Mariela sobreviviendo en la Colonia
Mariela una mujer provocadora, tiene que regresar a su lugar de origen, sin dinero y con familia, pagando las deudas con lo único que tiene: su cuerpo.
Sobreviviendo en la Colonia
La historia de Mariela era una historia de fantasía y sueños vueltos realidad, se había graduado con honores de psicología en la facultad más prestigiosa de la ciudad, y poco tiempo después se casó con Román, quien era un excelente joven, no era de una acaudalada familia pero todo lo que había logrado y cuanto tenía era gracias a su dedicada y exitosa carrera de médico.
Después de 4 años, tuvieron dos pequeños hijos, lindos en verdad, Martín de 4 y Enrico de 2; desde el nacimiento de Martín, Mariela abandonó la práctica de su carrera, ya que con el salario de Román era más que suficiente para sostener el nivel de vida que tenían, el cual era bueno en verdad, habían dejado su pequeña casa en una colonia popular por una enorme casa dentro de un lujoso club de golf, lo cual, por cierto, hicieron mientras menospreciaban a la gente de aquel lugar e incluso llegaban a la burla sobre la modesta situación de todos sus vecinos, tenían un par de camionetas, servidumbre y un sinnúmero de lujos sobre los cuales la mayoría solo podemos soñar.
Mariela era una mujer realmente imponente, a pesar de haber tenido ya dos hijos, se mantenía en muy buena forma, se ejercitaba a diario, comía sanamente y cuidaba mucho su piel y aspecto, siempre impecable, de hecho, su lema era "primero muerta que sencilla". La mujer era un monumento por donde la vieras, tenía unas piernas grandes y fuertes, unas nalgas lo suficientemente levantadas para apoyar una copa sobre ellas, un abdomen plano y marcado, pero lo que realmente llamaba la atención de cuanto hombre pasaba por su camino, eran sin duda, sus senos, parecían un par de montañas, eran grandes y muy bien formados, firmes y coronados con un par de lindos pezones pequeños de color rozado. Era sin duda el sueño de cualquier hombre.
Román era muy buen médico, excelente padre y esposo, pero un pésimo administrador y previsor, todo cuanto entraba se gastaba en más lujos y comodidades para él, su esposa y por supuesto sus hijos. Planeaba contratar algún seguro de vida o de desempleo, pero a sus 30 años lo último que le pasaba por la mente era su vejez o la muerte, así que siempre postergó el ahorro, los seguros y cualquier otra clase de gasto que implicase un ahorro.
Sobra decir que Román y Mariela eran inmensamente felices y que se sentían realizados con aquella vida que habían logrado en tan poco tiempo, realmente no tenían ningún problema y vivían muy holgadamente.
Pero un mal día sucedió algo que cambiaría sus vidas para siempre, Mariela lo sintió en la piel justo en el momento que sucedió y tuvo una horrible sensación que incluso la llevó a sentarse en una de las sillas de la cocina, no supo que era, sino hasta que recibió la llamada del hospital donde trabajaba su marido.
Román había tenido un grave accidente, un trailer no pudo frenar en la autopista y se estrelló precisamente contra su auto, fue una suerte que no muriera en el acto, pero tenía muchas heridas muy graves y era necesario que Mariela fuera de inmediato para allá.
Al llegar le confirmaron el peor de sus miedos, Román quedaría incapacitado de por vida, se había roto la columna y por la gangrena tuvieron que amputarle la mano derecha, Mariela quedó devastada, se soltó en llanto y no se atrevió a verlo sino hasta después de un par de horas.
Al encontrarse con su esposo, rompió en llanto de nuevo y se quedó abrazándolo durante algunos minutos, Román le dijo que todo estaría bien y que no tendrían de que preocuparse.
Y así fue, al menos durante algunos meses, sin contar con ninguna clase de seguro y con Román en silla de ruedas y sin mano, fue cuestión de tiempo para que lo despidieran, le dieron buen dinero por su liquidación, pero con tantos gastos en medicamentos y tratamientos el dinero comenzó a escasear en cuestión de algunas semanas.
Mariela observaba como todo su pequeño mundo de ensueño se derrumbaba ante sus ojos, primero tuvo que despedir a la servidumbre, después sacar a su hijo Martín de la costosa escuela a la que asistía, también vendió los autos, las piezas de colección de su marido, costos muebles y así, poco a poco hasta que tuvo que vender la casa.
Afortunadamente, lo único de lo que la otrora feliz pareja no vendió, fue la vieja casa en la que vivían, la que estaba en esa colonia que para ellos era tan horrible y denigrante, pero como el tiempo siempre hace que las cosas tomen su lugar, tuvieron que regresar.
