Maricarmen (4)

La insaciable siguió pidiendo más y más verga

MARICARMEN IV

Un día en que ella y yo no teníamos nada planeado, recibió una llamada de una amiga y, después de unos minutos de plática, colgó y me comentó:

  • Me pregunta mi amiga Edith si tú les podrías sacar un video, sabe que eres fotógrafo y por eso quiere saberlo – su voz tenía un tono extraño.

  • ¡Claro que sí! – contesté inmediatamente -, con mucho gusto lo haría – como ya la conocía no tuve reparo en cumplir su petición.

  • ¿Podrías hacerlo mañana? – preguntó algo inquieta.

  • Si no tenemos nada que hacer, adelante – no imaginaba la sorpresa que me llevaría.

  • Déjame llamarle para decirle que aceptas, permíteme unos minutos – tomó el teléfono y marcó un número.

  • ¿Edith?, dice que sí, ¿quieres que llevemos nuestra cámara o lo tomamos con la tuya?... de acuerdo, mañana nos vemos a las 8 de la noche – finalizó la llamada.

  • Nos espera sin falta, dice que es algo muy importante, no le podemos fallar, quiere que lo grabemos con su cámara – dijo acercándose a mí.

  • Seguramente es algún evento social, así que mejor descansamos para que mañana no nos gane la fatiga.

  • Correcto mi amor, hoy te dejaré descansar, pero mañana en la noche… - utilizó ese tono meloso que siempre usa para hacerme entender que tendríamos otra rica sesión sexual.

Al día siguiente pasé por Maricarmen listo para irnos con su amiga, ella me hizo pasar y me mostró el sugerente atuendo que se había puesto para la ocasión, blusa negra, minifalda beige, medias negras y zapatillas altas, supongo que llevaba liguero, ya que sabe perfectamente que me encanta verla así, también me sugirió que nos lleváramos los juguetes sexuales, cosa a lo que accedí gustoso, sabía que tendríamos mucha acción, en cuanto puso todo en una pequeña maleta, salimos hacia casa de Edith.

Al llegar nos recibió efusivamente, saludó de beso a mi pareja y, dirigiéndose a mí, comentó:

  • No sabes el gusto que me da que hayas accedido a filmarnos, te lo agradezco infinitamente – me dio un sonoro beso en la mejilla y nos invitó a pasar.

Al entrar, nos dimos cuenta que no había nadie en la amplia estancia, sin adornos, parecía que era un día común y corriente, mi extrañeza debió ser manifiesta ya que Edith me preguntó:

  • ¿No te dijo Maricarmen de qué se trata?

Giré mi cara hacia Mari y simplemente dijo:

  • Deseaba que fuera una sorpresa, me gustaría que ustedes se lo dijeran – terminó con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

  • Pues déjame llamar a Francisco para que se lo digamos – comentó Edith mientras se dirigía a una de las recámaras.

Aún con la duda revoloteando en mi mente, nos sentamos en la sala y esperamos a que la pareja regresara.

  • ¡Qué bueno que vinieron! – resonó una voz masculina -, ¿gustan algo de tomar?

Ambos volteamos y vimos a Francisco que se acercaba a estrecharnos las manos.

  • Te acepto un tequila – dije yo -, mi amor, ¿tú que quieres? – pregunté a Mari.

  • Sírveme lo mismo Fran, por favor.

Él preparó las bebidas para todos, se sentaron frente a nosotros y nos dijeron el motivo de la pequeña reunión:

  • Se trata de que queremos tener un recuerdo de nosotros - dijo Edith.

  • Pero debe ser cuando estemos cogiendo – agregó Francisco -, ¿qué te parece?

Admito que no me esperaba tales razones, algunas veces había fantaseado en poder hacer algo así, voltee a ver a Mari y, con la expresión de placer, simplemente me dijo:

  • Es una experiencia nueva, solo nos pidieron que únicamente los grabemos, no podemos, ni debemos participar con ellos.

  • Todo está bien - repuse -, sólo quiero saber por qué nos eligieron a nosotros.

Edith intervino:

  • Porque Mari y yo tenemos una amistad de mucho tiempo, algunas veces me ha comentado que son muy abiertos en lo que al sexo se refiere, como nosotros no podemos coger y grabar al mismo tiempo, quisimos que alguien lo filmara, espero que no lo tomes a mal.

  • Definitivamente les agradezco la confianza, no los defraudaré – dije -, en cuanto estén listo podemos empezar.

