duchó y se vistió corriendo para poder desayunar a gusto. Como es la comida más importante, fue de lo más bestia,  a base de  tostadas con aceite de oliva y huevos revueltos con bacón y salchichas. Comió como una salvaje, dejando a todo el mundo atónito, cuando se puso como una cerda con los pasteles de canela y la fruta, además cogió unos panecillos con salchichas y los envolvió en servilletas por si tenía hambre.

Estaba chequeando la moto ya fuera del parking cuando vio llegar a Leo en su vieja BMW y a su hermano en una Triumph. Marieta sonrió cuando vio lo bien que le quedaba a Leo un traque de motera ajustado que a pesar de estar un poco gordita le quedaba bastante bien. Nada más apearse de la moto, se saludaron con un beso en la mejilla e hizo las presentaciones:

–        Leo, este mi hermano gemelo, Jano.

–        Encantado de conocerte, muchas gracias. – Dijo el melgo, mientras que se quitaba el casco y dejaba a la vista un hombre con una barba larga y pelo a lo vikingo, afeitado por los lados y el resto recogido en una coleta. Tenía una complexión muy fuerte, con barriga pero sus brazos enormes decían que estaba muy tocho. Al tiempo, a Marieta le entró la risa floja al escuchar el nombre y venirle la memoria la gracia que hacían sus amigas de niña…”¿qué es un jano?...una mierda como las dos manos”.

–        Lo mismo digo, es una alegría que los dos seáis medio españoles, a veces me pierdo un poco con las conversaciones en inglés y eso no es muy agradable en mi situación.

–        Bueno, salgamos…–dijo el vikingo, –no quiero que se nos eche la noche encima con estos cacharros, ¿has traído sólo este equipo?..

–        Si, ¿hay algún problema?...–Preguntó nuestra chica.

–        No, pero al sitio donde vamos, digamos que hay pocas comodidades. ¿Qué le has contando hermanita?

–        Que nos íbamos con las motos de excursión.

–        Desde luego, hermana, eres un genio dando explicaciones. Lo siento, pero no te ha dicho que íbamos de acampada…

–        Hermanito de acampada vas tú, yo he alquilado una cabaña del camping para nosotras, tu vete con tu puta manía de ir Rambo por la vida, nosotras dormiremos en una cama.

–        Uff, muchas gracias Leo, ahora si no os importa, mi cuerpo me está pidiendo marcha, me he tomado la libertad de encargar un refrigerio para el camino, espero que no os moleste.– Dijo Marieta.

–        ¡Gracias a Dios!..– Exclamo Jano. – Mi hermana es una gran economista, pero como cocinera…Uff, la cena de navidad tardé una semana en digerirla…

–        Eres un capullo, hermanito. – Dijo Leo dándole un golpe en el antebrazo. – ¡Vámonos antes de que….!– Le gritó leo mientras le daba una colleja.

Con una sonrisa en la cara, Marieta arrancó su vieja Sanglas y salió picando rueda con ganas de volver a experimentar algo de libertad y divertirse a cualquier coste, si algo le apetecía era hacer un viaje en moto. El viaje hasta Kiel duraría más de ocho horas, en parte a que no se puede forzar tanto unas máquinas clásicas y en parte porque había que disfrutar del viaje. La idea era hacer el primer día la etapa hasta el lago Constanza en la frontera con Suiza cruzando la Selva Negra. El viaje no podía ser más bonito, todo tan verde y bien organizado.

No llegaron al hotel del lago Constanza, porque en plena Selva Negra les cayó un turbión de agua bestial. De puro milagro, consiguieron una habitación para los tres en una fonda asquerosa. Estaban empapados y helados de frío, con los dientes castañeteando se desnudaron rápidamente y se metieron por turnos en una ducha enana, en la que poco apoco fueron entrando en calor. A los dos hermanos no les pasó desapercibido las cicatrices que marcaban todo el cuerpo de Marieta. Algunas eran verdaderamente escalofriantes.

La sensación de ver a una mujer que era muy guapa, pero con el pelo rapado y con cicatrices por todo su cuerpo, les hizo pensar en una prisionera Auschwitz. Pero en especial a Leo que estuvo toda la noche rumiando sobre lo que había estado sufriendo Marieta durante tanto tiempo. Sabía lo que le caería encima si no le avisaba, pero por otro lado, era consciente de lo que se jugaban tanto ella como su hermano. Marieta entretanto se despertó y vio cómo su amiga estaba hipnotizada la luz del amanecer. El reflejo de la luz de la calle hacía que se pudieran adivinar las curvas que había visto esa tarde mientras se desnudaron a toda pastilla. Sus anchas caderas y sus pechos carnosos, le habían despertado un deseo carnal que creía extinto.

–        ¿No tienes sueño? –Le susurró Marieta al oído mientras le agarraba por la cintura.

–        No…es que nunca imaginé…–Contestó Leo mientras empezó a sollozar.

–        Está bien…está bien, tranquilízate. Mis cicatrices son recuerdos del pasado, pero son sólo eso. En cuanto me lleve la pasta, tengo decidido irme a vivir lejos del mundo y esperar mi muerte de manera tranquila.

–        No lo has entendido. Tu dinero se lo quedará el banco, ya se guardará bien en mandarte más pronto que tarde un asesino a sueldo que acabe contigo antes de transferirte ni un céntimo. Es la operativa estándar. –Dijo Leo a sabiendas de que esto le podía costar un disgusto serio.

–        Entonces que hago, ¿me voy por donde he venido sin reclamar el dinero?...