Ambos se sentían humillados, ahora era la gente de aquella humilde colonia la que se burlaba de ellos y de su trágico regreso y dada la forma en la que se fueron no habían dejado ni un solo amigo.
Fue cuestión de tiempo para que el dinero terminara de agotarse, nadie contrató al pobre Román por su discapacidad y ya había pasado demasiado tiempo para que Mariela pudiera reincorporarse a su campo laboral, o a cualquier otro campo, ya que realmente nunca había trabajado y no tenía experiencia en nada.
Entonces un día, Mariela, juntando el poco dinero que le quedaba, fue a comprar un poco de carne a la carnicería cercana a su casa, la cual era atendida por el señor Franco, un tipo realmente nefasto, de aspecto descuidado y de pocos modales, quien siempre molestaba a Mariela y le lanzaba comentarios obscenos y miradas que revelaban sus más bajos instintos y deseos por ella. Y al momento de estar realizando su pedido entró un joven que se paró junto a ella y súbitamente le arrebató el monedero que llevaba debajo del brazo. Ella se quedó inmóvil, con la boca abierta y con ganas de llorar, por supuesto Franco no movió un dedo para evitar la situación, se limitó a voltear a ver a Mariela, pasando por supuesto primero su vista por sus grandes senos, y le dijo: ¿y ahora qué, trae más dinero para pagar?
Entre la desesperación y frustración, Mariela solo le respondió que no, era todo lo que le quedaba, entonces Franco, esbozó una macabra sonrisa y sin estar preparado para la respuesta que obtendría en tono de broma le comentó: Pues tu puedes pagar de otra forma Marielita .
Ella sabía que eso era lo único que le quedaba, lo único. También sabía que tenía que alimentar a su esposo, pero sobre todo a sus dos pequeños hijos. Entonces solo respondió: Está bien, haré lo que tu quieras Franco, pero por favor dame lo que te pedí.
Aquel desarreglado carnicero estaba atónito, al principio no supo que responder, pensó en darle la carne a Mariela sin cobrarle, pero, su deseo era más grande que su compasión. Y aprovechando la ocasión la invitó a pasar a la parte de atrás de la carnicería, que de hecho era la casa de aquel hombre, la cual no estaba en mejores condiciones que el negocio, todo estaba tirado, sucio y en desorden. Cerró la puerta de la carnicería, se pasó la lengua por los labios y tomó a Mariela por la espalda, conduciéndola hasta su habitación.
Al estar ahí, lo primero que hizo Franco fue pedirle que se destapara los senos. Mariela sin pronunciar palabra alguna, llevó sus manos a la parte trasera de su vestido, bajó el cierre y se despojó de él, quedando solamente en sujetador y pantaletas. Franco no tuvo que repetir su orden, ya que inmediatamente después Mariela se quitó el sujetador blanco que llevaba, dejando caer su impresionante par de tetas y a la vista de Franco. La boca de éste era un mar de saliva, como la de un perro que sabe que pronto comerá.
Inmediatamente después Franco llevó sus manos a ellos, los acarició primero lentamente, sin poder creer aún el espectáculo que estaba presenciando, después los apretó con toda la mano, los levantó y los dejó caer. Cuando terminó de jugar con ellos, se sentó en un viejo sofá y le pidió a Mariela que se posara sobre él. Ella lo hizo, poniendo sus pechos justo a la altura del rostro de Franco, quien comenzó a lamerlos y a meterse en la boca los lindos pezones de Mariela, mientras recorría con sus manos sus nalgas, metiendo la mano a las pantaletas y dándole pequeñas nalgadas.
Franco estaba extasiado, nunca había tenido en frente a una mujer así. Le pidió que se levantase y deslizó la pantaleta de Mariela hasta sus tobillos, ella saco los pies y así se quedó un instante, con las piernas ligeramente abiertas, parada delante de aquel sucio hombre.
Franco se levantó del sofá con una enorme sonrisa, se quitó la pequeña bata que llevaba, la sucia camiseta que apestaba a carne, los pantalones y la truza, dejando a la vista de Mariela un pequeño pene erecto, rodeado por una maraña de pelo, justo debajo de una enrome barriga también peluda y sucia.
¡Chúpamelo Mariela! Inquirió, Mariela que para ese momento se encontraba como en un transe se arrodilló y se lo metió de un solo movimiento el miembro de Franco, comenzó a moverse lentamente de atrás para adelante, y el carnicero loco por la excitación tomó la cabeza de Mariela por la nuca y comenzó a follársela así, por la boca.