Me entregaron la cámara de video, le encendí para comprobar las pilas y les dije:

  • Si gustan tomarse otra copa para que se relajen y todo se vea mucho más natural

Aceptaron mi propuesta y prepararon otra ronda de tragos, mientras Maricarmen ponía algo de música, ellos se notaban algo nerviosos, era evidente que era algo desconocido en sus vidas.

Antes de continuar les voy a describir cómo son ellos:

El, como de 1,80, fornido, blanco, de unos 32 años, deportista, guapo y varonil.

Ella, mide 1.65 más o menos, guapa, blanca, pechos abundantes de talla 32-C ó 34-B, cintura breve, cabello castaño oscuro y largo, piernas bien torneadas, nalgas paraditas y apetecibles.

En cuanto terminamos nuestras bebidas, les sugerí que eligieran cualquier parte de la casa, la sala, el baño, en la cocina; había infinidad de lugares en dónde podrían coger y ser grabados, decidieron hacerlo en su recámara, pasamos allá y comenzamos con la grabación; iniciaron desvistiéndose mutuamente al tiempo en que los besos se volvían más y más ardientes, cuando estaban en ropa interior, Edith se hincó frente a él y sacó el grueso instrumento de unos 17 cms, abrió la boca y lo lamió, luego, abrió sus carnosos, labios y lo introdujo lentamente para aumentar el goce de su pareja, se metió el garrote hasta la mitad, puesto que no sería posible que se lo tragara todo, lo succionó ávidamente y la reacción no se hizo esperar, las manos de Paco se apoderaron de los cabellos de su mamadora, haciéndola comer otro poco de tranca, usando el zoom de la cámara, hice un acercamiento de la expresión de Edith, logrando captar el momento en que ella no pudo aguantar semejante cantidad de carne en la boca y se hizo para atrás, en ese instante sentí las manos de Mari acariciándome la verga, pero no podía responder como yo hubiera querido, en tanto, Paco acostó a su mujer sobre la cama, le quitó el sostén y, con los dientes, la tanga, abrió las piernas y se perdió entre ellas, me moví de de mi lugar para poder captar la forma de chuparle la concha, Edith gimió y le dijo con voz entrecortada:

  • ¡Házmelo rico papacito!, ¡méteme la lengua hasta el fondo!, ¡quiero gozar mucho!

Haciendo caso a su petición, apartó el vello púbico, le abrió totalmente los labios vaginales y le clavó la lengua dentro; las manos de Fran se apoderaron de los ricos melones de Edith, los pezones ya estaban parados, los pellizcó, los apretó con fuerza haciendo que los gemidos subieran de volumen, las manos de ella, empujaron la cabeza hacia su pubis, forzándolo a hacer más profunda la penetración lingual, nuevamente sentí que me acariciaban la reata pero no podía dejar de granar, Francisco levantó las piernas de Edith para lamerle hasta el culo, cambié nuevamente de lugar y pude captar el momento en que la lengua de él se paseaba por el estrecho anillo, una mezcla de jadeo con gemidos brotó de los labios de ella al tiempo en que le chupaban el culo, la caricia en su ano duró varios minutos, durante los cuáles apunté la cámara hacia el rostro de ella, la excitación era notoria, sacaba la lengua como besando a un imaginario amante, cerraba y abría los ojos como buscando al causante de su calentura, cuando volví a tomar las mamadas que le daba a su mujer, Paco le dio unas nalgadas que hicieron que los redondos cachetes posteriores temblaran y se enrojecieran por los golpes, de la boca de Edith brotó un apagado grito de placer, estando con las piernas de ella al aire, le puso la punta de la reata en la rosada entrada de la concha y procedió a clavarlo lentamente, la expresión de ella cambió notoriamente, se puso roja, cerró los ojos y, tomando a su cogedor por la cintura lo hizo que la ensartara hasta el fondo, la gruesa tranca de carne se deslizó hasta que las bolas de él chocaron contra el culo de Edith, ella puso las piernas sobre los hombros de su marido para que él le tocara los pechos, cosa que Paco no tardó en hacer.

Nuevamente sentí que Maricarmen me acariciaba la verga, los pechos de mi pequeña se apachurraban contra mi espalda tratando de lograr un poco de atención hacia ellos, entonces la tomé por la cintura y la puse junto a mí, así podría acariciarla mientras seguía con la filmación para que pudiera apreciar la acción, pero mi misión era grabar todo lo que ocurría enfrente de nosotros.