–        Sería lo más factible la verdad. Tienes las propiedades, el dinero en efectivo y alguna cosilla más que te encontraras. Sé que hace unos años le gestionamos un cobro en diamantes limpios por valor de treinta millones, que a fecha de hoy deben de valer más de sesenta, si los malvendes puedo sacarte cincuenta millones y colocártelos en una cuenta opaca en Gibraltar en menos de una semana, tienes bastante dinero en efectivo y algo más. Para el banco eso es calderilla y no lo va a buscar, pero si insistes en quedarte con los más de mil millones que tenemos repartidos en cuentas de blanqueo te van a joder pero bien.

–        Es lo factible, si renuncio a ello, pero me gustaría hacer un trato con tu jefe, dile que quiero una reunión con él de manera urgente, yo renuncio al dinero de las cuentas pero que debe hacerme un par de favores, veo que eres buena en lo tuyo, la reunión todo esto ha sido una encerrona para joderme más si cabe, dime estabas dispuesta a cualquier cosa con tal de conseguir cuanto de comisión dos, tres millones de euros. Por lo menos podrías agradecérmelo de una manera más placentera.

–        Eres muy lista y observadora…, mi jefe quiere todo y por eso ha contratado a mi hermano, un accidente de moto y nos quedamos con todo. Si quisiera, lo hubiéramos hecho mientras dormías. De verdad pensabas que éramos tan amables. Te jodieron tus amigos vendiéndote a un tratante de esclavos y ahora te terminamos de joder nosotros. – Dijo la gorda con una sonrisa maliciosa.

Marieta noto la presión de algo puntiagudo en la base del cráneo, era Jano. La hermana hizo un gesto de decir no con la cara. Momento en el que al ceder la presión Marieta aprovechó para desarmarlo y romperle el brazo de un giro brusco. – Sois patéticos. – Dijo Marieta, mientras sacaba el revólver que había dejado escondido bajo su almohada. –Ahora  me gustaría que te desnudaras por completo tanto tu como tu hermano, si es que lo es. Si apartar la mirada, volcó el contenido de sus mochilas, – ¡Qué preparaditos veníais! Cinta americana, esposas y lo que parece ser una jeringuilla con algo poco recomendable. Con las esposas, ató y amordazó a los hermanos. Se aseguró que el dueño del hotel no estuviera allí dándole una buena propina, no hizo preguntas, pero le enseñó una especie de mazmorra, pensando que se trataba de algo erótico. Cuando se fue el hombre, los desató y los condujo hasta la habitación secreta, donde los amarró a una especie de equis de madera.

Aún tardaron un rato en volver en sí, tiempo que ella empleó en observar la anatomía de los dos hermanos, ella era bastante mona de cara y con muchas curvas, algo rellenita pero muy atractiva, su coño tenía un vello abundante y descuidado, de hecho hacía tiempo que no se depilaba ni siquiera sus axilas, algo que hizo que Marieta se acordara de cómo puteó al mono. Se le había ocurrido una idea para obtener información más rápido. En cuanto a Jano, era muy parecido a su hermana, solo que su sobre peso se reducía a una pequeña tripa cervecera que bien se disimulaba con una americana sin más problemas al contrario que su hermana, su cuerpo era muy lampiño, se nota que se arreglaba hasta las cejas. Un estudio más pormenorizado, reveló que su ojo del culo estaba bien dilatadito dando una buena información sobre su condición sexual. En cambio el de ella estaba cerrado a cal y canto.

Marieta cogió un cazo con el que había derretido la cera de unas velas y con una paleta, la extendió sobre una axila de la chica, esta con cara de espanto intentaba zafarse, pero estaba bien amarrada, ya no pudo ver más porque le tapó la cabeza con una funda de almohada. Mientras Marieta, con una calma escalofriánte, se limitó a decir –Estáte tranquila porque te va a doler. – Y Marieta, comenzó con un ritual parsimonioso donde al cabo de dos horas dejó a la chica sin un rastro de vello corporal en el cuerpo. Leo lo pasó mal, sobre todo, cuando la cera tocaba zonas tan sensibles como su pubis o su ano, fueron dos horas interminables. Su piel estaba levantada por todo su cuerpo, pero el miedo le impedía sentir nada. El no poder ver nada hacía que su atacante le pudiera pillar por sorpresa en todo momento. Cuando terminó, Marieta se sentó y le dijo, –Ahora que has recibido una pequeña dosis de dolor, puedes empezar a contármelo todo. O puedo seguir haciéndote daño, tu hermano puede que no tenga tanta suerte y que se muera ahogado en el lago por culpa de un accidente de moto. Ahora vas a empezar a hablar verdad, asiente con la cabeza si lo has entendido. – Leo Asintió con la cabeza y fue liberada de su máscara, la visión de los ojos llorosos y la cara llena de mocos contrastaba con el rictus frío de Marieta. Con gran serenidad, le soltó la mordaza de la boca y la prisionera empezó a gritar pidiendo auxilio. Algo que Marieta sabía a ciencia cierta que nadie escucharía, en parte por el aguacero que seguía cayendo. Pero el puñetazo que le soltó en la boca de estómago si lo noto y mucho, tanto que estuvo faltándole el aliento un buen rato.