El maldito no taró en venirse, y lo hizo justo dentro de la boca de Mariela, cayó exhausto sobre su cama y le dijo: ¡vístete y lárgate¡ tu carne está sobre la mesa de abajo.
Mariela tomó su ropa, se la colocó rápidamente y salió de aquel lugar totalmente avergonzada, pero tranquila, ya que su familia tendría para comer.
Franco se levantó unos minutos después de que se fue Mariela, esperó a que llegara la hora de cerrar la carnicería y se fue a jugar dominó con sus amigos, y obviamente les contó su pequeña aventura con la mujer más deseada de la colonia, ellos al principio se burlaron de él, pero después de un rato le creyeron y lo ovacionaron por la hazaña obtenida.
Después de eso la situación de Mariela y su familia no mejoró, cada vez entraba menos dinero y los gastos iban en aumento.
Un día, en la escuela de su hijo, el director la mandó llamar ya que las cuotas ya se habían vencido y tendría que negarle el acceso al pequeño. Ella no lo podía creer, le suplicó y rogó que no hiciera eso, y le juró que ella conseguiría el dinero, el viejo director se negó rotundamente, pero recordó lo que su viejo y gordo amigo le había platicado semanas atrás en el juego de dominó y se aventuró a sugerirle a Mariela un pago igual al que había recibido su amigo.
Ella, con una gran furia interior, pero con una calma total respondió: Está bien.
El viejo director no se dejó llevar por sus impulsos como el gordo carnicero, y le propuso un trato que Mariela no pudo rehusar:
Director: Mariela, tu eres una hermosa mujer y tienes un cuerpo que más de uno aquí deseamos, se que tu situación no anda nada bien y yo tengo algunos amigos que podrían hacerte la vida más fácil.
Mariela: A que te refieres?
Director: Pues voy a ser honesto contigo, Franco nos contó lo de su pequeña aventura, y dado que he comprobado personalmente que estas dispuesta a entregar tu cuerpo, te propongo una pequeña sesión con algunos de mis amigos que seguro encontrarás muy atractiva.
Mariela: Por qué lo dices, se claro por favor.
Director: Bien, bien, pues mira ya conoces a algunos de mis amigos, Manuel, el gerente del supermercado, Rafael, el dueño de la tienda de ropa, Enrique el que atiende la farmacia y yo, claro el director de la escuela de tu hijo, así que como quieres que sea claro, pues ahí va, todos te hemos visto y a todos nos provocas una erección cada que te vemos Mariela, entonces que te parece si nos encontramos todos en mi casa, digamos el viernes entrante, nos divertimos todos un poco y yo conseguiré que ellos te proporcionen sus valiosos servicios totalmente gratis por algún tiempo, que te parece?
Mariela, se levantó, lo miró enérgicamente a los ojos, le gritó un par de cosas y se dispuso a marcharse, el director solamente le dijo suavemente mientras se retiraba, piénsalo Mariela, piénsalo, y si te decides te estaremos esperando.
Pasaron un par de días y llegó el viernes y con él, Mariela a la puerta de la casa del director, donde ya la estaban esperando todos muy ansiosos. Ella llegó vestida de infarto, llevaba puesto unas zapatillas con tiras sobre sus pantorrillas, una minifalda negra ajustada y una blusa semitransparente negra, debajo llevaba un tanga igualmente negro que hacía coordinado con el sujetador diminuto que parecía que iba a reventar en cualquier momento por los enormes senos que contenían.
Todos estaban muy contentos y eufóricos, ya tenían encima unas copitas de más y a gritos pidieron que entrara. Mariela entró y tras hacerlos jurar que le darían todo lo que requiere comenzó el espectáculo.
Todos se sentaron alrededor de una pequeña mesa de centro a la mitad de la sala, pusieron música y le pidieron que se desnudara para ellos haciendo un bonito striptease,
Mariela, ya totalmente resignada al lugar de puta de la colonia que ahora tenía, lo tomó del modo amable y subió a la mesa.
Comenzó bailando muy despacio, tocando todo su cuerpo, haciendo gestos muy sensuales a la amable concurrencia que no dejaba de gritar emocionada por aquel majestuoso espectáculo.
