Mariela, la amiga de mi madre.
De como en una cálida tarde de verano, las circunstancias me llevaron a experimentar con una amiga de mi madre los placeres del sexo.
Me levanté de la siesta un poco desconcertado, dos horas seguidas de tan excepcional invento no pueden ser buenas, y mas en verano, aquel año me habían dejado solo en casa y la ausencia de ruido logro tal inusitado descanso. Subí la persiana de la habitación, e inspire fuertemente, una bocanada de aire húmedo me espabilo por completo, la descarga instantes antes de una tormenta veraniega había dejado ese típico olor a lluvia y la pegajosa sensación de humedad que producen esos singulares chaparrones.
Me desvestí y me metí en la ducha, una ducha fría recuperadora para volver a sentirme persona, de repente sonó el timbre de la puerta, me coloque como buenamente pude una toalla y tras ir medio resbalando por el pasillo abrí la puerta. Era una amiga de mi madre, cuarenta y muchos, castaña, de mediana estatura, se notaba que se cuidaba, siempre sonriendo y bromeando.
La hice pasar, venia a recoger unas fotos que mi madre le había dejado, hacia una semana que todos se habían ido a la playa y me dejaron la tarea de recadero para casi todo. Le comente si quería tomar algo y me dijo que si, un vasito de agua fresca si tienes, me dijo mientras me repaso de arriba abajo. Esa mirada me excitó sobremanera, excitación que me produjo una buena erección que no escondí.
Me siguió hasta la cocina, allí le acerque el vaso de agua fresquita que me había pedido, ella se quedo mirando el bulto que escondía mi toalla, sin alterarse, cogió el vaso de agua, mirándome a los ojos, se lo acerco a la boca y comenzó a beber, yo estaba delante de ella, deseando que la toalla cayese, que se encontrara en la situación de verme así, empalmado por su culpa. Te he pillado en la ducha, me dijo volviéndome a repasar de arriba abajo.- yo estaba nervioso, creí que la polla me iba a reventar, yo también la repase y vi como los pezones marcaban sus considerables senos, un silencio se apodero de la habitación, se acerco a mi y coloco su dedo en mi pecho y jugo con una gota que iba cayendo hacia abajo, subiéndola hacia arriba, atravesando mi cuello, llegando a mi barbilla e introduciéndola en mi boca, boca que saboreo aquel dedo como si se tratase del mejor de los manjares.
Mi corazón palpitaba a un ritmo casi desconocido, me acerque a ella, separe su pelo y empece a besarle el cuello, ¿estas solo?, ¿nos pueden pillar?, dijo entrecortadamente, .-no, le conteste yo, estoy solo, mientras mi labios iban besando su mejilla hasta alcanzar sus labios maduros, experimentados y sabrosos.
Me quite la toalla, cogí su mano y la puse encima de mi miembro, duro como una roca, lo asió fuertemente y empezó a masturbarme, mientras seguíamos besándonos, ¿vamos a la cama?, le pregunta medio balbuceando, nervioso de oír una negativa, de que me dejase empalmado, solo, jodido, pero asintió y nos dirigimos rápido a la habitación de mis padres, se quito la camiseta blanca dejándome al descubierto dos enormes pechos, semicaidos, cubiertos por un sujetador marrón poco sugerente, le di la vuelta y mientras continuaba besando su cuello, se lo desabroche y con gran rapidez acople mis manos en aquellos blandos y sabrosos senos, apretándolos y manoseándolos sin ningún pudor ni delicadeza por mi parte.
Dándose la vuelta, se quito la falda y las bragas poco eróticas que llevaba con rapidez, supongo que para que no las viese, y pude ver una gran mata de pelo entre sus piernas, negro, rizado, abundante, se recostó en la cama y yo la seguí, me puse encima de ella intentando penetrarla en ese momento, ansioso, ciego de lujuria, como un amante inexperto a pesar de haber tenido alguna que otra relación, pero aquello era diferente, aquello me venía grande, intente penetrarla sin éxito,, ella cogió mi erecto pene y lo puso en la entrada de su hambriento sexo, y con un solo empujón se lo introduje hasta lo mas profundo de aquella frondosa cueva, sus labios inferiores lo acogieron como al hijo pródigo que vuelve a su casa, sus manos apretaban mi culo, quería tenerla mas dentro, mas hondo, y yo también lo quería, y me movía rápidamente y salvájemente encima de ella, perforándola hasta los confines del abismo, con mis manos locas tocando todo lo que podían, besando su boca, su barbilla, su cuello. Nuestros jadeos acompasados al ritmo de las continuas penetraciones eran cada vez mas fuerte, su olor me excitaba, agarre su cintura para que la sintiera hasta el fondo, la sacaba y la metía sin parar, era una fornicación frenética, estaba a punto de correrme, ella lo noto y me dijo que lo hiciese dentro, y así lo hice, descargando todo mi semen en aquel sexo maduro, grande y experimentado. Me vacié entero, ella seguía jadeando, disfrutando y sintiendo como la llenaba y como mi polla se iba ablandando dentro de ella, hasta que la saque y me recosté a su lado, resoplando, sudado, y satisfecho.
No se si ella lo disfruto tanto como yo, la verdad es que no me preocupe, por aquel entonces era un poco inexperto a pesar de mis 26 años, y pensaba mas en mi satisfacción que en la suya, pero sudar, sudamos los dos y de lo lindo. Se vistió en el baño de mis padres mientras yo hacia lo propio en la habitación, salio sonriendo con la frase de vaya tardecita que hemos echado, cogió sus fotos y se marcho propinándome un beso en la mejilla y cucándome el ojo.
La he vuelto a ver varias veces mas, pero nunca me ha dado la sensación de complicidad o de un secreto guardado, quizás lo ha borrado de su mente o quiere darle la mayor de las normalidades, se ha vuelto a casar, sigue igual de simpática y atractiva que antes, y sigue teniendo esas grandes tetas que me hicieron gozar aquellas pegajosa tarde de verano.