Cuando se serenó, Leo miró alrededor y vio a Jano. Había esposado uniendo los tobillos a las muñecas de manera que si se portaba mal una patada en el escroto le haría pensarse las cosas de otra manera. Su captora adivinó su pensamiento y le dijo:

–        Tu hermano está bien, de momento, pero si no colaboras dejará de estarlo. Ahora te vas a portar bien y empezarás a responder las preguntas. Esos cabrones no te deben nada y te garantizo que no se enterarán. Ahora dime, ¿por qué me querías matar? ¿Te han mandado ellos? Y lo más importante, ¿quién está detrás de mi secuestro y mi posterior venta como esclava?...empieza si no quieres que te aplique unos voltios.

–        ¿Pero a ti que cojones te pasa?...es que no lo entiendo, ¿por qué me haces esto?...yo no te hecho nada.

–        ¡Que no has hecho nada!, pero si me has intentado matar hace un rato, ¿te parece poco?

–        Eso ha sido el imbécil de mi hermano. Pero te juro que el banco no tiene nada que ver con esto, es un banco que blanquea y nada más, no hay nada. Mi hermano tiene problemas, está enfermo y como tal no puede ver el cuello de una mujer sin intentar hacer algo al respecto. Te lo juro, en cuanto ve una zona libre de vello corporal se arranca a morderle. Acaba de salir de la cárcel y quería hacer una ruta con él para celebrarlo. Te juro que es un idiota, después de que lo violaran en la cárcel no pensé que volvería a las andadas. Ahora por favor suéltame y te contaré lo que sé.

Marieta salió de la habitación, estaba acabar con la ansiedad que le corroía, por eso se puso a subir y a bajar las tres plantas de la casa durante un rato muy largo. No había terminado de calmarse cuando entró en la habitación cogió al hermano y arrastrándolo del pelo lo llevó ante la otra Leo. Conectó las pinzas en los bornes de la batería y engancho una de las mordazas al escroto, algo de por sí doloroso. Cuando la pobre chica vio lo que le iba hacer a su hermano, empezó a gritar a chillar de una manera tal, que hizo que ese Marieta volviera a conectar el fusible que le hace ser una persona digamos que normal.

Marieta salió del trance en el que estaba sumida por culpa de la violencia y lo que vio no le gustó mucho la verdad, una chica desnuda con la carne irritada de sobre manera y que imploraba por la vida de su hermano, que estaba desnudo con una pinza de batería en el escroto. Y esas caras de pánico. Soltó a los hermanos, entre lágrimas y diciendo entre dientes –Lo siento, lo siento…. – El hecho de intuir el sufrimiento que les había infligido a esas personas, lo dolía más que cualquier otra tortura. Salió corriendo de allí, sin mirar atrás y  sin importarle lo más mínimo la lluvia torrencial que caía constantemente, tenía dinero en efectivo y joyas más que suficientes para pasar inadvertida el resto de su vida si sabía administrarse.

No miró atrás, y no paró hasta llegar a España, tres días de moto en los que sólo paró para repostar y poco más. Paró al encontrar su playa, a pesar de todo allí estaba sin cambios, se apeó de su moto y sintió la necesidad de bañarse al solo, volver a sentirse libre en un lugar que era sólo de ella y en el que podía estar a su aire. Por ese motivo, se desnudó completamente al Sol, no había sentido calor desde que recuperara la consciencia en Georgia. Y ese clima del mediterráneo árido del sur obró un pequeño milagro, poco a poco notaba como las vitaminas de la luz solar la invadían dándole una sensación de bienestar que había perdido desde hacía años. Estaba decidido, se quedaría allí por un tiempo mientras decidía que hacer. Así, desnuda sobre la arena meditó profundamente sobre la mierda de vida que había llevado, ella sólo había ambicionado tener un marido, un par de hijos que cuidar y un chalet adosado donde hacer barbacoas los domingos. Se había quedado sola, no tenía familia, ni amigos, además dudaba que fuera capaz de quedarse embarazada. Su alma estaba más cubierta de cicatrices que su cuerpo. Nunca sería ya una mujer inocente y temerosa de Dios. Además se había convertido en una psicópata incapaz de sentir empatía alguna. El haber confiado en la gente, le había traído consecuencias desastrosas. Una persona en su situación, se hubiese quitado la vida. Pero ella no era así, al final siempre afloraba una moral adquirida con el paso de los años que se lo impedía.

Los pensamientos se diluyeron por culpa de una tormenta de verano que la obligó a buscar refugio en un cortijo abandonado. A pesar de la suciedad y de estar como una sopa, se acurrucó en un rincón sobre un colchón lleno de mugre y se quedó profundamente dormida. Se despertó con las primeras luces, al ver la porquería que había allí acumulada se sintió muy sucia y bajó al mar a lavarse. Cuando llegó a la calita se encontró con una señora muy mayor y completamente desnuda en la posición del loto y con un rosario en la mano. Marieta se quedó sorprendida de ver a alguien rezar el rosario de esa guisa, se sentó a su lado y empezó a rezar con ella, las dos totalmente desnudas. Nada más terminar la señora se presentó:

–        Me llamo Salustiana, ha sido un placer rezar contigo en este sitio, ¿Cómo te llamas?

–        Marieta, ha sido un placer también además hacía tiempo que no rezaba y desde luego nunca he rezado el rosario de esta guisa.

–        Soy demasiado excéntrica, quizá por ello me echaron del convento.

–        ¿Eres monja?

–        Así es…¿qué vas hacer ahora?

–        Tenía pensado darme un baño, anoche me pilló la tormenta aquí y he tenido que pasar la noche en aquél caserón abandonado.

–        Si hubieses levantado la vista, hubieses visto mi casa a cincuenta metros, hubieses dormido seca y caliente…pero no solemos ver más allá de nuestros pies.