Primero se despojó de su falda, de un solo movimiento la llevó hasta la superficie de la mesa sin doblar las piernas, se levantó y se quitó la blusa, todos babeaban al ver los enormes y prominentes senos de Mariela. Ella se acercó al encargado de la farmacia, le puso delante sus nalgas y le pidió que le bajara el tanga, el lo hizo inmediatamente mientras pasaba sus manos y su lengua por todas las nalgas y las piernas de Mariela, después, llegó el momento que todos esperaban, ella se arrodilló en aquella mesa, se llevó las manos al centro del pecho y con un movimiento brusco dejó a la vista de todos sus tan deseados pechos, los asistentes no podían creer lo que estaba ocurriendo y Mariela estaba dispuesta a dejarlos totalmente satisfechos para poder así cubrir sus necesidades.
Después de esto, se recostó sobre la mesa y recibió sobre su anatomía casi perfecta ocho manos lujuriosas que recorrieron cada espacio de su cuerpo, pasaban por sus piernas, tocaban y metían los dedos en su parte más íntima y por supuesto no dejaban de acariciar los pechos que los habían hecho delirar durante tanto tiempo.
Poco a poco, todos se fueron despojando de sus ropas, y al paso de un par de minutos Mariela estaba rodeado por 5 vergas dispuestas a todo y más duras que una prueba de matemáticas.
Mariela se colocó sobre sus rodillas y sus manos sobre la mesa y los cuatro afortunados se separaron en parejas, dos frente a ella y dos en su retaguardia. La sesión no tardó en comenzar, el primero, Manuel puso frente a su rostro su pene, ella abrió toda la boca y comenzó a chupar todo el miembro, mientras hacía ruidos de placer, también el director tomó la iniciativa y se colocó detrás de ella, bajó la cabeza y le estuvo besando las nalgas y la concha por un par de minutos, y cuando sintió que ya estaba lo suficientemente húmeda se levantó e introdujo su pene directo y sin escalas hasta el fondo de la concha de Mariela, ésta soltó un leve grito de placer y continuó mamando el pene del primer sujeto.
El director estaba disfrutando más que nadie aquella noche, ya que Mariela, hace algunos años atrás cuando sacó a su hijo de aquella escuela lo hizo en medio de criticas y burlas al pequeño hombre. Metía y sacaba lentamente su miembro de Mariela, dándole firmes nalgadas y apretando su culo mientras recordaba aquella embarazosa escena. Se retiró antes de llegar, ya que pretendía obtener mucho más de ella y se hizo a un lado para que Rafael tomara su lugar.
Rafael era un hombre de baja estatura, robusto y con un pene no muy largo, pero gordo en verdad, él comenzó acariciándole las nalgas mientras soltaba una gran carcajada, tomó cada una con una de sus manos, las separó y le metió la verga justo en el culo, así nada más, Mariela gritó, pero sin mucho éxito ya que todavía tenía una verga dentro de la boca. Manuel cedió el lugar a Enrique, quien le pidió a Mariela que se metiera en la boca sus bolas, ella lo hizo mientras veía como su pene atravesaba toda su cara y al fondo la cara de Enrique, que era el más joven de todos.
La acción continuó así un rato, Rafael dándole con todo por el culo, Mariela con las bolas de Enrique en la mano y la verga de Manuel en la mano mientras lo masturbaba.
Todos le recordaban lo puta que era, mientras Mariela gemía cada vez más fuerte para excitarlos. El primero en terminar fue Rafael, tenía una fijación con el culo de Mariela así que esa posición lo excitaba demasiado y se vino completito dentro de ella mientras soltaba un gran grito de placer, después lo hizo Enrique con las bolas todavía dentro de la boca de Mariela, él se estaba masturbando porque quería ver la cara de ella regada con su leche.
Cuando ambos habían terminado, Manuel la volteó boca arriba y se puso sobre ella, le metió la verga en la concha y comenzó a moverse frenéticamente mientras sobaba sus senos y lamía su cuello, era un movimiento constante y fuerte, después llevó su mano hasta la concha y comenzó a mover sus dedos dentro, provocándole el primer orgasmo a Mariela y él al escuchar y sentir como su cuerpo se estremecía sacó su verga y se colocó sobre sus pechos dejando caer toda su leche sobre ellos, los demás le aplaudieron, se acercó le dio un beso en la boca, le dijo: me encantas putita! y se retiró.
Ahora todos estaban satisfechos, excepto claro el viejo director claro, se levantó y les pidió que le agradecieran por el magnifico regalo que les proporcionó, asegurándoles la tendrían a su disposición por lo menos una vez al mes, cada que sea hora de saldar cuentas pendientes con Mariela. Todos rieron estrepitosamente, se vistieron y se fueron.
Mariela dijo y ahora tu que quieres?
Fin de la primera parte.