Después de cogérsela unos minutos con las piernas al hombro, cambiaron de lugar, él se acostó con la espada apuntando al techo, ella, se montó sobre el erguido garrote y lo hizo desaparecer de golpe dentro de su concha, Edith inició una rica cabalgata ensartada por su esposo, las manos de Paco se apoderaron de las tetas que se balanceaban al compás de los movimientos, cambié de lugar para tomar las nalgas de ella y poder filmar cómo ella hacía desaparecer el grueso pene en su interior, la humedad provocada por la calentura creaba un sonido inconfundible, el tronco entraba y salía de la mojada intimidad de la excitada mujer; con la mano que tenía libre comencé a tocar a mi pequeña Maricarmen, ella respondió con las infaltables caricias sobre mi parada verga, totalmente estimulada por la sesión sexual que se desarrollaba ante nuestros ojos; de pronto, Mari con tono de calentura les propuso:

  • Deberían hacerlo también por el culo, ¡es delicioso!

Como si fuera una orden, ellos de inmediato se dispusieron a complacer a mi pareja, Edith se acostó boca abajo, abrió las piernas para mostrar su estrecho anillo a su esposo, él separó las sabrosas nalgas para lubricar el rosado aro que le ofrecía ella, dejó caer algo de saliva sobre el esfínter y se dispuso a clavar su tremenda arma en la estrecha abertura, colocó la abultada punta del garrote en la entrada posterior de su mujer, mientras, yo me colocaba en la parte más adecuada desde donde podría grabar la penetración anal, Mari me acompañó al nuevo lugar y retomó su tarea de acariciarme el caramelo, Paco empujó un poco y pudo meter la cabeza de su miembro.

  • ¡Ay papacito, me estás rompiendo el culo! – gimió Edith mientras pujaba debido al grosor del tronco de carne.

  • Tienes que aguantar todo para que sientas lo rico que es – respondió Paco -, debes disfrutar la enculada.

Poco a poco la tremenda macana se fue perdiendo en el trasero de ella, cuando por fin le introdujo toda la verga, Edith movió su cadera en forma circular, como para que su agujero se hiciera más amplio y pudiera gozar más de la reata, cuando ella sintió que la tenía clavada hasta las bolas le preguntó a su ensartador:

  • ¿Quieres que apriete el ano para que goces más?

  • Déjame gozarte así un poco más – contestó Paco con la voz entrecortada por la excitación.

Instantes después, cambiaron de pose, él se tendió nuevamente sobre la cama y Edith se montó sobre su marido dándole la espalda al pecho de él, solo que ahora puso la punta de la tranca en la entrada del culo, fue bajando lentamente para disfrutar cada milímetro de la tiesa carne, Paco la tomó de la cintura y le suplicó:

  • ¡Métetelo todo de golpe!, ¡lo tienes delicioso!

Obedeciendo a la petición, ella se dio un sentón sobre el erguido y ardiente garrote que le abría la cola, el ano se abrió al máximo para dar cabida al causante de su placer, lo hizo desaparecer en su interior emitiendo una especie de gruñido, él, tomándola por la cintura, hizo que su hembra subiera y bajara con el pistón hurgando sus entrañas.

¡Ahora sí mamacita!, ¡comprime el culo para que te lo llene de leche! – exigió Paco al borde del orgasmo.

  • ¡Siéntelo papi, siente cómo estoy exprimiendo tu camote!, ¡dame toda tu crema! –exclamó Edith mientras en el rostro se le notaba el esfuerzo que hacía.

El pene aumentó de velocidad cuando ella expresó:

  • ¡Dámelo todo!, ¡cógeme fuerte porque ya mero me vengo! - Edith cerró los ojos y contrajo el gesto cuando su cuerpo estaba a punto de vaciar sus jugos eróticos.

Paco la levantó hasta casi hacer que la cabeza del chile se saliera del ano de ella, luego la dejó caer sobre su estaca, Edith metió tres dedos en su vagina y los movió frenéticamente para sentirse doblemente penetrada, mientras subía y bajaba sobre la candente herramienta, ella simplemente jadeó sacando la lengua y se quedó contrayendo su esfínter para disfrutar más de su orgasmo, él también estaba a punto de explotar, así que mientras ella le prensaba el chile, le dijo:

  • ¡Me vengo!, ¡me vengo rico, putita mía! – fueron las única palabras que pudo pronunciar Paco mientras el orgasmo bañaba todo el interior de su mujer.