–        Lleva usted razón, pero está hecho, tampoco vamos hacer un drama de esto. ¿no cree?

–        Eres una joven muy práctica, me gusta…te gustaría quedarte unos días conmigo, estoy sola y cada vez se me hace más cuesta arriba vivir así.

–        Doña Salustiana…

–        Salus, sólo Salus…mi madre se quedó descansando con el nombrecito…jajaja

–        Doña Salus, no me conoce de nada lo mismo soy una asesina violadora de ancianas…

–        No lo creo Marieta…pero no te voy a insistir te vienes o ¿qué?.

–        Si…acepto, pero sólo por unos días.

–        Sólo el tiempo que quieras.

La casita de Salustiana era preciosa, muy pequeña, pero adecuada a sus pocas necesidades. La casa tenía un buen porche con una del que colgaba una hamaca. Un viejo Galloper Santamo estaba estacionado en la puerta. Y una huerta al lado del aljibe. En el tejado de la casa había varias placas solares, las suficientes para la poquita electricidad que podía consumir una persona tan austera. Nada más entrar se veía un salón lleno de libros con una pequeña mesa camilla y un sillón junto a un enorme ventanal, la cocina era muy pequeña con lo meramente imprescindible y una habitación tremendamente austera con un armario enano y un cuarto de baño con ducha. Por una pequeña puerta se allegaba al piso de arriba donde se hallaba un desván lleno de más libros y con una pequeña cama – Aquí es donde vas a dormir, puedes leer los libros que quieras, pero por favor no me los desórdenes, ahora si quieres darte una ducha, puedo dejarte algo de ropa– le dijo Salustiana mientras le acompañaba nuevamente hasta el aseo.

A pesar de que caía un pequeño hilo de agua, la ducha fue la mar de reconfortante, hacía días que no se sentía tan limpia. Cuando salió de su aseo, su anfitriona le esperaba con café con leche y unas galletas maría a modo de desayuno. Marieta las devoró con gula, llevaba un día entero sin comer y hasta que no las vio no se acordó de no haber comido nada.

–        Lo siento, no tengo nada más, si quieres podemos bajar al pueblo y compramos algo más de tu gusto. De todas maneras deberías comprarte alguna ropa más acorde. –Dijo Salustiana a modo de disculpa.

–        Es más que suficiente, perdone los modales pero es que no he probado bocado desde ayer. Si quiere la invito a comer en el pueblo a modo de agradecimiento.

–        Pues si no tengo que cocinar ni fregar me parece estupendo. Acepto la invitación. Ahora si quieres bajemos ya al pueblo que hoy hay mercadillo y podrás comprar algo de ropa si quieres.

Dejaron la moto aparcada y bajaron el coche de ella hasta el pueblo, si no estuviera cerca de la playa no dejaría de ser un pueblo como cualquier otro. Y el mercadillo más de lo mismo, con sus vendedores ambulantes ofreciendo sus productos, Marieta compró dos pares de bambas un par de pantalones vaqueros y multitud de bragas, sujetadores, camisetas de algodón y un par de bikinis unas chanclas, calcetines un pijama, vamos lo que vienen siendo un ajuar en toda regla. A la hora de comer, se fueron a un chiringuito que según Salustiana, hacía el mejor caldero del mundo, y bien seguro que lo era, un caldero de langosta, con un caldo tan rico que podía resucitar a cualquiera, todo ello regado con un vino blanco de la manchuela que estaba muy fresquito y rico.

Era una hora temprana y el restaurante estaba todavía medio vacío, pero no quitó que una pareja empezara a discutir, la discusión subió de tono y el hombre le dio una bofetada a la señora, cosa que hizo que Salustiana saliera en defensa de la chica. El maltratador empujó al pobre señor y la tiró al suelo. El resto quedó en blanco en la memoria de Marieta, cuando volvió en sí, estaba en el suelo con unas esposas y al maltratador se lo estaban llevando en camilla con un collarín y llorando como un bebé. La cara de su amiga lo decía todo, mezcla de miedo y preocupación por lo que acababa de ver. La guardia civil se la llevó al cuartelillo en el coche, una vez allí prestó declaración y le dijeron que figuraba en el listado de personas desaparecidas. Así que tenían la obligación de reportar su aparición, pero ella estaba a otra cosa. Allí le leyeron los cargos que le imputaban, al parecer le había roto dos costillas, un brazo y la mandíbula al maltratador y probablemente tendría que beber en pajita durante bastante tiempo. Al final el dueño del restaurante y cinco camareros la redujeron mediante una descarga eléctrica provocada por un taser.  Cuando llegó la guardia civil, estaba atada contra el suelo.

A la mañana siguiente, compareció ante el juez para que prestara declaración, momento en el que apareció Salustiana, acompañada por una abogada que había conseguido en una asociación en defensa de las mujeres maltratadas. La declaración se saldó con una puesta en libertad, la abogada alegó que la respuesta fue tan contundente porque Marieta también había sido víctima de abusos y que se estaba siendo tratada por Salustiana que presentó un informe como psiquiatra colegiada. El juez siendo consciente de la que le podía caer encima, dejó marchar a Marieta no sin antes decirle que no puede hacer esas cosas.

Al salir, se despidió de la abogada y le agradeció a Salustiana el haberle sacado de ahí. Indicándole que se iría hoy mismo de su casa. La anciana, miró a Marieta con cara muy apenada y le dijo:

–        ¿Sabes que tienes un desorden muy grave?...tú no puedes ir así por la vida, en conciencia no puedo dejarte ir, quédate conmigo y al menos trataré de aliviarte la carga tan pesada que arrastras.

–        No me fío de mí, temo por la vida de las personas, salí huyendo cuando me pasó algo por el estilo, mi mente está hecha una mierda…no creo que tenga arreglo.– le dijo Marieta mientras le caían dos lagrimones como puños de la cara.

–        Si no lo intentamos no lo vamos a saber nunca…por lo que veo no tienes a nadie esperándote, por lo que no vas a perder nada. Te advierto que va a ser muy difícil, y que vas a escuchar cosas que no te van a gustar, pero que al final te va ayudar seguro…un año, sólo un año te pido. Ahora aséate y vamos a preparar tu habitación. – Dijo Salustiana ya con un talante totalmente distinto al de una anciana adorable.

Durante el resto del día, no volvieron a tratar del tema de la terapia. Marieta se limitó a instalarse en una casa. Después de comer, Salustiana, le entregó dos cuadernos en blanco y un bolígrafo. –Quiero que escribas en uno tu biografía, para mañana quiero que me hables de tus padres. El otro cuaderno es para que anotes tus sentimientos, cómo te sientes ahora. Mañana quiero que al menos me escribas tu biografía, por la mañana cuando te despierte quiero que la dejes encima de mi mesa camilla. Ahora ponte a ello.– Marieta tan diligente, empezó a contar su pequeña biografía, su infancia los recuerdos de su padre y su relación tan especial, la relación tan compleja que tenía con su madre y la forma tan castrante que tenía sólo con ella. Y cómo juntarse con su padre le suponía una auténtica liberación. Cuando quiso darse cuenta, su cuidadora le estaba subiendo una pequeña cena, miró con satisfacción que había escrito más de veinte páginas, aunque había bastantes tachones. En cambio en la otra libreta no había escrito nada. Algo que no le preocupó en exceso, pues era normal que la gente tan castigada como Marieta le costara abrir sus sentimientos.

A una hora indeterminada, las luces de la casa se apagaron en una clara alusión a que era hora de acostarse. Marieta se tumbó en la cama pero no consiguió ni siquiera un leve pestañeo. Su mente se inundó de recuerdos que quería recoger. Ayudada de una vela que había en la habitación siguió con su escritura hasta que alba. En el momento que Salustiana vino a despertarla, había completado el primer cuaderno de su biografía. Esta no dijo nada se limitó a decirle que se vistiera y que le acompañara. En ayunas llegaron a una cala abandonada donde la invitó a desnudarse y a meditar. Las dos desnudas empezaron con unos ejercicios de meditación, en los que iba poco a poco explicándole cómo debía controlar su respiración. Marieta se sintió fenomenal, al cabo de un rato relajada y sorprendentemente feliz como hacía mucho tiempo. Ya de camino a la casa, su compañera le acompañó al viejo caserón donde había dormido la noche anterior. En la casa había material de limpieza y albañilería. Con una sonrisa socarrona su  psiquiatra le dijo que ella era partidaria de tener la mente y el cuerpo ocupado para ser sometida a una terapia correcta, y por ese motivo iban a restaurar esta casa. Con un escueto “ora et labora”. Le tendió un mono azul y empezaron a currar.

Trabajaron durante varios meses en una incesante actividad, no le preguntaba nada, pero ella seguía escribiendo en sus cuadernos, el trabajo físico le sentaba bien. Con su dinero compró un viejo Volvo 850 ranchera, con un carro para su moto. Hizo varios cursos de formación a desempleados de mecánica de motos y se dedicaba a comprar viejos hierros y a restaurarlos, para luego venderlos. Con el tiempo, decidió comprar la vieja que había restaurado durante aquél verano. Salustiana, se apenó el día que dejó su casa pero al fin y al cabo eran vecinas, por la noche seguía escribiendo sus diarios y dándoselos a su amiga para analizarlos. El que no dijera nada, dejó de sorprenderle. Hasta que un día le dijo:

–        Marieta, llevas aquí conmigo dos años y llevas demasiado alejado de tus amigos, ya va siendo hora de que te enfrentes a tus fantasmas y que termines tu proceso, hasta que no lo hagas, no estarás sanada.

–        Tengo miedo…Salus.

–        Lo sé Marieta, pero es preciso que lo hagas. Te necesito aquí conmigo, necesitas terminar esta mierda, necesitas echar un polvo y verlo como algo normal y para ello, tienes que salir esta rutina y enfrentarte a ellos. Si no lo haces, puedes dejar de hablarme, que no pienso estar contigo nunca más en la vida. Tú decides.

Esa noche Marieta salió de casa con una pequeña mochila, para ir a su vieja ciudad natal, cuando llegó, notó todo bastante raro, como si ya no perteneciese a ese sitio. Seguía con su pelo cortado muy corto y llevaba unas gafas de sol que le ocultaban la cara, cuando se quiso dar cuenta, estaba en el apartamento que compartía con Paka. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez. Cuando llamó a la puerta se encontró con que ninguna de sus amigas vivía allí. Buscó un hostal cercano a su antiguo trabajo y esperó a ver a alguien conocido.

La espera mereció la pena cuando apareció Paka por la puerta, estaba muy cambiada, tanto que le costó trabajo reconocerla, se había convertido en una mujer aburguesada, lejos de la imagen que recordaba de ella. Lo que le rompió el alma fue ver el conductor que la llevaba, era Pancho. Marieta, salió de allí llorando, eran los dos los que le habían jodido de verdad. Pero la terapia de Salustiana había hecho su efecto, en condiciones normales podría haber saltado sobre ella y haberle partido en dos a base de hostias, en cambio, se limitó a buscar el bufete de Iván. Sabía que él podría darle las respuestas.