Ella simplemente siguió apretando el tremendo miembro con el ano para que no quedara ni una gota de semen dentro de él, luego se acostó de espaldas sobre el pecho de Paco, sin dejar que el enorme órgano abandonara su puerta trasera, una reparadora siesta los envolvió lentamente mientras los jugos íntimos de los dos se mezclaban goteando por los testículos de Francisco hasta humedecer las sábanas, filmé ésta última escena y, después de apagarla, dejé la cámara sobre el buró.

Maricarmen y yo nos quedamos viendo fijamente a la exhausta pareja mientras nos acariciábamos mutuamente, la cogida había sido tremenda, nos retiramos en silencio dispuestos a repetir lo que acabábamos de presenciar, había que terminar con el fuego que nos consumía por dentro, mi verga estaba a punto de estallar y la tanga de mi nena estaba tan mojada que un hilillo se escapaba por su entrepierna, llegamos a la sala para darnos la tan ansiada cogida, nos desvestimos en un santiamén, la ropa voló por todos lados mientras las caricias y besos cubrían nuestros fogosos cuerpos, froté mi garrote sobre su pubis y le dije:

  • ¡Dame una mamada rica quiero sentir cómo te comes mi caramelo! – comenté mientras la tomaba suavemente por los cabellos y la acercaba a mi pene.

  • Me como lo que me des – respondió Maricarmen mientras abría los labios para chuparme la reata.

En cuando sentí sus placenteras chupadas, arqueé mi cuerpo para que se lo tragara todo, poco a poco se lo fue metiendo hasta llegar a tocar mis pelotas, succionó mi tranca hasta que estuve a punto de llenarle la garganta de leche, por eso detuve las ricas caricias que me daba para hacerle lo mismo en su húmedo monte de Venus, la senté sobre el sillón, le abrí las piernas y, sin quitarle la tanga, le puse la lengua en el clítoris mientras buscaba a tientas el maletín para sacar cualquier juguete que clavaría en su concha, encontré uno y lo lubriqué con sus jugos internos, lo fui clavando suavemente para que lo disfrutara, sus jugos continuaban brotando se su sexo y los saboreé como si fuera el delicioso almíbar proveniente de la más dulce flor, no tardó en llegar al clímax del placer, se vino poniendo sus manos en mi cabeza para que mi lengua no cesara de lamer su botoncito de pasión, metí y saqué el pene de látex hasta que quedó consumida por el goce, a continuación me tocó el turno de sentir sus caricias, se levantó trabajosamente y sacó el consolador que había destinado para mi culo, puso la cantidad suficiente de lubricante y, poniéndome sobre mis rodillas, se dispuso a hundirlo a través de mi esfínter, mi orificio anal se abrió para dar cabida al grueso invasor, al mismo tiempo, Mari se puso debajo de mí para retomar las mamadas a mi pene, me estaba dando tal placer que mi explosión se acercaba inminente, como deseaba seguir gozando con el culo lleno de la artificial verga, la detuve para sentarme sobre el sillón y el plástico miembro se encajara en su totalidad por mi ano, así lo hice para disfrutarlo, ella se acomodó hincada frente a mí lamiendo y mamando mi garrote de forma entusiasmada, sentí tal placer que no pude contener más el torrente de semen, la leche brotó a borbotones llenándole la boca que no dejó de beberla toda, continuó succionando hasta que mi camote quedó completamente vacío, respirando ambos agitadamente nos sentamos al tiempo que nos dimos cuenta que la cámara había captado toda la acción, nos quedamos sorprendidos porque jamás nos imaginamos que Paco nos haría eso.

  • Oye Maricarmen, ¿ya te diste cuenta que nos grabaron? – acerté a decir.

  • Sí papacito, no sabía que lo iban a hacer – fue su respuesta.

  • Espero que no se molesten – dijo Francisco -, es que Edith me había comentado que usaban juguetes cuando cogen, y me llamó la atención porque yo también quiero experimentarlo, cuando quieran vemos la cinta.

  • Pues si gustan la semana próxima, y les mostraremos cómo se usan los consoladores – dijo Mari.

  • Nos encantaría -dijo Edith -, así podremos aprender más de las delicias del sexo con algo de ayuda.

En el siguiente relato les platicaré de lo que hicimos los 4, hasta entonces estimados lectores

Espero sus comentarios en mi correo.

Don Pato

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