El bufete ahora se encontraba en un edificio nuevo de oficinas y ocupaba una planta, cuando entró, se encontró a Tina de recepcionista. Iván había salido del armario y había resultado ser muy rentable para él puesto que su clientela eran todos del colectivo LGTB y confiaban en él para llevar sus asuntos. Cuando se quitó las gafas y saludó, Tina se quedó con la boca abierta y no daba crédito a lo que sus ojos veían. Se levantó de su silla y se fundieron en un abrazo sincero mientras que su amiga se la comía a besos, la agarró de la mano y entró en el despacho de Iván como un vendaval. El abogado cuando la vio lloró de la emoción y los tres se abrazaron llorando. Una vez más calmados, él pidió a su ayudante que le cancelara todas las visitas para poder hablar tranquilamente con su amiga desaparecida durante tanto tiempo.

Durante más de una hora, Marieta les contó todas sus peripecias ante la mirada aterrada de sus amigos. Tina e Iván lloraban ante la triste historia de su amiga. Al terminar, Iván le enseñó su expediente, cómo ellos se habían encargado de presentar la denuncia de desaparición y cómo había ganado el juicio de las preferentes y había recuperado su dinero que estaba depositado en una cuenta corriente. Demostrando una vez más que ellos sí habían portado como amigos. Marieta les preguntó por Paka, había pasado por el ministerio y había visto pasar a una mujer muy envejecida que se parecía bastante a ella pero no podía ser que ese trasunto de mujer anticuada fuera su amiga. Tras un breve e incómodo silencio, Tina le dijo:

–        Nuestra Paka, se pasó al lado oscuro.

–        No te entiendo…– Dijo Marieta.

–        Paka…se casó.– Dijo Iván.

–        Eso es una buena noticia…¿Por qué dices lo del lado oscuro? –Dijo Marieta.

–        Se casó con tu ex…viven en un chalet adosado y digamos que es como eras tú antes de romper con Pancho. –Contestó el abogado.

–        No puede ser posible, Paka era una mujer inteligente e independiente ¿Qué pudo pasar?...¿Cómo se ha jodido la vida de esta manera?...y vosotros, ¿cómo no le avisasteis? ¡En especial tú, Iván!..–Dijo Marieta.

–        Marieta, Paka y Pancho se veían ya antes de desaparecer, al parecer…–Dijo Tina.

–        ¡Calláte Tina! No le hagas sufrir más…– Le recriminó Iván.

–        ¿Qué pasa?, por favor no lo ocultéis…necesito saberlo, me lo debéis. –Preguntó Marieta.

–        Estaban ya liados antes de que secuestraran, no descartaría que fuera algo preparado por ellos dos. Tu amiga fue una idiota, se dejó vender a cambio de que Pancho moviera hilos para que sus padres fueran a una residencia de ancianos pública y no tuviera que gastar el dineral que se gastaba en la privada, a cambio…–Tina hizo una pausa para coger fuerzas. – A cambio, él cumplió su palabra y la obligó a acostarse con ella bajo la amenaza de que podía echarlos de la residencia cuando quisiera. Por eso se tuvo que casar con ella y mantener sexo a diario con él. Me consta que le ha prohibido vernos, al principio, nos veíamos en secreto, pero debió enterarse porque desde la última vez, que hace ya más de un año, no la hemos vuelto a ver.

–        ¿Estás segura de eso Tina?...– Preguntó Marieta.

–        Sí, además creo que la maltrata, le ha lavado el cerebro y tiene una dependencia hacia él fuera de lo corriente. La obliga a vestirse como una monja y creo que le hace mil tipos de perrerías. Sus amigos van a casa y juegan a las cartas mientras ella les tiene que servir la comida desnuda sólo cubierta con un mandil, otras veces le ha obligado a follarse a alguien para poder cerrar un trato. No me lo han contado, lo he visto yo, la he estado expiando un montón de tiempo. – Dijo Tina.

–        Pancho se dedica ahora a ser una especie de conseguidor, todo lo que necesites de los políticos, él lo consigue. Es poderoso, hay que tener cuidado, tiene a toda la ciudad bajo su mando, es el poder en la sobra y lo ejerce con mano de hierro. Félix tuvo que salir de aquí por patas e irse a vivir a Londres ante el acoso de este cabrón. Lo mejor que puedes hacer es volver y no mirar atrás. – le aconsejó Iván.

–        No quiero, es hora de enfrentarme a mi demonio particular, he necesitado muchas horas de terapia y mucho trabajo para darme cuenta que no me liberaré de mis problemas hasta que rompa del todo con mi pasado. Necesitaré el dinero para hacer una serie de pesquisas. – Dijo Marieta. – Y necesito que me acompañes a comprar ropa cara, debo de hacer un plan para que el bicho este pague de una vez por todas todo el mal que ha hecho.

–        Ya veo…pero debes tener cuidado.– Dijo Tina.

–        Yo ya no tengo nada que perder, pero Paka está bien jodida si le han hecho lo mismo que a mí. Gracias a una buena amiga he podido desprogramarme, pero ella está sola, se lo debo.– Contestó Marieta.– Por eso voy a necesitar de tu arte para poder acercarme al cabrón de Pancho, tengo una idea pero voy a tener que acercarme a él, ¿Dónde está el dinero?.

–        ¡Estás loca…! – Le recriminó Iván. – No lo vas a contar…¡Olvídalo, no pienso ayudarte!

–        No te necesito, sólo quiero saber dónde atiende sus chanchullos, tengo un plan interesante. Nos vemos en un par de días, necesito hacer preparativos.

Marieta agarró su viejo coche, y salió como alma que lleva el diablo hasta su vieja casa en la playa, desenterró el dinero en efectivo que aún le quedaba, los bonos al portador y su fiel pistola. Se vistió de motera y salió en una vieja Yamaha V-Max, aunque la moto tenía más de veinte años, era la más moderna y rápida que tenía. Dejó una nota a Salustiana, no sabía si a modo de disculpa o de despedida, pero tenía claro lo que iba a hacer, lo tenía claro, tanto que sabía que tendría que ir hasta las últimas consecuencias para poder salvar a su amiga.

Llegó al hostal casi por la noche, estaba rendida y se durmió justo al minuto siguiente de pedir hora para el día siguiente en una peluquería. Nada más llegar pidió que le pusieran extensiones y le tiñeran de rubia. Al terminar una compra de ropa esencial para la misión y salió para oficina del cabrón de Pancho con la intención de actuar de una vez por todas.

El despacho era más fachada que otra cosa, tampoco es que fuera nada del otro mundo pero para un cateto como Pancho sería lo máximo, era todo lo que él representaba un quiero y no puedo. Ciertamente había gastado dinero en él, pero al final…se notaba que rascando la superficie era cutre. Una secretaria, sorprendentemente muy mayor, le atendió y le pidió que le esperara. Marieta llevaba para la ocasión un traje ajustado que dejaba su escote a la vista y unos tacones con plataforma la mar de atrevidos, dándole en conjunto, el tipo de mujer que hacía perder la razón a su ex.

Lo tenía todo claro en la cabeza, pero cuando entró en el despacho y lo vio, había engordado bastante y el pelo lo estaba perdiendo a marchas forzadas. Lleva un traje azul marino que le estaba estrecho. En poco tiempo se había convertido en una sombra de sí mismo, quizá era el odio que le hacía ver todo más claro, o quizá fue la realidad sin más, pero lo cierto es que él estaba hecho una auténtica mierda. Al entrar él se levantó y le ofreció un asiento mientras que decía a modo de saludo:

–        ¡Señora!, soy una persona ocupada, pero tratándose de una dama en apuros siempre estoy dispuesto a hacer una excepción. – Dijo el muy baboso.

–        No esperaba menos de usted, pero necesito que alguien me aconseje que hacer con esto. – Dijo Marieta mientras abría su cartera y le enseñaba los bonos al portador además de una porción generosa de su escote.

–        Es algo poco habitual, pero no es problema, puedo saber de dónde los ha sacado. –Preguntó él.

–        Me los ha dejado mi viejo amante en herencia, yo le di bastantes cosas buenas y él correspondió con esto, necesito hacerlo efectivo, para poder tapar agujeros. Ya me entiende. – Respondió mientras se ponía una cara entre pícara e inocente, que le hacían francamente deseable, mientras se sentaba en el confidente dejando a la vista una buena parte de sus piernas.

–        Claro, por lo que veo la tenía en un alta estima, entienda que tengo que hacer unas consultillas pero creo que puedo hacerlos convertibles, o bien si quiere conozco a gente que se lo pagaría en efectivo sin más siempre que no se declare nada, como puede entender…– Respondía él totalmente encendido.

–        Claro que me interesa, –Dijo Marieta mientras pensaba hacia sus adentros, «te llevas  al menos un veinte por ciento seguro por blanqueo fijo».

–        Permítame que la invite a cenar a mi casa esta noche si quiere.

El ofrecimiento pilló a Marieta en fuera de juego pero se arriesgó, sabía que un personaje de su estilo podría intentar llevarse todo y a ella volverle a joder, pero por otro lado se le abría la posibilidad de sacar a Paka de allí. Al menos necesitaba aclarar si le estaban haciendo lo mismo que le hicieron a ella. Aún había cierta esperanza, puesto que había visto que era bastante autónoma, no como ella que estaba totalmente catatónica.

–        Acepto encantada, pero no quiero ser una molestia para su familia…

–        No tengo familia, sólo una chacha que me cuida.

–        Espero que sea guapa. – Dijo ella. –Me ponen mucho las chachas con el uniforme clásico.

–        Sus deseos son órdenes para mí, le mandaré un coche a recogerla a su hotel.

–        No hace falta, dígame la dirección yo siempre conduzco y no me gusta nada que me lleven. – Respondió Marieta, sabiendo que debía limitar al máximo la capacidad de él.

–        Bueno si insiste….

–        Hoy me entregan mi nuevo descapotable y quiero estrenarlo a toda costa, espero que lo entienda, quizá podamos estrenarlo en todos los “sentidos”. – Dijo ella giñándole un ojo.

–        Por supuesto señorita…esta es mi dirección…, nos vemos a las diez. – Se despidió Pancho mientras le besaba la mano.

–        Estoy deseando…– Le respondió sensualmente al oído.

Cuando Marieta salió, de allí asqueada. El cabrón de Pancho se la estaba machacando en el cuarto de baño. Había cosas que hacer, entregó una caja a Iván y un sobre para que lo abriera si a ella le pasara algo. Además les hizo comprometerse a no decir nada. Con un buen fajo de billetes de quinientos, fue a la boutique más cara de la ciudad y compró un traje tan sensual que a duras penas podía dejar indiferente a nadie, sea hombre o mujer. Se depiló todo su ser, y pasó por un compraventa de segunda mano, donde llevaban años vendiendo un Morgan plus 8 verde botella con la tapicería en color caramelo. Era el coche que él siempre  había ambicionado pero tan rastrero que sabía que nunca se lo compraría. Cuando lo pagó en efectivo sólo puso de condición que le pusieran a punto para llevárselo esa tarde a una cita.

Acto seguido, pasó por una tienda de defensa personal, donde compró un teaser y un espray pimienta, que metió en su bolso con una sonrisa. La hora había llegado, estaba preparada para salvar a su amiga y si todo salía como había planeado, podrían volver a estar juntas. Pero sabía que iba a ser difícil. Un repaso en la peluquería, un abrigo de visón precioso y un cochazo descapotable hacían la ecuación más sensual que un hombre podía imaginar. Sobre todo cuando Pancho la recibió en la puerta del chalet con un smoking blanco, que a ella le dio por pensar, «Míralo, parece un puto camarero». Mientras sonreían, ella le dio un beso sensual cerca del oído y le decía. – Está realmente deseable, –Mientras, deslizaba sobre el suelo del chalet su abrigo, dejando a la vista una espalda sin apenas ya cicatrices. Y un vestido de seda que le  marcaba un culo que daba por hecho la ausencia total de ropa interior.

Dicho esto, ella se quedó totalmente descolocada cuando vio a su amiga atada a una especie de cruz, totalmente desnuda y amordazada. Cuando se volvió, un tío enorme, la había ya inmovilizado, de manera que sólo podía ver la cara burlona de su ex novio, mientras decía – ¿De verdad pensabas que no me había dado cuenta que eras tú Marieta? Has sido muy tonta, en venir aquí. La verdad es que te creía muerta o algo por el estilo, ¿acaso no te gustó el marido que te busqué?

El gorila la colocó en una especie de potro que la dejaba totalmente vulnerable y el cabrito de su captor la desnudó por completo complacido de observar que no llevaba ropa interior alguna. Mientras desataba a Paka que paseó por la estancia como si fuera una perrita. Una vez delante de ella se bajó la bragueta y su amiga obediente le comenzó a comer la polla. El gorila a su vez se había sacado un pollón enorme. A la espera de poder recoger las migajas que el jefe dejara. Una vez tiesa la polla, acercó a la pobre mujer al culo de Marieta para que lo lubricara. Estaba más que claro que la idea de él era follársela por donde quisiera e iba a empezar por el culo. Notó como la polla de él entró de una sola vez, pero no gritó ni protestó aguantó estoicamente mientras Pancho le decía que gritara. Marieta se negó, sabía que lo estaba haciendo a posta, pero necesitaba que se desgañitara, para intentar conseguir una oportunidad, además era demasiado pequeña en comparación con otras que ya habían pasado por ahí. El seguía gritándole – ¡Puta de los cojones, quiero que grites!...– Al tiempo que le azotaba. Pero no se dejó vencer, él no sabía que eso era poca cosa para lo que había sufrido con su antiguo “marido”.  – ¡Vas a gritar por mis huevos! Pero Marieta se reía, porque, a pesar del dolor, sabía que eso a él le jodía mucho más. Y se reía, la risa se terminó de golpe cuando Pancho encolerizó de tal forma, hizo algo inesperado, en un ataque de cólera, agarró una porra que estaba allí y la mató a base de golpes en la cabeza. Cuando cayó al suelo Marieta entró en el trance.

Lo que pasó, sigue siendo un misterio, lo único que sabe es que el ruido de sirenas le hizo volver en sí. En la mano tenía una barra de hierro, y en el suelo yacía en gigante con los sesos esparcidos y Pancho abierto en canal con la polla del otro en la boca. Miró por la ventana del garaje y la casa estaba rodeada. Sabía que había sido ella, y sabía que no había nada que hacer. Miró alrededor y allí estaba, su vieja Vulcan. El cabrón de Pancho, no sólo no se había deshecho de la moto, sino que aparentemente estaba impecable y conectada a un cargador de baterías. Junto a la moto había una especie de vitrina con su ropa de motera, sabía que su ex era raro pero que guardara esto a modo de trofeo era el colmo. Se vistió con su vieja ropa y arrancó su moto….«Música celestial», pensó.

Dos coches de policía estaban apostados en la puerta principal del chalet, cuando la puerta del garaje se abrió. En ese momento, uno de los coches del garaje, salió disparado contra los “Z”  de la policía, siendo acribillado a tiros por estos. Cuando el viejo Mercedes los embistió, este siguió como tal cosa, debido  su empuje y peso. El coche paró cuando se estrelló contra un árbol. Al acercarse vieron que dentro sólo había una barra apoyada contra el acelerador y el volante sujeto por unas tiras de tela. Momento que aprovechó Marieta para salir rugiendo con su moto. Cuando estos quisieron reaccionar ya era difícil acertarle con sus pistolas. La persecución estaba servida, ella sabía que tenía el depósito lleno, la había sacado del depósito del vehículo usado como distracción.

Salió con todo lo que daba la Kawasaki, que a pesar de todo no era suficiente y pronto se vio perseguido por un par de  unidades de la Guardia Civil. Entonces al pasar por una sierra lo vio claro, serenamente se despidió mentalmente de Salustiana, Iván, Tina y Felix. Dio gas a su fiel compañera y salió disparada por un viaducto que tenía una altura de cuarenta metros. Por fin era totalmente libre en su decisión.

FIN